domingo, 30 de abril de 2023

Crítica: LA CLAVE DE LA ETERNA JUVENTUD


¿Se siente cansado, agotada, le duele todo?

No busque lo fácil, rétese.

La clave de la eterna juventud es una obra para el entretenimiento de aquellos a los que les divierte ver figuras reconocidas en el escenario o amigos/conocidos dando lo mejor de sí, actuando. Prueba de ello son los aplausos gratuitos que se escuchan en la sala cada que ingresa una personalidad del medio teatral y las risas fáciles a partir de un cliché o algún comentario que se ve de lejos venir. Así como una que otra grosería y obscenidad. Aun así, me atrevería a destacar la labor del actor Luis Antonio Pighi, pues es quien desde el inicio hasta el final se encuentra en constante acción; esto se aprecia en las pequeñas estrategias que realiza para darnos un poco más de detalles sobre su personaje y el para qué está en la historia, incluso desde la quietud, está entregado al juego.

Por otro lado, la dramaturgia se percibe forzada e inverosímil: desde los parlamentos hasta el uso de elementos escénicos como la radio en escena, la cual no está correctamente codificada, su audio desaparece de manera extradiegética rompiendo la convención de ser usada en escena. Asimismo, la trama inicia con la recientemente partida de un ser querido y continúa con una reunión familiar, para seguir con la aparición de unos extraños que luego resultan ser amistades vendiendo productos para el rejuvenecimiento y vitalidad, con los cuales se tiene una especie de alianza laboral y más adelante, descubrir que existía una rivalidad, prácticamente omitiendo que se conocía la comercialización de tales productos. Y en medio de todo ello, la mención de muertes, enfermedad y demás que, repito, se mencionan, pero nunca transitan, escalan ni ocurren en los cuerpos actuantes sino únicamente se queda en la palabra. Es decir, aparecen de manera didáctica para encaminar a los espectadores a la reflexión de manera aleccionadora, como si de una fábula con personas se tratase. Concluyendo con un mensaje directo sobre cómo deberíamos vivir la vida y cuál sería, según el elenco, la clave para obtener y apreciar la belleza, pues el discurso reflexivo que termina compartiendo Ena Luna se distorsiona, ya que sutilmente asocia el enfoque de la juventud con la belleza, dejando a entrever que ser perdida la juventud, también la belleza.

De esta manera, la puesta en escena se aprecia como una comedia de sketches de los que se suele topar una en los medios digitales, como Facebook, donde hay venganzas, muertes, como también conciliaciones y anagnórisis forzadas para cerrar con la conclusión de que vivir la vida alegremente, realizando diversas actividades de entretenimiento y con buena cara hacia la adversidad, serían la clave para la eterna juventud sin realmente tener en cuenta un conflicto real, como el peligro al que se expone la salud por no aceptar el transito adecuado de la vida; tornándose todo en constantes conversaciones informativas, sin transito alguno, perdiendo un potencial monólogo que cae en la emoción y el ensimismamiento del actor Héctor Parra, volviéndose caricaturesco, dado que pierde la técnica en medio de gritos y susurros descontrolados.

No obstante, vale mencionar el riesgo de haber jugado con los recursos escénicos espaciales y comunicativos, a través de entradas y salidas no convencionales. Siendo entonces un primer paso para que este tipo de propuestas escénicas convencionales y comerciales consideren salir un poco de su zona de confort y se arriesguen  a probar nuevas formas, revitalizarse a través del juego espacial y retar la atención del espectador. Así como a su imaginación, al dirigir su mirada y escucha activamente para completar los códigos que proponen los actores, como la presentación de noticias o el programa televisivo y la venta de productos rejuvenecedores, situaciones con las cuales vivimos todos los días y es justamente por ello que, al llevarlas al teatro, necesitan de un tratado poético para lograr repercutir en nuestro imaginario y dejar en nuestras manos la decisión de qué mensaje llevarnos.   

Conny Betzabé

30 de abril de 2023

Crítica: LOS 12 SIN PIEDAD


¿Qué tanto nos ciegan nuestros conflictos internos no resueltos al tomar una decisión?

En el Teatro Auditorio Miraflores se presenta la obra Los 12 sin piedad, dirigida por Victor Barco, que es una versión de la pieza original escrita por Reginald Rose; esta es un drama judicial en la que doce miembros de un jurado se reúnen para dictar sentencia en un caso de parricidio cometido por un muchacho.

El escenario, en principio, muestra una proyección donde se explica a detalle la dinámica para el veredicto final, una en la que todo el jurado, por unanimidad, deberá votar culpable o inocente, decidiendo así el destino del presunto asesino. Luego, aparecen los doce en escena, se van colocando seis a un lado, cinco al otro y uno en medio, que hará también las veces de moderador para los votos.

Cuando todo parece indicar que está sellada la culpabilidad por la unanimidad de votos, un solo miembro del jurado decide dudar y votar por su inocencia; es allí donde todo empieza a quebrarse y cada miembro del jurado tendrá profundas dudas a lo largo de la pieza, por las pruebas que se irán presentando que hace que cada vez sea más frágil la elección por su culpabilidad. La obra se sostiene por un texto bien adaptado y que atrapa, pues interesa, sobre todo, cómo cada uno va transformando su opinión por lo que oye, con lo cual se percibe también el lado humano.

La puesta en escena se sostiene principalmente de sus actuaciones, ya que escenográficamente vemos dos mesas, una silla por cada miembro y un perchero detrás; es entonces cuando siento que la obra podría mejorar en ritmo y en definir mejor los momentos en los que cada miembro cambia de opinión. Esto es importante, ya que existe un tema de escala de valores por el cual cada sujeto se observa así mismo, interpelado por lo que oye, y tiene una profunda transformación en cuanto a su voto y esta se pierde en varios momentos. Por un lado, se encuentra la posición que cada uno llega a defender; y por el otro, la motivación que lo motiva a cambiar de pensamiento. Esto hace que, por ejemplo, algunos conflictos personales entre los miembros se sientan un poco debilitados y sin fundamento.

Sin embargo, gran momento el final, cuando el último miembro en reflexionar sobre su voto tiene que soltar lo que lo ata al pasado, para decidir sin pasiones, cuando aún no ha sanado su herida emocional.

Manuel Trujillo

30 de abril de 2023

sábado, 29 de abril de 2023

Crítica: LAS INSOLENTES: HUMOR EN VIVO


Ya va a caer

Definido como un movimiento político, social, académico, económico y cultural, el feminismo tiene como objetivo primordial el crear conciencia y además, las condiciones necesarias no solo para cambiar algunas de nuestras conductas más conservadoras, sino también para lograr la igualdad entre las personas y por supuesto, eliminar toda discriminación o violencia contra las mujeres. Pueden buscarse muchas estrategias para conseguir esta meta, pero acaso sea la del humor una de las más funcionales. Pues bien, luego de un año de experimentar este tema en TikTok y una breve temporada el año pasado, las muy divertidas actrices e improvisadoras Carol Hernandez y Mariana Palau vienen presentando un logrado espectáculo escénico en el Teatro La Plaza titulado Las Insolentes: Humor en vivo.

Advirtiendo al público, desde el inicio de la puesta en la pantalla del foro, del alto contenido de feminismo que se le ofrecerá, comienza una hilarante secuencia de escenas de improvisación, sketchs con participación del público, bailes y canciones en vivo, intercalados con jocosísimos videos ficticios en contra del patriarcado, y solo interrumpida por la necesaria mención de aquellas mujeres de nuestra historia universal, muchas de ellas olvidadas “adrede”, y que tanto contribuyeron a la causa feminista. Hernandez y Palau, conocedoras y defensoras acérrimas de la causa, demuestran su versatilidad interpretando múltiples personajes, destacando cuando asumen aquellos ridículos roles masculinos de machistas, desnudando sus miserias, frustraciones e ignorancia, en medio de las carcajadas cómplices de los espectadores.

Con dos bailarinas y una artista invitada distinta en cada función (Oficio Crítico vio a la talentosa Lu Arispe), este par de insolentes logra con creces su cometido: utilizar el humor, con creatividad y sin freno, para trasmitir un necesario mensaje de igualdad entre todos. Hernandez y Palau no temen apelar al sarcasmo y la ironía para delatar conductas y actitudes nocivas e inadecuadas hoy en día; y es que es una tarea en la que todos deberíamos involucrarnos como sociedad. Las Insolentes: Humor en vivo es un divertidísimo espectáculo que tiene las cosas muy claras: derrocar al patriarcado a través de las risas. Y de hecho que, tarde o temprano, va a caer.

Sergio Velarde

29 de abril de 2023

Entrevista: GRAPA PAOLA


“La curiosidad es fundamental para el actor.”

Grapa Paola es una las actrices más queridas del medio y con una imparable actividad sobre nuestras tablas desde el 2002, año en el que arribó desde Argentina. “Son casi veintidós años desde que llegué a Perú”, nos cuenta Grapa. “Vinimos con mi esposo a raíz de una crisis económica fuerte en Argentina (como siempre le sucede a los argentinos) y montamos un restaurante que se llamó Patagonia.” El mencionado espacio en Miraflores fue un lugar en donde la gente de cultura se sintió siempre bienvenida. “Se hicieron muchas cosas, se hizo teatro, ciclos de cine, de poesía; yo empecé a hacer unos pequeños monólogos, porque nadie me conocía y no tenían la obligación de conocerme.” Fue entonces que conoce a Sergio París, que estaba por empezar a hacer Impro con un grupo de actores. “Yo nunca había hecho impro, me convocó y ahí nació Ketó; ahí empecé a trabajar y no he parado por suerte.”

Las virtudes de la improvisación

La importancia de la improvisación en la formación de un artista escénico es imprescindible. “Creo que la improvisación, como método de trabajo stanislavskiano, tiene que ver con un acercamiento a la escena y al personaje,” sostiene Grapa. “En cómo crear situaciones que no sean estrictamente en escena, sino cosas alrededor de la escena, para ir encontrando qué características tenían los personajes, cuál era la curva escénica que debía tener el personaje en esa escena.” Pero lo que Grapa descubrió fue un trabajo de Impro muy particular y específico. “Y me parece que es una herramienta fundamental para el actor, absolutamente fundamental, te da libertad, te da precisión, estar atento permanentemente, el estar aquí y ahora, el trabajar para tu compañero, la escucha; son como conceptos que se afianzan mucho al momento de hacer.”

Para Grapa, ¿cuáles son los requisitos básicos para ser una buena actriz de teatro? “La curiosidad para mí es fundamental, ser una persona curiosa que esté atenta a muchas más cosas de las que sean más allá del teatro, que se alimente de otras cosas, que sea muy curiosa; pero muy tenaz y que esté preparada para lo peor, porque cuando viene lo mejor se disfruta.” En la carrera del artista, el fracaso siempre será parte de su camino. “Uno debe estar preparada para que nos digan que no la mayor parte del tiempo, nos dicen que no; hay que ser resistente.”

Experiencias en escena

Grapa tuvo la fortuna de trabajar al lado del gran maestro Osvaldo Cattone en la comedia La vida color de rosa (2016) en el Teatro Marsano. “Estuve el día de la inauguración (del nuevo Marsano), Makhi (Arana) reinauguró la sala, está espectacular, preciosa,” comenta la actriz. “Cuando Osvaldo me convocó, yo me sentí muy agradecida; primero, hicimos una versión de Bodas de sangre y después me llamó para hacer su pareja en escena. Fue muy hermoso de verdad, era una persona muy generosa, sumamente generosa, sumamente apasionada; teníamos discusiones a los gritos, como buenos argentinos. Discutíamos muchas veces, porque había veces en que habían cosas que no estábamos de acuerdo, pero al final terminábamos en un gran abrazo y tomando algo, reconciliándonos.” Grapa asegura lo que ya todos sabemos: Cattone fue una persona fundamental para el teatro peruano. “Mi esposo siempre cuenta que Osvaldo fue el primero en llevar a los hombres al teatro, porque el teatro siempre había sido un reino de las mujeres; y los primeros espectadores fueron los esposos que las señoras jalaban al teatro. Osvaldo es alguien que se le extraña mucho.”


Grapa fue premiada por el público de Oficio Crítico como la mejor actriz de reparto por la logradísima puesta en escena de Como quemar el bosque contigo adentro (2022), escrita y dirigida por Mariana de Althaus. “¡La vamos a reponer por tres semanas en junio!”, anuncia feliz. “No puedo estar más contenta; a todos los actores nos dijeron si podíamos las tres semanas y los cuatro actores (Macla Yamada, Lucho Cáceres y Alejandra Guerra) gritamos ¡ye!, que sí podíamos.” La obra fue toda una experiencia intensa e hipnótica en la Alianza Francesa. ”Esa palabra ‘hipnótica’ es muy adecuada, fue hipnótico, fue muy duro, fue un trabajo duro y hermoso el transitar esos textos, esa espesura de ese bosque; fue un trabajo muy bueno y riguroso, porque Mariana es sumamente rigurosa, sus textos son extraordinarios y ella como directora es extraordinaria y muy rigurosa.” Grapa sintió libertad plena para crear un entrañable personaje. “Tener la libertad y esa rigurosidad para crear me parece maravilloso; es una espesura la que tiene el texto y la dirección.”

Los perros en temporada

Actualmente, podemos ver a Grapa en escena con la obra Los perros del dramaturgo argentino Nelson Valente, con la dirección de París. “La temporada es un éxito de público, va fantástica, estamos absolutamente emocionados, contentos y felices,” anuncia. "En el elenco somos Augusto Mazzarelli, Emilia Drago y Diego Lombardi; somos una familia, tenemos un hijo, es cumpleaños de mi nuera en la casa de ellos y nosotros vamos a festejarlo y se suceden una cantidad de cosas que no voy a revelar para no spoilear.” Un detalle interesante es que Grapa puede utilizar su acento nativo. “Augusto es uruguayo y yo soy argentina; entonces, es la primera vez que puedo hablar en porteño. Él y yo tenemos un dejo similar, aunque nosotros nos reconocemos que no es igual, pero tenemos una cosa similar; y volver a mi lengua materna fue muy lindo y es un espectáculo hermoso donde la gente se ríe, se ríe hasta el punto en que se produce un silencio que se corta con tijera.”


Los perros
va de viernes a lunes, en el Auditorio del Británico, los viernes sábados y lunes a las 8:30 p. m. y los domingos a las 7:30 p. m. “Apúrense a comprar en Joinnus y en boletería, para la gente que como yo le cuesta mucho comprar en línea.” Grapa recomienda asistir a la obra y también agradece la entrevista a Oficio Crítico. “Muchísimas gracias de todo corazón por todo el trabajo que hacen”, finaliza.

Sergio Velarde

29 de abril de 2023

jueves, 27 de abril de 2023

Crítica: TODAS LAS GALLINAS VUELAN


Diluvio noventero

Todos los veranos son lo mismo en nuestro país. Ya sea en mayor o menor medida, los fenómenos meteorológicos han provocado (y seguramente seguirán provocando) enormes daños en las distintas regiones de nuestra nación. Este año acaso haya sido uno de los peores, no solo con los cambios drásticos de temperatura, sino también con inundaciones y huaicos que han traído incluso numerosas pérdidas humanas que lamentar. Es por ello que resulta muy pertinente la actual temporada de Todas las gallinas vuelan, con texto, actuación y dirección adjunta de la muy interesante dramaturga Rocío Limo, en el Teatro de Lucía. Y si bien este fenómeno climático no es el tema neurálgico de la puesta, sí que se convierte en el marco adecuado para una conmovedora historia familiar, cargada de mucho lirismo.

Limo nos traslada al norte del Perú en los años noventa, en medio de uno de los fenómenos de El Niño más intensos de los que se tenga registro. Dos pequeñas niñas (Yamile Caparó y Verony Centeno) habitan una destartalada casa con gallinero incluido en el segundo piso, en medio de una persistente lluvia, mientras juegan a sus anchas ante la constante ausencia de la madre (Julia Thays), que pasa todo el tiempo tratando que le den a la abuela una atención digna en el hospital. La directora Vera Castaño presenta con mucha sensibilidad la mencionada historia, con un funcional andamio de dos pisos en el escenario y sugerentes proyecciones de video, contrastando la imaginativa y lúdica relación de Caparó con las aves de corral (incluida Limo como la Reina de las Gallinas), con las muy mundanas y tristes consecuencias de los encuentros de Centeno con su enamorado, y la desesperación de Thays ante el calamitoso estado del centro de salud que atiende a su madre.

Muy buenas las actuaciones del elenco, con las siempre sólidas y convincentes Centeno y Thays. Por su parte, Limo aprovecha su breve participación para realizar una llamativa caracterización. Quien sorprende gratamente es Caparó, demostrando una gran madurez en escena al interpretar a un personaje pleno de matices. Repleta de simbolismos, Todas las gallinas vuelan, presentada por el colectivo Tejido Abierto Teatro Lima, delata tristemente, desde el título, lo absurdo de suponer que la desidia de las autoridades, el machismo imperante y la violencia hacia las poblaciones vulnerables lleguen a cambiar alguna vez en el Perú. Acertados además, los paralelismos entre el comportamiento de las gallinas y muchas de nuestras actitudes como sociedad. Todas las gallinas vuelan. Sí, claro. Y algún día, los veranos dejarán de ser siempre iguales.

Sergio Velarde

27 de abril de 2023

Entrevista: MELINA HERNÁNDEZ


“Esta historia les pertenece a todas las mujeres que se sientan parte de ella.”

Oficio Crítico conversó con la actriz argentina Melina Hernández, quien participa en la puesta Útero generacional, dirigida por Ana Correa. Se trata de un viaje escénico en el que evoca las memorias colectivas y familiares que construyen la narrativa de la obra. Es la historia de cuatro generaciones del linaje femenino de la intérprete (incluida ella) y la participación de cada una de ellas en la lucha feminista en Argentina.

Útero generacional conmemora y celebra la lucha de las mujeres latinoamericanas a partir de su historia familiar. La obra tendrá su última presentación en el auditorio del Goethe Institut Lima (Jr. Nazca 722, Jesús María) el viernes 28 de abril a las 8 p.m.

Este montaje fue realizado con el apoyo económico de Iberescena 2018-2019. En esta oportunidad cuenta con el auspicio de la Embajada de Argentina en el Perú y de la Embajada de Alemania en el Perú, y el apoyo del Goethe-Institut Perú.

Entradas en Joinnus y en la boletería del teatro.

Sergio Velarde

23 de abril de 2023

domingo, 23 de abril de 2023

Crítica: 2121


¡Que viva el Perú!

Una obra muy divertida que puedes disfrutar con toda la familia. Dentro de la simpleza de la composición, encontramos una complejidad que nos lleva a la reflexión. Exponer temas como la realidad nacional siempre se vuelve complicado, y más aun cuando se le quiere hacer a un público de distintas edades. La puesta en escena genera un contexto interpretativo que puede ser asimilado por un niño y por un adulto.

Es interesante cuando la reflexión se genera sin importar la edad, esto requiere de un trabajo específico en la dramaturgia textual y espectacular. 2121 explora dentro del ludismo infantil y permite que los adultos volvamos a ser niños y que los niños proyecten sus reflexiones hacia una adolescencia pronta y una adultez inevitable.

La revolución de la risa se torna interesante, porque muchas veces intentamos sembrar conceptos de cambio y de actitud crítica desde un tono dramático y preocupado, como podría ser coherente hablarlo debido a la importancia y seriedad del caso. No obstante, reír y a la vez reflexionar es una tarea necesaria que se puede iniciar en las escuelas y se debe expandir a los escenarios de la ciudad y del país.

El hecho de reír y observar acciones que deslumbran los ojos permite que la reflexión no sea un proceso forzado, sino por el contrario algo espontáneo, más real.

La dramaturgia de la escena desde el principio es muy interesante, ya que empieza con la utilización de elementos sencillos, que poco a poco van requiriendo de destreza y control para desarrollar su acción dramática. La aparente simpleza de lo que está sucediendo hace que el cuerpo se relaje y se entregue a la expectación del acontecimiento.

La composición está bien organizada, el ritmo es creciente, las acciones corporales y visuales están bien tratadas y cada una representa una parte fundamental para el desarrollo de la historia. Escoger tres momentos dentro de la historia del país es muy lúdico. Primero, las tranqueras; después, la era del papel higiénico; y finalmente, la era de las vacancias. A manera de juego se expone una realidad cruda y cercana, que no solo termina siendo interpretada por los adultos, sino también por los niños. Este momento me parece muy trascendental dentro del trabajo textual y corporal.

La composición circense es lo que suma completamente a la armazón del espectáculo, toda la historia va siendo contada desde una perspectiva risueña y el despliegue corporal termina complementando espectacularmente el objetivo de la puesta.

El trabajo corporal parecía no tener límites, se inició con ejercicios sencillos que mantenían un ritmo conocido, pero posteriormente los cuerpos iban demostrando la apropiación de la técnica y la expresión de una propia manera de realizar ejercicios acrobáticos.

 La energía del personaje femenino agregaba la sutileza y suavidad a la composición, su trabajo de centro y de extensión eran muy buenos; los dos personajes masculinos sumaban la fuerza y también podían trasformar su energía a momentos sutiles y delicados, al igual que el personaje femenino volvía sus desplazamientos fuertes y enérgicos.

Terminaban explotando sus capacidades, tornando de esta manera los tres personajes entre distintos matices corporales y de energía, que ayudaban a que lo que se observaba no solo fuesen ejercicios aéreos, de cuerda o de equilibrio, sino un entramado de identidad y la muestra de una postura bien clara ante el mundo y ante la responsabilidad como artistas.

La técnica corporal correcta, sumada a la buena composición escénica y acrobática, nos trae una muestra que debe ser vista; no solo por niños, sino también por adultos, para salir de la realidad cotidiana y entrar a una realidad espectacular, en donde cabe la posibilidad de tener esperanza y forjar nuevas metas. La utilización de símbolos y signos permite que el desplazamiento escénico sea coherente y los elementos que se quiere trasmitir sean fáciles de digerir.

Las luces acompañaron correctamente el trascurso de la obra, momentos de oscuridad y claridad fueron precisos, la participación del público hace dinámico el tiempo y todo parece demorar menos de lo previsto. Los tres intérpretes conjugan muy bien sus ideas y su despliegue escénico, hay un correcto uso de la voz y el entrenamiento corporal y la disciplina saltan a la vista, para ser admirados y diluir su efecto en inspiración.

Entonces ¿se puede hacer mucho por el país?, pues hay que reflexionarlo desde nosotros mismos y lo que aportamos a nuestro entorno. Celebremos el juego, rescatemos la infancia y soñemos con la posibilidad de construir mejores escenarios no solo para el que puede acceder a ellos, sino también hay que romper las barreras y mostrar estos mundos a los que más afectados se encuentran por la corrosión del país.

¡Que viva el Perú!

Moisés Aurazo

23 de abril de 2023

viernes, 21 de abril de 2023

Crítica: DIME ALGO BONITO


Una mirada franca al tema de la salud mental

La inagotable tarea de resistir en el medio teatral independiente es una constante para los artistas emergentes, quienes con entusiasmo y voluntad gestan sus proyectos escénicos. En esta ocasión, La Teatrek y Bonsai Studios presentaron la obra Dime algo bonito, de la joven dramaturga Alessia Small y dirigida por Ysabel Kamasakari, en el Teatro Auditorio de Miraflores.

Con una narrativa honesta sobre un tema cada vez más recurrente en nuestra sociedad, pero igual de postergado: la salud mental. Así, Natalia (Camila Vinatea) es una joven de veinte años, quien ha intentado quitarse la vida; sus padres, Malena (Yvonne Villaflor) y Daniel (Juan Carlos Delgado), están separados y al mismo tiempo que intentan ayudar a su hija, luchan con sus propios conflictos no resueltos. La hermana menor, Laura (Fátima Orbezo), se siente desplazada y agobiada por tener que asumir el cuidado de su hermana mayor, además de resentir la separación de sus padres. Por último, Victor (Sebastián Ruiz) es el enamorado de Natalia, quien con su personalidad optimista y risueña significará un gran apoyo para su recuperación.

Acerca de la puesta en escena, el correcto uso del espacio y el juego de luces aportaron al dinamismo de las escenas, de las cuales destacan, por ejemplo, el canto y baile de Natalia y Victor, bien acoplados. Destacan también los giros inesperados de la historia, elaborada con lucidez y conmovedora honestidad, manejando el drama y humor en la dosis justa; y, afortunadamente, con un desenlace feliz que nos lleva a reflexionar como espectadores.  

Dime algo bonito es una historia que nos ofrece una franca mirada no solo a los temas familiares difíciles, como las separaciones, o los conflictos entre padres e hijos, sino que va más allá, mostrándonos un panorama más profundo cuando entra a tallar una enfermedad como la bipolaridad, poco comprendida y juzgada por el desconocimiento. Cabe mencionar la interpretación solvente de los actores, quienes nos dejaron esa espina, por lo menos a mí, de seguir observando hacia el interior y compartir la importancia de tratar estos temas.   

Maria Cristina Mory Cárdenas

21 de abril de 2023

jueves, 20 de abril de 2023

Crítica: A UN CIELO DE DISTANCIA


En memoria de mi madre

Se hace el apagón en la íntima sala de El Galpón Espacio de Pueblo Libre, una vez que el público ya se encuentra acomodado en sus respectivas butacas para ver la función. Luego, las luces se encienden sobre la platea y aparece entonces la actriz, avanzando solemnemente al escenario, tocando una melódica. De esta manera inicia A un cielo de distancia, magnífico unipersonal presentado por el Colectivo Tránsito Vías de Comunicación Escénica, escrito e interpretado por Laura Santa Cruz, y dirigido por Paloma Carpio y Andrea Valdivia. El punto de partida de la puesta es la propia experiencia de la creadora, quien perdiera a su madre por un suicidio a la edad de dos años; un hecho que la marcó profundamente, pero que como toda artista que se precie de serlo, es decir, que cuente con sensibilidad para crear, ha sabido convertir este dolor en un sólido y sentido espectáculo teatral.

Y es que la mayor fortaleza que tienen las puestas de autoficción, en general, radica en que se valen de hechos de la vida misma de las artistas creadoras, para articular de esta manera discursos más cercanos e interesantes para los espectadores. En ese sentido, muy loable el trabajo de dirección de Carpio y Valdivia, quienes con gran sensibilidad guían a Santa Cruz en su tarea de reconstruir parte de sus memorias en inspiradas y conmovedoras secuencias, no exentas de humor y fantasía, como por ejemplo, las palabras de la niña Santa Cruz en el velorio de su madre. La obra cuenta con el mobiliario indispensable en el escenario y la foto de la madre, como testigo de la limpia, esmerada y conmovedora ejecución escénica de la actriz.

Excelente la performance de Santa Cruz, que se vale de todos los recursos posibles para demostrarle al público que sí se puede encontrar resignación y paz luego de perder a un ser querido. Especialmente, utilizando el recurso de la marinera, una valiosa temática que ya utilizara en proyectos escénicos anteriores. Y es así como termina A un cielo de distancia, contrastando la solemnidad de la escena inicial: con un despliegue de una de nuestras danzas típicas más celebradas, para comprobar una vez más que el arte es capaz de sanar las heridas más profundas y de transformar las penas en expresiones de amor y esperanza.

Sergio Velarde

20 de abril de 2023

martes, 18 de abril de 2023

Crítica: EL PERRO


Entrar al juego

Alguna vez escuché que en otro idioma, la palabra actuar tenía en sus acepciones play, o sea jugar. Y que eso éramos las actrices y actores: jugadores todo el tiempo. Pero para que funcione, como todo juego, había que divertirse dentro de ciertas reglas. Lo que conlleva a que los cuerpos se encuentren en un estado de alerta, exista una urgencia, se dé una situación y ciertos roles/personajes que quieren ganar o conseguir algo. Todo en función a vivenciar/atravesar/viajar una historia. Asimismo, al jugar existiría un grado de planificación, estrategia en la mente y una especie de organización en el cuerpo. Y todo esto es lo que se aprecia en El Perro.

Obra escrita y dirigida por Jorge Bazalar, quien convoca a Henry Sotomayor, Stephanie Enriquez, Ronie Cusó, Christian Ruiz, Luis Miguel Yovera y en la musicalización, a Eduardo Cotos; formando un elenco vivo y tenaz por donde se les viera. Generando que el público sea parte de la escena, pues dentro de la teatralidad que se nos propone (mitad narrativa y mitad representación) como espectadoras y espectadores, viajamos toda la obra al igual que ellos, manteniéndonos a la expectativa de una resolución de conflicto que, aparentemente, giraría en torno a encontrar a un perro. No obstante, pareciera que Bazalar lo usase de pretexto para abordar algo mucho más complejo: cómo funcionamos en sociedad, la violencia que nos rodea desde casa y sobre todo, el abandono y soledad que padecemos por no mirarnos como simples seres semejantes que se necesitan mutuamente para vivir bien. A través de una serie de monólogos que van apareciendo de manera oportuna.

Así, un perro abandonado en la ciudad, dos gatos en el mismo estado, un árbol plantado hace muchos años, un alcohólico solitario en un parque al igual que un anciano ciego olvidado por su familia, o una abuela que ya no recibe visitas por su nieto, quien perdió a su papá o su amiga que no vive con su mamá y solo con su padre policía que se abandona a sus instintos y olvida los principios; todo ello a la par del desmoronamiento de una familia ya quebrada, la cual padece, porque el hijo decidió abandonar su hogar: son jugados por un equipo bien distribuido en el espacio escénico, ya que la actriz y los actores se encuentran en los laterales predispuestos, porque incluso cuando no accionan en escena, están en acción. Es inevitable verlos. Y por alguna razón están ahí.

De esta manera, el director construye una sensación, una idea, una mirada a partir de la distribución escénica planteada, pues deja la libre decisión de qué y a quiénes mirar. Y es grato, porque se puede apreciar la conexión cómplice, la escucha y espera activa de los actores desde cada una de sus sillas, quienes curiosamente no se abandonan entre ellos, ni a sus emociones, pues desde el límite entre ficción y realidad, sostienen al compañero y es justamente por ello que funciona un espectáculo teatral.  Rescatando entonces, cómo en un sencillo cuadrado se pueden proponer y vivir escenas trágicas como lúdicas, siempre y cuando se entre a jugar, decididos, como en la vida misma. Donde aparece la pena, el amor, la esperanza, el miedo, la venganza, la marginalidad. Gracias a una composición escénica pulcra, directa y concreta, haciendo que funcione el juego de inicio a fin. Con el plus de detenernos, como buen arte a escuchar y observar, ya sea la hora o el lugar, para que como espectadores tengamos, por qué no, también una labor activa, construir a partir de nuestra imaginación.

Conny Betzabé

18 de abril de 2023

domingo, 16 de abril de 2023

Crítica: ¡HÁGASE LA MUJER!


Mujer

Dios aparece y con él, el Diablo. La presencia escénica se hace sentir, la música envuelve el espacio y hay una modulación adecuada. Los actores demuestran un dominio entrenado de la voz y el texto. Las modulaciones, la dicción, el timbre y el ritmo están bien colocados por la mano del director y la intuición de los actores.

Aparece el Hombre, Dios tiembla ante su mayor creación, el Diablo lo tienta constantemente. La crítica a los roles que puede asumir la Mujer se introduce entre nuestras reflexiones, aun desde una manera implícita, solo desde la perspectiva del creador y de sus cómplices. Empieza a pulular algo que los confunde racionalmente, la naturaleza y el orden se encuentran en conflicto.

El Hombre necesita algo, Dios lo sabe y el Diablo, también. La astucia para montar un texto de esa naturaleza nos permite descubrir los pretextos en los que caen algunos sectores de la sociedad, al justificarse en interpretaciones de los textos bíblicos y del mandato divino.

¡Hágase la Mujer! dice Dios. Desde este momento todo cambia, lo que aparentemente era un conflicto unilateral se convierte en algo que va hacia otro sentido. La presencia de la Mujer cambia el escenario. El ritmo creció inmediatamente, la actriz sabía cómo trabajar la dualidad que le exigían, pero a la vez, emitir una voz de protesta, muy fuerte.

En estos tiempos observar una muestra de teatro de texto se torna una reflexión. Estamos viviendo una época donde impera la destrucción del drama; sin embargo, existen muestras como ¡Hágase la Mujer!, que nos permite redescubrir el concepto de actor desde sus orígenes remotos. Técnicamente, la obra estuvo bien, los técnicos y actores convergieron con eficiencia. El espacio es abierto, como su nombre lo dice, y el uso de la voz fue bien manejado, las luces fueron sencillas y ordenadas, aportaban una cálida atmósfera.

La forma de emitir la resistencia de la Mujer fue uno de los mejores momentos, porque hasta antes de su aparición, Dios, el Diablo y el Hombre mantienen una relación que muestra la construcción del pensamiento que critica la obra; solo vibran en un sentido, todo fluye con naturaleza y familiaridad.

Cuando aparece la Mujer, algo sucede en el cuerpo de los personajes y también de los espectadores. Los textos reafirman la postura corporal y el manejo de energía envuelve a la escena hacia otra comprensión.

¡La Mujer expresa lo que quiere ser!, ¡no acepta lo que no le gusta!, ¡no permite que se la utilice! Es el momento más alto de la obra. Los colores sencillos y el diseño del vestuario conjugan ante la presencia de la actriz, y su voz y belleza resuenan en el espacio.

Moisés Aurazo

16 de abril de 2023

sábado, 15 de abril de 2023

Crítica: CÓMO CRECEN LOS ÁRBOLES


Empatía postergada

Originada en el programa Sala de Parto 2013 y estrenada formalmente un año después, Cómo crecen los árboles fue una de las piezas escritas por Eduardo Adrianzén que provocara en su momento una gran controversia y división durante su pase por nuestra cartelera teatral. Explorando el texto las consecuencias de la guerra interna en un hogar de clase alta, algunos señalaron líneas argumentales dispersas y no del todo resueltas, así como personajes rayando en el estereotipo; otros, como quien escribe, percibimos una propuesta bastante coherente con la producción dramática del autor, que brilla cuando se propone retratar nuestra dura realidad política y social en contextos determinados. Reestrenada casi una década después, la mayor fortaleza del nuevo montaje a cargo del hábil director Rodrigo Falla Brousset sea acaso la de conseguir restregarnos como sociedad nuestra nula capacidad para cerrar heridas generacionales y además, para mostrar empatía hacia compatriotas víctimas de una violencia que preferimos ignorar por conveniencia.

Solo bastaron unas cuantas palabras pronunciadas en el primer acto por la empleada del hogar ayacuchana Paulina (una maravillosa Flor Castillo), acerca del triste final de sus parientes durante el conflicto armado interno, para hacer explotar, aunque sea por algunos momentos, aquella burbuja de comodidad que se vive en el hogar de la esforzada activista Maritza (una intensa Giselle Collao, en reemplazo temporal de Ebelin Ortiz), junto a su hijo estudiante de gastronomía Dante (un solvente Renato Piaggio) y la novia de este, la superficial aprendiz de cineasta Vania (una convincente Tania López). Por otro lado, la inesperada aparición del padre de Dante, el militar prófugo Tomás (un inquietante Gustavo Mayer), desenmascarará a su vez al profesor de Kung Fu del joven, el extremista Cristóbal (un sólido Luis Baca). Todas las secuencias se suceden de manera fluida; y los diálogos, muy al estilo Adrianzén, repletos de ácidas referencias hacia nuestra idiosincrasia nacional tan fracturada, son aprovechados con mucha efectividad por todo el elenco. A destacar el escalofriante monólogo en el auto, a cargo de Mayer; y la tensa escena entre Castillo y López, ya antológica, en la que comprobamos lo tristemente complicado que puede ser lograr la tan necesaria unidad nacional.

Con contados elementos en escena, Falla Brousset delimita bien los espacios y corrige además, el punto débil del montaje original: las secuencias oníricas. La pesadilla de Dante es ahora ejecutada con mayor precisión y orden, con el elenco portando vistosas máscaras y servido por las punzantes y siempre vigentes líneas del autor. Varias referencias y todas interconectadas ingeniosamente: desde los “árboles” de Casona hasta nuestra gastronomía, que sirve de simbólico parche provisional para un país dividido. Cómo crecen los árboles, gran texto recuperado para la escena por la productora Kapchiy y repotenciado desde la dirección por Falla Brousset, es un muy recomendable y necesario espectáculo, que si bien omite el detalle original de la lluvia capaz de curar las heridas en el epílogo, este nos regala una contundente imagen final, con todos los bandos heridos de muerte en el corazón. Y que solo la empatía logrará que estos vuelvan a latir.

Sergio Velarde

15 de abril de 2023

Crítica: LA REFINADA ESTÉTICA DE LOS HDP


De los trastornos familiares y otros males

Una familia disfuncional aprovecha las celebraciones navideñas para revelarnos la extraña forma en que se relacionan. El padre (Paco Varela) toma las cosas a la ligera y utiliza las bromas como un estilo de vida; por otro lado, la madre (Alexandra Barandiarán), se preocupa por mantener las apariencias de una familia unida y perfecta. Para completar el cuadro familiar Gia Rosalino interpreta a la hija, una joven que es una suerte de “ser autómata”, quien se refugia en su mundo solitario y frío; finalmente, Facundo Posincovich interpreta al hijo, un chico talentoso que esconde sus miedos, literalmente, en su habitación. Bajo este argumento se presenta la obra La Refinada Estética de los HDP, escrita por la uruguaya Jimena Márquez y dirigida por Manuel Alegría. La breve temporada se desarrolla en el Teatro Mocha Graña.   

La puesta se compone de elementos básicos como una decoración navideña, resaltando los vestuarios combinados de los personajes, como si este fuera el único detalle que realmente los uniera, pues la dinámica familiar casi nula expone a seres humanos egoístas, que buscan sobrellevar la convivencia, satisfaciendo sus propios intereses. El humor ácido de la ingeniosa narrativa es sostenido por la destreza de los actores, quienes se sumergen en este imaginario que esconde muchas verdades en torno a los asuntos familiares, como las carencias afectivas, la comunicación, la aceptación, etc., temas que contados de otra manera podrían resultar extremos, pero en este caso funciona muy bien.

La Refinada Estética de los HDP es una comedia de humor negro, producida por Sorpréndete Producciones, la cual refleja muchas de las fragilidades que se dan al interior de una familia, siendo precisamente la risa, esa tabla de salvación a la que se aferran los personajes, al fin y al cabo bien dicen que “la risa todo lo cura”.

Maria Cristina Mory Cárdenas

15 de abril de 2023

miércoles, 12 de abril de 2023

Crítica: MONSTRUO DE ARMENDÁRIZ


El arte de encarnar

Tras su exitosa temporada en el 2022, Monstruo de Armendáriz vuelve en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico. Y qué conveniente que sea así.

Esta obra teatral nos entrega no solo un texto pensado por el poeta, sino todo un espectáculo necesario. En todos los sentidos. Desde la pulcritud, puntualidad y sencillez de la dirección escénica, la vehemencia en las actuaciones y con ello, la encarnación de los personajes, pero sobre todo por la vigencia de la trama y sus aristas que, a pesar de estar ubicado en una Lima de los años 50s, en la actualidad siguen presentes esas taras por las cuales padece a diario nuestra sociedad. Dejándonos en la escena las evidencias claras de, como ciudadanos, haber cambiado y aprendido poco o nada en el transcurso de 70 años.

Se nos representa así la apasionante historia de un hombre afrodescendiente que fue condenado a pena de muerte, en 1954, por un crimen que no cometió. Si bien es cierto esta ficción está basada en hechos reales, lo cual contiene un final ya esperado, es gracias a la labor de cada una y uno de los sujetos actuantes en la escena lo que permite que el espectador viaje al lado de los personajes, recorriendo a la vez todo el calvario por el cual atraviesan constantemente. Desde la presentación del caso hasta el juicio final. Sea desde la mirada del abogado Mora (Daniel Cano), quien desarrolla al personaje desde la ingenuidad, pasando por la cobardía, el silencio y la valentía, para finalmente compartirnos el trágico hecho cometido a vista y paciencia de toda la sociedad que les rodea. O el juez, fiscal, forense/policía, testigo, madre y el presunto criminal. Quienes son desarrollados con total compromiso por sus actores y actriz, logrando así encarnar el papel hasta conseguir entregarnos la vida de cada uno de estos signos analógicos a los cuales representan.

Finalmente, cabe destacar la labor bien sostenida de inicio a fin por cada uno de los participantes del elenco, desde el manejo de la utilería, la composición del vestuario, escenografía, pues obtiene la escucha activa del público quienes entre los abucheos, lo risible, la tristeza y el silencio, sí, porque es tan potente la situación, el conflicto que se nos presenta en la ficción como sociedad que sirve como reflejo acerca de aquello a lo que nos enfrentamos día a día, entre ciudadanos sea de Lima o de otra ciudad. Dejándonos la cuestión y acción de cuándo nos podremos sentar a la misma mesa a comer en paz, sin sacar provecho, de nada ni de nadie, bajo falsos discursos de movimientos políticos que solo velan el propio beneficio, sin minimizar al otro, su cultura, costumbre, lugar de proveniencia, fe, ser velados correctamente por el sistema judicial y lograr el derecho a vivir una vida digna.

Conny Betzabé

12 de abril de 2023

sábado, 8 de abril de 2023

Crítica: TIKI Y EL ESPEJO MÁGICO


Un viaje musical

Confieso que mi sueño es algún día apreciar un montaje que combine las particularidades del teatro para la familia y el espectáculo del teatro musical. Tiki y el Espejo Mágico satisfizo mis expectativas y sorprendió por el despliegue coreográfico, principalmente.  

Señalar, eso sí, un detalle con respecto a la dramaturgia: la historia empezó con mucha fuerza, pues Tiki Tunki (Andrea Fernández) y su abuelo (Erick Cumpa) hacían prever, por sus primeros diálogos, que la obra consistirá en muchos conflictos; sin embargo, a medida que transcurría la historia, esta se resumía en el viaje imaginario de la protagonista por diferentes partes del Perú, en donde se celebraba al ritmo de sus principales bailes tradicionales de carnaval. Hubiese esperado muchos más conflictos creíbles y personajes antagónicos contra la misión de Tiki por conocer su país. Incluso, hubo un momento de la historia en la que se incluye una boda, pero nunca se menciona qué relación tenía esto con Tiki Tunki o su abuelo.

Por otro lado, quiero manifestar mis totales halagos por el espectáculo musical presentado por las diferentes agrupaciones musicales de la Asociación Cultural Tusuni. La representación de los carnavales de Cajamarca, Ica, Lima, Puno y otras ciudades fue sencillamente espectacular, desde el punto de vista coreográfico y visual. La coordinación y fuerza de los bailarines fue impresionante y parecía que uno estuviese viendo un montaje principal del Teatro Nacional. No obstante, solo como un pequeño comentario constructivo, la presentación de estos números no tenía necesariamente un contexto complejo con la historia. ¿Por qué Tiki tenía que pasar imaginariamente por estos carnavales mediante el espejo mágico? ¿Qué misión buscaba exactamente? Esto es solo un detalle que no quita que las presentaciones hayan sido, de lejos, lo mejor de la noche.

Adicionalmente, respecto a las actuaciones, resaltar las de Fernández como Tiki Tunki, debido a su carisma en el escenario; de Cumpa como el abuelo, en virtud de su capacidad de interpretar a una persona de la tercera edad sin caer en exageraciones; de Carla Chávez como la chocolatera, gracias a la modulación de su voz al momento de imitar a una afroperuana vendedora; y finalmente, de Santiago Cáceres como el sastre, debido a la fuerza de su voz y la organicidad de sus movimientos en el escenario.

Por otro lado, apuntar la excesiva duración del montaje, que hizo que por momentos el ambiente se vuelva denso, a pesar de los geniales números musicales presentados. En conclusión, creo que Tiki y el Espejo Mágico pudo ser algo más que un musical genial, sino también una historia con una enseñanza ética o moral para la familia. Esta pudo ser una buena oportunidad de combinar ambos mundos, porque el público era mayoritariamente compuesto por niños, adolescentes y adultos.

Enrique Pacheco

8 de abril de 2023

viernes, 7 de abril de 2023

Crítica: INSECTOS


Inocencia interrumpida

El Club de Teatro de Lima, con ya siete décadas de labor ininterrumpida, acaba de despedir a su primera promoción de graduados de su programa de Actuación que empezara en tiempos de pandemia. La fórmula que vienen empleando los directores-profesores Josefo Palomino y Paco Caparó es ya conocida y por cierto, nunca defrauda: los propios alumnos son los que generan sus propias historias, direccionadas por Caparó como una creación colectiva. El resultado estrenado en esta oportunidad, Insectos, es un interesante y sólido conglomerado de tramas en las que se percibe no solo el avance interpretativo de los nóveles actores, sino además la sincera preocupación por una problemática muy actual y pertinente: el acoso y maltrato hacia los niños y jóvenes en nuestra sociedad.

Son varias las historias, independientes e intercaladas, que van girando en torno a esta temática: escolares abandonados a su suerte y acosados por su profesor, padres de familia más preocupados en sus propios intereses que en sus propios hijos e influencers virtuales que provocan peligrosos comportamientos en sus seguidores, en medio de machismo, intolerancia y violencia. Cada hilo narrativo se encuentra bien ejecutado y articulado con el resto, sobre todo hacia el desesperanzador final, en el que todas las historias se entrecruzan. Prometedor además, el elenco de nóveles intérpretes: Ángel Coila, Andrés León, Lidia Navarro, Norbil Flores, María Paula Oviedo, Alfredo Motta y especialmente, Marcelo Kajatt como el vistoso tiktokero e Iker Rayme como el niño abusivo.

Si bien la técnica de creación colectiva es ya una “marca” de casa, esta propuesta escénica (así como todas las que Oficio Crítico alcanzó a ver en el Club de Teatro de Lima) refleja un esforzado trabajo por conseguir una personalidad propia, muy evidente en el apartado estético, con los vestuarios en tonos claros y ocres, así como las estructuras metálicas móviles forradas con curiosos diseños en papel Kraft. Por otro lado, el maquillaje con base blanca sí sería un punto a trabajar, para especificar aún más las variadas caracterizaciones. Insectos es una muy digna muestra de promoción, conformada por un interesante nuevo grupo de actores, que explora con acierto las terribles consecuencias que acarrean las viles conductas y nocivas actitudes de muchos de los adultos.

Sergio Velarde

7 de abril de 2023

Crítica: Q.E.P.D., MATRIMONIO POST MORTEM


Comedia de ultratumba

Si bien la muerte puede ser un tema que genere interesantes puestas en escena en clave de tragedia o drama, también es posible crear divertidas comedias acerca del fin de nuestro tiempo en este plano terrenal. Tal fue el caso de la última apuesta teatral de la X Productora, presentada en el Centro Cultural CAFAE de San Isidro, que llevó por título Q.E.P.D., Matrimonio post mortem, y que ya estuviera el año pasado en nuestra cartelera limeña. Se trata de una adaptación de la breve pieza Q. E.P.D. del reconocido dramaturgo ecuatoriano José Martínez Queirolo y que el actor y director Paco Varela convierte en un sólido espectáculo muy a su estilo.

Un matrimonio en aparente “normalidad”, interpretado por Caroll Chiara y Varela, sufre un aparatoso accidente automovilístico y al encenderse las luces, ambos aparecen en el escenario dentro de sendos ataúdes en posición vertical, uno al lado del otro. Aquel es el inicio de un delirante diálogo desde el más allá, en el que cada uno de los cónyuges irá revelando truculentos secretos y detalles escondidos en vida, en una de las tantas relaciones maritales que funcionan de acuerdo al “qué dirán”. A destacar la aguda crítica social que se camufla muy bien dentro del humor que se desborda de esta discusión de ultratumba, no solo en cuanto a la hipocresía reinante en estas ceremonias, sino además en la vida diaria de esta pareja, llena de superficialidades y apariencias.

Muy buen trabajo interpretativo de Varela, consumado y versátil actor con décadas de experiencia, secundado de manera excelente por Chiara, su pareja dentro y fuera de los escenarios, quien no solo consigue una buena química al lado de su compañero, sino que aprovecha sus propios momentos de lucimiento. Ambos consiguen un dialogo fluido y entretenido, intercalando con algunas secuencias fuera de los ataúdes, las que dinamizan la puesta. Q.E.P.D., Matrimonio post mortem es una divertidísima comedia, muy bien ejecutada, que se vale de un hecho tan doloroso, como lo es la muerte, para arrancarle una sincera carcajada a los espectadores.

Sergio Velarde

7 de abril de 2023

jueves, 6 de abril de 2023

Crítica: EN EL PAÍS DE LAS PESADILLAS


Neurodivergencia y oscuridad

Que la salud mental siga siendo, literalmente, la última rueda del coche dentro de las prioridades de nuestros gobiernos de turno es una dura y triste realidad. Es por ello que el mayor acierto de la pieza En el país de las maravillas, escrita por José Miguel Herrera y Jorge Pecho, sea el de exponer, una vez más, las terribles consecuencias que afectan a las personas neurodivergentes y nuestra incapacidad como sociedad para saber entenderlas y apoyarlas. Otras puestas recientes, como El hijo de Florian Zeller o Barcelona de Víctor Falcón, se inclinaban por explorar las repercusiones en el entorno de los afectados por esta condición; por el contrario, en este proyecto escénico dirigido también por Pecho, se nos presenta el delirante mundo interior de una joven muchacha recientemente diagnosticada.

Es la propuesta estética de esta obra producida por la agrupación teatral NAZ ARTS PERÚ, con la dirección de arte de Fiorenza Mazzetti, la que le hace alcanzar uno de sus puntos más altos. El íntimo escenario del Espacio Teatro Esencia de Barranco se convierte en un verdadero lugar de pesadilla, como el hogar de Arely (Mellanie Elguera), en el que trabaja de manera remota como diseñadora para una empresa de naipes. Los colores (en los que predominan el rojo y el negro), los efectos sonoros, las voces en off (algunas por mejorar en claridad) y las luces, en medio de naipes colgados en las paredes, suman para crear una atmósfera de locura y suspenso. Además, la aparición de dos misteriosos personajes, la Muñeca Roja (Ale Meza Cuadra) y el Señor Espantapájaros (Sandro Stocker), productos de la imaginación de la joven, la atormentarán en medio de su rutina.

Buenas las actuaciones del elenco: Elguera convence como la desesperada protagonista, versátil y enérgica, superando algunos detalles en su caracterización (la cabellera despeinada y las ojeras contrastan con sus impecables manicure y pedicure); Meza Cuadra sale airosa de interpretar a un personaje ruidoso y extremo; y Stocker construye adecuadamente su criatura desde la corporalidad. En el país de las pesadillas, nuevo acierto en la trayectoria de Pecho como director, es una más que oportuna reflexión acerca de la difícil situación que deben enfrentar día a día las personas neurodivergentes para integrarse a una sociedad, que muchas veces se les presenta de manera hostil y despiadada.

Sergio Velarde

6 de abril de 2023

Crítica: LOS PERROS


La antiheroica inconformidad

Sin importar la crianza, entorno o contexto, la búsqueda de la felicidad es una cuestión arraigada a la condición humana. Podemos huir u omitirla, pero cuando se cae en cuenta, se vuelve una necesidad y hasta se termina obviando todo lo que se tiene en frente, causando una constante insatisfacción con la vida. Por ello, muchas veces evitamos a toda costa este tipo de revisiones, autoevaluaciones, denominándolos temas profundos o intensos, pues el cuestionarnos y reflexionar acerca de aquello que nos rodea no es tarea fácil. Pero cuando se toma las riendas del inconformismo, nace un nuevo antihéroe, antiheroína en este caso.

Los perros es una obra que aborda esta potente situación, detona gracias al personaje de Laura (Emilia Drago), quien desde un principio parece derrotada a pesar de encontrarse en un día festivo, su cumpleaños. Esta derrota en la actriz anticipa y redunda la historia en el conflicto, lo que causa que su pareja Rodrigo (Diego Lombardi) caiga en una explosión incongruente y casi monótona, pues no existe un in crescendo en el accionar de ambos para justificar la potencia final propuesta por el actor. Por otra parte, al ser un texto con bastante información, pues cada diálogo es a la vez detonante del conflicto, se es necesario un ritmo ameno, constante, ligero para que la atmósfera entre los participantes sostenga esa tensión que se siente ante alguna posible discusión; es por ello que cabe destacar la labor de Augusto Mazzarelli y Grapa Paola, quienes mantienen el rigor y flexibilidad dentro de sus personajes. No obstante, al interpretar personajes con características que no conllevan a la gran creación de particularidades, puesto que ambos tienen caracteres de aquellos a quienes representan, no estaría mal la composición y el detenimiento en el detalle, pues algunos textos terminan cediéndole paso a la conformidad y un accionar repetitivo, que es válido, pero cansado de observar.

Sin embargo, es una obra que funciona bien en general, que se arriesga desde la dirección a probar algo nuevo para la escena, pues al ingresar nos damos con la sorpresa de que la obra ya inició y que la organización del público no es a la que estamos acostumbradas y acostumbrados. Aun así, si bien es un riesgo tomado, podría irse (por qué no) más allá y poner al público dentro de la escena, si es que se quisiese generar algún grado de intimidad y hacernos parte de esos estilos de vida, donde se señala al otro como carente de valores y se incita a la rutina, el abandono de los sueños y de una misma. O si no, ¿para qué entonces se nos ubica de tal manera?, ¿para qué también se habla de ciertas enfermedades? La obra deja un final abierto y con ello, subtemas varios por resolver.

Conny Betzabé

6 de abril de 2023

lunes, 3 de abril de 2023

Crítica: MI PRIMER MONTAGE


Sólido entretenimiento metateatral

El mundo del Teatro siempre ha sido una atractiva fuente de inspiración para crear curiosos espectáculos escénicos a partir de este mismo. Los primeros acercamientos a este arte, el descubrimiento del talento, el sacrificio que conlleva esta profesión, las frustraciones varias, los ensayos y los estrenos posteriores aportan los suficientes ingredientes como para cocinar atractivas propuestas para los espectadores. Pues bien, producida por Teatro Caleta, tuvo una brevísima temporada el mes pasado la obra Mi primer montage, de dramaturgia colectiva y dirigida por el actor Julio Navarro en su primer trabajo como director, el cual se valió de este recurso metateatral para componer una muy simpática propuesta escénica.

Al íntimo espacio del Cine Teatro Caleta de Barranco llegan la Chata (Briana Campos) y Chimbote (Edward Palomino), dos jóvenes estudiantes de actuación, dispuestos a realizar su ensayo general, con todo el ánimo y energía característicos de los todavía novatos en estas lides. Son dos microobras, dentro de la “obra” oficial, las que se son interpretadas sin tacha por los actores. Sin embargo, ambas tramas (que involucran a una vendedora ambulante maltratada en una unidad de transporte y a una joven y “sociable” señorita en compañía de su perro) no parecen querer señalar las actitudes poco humanas de la sociedad, sino que sirven de pretexto para mostrar el carisma y versatilidad interpretativa de la pareja. Sus conversaciones como actores, en medio de las micropuestas, contienen quizás los mejores momentos del espectáculo, pues evidenciamos la obstinada pasión de la juventud por mantenerse vigentes en uno de los medios artísticos más difíciles y sacrificados.

Navarro consigue un limpio trabajo con los escasos elementos que dispone (una sillas, unas telas de colores para los actores que visten de negro), para crear las entrañables y fluidas secuencias; y tal como los dicen los mismos intérpretes, de manera minimalista. Sin duda, la mayor fortaleza del montaje es el trabajo en conjunto de Campos y Palomino, quienes tienen química en escena y se complementan de manera adecuada y lúdica. Acaso el único cabo suelto sea el de no descubrir el porqué de la palabra “montage” con “g” en el título. Sin contar ese detalle, Mi primer montage es un discreto pero muy digno trabajo escénico de “Teatro desde el Teatro”, que bien merecería una pronta reposición.

Sergio Velarde

3 de abril de 2023

domingo, 2 de abril de 2023

Crítica: DOCE HOMBRES EN PUGNA


Potente juego escénico  

Ante la acusación de asesinato a su padre, un joven es llevado a juicio, enfrentando la pena de muerte. Doce hombres integrantes del jurado tienen la gran responsabilidad de debatir acerca de su culpabilidad, o tal vez, encontrar una duda razonable que los lleve a presumir su inocencia; sin embargo, la decisión deberá ser unánime. Bajo este argumento, Del Bardo Escuela de Actuación presenta, como proyecto final de graduación de la XII promoción de su Programa de Formación Actoral, una interesante versión de la película Twelve angry men, dirigida por Sidney Lumet (1957), albergada en la Sala Quilla ubicada en Barranco.

La dirección de la obra está a cargo de Franco Iza, quien propone un retador juego escénico en el que destacan la dualidad de roles, que cada actor defiende con precisas construcciones, además de la cercana interacción que mantienen los personajes y el público (ubicado en la parte central), como si formaran parte del jurado. Por otro lado, el espacio es bien aprovechado para el desplazamiento y ejecución de las acciones; la sencillez de los recursos escénicos como la mesa, el juego de luces y el vestuario neutro, que a su vez apoya el cambio de roles, convierten a este texto complejo y extenso, en una puesta potente y dinámica, sostenida con aplomo por el elenco conformado por Bruce Oré, César Ruiz, Daniel Suárez, Manuel Chiock, Raúl Rodríguez y Ramiro Villena.

Doce hombres en pugna es una pieza teatral que nos invita a cuestionarnos acerca de los valores, prejuicios, creencias y distintas personalidades que existen en nuestra sociedad; tratándose de un tema aún controversial como lo es la pena de muerte, tarea nada sencilla para continuar reflexionando. Insisto en felicitar el riesgo que toma Iza, al crear una atmósfera ágil y fresca, donde prevalecen las interpretaciones, con todos los retos que implica un proyecto de graduación. Si tuviera algo que mencionar sería el tema de los cambios seguidos de asiento de los jurados, que hacia el final ya se agotaron como recurso, aunado al hecho de que, particularmente, me perdí en la última votación que daba lugar al veredicto final. Fuera de estos detalles, observar un trabajo escénico renovado y novedoso, defendido por competentes actores, se agradece. ¡Felicidades a los egresados!

Maria Cristina Mory Cárdenas

2 de abril de 2023