jueves, 24 de febrero de 2022

Crítica: LOS HIJOS DE PUTIN


Comedia pandémica en tiempos de preguerra

¡Qué curioso reseñar una puesta en escena en clave de comedia, cuyo personaje principal es ahora uno de los responsables del enfrentamiento militar actual que compromete a buena parte de la humanidad! Los hijos de Putin, escrita por Diego Salinas y dirigida por Marcelo Rodriguez Yzusqui, fue uno de los montajes presenciales de fines del año pasado, que volvió a recibir a público presencial con aforo reducido, en este caso, en el Centro Cultural Ricardo Palma. La puesta fue presentada por la Asociación Cultural Esperanta y cumplió sobradamente las expectativas, convirtiéndose en un sólido entretenimiento con una oportuna reflexión social.

Dos peruanos radicalmente opuestos se encuentran en un aséptico espacio para recibir la única dosis de la vacuna rusa Matryoska, la cual ofrece una seguridad 100% efectiva contra la COVID 19. Sin embargo, solo uno de ellos será el elegido, por lo que deberán pasar tres disparatadas pruebas para así elegir al ganador, siendo el jurado el mismo presidente de Rusia en persona. La dramaturgia de Salinas apela en un inicio a conocidos estereotipos: Tomas Garrido-Larraín (el mismo Salinas) es un sensible y acomodado representante de la llamada “generación de cristal”, mientras que Juan Navarro Chilpa (Aníbal Lozano) es un desfachatado e ingenioso provinciano. La atinada dirección de Rodriguez Yzusqui mantiene el ritmo y el interés en la trama, apoyada también por una hilarante voz en off que le agrega comicidad a las competencias.   

El elenco resultó muy simpático y convincente: Salinas y Lozano compusieron muy bien a sus personajes, dotándoles de humanidad y divirtiéndose en escena; pero quien se lució fue un sorprendente Boris Mena, quien interpretó al mismísmo Putin, en una caracterización perfectamente lograda. Acaso solo los últimos minutos del montaje merecerían una revisión, pues se alarga innecesariamente la evidente moraleja de la historia. Una reposición de Los hijos de Putin en estos tiempos tendría evidentemente una connotación completamente distinta, pero seguiría siendo una muy recomendable comedia, que aborda con humor nuestras profundas diferencias sociales y además, la falta empatía entre propios compatriotas que nos impide alcanzar el bien común.

Sergio Velarde

24 de febrero de 2022

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