sábado, 1 de abril de 2023

Crítica: ¿Y CÓMO FUNCIONA EL MUNDO?


Dudar siempre

¿Sabio consejo o compromiso con la incertidumbre? Y con ello, el sufrimiento. De cualquier manera, sí que sirve para removernos, no conformarnos, curiosear y aprender en el camino. Pues bien, ¿qué sucede en este cuando niños, adolescentes y hasta jóvenes no tenemos un ejemplo o de quién siquiera orientarnos? Si todo alrededor parece hostigarnos, maltratarnos, menospreciarnos. ¿Cómo trazarnos metas, objetivos; cómo poder valorarnos y regularnos? Si estamos constituidos por la mirada de un otro, familiar, amigo, vecino. ¿Cómo lograr ser alguien beneficioso para la sociedad si únicamente se conoce el transitar de malos hábitos, malas mañas, costumbres, vicios?

Dudar siempre e ir a contracorriente, en todos los ámbitos.

En tal sentido, el elenco conformado por las y los recién egresados del programa de arte dramático en el Club de Teatro de Lima han compuesto, de manera colectiva, una representación abordando la perspectiva que tienen sobre el mundo. Con una mirada bastante concreta y lúdica de ver la vida. Tocando temas sensibles de forma explícita. Siendo el maltrato infantil, jerarquías sociales, racismo, abusos sexuales, ambiciones, corrupción, deseo de poder los que se representan en escena. Partiendo de una historia cotidiana que se puede conocer ya sea por TV, en noticias y hasta asomándonos por la rendija de la ventana. Lo cual parece ser una desventaja, pues no les permite salir de la zona de confort a los actores y minimiza la labor de la creación colectiva, entendida esta como un salto al vacío que se va componiendo por la acumulación sensible de los creadores; además de casi anular la exploración y el manejo de las herramientas que cada uno de estos pueda conocer dentro de sus técnicas y entrenamientos actorales.

Al menos, eso se puede percibir a partir de la energía desequilibrada en el colectivo y de los dispersos códigos de interpretación. Algunos más naturalistas, otros desde lo bufonesco, cayendo en el cliché, incluso rompiendo, no se sabe si intencionalmente, la cuarta pared. Dejando entrever la falta de expresión corporal en algunos, ya sea desde el cuerpo codificado o espontáneo. Así, el espectáculo transcurre entre voces muy bajas o gritos descontrolados.

No obstante, cabe resaltar alguno que otro detalle ejecutado por un par de actrices para la composición de sus interpretaciones que las vuelve entrañables en escena, trascienden. Asimismo, destacar la limpieza escénica hasta cierto punto, pues las entradas y salidas tanto de los actores, actrices, sonidos, luces, utilería fue impecable, considerando que son estos mismos los que manejan todo detrás de escena.

Pero, aunque no lo creamos, en el teatro todo compone; a diferencia del lente de una cámara que puede captar un detalle y a la vez direccionarnos la mirada. En escena, será el espectador quien decida qué ver. De esta manera, unos anteojos pisados por los actores de inicio a fin pueden robarse el espectáculo, solo porque así funciona el espacio teatral: todo cuenta y hay que saber resolver cualquier tipo de problema. En escena.

Finalmente, apuntar que existe y es notable el grado de esfuerzo y dedicación, dado que al ser una creación colectiva, esta significa horas de ensayo y sobre todo de planificación, creación en la que se involucran muchas mentes/voces, y estar ahí parado en el escenario es únicamente la certificación de querer estarlo, dejando mucho de lado. Así que una crítica, reflexión o comentario nunca va ser más de lo que cada uno de los ahora actores sabe que ha entregado. Y si les felicitan, pero sienten que pueden hacerlo mejor, bienvenido sea. Dudar siempre en el proceso, más no en la escena. Pues será su cuerpo el que hable más que la boca o la mente.

Conny Betzabé

1º de abril de 2023

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