sábado, 30 de agosto de 2008

Colaboración: ENCUENTROS PERDIDOS

ENCUENTROS PERDIDOS


Esta creación colectiva demuestra las posibilidades del teatro de reflexionar sobre los personajes literarios que surgen del propio caldo social de una determinada sociedad. Escritores como Vargas Llosa, Arguedas, Oscar Malca, etc., muestran personajes con cuya experiencia se pinta una relación muy viva con la contingencia de lo que nos acontece. Este grupo propone un dialogo con estos personajes y una atmósfera que se enriquece con la intervención de la música y la danza.

Encuentros perdidos es un oximoron que va revelando su sentido a medida que transcurre la obra. Se trata de personajes y situaciones que se nos hacen propias por vivir en medio del "sustento histórico" que les dio existencia ficcional. La manera cómo se apropian del escenario es singular. Poco a poco van apareciendo las partículas de historia de las cuales son elementos insustituibles. Si uno se pregunta qué tiene que ver LOS RIOS PROFUNDOS con CONVERSACIÓN EN LA CATEDRAL, probablemente nuestra respuesta sea NADA. Pero en el fondo de las conciencias de estos actores y quienes los han dirigido siento que hay una idea muy fuerte de que estas obras tienen un hilo conductor que las puede convertir el una. La experiencia del niño Ernesto, puede ser parangonable con la experiencia de Santiago Zavala, en la medida que dan cuenta de un mundo azaroso y contradictorio.

Así ocurre con las otras novelas de las cuales no toman las partes principales sino los momentos en que pueden construir dramáticamente "algo".Ese "algo" no se nos escapa de las manos (de la cognición) por el tejido tan a propósito que realizan los actores, que se ayudan de algunas imágenes fílmicas para redondear el sentido de su propuesta.

Inevitable el referirse a la violencia; inevitable también que en el proceso cronológico de las obras esta se abrá paso sensiblemente entre las obras. En unas estaría en estado de latencia y en cambio en otras cobra el centro de su expresividad artística. Bueno hay tanto que comentar en Encuentros perdidos que lo dejo ahí para que otros puedan también hacerlo.

Luis Paredes
Asociación Peruana de Crítica e Investigación Teatral

Colaboración: ILUMINARE


ILUMINARE


Nuevamente LA TARUMBA nos vuelve a conmover con un espectáculo de circo que enfocando el tema del amor " a las maneras de La Tarumba", con mucha adrenalina, con mucha imaginación física y musical, nos conduce por los vericuetos de este sentimiento y desnuda imágenes interiores muy trascendentes.

Hemos asistido una vez más a ver un espectáculo de La Tarumba llenos de la expectativa que nos dejan sus puestas anteriores. Vemos a un elenco afiatado en las suertes que desempeñan, muy sólido y con una expresividad superior a otras citas.

ILUMINARE, tiene el ritmo de los tonos jazzeros de su música y muchas veces durante el espectáculo volteamos a ver a los músicos que van realizando su parte de creación correspondiente, pero con un convencimiento que compite perfectamente con la acrobacia más espectacular que hayamos visto sobre el escenario (y de ellas hay muchas).

ILUMINARE, ilumina nuestro interior para sacar de él los elementos que puedan asir el AMOR con mayúscula...los personajes van tejiendo un camino del amor que todos compartimos y celebramos, este encuentro de los personajes que son el centro de esta historia, se produce con todos los aderezos que puede dar el movimiento y el espectáculo.

El AMOR es un leit motiv que La Tarumba sabe desarrollar con sus imágenes circenses y con toda su teatralidad. Esos seres que surgen del espectáculo y que estaban envueltos en burbujas gigantes son la muestra de que todo espectáculo guarda un nacimiento. Somos nosotros que nacemos ante la maravilla. Y son los seres imaginarios que pueblan nuestros mejores sueños.

La Tarumba, logra conmover con la destreza de sus chicas en las telas, donde sus evoluciones están el servicio de una idea mayor, dar belleza y poesía al tema...Salimos alagados por La Tarumba...Salimos impulsados a emprender mejores luchas por ese sentimiento...Y salimos convencidos que para el amor todo esfuerzo será pequeño...Que siempre nos esperan grandes cosas por este AMOR como lo dice La Tarumba con ILUMINARE.

Luis Paredes
Asociación Peruana de Crítica e Investigación Teatral

domingo, 10 de agosto de 2008

Colaboración: IL DUCE


IL DUCE O LA NOSTALGIA DE NO HABERNOS COMPROMETIDO 

En el Teatro Británico de Miraflores se viene presentando IL DUCE escrita y dirigida por MATEO CHIARELLA. La obra enfoca la vida del dictador italiano con recursos que nos hacen pensar en un juego de intertextualidades escénicas que logran dibujar no sólo el contexto en el cual se inscribe Mussolini sino también las proyecciones que de esa época sobreviven hasta hoy.

IL DUCE necesariamente es una obra que maneja en cierto modo las visiones ideológicas de determinada época. Visiones que más o menos de la misma forma se van desvelando en otras épocas y espacios. El compromiso con la visión del mundo que mueve a Mussolini a hacer lo que hizo es un punto central de la obra de Mateo Chiarella. Este compromiso se ve reforzado por estos personajes iniciales que pretenden recobrar el cuerpo "impoluto" del dictador y se ven sumidos en la más triste desilusión.

El juego de tiempos entre la experiencia del dictador y el otro momento en que buscan su cadáver es muy expresivo de lo que se quiere decir con la pieza. La idea de tratarse de dos tipos de hombres: los que se comprometen y los que no lo hacen, es muy fuerte y se respira hacia el final de la pieza en que el personaje que lucra con la muerte es muerto a su vez por un fascista fanático.

Los personajes tienen una fuerza expresiva sorprendente. Salvo dos de ellos, en los que yo creo faltó sustento dramatúrgico: uno es Grandi, que es ninguneado en todo momento por Mussolini (en impecable interpretación de Coco Chiarella) y otro es el yerno de éste que teniendo que representar lo que una facción católica del fascismo, solamente apenas esboza su contradicción al final de la pieza con un dictador a todas luces decadente.

Digo esto, porque hubiera sido mucho más rico que estos personajes que no tienen el relieve de caricatura que en buena hora tiene el Rey, sean los depositarios de cierta fuerza moral que se va manifestando contraria al dictador y solucionar su apariencia falsamente esquemática.

Con todo la puesta en escena se expresa en su universo de decisiones ideológicas y políticas que se repiten a lo largo de la historia y llega a ser un momento propicio para reflexionar sobre la carga de los acontecimientos si otras hubieran sido las determinaciones y la catadura moral de las personas.

Todo movimiento revolucionario tiene sus propias circunstancias y depende de las personas que lo llevan a cabo. Resolver las distintas disyuntivas de acuerdo a la moral y a los reclamos de las mayorías es siempre una regla que exige sus esfuerzos y no siempre los líderes están a la altura de ese esfuerzo.

Los que se comprometieron con Mussolini quizá tuvieron una expectativa más sana que el propio líder. No haberse comprometido con él o con otro cualquiera no nos exime del juicio de la Historia. Al contrario, nos hace perder la oportunidad de ser partícipes de algún enrumbe nuevo que quizá haga cambiar de signo moral al movimiento.

La política tiene sus "suciedades" como lo manifestó el propio Chiarella (padre) en la versión de LAS MANOS SUCIAS de Sartre. Ensuciarse un poco en ellas no es del todo negativo. Quizá sea más negativo permanecer indiferentes.

Luis Paredes
Asociación Peruana de Crítica e Investigación Teatral

martes, 5 de agosto de 2008

Crítica: LA MOSCA DOMÉSTICA y UN DOLOR AGUDO Y PUNZANTE


Dramaturgia atemporal


Siempre es grato ver en escena obras de autores nacionales, especialmente las del dramaturgo “más prolífico y distinguido de América Latina” (según mención de la Universidad de Texas - U.S.A.) y actual Secretario General del SAIP, Juan Rivera Saavedra. La Asociación Cultural Pegaso, bajo la dirección de Mary Oscátegui, lleva a escena en el Club de Teatro de Lima las comedias: “Un dolor agudo y punzante” y “La mosca doméstica”, escritas por JRS en 1967, y que dejan ver la aguda y certera visión del autor, pues ambas lucen muy actuales, o en todo caso, atemporales.

En “Un dolor…” se juega con la contraposición de caracteres en el espacio temporal: luego de un leve accidente, un muchacho vuelve a casa para lamentar exageradamente su suerte ante su sufrida madre. Con el transcurrir del tiempo, y de manera sorpresiva aunque gradual, la situación inicial se invierte, la víctima se convierte en lo que tanto temía y la madre adquiere un fuerte carácter, que la lleva incluso a dar rienda suelta a su lado socialista, siempre acompañada por el fino humor negro del autor.

Mientras que en “La mosca doméstica”, una de las pocas comedias peruanas de ciencia ficción representada frecuentemente desde su publicación, no se da tregua al espectador con las constantes e inesperadas vueltas de tuerca que tiene su historia. Un matrimonio en decadencia regresa a casa luego de asistir a un funeral, en el que ella perdió los papeles. La histeria y la soledad por la pérdida se ven acrecentadas por la paranoia generada por una sirvienta muy particular. La interpretación por parte de los actores genera la comedia y hacen creíbles los increíbles reveses del texto, que sorprenden hasta el final.

La puesta en escena, minimalista y ajustada, se sostiene básicamente en la dramaturgia y en el histrionismo del elenco. A destacar la actuación de Mary Oscátegui, quien se luce en ambas obras, construyendo personajes muy diferentes entre sí, tanto en expresividad corporal como en el manejo del ritmo y la voz. José Medina (en “Un dolor…”) y Walter Huallpa (en “La mosca…”) acompañan acertadamente a la actriz y directora del espectáculo, superando los baches en la operación de las luces y el sonido. Dos simpáticas comedias, no carentes de reflexión, muy recomendables para apreciar la atemporal creación dramatúrgica de JRS.

Sergio Velarde
05 de Agosto de 2008

lunes, 4 de agosto de 2008

Crítica: SOLO DIME LA VERDAD


Mentiras verdaderas o falsas verdades 

Una apacible y poco ventilada florería, en donde sucede el encuentro entre la guapa administradora de nombre Julia y dos jóvenes de la calle, es el sencillo y singular escenario en donde se dicen y se hacen muchas cosas, pero que ni el público ni los personajes de la obra saben a ciencia cierta, si carecen de absoluta verdad o desbordan de aparente mentira. En la obra “Solo dime la verdad”, de autoría de Daniel Dillon y con dirección de Carlos Acosta, la “normalidad” de Julia es resquebrajada con las historias (o cuentos) de estos dos conflictivos y conflictuados personajes, decididos a todo por sobrevivir, pues utilizan las mentiras como la mejor arma para lograr sus propósitos.

Tal vez el mayor acierto de la obra (o quizás para algunos, su mayor yerro) sea el de no precisar con exactitud la moraleja de la historia. “La mentira nunca es buena, mata el alma y la envenena”, una frase que todos conocemos, pero que aplicamos parcialmente (en mayor o menor medida) en nuestra vida diaria. ¿Pero es sólo este trillado mensaje lo que el esforzado grupo Libre Palabra quiere darnos a entender? Toda la puesta en escena, que busca aprovechar al máximo el espacio que ofrece el centro Cultural CAFAE, luce una especie de “artificiosa” naturalidad, que deja al espectador mucho en qué pensar al abandonar la sala.

El buen director Carlos Acosta, tan acostumbrado a dirigir obras teatralistas como “Hamlet Machine” o “La lección”, no logra ceñirse con la firmeza necesaria el corsé del naturalismo de esta pieza realizada por encargo, pero que en todo caso sirve para el lucimiento de una buena actriz, como lo es Fiorella Díaz en el papel de Julia, y para apreciar los avances de los jóvenes Gisella Estrada y Henry Sotomayor, quienes aportan nervio y convicción a sus personajes.

“Sólo dime la verdad” encontrará su sendero correcto con el transcurrir de la temporada, cuando las acciones de los personajes engranen perfectamente con los objetivos compartidos en dramaturgia y dirección, y que promete envolver (de verdad) al público asistente con estas falsas verdades o mentiras verdaderas, que constituyen las emociones humanas y que se dejan ver en este sencillo pero inspirado texto de Daniel Dillon.

Sergio Velarde
04 de agosto del 2008