jueves, 24 de febrero de 2022

Crítica: LOS HIJOS DE PUTIN


Comedia pandémica en tiempos de preguerra

¡Qué curioso reseñar una puesta en escena en clave de comedia, cuyo personaje principal es ahora uno de los responsables del enfrentamiento militar actual que compromete a buena parte de la humanidad! Los hijos de Putin, escrita por Diego Salinas y dirigida por Marcelo Rodriguez Yzusqui, fue uno de los montajes presenciales de fines del año pasado, que volvió a recibir a público presencial con aforo reducido, en este caso, en el Centro Cultural Ricardo Palma. La puesta fue presentada por la Asociación Cultural Esperanta y cumplió sobradamente las expectativas, convirtiéndose en un sólido entretenimiento con una oportuna reflexión social.

Dos peruanos radicalmente opuestos se encuentran en un aséptico espacio para recibir la única dosis de la vacuna rusa Matryoska, la cual ofrece una seguridad 100% efectiva contra la COVID 19. Sin embargo, solo uno de ellos será el elegido, por lo que deberán pasar tres disparatadas pruebas para así elegir al ganador, siendo el jurado el mismo presidente de Rusia en persona. La dramaturgia de Salinas apela en un inicio a conocidos estereotipos: Tomas Garrido-Larraín (el mismo Salinas) es un sensible y acomodado representante de la llamada “generación de cristal”, mientras que Juan Navarro Chilpa (Aníbal Lozano) es un desfachatado e ingenioso provinciano. La atinada dirección de Rodriguez Yzusqui mantiene el ritmo y el interés en la trama, apoyada también por una hilarante voz en off que le agrega comicidad a las competencias.   

El elenco resultó muy simpático y convincente: Salinas y Lozano compusieron muy bien a sus personajes, dotándoles de humanidad y divirtiéndose en escena; pero quien se lució fue un sorprendente Boris Mena, quien interpretó al mismísmo Putin, en una caracterización perfectamente lograda. Acaso solo los últimos minutos del montaje merecerían una revisión, pues se alarga innecesariamente la evidente moraleja de la historia. Una reposición de Los hijos de Putin en estos tiempos tendría evidentemente una connotación completamente distinta, pero seguiría siendo una muy recomendable comedia, que aborda con humor nuestras profundas diferencias sociales y además, la falta empatía entre propios compatriotas que nos impide alcanzar el bien común.

Sergio Velarde

24 de febrero de 2022

Crítica: VIVE


Polémica identidad

“Y tú me dices que sufres y yo sé que es verdad
Pero por favor cuéntame una historia nueva
Y con algún final original.”

Cuéntame una historia original, Los Prisioneros.

Después de la nominada Hijos de la guerra en el 2020, el colectivo Cuerpos del Abismo regresa a la presencialidad junto al colectivo Puentes Cultural con la obra Vive, ópera prima del joven actor y ahora dramaturgo Duilio Dall’Orto, en el Nuevo Teatro Julieta, bajo la dirección de Diego La Hoz y el trabajo actoral del mismo dramaturgo, así como de Marianne Carassa, Jorge Guerra, Jorge Luis Pérez, Raúl Saco, Pedro Sessarego, Matías Spitzer y Dánika Tagle. Vive es una historia de búsqueda personal encapsulada en una historia de amor: Enzo, el protagonista, está enamorado de Tomás y vive su relación a escondidas de las personas que lo rodean. Su madre, que nunca supo de su relación, pero quizás la adivinaba, ha fallecido hace muy poco. El muchacho vive en la casa de la conservadora familia materna en la que también está su padre, un hombre de modales rudos y hasta intimidantes que, a su manera, ama a su hijo y trata de averiguar qué es lo que sucede con él. Esta historia se desarrolla a lo largo de seis meses en los que Enzo, egresado de la carrera de Arquitectura, se avoca a escribir y sustentar su tesis de grado.

Siempre es una buena noticia que el texto de un dramaturgo joven vea la luz en los escenarios locales. También lo es que lo acompañe un equipo comprometido desde la producción, la dirección y el cuerpo actoral. Por tanto, lo menos que podemos hacer desde este medio es analizar el resultado final con la misma seriedad y compromiso. Así, lo primero que hay que decir sobre el texto de Dall’Orto es que dista de ser, como se lee en la sinopsis de la nota de prensa, una polémica obra sobre la comunidad LGTBIQ. Podría haberlo sido si se hubiera escrito hace 30 años, cuando la dramaturgia local empezó a abordar esta temática de manera más notoria. Este texto nos remite a esquemas sociales de la Lima de entonces. El uso de referencias del año 2021 nos confirma que se trata de una obra escrita muy recientemente, pero que retrata a una sociedad de casi a fines del siglo XX. Quizás lo que nos genere esta impresión es el singular candor con el que Dall’Orto nos cuenta esta historia. La mayoría de personajes juveniles exhiben una ingenuidad tal que no parecen haber sido curtidos por los rigores de una carrera universitaria y la experiencia de vida que en ella se acopia. Más que adultos jóvenes de veintipocos, los personajes de la obra nos recuerdan a un grupo de adolescentes que acaban de terminar la etapa escolar y comienzan a florecer a la adultez con DNI en mano. Estas características podrían entenderse en Enzo, el protagonista, que vive reprimido por el entorno familiar. Pero llama la atención, por ejemplo, que Tomás, de lejos más experimentado, tenga un episodio de celos después de la escena en casa de Gabriel, o que Camila sea incapaz de decir la palabra “sexo” en voz alta, o que Sandra, que parece tener una vida sexual plena, hable de sexo con el disfuerzo de quien habla de una travesura o con la novedad de lo que se ha descubierto hace unos pocos meses. En este aspecto, la excepción parece ser Gabriel, un personaje que hace gala de un cinismo refrescante pero que se emplea para ejercer un rol discursivo en la trama. Podría decirse, claro, que en la realidad hay individuos que son como los personajes que la obra busca retratar. De ser así, es curioso que se hayan juntado todos en un grupo de amigos. Fuera de esta ingenuidad, no se percibe mayor profundidad en los personajes, salvo en el protagonista. La historia de Enzo es la de un personaje tridimensional que vive e interactúa con un fondo de personajes bidimensionales, casi estereotipos. El caso más extremo es el del amigo de Gabriel, cuya existencia se justifica para informarnos que Tomás tiene un pasado y para que haya cuatro y no tres personas en una habitación. El transcurso del tiempo, o la percepción del mismo, es bastante particular. Se mezclan situaciones que suceden en el lapso de meses, pero que se manejan como si hubieran sucedido de un momento a otro, con otras que ocurren como parte de la trama, pero sin la concurrencia del espectador, quien tiene que llenar los espacios vacíos asumiendo que algo sucedió en el ínterin.

En cuanto al trabajo actoral, los actores jóvenes tienden a “botar” el texto de manera poco articulada y, en ocasiones, hasta recitada. Esto merma la acción de sus personajes y nos distrae de la historia que están interpretando. Honrosa excepción encontramos en el trabajo de Jorge Guerra, cuya capacidad suma de manera favorable a la de Tomás, el segundo personaje con más sustancia en la obra. También destacan por su trabajo de texto las actrices Marianne Carassa y Danika Tagle, aunque esta última parece haber tomado decisiones (avaladas por la dirección) que refuerzan la inverosimilitud de su personaje, ya referida líneas arriba. En el caso de Pedro Sessarego, si bien hay un correcto manejo de texto, vemos que la agresividad con la que ha dotado a su personaje (el padre) tiende a la furia y a una actitud “mechadora” como estrategias de intimidación, sin recurrir a tantas otras que podría haber usado desde su posición de poder como padre y como hombre mayor y más curtido. Se agradece la integración en su trabajo de gestos físicos de cariño con el personaje de Enzo. Esto aleja en algo a su personaje del estereotipo del padre intimidante que da miedo y que no es nada más.

La producción y la dirección se han esmerado en cuidar los detalles artísticos en todo momento. El uso de colores y estilo en el afiche de la obra y en el material de difusión (incluido un hermoso trailer de calidad cinematográfica) son los mismos que se han empleado en el montaje de la obra. La escenografía es sencilla y funcional. Poliedros modulares huecos de distintos tamaños, estructurados con aristas y algunos de sus planos, se acomodan en cada escena para construir el mobiliario. En el foro, hay dos burros de ropa con el vestuario para los actores, quienes se cambian entre escenas y esperan para entrar a ellas sentados en bancas laterales, sin salir nunca del escenario. El trabajo de iluminación, idéntico al del afiche, acompaña bien la obra, armonizando con la atmósfera de escenas como las de la casa de Gabriel o el sueño de Enzo. Lo mismo sucede con la música y las máquinas de humo. El uso que hace la dirección de todos estos recursos, aunque en general es bastante correcto y funcional, por momentos es errático al proponer algunas interacciones esporádicas de los personajes con el mobiliario, que no se llegan a integrar al lenguaje de la obra. Por ejemplo, entrar dentro de un módulo y salir segundos después mientras otro personaje habla, o gatear por dentro de los módulos. La parte final en la escena en casa de Gabriel hace un esmerado uso de estos recursos, pero decae ante el muy básico trabajo de movimiento del único actor que se mueve. Nadie espera ver un número de danza contemporánea, pero sí un despliegue corporal que esté a la altura de la escenografía propuesta. De lejos, la escena mejor lograda artísticamente es la del sueño de Enzo. En ella, confluyen con efectividad el texto de la obra, el trabajo actoral del conjunto y el de movimiento corporal, y el ambiente generado por el mobiliario, las luces y el sonido. Este pasaje onírico muestra simultáneamente la sensación de encierro de Enzo, a merced de sus demonios internos, y la absoluta libertad de La Hoz para llevar la escena hasta los extremos.

Vive es una gesta personal y artística que, como se indica en su sinopsis, “celebra la libertad de ser uno mismo y reflexiona sobre el riesgo de serlo en una sociedad conservadora como la nuestra”. Es bueno que haya llegado a nuestros escenarios, tan bien acompañada como lo ha estado. No compartimos la idea de que sea polémica, como también se autodefine. Aunque quizás sí lo sea para sus creadores. Quizás lo polémico del mensaje que se nos quiere hacer llegar sea que, a diferencia de otras sociedades, la nuestra no ha avanzado un ápice en los últimos 30 años. Quizás. Que sea el público quien lo cavile.

David Huamán

24 de febrero de 2022

miércoles, 23 de febrero de 2022

Entrevista: DAVID CARRILLO


“El humor es normalmente insurrecto, por eso tienes que aprender a adiestrarlo.”

Uno de los actores y directores más reconocidos dentro del género de la comedia es, sin duda, David Carrillo. Con un extenso trabajo teatral sobre los escenarios, está por estrenar la obra presencial El mueble (o todas esas cosas que nunca nos diremos). La dramaturgia les pertenece a los españoles Juan Carlos Rubio y Yolanda García. Estará en temporada en el Teatro de Lucía, con la participación actoral de David (quien dirige) al lado de la reconocida actriz Cécica Bernasconi (quien asiste a la dirección).

El mueble (o todas esas cosas que nunca nos diremos) cuenta la historia de Tati y Carlos, que serían la pareja ideal si no fuera porque el montaje de un sencillo mueble sacará a la luz su complicada convivencia después de veinticinco años. Con cada tornillo, taquito y bisagra saltan por los aires las quejas ocultas y las reclamaciones evidentes. Y es que, cuando un mueble entra por la puerta, el amor sale directamente por la ventana.

Las funciones presenciales son de jueves a sábado a las 8 p. m. y los domingos a las 7 p. m. Las entradas, a un valor de 40 soles, están disponibles en Joinnus y una hora antes de comenzar la obra en la boletería del Teatro de Lucía. También estará disponible la puesta virtual en la misma plataforma.

Sergio Velarde

23 de febrero de 2022

sábado, 19 de febrero de 2022

Crítica: EL OTRO APLAUSO


¿Qué significado le damos a los aplausos al final de una función?

El otro aplauso, escrita por Diego La Hoz y dirigida por Cristina Lara, nos invita a reflexionar sobre ese hecho: ¿cuántas veces hemos terminado una función de fin de semana con esa adrenalina que nos dan los aplausos y la energía que entregamos, para luego guardar nuestras cosas, cambiarnos e irnos a casa? Luego llega el lunes y quizás ese aplauso aún resuene en nosotros, pero se asoma rígida y avasallante la realidad del día a día, aquella que invita poco a disfrutar de lo que nos apasiona, porque tal vez nos empuja constantemente a los resultados, a las metas y a “ser alguien en la vida” disfrutando poco del significativo hecho de simplemente SER en el instante presente, con lo que nos mueve de verdad por dentro.

Dos personajes: una de colores muy vivos que motiva a jugar, a ser niños, a no racionalizar tanto, a soñar, apasionada, entregada, expansiva; y la otra de colores más oscuros, racional, la adulta, la realista, hacia adentro, la que necesita sentirse segura del mañana. El rostro de los personajes pintado a la mitad, acaso otro claro detalle de dualidad y separación que nos hemos auto-etiquetado (los soñadores y los realistas).

Todo esto, propuesto dentro del entorno pandémico y en la virtualidad en que nos encontramos, no obstante funcionaria muy bien fuera de estos. ¿Acaso no hemos sentido alguna vez esa voz interna que nos pregunta “¿para qué hago lo que hago?” y luego pasó a interrumpir mis sueños porque necesito subsistir? ¿Puede haber una posibilidad donde hacer lo que amo, para aquello que soy bueno, para aquello que necesita el mundo y que me puedan pagar lo que realmente vale mi labor se junten? ¿Puede haber una posibilidad donde mi HACER esté alineado con mi SER?

Para cerrar esta nota, destacar el acompañamiento musical realizado con amor de Luciana León, que le daba un ambiente creativo, suave y preciso a la pieza.

Una obra que nos invita a observarnos en ese otro aplauso, el de nuestro interior, el que nos damos a nosotros mismos por SER y HACER lo que soñamos.

Manuel Trujillo

19 de febrero de 2022  

Crítica: LA COMEDIA DEL AÑO


Curioso espectáculo metateatral

La comedia del año es el nada ambicioso título de la primera apuesta del 2022 de Mever Producciones, a cargo del joven dramaturgo, director y actor Gianfranco Mejía, quien se encarga de mostrar a los espectadores, antes de empezar la función en el Teatro Auditorio Miraflores, un collage de fotografías de todos los montajes anteriores de su autoría y dirección, todos ellos presentados con sala llena. Y es que las fotos del público asistente publicadas virtualmente así lo confirman, aunque estas, en estos tiempos actuales de aforos reducidos, pueden generar hasta cierta preocupación. Pero nada de ello pareciera detener el éxito de sus producciones, ni siquiera los últimos testimonios en redes sociales en los que se acusa un relajamiento de las medidas sanitarias, como por ejemplo, la no presentación de carnés de vacunación para ingresar a la sala. Pero dejando de lado las consideraciones extrateatrales ¿será La comedia del año una de las puestas más destacables de este 2022? Muy temprano para afirmar nada, pero sí que este espectáculo se presta para anotar algunas curiosas reflexiones.

Estrenada en el 2017 (la puesta de este año sería una reposición tardía), la trama tiene una fuerte carga metateatral desde su misma locación, que no es un teatro, pero sí un bar en el que el elenco artístico contratado por su administrador ve amenazada su permanencia debido a la pobre calidad de los espectáculos presentados y por ende, al escaso público asistente. Es desde esta premisa en la que es necesario dejar de lado la lógica para encontrar el disfrute de la puesta. Y es que al levantarse el telón aparece el administrador (Pedro Olórtegui) desde las butacas, saludando a los parroquianos de su bar, que vendría a ser el mismo público de la obra dentro de la obra. Acto seguido vemos los sketches preparados por el elenco, conformado por un grupo de buenos actores, incluido Mejía, que supuestamente deberían interpretar a un grupo de “malos” actores o en todo caso, incapaces de sacar adelante personajes apenas bosquejados en situaciones triviales y cotidianas. Pero el público del bar, es decir, de la obra dentro de la obra, ríe a carcajadas y disfrutan del espectáculo dentro del espectáculo. Entonces ¿es creíble que el joven elenco sea recriminado por una mala performance cuando sus sketches son un éxito? ¿Se prestan acaso fragmentos de Shakespeare, por ejemplo, para entretener a la gente en un bar?

Es por ello que es necesario olvidar el sentido común y simplemente seguir las vicisitudes de estos actores (¿improvisados?, ¿empíricos?) por evitar ser despedidos hasta el improbable final en el que se luce un actor tan bueno como Jeffrie Fuster. No revelaremos la conclusión de esta atípica aventura metateatral de Mejía, pero sí que llama la atención el que la solución a los problemas de asistencia de público y calidad del espectáculo se encuentre en la presentación apurada de un formato no precisamente teatral. Todo el elenco es muy simpático, que incluye además a Gabriela Pérez-León, Victor Barco, Dianna Condori y una muy divertida Lorena Reynoso. La comedia del año es un sencillo entretenimiento que funciona muy bien si abandonamos las convenciones de la lógica. Y confirma una vez más las enormes posibilidades que tiene Mejía para ofrecer, a su numeroso público cautivo en el futuro, productos cada vez más complejos y estilizados.

Sergio Velarde

19 de febrero de 2022

viernes, 18 de febrero de 2022

Crítica: 2 DE RIBEYRO


Divertido y entrañable díptico escénico

Nadie para escribir cuentos como Julio Ramón Ribeyro. Su sencillez narrativa, su enorme sensibilidad y su extraordinaria capacidad para contarnos grandes cosas a partir de pequeños detalles del cotidiano lo convierten en un referente de importancia capital para la literatura peruana y latinoamericana. Pero Ribeyro, como escritor, también escribió novelas y obras teatrales. Precisamente, dos de sus piezas cortas fueron llevadas a escena el año pasado, en un montaje presencial denominado 2 de Ribeyro en el Teatro de Lucía y que tuvo varias extensiones de temporada, no solo por la necesidad imperiosa por parte del espectador de ver nuevamente teatro peruano en vivo, sino además por la calidad de la puesta en escena.

Dirigida con mano diestra por el experimentado Alberto Isola, la obra nos presentó las simpáticas comedias cortas El último cliente y la popular Confusión en la Prefectura, en las que los actores Sandra Bernasconi, Javier Valdés y Roberto Ruiz se movieron como peces en el agua. En la primera, vemos una improbable historia de amor en una casa de alquiler de trajes de novios en el centro limeño; y en la segunda, una serie de enredos provocados por la inminente caída del presidente y producidos en una olvidada prefectura de una lejana provincia sudamericana. La precisa dirección, la funcional escenografía y especialmente, el respeto por la fuente original permitieron conseguir un espectáculo sólido y muy recomendable.

A destacar, por supuesto, las interpretaciones del elenco, cada uno en doble papel: Bernasconi y Ruiz estuvieron impecables, pero fue un Valdés en estado de gracia quien se robó el espectáculo como el disparatado Prefecto. 2 de Ribeyro fue un díptico escénico que nos devolvió a uno de nuestros escritores peruanos más entrañables, con dos divertidas historias que nos hicieron además reflexionar sobre lo poco que hemos evolucionado como sociedad y que el verdadero cambio social dependerá de cuánto queremos en verdad ser mejores seres humanos. Un notable espectáculo que bien merece más reposiciones.

Sergio Velarde

18 de febrero de 2022

Crítica: AMOR INMORTAL


¿Acaso bastará el amor?

A propósito de las celebraciones por el mes del amor y la amistad, la Tangente Producciones viene presentando la obra Amor Inmortal, escrita y dirigida por Jorge Pecho, esta vez de manera presencial en el Teatro Esencia de Barranco.

Con las interpretaciones de Leonela Alarcón y Ginno Paul Melgar, quienes convencen como dupla al darle vida a la historia de Mario/Merlín, una suerte de mago inmortal, que agobiado por la decadencia de la humanidad, se refugia en un pequeño y viejo departamento ante la inminente crisis que atraviesa el país. Aparece entonces Ana/Morgana, un amor del pasado, para convencerlo de cambiar el rumbo de las cosas, entonces surge un diálogo cargado de revelaciones que determinará no solo el destino del mundo, sino también el de su relación.

Es preciso mencionar la interesante narrativa que propone Pecho, ya que plantea la relación y diferencias de los personajes, a través de hechos relevantes de la historia mundial y la política, permitiéndole al espectador descubrir dos caras de la moneda. Por ejemplo: el capitalismo y el socialismo. Sin duda, una singular estrategia para hablar de un tema como el amor de pareja. Ahora bien, el escenario se compone con los elementos necesarios para crear una atmósfera sombría y abandonada, acompañada con el diseño de luces que marca ciertos cambios en las escenas. Otro detalle importante fueron los vestuarios, que dejan entrever las distintas personalidades de los personajes, los cuales son bien ejecutados por los actores, atribuyéndoles matices y características definidas.  

Amor Inmortal es una pieza que bien podría encajar en la categoría de “drama moderno o futurista”, un género que domina bastante bien Pecho, quien como autor y director de esta propuesta aprovecha y destaca lo mejor de ambos mundos. Además de abordar el eterno cuestionamiento de la humanidad: ¿acaso bastará el amor?

*Vale mencionar que Oficio Crítico tuvo acceso a la función grabada desde el teatro; sin embargo, la opinión de esta reseña se basa en la propuesta presencial.

Maria Cristina Mory Cárdenas

18 de febrero de 2022

jueves, 17 de febrero de 2022

Crítica: EL CABEZA DE CLAVELES


En favor de la inclusión

Presentada en setiembre del año pasado en formato virtual, El cabeza de claveles, bajo la dirección y dramaturgia de J. Miguel Vargas Rosas, fue una curiosa propuesta que abordaba la discriminación y la violencia que ejercía la sociedad sobre aquellas minorías a las que consideraban diferentes por múltiples factores, representadas en aquel ser con habilidades especiales y además, con claveles por cabellos y carrizos por dedos. Grabada en una de las salas del Museo José Carlos Mariátegui, la historia dejaba una oportuna reflexión en favor de la inclusión; una que se mantuvo durante su estreno presencial en diciembre pasado en el Teatro Mario Vargas Llosa de la Biblioteca Nacional.

La trama nos presenta a Julián, el noble muchachito que sufre el asedio de toda su comunidad, solo por ser “diferente”. Su padre decide entonces huir con él hacia la ciudad, escapando de la ola de violencia en su contra. Ya de adulto, Julián continúa experimentando la discriminación, una que parece volverse cada vez más violenta. Como anotábamos en la reseña de la puesta virtual, la estética fue uno de los aspectos que debía revisarse en la pieza de Vargas Rosas. En su pase al escenario de San Borja, se acusa nuevamente la falta de un trabajo más cuidadoso en cuanto a la escenografía y al vestuario. El uso de gigantografías o de vistosos vestuarios para personajes que exclaman ser muy pobres, por citar dos ejemplos, no suman a lograr la convención con el espectador sobre la trama.

Las actuaciones, en cambio, son muy empeñosas: los jóvenes Alexandra Cisneros, Víctor Lucana y Kevin Sulca acompañan adecuadamente al experimentado Fernando Pétong y al mismo Vargas Rosas, quien interpreta al personaje protagónico de adulto. El cabeza de claveles, en su versión presencial, vale como un llamado de atención hacia la falta de inclusión en nuestra sociedad, en la forma de una fábula real-maravillosa; no obstante, como espectáculo presencial debería replantearse especialmente el apartado estético, para un mayor disfrute del hecho teatral.

Sergio Velarde

17 de febrero de 2022

lunes, 14 de febrero de 2022

Crítica: DEL AMOR Y OTRAS CUESTIONES


Amor de viernes

“Yo no te raptaré por nada del mundo. Te necesito para ir a tu lado deseando raptarte. ¡Ay del que realiza su sueño!”

La casa de cartón, Martín Adán.

RAGAR PRODUCCIONES S.A.C., casa productora fundada recientemente por el prolífico actor, docente y director Ramón García, lleva a las tablas Del amor y otras cuestiones, su primer espectáculo presencial, en una corta temporada de cuatro funciones durante el mes de febrero en el Teatro Barranco. Esta temporada se ofrece como la primera de “Los viernes de Ramón”, evento que ofrecerá todos los viernes del año espectáculos teatrales variados en distintos formatos. En este caso, Del amor y otras cuestiones nos trae cuatro microobras en una sola función, tres de autoría del dramaturgo iraní Farhad Lak y una del peruano Sebastián Salazar Bondy. Todas ellas dirigidas por el mismo García e interpretadas por Nicolás Fantinato, Karin Morris, Johan Escalante, Alejandra Chávez, Raffaella Anselmi y Luis Enrique Guerrero.

Las cuatro historias que componen el espectáculo giran en torno al inacabable tema del amor, tanto en clave de drama como de comedia. Sin más recursos que un escenario pequeño, con el mobiliario indispensable y un videowall que cambia según la obra, la propuesta de García gira en torno a un intenso trabajo actoral y a su capacidad para contarnos estas historias en el lapso de una hora. En general, el espectáculo cumple con el objetivo de entretener a su público, aunque, como se explica más adelante, el resultado es irregular.

Todavía queda mucho de Farhad Lak

Con las actuaciones de Johan Escalante y Alejandra Chávez, esta obra abre el espectáculo con muy buen pie, aprovechando la expectativa inicial del público. Escalante y Chávez interpretan con convicción una discusión por celos que escala en intensidad a través de un diálogo que no da respiro. La diferencia de estados emocionales de sus personajes encuentra explicación en sus propios temperamentos, sin ir en desmedro de su involucramiento en la historia. El sorpresivo final, aunque cumple cabalmente con el objetivo de impactar al espectador, no es precisamente el que escribió el dramaturgo. Al parecer, la dirección ha preferido realzar (con todo éxito) el efecto final de la obra omitiendo una parte del texto que, valgan verdades, expone con algo más de detalle la peligrosa realidad de los celos patológicos. Por supuesto, esto no le resta méritos al trabajo actoral o al de dirección.

La intrusa de Farhad Lak

Actúan en esta comedia Nicolás Fantinato y Raffaella Anselmi. Buena elección la de darle un respiro al espectador, continuando el espectáculo con una pieza cómica y aparentemente absurda que vira casi hacia el final con un giro sorpresivo y hasta interesante. Fantinato, no podía ser de otra forma, hace derroche de oficio y se mueve en escena como pez en el agua. Anselmi demuestra solvencia en su trabajo y está a la altura de su compañero de escena, aunque exagera en prolongar el temblor en las manos de su personaje por los nervios de la situación. Sobre todo, porque parece que reanuda este movimiento cada vez que se acuerda de él. Lamentablemente, eso nos distrae de su acción. El texto ha sido salpimentado con algunas improvisaciones del momento y algunos parlamentos añadidos exprofeso, quizás para complacer al respetable, ávido de reírse sin pensárselo mucho. De gustos y colores…

Un cierto tic tac de Sebastián Salazar Bondy

El celebérrimo juguete cómico del dramaturgo peruano es interpretado por Johan Escalante y Alejandra Chávez. En código de farsa y apelando al gag cómico, la versión que el dúo actoral y el director nos proponen es la más sencilla e inmediata que se puede desprender del texto. Es como si Salazar Bondy no diera para más. Desde estas líneas, discrepamos respetuosamente. Sobre esta propuesta en sí, está claro que el actor y la actriz se manejan con soltura en este código y se divierten mientras trabajan desarrollando la historia. Siempre se agradece ver a un actor siendo feliz en escena. Nos confunde un poco, sí, que el “tic tac” haya pasado de ser un sonido que la mujer percibe de forma auditiva, a un movimiento que tiene su origen en algún punto entre el abdomen, la zona lumbar y la cadera. Pero no importa: esta versión se olvida del peculiar sonido (o movimiento) desde la mitad de la obra, y lo recuerda hacia el final. Quizás ese sea el punto que busca resaltar esta propuesta: el “tic tac” no es ni sonido ni movimiento. Es un pretexto.

Al cruzar la calle de Farhad Lak

El espectáculo termina con esta obra interpretada por Nicolás Fantinato, Karin Morris y Luis Enrique Guerrero. El principal mérito del texto es discurrir poéticamente sobre la percepción de amor y el enamoramiento, y la difusa línea que los separa de la ilusión vana. Es evidente la analogía entre el personaje de Fantinato y la expresión “el amor el ciego” (aunque Eduardo Samacua decía que el amor no era ciego, sino présbita). Por lo demás, se trata de un señor dramón con el que se cierra este espectáculo. Sin embargo, la propuesta actoral en esta pieza es valiosa. Una vez más, Fantinato demuestra con creces las horas de vuelo que lleva en este negocio, interpretando a un invidente que persiste en el amor. Karin Morris es una de esas actrices que deberíamos ver con mucha más frecuencia en los escenarios. Con menos parlamento que Fantinato, complementa muy bien la escena a través de su capacidad de escucha y su reacción fresca y llena de realidad. Guerrero tiene la ingrata tarea de abrir la obra tocando la guitarra con maestría, quedarse en medio del pequeño escenario, detrás de Morris y Fantinato, siendo un espectador más, y cerrar la historia con un texto cortavenas, quizás sin contar con la solvencia y oficio actoral que sí tienen sus compañeros de escena. Nos preguntamos por qué no se optó por incluir a Guerrero desde el comienzo del espectáculo, ubicándolo a un costado del escenario y permitiéndole tocar la guitarra a manera de música de transición entre escenas. En esta posición también podría cerrar la historia sin problema, generando sorpresa en el espectador al incluirlo como un personaje más. Por el contrario, la propuesta actual desperdicia su evidente talento musical y, más bien, distrae al espectador que, a fuerza, lo ve en medio del escenario haciendo nada.

Del amor y otras cuestiones es un espectáculo que sabe cumplir con las expectativas de su público y que tiene plena capacidad de seguir creciendo. Como en el amor o en la perfección, la búsqueda incesante es la fuerza vital a la que debe avocarse para ser plenamente lo que debe llegar a ser.

David Huamán

14 de febrero de 2022 

sábado, 12 de febrero de 2022

Crítica: DEPARTAMENTO DE SOLTEROS


Enredos de caballeros

Anotábamos en una reseña anterior la imperiosa necesidad de retomar los espectáculos presenciales, tanto por parte de los artistas escénicos como de los espectadores, siempre siguiendo los estrictos controles de bioseguridad. La experiencia del convivio en un mismo espacio y tiempo jamás podrá ser reemplazada por una de tipo virtual, sin duda. Acaso las temáticas en general de las piezas estrenadas en los últimos meses, por obvias razones, no podían ser demasiado densas y su duración, muy prolongada. Pues bien, en ese sentido, la emblemática AAA abrió sus puertas para presentar la comedia Departamento de solteros, con la producción de la Asociación Cultural Kapchiy y bajo la dirección de Renato Piaggio.

Escrita por la dramaturga italiana Stefania De Ruvo, la historia nos presenta a dos jóvenes amigos, ambos muy diferentes entre sí y además sin suerte en el amor, quienes deciden contar con un tercer inquilino para pagar así el alquiler de su departamento. No contaban con la llegada de un artista en decadencia, ya bastante mayor, pero que les comparte sus experiencias en el arte de conquistar mujeres y las confusiones no tardarán en aparecer hasta la revelación final. La adaptación a nuestra realidad trabajada por Piaggio se nota algo forzada por momentos; bien pudo haber sido ambientada en Italia para darle una mayor credibilidad a ciertas acciones y actitudes. Sin embargo, el trabajo interpretativo en conjunto de Alonso García, Andrés Solano y especialmente del experimentado Carlos Victoria sostiene con bastante energía y fluidez la puesta, a pesar de lo sencillo de la trama.

La escenografía es funcional, revelando la precariedad en la que viven los muchachos, así como una gran cantidad de cajas con los objetos más queridos de uno de ellos. Los vestuarios también cumplen con definir el carácter de los personajes. Buen trabajo de la producción de Jose Miguel Argüelles y Noemi Melitón Mendoza. Departamento de solteros es una simpática comedia de enredos, bien actuada y resuelta, que cumplió con su cuota de entretenimiento y también nos devolvió el placer de asistir a una función presencial en la histórica sala del Centro de Lima.

Sergio Velarde

12 de febrero de 2022

jueves, 3 de febrero de 2022

Crítica: XXIX MUESTRA MACRO REGIONAL NORTE DE TEATRO PERUANO


La importancia del teatro descentralizado (Parte 2)

Obras del jueves 27 y sábado 29 de enero

Nada puede ni podrá detener el movimiento teatral en nuestro país. Es un hecho. Como muestra fehaciente de esta afirmación, Oficio Crítico deja constancia de la impecable realización de la XXIX Muestra Macro Regional Norte de Teatro Peruano y de sus gratísimos resultados, que si bien es cierto puede acusárseles de ciertas irregularidades estéticas o de concepto a algunas de sus representaciones, queda comprobado que las artes escénicas siguen más vigentes que nunca, aun en tiempos pandémicos. El colectivo Galatea Artes Escénicas, carguyoc del evento, puede sentirse satisfecho de la labor realizada, con la transmisión virtual en grupos cerrados de Facebook de las variadas puestas del festival, previamente grabadas.

Es-cena de locos

A cargo del colectivo Manicomio Rosa teatro. Una sencilla pero emotiva creación colectiva, en la que los actores Leslie Sanchez Vega y Robert Joe Chumpitaz Aranda (además, director de la puesta) interpretan sendos monólogos, cargados de dramatismo, violencia, injusticia, soledad, pero también mucha humanidad. Incluso, uno de ellos le rinde un justo homenaje al imprescindible autor norteamericano Edgar Allan Poe. Los contados elementos escenográficos y de utilería convierten a las sentidas interpretaciones de los actores en lo más resaltante de la puesta. Acaso pueda explorarse aún más la relación de estos personajes como pareja escénica, ya que no comparten mucho tiempo dentro del montaje. Es-cena de locos es una interesante exploración del lado más oscuro de la naturaleza humana.

Chicos Raros

Versión libre a cargo del grupo Galatea artes escénicas. El mundo de los adolescentes siempre será un campo inacabable de investigación creativa, en el sentido de pretender retratar en el escenario la psicología de estos muchachos e intentar comprender (como si esto fuera posible en su totalidad) sus complejas motivaciones e indescifrables comportamientos. El joven autor Christopher Cruzado explora un puñado de historias a través de los cuerpos y voces de los jóvenes Johana Díaz Cachay, Mary Luz Cerna Chávez, Julissa Aurazo Paredes y Fernando Cotrina Malca, quienes ejecutan con fluidez y precisión sus roles, dentro de un montaje surrealista que juega adecuadamente con los colores blanco, negro y rojo, y con los contados elementos como un peluche, un cuchillo o una pistola. Chicos Raros, dirigida con buen pulso y mejor sentido estético por Moisés Aurazo en un amplio salón, trasmite con convicción la enrarecida atmósfera de toda una generación que merece ser adecuadamente escuchada y por supuesto, comprendida.

Eso que callamos

A cargo del grupo Pequeña compañía. La violencia familiar es una cruda y sórdida realidad a la que nos enfrentamos como sociedad todos los días. Acaso lo más lamentable de esta problemática sea la de comprobar que, muchas veces, es en el propio hogar en el que se cometen las peores atrocidades. Con la autoría y dirección de Julio César Zevallos Silva, la puesta grabada en un escenario propiamente dicho, aunque con una decoración que bien podría revisarse, pone el dedo en la llaga desde el primer momento, con personajes bien bosquejados e interpretados con más ganas que técnica por Johana Cruz, Reina Aquino, Alice Cervantes, Yahir Manosalva, Jorge Yovera, Manuel Ancajima y Javier Chanduví, pero que cumplen con presentar, sin tapujos y sin rodeos, la traumática y desgarradora agresión sexual de una niña, por parte del repulsivo conviviente de la confundida madre. Eso que callamos nos muestra la historia mil veces vista en las noticias policiales, pero que bajo ninguna circunstancia puede dejar de sensibilizarnos.


Cajamarca, el encuentro

A cargo del grupo BAL VIC Teatro. Quizás uno de los acontecimientos más importantes dentro de nuestra historia como nación haya sido el encuentro de dos mundos: España y el Imperio Incaico. Tomando este hecho histórico trascendental, el artista Nicolás Daniel León Cadenillas escribe, dirige y actúa su propio unipersonal, en el que narra los acontecimientos más resaltantes de la captura y posterior ajusticiamiento de Atahualpa, dándole voz al Inca pero también al conquistador Pizarro. Con el acompañamiento en la guitarra de Antonio Zevallos Medina y la asistencia en escena de Cecilia Vásquez Mejía, León narra de manera impecable los sucesos, armado solo con poderosa voz y mínimos aditamentos en su vestuario y utilería. Cajamarca, el encuentro es un sólido espectáculo unipersonal, que lejos de escarbar las heridas del pasado, nos lleva a la reflexión sobre aceptar nuestra historia como lo que realmente es: la oportunidad de analizar los errores del pasado para no cometerlos en el futuro.  

Zoelia y Gronelio

A cargo de la Compañía de Teatro Illari. ¡Bienvenidas sean las puestas de destacadas autoras peruanas! Nuestra notable dramaturga María Teresa Zúñiga Norero estuvo presente en la muestra con la representación de una de sus piezas: Zoelia y Gronelio (1995), con una fuerte carga reflexiva, surrealista y metateatral, nos presenta a dos adultos mayores viviendo en extrema pobreza y olvidados por la sociedad, que ven transcurrir sus días recordando épocas pasadas, compartiendo dudas existenciales e interpretando diversos personajes para mantenerse vivos. Con la dirección de Luis Fernando Castromonte Medina, quien además actúa al lado de Evelyn Russel Principe Álvarez, la puesta funciona principalmente por el efectivo trabajo interpretativo, que respeta además el texto original. La pieza de Zùñiga Norero, a pesar de estar ambientada en un lugar cargado de desesperanza, le cede espacio también al humor y a la ironía, en este diálogo acerca de la miseria, el amor de pareja y la posibilidad de ser felices a pesar de las adversidades.

Pinocho

Adaptación de la pieza de Sara Joffré por el grupo Recicla2 teatro. Pues si de dramaturgas peruanas se trata, no podía quedar fuera la tan necesaria y recordada Sara Joffré, uno de los pilares eternos de las muestras nacionales de teatro y una de las más fervientes defensoras e investigadoras del teatro para niños. El director Arturo Cabellos Gómez adapta hábilmente el texto de Sara pero en versión de títeres, aprovechando todas las ventajas narrativas y estéticas que le permite este recurso teatral. El conocido relato original de Collodi se presenta de manera fluida y divertida, gracias a la buena ejecución de Jocelyn del Rosario Valladolid Núñez, Juan Carlos Purizaca Sandoval, Jorge Diego Mogollón Alameda, Jeckson Manuel Yarleque Agurto y del mismo Cabellos Gómez. Pinocho nos devuelve a entrañables y clásicos personajes de siempre, como Gepetto, Pepe Grillo o el Hada, y por supuesto, el destacado trabajo realizado por Sara, una presencia crucial dentro de nuestro teatro peruano.

Un verdadero acierto la transmisión virtual de la XXIX Muestra Macro Regional Norte de Teatro Peruano, que cumple con darle el lugar que se merece al teatro de nuestros hermanos del norte, revelando el enorme talento, potencial y creatividad de sus propuestas. ¡Felicitaciones al colectivo Galatea Artes Escénicas y la acertada dirección de Pierre Anthony Medina Velázquez y Kevin Alfonso Fernández Verástegui! ¡Larga vida a las Muestras de Teatro Peruano!

Sergio Velarde

3 de febrero de 2022

miércoles, 2 de febrero de 2022

Crítica: XXIX MUESTRA MACRO REGIONAL NORTE DE TEATRO PERUANO


La importancia del teatro descentralizado (Parte 1)

Obras del viernes 28 y domingo 30 de enero

No cabe duda que la permanencia de la virtualidad hace posible conocer las diferentes propuestas escénicas gestadas al interior de nuestro país, tal es el caso de la XXIX Muestra Macro Regional Norte de Teatro Peruano, la cual expuso proyectos teatrales de las ciudades de Huaraz, Cajamarca y Piura. En la presente reseña, nos ocuparemos de las siguientes funciones:

Me sube la Noradrenalina

Bajo la autoría de Román Sarmentero y dirigida por Augusto Ramos Ramirez, quien también actúa. A cargo de Escénica Compañía Teatral – Huaraz, la propuesta llevó al espectador, mediante el uso de un lenguaje simbólico y gráfico, a revisar las distintas etapas en la vida del protagonista, un muchacho que ha experimentado la violencia desde su niñez, situación que lo lleva a tomar decisiones equivocadas, cuyas consecuencias definen el rumbo de su historia. El reparto lo completan Eyner Omar Romero Estrada, Brandon Steve Flores Guerrero y Anggie Caballero Robles, quienes interpretan con verdad y aplomo los múltiples personajes que acompañan al protagonista. Por otro lado, la transmisión se hizo desde un escenario con elementos sencillos que aportaron a la funcionalidad de las escenas (como la iluminación y sonido), con los actores vestidos de negro y utilizando complementos para diferenciar a sus personajes. Me sube la Noradrenalina es una clara reflexión de los tiempos violentos que atravesamos como sociedad, los cuales se reflejan en la familia, los medios de comunicación, así como en el entorno social, educativo, político y religioso; y cuya influencia negativa cala hondo en el ser humano, transformándolo muchas veces en el artífice de su propia destrucción.

YUYAY – El alma de un pueblo

A cargo de Cuarto Menguante Teatro – Cajamarca. Una creación colectiva bajo la dirección de Artemio Becerra Moro, cuyo eje principal es revalorar las costumbres y tradiciones de un pueblo cajamarquino del siglo XX, a través de la historia de Santiago, un hombre que vuelve al lugar donde nació debido a la muerte de su abuelo, recordándole algunos pasajes de su niñez y experimentando de cerca las costumbres religiosas, los relatos y leyendas de un pueblo que guarda muchos misterios. Detalle interesante es el escenario elegido para puesta, nada menos que la plazuela de una suerte de casona antigua o monasterio, lo cual aporta un realismo visual que el espectador agradece, logrando una buena imagen que nos acerca a ese rito religioso que la obra quiere reflejar. En el elenco, Matías Rodríguez, Julio Ramírez, Katherine Pisco, Jerley Molocho, Carlos Carranza y Edwin Briones ejecutan correctamente sus roles, con los vestuarios propios de la época y utilizando la máscara como instrumento para realizar otros personajes; además, el movimiento, la danza y la música terminan de redondear la propuesta. YUYAY – El alma de un pueblo es un drama del teatro andino que nos traslada a la esencia, al lugar donde crecimos, siendo un recordatorio para quienes salimos de nuestra tierra a buscar otras oportunidades, que volver a nuestras raíces es importante y revitalizador, sobre todo en un mundo moderno y rebasado por la tecnología.

La Loca de la Casa

Bajo la autoría de Katiuska Granda Cornejo (quien forma parte del reparto) y creación colectiva, a cargo de Parada Alterna Teatro – Piura. Dirigida por Hilda Macchiavello Albarracín, nos conduce a la historia de Jimena, una mujer que vuelve a casa de su abuela, para enfrentar un pasado de violencia y abuso que persigue a las mujeres de su familia; su prima Dolores, quien asumió su lugar cuando decidió irse, se ha convertido en el refugio de su tía Esperanza, madre de Jimena, revelándose terribles secretos familiares y las consecuencias de los mismos. Cabe resaltar el intercambio de roles asumido por los actores Denis Curay, Joel Domínguez, Daniel Flores, Guillermo Torres y la propia Granda, siendo los varones quienes asumieron los papeles femeninos y la actriz, quien asume el papel masculino, logrando interpretar a sus personajes con solvencia y realismo, sin caer en el estereotipo, pulsando la carga dramática y los momentos de distención con fluidez. Visibilizar el tema de violencia familiar es difícil y delicado, en el caso de esta propuesta se intercambiaron los diálogos con testimonios de los actores, reforzando la línea narrativa desde la honestidad. La loca de la Casa es una propuesta realista, que trata una vez más el tema de la violencia contra la mujer en sus formas más crudas, siendo el epílogo la revelación de un secreto familiar de la autora, que estremece al espectador, pero al mismo tiempo supone la liberación de las voces que no se callan más. 


No es cuestión solo de lagartijas

A cargo de Yupi Teatro Piura, bajo la dirección de Lucio Gallo. Un breve cuento africano, que al ritmo de música afroperuana nos trae la historia situada en una granja del lejano país Burkina Faso, en donde dos traviesas lagartijas tiene una discusión que poco importa a los demás animales, desatándose un incendio que traerá más de un problema. El colorido y sencillo escenario utilizado para la puesta familiar es complementado con el uso de títeres, música y cantos ejecutados por Noelia Mendieta, Tania Manrique y Lucio Gallo, quienes hacen gala de complicidad y manejo del humor apto para todo público. Como todo cuento, No es cuestión solo de lagartijas dejó una importante moraleja: los problemas de la minoría son también los problemas de la mayoría, en clara alusión a la desidia de los otros animales de la granja, que no quisieron intervenir para solucionar el problema entre las dos lagartijas, lo cual ocasionó un perjuicio aún mayor para todos, tal como sucede en la vida de los seres humanos.

Esta XXIX Muestra Macro Regional Norte de Teatro Peruano es un evento importante que nos demuestra la trascendencia del teatro más allá de la capital, como un arte universal que sirve no solo para entretener, sino también para sanar. Como sugerencia, para futuras trasmisiones en video, habría que tomar en cuenta las distancias entre la cámara y los actores, pues algunos proyectos tuvieron momentos donde no se escuchaban los diálogos al inicio.

Maria Cristina Mory Cárdenas

2 de febrero de 2022