jueves, 25 de abril de 2024

Crítica: MICROTEATRO MESTIZO IV


Dos historias, dos miradas

El grupo de Práctica divina pudo tener un mejor manejo del texto; sin embargo, supieron mantener momentos de tensión. Roberto Isid de la Paz (Alberto) funcionó mejor en el silencio, al igual que Alondra Ticse (Ana), una situación bastante complicada para la modulación de la energía y la expresión del cuerpo. Eliana Zapata (Elena) supo permanecer en una energía contenida, alguien que sospecha algo, que presagia un final trágico, sus ojos expresaban mucho, humedecidos clavaban dardos en el pecho de los espectadores, pero pese a ello no supieron utilizar el texto a su favor.

La atmósfera se creó, los tres son intérpretes con un gran nivel energético, lograron mezclarse en beneficio de la escena. Una gran pregunta es cómo puede llegar un actor a acariciar con sus palabras o tal vez a asentar un certero golpe que nos asesine a todos; el proceso de interiorización y encarnación del personaje es una labor difícil. No obstante, nos encontramos ante acontecimientos subjetivos y las miradas pueden ser distintas.

En tal sentido, la dirección de Cecilia Arias coordinó las capacidades de sus intérpretes y manejó los momentos de tensión; la estructura de la obra estuvo clara, las reacciones y respuestas sostuvieron un buen ritmo y la historia corrió como agua entre los espectadores.

En el grupo de Match a ciegas, la situación fue distinta: los actores tenían un encanto natural para el escenario, la energía invadió el espacio desde el inicio, los textos no se vieron forzados y había una construcción de personajes, natural y espontánea. Un solo gesto, una manera de encorvar los labios, de encoger las cejas o de agrupar las manos se vuelve trascendental en escena. Alison Luna (Rubí) mantuvo un ritmo constante y parecía estar sumergida en su mundo, la situación era creíble, su cuerpo realizaba movimientos precisos y el momento sucedía en algún espacio paralelo dentro de la conciencia. Juan Robles (Rubén) el chico otaku aportaba algo diferente a la escena, había una construcción que atraía y encandilaba la mirada, tenía algo especial, una energía sutil que construía un universo y nos metía en él, de algún lugar había salido y estaba ahí, existía. Elías Cuya (el mozo) era la contraparte de la historia, iba acorde a la velocidad de su ex; ambos eran dinamita, mientras el Otaku era la explosión.

Los tres supieron sostener y aprovechar sus momentos, el tiempo pasó como luz, la mente se durmió en sus actos, el conflicto sucedió y el teatro existió, está vivo.

Es de aplaudir la labor de Robles, porque ha dirigido y ha actuado a la vez; en las ocasiones que he presenciado actos similares las obras están endebles: algo falta, un pequeño tornillo o toda una estructura, pero en el caso de Match a ciegas he logrado observar una puesta coherente y estructurada, con respuestas rápidas y momentos agradables.

Una reflexión final sería que posiblemente el primer grupo la tuvo un poco más complicado por la naturaleza de la historia y su trabajo textual debido ser más arduo, situación contraria con el segundo grupo que trabajó un texto más habitual y cotidiano, una situación de gravedad respecto a la interpretación de un personaje y de una situación.

Moisés Aurazo

25 de abril de 2024

miércoles, 24 de abril de 2024

Crítica: LA TIERRA


Encuentros en la naturaleza

La Tierra, escrita por Agustín Bachero y dirigida por Igor Olsen, es una obra que en 2020 recibió una mención honorífica en el Premio Ariel de la Academia Nacional de Letras de Uruguay. 

La historia se centra en Elisa y Mauricio, interpretados convincentemente por Matilde León y Esteban Recagno, una pareja que decide acampar en un terreno aparentemente abandonado junto a su hijo Camilo, a quien solo conocemos a través de proyecciones de video. La tranquilidad del campamento se ve interrumpida por la inesperada aparición de un extraño, encarnado por Stefano Tosso, quien afirma el algún momento ser el dueño del terreno y desencadena una serie de conflictos.

Al ingresar al teatro, lo primero que captura la atención es la escenografía meticulosamente diseñada, que evoca con éxito la ilusión de un lugar remoto y perfecto para un retiro en la naturaleza. Este primer impacto visual nos plantea una inmersión en la puesta en escena.

Las actuaciones, aunque generalmente adecuadas, mostraron variabilidad. En ciertos momentos, algunos actores parecían no lograr una conexión emocional plena con sus personajes, lo que resultó en interpretaciones que podrían percibirse como algo planas, especialmente en escenas que demandaban una intensidad emotiva mayor. Además, se notó un poco de desconexión en algunos momentos, sobre todo en las secuencias de conflicto, donde la necesidad de mantener un tono de voz bajo para no despertar al niño dormido en la carpa, no fue consistentemente observada, restándole realismo a la situación.

La iluminación y la selección musical complementaron eficazmente la acción en el escenario, añadiendo realismo y profundidad a la representación. El uso de tecnología para integrar la presencia del niño a través de video fue particularmente efectivo y aportó un elemento contemporáneo que enriqueció la experiencia teatral.

En conclusión, La Tierra propone una trama intrigante y una producción visualmente interesante. Aunque las actuaciones no siempre lograron captar completamente la intensidad de la narrativa, hubo momentos brillantes que destacaron. Con ajustes en la consistencia emocional de los actores, esta obra tiene el potencial de resonar aún más con su audiencia.

Milagros Guevara

24 de abril de 2024

Crítica: PRÓXIMO


¿Es posible construir y mantener un vínculo afectivo de pareja a la distancia?

La mayor parte del tiempo buscamos certezas en cuanto a las relaciones amorosas, un amor a la medida; vivimos mucho de la ilusión en las primeras instancias del enamoramiento, a tal grado que por no perder todo aquello que creemos que el otro nos hace sentir, pues terminamos por perdernos a nosotros mismos, modificando incluso nuestros propios límites fijados para nuestro autocuidado, ya que nuestro deseo es mucho más fuerte y hacemos de todo para hacer que la relación “funcione”. A pesar, incluso, que podamos estar a kilómetros de distancia del ser amado y no haberlo visto ni tocado nunca, pero ese deseo precisamente es el que nos refuerza la conducta de justificarlo todo, porque nuestro anhelo es más grande.

Jaime Nieto, el director, relata muy bien en escena esta pieza teatral titulada Próximo, escrita por el reconocido autor argentino Claudio Tolcachir, que es bastante íntima, ya que puede sentirse cuán cerca pueden estar dos personas enamoradas si están a kilómetros de distancia. Por momentos, da la sensación que están en el mismo espacio, pero al mismo tiempo, queda bastante claro que está cada uno en la soledad en la que viven en los últimos tiempos, y cómo el otro se vuelve una compañía imprescindible y vital; así de próximos están, así de cercanos, y también así de lejanos, así de desconocidos. La elección del Teatro de Lucia se convierte en un total acierto, ya que al ser una sala pequeña, logra darnos la atmósfera perfecta de cuál es el contexto de los personajes y que parece que se les reduce más el espacio, al ir necesitando más al otro con el pasar del tiempo.

Otro acierto, también, es el uso de los elementos del escenario que ambos personajes comparten a pesar que están a kilómetros de distancia, pero que instala claramente en el espectador que el sillón, la cama o la mesa de noche son diferentes cuando los usa cada uno; esto apoyado muy bien por la iluminación, que ayuda a la intimidad que se quiere reflejar en momentos en que, muy sutilmente, va cambiando la tensión entre escena y escena.

Omar García y Alfonso Dibós, los protagonistas, tienen una dinámica en escena genial, llena de sutilezas en cuanto a sus miedos, desolación, ansiedad, estrés, incertidumbre, ira, frustración, sexualidad y amor; desarrollando con mucha solvencia el significativo detalle de ignorar la presencia del otro por el contexto que están en otros países y al mismo tiempo, sentirlos tan profundamente vinculados, y tal cual es el título de la obra, sentirse tan próximo el uno del otro. En estas épocas en que los amores virtuales cada vez más se convierten en una normalidad y que necesitamos más límites que nunca, esta puesta es muy recomendable.

Manuel Trujillo

24 de abril de 2024

martes, 23 de abril de 2024

Crítica: MUCHACHO, ESTA NO ES TU PATRIA y ¿QUIÉN CUIDARÁ A LA PERRA?


Nuestra intensa naturaleza humana

El formato de teatro breve, utilizado para numerosos estrenos capitalinos en varios espacios como Piso 1, Selina, Teatro Barranco, entre otros, continúa sostenidamente en un franco ascenso de calidad, en cuanto a producción, dramaturgia, dirección e interpretación en general. Es asimismo el vehículo perfecto para que los colectivos independientes puedan presentar sus variadas propuestas. En esta oportunidad todavía viene presentándose un interesante díptico de este formato, en el cada vez más concurrido Teatro Esencia de Barranco. Ambas microobras exploran la compleja naturaleza humana en diversos contextos, pero que reflejan las heridas propias de las relaciones sentimentales frustradas.

En Muchacho, esta no es tu patria de Luca Reátegui, conocemos a un joven boxeador peruano (Augusto Gutiérrez), radicado en Nueva York, que debe participar en competencias clandestinas para recaudar dinero y poder así ver a su hija, que es la condición que le obliga su expareja. Aquí no solo se ve el chantaje sentimental tan frecuente en nuestra sociedad, sino que además se toca el eterno dilema del migrante en tierras extrañas. El director Ricardo Caffo logra extraer una muy convincente actuación de Gutiérrez, así como de Pedro Olortegui y el mismo autor Reátegui, como su manager y su rival en el cuadrilátero, respectivamente; además, sostiene con buen ritmo y fluidez la trama, que engancha desde el primer combate.

Por otro lado, en ¿Quién cuidará a la perra?, escrita por Alexandra Zavala Carosio “Lila” y dirigida por Christian Alden, se explora la tensa relación entre una pareja de exenamorados (Giancarla Saavedra y el mismo Alden), que a pesar de no seguir juntos, aún mantienen contacto; ambos se encuentran una vez más, ya que ella sale de viaje y se acordó que él debía quedarse a cuidar a la mascota que alguna vez compartieron en común. Una llamada del trabajo de él desatará una seria confrontación, que de seguro acostumbraban tener estando juntos. Buen trabajo de ambos intérpretes, especialmente Alden, quien consigue una conmovedora y contenida actuación. Felicitaciones al Teatro Esencia de Barranco, que sigue albergando interesantes espectáculos de corta duración, que exploran la naturaleza humana con acierto.

Sergio Velarde

23 de abril de 2024

viernes, 19 de abril de 2024

Reseña de libro: MATILDAS (TRES OBRAS DRAMÁTICAS)


Bushby y las mujeres

Inclasificable, indefinible e insólita. Acaso podríamos ajustar dichos adjetivos a la prolífica y notable producción dramatúrgica de Alfredo Bushby. Un autor que nos ha regalado, cuando los directores han sido capaces de traducir adecuadamente sus historias en el escenario, momentos inolvidables en montajes teatrales complejos y exigentes para el espectador. Y es que Bushby pone a prueba tanto a los artífices de sus obras, como a los propios lectores. Tal es el caso de Matildas (tres obras dramáticas), reciente libro publicado por el sello editorial Vallejo & Co., que contiene tres piezas acerca de ambiguas presencias femeninas, que revelan en gran medida los intrincados intereses de un escritor imprescindible dentro de la dramaturgia peruana.

Desde el mismo título del libro, Bushby pone a prueba a sus lectores. ¿Por qué nombrar Matildas a este compendio de piezas llamadas Tamara, la Magna, Ultimato y Yo, la mejor de todas? Pues proveniente del clásico de Dante Alighieri, apareciendo en el canto XXVIII del purgatorio en La Divina Comedia, esta bella mujer llamada Matilda representa de manera simbólica la perfección de la naturaleza humana, así como el anticipo de la felicidad total. He ahí la paradoja, pues los personajes femeninos que aparecen en las páginas distan mucho de ser perfectos, pero sí que representan las complejidades inherentes de todo ser humano. 

El trío de piezas no solo destila teatralidad por todos lados, sino que además reta al lector a tener sumo cuidado y precisión para comprender las tramas; además, Bushby concibe cada historia con diferentes formatos que enriquecen el producto final. En Tamara, la Magna, con sus minuciosas acotaciones, varios diálogos en rumano, hipnóticas canciones y sus saltos espaciales y temporales, conocemos la historia de esta cantante que busca encontrar su propia voz, rodeada de tres actores que interpretarán el resto de personajes, tanto humanos como animales; en Ultimato, con una fuerte carga lírica, se le cede total protagonismo a la declaración de la Mujer, frente a una más bien complementaria presencia del Hombre, con un sorpresivo final; y en Yo, la mejor de todas, somos testigos de la exposición de tres mujeres de diferentes edades y experiencias, en una suerte de tribunal universitario en el que se discuten temas sobre feminismo y empoderamiento, sin caer en ningún momento en la trampa panfletaria.

Como menciona la crítica Rita Alvarez Carbajal en su lúcido comentario, “el libro toma un nombre que no solo lo compara con el ideal dantesco, sino que también lo conecta con un término asociado a la reivindicación, un tema transversal a los tres dramas”. Eludiendo cualquier arquetipo teatral preconcebido, Matildas (tres obras dramáticas) es la confirmación de Bushby como un consumado dramaturgo que se pone a prueba constantemente, a él mismo y a sus lectores, encontrando nuevas maneras de escribir para la escena, develando las profundas heridas que nos vienen aquejando como sociedad.

Sergio Velarde

19 de abril de 2024

jueves, 18 de abril de 2024

Crítica: ZOOM


¿El vínculo en las relaciones de pareja va cambiando con el pasar del tiempo?

Cuando observamos a parejas de varios años quizá tengamos la sensación de que desbordan felicidad y podríamos preguntarnos: ¿cómo hacen para seguir año tras año y que se vean como la primera vez? Pues quizá eso podamos pensar desde dos factores: el primero, que desde nuestros propios caminos en pareja hemos tenido, en algún momento de la relación, que cuestionarnos muchas cosas sobre cómo va nuestro vínculo y si en verdad, luego de algunos años, este me sigue dando estabilidad y tranquilidad; y el segundo, es que esa otra pareja a la que observo en aparente “estabilidad” también ha pasado por su propio proceso y si hacemos ZOOM, tan cual lo hacemos en algún momento con nuestros propios vínculos, pues empiezan a verse las grietas que van dejando las parejas en el tiempo.

Esta reflexión me dejó la pieza teatral ZOOM, escrita y dirigida por Flavio Giribaldi, cuya dirección te atrapa como espectador, con una historia que se percibe como bastante cotidiana, pero con una profundidad muy especial que se deja ver en escena. La obra es sencilla de seguir y el trabajo de dirección hace que te identifiques con cada etapa por la que pasa esta pareja, sus inseguridades, sus miedos, sus creencias, su forma de amar, porque es importante al momento de relacionarse preguntarle al otro: ¿qué es para ti el amor? Fuera de que nos guste mucho o nos mueva mucho la otra persona, si la manera de amar o lo que el otro entiende de lo que es el amor es diferente a nuestro aprendizaje, nuestra escala de valores y lo que queremos de una relación, pues la atracción no alcanza. Esto, en cada escena, se ve muy bien contado; es más, aparecen dos personajes que cumplen “las voces interiores”, las que nos van dictando cómo conducirnos según nuestras vivencias y que también nos culpan cuando nos dejamos llevar por los impulsos.

Es escena están Quini Gómez, Astrid Villavicencio, Klaus Herencia y Renato Cruces; los cuatro llevan una química sobre escena muy natural y hacen que la pieza teatral tome aún más vida con unas actuaciones con mucha entrega de energía, llevando bien sus tiempos, y siempre en la acción precisa. A destacar el trabajo de Gómez y Villavicencio, por su absoluta naturalidad y facilidad en su trabajo en escena. La propuesta escénica era minimalista, con los elementos necesarios y es que todo recae en el trabajo de los actores. La obra está a cargo de Muki Producciones y se presenta en el Club de Teatro de Lima. Muy recomendable.

Manuel Trujillo

18 de abril de 2024

martes, 16 de abril de 2024

Crítica: (DES)ENCUENTROS DE OBRAS CORTAS


Nuevas voces en el teatro

Telón Mestizo, bajo la producción general de Víctor Lucana, presenta (Des)Encuentros de obras cortas, un tríptico de microobras de dramaturgia latinoamericana, que explora diversos géneros, desde la comedia hasta el suspenso.

La primera pieza, La lengua del pájaro carpintero escrita por Gustavo Ott, es interpretada por Diego Horda y la destacada actuación de Estrella Cruzado, dirigidos por el mismo Lucana. En ella, se narra la evolución de una relación amorosa a través de sus fases críticas: juventud, paternidad, separación, conflictos y reconciliación. La narrativa y la dirección logran emocionar al espectador, con una obra sincera con la que público puede identificarse. Sin embargo, la transición entre escenas y la disposición espacial de los actores requieren refinamiento para mejorar la fluidez del montaje. Por otro lado, los pocos elementos de utilería deben estar mejor cuidados en cuanto a la disposición en el espacio para que no ensucien el escenario.

En Retretes, la segunda obra escrita por Adriana Genta, la dirección está a cargo de Miguel Díaz y con las actuaciones de Florencia Guzmán y Maribel Gutiérrez. La dirección e interpretación de las actrices logra transmitir una atmósfera de tensión y el misterio que envuelven a dos amigas atrapadas en un baño con una bolsa que insinúa contener restos humanos. Con tan solo tres cintas masking tape pegadas al suelo y las acciones de las actrices logran dar a entender que la escena transcurre al interior de un baño. Sin embargo, la trama se ve perjudicada por la falta de claridad contextual sobre la ubicación y los acontecimientos externos, dejando importantes interrogantes sin resolver. El abrupto final parece precipitado y desconecta al público de la historia central, perdiendo fuerza la propuesta.

La última obra es Dios es un bicho de Enrique Olmos, dirigida por Florencia Guzmán y las actuaciones de María Beltránes, Estrella Cruzado y Nicolás Chinchilla. En la historia, tres niños debaten sobre el controversial nombre de su mascota, Dios, generando un diálogo que plantea profundas preguntas y reflexiones sobre las creencias adultas vistas a través de los ojos de niños pequeños, así como la tolerancia y los prejuicios. Los actores logran transmitir bien la inocencia, ingenuidad y ternura propia de la infancia, con una propuesta de dirección dinámica ágil que permitía tener un timing adecuado y mantener la atención del público, aunque a veces podría resultar confuso seguir la historia al plantear tantos cambios de personajes entre los actores en tan poco tiempo.

En conjunto, Telón Mestizo se está posicionando como un promotor de voces nuevas en el teatro, proporcionando un espacio necesario para el talento emergente. Estaremos expectantes de sus futuras producciones, anticipando más propuestas que desafíen y enriquezcan el panorama teatral.

Alexandra Valdivieso

16 de abril de 2024

lunes, 15 de abril de 2024

Crítica: DELIRIO, UNA COMEDIA PSICOACTIVA


Psicodelia delirante

De acuerdo a la RAE, la psicodelia es aquella “tendencia surgida en la década de 1960, caracterizada por la excitación extrema de los sentidos, estimulados por drogas alucinógenas, música estridente, luces de colores cambiantes, etc.” Es justamente esta delirante predisposición, todavía en práctica, la elegida para la creación de un alucinante (nunca mejor expresado) espectáculo de Gestus Perú, como resultado del primer taller montaje Caleidoscopio Sin Lógica, con la siempre acertada dirección de Paloma Reyes de Sá, titulado Delirio, una comedia psicoactiva. Son catorce los artistas participantes, quienes idearon la presente puesta como una secuencia de divertidísimos cuadros vintage de lucimiento parejo, interconectados por una sesión de sanación espiritual bastante particular.

Tratándose de una propuesta de formato antológico, resulta inevitable que ciertas secuencias resulten, dentro de nuestras subjetividades, más efectivas y entretenidas que otras; sin embargo, se percibe un cuidado trabajo de dirección que aprovecha las fortalezas de cada artista y mantiene además, los miniconflictos de todos los personajes en un nivel bastante parejo. Mezclando la comedia, el clown, la danza, el stand-up, entre otras técnicas, el conjunto no decae en energía en ningún momento, destacando aquella entrañable e hilarante pareja de conductores de la mencionada sesión, realizada décadas atrás, en condiciones más “libertinas”.

Temáticas variadas, como los conflictos entre padres e hijos, los comediantes frustrados, los sapos convertidos en príncipes por el beso de princesas, las diferencias entre alucinógenos naturales y procesados, las visiones del futuro, las tesis de los terraplanistas, entre otras, que suman al coctel de disparate total. Y además, se deja un espacio para la oportuna reflexión sobre nuestra desatendida salud mental. Excelente trabajo en conjunto de todo el elenco, en el que encontramos a Gabriela Ludeña, Leonor Acosta, Macarena Layseca, Monica Terrazas, Paola Maggio, Víctor Jhon Domínguez y Manuel Chiok, al lado de varios nominados y ganadores del premio Oficio Crítico, como Cristina Renteros, Luzma de la Torre, Roni Ramírez, Diego Zúñiga, Emmanuel Caffo, Gabriel Baltuano y Joamoc More. Delirio, una comedia psicoactiva, presentada en la Payacasa de Barranco, bien merece una urgente reposición.

Sergio Velarde

15 de abril de 2024

Crítica: HIRAETH, LAS FOTOS QUE NUNCA OLVIDAREMOS


Los recuerdos más allá de las palabras

Cada vez son más las propuestas teatrales independientes que apuestan por salir de la oferta convencional y se arriesgan a introducir diversas formas de expresión, como el movimiento, las acrobacias, la danza, entre otros. En esta ocasión, Hiraeth, las fotos que nunca olvidaremos, creación colectiva dirigida por Gabriel Baltuano, nos presenta el efectivo uso de la máscara expresiva para relatarnos un drama familiar, con toques de humor y sobrada nostalgia. La breve temporada tiene lugar en la Casa Cultural Mocha Graña.

La trama gira en torno a una familia con predominancia matriarcal, compuesta por las hermanas Carmen (Gabriela Jordán) y Felicia (Atria Fiol); esta última tiene dos hijos, Felipe (Diego Manga) y Blanca (Tamara Alfaro), quien a su vez tiene una hija llamada Rafaela (Sofía Murrugarra); además, se encuentra el amigo de infancia, Tony (Alejandro Zapata). En escena, somos testigos de una particular dinámica, retratada a través de fotografías familiares y recuerdos; entonces, una inesperada pérdida los obliga revalorarse como individuos y como familia.

Respecto al montaje, se utilizó una sala funcionalmente distribuida con artículos clásicos como la radio y los casetes; además del acertado acompañamiento musical, con canciones del recuerdo y creaciones originales, en la voz de Nia Vanie. Sin embargo, lo más resaltante de la puesta es el uso ininterrumpido de un elemento poco explotado en nuestros teatros: la máscara expresiva, la cual contiene la historia y carga emocional del personaje. Teniendo en cuenta que la máscara no habla, el uso de cuerpo es vital para desarrollar los “diálogos”, en este tipo de propuestas. En ese sentido, el joven elenco sale airoso del reto, ya que logran ejecutar con gran precisión y sensibilidad cada gesto corporal, llegando incluso a percibir cambios en la propia máscara, por el efecto ilusorio que se crea en el ambiente. Si tuviera algo que mencionar, quizá es continuar puliendo algunos detalles como las entradas y salidas por la puerta, que se quedaba abierta en momentos que ya debía cerrarse, lo cual no quita ningún mérito al trabajo de noventa minutos bien sostenidos.

Hiraeth, las fotos que nunca olvidaremos es una conmovedora puesta en escena, que rescata un importante elemento teatral como la máscara expresiva, la cual traspasa la ausencia de las palabras, reflejando en cada movimiento, en cada canción y en las sutiles danzas, los recuerdos de una familia. También, nos revela la fragilidad y el dolor que causan las pérdidas, así como la unión y la importancia de cultivar nuestros vínculos, reforzándolos a través del tiempo.

Maria Cristina Mory Cárdenas

15 de abril de 2024

domingo, 14 de abril de 2024

Crítica: EL ÚLTIMO ESTRENO


Teatro sobre teatro

Estrenándola hace dos años y asumiendo en aquel entonces uno de sus personajes, el dramaturgo y director Gianfranco Mejía se anima a presentar nuevamente su pieza El último estreno en el Nuevo Teatro Julieta y dedicándose esta vez, únicamente a las labores de dirección. Cabe resaltar la sana evolución de Mejía a lo largo de los años, en la que acaso sufra uno que otro traspié cuando retoma alguno de sus primeros textos escritos, en los que todavía su dramaturgia se encontraba por afinar. En el presente caso, su puesta en escena acierta en múltiples niveles, especialmente en el interpretativo, para convertir esta sencilla historia de un simpático elenco teatral a semanas de su estreno, en una entrañable anécdota sobre la vida del teatrista.

Mejía escribe mejor acerca de lo que conoce y experimenta, por lo que no es de extrañar que los personajes y conflictos que vemos sobre el escenario tengan un sólido asidero en la realidad del autor. Así tenemos al impaciente director-autor-productor multitask (Martín Abrisqueta), a la diva en horas bajas (Leslie Stewart), a la empeñosa novata (Isabel Chappell), al fanfarrón actor de televisión (Edwin Vásquez) y al bohemio teatrista (Jorge Bardales); todos ellos ensayando en la sala de una casa, con problemas con sus horarios y con la venta de entradas y encima, con los esperables conflictos que se suceden en los previos al estreno. Sólido trabajo de todos los actores, sorprendiendo gratamente Stewart, quien le imprime humanidad hacia el último tramo, en el que quizás sea el personaje más estereotipado de todos.

El gran riesgo de la puesta en escena es el de presentar durante varios minutos y hacia el final los ensayos de la obra dentro de la obra, sin cambio de luces y vestuario, en la misma sala: aquí, la dramaturgia es terrible y las interpretaciones, sobreactuadas a más no poder; sin embargo, todo esto es adrede y se consiguen hilarantes resultados, ya que los personajes fueron delineados con acierto en el primer acto. Mejía consigue con El último estreno una más que digna comedia, apelando acertadamente al formato “teatro sobre teatro” y ofreciendo a su numeroso público el sano entretenimiento que promete.

Sergio Velarde

14 de abril de 2024

viernes, 12 de abril de 2024

Crítica: MACBETH


¿Hasta qué profundidades pueden llegar nuestros deseos?

Macbeth de William Shakespeare es una obra trágica que explora temas de ambición, poder y las consecuencias de los deseos desenfrenados. El personaje del propio Macbeth sufre la transformación de un noble respetado a un tirano hambriento de poder, impulsado por sus profecías y su propia ambición; siendo capaz de todo por perpetuar ese poder e ir más allá de sus propios límites. La pieza profundiza en la idea del destino versus el libre albedrío, mostrando cómo las decisiones de uno pueden, en última instancia, conducir a su ruina. Los elementos sobrenaturales, como las tres brujas y el fantasma de Banquo, añaden una atmósfera inquietante y misteriosa a la historia.

En esta oportunidad, la obra es llevada a escena por Alumbra Producciones en el teatro Mocha Graña, bajo la dirección de Jorge Bardales y producida por Loreley Vidal y Dante del Águila. La dirección es bastante acertada y se logra ver cómo el personaje de Macbeth va en cada escena siendo consumido por el poder y se vuelve implacable; asimismo, se aprovechan bastante bien los espacios del escenario y de la entrada del público. Lo que genera una atmósfera de inmersión total en la obra, haciéndote muy participe de cada suceso; todo recae finalmente en el trabajo de los actores. Existen muy pocos elementos escenográficos, y eso en este caso ayuda mucho al desarrollo de la acción de la obra.

En cuanto al elenco actoral, todos a destacar: Eli Rodriguez, Luis Levano, Petroni K., Grecia Flores, Juan Pablo Benites, Nicolle Olguin, Jennifer Vargas, Miranda Fabiola, Emilio De Rutte, Patty Gonzalez Inga y Gabriel Bazan. Las actuaciones bastante equilibradas, muy conectados, atentos, y considerando que son bastante jóvenes y que varios están iniciando sus caminos sobre las tablas, están bastante cohesionados con muy buena energía. En general, Macbeth es un clásico atemporal que continúa cautivando al público con sus personajes convincentes, temas complejos y una historia dramática. Recomendable.

Manuel Trujillo

12 de abril de 2024

domingo, 7 de abril de 2024

Crítica: LA COMEDIA DEL AÑO


Una comedia para todos

La comedia del año, escrita por Gianfranco Mejía, vuelve a la escena teatral, esta vez bajo la producción de Enterteinment On Stage y la dirección del reconocido actor Marcelo Oxenford.    

El argumento nos presenta a un grupo de jóvenes, cuyo trabajo en un bar pende de un hilo, pues los espectáculos improvisados que arman cada noche van decayendo, lo cual hace que el público deje de asistir a este local. Por ello, el administrador les anuncia que si las cosas continúan así, el bar cerrará definitivamente, poniendo a prueba la creatividad y paciencia de los trabajadores. Como primer punto, la narrativa convoca a la figura del metateatro, es decir, una obra teatral dentro otra, ya que somos testigos en los primeros minutos, de escenas sueltas con diálogos cotidianos y algunos recursos clichés, que logran el cometido de la premisa de los malos espectáculos de aquel bar; sin embargo, son defendidos por un afiatado elenco encabezado por Pedro Olórtegui (el administrador), Daniel Menacho, Franco Iza, Gaizka Pasalodos, Paula Misha, Celeste Mori y Macarena García, quienes asumen diferentes roles con detalladas características.

Por otro lado, la escenografía que alude a un bar es aprovechada para jugar con el movimiento y la música, aunque particularmente considero que el amplio espacio del Teatro Jade, el cual contaba con necesaria ventilación, al mismo tiempo era un factor distractor, por el ruido de dichos aparatos, que a pesar de los micrófonos instalados en la escenografía y de estar en las primeras filas, competían con los diálogos, algunos de los cuales me perdí por este motivo. En el caso del ritmo y dinámica de la puesta, quizá por ser la primera función, percibí que recién evidenciado el conflicto la obra comenzó a fluir con más agilidad y así se mantuvo hasta el final.

Sin duda, La comedia del año es una propuesta diligente y amena, que cumple con el objetivo de entretener al espectador, retándolo a dejar por un momento la lógica de lo cotidiano, para sumergirse en un juego interesante, donde se combinan el humor y la ironía, haciendo buen uso del recurso metateatral y ejecutado por un grupo de competentes actores.  

Maria Cristina Mory Cárdenas

7 de abril de 2024

Crítica: MOZART INTERACTIVO


La vida como un juego

Mozart hace rebotar una pelota roja de juguete junto a su hermana. Se la pasan por todo el escenario. La rebota para él. Juega solo. Juega en tiempos. Juega en ritmos. Lo acompañamos con las palmas y así, como jugando, lo ayudamos a componer La Marcha Turca. Mozart interactivo es escrita por Mateo Chiarella y dirigida por Lucho Tuesta; ambos abandonan el contar una biografía lineal para llevarnos a un juego en el que todos participamos. Hartos de las biografías en las que uno nace, crece, se reproduce y muere, nos presentan a un Mozart (interpretado por Luigi Valdizán) sin solemnidad. No es el artista en el altar que escuchó la voz de Dios: es solo un alma feliz que se expresa mediante su talento. Recordarlo muriendo mientras se escucha su Réquiem no le hace honor a su vida, porque Mozart es vida, es alegría, es juego. Tanto es un juego que nos invita a jugarlo con él.  

Los momentos más altos de la obra son cuando nos sumergen en su mundo. Donde nos olvidamos de explicaciones exhaustivas sobre las fechas de su vida para pasar a ser extras en la vida de un Mozart más cercano a un rockstar. Nos invitan al coro y, cancionero en mano, bajamos a Mozart para cantar con él una celebración sobre la vida y alegría. Porque si “la música no está en las notas, sino en el silencio entre ellas”, pues la vida tampoco está entre nacer, crecer y morir, sino reside en cómo decidimos vivirla.  

Mozart Interactivo funciona en su decisión de separarse de la biografía tradicional para adentrarse en contar la vida de alguien de acuerdo a cómo la vivió. Nos lo hace saber y nos hace partícipes de una obra capaz de mantener el ritmo y la sensación de estar en un juego, donde este domina la vida y no hay que tomársela muy en serio, ni aunque seas un genio. A veces solo queda cerrar los ojos y escuchar la música.  

Gabriel Calderón

7 de abril de 2024

jueves, 4 de abril de 2024

Crítica: MITA MITA


Paternidad por partida doble

Queda bastante claro que nuestro país no brilla precisamente por sus índices de paternidad responsable. Por ejemplo, de acuerdo con el informe de la Defensoría del Pueblo del 2016, se presentaron un total de 78,394 demandas de alimentos a nivel nacional; además, solamente en el periodo que va de noviembre del 2019 hasta octubre del 2020, se ingresaron un total de 6,821 demandas por alimentos (*). Son cifras inquietantes que demuestran que el peruano promedio no toma todavía conciencia de las responsabilidades y prioridades que representan el tener un hijo. Pues alejándose por completo de este aterrador panorama, y abrazando de lleno la comedia, se presentó en el Teatro Esencia la pieza de formato breve Mita mita, que propone una historia a la inversa: dos hombres peleándose por la paternidad de un hijo en camino.

Escrita por Luisito Fernández, la pieza nos presenta a dos hombres en la sala de espera de un hospital; cada uno tiene 50% de probabilidad de ser el padre del hijo que espera una amiga en común. Por increíble que parezca, lejos de desentenderse del problema o incluso exigir una prueba de ADN, ambos deciden hacerse cargo del bebé “mitá mitá”, luego de discutir violentamente sobre la paternidad. Como no podía ser de otra manera, el director Johan Escalante apuesta por un funcional tratamiento cómico, con acciones exageradas que matizan los diálogos inocentes y cargados de buena fe de los futuros padres.

Por su parte, Jorge Gomez y Joaquin Usseglio construyen creíbles personajes a pesar de la (absurda) situación; ambos se complementan bien en escena, con buen timing para la comedia. Con solo dos sillas y la caja negra, los actores sostienen los veinte minutos de espectáculo. Se agradece además la voz en off, pero en vivo, de la futura madre. Mita mita, a pesar de presentar una situación completamente excepcional, resulta en un simpático divertimento en el que se celebra la paternidad responsable, pero claro, llevada al otro extremo.

Sergio Velarde

4 de abril de 2024

(*) https://polemos.pe/la-paternidad-responsable-definicion-y-alcances/

miércoles, 3 de abril de 2024

Crítica: PISO 1 - NOCHE/TRASNOCHE


Universos femeninos e historias de ficción

Los proyectos teatrales de formato breve no se detienen y se reinventan mensual o bimensualmente en varias salas. En una de ellas, el espacio de Piso 1 en Miraflores, sigue apostando por novedosas propuestas de diversos colectivos, que tienen mucho que decir en microespectáculos de quince minutos. En esta oportunidad, Oficio Crítico alcanzó a ver cuatro puestas en los horarios de noche y trasnoche, que abordaron tanto las relaciones de amistad entre mujeres (y acaso algo más), así como la irrupción de historias de ficción en nuestras vidas (y hasta después de estas). Todas las microobras mantuvieron un nivel bastante parejo, que las vuelven, sin duda, recomendables.

Bien retratada la frágil estabilidad en la convivencia diaria entre dos amigas de caracteres tan disímiles entre sí, en la pieza Rosa de Guadalupe, escrita y dirigida por Daniel Suárez Lezama; las siempre eficientes Daniela Sosa del Rio y Rocío Olivera aprovechan adecuadamente este sencillo relato, acerca del reto que representa para un par de amigas el compartir un mismo departamento, con un final agridulce que les permite a ambas descubrir que tienen más cosas en común de las que creían. Por otro lado, y orientada más a la comedia, Las nadadoras de Laura Eva Avelluto, con la dirección de Gabriela Gallegos, se vale de los entrenamientos previos de un par de mujeres para una competencia de nado sincronizado, con el propósito de revelar la atípica situación en la que se encuentra una de ellas; simpático trabajo actoral en conjunto de Rocío Montesinos y Lilian Schiappa-Pietra (esta, en reemplazo temporal de Rosilú Osorio) y el recurso bien utilizado de proyección para simular la piscina.

Las ficciones literaria y cinematográfica también tienen un espacio en Piso 1. En la divertida Manual para la primera muerte, escrita y dirigida por Christian Ávalos, se echa mano de un conocido personaje mitológico de La Divina Comedia, como lo es Caronte (Yamil Sacín), ahora completamente entregado al sistema capitalista, encargado de recibir a un pastor espiscopal (Roy Zevallos) e informarle de su reciente fallecimiento; bien resueltas todas las acciones de ambos personajes en la hilarante oficina del Consorcio Religiones Unidas S. A. C., con una oportuna reflexión sobre nuestras creencias acerca del final de nuestros días. Más oscura e inquietante resulta Loco por Sharon, en la que un director obsesionado con la protagonista de Bajos instintos (Claudio Calmet) somete a un casting de pesadilla a una inocente aspirante a actriz (Lía Camilo); si bien el cariz de los personajes acaso se nos muestra demasiado pronto, la valiente ejecución interpretativa y los giros argumentales que urde el director y autor Herbert Corimanya suman para mantener la tensión hasta el final. Esta temporada de Piso 1 ofrece una variada y recomendable oferta teatral.

Sergio Velarde

3 de abril de 2024 

Critica: VESTIDO DE PIEL


Un viaje onírico en la escena contemporánea

Un espectáculo de circo y danza está cautivando al público del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Se trata de Vestido de piel, un viaje sensorial que narra cómo cuatro mujeres están en camino a redescubrirse. La vestimenta resulta ser una metáfora y punto de partida en el proceso de estas, quienes se enfrentan a una deconstrucción de identidad. Vestimentas encarnan capas de ropa, capas del ser, las cuales conforman construcciones aprendidas a lo largo de su vida. El objetivo es, precisamente, encontrar la esencia, representada bajo la idea de un vestido de piel. La dramaturgia y dirección está a cargo de Camila Vera Pinzás, y el elenco de intérpretes está conformado por Irene Laynes, Belén Camasca, Fernanda Luna e Iserr Torrijano. 

La Compañía Silvestre trae a escena una propuesta innovadora que combina la técnica del circo contemporáneo y la danza. Las intérpretes, a través de coreografías y acrobacias, logran contar una historia sin la necesidad de un texto interpretado. La historia llega al espectador a través del movimiento, las calidades de energía, los cuerpos interpretando, el uso de elementos escenográficos apropiados por las artistas en escena, entre otros recursos. Un componente importante que conformó esta propuesta fue la construcción de un ente, un gran montón de prendas con vida, presencia y movimiento del cual entraban y salían las intérpretes durante la obra. Esta decisión fue importante en la historia, pues se entendía la jerarquía de la ropa y su lugar ante la búsqueda de las actrices. Debe tener una mención importante que la música, dentro de esta propuesta, resulta ser de los elementos que más ayudan a integrar y unificar la representación de principio a fin.  

Vestido de piel resalta entre los espectáculos en temporada en la ciudad debido a que representa un montaje con un nivel técnico impecable, además de tener una narrativa clara y estimulante. Considero que la propuesta es muy clara y con un poder movilizador potente, pues permite una libre interpretación de parte del espectador al estar frente a la búsqueda de las intérpretes. Las contradicciones y el drama que conforman la obra son factores que permiten conectar rápidamente con lo que sucede en escena momento a momento. El espectador, ante ello, tiene la tarea de dejarse llevar por la representación -desde la sensorialidad-, pues se le acompaña a recorrer referentes de identidad, de búsqueda, de conflicto y de reconocimiento personal. Si bien es un espectáculo que exige concentración y atención plena del público asistente, el resultado final es una experiencia única y personalizada de sensaciones, imágenes, referentes y vínculos vigentes. 

Stefany Olivos

3 de abril de 2024

martes, 2 de abril de 2024

Crítica: NAUFRAGIOS


Entre coros y migrantes: la historia de Shauba y Mohamed

Existe una isla italiana, cercana a Sicilia, llamada Lampedusa, y desde el año 1992 resulta ser el puente de entrada a Europa de miles de migrantes africanos. Es precisamente en este contexto representado Naufragios, montaje de los alumnos de 8vo ciclo de la Especialidad de Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP. Los estudiantes interpretan la historia de Shauba y Mohamed, dos jóvenes africanos que nos comparten sus propósitos al querer dejar sus hogares para buscar mejores oportunidades.

Esta propuesta alberga dos obras de Lina Prosa: Lampedusa Beach y Lampedusa Snow, bajo la dirección de Alberto Ísola. La temporada tuvo lugar en el Centro Cultural de la misma casa de estudios. El elenco estuvo conformado por Mitsue Barrón, Valeria Castillo, Claudia De la Torre, Héctor Flores, Gonzalo García, Vanessa G. Alonso, Valeria Mondoñedo, Héctor Montoya, Fabrizio Morales, German Ojeda, Gustavo P. Billinghurst, Susan Pinedo, Rosa Quispe, Valeria Rios, Francesca Urro y Luis Yarasca.

El elenco de actores fue dividido en dos coros: uno de mujeres interpretando a Shauba, y otro de hombres interpretando a Mohamed. La historia de cada personaje fue contada de manera tal que todos los actores tuvieron la oportunidad de interpretar un momento específico del personaje a lo largo de la representación. Además, el trabajo coral permitió extender la presencia del personaje, de modo que aportaban a la contextualización de la historia. Tanto la representación de la historia de Mohamed como la de Shauba fueron intercaladas, de modo que conocíamos las dos historias de a pocos, permitiendo al espectador comparar y reconocer los elementos en común de la situación de ambos personajes.

Los dos coros lograron apropiarse sensiblemente de la historia y esencia de aquellos jóvenes migrantes, destacando por una técnica actoral a la altura de un montaje profesional como este. Es impresionante cómo el elenco alcanzó transmitir las condiciones infrahumanas en las que los dos jóvenes cruzan el mar, buscando mejores oportunidades. Representa un reto actoral que, en definitiva, el elenco superó.

El elemento “Lampedusa” dentro de la representación se convierte en el fin, en un elemento concreto que se persigue a toda costa. Mohamed y Shauba ejemplifican cómo un mismo objetivo puede terminar teniendo cursos distintos, finales opuestos, o finales no esperados. El espectador, al conocer las dos historias completas, podrá entender que, finalmente, existen muchas Lampedusas en el cotidiano, y que quizá nosotros mismos somos náufragos a nuestro modo. En definitiva, Naufragios es una dosis de sensibilidad movilizadora, que lleva al espectador a empatizar con aquellos jóvenes africanos y sus realidades, las cuales quizá no son tan lejanas como parece.

Stefany Olivos

2 de abril de 2024

Crítica: DES-CONOCIDO


Salud mental y teatralidad

Desde que entramos al auditorio de la Casa de Yuyachkani, el ritual preparado por el destacado actor Julián Vargas ya se encuentra en marcha: este nos recibe inflando de a pocos un globo rojo, vistiendo bata y en sayonaras, sentado en una camilla de hospital, con el rostro maquillado de payaso. Todo hace indicar que interpretará a un paciente de la tercera edad afectado por la salud mental. Sin embargo, una silla de ruedas a un lado, en el que se halla un muñeco humanoide de tamaño real y de rostro inquietantemente familiar, y al otro, un perchero con vestuarios, nos indica que el espectáculo tendrá una fuerte carga de teatralidad. Así inicia Des-conocido, valioso, valiente y conmovedor unipersonal con la dirección de Miguel Rubio Zapata.

Vargas, ofreciendo testimonio sobre su trabajo pedagógico con pacientes afectados por la salud mental, traza en su espectáculo pertinentes paralelos con su notable carrera de intérprete, especialmente, cuando recita pasajes de Marat/Sade (1963) de Peter Weiss, que no es otra que la clásica representación de un grupo teatral en una casa de salud mental. Acompaña a la puesta material en video, no solo de trabajos previos del actor, sino también de su labor como pedagogo en pacientes aquejados por este mal. Las secuencias van sucediéndose con bastante fluidez, aprovechando el actor los elementos a su alcance para crear poderosas imágenes, como la de la tina o la de la marcha marcial.

Con décadas de experiencia sobre los escenarios, Vargas entrega voz, cuerpo y alma en su performance con sobresalientes resultados. Junto a Rubio, intercalan ingeniosamente las secuencias del pasado del artista y de la dura realidad de sus alumnos-pacientes (¿acaso los actores no están, en el fondo, un poco locos?) de una manera sólida y coherente. Des-conocido, como lo mencionó su director al terminar la función, es aún un work in progress, que promete convertirse en un unipersonal conmovedor y necesario para sensibilizarnos acerca de la salud mental, una deuda pendiente y urgente que nos debe el aparato estatal.

Sergio Velarde

2 de abril de 2024

sábado, 30 de marzo de 2024

Crítica: EL FABULOSO VIAJE DE CHRISTIAN ANDERSEN


Una mañana con historias para toda la familia

Desde que tenemos conciencia siempre nos han acompañado las historias; lo que ocurre a nuestro alrededor siempre nos ha encantado, porque luego nos sirve para compararlo con lo que nos ocurre a nosotros mismos. En muchas ocasiones, inclusive conocemos la historia de las que nos hablan, pero lo que nos apasiona al final es la forma cómo nos la cuentan, aquellos pequeños detalles que hacen que luego lo recordemos como algo único o fantástico. Por eso, el punto que más valoramos está en cómo se narra, más que en la historia misma, en cómo esas palabras tocan nuestros sentidos y nuestra mente.

Apelando a esa premisa, Kapchiy nos trae El fabuloso viaje de Christian Andersen, que a través de una serie de cuentos nos muestra el viaje de autoconocimiento de un niño solitario; en ellos se va afirmando su entereza y su fuerza.

La historia inicia cuando el niño Christian Andersen ingresa a la tienda de maletas de Jonás, buscando un escondite al cual escapar de la soledad en que se encuentra por no encajar con sus compañeros. Jonás, intrigado por su accionar, lo invita a viajar usando como metáfora sus maletas y haciendo que encuentre dentro de ellas una historia que le motive. Aceptado el desafío, comienzan las aventuras del Christian Andersen, donde se encuentra a diversos personajes, caracterizados por el actor que da vida a Jonás, y con la ayuda de sombras, humo, pompas de jabón y títeres, nos narra historia de Pulgarcita, en la que aprende que no debe valorar a las personas por su apariencia, de El Traje del Emperador, donde se muestra el valor de la verdad y el engaño de las apariencias; y La Sirenita, en la que aprende el valor de luchar por una causa justa. Este viaje logra despertar en Christian Andersen esa hambre de contar historias y sobre todo, hacer felices a los que lo escuchan.

La puesta nos muestra a dos actores muy versátiles como Braulio Pérez y Renato Piaggio, con la dirección de este último, y una escenografía con paneles, bancos y maletas, muchas maletas, en donde todas cumplen una función durante el desarrollo de la obra. 

Una muestra sobria que la pueden apreciar los niños más pequeños por las historias sueltas y los niños más grandes en todo el viaje que está detrás de las historias mismas. En todo caso, una muy buena alternativa familiar.

Ulises Cabanillas

30 de marzo de 2024

viernes, 29 de marzo de 2024

Crítica: ¡Y SE HIZO JUSTICIA!


Crónica coral de asesina serial

Adaptar para la escena historias de distintos formatos no es tarea fácil. Sin embargo, el talentoso director Mateo Chiarella se las ingenia para traducirlas con brillo, encontrarles pertinentes paralelismos con nuestra turbia realidad y además, respetando el espíritu del material original. Así lo hizo el año pasado con El hombre que corrompió una ciudad y El diablo, excelentes versiones teatrales de relatos de autores tan distintos como Mark Twain y León Tolstoi, respectivamente. En esta oportunidad, Chiarella adapta el documental La Dama del silencio: El caso de la Mataviejitas (2023), estrenado en la plataforma de Netlix, sobre la asesina serial Juana Barraza, que valiéndose de sus conocimientos de enfermería, asesinó a más de quince ancianas en México. Como resultado, el taller montaje titulado ¡Y se hizo justicia! es un valioso espectáculo con muchos aciertos.

Los actores Mariana del Carpio, Isaac Vélez, Alejandra Egoavil, Camila Temoche, Junior Béjar, Sergio Caycho, Cynthia Bravo, Milagros Guevara y Ginno Paul Melgar, todos egresados del Centro de Formación Teatral Aranwa, se encargan de darle vida de manera coral a todos los personajes que aparecen en la historia. Como propuesta de teatro circular, los elementos son mínimos, recayendo todo el peso del espectáculo en el elenco, todos descalzos y en jeans, con polos de colores claros y uno específico, de color rojo, para la criminal. En ese sentido, los intérpretes ejecutan sus acciones con bastante precisión y convicción, de manera bastante pareja; incluso se permiten pinceladas de humor negro a una historia de por sí retorcida.

Acertada también la intención de Chiarella de elegir este documental para evidenciar la pobreza y corrupción de las autoridades, el aparato estatal y la sociedad mexicana en general, que resulta evidente compartimos con nuestro país, así la Mataviejitas haya asolado el país del norte entre los años 1998 y 2005. Con el dejo por afinar en algunos actores y una que otra canción que puede resultar algo distractiva con la historia principal, ¡Y se hizo justicia! es un más que sólido montaje que evidencia las virtudes del elenco en general y que confirma a Chiarella como un competente adaptador de valiosas historias para la escena.

Sergio Velarde

29 de marzo de 2024

jueves, 28 de marzo de 2024

Crítica: LA POCIÓN DE LA VERDAD


La poción de los aprietos

El Teatro de Lucía dio lugar recientemente a la obra La poción de la verdad, del dramaturgo Jordi Galcerán, bajo la dirección de Jen A. Woytkowski. El elenco estuvo conformado por Andrea Luna, Bernardo Scerpella, Fabiola Vargas, Jesús Neyra y Pedro Olórtegui. Esta propuesta fue producida por Butaca Film en el Teatro de Lucía. Una aparente poción hace que quien la tome diga las verdades sin filtro, en un contexto que podría ayudar a uno de los personajes a sentirse segura ante una decisión trascendental.

La propuesta es una comedia moderna, en la que dos amigas se ven envueltas en enredos a partir del uso de esta poción para saber los verdaderos sentimientos del novio de una de ellas. Entretanto, surgen verdades inesperadas que pone a los personajes en situaciones irreverentes. Si bien la historia se justificó momento a momento, hubo espacios donde el ritmo se dilató. Una comedia necesita tener picos de rapidez y mucha escucha para que funcione completamente. En este caso, hubo mucha intermitencia en ese aspecto.

La construcción de personajes fue funcional y pareja en todo el elenco, destacando sobremanera el nivel de detalle del personaje de Silvia, interpretado por Andrea Luna. La actriz logró un nivel de apropiación de textos notorio, además de ser quien sostenía muchas veces el ritmo de la obra y el funcionamiento de ciertos gags. También destaco a Pedro Olórtegui, quien interpretó a Jaime, pues su participación redondeaba muy bien las escenas con su nivel de energía y de detalles logrados para el personaje.

Es interesante cómo esta obra expone a un grupo de jóvenes en situaciones particulares, en las que tienen que tomar decisiones trascendentales como la paternidad y un distorsionado proselitismo político. La poción de la verdad hace que los personajes se encuentren con ellos mismos enfrentando la realidad, sin el filtro que muchas veces los protege en el día a día. Destaco que este montaje utiliza la comedia para graficar sutilmente las inseguridades de los personajes, quienes finalmente a partir de ello toman decisiones, algunas veces equivocadas. La poción ayuda a que el espectador pueda toparse con el lado vulnerable de Manuel, Silvia, Berta, Jaime y David, generando empatía con las creencias que realmente ellos aceptan tener. La poción de la verdad, entre otras cosas, dejará al público la sensación de haber sido confidente de este intrépido elenco.

Stefany Olivos

28 de marzo de 2024

Crítica: THIS IS NOT (AN ACT OF LOVE & RESISTANCE)


Joya artística de Temporada Alta

Entre el mes de febrero y marzo de este año se desarrolló la IX edición de Temporada Alta, Festival Internacional de Teatro y Danza que reúne representaciones escénicas de Francia, Italia, Japón, Chile y Perú. El anfitrión principal encargado de este evento es la Alianza Francesa de Lima, con la colaboración de distintas instituciones relacionadas al mundo cultural. Oficio Crítico tuvo la oportunidad de asistir a la función de This is not (an act of love & resistance), una pieza musical y coreográfica francesa representada por cuatro intérpretes de instrumentos de viento y cinco bailarinas. La creación y dirección artística estuco a cargo de Aina Alegre. El elenco estuvo conformado por Matía Astallé, María Cofan, Cosima Grand, Hanna Hedman, Aina Alegre, Maria Puertas, Gwendal Raymond, Julia Soler y Asha Thomas.

La representación invoca distintas sensaciones e imaginarios en torno al aire, el cual se manifiesta en la danza, la música y el ritmo de las palabras. La representación propone el aire como vínculo en entornos visuales, lumínicos y sonoros. Los cuerpos de los actantes logran representar esta idea del aire como excusa, como hilo conductor de pequeños momentos vivos en escena. Se lograron texturas en escena gracias a la caracterización de los intérpretes, quienes usaron vestuarios de distintos colores, formas y telas. Cada persona presentó roles versátiles vivos, con movimiento y sinergias con significado. En definitiva, la técnica del elenco en su totalidad estuvo a la altura de las exigencias de la representación.

El aspecto sonoro se compuso de música híbrida, frases dichas, acústicos relacionados a bandas de música, atmósferas electrónicas y efectos rítmicos variados. A ello se le sumó una iluminación que terminaba de conformar la narrativa momento a momento. El producto final contenía referentes plásticos, con elementos vivos que mostraban estímulos al espectador, quien era guiado momento a momento de forma sensorial a lo largo de la representación.

This is not (an act of love & resistance) resulta un producto escénico único, 70 minutos de estímulos e historia sensorial que funciona como una exposición de imágenes que transportan. Es importante invitar al espectador a que se deje llevar por los distintos elementos representativos, apreciarlos en el presente sin necesidad de buscarles una lógica racional. Es interesante y única la experiencia que se puede llegar a tener cuando, como público, nos disponemos completamente a la vulnerabilidad de una pieza artística como esta.

Stefany Olivos

28 de marzo de 2024

martes, 26 de marzo de 2024

Crítica: AMARTE FUERTE


Encuentros y desencuentros en el amor

Aún recuerdo mi reticencia inicial cuando el fenómeno del microteatro apareció en nuestros lares hace poco más de una década. ¿Podría una historia de 15 a 20 minutos llegar a captar la atención, entretener o incluso conmover a los espectadores, habituados a espectáculos de una hora aproximada o más de duración? ¿Serían capaces los dramaturgos de este formato de poder urdir tramas complejas y arriesgadas en poco más de un cuarto de hora? ¿Tendrían la suficiente aptitud histriónica los respectivos actores para darles profundidad y credibilidad a personajes que solo existirán en el escenario por escasos minutos? Si bien algunos microespectáculos podrían haberme dado la razón en aquel entonces, pues no es el caso de la reciente puesta en escena de Amarte fuerte, estrenada en Selina de Miraflores, en el marco de la temporada denominada 15 minutos.

Albergados en los altos del céntrico y concurrido espacio miraflorino, la pieza de María Paula Del Olmo explora los encuentros y desencuentros de dos guapas señoritas, en medio de saltos en el tiempo y espacio, quienes buscan un equilibrio en su relación a pesar de tener personalidades muy distintas. Imposible no sentirse identificado con todos los impasses, idas y venidas de este par de jóvenes que vemos al inicio divertirse en una discoteca, hasta que los celos y los malos entendidos comienzan a crear zozobra en ellas. Si bien el espacio con el que se cuenta no es convencional (un amplio salón con una columna al centro y sillas para el público en los cuatro lados), la directora Jennifer Aguirre Woytkowski se las ingenia para mostrarnos esta creíble historia de amor de final ambiguo.

Muy buen trabajo de las actrices Andrea Brissolese y Verónica Garrido Lecca (especialmente la primera), quienes no solo lucen muy comprometidas en sus respectivos papeles, sino que vuelven convincente su conmovedora love story. Con la producción de Cary Rodriguez Vera, Amarte fuerte confirma que el teatro de formato breve sí que es capaz de contar historias con calidad, pertinencia y densidad. Quince minutos sí que son suficientes, cuando dramaturgia, dirección y actuación van de la mano en feliz comunión, para involucrarnos en sentidos viajes escénicos.

Sergio Velarde

26 de marzo de 2024

lunes, 25 de marzo de 2024

Entrevista: MAGO GEORGE


“Si quieres ser mago debe realmente apasionarte la magia.”

Vuelve al Teatro del Centro Cultural Ulima, en una breve temporada de doce funciones, el reconocido Mago George con su nueva temporada, titulada ILUSIÓN: magia más allá de la realidad. Promete ser una experiencia en la que la realidad y la ilusión se entrelazan en un torbellino de asombro y misterio, en un espectáculo de magia, ilusiones ópticas, teatro y mucho más. George se embarca en una travesía para explorar los secretos más profundos de la magia y la mente humana. Desde el momento en que las luces se atenúan, los espectadores son transportados a un universo en el que las leyes de la física y la lógica son desafiadas con cada truco impactante.

ILUSIÓN: magia más allá de la realidad se presentará por una corta temporada de solo 12 funciones en el Teatro del Centro Cultural Ulima (Puerta 9 de Jirón Cruz del Sur, Santiago de Surco). Las funciones son del 04 al 20 de abril, los jueves y viernes a las 8:30 p.m. y los sábados a las 5.00 p.m. y 8:30 p.m.  

Las entradas se encuentran a la venta en la plataforma Joinnus.

Sergio Velarde

25 de marzo de 2024


Critica: LA SEÑORITA JULIA


Sin miedo a arriesgar

La Señorita Julia, adaptación del clásico de August Strindberg, dirigida por Ivi Cordero y producida por Huilota, es una propuesta intensa, conmovedora y llena de riesgo, juego y una pasión desbordante que se impregna con detalles y elementos rituales.

La propuesta entrega algo especial, se apropia de un espacio colocando elementos de carácter ritual que exaltan y otorgan brillo a un texto de por sí lleno de fuerza. Con una primera parte donde parecen mezclarse los roles protagónicos. Ale Carrasco destaca de manera indudable; sabe capturar el personaje de una manera admirable, sosteniéndolo y llevándolo a sus extremos en todo momento. Enfocada y con las tensiones correctas para poder desarrollar el personaje de Cristina con solvencia. De igual forma Diego Salinas, con un desarrollo particular, si bien por momentos cae en tensiones erróneas, logra recomponerse y entregarse a la escena. Por otro lado, Samanta Robles sorprende con su habilidad para apropiarse de un personaje lleno de picos emocionales, transitaba constantemente entre ellos, y si bien en ciertos momentos cae en ligeros excesos de tensión que hacen difícil la comprensión del texto, no pierde su calidad actoral.

Tal vez el momento más débil de la obra recaiga en una segunda parte, después de un quiebre importante de la obra. La ausencia prolongada de Cristina en la escena, por la manera en que fue desarrollada en una primera instancia, hace que se le extrañe muchísimo. Este espacio, que también es el momento de los grandes monólogos de los personajes de Juan y Julia, pierde el drama, se suelta y cae por momentos en una monotonía, donde la coreografía pierde solidez frente al texto. Pero la obra toma riesgos importantes, y parece ir por un camino creativo autónomo y auténtico, que toma bastantes licencias a nivel escénico y narrativo, dándole un carácter resaltante.

Al final, se acierta al tomar esos riesgos, imprimirle un carácter propio, intenso, avasallante. Los actores están a la altura de la propuesta y el desarrollo de los tres en escena es increíble de ver. Una lucha constante, en donde lo ritual se vuelve un vehículo para despertar el sentido del texto, pero también una la lectura propia del mismo.

Omar Peralta

25 de marzo de 2024