miércoles, 11 de septiembre de 2024

Crítica: MARÍA PIZARRO, HE AQUÍ EL AMOR


Extirpar la justicia

Representar un exorcismo en una sala de teatro, para quienes tenemos los rituales dramáticos bien arraigados, podría ser motivo de recelo. Sin embargo, lo que Vera Castaño y Rocío Limo traen a escena con María Pizarro, he aquí el amor no tiene con esta propuesta ninguna superficialidad ni morbo, sino el más profundo respeto por su personaje histórico y la búsqueda de su salvación a través del espacio compartido del teatro.

Esto no significa que la obra no tome provecho del terror psicológico, con el cual consigue nuestra inmersión desde el inicio. La iluminación con velas, las imágenes estáticas del fondo, los inquietantes sonidos de los gallinazos. Todos los elementos del montaje contribuyen a trasladar al espectador no solo a la Lima colonial, sino a los alrededores de una casa en la que, aunque algunos de sus miembros lo quieran ignorar, algo anda terriblemente mal.

Lo errático o incómodo es un elemento también presente en las actuaciones, que ayuda a cuestionarnos lo que cada personaje está ocultando o reprimiendo y que puede potenciarse desde cada parte del elenco, en especial en contraste con el personaje de María: la firmeza rápida de Eyzaguirre y el misterio envolvente de Rodríguez León son aquí destacables.

El punto de subversión de María Pizarro entra cuando nos damos cuenta que la obra no busca contarnos sobre una posesión demoníaca. Que su objetivo no es atemorizarnos de un mal espiritual, sino del profundo mal que hay sobre la tierra, y del poder que ejerce sobre aquellos que no se doblegan a sus parámetros. Rocío Limo se lleva aquí las palmas, con una interpretación que nos muestra a una chica única, peculiar y también muy humana y curiosa, pero que bajo las costumbres de su época sus excentricidades y su denuncia por una cruel ejecución sólo podían ser vistas como la presencia del maligno, tanto para la inquisición como para los sacerdotes que tratan de oponerse a ella.

Hay una ruptura sorpresiva y brechtiana pasando la mitad de la obra que, con el perdón de mi labor, quiero no revelar en lo absoluto, pues considero su mensaje se vuelve más potente cuando te agarra desprevenido. Te das cuenta que bajaste la guardia y María Pizarro te da su mayor susto, no uno de espíritus del infierno, sino de nuestra misma indiferencia. Quizás, como su protagonista intenta, la mejor manera de cambiar esa historia de terror sea también desde el amor. Muy recomendable (con la advertencia de que vayan acompañados).

José Miguel Herrera

11 de septiembre de 2024

domingo, 8 de septiembre de 2024

Crítica: MESA TOMADA


Ingredientes para un buen anti romance

Si tuvieras que describir tu última relación en un plato de comida, ¿cuál sería? Christian Ávalos y Luisito Fernández nos dan aquí dos ejemplos, con dos obras en las que se mezclan los contrastes, la comedia y los corazones rotos. Mesa Tomada logra hacernos conectar con las particularidades de sus personajes, a la vez que nos colocamos en su lugar.

Tarta de maracuyá impulsa su humor utilizando tanto el arte como los códigos de sus dos intérpretes. Quini Gómez roja vs Klaus Herencia blanquinegro. Intensidad y rapidez vs inocencia y torpeza. Ambos logran conectarse de manera fluida, la obra no fuerza un vínculo entre los dos personajes desde el inicio, sino que lo construye a través de sus enfrentamientos y objetivos dispares. Las dinámicas entre dos cuerpos distintos es la carta que la obra tiene más a su favor para aprovechar. Tarta de maracuyá no tiene miedo de burlarse de sus dos personajes principales, lo cual, de hecho, hace que nos pongamos mucho más en su lugar.

Por su parte, Bife de chorizo se sirve de un tipo de contraste similar, pero con sus propias particularidades. Aquí nos centramos en la frustrada y certera piel del personaje de Andrea Chuiman, quien tiene que hacerle frente a Christian Alden, quien representa de manera minuciosa al patán del año. Ambos, entre la fuerza y el chorreo respectivamente, nos muestran la última noche de un relación, donde a cada discusión la patanería se vuelve más terrible (aunque aún bastante probable). La cercanía del público con los actores permite que nos indignemos junto al personaje de Chuiman, y se presta además para un par de rupturas de la cuarta pared (al principio algo extrañas, pero que van agarrando carisma).

Ambas obras están en su punto preciso para ofrecer dos experiencias bien conectadas a la vez que desternillantes. Sí se vuelve un poco difícil de creer que a ninguna de las dos parejas las hayan botado del restaurante ente sus fuertes escándalos (más con el mozo de Herencia sentándose a tomar con una clienta), pero la elevación tan alta del conflicto hace que esto no termine de distraer. Un buen antiromance, uno donde se explore el romance desde su desilusión, requiere de mucha sinceridad para lograr nuestras risas a la vez que nuestra empatía e identificación. Para este propósito, Mesa Tomada es, con el perdón del chiste, plato fuerte este setiembre.

José Miguel Herrera

8 de setiembre de 2024

sábado, 7 de septiembre de 2024

Crítica: EL LOCO Y LA CAMISA


Secretos en familia

Estrenada en su país en 2009, la pieza El loco y la camisa del reconocido dramaturgo y director argentino Nelson Valente ya es considerada todo un clásico de la dramaturgia latinoamericana, con representaciones ininterrumpidas en Argentina y otros países, incluido el Perú. Justamente, el colectivo La Flecha acaba de terminar exitosamente su tercera temporada en Selina Basement. Y la recepción del público y la crítica ha sido unánime: sin renunciar nunca a los precisos y agradecidos toques de humor, la obra trata de la conmovedora y dura historia de una familia de clase baja, que ve alterada su difícil rutina cuando reciben la visita del estirado novio de la hija e intentan esconder la existencia del hijo, quien sufre de alteraciones mentales. 

La historia en sí es sencilla, ocurriendo todo en tiempo real, pero en la que se esconden una crudeza e injusticia social lamentablemente ya normalizadas a estas alturas, en las situaciones y en los personajes. Con varios ejes temáticos, la trama no solo aborda la locura del hijo, sino también las complejas dinámicas familiares, en las que la vergüenza, la frustración, el machismo y la violencia doméstica tienen cabida. Los personajes se encuentran perfectamente delineados, con los padres (Omar García y Andrea Fernández) manteniendo al inicio una discusión en la que notamos la profunda incomunicación que los separa, con la hija (Andrea Alvarado) rogando para encerrar a su hermano durante la visita del novio (Sergio Gjurinovic) que proviene de familia acomodada, y con el hijo protagonista (Oscar Meza), que le da el título a la obra, como el detonante para revelar los secretos familiares más escondidos.

El director Fito Valles, quien consiguiera notables resultados con Mi hijo solo camina un poco más lento (2019), logra generar una real experiencia inmersiva en el espacio con el que cuenta, con las butacas acomodadas de manera circular y los intérpretes tan cercanos al público. La segunda aparición del hijo es realmente inquietante. Notables actuaciones del elenco, entre quienes habría que destacar a Fernández y a Meza, quienes consiguen entrañables secuencias como madre e hijo. Acaso lo más resaltante del estreno peruano de una obra del calibre como lo es El loco y la camisa no solo sea el de tratarse de un excelente espectáculo de visión obligatoria, sino que nos restriega en la cara lo poco que hemos avanzado como sociedad, ya que después de quince años esta violenta y a ratos, desgarradora historia sigue manteniendo plena vigencia.

Sergio Velarde

7 de setiembre de 2024

viernes, 6 de septiembre de 2024

Crítica: LIMA


Breves escenas de nuestra ciudad

Si te pidieran completar la frase “Lima es…”, ¿qué dirías? Tal vez responderías que Lima es la Ciudad de los Reyes, pero también una ciudad marcada por la discriminación. Quizás te vendría a la mente una Lima gris, nostálgica, pero a la vez bulliciosa y caótica. Lima es, en realidad, muchas cosas a la vez, un crisol de contradicciones que tratar de definirla es casi imposible, pero si podemos intentar representarla.

Así llega LIMA, una propuesta de improvisación bajo la dirección de Omar Leonardo y la producción de Kaleido Escénica, que nos trae tres escenas de impro bajo la premisa de “Lima es…”, donde es el público quien tendrá que completar la frase, a partir de la cual los improvisadores darán vida en escena a típicas historias y personajes limeños.

Los cuatro improvisadores, Karla Guzmán, Belén Suárez, Eduardo Monzón y Omar Leonardo, junto con la musicalización en vivo de Aries Córdova, dan vida a escenas breves protagonizadas por personajes cotidianos y, a la vez, marginales e invisibilizados de Lima: un niño que vende dulces en la calle, una barrendera, un loco, un estudiante, una niña que pide limosna, entre otros. A través de ellos, se reflejan las problemáticas que atraviesa nuestra ciudad.

El director recalca que la propuesta nace de un laboratorio de investigación junto a los demás integrantes del grupo, donde partían de buscar noticias, explorar sus propias vivencias como motor para improvisar y el reconocimiento del espacio público. Este enfoque aporta veracidad y profundidad al proceso de creación escénica, lo que enriquece la propuesta. A través de esta investigación, incorporaron recursos que amplían el alcance de la improvisación, como momentos en los que rompen con la ficción para ofrecer datos y cifras estadísticas que contextualizan y enfatizan las problemáticas de la ciudad, por ejemplo, el número de niños que trabajan en la calle. A mi parecer, es justamente este trabajo de investigación previo al montaje lo que ha permitido al proyecto tener una base sólida sobre la cual improvisar, y que, junto a los diferentes recursos de improvisación, logra no solo entretener, sino también conmover al público. Resalto el apoyo de producción y escenografía por lograr con pocos elementos dar vida a las calles limeñas en escena.

En cuanto a la labor de los improvisadores, considero que en algunos casos aún deben seguir perfeccionándose en técnicas de impro para igualar la agilidad de sus compañeros. Aun así, mantienen una dinámica grupal en escena bastante ágil, logrando un espacio para crear nuevas narrativas contextualizadas en el espacio urbano que tiene una cercanía con nuestra identidad, con esa Lima que todos conocemos.

Para terminar, destaco el trabajo del grupo de improvisadores por la rapidez de respuesta para improvisar de manera conjunta en escena, pero, sobre todo, la destreza y sutileza para exponer problemas graves de nuestra ciudad, logrando divertir y al mismo tiempo dejarnos con la pregunta ¿Por qué? ¿Por qué Lima es así?

Alexandra Valdivieso Chudán

6 de setiembre de 2024

jueves, 5 de septiembre de 2024

Crítica: PISO 1 - ONCEAVA TEMPORADA


Turno Noche

A puertas de culminar la onceava temporada de Piso 1 Teatro, entre la diversa oferta de puestas breves del turno noche se encuentran: 

La Carmelita, escrita y dirigida por Martín Martínez, nos presenta la figura del “teatro dentro teatro”; esta vez en un formato conciso que gira en torno a Gina (Kiara Cruz), una joven directora que está a punto de estrenar su primera obra, protagonizada por Brigitte Queen (Verónica Miranda). Sin embargo, la pérdida de un elemento clave del vestuario de su personaje hace que ella se niegue a actuar, poniendo en aprietos a la asistente (Marisol Rodríguez) así como el esperado estreno. Las actrices manejan con soltura el código de humor como eje principal de la historia, aunque bajo la anécdota, se esconde el drama por el que cualquier actor o actriz experimentada podría pasar en algún momento de su carrera: el olvido, el miedo al fracaso, los nervios propios de enfrentarse a un público en vivo. Cabe resaltar el cuidado en los vestuarios y la escenografía acompañada por el rojo rutilante como efecto lumínico, dando como resultado una propuesta coherente y divertida.       

Por otro lado, Luna de Miel, escrita por Abel Enríquez y dirigida por Jean Paul Neyra, nos revela una pícara comedia protagonizada por Yeuris Yakyr y Pedro Sánchez, quienes fungen de una pareja de recién casados en su noche de bodas. Por un lado, ella quiere consumar el matrimonio lo antes posible; por el otro, él da vueltas por toda la habitación filosofando y escapando de su esposa. La puesta se compone de una escenografía sencilla: una cama que se convierte de cierta manera en un personaje, como testigo silencioso del juego que sostienen los personajes hasta que una confesión lo cambia todo. Con un preámbulo muy ingenioso dando la bienvenida al público como si fuéramos los invitados de la boda, los personajes se adueñan de la trama desde el inicio, creando la atmósfera adecuada para entrar en la convención de una hilarante historia, que bien podría ser un caso de la vida real.  

Finalmente, La Última Confesión, escrita por Brayan Vilchez y dirigida por Katherine López, nos presenta a un cura que vive en un pueblo de las afueras de Lima, dedicado a la labor social, hasta que una noche se presenta Miranda, una muchacha que llega para desenmascarar el oscuro pasado del joven padre. Los personajes son interpretados por Kalid Lino y el propio autor, quienes construyen personajes detallados, envolviéndonos en la trama que podría encajar como un thriller que aborda temas como el abuso y la violencia. La escenografía oscura de la sala, los vestuarios y el giro inesperado del desenlace dejan al espectador con más de un cuestionamiento.

Maria Cristina Mory Cárdenas

5 de setiembre de 2024

martes, 3 de septiembre de 2024

Crítica: GRANDES INTENCIONES


Anacronía 

"Hijo, tú tienes mi corazón. Cuando vengas me lo devuelves…"

Una frase expulsada desde el corazón de una madre que espera el regreso de su hijo; esta y otras historias son las que guardan cada uno de los vecinos de una quinta de Magdalena, donde cada uno parece estar viviendo en su propio mundo, absorto en sus propias rutinas, ignorando por completo lo que sucede en su entorno. Sin embargo, esto cambia cuando todos se dan cuenta de que la radio que siempre colocaba una vecina dejó de sonar. Es allí cuando los inquilinos deciden averiguar qué sucedió con la mujer, dando la oportunidad de conocerse y de encontrar la respuesta que cambiará sus vidas. 

Desde las primeras escenas nos encontramos con una trama que avanza con total fluidez, organizada en secuencias muy específicas que nos permiten adentrarnos en las historias de cada uno de los vecinos de esta quinta de Magdalena. La presentación de los personajes y su desarrollo son correctos. Además, la anacronía narrativa nos permite ver las vivencias de cada uno de ellos y cómo estos llegan a la quinta, logrando con esto que se entienda la esencia de cada personaje.

Grandes intenciones es dirigida por Jesús Neyra, quien ha guiado la obra manteniendo un ritmo que permite al espectador estar pendiente de todo lo que sucede en el escenario. Si bien es cierto, en toda la puesta prima la comedia, el director ha sabido resaltar esos momentos tiernos, románticos, reflexivos y tristes que tiene la obra, permitiendo apreciarla  en su totalidad.

El elenco está conformado por Nicolás Fantinato, Marisa Minetti, Claret Quea, Valquiria Huerta, Sergio Armasgo y Daniella Feijoó, quienes en perfecta comunión se entregan a sus personajes con tal convicción y energía. Al punto que sobre el escenario vemos la transformación de cada uno de los actores: desde el inicio, los personajes aparecen y se desenvuelven con gran confianza mientras van desarrollándose y creciendo.

Las luces, desde el inicio, han sido un factor importante para generar el impacto que la obra requiere. La escenografía, aunque sencilla, brindaba esa atmósfera que la puesta en escena requiere. Grandes intenciones nos permite acercarnos desde la comedia a temas muy latentes en nuestra sociedad como la indiferencia, el egoísmo, la soledad y el abandono. Temas en los cuales deberíamos reflexionar como individuos. 

Javier Gutiérrez

3 de setiembre de 2024

Crítica: QUIERO SER ACTOR


El camino de la actuación

Luego de seis años desde su estreno oficial, el reestreno tardío de Quiero ser actor del prolífico dramaturgo y director Gianfranco Mejía no deja de ser un evento interesante de analizar. Pocos son los que, como Mejía, han esgrimido la perseverancia y la dedicación como válidas herramientas para construir un propio camino dentro de las artes escénicas, consiguiendo no solo un público cautivo a lo largo de más de una veintena de piezas escritas, producidas, dirigidas y a menudo, protagonizadas por él mismo, sino que además cuenta ahora con el respaldo de conocidos actores y actrices profesionales que suman a la calidad de sus propuestas: aquellas que exploran problemáticas complejas (violencia familiar, trastornos alimenticios, etc.) y las que buscan simplemente entretener (relaciones de pareja, aspiraciones vocacionales, etc.).

A este último grupo pertenece Quiero ser actor, simpática puesta en la que seguimos los inicios interpretativos de Nicolás (Mejía), un adulto joven que, como muchos de su generación, no tiene una idea clara de qué hacer con su vida; y de cómo la casualidad lo lleva a actuar de extra en un cortometraje, para después formar parte de una obra de teatro. Mejía apuesta por una historia amable y a ratos muy ingenua, ya que los obstáculos que debe vencer Nicolás son su propia confusión y un padre tradicional que no ve con buenos ojos la carrera del arte. El resto son secuencias, algunas más logradas que otras, en las que se dramatizan las típicas anécdotas que cualquier aspirante a actor (y con demasiada suerte) suele atravesar. Acaso la mayor virtud de esta historia sea la ya mencionada inocencia, que Mejía y su numeroso elenco saben aprovechar para arrancar sonrisas del público.

La experiencia la ponen Martín Abrisqueta y Pedro Olórtegui, en papeles clave; acompañan con sobriedad Edwin Vásquez, Francesca Vargas, Paola Miñán y Ale Meza Cuadra; y siempre es de agradecer la presencia de Jeffrie Fuster, quien logra convertir un casting de archivo en una hilarante secuencia. Quiero ser actor no muestra ni por asomo todos los sacrificios y vejaciones que gran parte de jóvenes artistas tienen que experimentar a diario; además, al terminar la función Mejía agradeció a sus padres presentes por, justamente, ayudarlo a realizar sus sueños. No obstante, como una sencilla propuesta de entretenimiento, este reestreno de Mejía en el Teatro Auditorio Miraflores lo consolida como un referente innegable de la escena independiente.

Sergio Velarde

3 de setiembre de 2024

Crítica: SIN VERGÜENZA


Absurda realidad

La falta de moralidad y vergüenza presentes en nuestro país y realidad política es un tema mostrado en la puesta en escena de Sin vergüenza, una obra escrita por Renzo Abrill, que señala el descaro y lo absurdo de nuestra sociedad. Una obra que nos sumerge en el mundo de Gilberto, un hombre cuyo pasado lo alcanza en una estación de tren. Allí se encuentra con dos extraños sujetos que le piden que haga algo muy desvergonzado; sin embargo, cumplir con estas exigencias pondría en peligro todo lo que construyó en su vida.

La dirección se encuentra a cargo de Miguel Seminario y Emilio Aguirre, quienes han sabido resaltar los mensajes significativos y potentes del libreto. Sumado a su capacidad para mantener el ritmo e insertar la comedia es notable; la forma en que manejan los cambios de tono y los juegos en escena muestra una comprensión profunda del material. 

El elenco de Sin vergüenza está conformado por Walter Ramírez, Bryan Pinto e Ivi Cordero, quienes inyectan mucha energía a esta puesta en escena, todos con una presencia que impacta desde que hacen su ingreso. Es importante hacer notar que cada actor ha logrado colocar características que han generado que los espectadores reaccionen de distintas maneras, ya sea ternura, cólera, risa, etc.; esto habla de la conexión que han tenido con el público. También se puede notar que la química entre ellos actores ha ayudado a fortalecer la narrativa y capturar al espectador.

El diseño escénico es sencillo, pero cumple con el objetivo de generar la atmósfera de una extraña estación de tren, muy fuera de lo común, pero que ayuda a sumergirnos en ese raro mundo. El vestuario, por su parte, es adecuado y ayuda a definir a los personajes y darles la peculiaridad que necesitan.

En conclusión, Sin vergüenza es una obra que ofrece, sin duda alguna, una experiencia teatral sólida, divertida y de mucha reflexión. La dirección y las actuaciones del elenco elevan el material; una obra donde el espectador no solo quedará encantado con lo observado, también podrá tener una mirada distinta de lo que está pasando en nuestra sociedad y en la política actual. Sin duda, la producción es un testimonio del talento y la pasión involucrados en su creación; así mismo, es una muestra más de que el teatro sigue siendo ese espacio donde podemos confrontarnos con nuestra realidad, una puesta en escena que vale la pena verla.

Javier Gutiérrez

3 de setiembre de 2024

Crítica: ¿TE DUELE?


Nadie elige sufrir

La primera imagen que te recibe en ¿Te duele?, muestra de egreso del Club de Teatro de Lima, es de una pequeña mesa rodeada de sogas, ya evocando posesión y destrucción. Pero, curiosamente, también de construcción. Cuando algo se está intentando levantar a través de tejidos, solo para romper en la tensión y el dominio desde el que ya ha sido creado. En una muestra alrededor del lenguaje físico, este elemento abre infinidad de posibilidades para tratar sus temas.

La ambientación original de César Brie, alrededor de la metáfora del ring de boxeo, es dejada de lado para dar mayor protagonismo al cuerpo y la emoción. Acertadísimo, pues impulsa al elenco a subir la apuesta en cuanto a su lenguaje físico y las maneras en que puede contar las historias. La estructura, con distintas parejas alternándose apoyadas por coros, no distrae, pues dichos coros nunca quitan la atención de la pareja principal. Incluso, el hecho de que no se trate siempre de la misma pareja hace que, en lugar de sentirse como una relación específica, estemos viendo retazos de diferentes parejas entre las que la historia de abuso se repite cíclicamente.

Si bien este efecto “cíclico” es poderoso, se habría beneficiado de una mayor sensación de progresión y variedad. Los abusos que muestran los personajes son directos y bastante gráficos, lo que los puede hacer, por momentos, insoportables ante la tamaña ira/sufrimiento de los intérpretes (llevadas al máximo en las violaciones y el infanticidio final). 

Aquí me cuestioné a mí mismo, ¿y si sí es necesario mostrar la violencia y el dolor con esa intensidad? Pese a la realidad en la que vivimos, pareciera que a veces no entendemos ni con ella. Concluí que, teniendo cuidado, es necesaria, siempre que le demos peso y lo recubramos de matices, para recordar que las relaciones violentas no siempre parecen serlo al inicio ni se ven siempre igual. La obra lo explora trasladándonos al diálogo interno de una boda, a la culpa de un esposo que solo sabe responder con violencia, o a un marido inútil que solo habla mientras su esposa se mueve frenética. Es en estos momentos entre tensos y calmos (construcción), que la violencia se vuelve más potente y trágica (destrucción), como una erupción que las mujeres trataron sin éxito de, aunque sea, retrasar.

¿Te duele? permite a los estudiantes mostrar su aprendizaje como intérpretes y como creadores, que, si esta obra es evidencia, continuarán ganando cancha al momento de crear imágenes que signifiquen, que trascendiendo la limpieza en su acting y su movimiento cuestionen las conductas del público o lo abracen para recordarle que jamás fue su culpa.

José Miguel Herrera 

3 de setiembre de 2024

domingo, 1 de septiembre de 2024

Crítica: HISTORIA DE UNA CIUDAD FRÍA


Una Lima desde adentro

Cuando pienso en Lima, pienso en bullicio, ruido, movimiento, caos, energía, esa es la Lima que yo conozco. Pero en Historia de una ciudad fría vemos otra cara de nuestra ciudad, una ciudad fría por distante, por lejana, una ciudad que muchos habitamos pero que constantemente nos rechaza y que pocos nos detenemos a observar, esa también es Lima. 

En el marco del ciclo “Teatro en el centro” del ICPNA, se presenta Historia de una ciudad fría, obra escrita y dirigida por Christopher Gaona, coproducida por Punto y Coma Teatro y Médula Sala de Teatro e Investigación. La puesta en escena nos presenta una Lima desde la vivencia y mirada interior de cuatro personajes marginados: una barrendera, vieja amiga de Lima (Pilar Núñez); una secretaria sin nombre (Gabriela Jordán); un muchacho solitario (Adrián Huamán); y un migrante obligado a dejar atrás su propia ciudad (Godo Lozano), acompañados de un coro (Ernesto Ayala y Santiago Montoya) que representa a los otros habitantes, los limeños. En la obra vemos una Lima desde los ojos de estos personajes marginados y cómo la ciudad ha ido moldeándolos en carácter, derrumbando sus sueños y esperanzas de encontrar un lugar, un nombre, un rostro en esta ciudad.  

Si bien es cierto, en escena no vemos a la Lima caótica, salvaje, bulliciosa y agresiva en la que todos nosotros nos sumergimos a diario y a la cual estamos ya tan acostumbrados, la propuesta plantea tomar distancia de esas características para presentar la ciudad desde el mundo interior de cada personaje, y desde ahí contemplar la ciudad. A través de diálogos bastante descriptivos, cada personaje narra sus vivencias en forma de collage, creando una serie de momentos que eventualmente convergen brevemente en la historia. 

Por otro lado, a través del cuerpo como medio para la elaboración escénica y de la danza, vemos diferentes momentos típicos a los que nos enfrentamos al habitar lima. Así, con la performance de los cuerpos, muestran esa incomodidad de viajar en transporte público, siendo uno de los momentos más interesantes de la obra. Sin embargo, en algunas escenas el trabajo corporal plantea figuras y movimientos que no aportan al entendimiento de la historia, sino al parecer una búsqueda más conceptual y estética. Complementando al trabajo actoral, la propuesta de dirección en cuanto al uso de escenografía y recursos es sencilla, destacando por los cuerpos como elemento principal en escena, con todos los actores siempre presentes y con un juego de elementos, principalmente de luces, que le dan dinamismo y más ritmo a la obra. Un detalle que podría mejorar es el manejo de las salidas del escenario en las escenas finales, ya que el uso de la puerta de emergencia, que da al estacionamiento del teatro, genera un quiebre en la atención y conexión del espectador.

Por otro lado, cabe destacar que esta propuesta no utiliza muchos elementos sonoros para ambientar ni crear una atmosfera propia de la ciudad. Además, el video sin sonido mostrado al inicio de las calles de Lima, si bien puede tener intención de contextualizar el espacio en el que se desarrolla la obra, no tiene relación justamente con la mayoría de los lugares mencionados. 

En conclusión, Historia de una ciudad fría nos muestra una Lima que, aunque puede resultar ajena para algunos, nos invita a tomar distancia y redescubrirla a través de los ojos de personajes. Así, vemos una ciudad distante y silenciosa, lejos del bullicio y caos que usualmente la caracteriza. Esta Lima, moldeada por la soledad y la introspección, nos revela las huellas que la ciudad deja en sus habitantes más invisibles. 

Alexandra Valdivieso Chudán 

1° de setiembre de 2024

sábado, 31 de agosto de 2024

Crítica: LOS TRES CANTOS DEL GALLO


Una sensación invade mi cuerpo al ver otro tumbado en el escenario; me parece muy llamativo la forma en que han distribuido a las personas, la música que retumba en el espacio; es como lo que no se dice con las palabras. Hace tiempo me cuestiono sobre el poder de trasmitir de la voz y el poder de expresión de otros elementos comunicativos. Los tres cantos del gallo es una aproximación a ese universo en donde el ser humano expresa desde una condición más innata, incluso me atrevería a decir más ancestral, antigua, olvidada hasta cierto punto. Los cuestionamientos pueden ser muchos, el tema del que trata la obra también. Estoy seguro que nadie salió con una idea absoluta o concreta al finalizar la obra; no sé si eso es el cometido, homogenizar las ideas y tener un solo horizonte; pero sí sospecho que todos salimos con una sensación o con muchas sensaciones. Se produjo una comunicación, pero no desde el pueril entendimiento, desde la coherencia de la gramática verbal o desde la intercomunicación oral; hubo algo más, hubo una miscelánea de sensaciones, un viaje hacia algún lugar, donde se encuentra nuestro yo. Quebrado, atado, maltratado por todo lo que nos hace daño día a día, una fuerte ráfaga que constantemente nos entumece en la soledad; me gustan las obras así, porque estamos en otro mundo, ingresamos a un nuevo universo donde las ganas de ser parte de él son tan fuertes como la resignación de la gravedad, el hombre es un ser mágico, pero día a día perdemos esa naturaleza.

Los tres cantos del gallo es una aproximación a esa esencia, que quizá no alcanzo a describir con consonantes y vocales, pero sí puedo expresar con la poesía que quisiera salir de mi texto, salpicar por la vereda y flotar hasta el cielo. Tengo la mente nublada por el entendimiento, quisiera dejar de entender las cosas, ya no quiero entenderlas; sentir la sensación de que ha perdido su valor, se siente de la misma manera, se exaspera la sensibilidad, pero en realidad descubrimos que cada día perdemos más la libertad o que estamos encerrados en un cristal de ficción y de atosigamiento.

El cuerpo de Mónica Vergara aparece como un duende en escena, como una doncella que baila en rincones remotos del ensueño, sus movimientos rajaban el viento y partían la noche hasta llegar a nuestra mirada; pero los ojos que veían no eran los del iris, más bien miraba el pecho, la piel, las manos, la cabeza o el corazón. El gallo (Mauricio Coronado) se levantaba constantemente, tres veces se despertó y su presencia era constante, fatigante, algo había que solucionar, un malestar continuo.

La energía de Robert Julca, tan eléctrica, parecía estar cargada de la ansiedad que nos consume, sus piernas, sus brazos desaparecían con la fuerza de su despliegue; la repetición de los movimientos, causaba un hartazgo, pero un hartazgo de qué es la gran pregunta; del espectáculo, no creo. Lo que trasmitía era un hartazgo personal, que cada uno lo ha podido sentir a su manera; es ahí donde cuestiono al arte y me pregunto qué debe sentir el arte, acaso debe enseñar y amoldar las sensibilidades o solo debe sacudir ese pozo de agua que hay dentro de nosotros para convertirlo en cascada y salir a la calle gritando como si por fin hubiéramos despertado.

Hay una razón para seguir, y es la inspiración, la creación, no la justicia del dogma, o la sabiduría de la ciencia. El arte es un espacio natural, nativo, secreto; es la sombra del hombre, esa sombra cegada por el sistema, tan adormecida por la inmediatez, por la necesidad.

Una diagonal invade el escenario y por ahí rebotan los cuerpos. Ivana Zegarra, sacada de una canción, de la música que invade el lugar, juega y se antepone como giros de luna a los ojos del gallo y sus acompañantes; una mujer (Lourdes Sáenz) que retumba con su voz, vaya que precisión en esa voz. Lo necesario, es suficiente esa cantidad de palabras, porque en otras ocasiones nos babeamos de tanto hablar, para qué hablar más, es un momento en donde nos debemos callar; tal vez así podamos entender mejor cómo tratar a las personas que están a nuestro lado, porque miramos lejos pero nunca al costado y menos nos atrevemos a mirar tan cerca como para mirarnos a nosotros mismos.

Artaud se cumple en toda su manifestación, hacer visible lo invisible es una tarea tan difícil y a la vez tan fácil. Hemos tapado tanto la realidad que por más que tengamos los ojos abiertos ya no vemos, solo acariciamos los tentáculos de la igualdad, que cada día nos descomprime y nos suicida con nuestras necesidades. Potente el texto, descripción de un estado físico, leer ese poema, es leer la obra, no es igual, está particularizado obviamente, pero su fuerza y su objetivo se siente quemar entre esas cuatro paredes.

Excelente composición, más allá de la técnica y los referentes de estética. Excelente, porque es única, porque arrasa con esa turbulenta incidencia dentro de nuestra mente, pone una pausa en el tiempo, para retornar a ese otro tiempo; tal vez así podremos curar lo que tanto deseamos curar, atadas las manos y con el micrófono parlante de la voz, estamos confundidos, hay que hacer silencio por un momento por favor.

Julio Flores Alberca compone la sonoridad instrumental desde la guitarra, y algunos pedales tuvieron momentos rítmicos muy interesantes, distorsiones que funcionaban como el paso hacia la otra realidad. La música fue el nexo entre el mundo cotidiano y el mundo simbólico, ritual. Desde que ingresamos al espacio suena y nos conduce hacia la posibilidad de la sensibilidad creativa; muy bueno a mi gusto, los efectos estuvieron bien colocados y la forma de ejecución también.

En fin, los comentarios suelen volverse muy personales, ejercer una situación de crítica no me gusta, prefiero decir “es mi sentir”: la dirección y la dramaturgia son concretas, se manifiestan adecuadamente en escena y con buenos recursos. Ítalo Panfichi y Mónica Vergara han sabido conectar el poema de Artaud y sus búsquedas escénicas, el contexto estético ha sido equilibrado en colores y en imágenes; la colocación de la luz ha permitido una conexión a otro mundo, con su propio código y sus propias reglas. Este mundo ha topado desde alguna fibra a cada uno de los asistentes, cada uno con su historia, con su particularidad, dentro de una diversidad de pulsiones escénicas que terminan siendo parte de todos, de un sentimiento general que se particulariza, pero sale desde un mismo lugar.

Moisés Aurazo

31 de agosto de 2024

Crítica: ALMAMÍA


La voz al servicio del teatro

Resulta imposible escribir sobre Almamía sin resaltar desde el primer párrafo la gran actuación de Daniela Darcourt. En una obra donde se rodea de actores, actrices y bailarines en un altísimo nivel como Bruno Odar, Pedro Ibañez o Carla Picón, Daniela Darcourt, en esta nueva faceta en las tablas, se apoya en su voz para darnos una interpretación conmovedora que destaca en una obra completamente musical.

Dirigida por Juan Pablo Lostannau y creada por Fany Rodriguez, Almamía es la historia de seis hermanos que tras años de separación se reúnen en la casa de su infancia por azar donde se tratarán temas como la culpa, el amor fraternal y la reconciliación. Pero lo valioso, me parece, está en la puesta en escena al servicio de la historia. Acompañada de música y danza (de la compañía profesional de danza Dactilares), visuales y un escenario minimalista, Almamía busca un espectáculo multidisciplinario en el que todas las disciplinas complementan la experiencia de la mejor manera. Funciona de gran manera, aunque debido a lo ambiciosa de la propuesta, la historia puede quedar en un segundo plano por momentos y mostrarse confusa de manera en la que puede llegar a distraer al espectador.

Pero al margen de la historia, resulta sobresaliente el espectáculo musical y de danza que brinda Almamía y que llega a resaltar la actuación de Darcourt, que en su debut en una nueva faceta como actriz, se apoya en su voz única para mostrarnos una performance más que conmovedora, capaz de remecer el tan icónico Teatro Segura y lograr que los asistentes aplaudamos aun así no haya terminado la obra. Un gran acierto el confiar en ella este papel que explota su faceta de cantante (talento que mejor conoce) al servicio de la actuación, y también un acierto de Darcourt al debutar en teatro en una obra de este estilo, encaminándola como la artista multidisciplinaria que está destinada a ser.

Gabriel Calderón

31 de agosto de 2024

Crítica: COCO & EMMA


Lo imaginario como realidad

Mientras uno va creciendo y con el asomo de las preocupaciones adultas, a menudo uno va perdiendo la risa. En un momento uno siente vergüenza por jugar, luego esa vergüenza pasa a olvido para perseguir otras prioridades. Así uno se olvida de su niñez y, con ello, de aquellos sueños que buscaba alcanzar.

Coco & Emma, dirigida por Jesús Álvarez Betancourt, nos coloca en un mundo de fantasía en el que Coco, el amigo imaginario de Emma, comparte junto a ella canciones, risas y alegrías; sin embargo, el mundo de la magia se comprende con el mundo real y los amigos imaginarios se suelen olvidar. Años después, Coco regresa para buscar a una Emma feliz como la dejó, solo para encontrarla que su vida ha cambiado totalmente. Coco & Emma funciona en esta línea en la que sí se ha perdido la magia, pero nunca es muy tarde para recuperarla. A pesar de ser una obra de teatro infantil con canciones, vestuarios coloridos, efectos de luz y chistes para los más pequeños, el gran acierto de Coco & Emma radica en ser una obra con la que mucha gente mayor de edad puede empatizar. La culpa, el dolor de crecer, el miedo a ser alguien que uno nunca quiso ser, son tratados de gran manera en la obra. Incluso existen grandes momentos cuando parodian la vida con una Emma ya adulta, al tratarnos a los adultos como capaces de vender nuestros ideales por un crecimiento personal solo para afuera.

El punto más alto y el más emotivo es cuando Emma, una niña que se ha olvidado de quién es, pasa un último momento de magia junto a su mamá, paciente de Alzheimer para recordar quién era. Para no caer en más spoilers, solo podría decir que las actuaciones tanto de Coco (Bernardo Scerpella) y Emma (Vanessa Escudero) conmueven hasta recordarle a un adulto, que si bien las risas ya no son tan frecuentes, nunca hay que olvidarse de que aunque no las podamos ver, no quiere decir que lo imaginario no sea real para nosotros.

Gabriel Calderón

31 de agosto de 2024

Crítica: Y QUE SIGA LA JARANA


Bienvenidos a la Peña Claudia

En el CC. Ricardo Palma se estrenó una obra familiar que sirve como homenaje a la peña criolla de barrio. Aquellas que reunían al vecindario a cantar, a jaranear y a tomar al ritmo de la música criolla. Esta obra de teatro musicalizado escrita y dirigida por Marco Palomino transcurre dentro de la “Peña Claudia”, la peña que en la vida real era la de su abuelo.

La trama en la que la dueña del local habla con los clientes/amigos no necesita darles muchas vueltas a las historias. Relatos de desamor, de alegría, de amores olvidados y otros recordados son solo excusas para cantar valses y boleros (y algún festejo) uno tras otro como si fuera un concierto. ¿Quieres recordar a tu cariño? Pues cantemos “Cariño bonito” juntos. Es decir, no es un musical, es solo una invitación a la cultura de las peñas criollas: una anécdota antes de agarrar un micrófono, amigos del barrio, desahogo en una canción, pensar en tu familia, sentir la nostalgia, etc.

Tal vez el punto más complejo está en intentar reproducir el ambiente de una peña. A un ambiente amplio, como una sala de teatro, donde el sonido puede perderse o le resta intimidad a las canciones, se le suma el poco sentimiento que pueden tener algunos actores al interpretar las canciones. A veces en una peña es mejor sentir lo difícil que nos trata la vida antes de un canto bien afinado.

A pesar de esto, es imposible no pasar un gran momento con un repertorio que incluye “Cholo soy”, “Mal paso”, “El Mayoral”, etc. y a una Trilce Cavero que se luce como la dueña del local interpretando de gran manera sus canciones. Y si le agregamos el componente de fiestas patrias, solo falta un chilcano bien cargado y nuestra visita a la “Peña Claudia” está completa.

Gabriel Calderón

31 de agosto de 2024 

Crítica: ¿QUIÉNES SON LOS ENEMIGOS?


Hermanos y enemigos, la traición del poder

¿Quiénes son los enemigos? se presenta en el Nuevo Teatro Julieta como parte de la segunda edición de la Competencia Oficial.

En una versión libre de El enemigo del pueblo de Henrik Ibsen, escrita y dirigida por Carlos Posada Moncada, esta obra nos habla de dos hermanos que se enfrentan entre el poder y el deber ante un descubrimiento que pone en riesgo la vida de la población: el agua está contaminada.

Martín, desde su condición de alcalde del pueblo, antepone, como suele suceder con los políticos, sus intereses personales a los de la comunidad que representa. Por el contrario, Santiago busca revelar la verdad para proteger a su familia y al pueblo al que pertenece. Unidos por una madre que ya no está, pero que parece ser lo único que los une, se genera una confrontación de valores, principios, poder, dinero y jerarquía donde lo menos relevante es el valor de la familia.

En un montaje simple pero potente, en donde las sombras juegan un rol protagónico y la dirección plantea una acertada participación del público como parte de la comunidad, destaca la actuación de Pold Gastelo, quien brilla por encima de sus compañeros de escena, restándole protagonismo a Martín Martínez, quien, al ser el eje principal de la obra, debió tener una mayor presencia escénica como nos suele tener acostumbrados.

Alejandra Sierralta

31 de agosto de 2024

viernes, 30 de agosto de 2024

Entrevista: GIAN LOLI


“Un director no debería imponer al actor cómo hacer su trabajo.”

Todo un clásico del teatro peruano, ¡A ver, un aplauso!, se va por una cuarta temporada. La pieza escrita por César de María y dirigida por Henry Sotomayor tiene como uno de sus protagonistas a Gian Loli, actor y productor. Oficio Crítico conversó con el joven artista multidisciplinario acerca de sus inicios y sus actuales proyectos.

¿Qué hacer cuando la muerte toca la puerta? ¡Le sacamos la vuelta! Tripaloca es un payaso callejero al que le ha llegado la hora. Enfermo, pero con una chispa inagotable, intentará escapar de la muerte de la mano de su leal compañero Tartaloro ¿Lo logrará?La puesta en escena es una sátira, llena de verdades incomodas expuestas a través de la comedia, el juego y la jocosidad. ¿Qué estarías dispuesto a hacer pa’ librarte de la muerte?

Con la producción de La Eme Colectivo, ¡A ver, un aplauso! tiene en su elenco a Gian Loli, Ronie Cusso, Ethel Requejo y Miguel Soriano.

La cuarta temporada se llevará a cabo en el Centro Español del Perú (Av. Salaverry 1910 - Jesús María), los días 3, 4, 10 y 11 de setiembre a las8:00 p. m. Entradas en preventa en JOINNUS.

¡El clásico del teatro peruano, te espera!

Sergio Velarde

30 de agosto de 2024

Crítica: SOLO


Sentir y repensar los vínculos

La Compañía de Teatro Físico nos trae Solo”, en el marco de su décimo aniversario, y lo celebra compartiéndonos este montaje sobre el amor, la soledad y los caprichos de un corazón orgulloso. En el teatro, para mí, existen dos tipos de acercamiento al espectador: por un lado, obras que te hacen sentir; y por otro, obras sobre las cuales tienes que pensar. Esta obra es, sin duda, una que llena más al espectador a través del sentir. La puesta dista de manera considerable de un argumento narrativo complejo, e incluso podríamos afirmar que hay algunos vacíos que pueden desorientar al espectador, si es que este no ha ido con conocimiento previo sobre la trama. Sin embargo, Solo nos invita a regresar a lo primario, a la sencillez de las emociones y de los gestos, y lo expresa de una forma fabulosa. Ojo, no confundamos lo sencillo con algo de construcción simple; esta obra sabe darse su lugar dentro de los distintos montajes que nos ha ofrecido la compañía a lo largo de los años, tanto desde lo visual como lo acrobático y la manipulación de objetos.

Vale la pena observar la obra hacia lo íntimo. Al espectador llega, en primera instancia, el capricho grande, burdo, de un hombre que no sabe (o que ya no puede) lidiar con los demás, y desde una decisión radical, todo parece indicar que no hay manera de salvarlo de su necedad. Es a raíz de un encuentro inesperado con un perro espacial que la obra da un salto: la lucha de este hombre de desprenderse de esa amargura y orgullo; abrazar ese amor sencillo que este curioso animal desprende. Aquí es vital y mágica, la sutileza y destreza de Ronaldo Añorga y Eduardo Cardozo para entregarnos al personaje del perro y hacerlo transmitir de manera genuina el afecto y la inocencia. Así se va construyendo el vínculo y donde nosotros podemos empezar a navegar hacia lo íntimo.

Los elementos acrobáticos y audiovisuales van revistiendo y envolviendo el escenario, marcando los desafíos y situaciones de riesgo de ambos personajes, así como los momentos de complicidad y juego tanto entre ellos como con el público. Todo está estructurado y pensado para que el vínculo sea el motor de la obra y así lo sintamos nosotros también.

Al final, nos entregamos a este vínculo de forma casi inevitable, a la relación que se ha formado, a repensar la soledad de nuestros personajes (ya se vuelven nuestros, porque, por qué no, son también nosotros). Eso es lo bonito, que esta obra te da el espacio primero de emocionarte, enternecerte, entristecerte, para luego poder pensar y repensar la soledad y los vínculos. Solo, visto desde lo íntimo, termina siendo un regalo.

Un aplauso a Diego Sakuray, Eduardo Cardozo, Ronaldo Añorga, Manuel Chiock y todas las personas y equipos involucrados en este montaje; ha sido un bonito regalo de cumpleaños de la Compañía de Teatro Físico, para un público agradecido.

Omar Peralta

30 de agosto de 2024

Crítica: EL MUNDO DE ESTELA LUNA


Eva, cincuenta y tres años después

Me preguntaba, mientras esperaba la obra, por qué Alumbra Producciones había decidido titularla El mundo de Estela Luna, en lugar de su título original: Eva no estuvo aún en el paraíso. Sin embargo, a medida que avanzaban los diferentes cuadros de la obra, solo podía resonar en mi cabeza la antigüedad de la obra, y lo mucho que el mundo que Estela Luna imaginó sigue presente y hasta incluso, ha agarrado fuerza.

La obra se divide en pequeñas secciones que muestran la manera en que distintos aspectos de la sociedad colocan a la mujer en una posición constante de servilidad e inferioridad. Son textos directos, sin tapujos, y muchas veces con imágenes muy directas. Aquí la particularización por parte del elenco para sacar la mayor potencia del texto de Luna falló un poco, en especial al inicio, pero fue ganando fuerza a medida que avanzaban las escenas y los actores se prestaban más para jugar dentro de ellas.

Esa burla era, a fin de cuentas, el mayor propósito de Luna con su texto: denunciar a través de señalar el ridículo de la sociedad y sus reglas disparejas entre hombres y mujeres. Es notorio, pues, que una de las mejores escenas del montaje sea con las actrices soltando slogans ridículos (pero bien reales) mientras ofrecen productos para perder o ganar peso. Considerando la obra como la culminación de un taller montaje, la elección de una obra con diferentes cuadros también le dio la oportunidad al elenco de alternar entre distintos personajes, y es cuando logran introducirse en estos y los construyen con cuidado y ritmo que más sacan a relucir su potencial y capacidad para romper sus propios esquemas.

El mundo de Estela Luna es un reflejo de la capacidad que tenía su autora para apreciar la realidad y exponerla. Cincuenta y tres años después de la publicación original de Eva, sus imágenes no podrían llamarse exageradas sino reales. Eva es juzgada por su género desde el momento en que nace, y es fuerte ver cómo tanto Estela como las actrices del hoy continúan empatizando con su dolor. La obra mantiene su vigencia y sirve como catalizador para que este grupo de actores desarrolle su plasticidad y sus particularidades en el escenario.

José Miguel Herrera

30 de agosto de 2024

miércoles, 28 de agosto de 2024

Crítica: EL DEPA DE NOSOTRAS


Noche de secretos

Partiendo de una premisa muy divertida, Ann Napuri-Stucchi dirige su propio texto de forma brillante y nos brinda una puesta en escena con un ritmo rápido, en la que se pueden apreciar diversas situaciones, tanto divertidas como dramáticas. Distintos temas se van exponiendo continuamente: personajes que muestran sus sueños, la dificultad de alcanzarlos, sus carencias, miedos, etc.

El depa de nosotras es una obra muy dinámica. La trama sigue a cinco chicas que se reúnen para celebrar el cumpleaños de una de ellas, terminando encerradas en este. Deciden, entonces, divertirse y beber, sin saber que esto las llevaría a descubrir secretos y abrir heridas que parecían cerradas.

Se trata de una puesta en escena que parte con una exposición de algunas actividades que solíamos hacer durante la pandemia. Esta primera parte logra gran impacto, no solo por el dinamismo, la comedia y la manera peculiar de la propuesta, sino porque resume cómo es que cambiamos y empezamos a tener distintas actividades durante el encierro obligatorio, logrando que uno recuerde esos momentos. Durante el desarrollo de la obra se van destapando distintas situaciones y temas, como el engaño, la soberbia, la alegría y el amor, generando no solo hilarantes y dramáticos momentos; también espacios muy reflexivos, momentos en los que se deja sentir la tensión que generan las situaciones.

La puesta cuenta con actrices que se desenvuelven con naturalidad, tanto en el terreno de la comedia como en el drama. Sin mucho por ahondar, ya que se logra ver la característica de cada una de ellas, cada una ha logrado que su personaje tenga su particularidad en escena, desde el vestuario hasta llegar a detalles más precisos, como acciones, carácter, voz, etc.

El despliegue técnico, muy limpio: las luces, el sonido y los elementos. Todo fue un complemento para lograr una puesta en escena que permite ser apreciada de principio a fin, sin ninguna distracción.

Si bien es cierto, esta obra expone muchos temas, considero que uno que nace de un texto: "¡Yo tengo un trabajo estable…!", exteriorizado por uno de los personajes, el cual nace como un reproche y de manera jactanciosa, no solo para sus amigas, si no para las otras mujeres que están en el departamento, también lo hace en los artistas en general, que desde ya sabemos lo difícil que es sobrevivir en este medio. Quizás son pocos los que cuentan con un trabajo estable, pero la obra visibiliza también el sacrificio que hacen los artistas en general para poder seguir sus sueños. Una obra que sin duda merece ser vista.

Javier Gutiérrez

28 de agosto de 2024

lunes, 26 de agosto de 2024

Crítica: XY


La jaula de la masculinidad

Cuando un hombre se ve al espejo, ¿ve a una persona o ve a un hombre? No pregunto esto con ninguna misandria, sino señalando la manera en la que, como sociedad, le hemos robado a los hombres su humanidad y su capacidad para sentir. Esta misma pregunta se hace XY, una propuesta escénica en la que dos androides aprenden lentamente a “ser hombres”.

Aquí no es abundante el texto, sino sobre todo el cuerpo y el ambiente. Este último, opresivo y cubierto de humo, logra que nos sintamos tan apresados como los dos androides frente a nosotros. Da la impresión de que no existe mundo más allá de ese cuarto, salvo por una distante luz de “libertad”. Breves momentos de texto intervienen en la acción, los cuales nos contextualizan en el futuro postapocalíptico en el que estos dos seres están forzados a aprender a ser hombres. No humanos, hombres: las acciones físicas, sus rutinas y los retos que tienen que cumplir están todos marcados por la demostración de la hombría, la fuerza, el poder y la resistencia. La dirección deja esta diferencia muy en claro, y la coordinación, limpieza y humanidad en las acciones físicas de los androides la complementan.

Soy de la opinión de que la obra, incluso, pudo haber contado con menos texto. No porque los textos presentes, muchos de ellos precisos y bellamente poéticos, sean pobres o sin propósito. Sino porque en XY lo que más abunda es represión. Cuando los androides intentan hablar, es un intento masticado y casi doloroso. Ellos, como muchas veces los hombres, jamás fueron entrenados para comunicarse o expresar. Solo para ganar. Realizar una propuesta alrededor del teatro físico y la danza no es solo una decisión estética, sino una parte inseparable del mensaje. Momentos más puntuales y aislados para el diálogo, ayudados de esas acciones físicas que se sienten como monólogos en sí mismos, habrían ayudado más a sentir ese nudo en la garganta de los personajes.

Que la confusión inicial de XY no les desanime: la obra utiliza todo el bagaje físico de sus actores para dar un mensaje potente y claro. No es muy difícil imaginar un futuro en el que, buscando rehacer la humanidad, nos basemos en el modelo base que nos destruyó: el de la masculinidad violenta y autodestructiva, que desprecia su humanidad. Esperemos que, en ese futuro, los hombres puedan también aprender a bailar.

José Miguel Herrera

26 de agosto de 2024

domingo, 25 de agosto de 2024

Crítica: DESEQUILIBRADOS


¿Cómo encontrar el equilibrio emocional?

En una estación de transporte, en una sala de espera de un hospital, en un departamento solitario, en un restaurante, en una reunión con muchas personas, en un cine, en una fiesta, en un viaje, en la playa, en un bosque solitario o en la ciudad con más bullicio: cualquier lugar puede ser nuestro más placentero refugio o ese mismo lugar puede ser nuestra tortura más grande, porque no es el lugar en sí. Es nuestro interior y el significado que le damos a las cosas, personas, sucesos y lugares los que determinan lo que sentimos hacia ellos. Bien dicen que no es el suceso lo que nos afecta, sino nuestra interpretación acerca de este; no obstante, eso depende mucho también de nuestro contexto, de cómo hemos aprendido a sobrellevar cada situación que se nos presenta, de cómo sentimos nuestras contingencias, y de qué interpretación le damos al amor, la pérdida, el desamor, los sueños y nuestros valores.

Tres historias cortas puestas en escena, denominadas en conjunto Desequilibrados, nos hablan de esto: Coma, Voltaje y La Estación son tres historias de la actriz y dramaturga argentina Adriana Genta, y dirigidas por Jhonatan Chumpitaz, cuya propuesta escénica se basa mucho en el trabajo actoral, en un espacio alternativo, de esos que le dan un toque diferente al de un teatro convencional, en cuanto a las posibilidad a las que puede llegar el arte escénico. El espacio está bien aprovechado y se siente, como público, que somos testigos de estas tres historias, al ser algo tan íntimo con elementos escenográficos mínimos.

El trío de obras lucen sostenidas (como se mencionó) por la muy buena sinergia y química de sus actores: Liz Navarro, Abigail Vizcardo y Alberto Navarro, pues al ser este un espacio alternativo y descubierto, tienen una muy buena presencia escénica. A destacar en escena a Liz Navarro, muy versátil, con acciones muy claras y ritmos muy bien medidos. Esta puesta en escena es producida por Mafer Hernández de Talents Productions y Caral Films. Da gusto ser testigo presencial de que, en espacios alternativos y reducidos, el teatro está más vivo que nunca. Recomendada.

Manuel Trujillo

25 de agosto de 2024

Crítica: AMANTES, PAREJAS DISPAREJAS


Las posibilidades del (des)amor

Dice el estereotipo que los peruanos somos seres chismosos. No es casualidad que el famoso “ampay” sea toda una institución de nuestra industria periodística. Es de estos “ampays” que las infidelidades se nos suelen hacer especialmente “escandalosas”. ¿Qué se podrá explorar sobre ellas a partir de la impro? En Amantes, Parejas Disparejas, esta fascinación por la infidelidad regala al público un mar de posibilidades.

El formato, original de Lospleimovil de Chile y replicado ahora por La Mancha Impro, es sencillo y bastante fácil de seguir. Frente a nuestros ojos se forman tres parejas al azar, y es trabajo de los seis intérpretes desarrollar entre estos conflictos, imperfecciones y engaños, que darán como resultado un enredo de infidelidades en el que nadie se salva. Como público, desde el título quizá ya podemos intuir ese final. Sabemos que todos estos personajes, creados al momento y de a poquitos con los chistes que los construyen, serán infieles entre ellos. El juego está en descubrir, ¿cómo? 

El equipo de La Mancha logra mantener este juego a partir del Sí Mágico, pero este no solo le permite mantener la máquina marchando, sino que con suficiente habilidad logra unir puntos entre los personajes que los vuelven no en una colección de características sueltas, sino en seres humanos que llegan a la infidelidad por esta suma de miedos y debilidades. Adictos al trabajo que todo lo ven dinero, jóvenes indecisos probando sin rumbo, controladores que ceden al descontrol absoluto. Esto, con el caos del que es capaz la impro, es capaz de llevarlos a situaciones hiperbólicas como también muy realistas e identificables en nuestro cotidiano, al punto que, con un menor cuidado, la incomodidad podría sobrepasar al chisme. Los improvisadores, al final del día, encuentran sus Sís a partir de la realidad. Pero es ahí donde sus singularidades también se aprovechan, y sus distintos estilos humorísticos se balancean. En mi función todo el elenco estuvo emparejado con sus estrellas invitadas, lo que llevó a que estos contrastes se aprovecharan todavía más.

Lospleimovil, con este formato, usa también el slogan “¿Quien no ha sido infiel alguna vez?”. Por dignidad propia, muchos diremos “¡No, yo jamás!” Pero el enfoque en la impro de La Mancha me hace pensar que no se trata de que todos seamos infieles, sino que ninguno de nosotros es inmune a ese error garrafal. Ver así la infidelidad, sin el morbo añadido del “ampay”, nos hace repensar nuestras actitudes y tendencias en pareja, al mismo tiempo que nos reímos al reconocer la gran verdad en el caos entrenado de la improvisación. 

José Miguel Herrera 

25 de agosto de 2024

miércoles, 21 de agosto de 2024

Crítica: AMISTAD VERDADERA


Desbordando juventud

Una sala, un dormitorio: es lo primero que podemos observar en la puesta en escena de Amistad verdadera, una obra que nos habla de Eduardo, quien se enfrenta a su propia necesidad de apoyo, a pesar de su disposición constante por ayudar a sus amigos. ¿Quién podrá ayudar a Eduardo y a quién elegirá mientras su bondad genera un dilema amoroso entre dos corazones? Una historia de amor y amistad en los lugares más insospechados.

Una obra que desborda juventud, creatividad y mucho talento; dirigida por Ysabel Kamasakari, quien a pesar de enfrentar el desafío de tener una obra que transcurre en varios entornos, ha logrado utilizar los espacios físicos del escenario para situar al espectador en el entorno donde ocurre cada escena. Apoyada por la versatilidad de los actores, quienes mostraron tener conciencia del espacio para poder transmitir esos cambios de un entorno a otro; así mismo, la obra cuenta con escenas que requieren de mucha energía, la cual sin duda, dieron los actores en cada instante. Esto en algún momento permitió un poco de desborde de la misma, pero siempre se veía superada por el elenco. En el desarrollo se puede notar también los momentos de comedia que han servido de mucho para poder salir de los momentos de tensión que posee la obra.

Cada actor ha sabido manejar las distintas emociones por las que atraviesan sus personajes, ubicándolas en el momento exacto que se requiere para lograr la intensidad que la puesta en escena necesita. Por ello, es necesario mencionar al elenco que está compuesto por Arantxa Barnechea, Carlos Mayo, Brandon Yndigoyen, Karen Vega, Joaquín Usseglio, Thony Jef, Milagros Arbildo, Sofía Alexsandra, Orlando Chiroque y Fabrizio Saavedra. Un elenco bastante joven, que junto a la dirección de Kamasakari, ha sabido llevar la obra con esa versatilidad, energía y dinamismo que se requiere.

Esta puesta en escena, si bien es cierto muestra como principal tema la amistad, tiene como mensaje el título que se menciona: una amistad verdadera. Cabe resaltar que el teatro sigue vigente en los jóvenes, siendo este su medio para poder expresar lo que viven, lo que sienten y lo que esperan de nuestra sociedad.

Javier Gutiérrez

21 de agosto de 2024 

Crítica: SEÑOR MOSTAZA


El amor que trasciende 

El amor es una fuente inagotable de historias aún por descubrir, tal es el caso de la octava puesta en escena de Compas Producciones, titulada Señor Mostaza, escrita por Nicolas Ostolaza y dirigida por Brunamaria Chávez –que forma parte del elenco-, la misma que se presenta en el Teatro Mocha Graña.  

La trama gira en torno al Sr. Mostaza, un hombre de noventa años, quien al recibir la inminente visita de la muerte, le pide que le conceda un deseo: volver al pasado, exactamente al momento en que conoció a Lorena, el amor de su vida. Con la ayuda de Sergio, su mejor amigo, emprende la búsqueda por las calles y los recuerdos de juventud; siendo una aventura que lo confrontará con sus emociones más profundas. Entonces, la realidad y la fantasía se mezclan, cuando la muerte regresa para cumplir su misión.
  
Respecto a la escenografía, los elementos básicos compuestos por las sillas, una mesa, así como las estructuras dibujadas que fungen de ventanas y puertas, se complementan con la música original de Diana Fernández, recreando una atmósfera que alterna entre el estilo naturalista y la ficción escénica, acompañada por efectos de sonido, la iluminación y los vestuarios de algunos personajes. Por otra parte, si bien la obra tuvo un ritmo aceptable, es verdad que los cambios de escena podrían ser más ágiles y precisos.      

Completan el reparto Franco Silva, Nela Vascones, Andrea Elias, Mariano Olivares, Carlos Thornton, Camila Binek y Vilma Zamora, quienes construyen interesantes personajes, destacando Vascones en el personaje de Maria Guadaña, haciendo una buena dupla junto al experimentado Thornton. Además, el desarrollo de la historia se acompaña de la impecable narración de Pedro Olortegui. Vale resaltar la participación especial de Jorge Ostolaza y Cecilia Ascenzo (abuelos del dramaturgo), quienes aportaron la cuota emotiva hacia el final de la obra.

Señor Mostaza nos presenta una narrativa que aborda temas como el amor, los recuerdos y la redención, comandada por un grupo de jóvenes entusiastas que, fieles a su estilo, apuestan por el teatro independiente.

Maria Cristina Mory Cárdenas
21 de agosto de 2024