sábado, 27 de abril de 2024

Crítica: TANABATA


Un viaje a Tanabata

Dirigida y escrita por Giovanni Vidori, producida por el colectivo Cuerpos del Abismo y con un amplio elenco conformado por Flavia Goya, Duilio Dall’Orto, Santiago Montoya, Gabriela Artieda, Giuseppe De Stefano, Wedner Velásquez, Estefany Mozombite, Lucero Calderón, Francisco Solís, Marcelo Prado, Pedro Sessarego, Olga Kozitskaya, Nely Sáenz y Lua Rodríguez, Tanabata nos planea una propuesta escénica con elementos de fantasía, ritual, misterio y un arduo trabajo físico del equipo actoral. 

La propuesta dramatúrgica es interesante, inspirado en la festividad japonesa de Tanabata. La obra trata sobre el viaje de una mujer a través de la naturaleza para reencontrarse con sus seres amados que ya no están. Para lograrlo, deberá descender al inframundo y enfrentar a seres de la naturaleza, como el río, el puma y hasta la propia muerte, quienes la retan a superarse para seguir su camino. Así, la obra nos sumerge en un mundo fantástico donde nos invita a reflexionar sobre el rol de la naturaleza en nuestras vidas, el papel del ser humano en la destrucción del mundo, el individualismo y los vínculos que creamos. 

La propuesta de dirección tiene escenas potentes, sobre todo por el uso del recurso coral donde se crea una atmosfera de ritual que pone en tensión al espectador. El rol de la figura del coro destaca como un personaje colectivo de la naturaleza, resaltando por la intensidad del trabajo físico de los intérpretes, la proyección vocal y la sincronicidad de los movimientos. Sin embargo, estos picos de emoción bien logrados decaen en algunos momentos, con diálogos sin contexto y escenas extendidas que hacen que la obra pierda el ritmo. Por otro lado, los monólogos finales son potentes, el discurso de la mujer demuestra una transformación del personaje principal, dejando claro el viaje del héroe en la historia. Asimismo, el monólogo del espíritu de la naturaleza, que rompe la cuarta pared para encarar al público, es uno de los momentos más poderosos de la obra que incita al público a la reflexión y autocrítica en relación a nuestro papel en la destrucción del mundo que habitamos.

A nivel de recursos, el escenario no necesita de más elementos que biombos negros y luces, con los que se crean sombras que juegan y aparecen como seres extraños, logrando una vez más crear una atmósfera de misterio. Respecto a la música, la instrumentalización logra crear un ambiente que nos sumerge en la naturaleza y a la vez nos pone en estado de alerta, transmitiendo las emociones que experimenta la viajera, sin embargo, aún hay que cuidar las transiciones entre escenas que descoloca al espectador y no deja fluir la propuesta. 

Para finalizar, si bien la extensión y el timing de la primera función aún puede mejorar, Tanabata es una propuesta escénica con elementos poderosos e intereses, que sí llegan a crear una experiencia envolvente para el espectador.

Alexandra Valdivieso

27 de abril de 2024


Crítica: PEQUEÑO GARABATO


El mundo llamado Garabato

Pequeño Garabato trata sobre aceptar y aceptarse con nuestras diferencias. Reno, el nuevo amigo de Garabato, sufre de bullying porque no le molesta ponerse faldas y, a pesar que los niños no entiendan su significado, lo llenan de insultos que no pertenecen al patio de juegos. Lo que a primera vista podría parecer una obra lejana debido a su temática de migrantes en EEUU, se convierte en una obra rápida de empatizar. Una obra que nos transporta a un patio de juegos para imaginar, crear monstruos, sentirnos indefensos, indignarnos (indignarnos con rabia) y para, finalmente, darnos un abrazo, para decirnos que todo está bien, que los prejuicios, los estereotipos, el burlarse de las diferencias, nunca estuvo admitido en el mundo de la infancia.

El gran mérito de Pequeño Garabato está en las pequeñas cosas. En el conocer el dolor de crecer, en el juego o en las peleas de los niños tan crueles como reales, en la forma en que los niños replican los prejuicios que aprenden en casa. Toda la obra funciona para ubicarnos en el patio de juegos. La actuación de todo el elenco nunca desentona y nos hace estar ahí junto a estos niños y su imaginación. El espacio del Club de Teatro de Lima influye en esto. Nos acerca a un patio de juegos para interpelarnos y mostrarnos la agresividad de un mundo ridículo que solo habita en prejuicios de los adultos. Es como asistir a un juego del que somos partícipes. Al fin y al cabo, el teatro, como la palabra en inglés lo dice, termina siendo un juego.

Uno sale de Pequeño Garabato con la sensación de haber recibido un abrazo comprensivo. Un abrazo luego del dolor del que somos testigos. Una esperanza de que todo va a mejorar y una rememoración a una infancia, que, a pesar de ser diferentes, pudimos sobrepasarla por el simple hecho de ser niños. El terror aparece en un paraíso de la infancia donde las diferencias, las cabras imaginarias, los vampiros de vodevil y los ogros pueden vivir en armonía, pero tal vez siendo un poco como Garabato, podremos defendernos.

Gabriel Calderón

27 de abril de 2024


jueves, 25 de abril de 2024

Crítica: MICROTEATRO MESTIZO IV


Dos historias, dos miradas

El grupo de Práctica divina pudo tener un mejor manejo del texto; sin embargo, supieron mantener momentos de tensión. Roberto Isid de la Paz (Alberto) funcionó mejor en el silencio, al igual que Alondra Ticse (Ana), una situación bastante complicada para la modulación de la energía y la expresión del cuerpo. Eliana Zapata (Elena) supo permanecer en una energía contenida, alguien que sospecha algo, que presagia un final trágico, sus ojos expresaban mucho, humedecidos clavaban dardos en el pecho de los espectadores, pero pese a ello no supieron utilizar el texto a su favor.

La atmósfera se creó, los tres son intérpretes con un gran nivel energético, lograron mezclarse en beneficio de la escena. Una gran pregunta es cómo puede llegar un actor a acariciar con sus palabras o tal vez a asentar un certero golpe que nos asesine a todos; el proceso de interiorización y encarnación del personaje es una labor difícil. No obstante, nos encontramos ante acontecimientos subjetivos y las miradas pueden ser distintas.

En tal sentido, la dirección de Cecilia Arias coordinó las capacidades de sus intérpretes y manejó los momentos de tensión; la estructura de la obra estuvo clara, las reacciones y respuestas sostuvieron un buen ritmo y la historia corrió como agua entre los espectadores.

En el grupo de Match a ciegas, la situación fue distinta: los actores tenían un encanto natural para el escenario, la energía invadió el espacio desde el inicio, los textos no se vieron forzados y había una construcción de personajes, natural y espontánea. Un solo gesto, una manera de encorvar los labios, de encoger las cejas o de agrupar las manos se vuelve trascendental en escena. Alison Luna (Rubí) mantuvo un ritmo constante y parecía estar sumergida en su mundo, la situación era creíble, su cuerpo realizaba movimientos precisos y el momento sucedía en algún espacio paralelo dentro de la conciencia. Juan Robles (Rubén) el chico otaku aportaba algo diferente a la escena, había una construcción que atraía y encandilaba la mirada, tenía algo especial, una energía sutil que construía un universo y nos metía en él, de algún lugar había salido y estaba ahí, existía. Elías Cuya (el mozo) era la contraparte de la historia, iba acorde a la velocidad de su ex; ambos eran dinamita, mientras el Otaku era la explosión.

Los tres supieron sostener y aprovechar sus momentos, el tiempo pasó como luz, la mente se durmió en sus actos, el conflicto sucedió y el teatro existió, está vivo.

Es de aplaudir la labor de Robles, porque ha dirigido y ha actuado a la vez; en las ocasiones que he presenciado actos similares las obras están endebles: algo falta, un pequeño tornillo o toda una estructura, pero en el caso de Match a ciegas he logrado observar una puesta coherente y estructurada, con respuestas rápidas y momentos agradables.

Una reflexión final sería que posiblemente el primer grupo la tuvo un poco más complicado por la naturaleza de la historia y su trabajo textual debido ser más arduo, situación contraria con el segundo grupo que trabajó un texto más habitual y cotidiano, una situación de gravedad respecto a la interpretación de un personaje y de una situación.

Moisés Aurazo

25 de abril de 2024

miércoles, 24 de abril de 2024

Crítica: LA TIERRA


Encuentros en la naturaleza

La Tierra, escrita por Agustín Bachero y dirigida por Igor Olsen, es una obra que en 2020 recibió una mención honorífica en el Premio Ariel de la Academia Nacional de Letras de Uruguay. 

La historia se centra en Elisa y Mauricio, interpretados convincentemente por Matilde León y Esteban Recagno, una pareja que decide acampar en un terreno aparentemente abandonado junto a su hijo Camilo, a quien solo conocemos a través de proyecciones de video. La tranquilidad del campamento se ve interrumpida por la inesperada aparición de un extraño, encarnado por Stefano Tosso, quien afirma el algún momento ser el dueño del terreno y desencadena una serie de conflictos.

Al ingresar al teatro, lo primero que captura la atención es la escenografía meticulosamente diseñada, que evoca con éxito la ilusión de un lugar remoto y perfecto para un retiro en la naturaleza. Este primer impacto visual nos plantea una inmersión en la puesta en escena.

Las actuaciones, aunque generalmente adecuadas, mostraron variabilidad. En ciertos momentos, algunos actores parecían no lograr una conexión emocional plena con sus personajes, lo que resultó en interpretaciones que podrían percibirse como algo planas, especialmente en escenas que demandaban una intensidad emotiva mayor. Además, se notó un poco de desconexión en algunos momentos, sobre todo en las secuencias de conflicto, donde la necesidad de mantener un tono de voz bajo para no despertar al niño dormido en la carpa, no fue consistentemente observada, restándole realismo a la situación.

La iluminación y la selección musical complementaron eficazmente la acción en el escenario, añadiendo realismo y profundidad a la representación. El uso de tecnología para integrar la presencia del niño a través de video fue particularmente efectivo y aportó un elemento contemporáneo que enriqueció la experiencia teatral.

En conclusión, La Tierra propone una trama intrigante y una producción visualmente interesante. Aunque las actuaciones no siempre lograron captar completamente la intensidad de la narrativa, hubo momentos brillantes que destacaron. Con ajustes en la consistencia emocional de los actores, esta obra tiene el potencial de resonar aún más con su audiencia.

Milagros Guevara

24 de abril de 2024

Crítica: PRÓXIMO


¿Es posible construir y mantener un vínculo afectivo de pareja a la distancia?

La mayor parte del tiempo buscamos certezas en cuanto a las relaciones amorosas, un amor a la medida; vivimos mucho de la ilusión en las primeras instancias del enamoramiento, a tal grado que por no perder todo aquello que creemos que el otro nos hace sentir, pues terminamos por perdernos a nosotros mismos, modificando incluso nuestros propios límites fijados para nuestro autocuidado, ya que nuestro deseo es mucho más fuerte y hacemos de todo para hacer que la relación “funcione”. A pesar, incluso, que podamos estar a kilómetros de distancia del ser amado y no haberlo visto ni tocado nunca, pero ese deseo precisamente es el que nos refuerza la conducta de justificarlo todo, porque nuestro anhelo es más grande.

Jaime Nieto, el director, relata muy bien en escena esta pieza teatral titulada Próximo, escrita por el reconocido autor argentino Claudio Tolcachir, que es bastante íntima, ya que puede sentirse cuán cerca pueden estar dos personas enamoradas si están a kilómetros de distancia. Por momentos, da la sensación que están en el mismo espacio, pero al mismo tiempo, queda bastante claro que está cada uno en la soledad en la que viven en los últimos tiempos, y cómo el otro se vuelve una compañía imprescindible y vital; así de próximos están, así de cercanos, y también así de lejanos, así de desconocidos. La elección del Teatro de Lucia se convierte en un total acierto, ya que al ser una sala pequeña, logra darnos la atmósfera perfecta de cuál es el contexto de los personajes y que parece que se les reduce más el espacio, al ir necesitando más al otro con el pasar del tiempo.

Otro acierto, también, es el uso de los elementos del escenario que ambos personajes comparten a pesar que están a kilómetros de distancia, pero que instala claramente en el espectador que el sillón, la cama o la mesa de noche son diferentes cuando los usa cada uno; esto apoyado muy bien por la iluminación, que ayuda a la intimidad que se quiere reflejar en momentos en que, muy sutilmente, va cambiando la tensión entre escena y escena.

Omar García y Alfonso Dibós, los protagonistas, tienen una dinámica en escena genial, llena de sutilezas en cuanto a sus miedos, desolación, ansiedad, estrés, incertidumbre, ira, frustración, sexualidad y amor; desarrollando con mucha solvencia el significativo detalle de ignorar la presencia del otro por el contexto que están en otros países y al mismo tiempo, sentirlos tan profundamente vinculados, y tal cual es el título de la obra, sentirse tan próximo el uno del otro. En estas épocas en que los amores virtuales cada vez más se convierten en una normalidad y que necesitamos más límites que nunca, esta puesta es muy recomendable.

Manuel Trujillo

24 de abril de 2024

martes, 23 de abril de 2024

Crítica: MUCHACHO, ESTA NO ES TU PATRIA y ¿QUIÉN CUIDARÁ A LA PERRA?


Nuestra intensa naturaleza humana

El formato de teatro breve, utilizado para numerosos estrenos capitalinos en varios espacios como Piso 1, Selina, Teatro Barranco, entre otros, continúa sostenidamente en un franco ascenso de calidad, en cuanto a producción, dramaturgia, dirección e interpretación en general. Es asimismo el vehículo perfecto para que los colectivos independientes puedan presentar sus variadas propuestas. En esta oportunidad todavía viene presentándose un interesante díptico de este formato, en el cada vez más concurrido Teatro Esencia de Barranco. Ambas microobras exploran la compleja naturaleza humana en diversos contextos, pero que reflejan las heridas propias de las relaciones sentimentales frustradas.

En Muchacho, esta no es tu patria de Luca Reátegui, conocemos a un joven boxeador peruano (Augusto Gutiérrez), radicado en Nueva York, que debe participar en competencias clandestinas para recaudar dinero y poder así ver a su hija, que es la condición que le obliga su expareja. Aquí no solo se ve el chantaje sentimental tan frecuente en nuestra sociedad, sino que además se toca el eterno dilema del migrante en tierras extrañas. El director Ricardo Caffo logra extraer una muy convincente actuación de Gutiérrez, así como de Pedro Olortegui y el mismo autor Reátegui, como su manager y su rival en el cuadrilátero, respectivamente; además, sostiene con buen ritmo y fluidez la trama, que engancha desde el primer combate.

Por otro lado, en ¿Quién cuidará a la perra?, escrita por Alexandra Zavala Carosio “Lila” y dirigida por Christian Alden, se explora la tensa relación entre una pareja de exenamorados (Giancarla Saavedra y el mismo Alden), que a pesar de no seguir juntos, aún mantienen contacto; ambos se encuentran una vez más, ya que ella sale de viaje y se acordó que él debía quedarse a cuidar a la mascota que alguna vez compartieron en común. Una llamada del trabajo de él desatará una seria confrontación, que de seguro acostumbraban tener estando juntos. Buen trabajo de ambos intérpretes, especialmente Alden, quien consigue una conmovedora y contenida actuación. Felicitaciones al Teatro Esencia de Barranco, que sigue albergando interesantes espectáculos de corta duración, que exploran la naturaleza humana con acierto.

Sergio Velarde

23 de abril de 2024

viernes, 19 de abril de 2024

Reseña de libro: MATILDAS (TRES OBRAS DRAMÁTICAS)


Bushby y las mujeres

Inclasificable, indefinible e insólita. Acaso podríamos ajustar dichos adjetivos a la prolífica y notable producción dramatúrgica de Alfredo Bushby. Un autor que nos ha regalado, cuando los directores han sido capaces de traducir adecuadamente sus historias en el escenario, momentos inolvidables en montajes teatrales complejos y exigentes para el espectador. Y es que Bushby pone a prueba tanto a los artífices de sus obras, como a los propios lectores. Tal es el caso de Matildas (tres obras dramáticas), reciente libro publicado por el sello editorial Vallejo & Co., que contiene tres piezas acerca de ambiguas presencias femeninas, que revelan en gran medida los intrincados intereses de un escritor imprescindible dentro de la dramaturgia peruana.

Desde el mismo título del libro, Bushby pone a prueba a sus lectores. ¿Por qué nombrar Matildas a este compendio de piezas llamadas Tamara, la Magna, Ultimato y Yo, la mejor de todas? Pues proveniente del clásico de Dante Alighieri, apareciendo en el canto XXVIII del purgatorio en La Divina Comedia, esta bella mujer llamada Matilda representa de manera simbólica la perfección de la naturaleza humana, así como el anticipo de la felicidad total. He ahí la paradoja, pues los personajes femeninos que aparecen en las páginas distan mucho de ser perfectos, pero sí que representan las complejidades inherentes de todo ser humano. 

El trío de piezas no solo destila teatralidad por todos lados, sino que además reta al lector a tener sumo cuidado y precisión para comprender las tramas; además, Bushby concibe cada historia con diferentes formatos que enriquecen el producto final. En Tamara, la Magna, con sus minuciosas acotaciones, varios diálogos en rumano, hipnóticas canciones y sus saltos espaciales y temporales, conocemos la historia de esta cantante que busca encontrar su propia voz, rodeada de tres actores que interpretarán el resto de personajes, tanto humanos como animales; en Ultimato, con una fuerte carga lírica, se le cede total protagonismo a la declaración de la Mujer, frente a una más bien complementaria presencia del Hombre, con un sorpresivo final; y en Yo, la mejor de todas, somos testigos de la exposición de tres mujeres de diferentes edades y experiencias, en una suerte de tribunal universitario en el que se discuten temas sobre feminismo y empoderamiento, sin caer en ningún momento en la trampa panfletaria.

Como menciona la crítica Rita Alvarez Carbajal en su lúcido comentario, “el libro toma un nombre que no solo lo compara con el ideal dantesco, sino que también lo conecta con un término asociado a la reivindicación, un tema transversal a los tres dramas”. Eludiendo cualquier arquetipo teatral preconcebido, Matildas (tres obras dramáticas) es la confirmación de Bushby como un consumado dramaturgo que se pone a prueba constantemente, a él mismo y a sus lectores, encontrando nuevas maneras de escribir para la escena, develando las profundas heridas que nos vienen aquejando como sociedad.

Sergio Velarde

19 de abril de 2024

jueves, 18 de abril de 2024

Crítica: ZOOM


¿El vínculo en las relaciones de pareja va cambiando con el pasar del tiempo?

Cuando observamos a parejas de varios años quizá tengamos la sensación de que desbordan felicidad y podríamos preguntarnos: ¿cómo hacen para seguir año tras año y que se vean como la primera vez? Pues quizá eso podamos pensar desde dos factores: el primero, que desde nuestros propios caminos en pareja hemos tenido, en algún momento de la relación, que cuestionarnos muchas cosas sobre cómo va nuestro vínculo y si en verdad, luego de algunos años, este me sigue dando estabilidad y tranquilidad; y el segundo, es que esa otra pareja a la que observo en aparente “estabilidad” también ha pasado por su propio proceso y si hacemos ZOOM, tan cual lo hacemos en algún momento con nuestros propios vínculos, pues empiezan a verse las grietas que van dejando las parejas en el tiempo.

Esta reflexión me dejó la pieza teatral ZOOM, escrita y dirigida por Flavio Giribaldi, cuya dirección te atrapa como espectador, con una historia que se percibe como bastante cotidiana, pero con una profundidad muy especial que se deja ver en escena. La obra es sencilla de seguir y el trabajo de dirección hace que te identifiques con cada etapa por la que pasa esta pareja, sus inseguridades, sus miedos, sus creencias, su forma de amar, porque es importante al momento de relacionarse preguntarle al otro: ¿qué es para ti el amor? Fuera de que nos guste mucho o nos mueva mucho la otra persona, si la manera de amar o lo que el otro entiende de lo que es el amor es diferente a nuestro aprendizaje, nuestra escala de valores y lo que queremos de una relación, pues la atracción no alcanza. Esto, en cada escena, se ve muy bien contado; es más, aparecen dos personajes que cumplen “las voces interiores”, las que nos van dictando cómo conducirnos según nuestras vivencias y que también nos culpan cuando nos dejamos llevar por los impulsos.

Es escena están Quini Gómez, Astrid Villavicencio, Klaus Herencia y Renato Cruces; los cuatro llevan una química sobre escena muy natural y hacen que la pieza teatral tome aún más vida con unas actuaciones con mucha entrega de energía, llevando bien sus tiempos, y siempre en la acción precisa. A destacar el trabajo de Gómez y Villavicencio, por su absoluta naturalidad y facilidad en su trabajo en escena. La propuesta escénica era minimalista, con los elementos necesarios y es que todo recae en el trabajo de los actores. La obra está a cargo de Muki Producciones y se presenta en el Club de Teatro de Lima. Muy recomendable.

Manuel Trujillo

18 de abril de 2024

martes, 16 de abril de 2024

Crítica: (DES)ENCUENTROS DE OBRAS CORTAS


Nuevas voces en el teatro

Telón Mestizo, bajo la producción general de Víctor Lucana, presenta (Des)Encuentros de obras cortas, un tríptico de microobras de dramaturgia latinoamericana, que explora diversos géneros, desde la comedia hasta el suspenso.

La primera pieza, La lengua del pájaro carpintero escrita por Gustavo Ott, es interpretada por Diego Horda y la destacada actuación de Estrella Cruzado, dirigidos por el mismo Lucana. En ella, se narra la evolución de una relación amorosa a través de sus fases críticas: juventud, paternidad, separación, conflictos y reconciliación. La narrativa y la dirección logran emocionar al espectador, con una obra sincera con la que público puede identificarse. Sin embargo, la transición entre escenas y la disposición espacial de los actores requieren refinamiento para mejorar la fluidez del montaje. Por otro lado, los pocos elementos de utilería deben estar mejor cuidados en cuanto a la disposición en el espacio para que no ensucien el escenario.

En Retretes, la segunda obra escrita por Adriana Genta, la dirección está a cargo de Miguel Díaz y con las actuaciones de Florencia Guzmán y Maribel Gutiérrez. La dirección e interpretación de las actrices logra transmitir una atmósfera de tensión y el misterio que envuelven a dos amigas atrapadas en un baño con una bolsa que insinúa contener restos humanos. Con tan solo tres cintas masking tape pegadas al suelo y las acciones de las actrices logran dar a entender que la escena transcurre al interior de un baño. Sin embargo, la trama se ve perjudicada por la falta de claridad contextual sobre la ubicación y los acontecimientos externos, dejando importantes interrogantes sin resolver. El abrupto final parece precipitado y desconecta al público de la historia central, perdiendo fuerza la propuesta.

La última obra es Dios es un bicho de Enrique Olmos, dirigida por Florencia Guzmán y las actuaciones de María Beltránes, Estrella Cruzado y Nicolás Chinchilla. En la historia, tres niños debaten sobre el controversial nombre de su mascota, Dios, generando un diálogo que plantea profundas preguntas y reflexiones sobre las creencias adultas vistas a través de los ojos de niños pequeños, así como la tolerancia y los prejuicios. Los actores logran transmitir bien la inocencia, ingenuidad y ternura propia de la infancia, con una propuesta de dirección dinámica ágil que permitía tener un timing adecuado y mantener la atención del público, aunque a veces podría resultar confuso seguir la historia al plantear tantos cambios de personajes entre los actores en tan poco tiempo.

En conjunto, Telón Mestizo se está posicionando como un promotor de voces nuevas en el teatro, proporcionando un espacio necesario para el talento emergente. Estaremos expectantes de sus futuras producciones, anticipando más propuestas que desafíen y enriquezcan el panorama teatral.

Alexandra Valdivieso

16 de abril de 2024

lunes, 15 de abril de 2024

Crítica: DELIRIO, UNA COMEDIA PSICOACTIVA


Psicodelia delirante

De acuerdo a la RAE, la psicodelia es aquella “tendencia surgida en la década de 1960, caracterizada por la excitación extrema de los sentidos, estimulados por drogas alucinógenas, música estridente, luces de colores cambiantes, etc.” Es justamente esta delirante predisposición, todavía en práctica, la elegida para la creación de un alucinante (nunca mejor expresado) espectáculo de Gestus Perú, como resultado del primer taller montaje Caleidoscopio Sin Lógica, con la siempre acertada dirección de Paloma Reyes de Sá, titulado Delirio, una comedia psicoactiva. Son catorce los artistas participantes, quienes idearon la presente puesta como una secuencia de divertidísimos cuadros vintage de lucimiento parejo, interconectados por una sesión de sanación espiritual bastante particular.

Tratándose de una propuesta de formato antológico, resulta inevitable que ciertas secuencias resulten, dentro de nuestras subjetividades, más efectivas y entretenidas que otras; sin embargo, se percibe un cuidado trabajo de dirección que aprovecha las fortalezas de cada artista y mantiene además, los miniconflictos de todos los personajes en un nivel bastante parejo. Mezclando la comedia, el clown, la danza, el stand-up, entre otras técnicas, el conjunto no decae en energía en ningún momento, destacando aquella entrañable e hilarante pareja de conductores de la mencionada sesión, realizada décadas atrás, en condiciones más “libertinas”.

Temáticas variadas, como los conflictos entre padres e hijos, los comediantes frustrados, los sapos convertidos en príncipes por el beso de princesas, las diferencias entre alucinógenos naturales y procesados, las visiones del futuro, las tesis de los terraplanistas, entre otras, que suman al coctel de disparate total. Y además, se deja un espacio para la oportuna reflexión sobre nuestra desatendida salud mental. Excelente trabajo en conjunto de todo el elenco, en el que encontramos a Gabriela Ludeña, Leonor Acosta, Macarena Layseca, Monica Terrazas, Paola Maggio, Víctor Jhon Domínguez y Manuel Chiok, al lado de varios nominados y ganadores del premio Oficio Crítico, como Cristina Renteros, Luzma de la Torre, Roni Ramírez, Diego Zúñiga, Emmanuel Caffo, Gabriel Baltuano y Joamoc More. Delirio, una comedia psicoactiva, presentada en la Payacasa de Barranco, bien merece una urgente reposición.

Sergio Velarde

15 de abril de 2024

Crítica: HIRAETH, LAS FOTOS QUE NUNCA OLVIDAREMOS


Los recuerdos más allá de las palabras

Cada vez son más las propuestas teatrales independientes que apuestan por salir de la oferta convencional y se arriesgan a introducir diversas formas de expresión, como el movimiento, las acrobacias, la danza, entre otros. En esta ocasión, Hiraeth, las fotos que nunca olvidaremos, creación colectiva dirigida por Gabriel Baltuano, nos presenta el efectivo uso de la máscara expresiva para relatarnos un drama familiar, con toques de humor y sobrada nostalgia. La breve temporada tiene lugar en la Casa Cultural Mocha Graña.

La trama gira en torno a una familia con predominancia matriarcal, compuesta por las hermanas Carmen (Gabriela Jordán) y Felicia (Atria Fiol); esta última tiene dos hijos, Felipe (Diego Manga) y Blanca (Tamara Alfaro), quien a su vez tiene una hija llamada Rafaela (Sofía Murrugarra); además, se encuentra el amigo de infancia, Tony (Alejandro Zapata). En escena, somos testigos de una particular dinámica, retratada a través de fotografías familiares y recuerdos; entonces, una inesperada pérdida los obliga revalorarse como individuos y como familia.

Respecto al montaje, se utilizó una sala funcionalmente distribuida con artículos clásicos como la radio y los casetes; además del acertado acompañamiento musical, con canciones del recuerdo y creaciones originales, en la voz de Nia Vanie. Sin embargo, lo más resaltante de la puesta es el uso ininterrumpido de un elemento poco explotado en nuestros teatros: la máscara expresiva, la cual contiene la historia y carga emocional del personaje. Teniendo en cuenta que la máscara no habla, el uso de cuerpo es vital para desarrollar los “diálogos”, en este tipo de propuestas. En ese sentido, el joven elenco sale airoso del reto, ya que logran ejecutar con gran precisión y sensibilidad cada gesto corporal, llegando incluso a percibir cambios en la propia máscara, por el efecto ilusorio que se crea en el ambiente. Si tuviera algo que mencionar, quizá es continuar puliendo algunos detalles como las entradas y salidas por la puerta, que se quedaba abierta en momentos que ya debía cerrarse, lo cual no quita ningún mérito al trabajo de noventa minutos bien sostenidos.

Hiraeth, las fotos que nunca olvidaremos es una conmovedora puesta en escena, que rescata un importante elemento teatral como la máscara expresiva, la cual traspasa la ausencia de las palabras, reflejando en cada movimiento, en cada canción y en las sutiles danzas, los recuerdos de una familia. También, nos revela la fragilidad y el dolor que causan las pérdidas, así como la unión y la importancia de cultivar nuestros vínculos, reforzándolos a través del tiempo.

Maria Cristina Mory Cárdenas

15 de abril de 2024

domingo, 14 de abril de 2024

Crítica: EL ÚLTIMO ESTRENO


Teatro sobre teatro

Estrenándola hace dos años y asumiendo en aquel entonces uno de sus personajes, el dramaturgo y director Gianfranco Mejía se anima a presentar nuevamente su pieza El último estreno en el Nuevo Teatro Julieta y dedicándose esta vez, únicamente a las labores de dirección. Cabe resaltar la sana evolución de Mejía a lo largo de los años, en la que acaso sufra uno que otro traspié cuando retoma alguno de sus primeros textos escritos, en los que todavía su dramaturgia se encontraba por afinar. En el presente caso, su puesta en escena acierta en múltiples niveles, especialmente en el interpretativo, para convertir esta sencilla historia de un simpático elenco teatral a semanas de su estreno, en una entrañable anécdota sobre la vida del teatrista.

Mejía escribe mejor acerca de lo que conoce y experimenta, por lo que no es de extrañar que los personajes y conflictos que vemos sobre el escenario tengan un sólido asidero en la realidad del autor. Así tenemos al impaciente director-autor-productor multitask (Martín Abrisqueta), a la diva en horas bajas (Leslie Stewart), a la empeñosa novata (Isabel Chappell), al fanfarrón actor de televisión (Edwin Vásquez) y al bohemio teatrista (Jorge Bardales); todos ellos ensayando en la sala de una casa, con problemas con sus horarios y con la venta de entradas y encima, con los esperables conflictos que se suceden en los previos al estreno. Sólido trabajo de todos los actores, sorprendiendo gratamente Stewart, quien le imprime humanidad hacia el último tramo, en el que quizás sea el personaje más estereotipado de todos.

El gran riesgo de la puesta en escena es el de presentar durante varios minutos y hacia el final los ensayos de la obra dentro de la obra, sin cambio de luces y vestuario, en la misma sala: aquí, la dramaturgia es terrible y las interpretaciones, sobreactuadas a más no poder; sin embargo, todo esto es adrede y se consiguen hilarantes resultados, ya que los personajes fueron delineados con acierto en el primer acto. Mejía consigue con El último estreno una más que digna comedia, apelando acertadamente al formato “teatro sobre teatro” y ofreciendo a su numeroso público el sano entretenimiento que promete.

Sergio Velarde

14 de abril de 2024

viernes, 12 de abril de 2024

Crítica: MACBETH


¿Hasta qué profundidades pueden llegar nuestros deseos?

Macbeth de William Shakespeare es una obra trágica que explora temas de ambición, poder y las consecuencias de los deseos desenfrenados. El personaje del propio Macbeth sufre la transformación de un noble respetado a un tirano hambriento de poder, impulsado por sus profecías y su propia ambición; siendo capaz de todo por perpetuar ese poder e ir más allá de sus propios límites. La pieza profundiza en la idea del destino versus el libre albedrío, mostrando cómo las decisiones de uno pueden, en última instancia, conducir a su ruina. Los elementos sobrenaturales, como las tres brujas y el fantasma de Banquo, añaden una atmósfera inquietante y misteriosa a la historia.

En esta oportunidad, la obra es llevada a escena por Alumbra Producciones en el teatro Mocha Graña, bajo la dirección de Jorge Bardales y producida por Loreley Vidal y Dante del Águila. La dirección es bastante acertada y se logra ver cómo el personaje de Macbeth va en cada escena siendo consumido por el poder y se vuelve implacable; asimismo, se aprovechan bastante bien los espacios del escenario y de la entrada del público. Lo que genera una atmósfera de inmersión total en la obra, haciéndote muy participe de cada suceso; todo recae finalmente en el trabajo de los actores. Existen muy pocos elementos escenográficos, y eso en este caso ayuda mucho al desarrollo de la acción de la obra.

En cuanto al elenco actoral, todos a destacar: Eli Rodriguez, Luis Levano, Petroni K., Grecia Flores, Juan Pablo Benites, Nicolle Olguin, Jennifer Vargas, Miranda Fabiola, Emilio De Rutte, Patty Gonzalez Inga y Gabriel Bazan. Las actuaciones bastante equilibradas, muy conectados, atentos, y considerando que son bastante jóvenes y que varios están iniciando sus caminos sobre las tablas, están bastante cohesionados con muy buena energía. En general, Macbeth es un clásico atemporal que continúa cautivando al público con sus personajes convincentes, temas complejos y una historia dramática. Recomendable.

Manuel Trujillo

12 de abril de 2024

domingo, 7 de abril de 2024

Crítica: LA COMEDIA DEL AÑO


Una comedia para todos

La comedia del año, escrita por Gianfranco Mejía, vuelve a la escena teatral, esta vez bajo la producción de Enterteinment On Stage y la dirección del reconocido actor Marcelo Oxenford.    

El argumento nos presenta a un grupo de jóvenes, cuyo trabajo en un bar pende de un hilo, pues los espectáculos improvisados que arman cada noche van decayendo, lo cual hace que el público deje de asistir a este local. Por ello, el administrador les anuncia que si las cosas continúan así, el bar cerrará definitivamente, poniendo a prueba la creatividad y paciencia de los trabajadores. Como primer punto, la narrativa convoca a la figura del metateatro, es decir, una obra teatral dentro otra, ya que somos testigos en los primeros minutos, de escenas sueltas con diálogos cotidianos y algunos recursos clichés, que logran el cometido de la premisa de los malos espectáculos de aquel bar; sin embargo, son defendidos por un afiatado elenco encabezado por Pedro Olórtegui (el administrador), Daniel Menacho, Franco Iza, Gaizka Pasalodos, Paula Misha, Celeste Mori y Macarena García, quienes asumen diferentes roles con detalladas características.

Por otro lado, la escenografía que alude a un bar es aprovechada para jugar con el movimiento y la música, aunque particularmente considero que el amplio espacio del Teatro Jade, el cual contaba con necesaria ventilación, al mismo tiempo era un factor distractor, por el ruido de dichos aparatos, que a pesar de los micrófonos instalados en la escenografía y de estar en las primeras filas, competían con los diálogos, algunos de los cuales me perdí por este motivo. En el caso del ritmo y dinámica de la puesta, quizá por ser la primera función, percibí que recién evidenciado el conflicto la obra comenzó a fluir con más agilidad y así se mantuvo hasta el final.

Sin duda, La comedia del año es una propuesta diligente y amena, que cumple con el objetivo de entretener al espectador, retándolo a dejar por un momento la lógica de lo cotidiano, para sumergirse en un juego interesante, donde se combinan el humor y la ironía, haciendo buen uso del recurso metateatral y ejecutado por un grupo de competentes actores.  

Maria Cristina Mory Cárdenas

7 de abril de 2024

Crítica: MOZART INTERACTIVO


La vida como un juego

Mozart hace rebotar una pelota roja de juguete junto a su hermana. Se la pasan por todo el escenario. La rebota para él. Juega solo. Juega en tiempos. Juega en ritmos. Lo acompañamos con las palmas y así, como jugando, lo ayudamos a componer La Marcha Turca. Mozart interactivo es escrita por Mateo Chiarella y dirigida por Lucho Tuesta; ambos abandonan el contar una biografía lineal para llevarnos a un juego en el que todos participamos. Hartos de las biografías en las que uno nace, crece, se reproduce y muere, nos presentan a un Mozart (interpretado por Luigi Valdizán) sin solemnidad. No es el artista en el altar que escuchó la voz de Dios: es solo un alma feliz que se expresa mediante su talento. Recordarlo muriendo mientras se escucha su Réquiem no le hace honor a su vida, porque Mozart es vida, es alegría, es juego. Tanto es un juego que nos invita a jugarlo con él.  

Los momentos más altos de la obra son cuando nos sumergen en su mundo. Donde nos olvidamos de explicaciones exhaustivas sobre las fechas de su vida para pasar a ser extras en la vida de un Mozart más cercano a un rockstar. Nos invitan al coro y, cancionero en mano, bajamos a Mozart para cantar con él una celebración sobre la vida y alegría. Porque si “la música no está en las notas, sino en el silencio entre ellas”, pues la vida tampoco está entre nacer, crecer y morir, sino reside en cómo decidimos vivirla.  

Mozart Interactivo funciona en su decisión de separarse de la biografía tradicional para adentrarse en contar la vida de alguien de acuerdo a cómo la vivió. Nos lo hace saber y nos hace partícipes de una obra capaz de mantener el ritmo y la sensación de estar en un juego, donde este domina la vida y no hay que tomársela muy en serio, ni aunque seas un genio. A veces solo queda cerrar los ojos y escuchar la música.  

Gabriel Calderón

7 de abril de 2024

jueves, 4 de abril de 2024

Crítica: MITA MITA


Paternidad por partida doble

Queda bastante claro que nuestro país no brilla precisamente por sus índices de paternidad responsable. Por ejemplo, de acuerdo con el informe de la Defensoría del Pueblo del 2016, se presentaron un total de 78,394 demandas de alimentos a nivel nacional; además, solamente en el periodo que va de noviembre del 2019 hasta octubre del 2020, se ingresaron un total de 6,821 demandas por alimentos (*). Son cifras inquietantes que demuestran que el peruano promedio no toma todavía conciencia de las responsabilidades y prioridades que representan el tener un hijo. Pues alejándose por completo de este aterrador panorama, y abrazando de lleno la comedia, se presentó en el Teatro Esencia la pieza de formato breve Mita mita, que propone una historia a la inversa: dos hombres peleándose por la paternidad de un hijo en camino.

Escrita por Luisito Fernández, la pieza nos presenta a dos hombres en la sala de espera de un hospital; cada uno tiene 50% de probabilidad de ser el padre del hijo que espera una amiga en común. Por increíble que parezca, lejos de desentenderse del problema o incluso exigir una prueba de ADN, ambos deciden hacerse cargo del bebé “mitá mitá”, luego de discutir violentamente sobre la paternidad. Como no podía ser de otra manera, el director Johan Escalante apuesta por un funcional tratamiento cómico, con acciones exageradas que matizan los diálogos inocentes y cargados de buena fe de los futuros padres.

Por su parte, Jorge Gomez y Joaquin Usseglio construyen creíbles personajes a pesar de la (absurda) situación; ambos se complementan bien en escena, con buen timing para la comedia. Con solo dos sillas y la caja negra, los actores sostienen los veinte minutos de espectáculo. Se agradece además la voz en off, pero en vivo, de la futura madre. Mita mita, a pesar de presentar una situación completamente excepcional, resulta en un simpático divertimento en el que se celebra la paternidad responsable, pero claro, llevada al otro extremo.

Sergio Velarde

4 de abril de 2024

(*) https://polemos.pe/la-paternidad-responsable-definicion-y-alcances/

miércoles, 3 de abril de 2024

Crítica: PISO 1 - NOCHE/TRASNOCHE


Universos femeninos e historias de ficción

Los proyectos teatrales de formato breve no se detienen y se reinventan mensual o bimensualmente en varias salas. En una de ellas, el espacio de Piso 1 en Miraflores, sigue apostando por novedosas propuestas de diversos colectivos, que tienen mucho que decir en microespectáculos de quince minutos. En esta oportunidad, Oficio Crítico alcanzó a ver cuatro puestas en los horarios de noche y trasnoche, que abordaron tanto las relaciones de amistad entre mujeres (y acaso algo más), así como la irrupción de historias de ficción en nuestras vidas (y hasta después de estas). Todas las microobras mantuvieron un nivel bastante parejo, que las vuelven, sin duda, recomendables.

Bien retratada la frágil estabilidad en la convivencia diaria entre dos amigas de caracteres tan disímiles entre sí, en la pieza Rosa de Guadalupe, escrita y dirigida por Daniel Suárez Lezama; las siempre eficientes Daniela Sosa del Rio y Rocío Olivera aprovechan adecuadamente este sencillo relato, acerca del reto que representa para un par de amigas el compartir un mismo departamento, con un final agridulce que les permite a ambas descubrir que tienen más cosas en común de las que creían. Por otro lado, y orientada más a la comedia, Las nadadoras de Laura Eva Avelluto, con la dirección de Gabriela Gallegos, se vale de los entrenamientos previos de un par de mujeres para una competencia de nado sincronizado, con el propósito de revelar la atípica situación en la que se encuentra una de ellas; simpático trabajo actoral en conjunto de Rocío Montesinos y Lilian Schiappa-Pietra (esta, en reemplazo temporal de Rosilú Osorio) y el recurso bien utilizado de proyección para simular la piscina.

Las ficciones literaria y cinematográfica también tienen un espacio en Piso 1. En la divertida Manual para la primera muerte, escrita y dirigida por Christian Ávalos, se echa mano de un conocido personaje mitológico de La Divina Comedia, como lo es Caronte (Yamil Sacín), ahora completamente entregado al sistema capitalista, encargado de recibir a un pastor espiscopal (Roy Zevallos) e informarle de su reciente fallecimiento; bien resueltas todas las acciones de ambos personajes en la hilarante oficina del Consorcio Religiones Unidas S. A. C., con una oportuna reflexión sobre nuestras creencias acerca del final de nuestros días. Más oscura e inquietante resulta Loco por Sharon, en la que un director obsesionado con la protagonista de Bajos instintos (Claudio Calmet) somete a un casting de pesadilla a una inocente aspirante a actriz (Lía Camilo); si bien el cariz de los personajes acaso se nos muestra demasiado pronto, la valiente ejecución interpretativa y los giros argumentales que urde el director y autor Herbert Corimanya suman para mantener la tensión hasta el final. Esta temporada de Piso 1 ofrece una variada y recomendable oferta teatral.

Sergio Velarde

3 de abril de 2024 

Critica: VESTIDO DE PIEL


Un viaje onírico en la escena contemporánea

Un espectáculo de circo y danza está cautivando al público del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Se trata de Vestido de piel, un viaje sensorial que narra cómo cuatro mujeres están en camino a redescubrirse. La vestimenta resulta ser una metáfora y punto de partida en el proceso de estas, quienes se enfrentan a una deconstrucción de identidad. Vestimentas encarnan capas de ropa, capas del ser, las cuales conforman construcciones aprendidas a lo largo de su vida. El objetivo es, precisamente, encontrar la esencia, representada bajo la idea de un vestido de piel. La dramaturgia y dirección está a cargo de Camila Vera Pinzás, y el elenco de intérpretes está conformado por Irene Laynes, Belén Camasca, Fernanda Luna e Iserr Torrijano. 

La Compañía Silvestre trae a escena una propuesta innovadora que combina la técnica del circo contemporáneo y la danza. Las intérpretes, a través de coreografías y acrobacias, logran contar una historia sin la necesidad de un texto interpretado. La historia llega al espectador a través del movimiento, las calidades de energía, los cuerpos interpretando, el uso de elementos escenográficos apropiados por las artistas en escena, entre otros recursos. Un componente importante que conformó esta propuesta fue la construcción de un ente, un gran montón de prendas con vida, presencia y movimiento del cual entraban y salían las intérpretes durante la obra. Esta decisión fue importante en la historia, pues se entendía la jerarquía de la ropa y su lugar ante la búsqueda de las actrices. Debe tener una mención importante que la música, dentro de esta propuesta, resulta ser de los elementos que más ayudan a integrar y unificar la representación de principio a fin.  

Vestido de piel resalta entre los espectáculos en temporada en la ciudad debido a que representa un montaje con un nivel técnico impecable, además de tener una narrativa clara y estimulante. Considero que la propuesta es muy clara y con un poder movilizador potente, pues permite una libre interpretación de parte del espectador al estar frente a la búsqueda de las intérpretes. Las contradicciones y el drama que conforman la obra son factores que permiten conectar rápidamente con lo que sucede en escena momento a momento. El espectador, ante ello, tiene la tarea de dejarse llevar por la representación -desde la sensorialidad-, pues se le acompaña a recorrer referentes de identidad, de búsqueda, de conflicto y de reconocimiento personal. Si bien es un espectáculo que exige concentración y atención plena del público asistente, el resultado final es una experiencia única y personalizada de sensaciones, imágenes, referentes y vínculos vigentes. 

Stefany Olivos

3 de abril de 2024

martes, 2 de abril de 2024

Crítica: NAUFRAGIOS


Entre coros y migrantes: la historia de Shauba y Mohamed

Existe una isla italiana, cercana a Sicilia, llamada Lampedusa, y desde el año 1992 resulta ser el puente de entrada a Europa de miles de migrantes africanos. Es precisamente en este contexto representado Naufragios, montaje de los alumnos de 8vo ciclo de la Especialidad de Teatro de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP. Los estudiantes interpretan la historia de Shauba y Mohamed, dos jóvenes africanos que nos comparten sus propósitos al querer dejar sus hogares para buscar mejores oportunidades.

Esta propuesta alberga dos obras de Lina Prosa: Lampedusa Beach y Lampedusa Snow, bajo la dirección de Alberto Ísola. La temporada tuvo lugar en el Centro Cultural de la misma casa de estudios. El elenco estuvo conformado por Mitsue Barrón, Valeria Castillo, Claudia De la Torre, Héctor Flores, Gonzalo García, Vanessa G. Alonso, Valeria Mondoñedo, Héctor Montoya, Fabrizio Morales, German Ojeda, Gustavo P. Billinghurst, Susan Pinedo, Rosa Quispe, Valeria Rios, Francesca Urro y Luis Yarasca.

El elenco de actores fue dividido en dos coros: uno de mujeres interpretando a Shauba, y otro de hombres interpretando a Mohamed. La historia de cada personaje fue contada de manera tal que todos los actores tuvieron la oportunidad de interpretar un momento específico del personaje a lo largo de la representación. Además, el trabajo coral permitió extender la presencia del personaje, de modo que aportaban a la contextualización de la historia. Tanto la representación de la historia de Mohamed como la de Shauba fueron intercaladas, de modo que conocíamos las dos historias de a pocos, permitiendo al espectador comparar y reconocer los elementos en común de la situación de ambos personajes.

Los dos coros lograron apropiarse sensiblemente de la historia y esencia de aquellos jóvenes migrantes, destacando por una técnica actoral a la altura de un montaje profesional como este. Es impresionante cómo el elenco alcanzó transmitir las condiciones infrahumanas en las que los dos jóvenes cruzan el mar, buscando mejores oportunidades. Representa un reto actoral que, en definitiva, el elenco superó.

El elemento “Lampedusa” dentro de la representación se convierte en el fin, en un elemento concreto que se persigue a toda costa. Mohamed y Shauba ejemplifican cómo un mismo objetivo puede terminar teniendo cursos distintos, finales opuestos, o finales no esperados. El espectador, al conocer las dos historias completas, podrá entender que, finalmente, existen muchas Lampedusas en el cotidiano, y que quizá nosotros mismos somos náufragos a nuestro modo. En definitiva, Naufragios es una dosis de sensibilidad movilizadora, que lleva al espectador a empatizar con aquellos jóvenes africanos y sus realidades, las cuales quizá no son tan lejanas como parece.

Stefany Olivos

2 de abril de 2024

Crítica: DES-CONOCIDO


Salud mental y teatralidad

Desde que entramos al auditorio de la Casa de Yuyachkani, el ritual preparado por el destacado actor Julián Vargas ya se encuentra en marcha: este nos recibe inflando de a pocos un globo rojo, vistiendo bata y en sayonaras, sentado en una camilla de hospital, con el rostro maquillado de payaso. Todo hace indicar que interpretará a un paciente de la tercera edad afectado por la salud mental. Sin embargo, una silla de ruedas a un lado, en el que se halla un muñeco humanoide de tamaño real y de rostro inquietantemente familiar, y al otro, un perchero con vestuarios, nos indica que el espectáculo tendrá una fuerte carga de teatralidad. Así inicia Des-conocido, valioso, valiente y conmovedor unipersonal con la dirección de Miguel Rubio Zapata.

Vargas, ofreciendo testimonio sobre su trabajo pedagógico con pacientes afectados por la salud mental, traza en su espectáculo pertinentes paralelos con su notable carrera de intérprete, especialmente, cuando recita pasajes de Marat/Sade (1963) de Peter Weiss, que no es otra que la clásica representación de un grupo teatral en una casa de salud mental. Acompaña a la puesta material en video, no solo de trabajos previos del actor, sino también de su labor como pedagogo en pacientes aquejados por este mal. Las secuencias van sucediéndose con bastante fluidez, aprovechando el actor los elementos a su alcance para crear poderosas imágenes, como la de la tina o la de la marcha marcial.

Con décadas de experiencia sobre los escenarios, Vargas entrega voz, cuerpo y alma en su performance con sobresalientes resultados. Junto a Rubio, intercalan ingeniosamente las secuencias del pasado del artista y de la dura realidad de sus alumnos-pacientes (¿acaso los actores no están, en el fondo, un poco locos?) de una manera sólida y coherente. Des-conocido, como lo mencionó su director al terminar la función, es aún un work in progress, que promete convertirse en un unipersonal conmovedor y necesario para sensibilizarnos acerca de la salud mental, una deuda pendiente y urgente que nos debe el aparato estatal.

Sergio Velarde

2 de abril de 2024