miércoles, 22 de noviembre de 2023

Crítica: NUESTRA SEÑORA DE LAS NUBES


Entre lo cuidado y lo extraño

Nuestra señora de las nubes es una obra que me deja sensaciones mixtas. De aspectos muy bien logrados y otros que parecen difuminarse en el escenario cuando más se necesita. La obra inicia con una musicalización potente, no en el sentido de estridencia; es música que cala en lo íntimo, que despierta y prepara al espectador para estar despierto en sus sentidos. Un momento bellísimo: pese a no haber nada aún visible en el escenario, la obra se hace presente. Cala tanto, que se hace extrañar durante el montaje. En especial, durante los momentos de cambios de escena, donde inunda un silencio que, si bien en un momento aprecié, pues ayudó a darme un espacio para aterrizar las acciones e ideas de un texto lleno de riquezas, se hizo insostenible por los tiempos que se tomaban de cambio a cambio y por un espacio que acrecentaba esa sensación de vacío.

Fuera de ello, en cada escena, ambas actrices han sabido desenvolverse con soltura, apropiándose del texto la mayor parte del tiempo. Alessandra Dedekind y Greccia Ipenza logran encontrarse en el momento a momento. Vale la pena destacar el carisma que ha logrado imprimir Ipenza a su trabajo en escena. Al final, ambas juegan dentro de la propuesta estética planeada por Gabriela Gallegos. Desde la dirección se plantea eso: el juego. Se logra plasmar un desarme de los personajes, de sus motivaciones y convicciones: están en una situación constante de desestructura y reelaboración de los sentidos de pertenencia. Indaga también en una lectura del texto desde ciertos aspectos de la comedia, aunque no suelta esa carga dramática y termina inclinándose más hacía esas tragedias que viven los personajes.

¿Qué busca, entonces, el montaje? Sin duda, hay un tratamiento cuidado del texto, una propuesta visual interesante y una dinámica en escena, cautivadora por momentos, conflictiva por otros. Hay muchos detalles, muchas capas que, en algunos casos, funcionan más que otras. Hace falta unificar estos elementos, que parecen disparar a zonas no tan claras y que terminan por hacer de esos detalles cuidados, algo extraño. Hay momentos que no importa entenderlos más que sentirlos y viceversa. La maestría, en todo caso, está en saber identificar o decidir cuáles quiero que se entiendan o no.

En ese sentido, la obra termina siendo un viaje de sentidos, un experimento que mezcla la extrañeza con lo cautivante, que llega al espectador con cuidado e intimidad, pero que no termina de cimentarse en un espacio que, en este caso, juega en contra de esa intimidad y termina siendo un peso para la obra.

Omar Peralta

22 de noviembre de 2023 

No hay comentarios: