sábado, 8 de abril de 2023

Crítica: TIKI Y EL ESPEJO MÁGICO


Un viaje musical

Confieso que mi sueño es algún día apreciar un montaje que combine las particularidades del teatro para la familia y el espectáculo del teatro musical. Tiki y el Espejo Mágico satisfizo mis expectativas y sorprendió por el despliegue coreográfico, principalmente.  

Señalar, eso sí, un detalle con respecto a la dramaturgia: la historia empezó con mucha fuerza, pues Tiki Tunki (Andrea Fernández) y su abuelo (Erick Cumpa) hacían prever, por sus primeros diálogos, que la obra consistirá en muchos conflictos; sin embargo, a medida que transcurría la historia, esta se resumía en el viaje imaginario de la protagonista por diferentes partes del Perú, en donde se celebraba al ritmo de sus principales bailes tradicionales de carnaval. Hubiese esperado muchos más conflictos creíbles y personajes antagónicos contra la misión de Tiki por conocer su país. Incluso, hubo un momento de la historia en la que se incluye una boda, pero nunca se menciona qué relación tenía esto con Tiki Tunki o su abuelo.

Por otro lado, quiero manifestar mis totales halagos por el espectáculo musical presentado por las diferentes agrupaciones musicales de la Asociación Cultural Tusuni. La representación de los carnavales de Cajamarca, Ica, Lima, Puno y otras ciudades fue sencillamente espectacular, desde el punto de vista coreográfico y visual. La coordinación y fuerza de los bailarines fue impresionante y parecía que uno estuviese viendo un montaje principal del Teatro Nacional. No obstante, solo como un pequeño comentario constructivo, la presentación de estos números no tenía necesariamente un contexto complejo con la historia. ¿Por qué Tiki tenía que pasar imaginariamente por estos carnavales mediante el espejo mágico? ¿Qué misión buscaba exactamente? Esto es solo un detalle que no quita que las presentaciones hayan sido, de lejos, lo mejor de la noche.

Adicionalmente, respecto a las actuaciones, resaltar las de Fernández como Tiki Tunki, debido a su carisma en el escenario; de Cumpa como el abuelo, en virtud de su capacidad de interpretar a una persona de la tercera edad sin caer en exageraciones; de Carla Chávez como la chocolatera, gracias a la modulación de su voz al momento de imitar a una afroperuana vendedora; y finalmente, de Santiago Cáceres como el sastre, debido a la fuerza de su voz y la organicidad de sus movimientos en el escenario.

Por otro lado, apuntar la excesiva duración del montaje, que hizo que por momentos el ambiente se vuelva denso, a pesar de los geniales números musicales presentados. En conclusión, creo que Tiki y el Espejo Mágico pudo ser algo más que un musical genial, sino también una historia con una enseñanza ética o moral para la familia. Esta pudo ser una buena oportunidad de combinar ambos mundos, porque el público era mayoritariamente compuesto por niños, adolescentes y adultos.

Enrique Pacheco

8 de abril de 2023

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