Que no se vacíen las tribunas
¿Qué sitio tiene el
amor dentro del fútbol? El gol de Alex, desde la dirección de Silvia La
Torre, nos propone que en realidad bastante, si es que nos atrevemos a pensar
en un mundo distinto. La dramaturgia de Antonio Hernández Centeno ya corre por
sí misma un riesgo siendo una obra queer sobre fútbol, pero el
conservadurismo que encierra al fútbol en Latinoamérica puede ser igual de
peligroso. Por fortuna, la inteligente dirección de La Torre y las actuaciones
de Jesús Oro y Diego Salinas logran encontrar a su público.
La propuesta sabe
diferenciar bien cada momento: la pareja principal inicia su conversación de Grindr
con un ritmo más apresurado, ácido, en lugares y con narraciones paralelas.
Solo cuando ingresan al mismo espacio empezamos a sentir conexión genuina entre
ambos. Es justo decir que esta tarda un poco en aparecer, en desarrollarse.
Dudas, tal como el personaje de Salinas, de si este encuentro entre ambos
personajes es una buena idea.
El desarrollo de la
obra nos confirma que esta sensación es natural: ambos personajes están
ocultando sus miedos y sentires reales. Una vez podemos dar paso a estos y
ambos personajes se muestran de cuerpo completo, es que comprendemos la
importancia de su vínculo en lugares donde, sean las apps de citas o el
fútbol, este aspecto de la comunicación tiende a disiparse. Aquí Salinas
destaca en la naturalidad de sus diálogos, mientras que Oro nos propone un buen
misterio alrededor de las inseguridades que su personaje oculta a través de lo
banal.
Ambos actores pasan la
mayor parte del tiempo juntos, debatiendo sobre sus vidas y la manera en la que
han vivido su orientación, ambos desde sus propias vidas y corporalidades. Aun
así, es notorio que desde la dirección se ha diferenciado bien a quién le
pertenece cada segmento, y el otro personaje da un ligero paso al costado para
escuchar sobre la vida del otro.
El fútbol no está tan
presente en la propuesta escénica como sí la intimidad entre los dos
protagonistas, lo que nos aliena un poco de las metáforas del texto, pero sirve
para hacernos sentir el peso del tiempo, de los miedos y de la vulnerabilidad
entre los dos actores, que luchan por quererse sin los tapujos aprendidos de
sus sociedades.
El gol de Alex cierra de manera similar a la que abre, con un
segmento más rápido y disparado que nos dicta el reencuentro entre los dos
amantes, pero con sus lugares físicos cambiados. Y aun así, se siente mil veces
más sincero. Necesario para que el reencuentro final nos deje con una bonita
sensación de conclusión y de esperanza por lo vivido. ¿Y si un futbolista
famoso pudiera ser gay y no tuviese ningún problema? La esperanza es lo último
que se pierde. De momento, un buen golazo, fue ver varias parejas saliendo satisfechos
de la obra.
José Miguel Herrera
21
de diciembre de 2024
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