lunes, 28 de abril de 2008

Crítica: LA REMOLIENDA


Un verdadero clásico chileno 

Tremendo éxito resultó la presentación del Teatro Nacional Chileno en el III Festival UCSUR de Teatro Internacional con la puesta en escena de La Remolienda, notable comedia escrita por Alejandro Sieveking y con la dirección de Raúl Osorio, que deja en claro el buen momento por el que atraviesan nuestros hermanos del sur. Se trata de una comedia de equivocaciones en la que una viuda llamada Nicolasa y sus tres hijos, habitantes de un apartado pueblo, deciden ir a la ciudad, llegando por error a una "casa de remolienda" o prostíbulo, en donde protagonizarán divertidos enredos con la regenta del lugar llamada Rebeca, hermana de Nicolasa y sus tres “hijas”.

La remolienda es una de las obras más populares de Chile, escrita por Sieveking hace 42 años y que se mantiene como una de las constantes más atractivas dentro de la cartelera mapocha. Son trece los actores que participan en el montaje y denotan un gran profesionalismo, técnica y carisma, dando vida a personajes sencillos y muy humanos. A destacar el contrapunto entre las actrices Diana Sanz (Nicolasa) y Blanca Mallol (Rebeca), verdaderamente desternillante.

Hay que destacar que los organizadores del Festival se encargaron de presentar la pieza como debe de verse, con vestuario, utilería y escenografía completas, que se adaptaron perfectamente al teatro Segura y que dieron como resultado casi dos horas de espectáculo de primer nivel. Excelentes diálogos, mucha magia, risas y lágrimas en una inolvidable velada, muy cercana a la tan esquiva perfección, gracias al Festival UCSUR.

Sergio Velarde

jueves, 24 de abril de 2008

Crítica: LA NONA


Un clásico contemporáneo sin pierde  

El III Festival UCSUR de Teatro Internacional sirvió de marco para apreciar el trabajo del Grupo Teatral de la Universidad Privada Antenor Obrego de Trujillo con el montaje de La nona, un clásico contemporáneo del argentino Roberto Cossa, bajo la dirección de Bertha Malabrigo de Vértiz. La popular pieza nos presenta la dura realidad que debe atravesar una familia de clase media baja, para llegar a fin de mes y no descuidar la alimentación de la matriarca del clan, la Nona.

Es en este personaje que el autor pone de manifiesto toda la decadencia de este tiempo, en el que la solidaridad, la esperanza y el respeto se van poco a poco extinguiendo. La Nona, presa de un apetito voraz a pesar de su dilatada edad, convive con familiares muy singulares: Marta, la hija dedicada a la prostitución; Carmelo, el padre agobiado por las deudas; María, la madre frustrada; Chicho, el insoportable haragán y Anyula, la tía humilde y servicial. Y la Nona saciará su hambre literalmente con la vida de cada uno de ellos. Humor negro en su máxima expresión.

El hecho de tratarse de teatro universitario no debe ser motivo para no comentar la puesta en escena con rigurosidad, pero se nota un buen manejo de luces y sonido, y la abundante escenografía y utilería es utilizada por los actores con mucha limpieza, permitiendo una agradecida rapidez en los cambios de escena. La nona está tan bien escrita que puede ser escenificada por una agrupación no profesional, y aún así mantener intacto su incisivo mensaje, no haciendo tan evidentes las entusiastas pero ligeras actuaciones. Como es de costumbre, el personaje principal debe ser interpretado por un actor y Miguel Lozada Pérez no lo hace mal. Sin caer en excesos, este es un digno y apreciable montaje universitario y debe verse como lo que en realidad es.

Sergio Velarde

martes, 22 de abril de 2008

Crítica: LA PASIÓN DE CRISTO

Los problemas de la Pasión  

Llevar a las tablas la controvertida y truculenta película La pasión de Cristo de Mel Gibson es, sin lugar a dudas, una riesgosa empresa que podía resultar o abrumadoramente magnífica o mortalmente fallida. O la una o lo otra. El actor Martin Abrisqueta se embarcó en este proyecto como director y los resultados obtenidos inclinan la balanza, lamentablemente, hacia la segunda opción. Si bien existen algunos aciertos aislados, como ciertas imágenes de gran belleza y algunas sinceras actuaciones, en conjunto la puesta en escena se torna densa y aburrida.

¿Cómo montar una obra en donde el factor sorpresa es nulo? Si es que existe alguien que haya vivido todo este tiempo bajo una piedra, la historia de Jesús y sus últimos días es sabida por todos. Entonces, el objetivo de la puesta en escena debió recaer en cómo contar esta historia mil veces contada con creatividad, que lamentablemente se reduce a la presencia de dos actores interpretando a Jesús, y uno de ellos, de color. Pero a estas alturas, ni siquiera ese detalle resulta original. Y lo que es peor, no existe en la propuesta escénica nada que justifique esta doble interpretación, salvo la de conseguir escenas en paralelo dentro del montaje con el mismo personaje.

Las actuaciones son irregulares, mezclando diversos estilos que no logran unidad. Un enérgico Igor Calvo destaca nítidamente como Anas; Jacquelin Chuquillanqui e Ysela Castañeda aportan dignidad a los roles de María y María Magdalena, respectivamente; Oliver García es sincero y preciso como Longinos; y Gustavo Cerrón como Pedro resulta excesivamente melodramático. Américo Zúñiga, Josse Fernández y Miguel Medina poco pueden hacer por sobresalir en medio del desorden generalizado que reina en la puesta. Tal vez lo mejor de la cinta de Mel Gibson haya sido la presencia andrógina y misteriosa del Diablo, que aquí es encargada a una joven actriz con vestido rojo carente de presencia escénica que pasa completamente inadvertida.

Una mención aparte merece la caracterización de Jesús, que debe ser necesariamente interpretado (no veo otra forma posible) con gran energía y carisma, como en el caso de Marcos Zunino en “Jesucristo Superstar”. Interpretado frecuente e infundadamente como una especie de extraterrestre, aburrido y anodino, en esta “Pasión de Cristo” Jhon Narváez puede acertar en su construcción física, pero cae irremediablemente en el cliché del peor de los Jesús de las películas en Viernes Santo.

El teatro Julieta (tan cómodo para el público como incómodo para el actor), ofrece espacio suficiente que no es aprovechado como se debería para recrear todos los espacios y lugares que la historia propone. A pesar de estos graves defectos, se nota un evidente trabajo y entrega por parte de los realizadores y actores, pero que no logran formar una obra sólida y disfrutable. Esta "Pasión de Cristo" necesita aún más tiempo de afianzamiento y reordenamiento para poder ser apreciada en toda su valía.


Sergio Velarde