sábado, 29 de mayo de 2021

Crítica: ESEFEST


Visibilidad para jóvenes creadores

A más de un año de iniciada la pandemia, la creación escénica no se detiene. Y para demostrarlo, se desarrolló en la virtualidad la primera edición del Festival escénico de Jóvenes Creadores ESEFEST, evento que sirvió de vitrina a nuevos colectivos para que muestren sus propuestas profesionales. Fueron seis obras de temáticas variadas, si bien es cierto con distintos resultados, se notó en todas el cuidado en sus contenidos y en lo arriesgado y hasta cierto punto, novedoso de sus fórmulas.

La emblemática figura de Frida Kahlo, que representa a la mujer luchadora e incansable, es convocada en Alas de Mariposa su Frida, con dirección y dramaturgia de Dorcas Mical Camasca. En una suerte de juego metateatral, la actriz Adriana Muñoz ensaya con precisión la construcción de este personaje símbolo del feminismo, a través de diversos textos, poemas y las propias palabras de Frida para acercarlo a nuestra realidad, demostrando como resultado su total vigencia. Por otro lado, el protagonista de la notable novela corta de Franz Kafka es el centro de la curiosa puesta virtual El despertar de Samsa, con la dirección de J. Miguel Vargas Rosas. El actor Victor Lucana Salas interpreta con mucho brío a este atormentado Gregor contemporáneo, acompañado por las pertinentes apariciones de Lucía Beatriz Espinoza Vidal, las que redondean adecuadamente el producto escénico final.

El drama denso y la comedia hilarante también tuvieron un espacio en el ESEFEST. Por un lado, en Efímeros, con dirección de Abigail Michelle, asistimos a varias conversaciones cotidianas de una deteriorada pareja (Mercedes Llocvill y Víctor Andrés Gonzáles Chávez), quienes comparten la misma habitación en la ficción. Punto a favor, la estética de cada uno de los ambientes de los actores, de colores blanco y negro, que simbolizan el antagonismo y desgaste de su relación. Y en Audición, con dirección y dramaturgia de Eduardo Rios Cañamero, un joven actor se enfrenta a disparatados castings virtuales, cada uno más esperpéntico del otro, para darse un tiempo de reflexionar sobre su futuro artístico. Una divertidísima sátira, que lamentablemente no se aleja demasiado de la realidad, bien interpretada por Jared Portocarrero, Leonardo Barrantes, Valquiria Che Piu Prado y Renzo Rospigliosi. También dentro del mismo contexto, formó parte del festival la divertida Fenómenos, con dirección y dramaturgia de Rodrigo Delgado (ver reseña aquí).

Para finalizar, ESEFEST contó con la presencia de una de las obras más representativas del colectivo EspacioLibre, El otro aplauso con dramaturgia de Diego La Hoz, estrenada en 2013 en un contexto muy particular. Dirigida por Cristina Lara Sarapura y ahora interpretada por un elenco femenino (Zahori Gonzales y Edith Rodriguez), la pieza cobra nueva vida ahora en la virtualidad, a través de la historia de estas dos actrices que nos cuentan sus vivencias previas a una función en línea y sus reflexiones sobre la dura vida del artista. ESEFEST consiguió una ecléctica variedad de propuestas, que constata talento y empuje de toda una nueva generación de artistas que no se detienen en su afán creador.

Sergio Velarde

29 de mayo de 2021

martes, 25 de mayo de 2021

Crítica: LA CISURA DE SILVIO


Tiempos oscuros

Durante estos tiempos de pandemia, el género de las lecturas dramatizadas ha cobrado una relevancia antes no vista. Ese momento teatral previo a un estreno, ahora es un espectáculo, y La cisura de Silvio es un ejemplo de que no defrauda en lo absoluto. El ejercicio de imaginar los ambientes, la utilería o la vestimenta del montaje es una rutina que la lectura dramatizada nos conmina a hacer, pero al mismo tiempo es interesante y en este caso agradable. El montaje aborda las memorias de un joven, Rodolfo (Emanuel Soriano), y sus recuerdos confusos de su infancia en los años ochenta en una familia de clase media.

El dramaturgo Víctor Falcón tiene un estilo de narración que me encanta: el teatro memoria. A partir de hechos aislados y contextualizados en un tiempo convulso, genera personajes con características psicológicas únicas. Como cuando se estrenó la obra La eternidad en sus ojos de Eduardo Adrianzén, en donde todo giraba alrededor de los recuerdos de un joven en la búsqueda de su identidad. En el caso de la obra de Falcón, la acción dramática se centró en el personaje de la abuela (Sonia Seminario), muy bien interpretado. El nombre del montaje hace alusión figurativa a una enfermedad degenerativa que va convirtiendo a este personaje en un ser con raciocino diáfano y en búsqueda de una inexistente Felisa. Pero al mismo tiempo, Sonia puso un gran empeño en darle un sentido del humor pícaro y particular. El monólogo de la abuela hacia el final del montaje fue profundamente conmovedor e introspectivo. Otro aspecto estético de resaltar fueron los cambios temporales entre los diálogos de los personajes, pues un momento estaban en una escena y en otra, ya estaban en otra situación al día siguiente. Este detalle, lejos de confundir, hacen más intenso lo visto.

El personaje de Rodolfo y el de su madre (Ximena Arroyo) fueron tan bien trabajados, que las intenciones fueron muy claras y concisas. Pienso que el personaje de la empleada (Yasmin Loayza) pudo tener una mayor más presencia en la obra. En resumen, a falta de los elementos clásicos de un montaje, lo que debe resaltar en una lectura dramatizada es la voz y las intenciones de los actores, lo cual se consiguió.

Finalmente, quiero felicitar a los creadores de La cisura de Silvio por elegir esta pieza tan conmovedora del teatro peruano. Contextualizada en un ambiente político y económico altamente complejo (en algo parecido a lo actual), pero que aborda justamente las complejidades de la mente humana, la compasión de la existencia y la importancia del afecto hacia los adultos mayores. Felicidades.

Enrique Pacheco

25 de mayo de 2021

Crítica: MONOLOGANDO


Miscelánea de emociones

El Club de Teatro es un sello garantizado de nunca decepcionar al público. A pesar de que la hora pactada para la obra tuvo un retraso debido a problemas técnicos, el montaje Monologando fue agradable. Es de resaltar que una buena parte de las creaciones fueron originales o coproducción colectiva y eso es un punto importante en estos tiempos. Los monólogos fueron breves por esa razón; a continuación, criticaré aspectos estéticos de estos de manera concisa. También quiero hacer una mención al joven compositor Feffo Neyra, que ambientó musicalmente los intermedios entres las escenas.

El primer montaje fue Jimmy en la oscuridad, con la actuación de Hendrik La Torre. Un escolar introvertido reflexiona sobre el bullying que sufre. La escenografía pudo ser un poco mejor trabajada, pues solo vi una habitación convencional con paredes algo sucias, aunque me gustó la iluminación sobre el rostro; sin embargo, la actuación pudo ser más convincente. En segundo lugar, se presentó A dos ruedas, con Dyllan Urteaga, en donde se aborda la ruptura del afecto de un trabajador mecánico hacia una bicicleta, cuya propiedad le genera nostalgia. La ambientación esta vez sí fue interesante: un fondo blanco con cambios de luces oscuras, pero Urteaga con sus acciones parecía adelantarse a la intención. En tercer lugar, se presentó Llegué tarde con Erick Peche, quien interpreta a un sacerdote samaritano que ayuda a la gente consiguiéndoles oxígeno. Me gustaron las miradas a la cámara, aunque quizás faltó un poco más de emoción, pues su monólogo era muy conmovedor. Le desfavoreció la luz tenue, que no resaltaba a la pared verde del fondo. En cuarto lugar se presentó Cuando los hijos se van con Sara Vilches, cuya representación fue una de las que más me dejó impactado, por la claridad y la fuerza. Ella representó a una madre preocupada por sus nietos de una manera compasiva y maternal. Me pareció muy realista y además, la escenografía fue tan simbólica: la entrada de la puerta de un departamento. En quinto lugar, se presentó La ciudad sitiada, con Thalía Castillón, cuya interpretación fue de lejos la más impactante de la noche: una mujer abusada sexualmente en el contexto de un conflicto bélico. La escenografía fue única, un baño y una luz verde mortuoria. El personaje tenía una camisa ensangrentada. Considero que fue el monólogo más impactante de la noche por el contenido (la autora es Laila Ripoll) y la actuación lució muy profesional.

En sexto lugar se presentó La gaviota de Chejov, con Yuliana Huallanca. Me gustó la interpretación y el espíritu superfluo del personaje. Además, los momentos reflexivos donde se cuestiona la avaricia que rodea su mundo; el ambiente fue un fiel reflejo de una habitación de maquillaje previo a una ópera. Aunque los detalles del ambiente fueron con elementos convencionales, también fueron realistas. En séptimo lugar se presentó Azul con Milagros Yupanqui, cuyo monólogo fue similar al anterior en el fondo. Aborda los conflictos psicológicos de una adolescente por reafirmar su identidad frente a situaciones desafiantes como una fiesta de quince años y la dificultad de dialogar con su madre. Me gustó la cámara siguiendo a la actriz en su habitación; daba la sensación de estar viendo un cortometraje. La actuación pudo ser más clara, pero igualmente me gustaron elementos como la cámara y el espejo. En octavo lugar, se presentó Tercera Llamada con Ximena Germaná que fue el monólogo más confuso, pues no sé si trataba del ensayo de una actriz próxima a entrar en escena, mientras espera las tres llamadas teatrales, y parecía recitar su texto con poca relación con sus emociones o con lo que pasaba. La ambientación fue simple y la luz muy tenue. En penúltimo lugar, se presentó Injusticia con Adriana Chávez; este monólogo junto con el de Thalía Castillón fueron los más conmovedores desde el punto de vista de los derechos humanos. La actuación de Adriana fue limpia y logró empatizar y hacer reflexionar al público frente a una vulneración, violencia psicológica y machista que sufre el personaje que interpreta. No hubo ambientación, pues todo se dio en una sola toma de la actriz frente a la cámara. Finalmente, se presentó Melodía de tu recuerdo con Luciana María. Creo que fue el segundo mejor monólogo de la noche, debido a al talento de la actriz para los instrumentos de viento, así como la reivindicación hacia la cultura andina. Fue muy emocionante la inocencia del personaje frente a situaciones complejas.

Monologando fue un montaje único digno de ver y con actores en formación con mucho talento, siendo las mejores actuaciones las de Thalía Castillón, Luciana María y Sara Vilches, en ese orden. Felicidades.

Enrique Pacheco

25 de mayo de 2021

jueves, 20 de mayo de 2021

Crítica: MILAGROS


La vida que escapa de nuestras manos

La muerte de un ser querido siempre será un trance muy difícil de superar y así se vio reflejado en algunas propuestas escénicas de nuestro medio, como por ejemplo, en Pacamambo (2019, en teatro presencial) de Wajdi Mouawad, en la que una niña de diez años alcanzaba a comprender el fallecimiento de su querida abuela; o en la reciente ¿Y si el gato se subió al techo? (2021, en la virtualidad) de Nae Hanashiro, en la que un hombre no sabe cómo debería enfrentar la pérdida de su abuelo. Pues en Milagros, con dramaturgia de Gina Guerrero Pflücker, la muerte aún no se concreta, pero sí que está muy presente en la conversación virtual entre dos hermanas (una de ellas muy enferma) y que cada una asume desde posturas radicalmente opuestas.

El tema de la eutanasia siempre será polémico y complejo, especialmente en una sociedad como la nuestra, en la que cierto candidato presidencial con una alta votación tuvo algunas más que desafortunadas declaraciones sobre el tema. Sin embargo, tanto la autora como la hábil directora Carla Valdivia se las ingenian para mostrarnos de manera equilibrada dos posiciones antagónicas, en la que cada una de las hermanas defiende su punto de vista con honestidad y convicción. En estos tiempos pandémicos tan inciertos, en los que hemos presenciado a la muerte muy de cerca, conviene reflexionar sobre esta temática vital y especialmente, preocuparnos en que todas las voces sean escuchadas.

Presentada en un registro coloquial, el trabajo interpretativo de las actrices Lizet Chávez y Katerina D’Onofrio resulta emocionante y sobresaliente; ambas ya vienen de alcanzar notables registros en la virtualidad, Chávez en Estar (2020) y D’Onofrio en Ausente (2020). La dirección de Valdivia luce equilibrada y sin desbordes innecesarios. Milagros, pieza en línea estrenada por Las Luchas Producciones, conmueve por el estrecho vínculo fraternal que consiguen proyectar las actrices y además, por la difícil decisión que deben enfrentar ambas, en nombre de ese amor.          

Sergio Velarde

21 de mayo de 2021

Crítica: ¿Y SI EL GATO SE SUBIÓ AL TECHO?


El luto por dentro

Anotábamos en reseñas anteriores acerca de las enormes posibilidades que ofrecen las aplicaciones virtuales para enriquecer las propuestas escénicas de los diferentes colectivos del medio, en cuanto a los variados efectos de sonido, imagen, texturas, filtros, interacciones con el público, entre otros. Sin embargo, las aparentemente sencillas videollamadas no se agotan ni dejan de sorprender, especialmente cuando la destreza en dirección y actuación se encuentra al servicio de una historia plausible y conmovedora. Es el caso de la nueva propuesta del colectivo Tubo de Ensayo, que lleva por título ¿Y si el gato se subió al techo?, con la dramaturgia de Nae Hanashiro.

Natalia (Flavia Goya) nota que su novio Santiago (Daniel Cano) no ha asimilado del todo bien la noticia de la muerte de su abuelo, es por ello que a través de una videollamada intentará que logre desahogarse y además, que le mande un mensaje “apropiado” a su abuela. Las directoras Micaela Valdés y Daniela Zea le sacan todo el partido posible a una trama sencilla en apariencia, pero que esconde toda una gama de emociones aflorando de a pocos que transmiten de manera acertadísima Goya y Cano, dos actores que aprovechan hábilmente los silencios, las miradas y el registro coloquial del texto.

La dramaturgia de Hanashiro no solo se detiene en este conflicto emocional, que le puede ocurrir a cualquiera de nosotros, sino que explora también las dificultades que puede atravesar una relación de pareja, especialmente cuando uno de sus integrantes no alcanza a comprender la conducta del otro. ¿Y si el gato se subió al techo?, que es una de las excusas para explicarles de a pocos a los niños acerca de la muerte, es una sólida propuesta escénica, rica en contenido dentro de su sencillo planteamiento, que no necesita de mayores artificios para funcionar de manera adecuada y contundente.

Sergio Velarde

20 de mayo de 2021

lunes, 17 de mayo de 2021

Crítica: MILAGROS


Cuestión de amor y fe

Una conversación entre dos hermanas con distintas realidades desentraña, entre recuerdos y anécdotas de vida, la toma de difíciles decisiones, así como el incuestionable amor que comparten. Milagros es una conmovedora propuesta virtual a cargo de LA LUCHA PRODUCCIONES, bajo la dirección de Carla Valdivia y protagonizada por Lizet Chávez y Katerina D’Onofrio.

El texto de Gina Guerrero Plücker conduce al espectador al espacio íntimo de los personajes, quienes en planos frontales y con sencillos implementos hogareños se confiesan y debaten acerca de sus opiniones frente a la vida y sus desafíos, sobre todo, uno bastante crucial para una de ellas. Ambas actrices ofrecen sólidas interpretaciones, diferenciando claramente las personalidades de las hermanas, permitiendo una vez más que el público se identifique con las emociones que transmiten. De otro lado, se agradece la puntualidad y la guía al inicio de la obra.

Milagros es una historia que bien podría ser la de cualquiera, pues encarar los retos y dificultades de la vida es una tarea de todos los días. Finalmente, la aceptación y el amor incondicional se reflejan en este diálogo fraterno, que en tiempos tan complicados como los que vivimos, es lo más valioso que podemos tener.

Maria Cristina Mory Cárdenas

17 de mayo de 2021

sábado, 15 de mayo de 2021

Crítica: YOUNG YOSHUA


Virtualidad al servicio del entretenimiento

El mundo virtual tiene tantas ventajas como desventajas. Nadie puede negar la facilidad para poder comunicarnos con cualquier persona en el mundo cara a cara a través de una pantalla, o la democratización en el acceso de la información; sin embargo, las aplicaciones de entretenimiento vienen ofreciendo contenidos sumamente ingeniosos y cada vez más elaborados y a la vez, adictivos. Justamente, de la mano de estos avances tecnológicos ha nacido una nueva generación de personajes que ha encontrado en estos medios la oportunidad de hacer escuchar sus voces. Es así que ahora tenemos (para bien o para mal) youtubers, tiktokers, instagrammers, tuiteros, incluso algunos famosos que se ganan la vida generando contenidos en redes sociales. Pues bien, uno de estos nuevos influencers en darse a conocer es Young Yoshua, la nueva apuesta en línea de Los Productores.

Interpretado con la acostumbrada destreza de Gisela Ponce de León, esta se encarga de sostener con ritmo y energía los cincuenta minutos de transmisión, con el apoyo del director Pablo Saldarriaga. La coartada sentimental que nos propone Young Yoshua es la siguiente: la chica que le gusta lo abandonó y solo volverá con él si llega a tener un millón de seguidores. Ajeno a cualquier interpretación connotativa, el joven apelará a su calidad de reguetonero para atraer esa cantidad de followers y así reconquistar a su amada. Así como en Los Cops: Radio Patrulla, toda la parafernalia virtual se encuentra al servicio del entretenimiento: música, canciones en vivo, hilarantes videoclips, improvisación y participación del público. Todo con tal de llegar al millón de seguidores, en este live por tu love.

Ponce de León y Saldarriaga, quienes se encargan también de la dramaturgia, no solo ofrecen divertidas secuencias sin desmayo, sino que además no descuidan la personalidad del joven, un muchacho desvergonzado, avezado y carismático, que a la vez representa a toda una generación, incomprendida por muchos, pero capaz de crear contenidos de novedoso estilo. Young Yoshua es una oportuna reflexión sobre estas últimas tendencias que ha traído la tecnología, que pueden ser acusadas de superficiales e intrascendentes, pero que demuestran (como en este espectáculo) que sí se puede ofrecer contenido de entretenimiento de calidad.

Sergio Velarde

15 de mayo de 2021

jueves, 13 de mayo de 2021

Crítica: NO VOY SALIR


Conmovedora historia de encierro teatral

Quizás una de las temáticas más recurrentes que vienen abordando los distintos proyectos virtuales de nuestra comunidad teatral, una vez iniciada la pandemia, haya sido las gravísimas consecuencias que ha traído todo este año de encierro en nuestra sociedad. Y uno de los sectores más golpeados ha sido, sin duda, el gremio artístico. Por eso resulta admirable cómo esta situación tan caótica y terrible pueda haber generado una de las propuestas virtuales más sólidas y conmovedoras en lo que va del año. Y con componente metateatral incluido. Mérito de los experimentados Chela De Ferrari y Luis Alberto León, quienes escriben y dirigen la historia de un actor que se niega a abandonar un teatro ante el inminente cierre de los espectáculos presenciales en No voy a salir, presentado por el Teatro La Plaza.

Pero esta puesta orquestada por De Ferrari y León no se limita a describir el desmoronamiento psicológico del actor en cuestión, sino que explora con éxito las relaciones familiares, nuestra triste necesidad de aparentar estabilidad ante los demás cuando no la hay y además, las labores de producción de una puesta teatral; todo conjugado de manera fluida y clara. No voy a salir inicia con la llegada de la productora del mismo Teatro La Plaza (Roxana Rodriguez) al espacio en Miraflores cerrado desde hace más de un año y el sorprendente descubrimiento en su interior. Difícilmente otro actor pueda ser tan convincente al interpretarse a sí mismo en esta situación límite como lo es Claret Quea, quien se vale de su físico, sus gestos y su voz para transmitir el dolor y la desesperación de haberlo perdido (casi) todo, y por supuesto, su insensatez, sin dejar de lado el humor que asoma en los momentos justos, como cuando es descubierto al inicio con su vestuario de su inolvidable papel en Mucho ruido por nada (2016).

Pero los elementos de ficción inherentes al teatro aparecen pronto, ya que no se trata este de un proyecto testimonial. Se advierte antes de empezar que lo único que verá el público realmente en vivo es todo lo que sucede dentro del teatro, siendo el resto de escenas previamente grabadas. Además, convencer a Quea le toma unos cuantos días a la productora y en ese lapso nos enteramos de muchos detalles, a través de videollamadas, como la próxima puesta de La Plaza protagonizada por Emilram Cossío y Cindy Diaz; las tirantes relaciones de Quea con su madre (Ana Cecilia Natteri) y con su expareja (Daniela Feijoo); y toda la fachada que inventó para sus conversaciones en línea con sus colegas Aníbal Lozano y Roy Zevallos. Detalles como cierta artificialidad en algunos diálogos, como cuando aparece todo el equipo en pleno del teatro, son fácilmente disculpables, ya que estamos ante un verdadero juego metateatral, ingenioso y entretenido. Muy emotiva la participación de la misma De Ferrari dedicándole unas palabras por videollamada a Quea. No voy a salir es un feliz regreso virtual del Teatro La Plaza, con una historia conmovedora y divertida a la vez, y que nos recuerda que ninguna pandemia podrá detener la fuerza creadora de nuestra comunidad artística.

Sergio Velarde

13 de mayo de 2021

miércoles, 12 de mayo de 2021

Crítica: ODISEA 2021 – SEGUNDA TEMPORADA


Historias que importan

Anotábamos en reseñas anteriores, la gran importancia que tienen las artes escénicas no solo para entretener al público, sino para motivarlo a reflexionar acerca de problemáticas (todavía) vigentes. El teatro debe mostrar la realidad de manera estilizada para remecer al espectador, esa debería ser su finalidad ideal. Pues bien, en esa línea, la directora Nella “Samoa” Alvarez, en constante actividad desde que inició la pandemia, continúa presentando sus temporadas en línea. En la segunda de este año, estrenó tres obras con actores y actrices de Perú y Argentina, las cuales abordaron temas vigentes y polémicos. Y así como el resto de la comunidad teatral, valiéndose de herramientas y estrategias que le ofrecen la virtualidad, para ofrecernos tres historias en un formato al que denomina Teatro cinematográfico en vivo. Más allá de los evidentes logros estéticos, Samoa eligió temáticas pertinentes para estos violentos tiempos en los que urge un cambio, para convertirnos en una sociedad más justa y empática.     

En El espejo, escrita por Gina Guerrero, dos jóvenes presidiarias inician una violenta discusión para luego darse cuenta que tienen mucho en común, pues ambas son víctimas del machismo y la corrupción; las argentinas Camila Arena y Mariam Bayatyan nos regalan un emotivo trabajo interpretativo en conjunto. Por otro lado, en Bárbara de Ginno Paul Melgar, el encuentro entre una ingenua prostituta (Maca Layseca) y un misterioso muchacho (Roni Ramirez) podría desembocar en un tierna historia de amor, pero que acaso les depare más de una desagradable sorpresa; la trama está ejecutada con mucha convicción por los actores. Y finalmente, en El tacón roto de Sergio Cano, estrenada previamente en microteatro presencial, asistimos a una entrevista en la que conoceremos la historia de una simpática dragqueen llamada Galandria, quien tiene una marcada afición cinematográfica; la actuación de Osmar Rodriguez sostiene de manera adecuada todo el unipersonal, en el que la cámara subjetiva hace las veces de entrevistador.

Samoa fusiona secuencias en vivo con otras pregrabadas y el resultado, en los tres casos, es bastante solvente y atractivo. Como siempre, la terrible conectividad con la que contamos suele jugar a veces en contra; sin embargo, los equipos técnico y actoral supieron salir adelante, como le ocurrió a Bárbara en su estreno. Se evidencia eso sí un cuidadoso trabajo de ambientación en general, como por ejemplo, para hacer creíble que las reas se encuentran ocupando el mismo espacio en El espejo. Cada obra confronta al espectador, a su manera y de forma precisa, con la violencia existente, pura y dura, en contra de las poblaciones vulnerables, como por ejemplo, en las referencias reales que asoman en El tacón roto. Esta segunda temporada de Odisea 2021, en complicidad con las diversas herramientas cinematográficas, vino cargada de potentes historias que cumplieron a cabalidad con el objetivo ideal del teatro: entretener al espectador y llevarlo a la reflexión.

Sergio Velarde

12 de mayo de 2021

martes, 11 de mayo de 2021

Crítica: LA COMUNIDAD DE L%S POETAS SURREALISTAS


Bienvenidas las libertad creativas

Algunos profesores de Comunicación amantes de la Ortografía no la pasan muy bien cuando deben corregir los poemas escritos por sus alumnos en las clases de Literatura. Y es que en el mundo de la Lírica existen las llamadas licencias poéticas, las cuales le conceden total libertad creativa al poeta para escribir sus versos sin tomar en cuenta, necesariamente, las reglas gramaticales y ortográficas. Pero más allá de la necesidad de una coherente justificación por parte del autor para evitar estas normas básicas de escritura, los poetas tienen carta libre para escribir lo que quieran a su antojo. Pues bien, realizando un paralelo con esta aseveración, resulta imposible reseñar una puesta virtual hecha por poetas escénicos siguiendo los mismos patrones que para una convencional. Es por ello que a La comunidad de l%s poetas surrealistas de Wil León se le debe realizar otra clase de juicio de valor.

Tal como lo menciona León, director y responsable musical del freak show La comunidad de l%s poetas surrealistas, el espectáculo que muestra es el resultado de un laboratorio de tres meses con sus colegas-cómplices Ana Paula Delgado, Ed Salcedo, Fátima Ramos, Gonzalo Del Rio, Lenita Aguilar, Luis Cárdenas-Natteri y Roy Zevallos, quienes a través de creaciones colectivas dieron rienda suelta a toda su surrealista creatividad. La puesta final es toda una experiencia, un divertido experimento lírico-musical en el que se mezcla la incoherencia con la estética, la tontería con los versos. Ya desde el inicio, en el que somos testigos de una atolondrada carrera de espermatozoides por alcanzar la ansiada fecundación, resulta imposible encontrarle lógica a la puesta. Lo que sigue son simpáticas y estrambóticas secuencias alineadas, como se anticipaba en el título, al surrealismo, es decir, al absurdo, al libre pensamiento, a lo ilógico y a la sinrazón.

Con personalidad propia, una que es originada desde las mismas de los ocho artistas multidisciplinarios, La comunidad de l%s poetas surrealistas es un irreverente collage de imágenes, palabras, texturas y sensaciones con un alto nivel de locura. Muy bien por León y equipo, que han orquestado un inclasificable montaje virtual que nos acerca al mundo de la Lírica desde distintas maneras. Un buen profesor de Comunicación sabe valorar la irreverencia del alumno al escribir poesía, muy a su manera. Y cualquier crítico simplemente deja de serlo al ver este show, pues se convierte en un espectador más que se deja llevar por la locura y el desparpajo de las propuestas de sus intérpretes. La comunidad de l%s poetas surrealistas es una arriesgada apuesta que le inyecta la siempre necesaria dosis de irreverencia a nuestra, a ratos, acartonada y hasta previsible cartelera virtual.

Sergio Velarde

11 de mayo de 2021

Crítica: LAPEL DUVIDE


Pensando en el futuro

Cuántos nos hemos preguntado ¿qué será de Lima de acá a unos 30 o 35 años así como van las cosas? ¿Establecerán algunas normas radicales, producto de un régimen totalitario? Son muchas las preguntas y respuestas que se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en el futuro. Lapel Duvide nos transporta por un poco más de una hora a una época lejana.

Escrita por Vanessa Vizcarra Soberon y dirigida por Juan Pablo Bustamante, Lapel Duvide nos muestra una Lima en el año 2056, con un gobierno totalitario. Es la historia de un hombre, cuyo nombre es el mismo de la obra, el cual siente una atracción incontrolable al vacío, no porque quiera suicidarse, sino porque quiere sentir la sensación de lanzarse, por lo que busca ayuda y pide que el gobierno le prohíba subir a los edificios, especialmente a los que tienen más de cuatro pisos. Además, de crear un movimiento de revuelta en la sociedad, llamando la atención de los transeúntes, logrando que acudan a verlo y de esta manera desacaten las normas establecidas dentro de una sociedad distópica, que restringe severamente las libertades individuales y vulnera sus derechos con el pretexto de brindarles seguridad.

Para esta puesta en escena mezclaron el llamado teatro virtual con animaciones gráficas. Si bien es cierto la idea de combinar ambas cosas suena distinto, original e interesante, se podría decir que para un tema como el que se abordó, algunos dibujos utilizados para esta proyección resultaron un poco simples. Sin embargo, al tratarse de una trama compleja, las ilustraciones combinadas con distintas voces en off, además de transportarnos a una época distinta, visualmente resultó atractivo para el espectador, y al ser un poco larga, le dio el dinamismo que requería en estos casos. Sumando a ello, los distintos planos usados, como los de detalle o contrapicado y el juego de pasarse algunas cosas o simular un empujón como si estuvieran en el mismo espacio, aportó positivamente al desarrollo de la misma.

En cuanto a las actuaciones, podemos decir que estuvieron cada uno dentro de su personaje. Lapel Duvide fue interpretado por Rodrigo Reyes; Karla Prieto hizo de Lamud, algo más que amiga de Lapel; Alejandra Saba en el papel de Lahua, una policía que interroga y pone a prueba al causante de todo este revuelo; y Carlos Cáceres hizo de Lamid, un chico que se viste como mujer, porque se siente así desde mucho tiempo atrás. Si bien los personajes estaban presentes, claramente se evidenció que algunas interpretaciones resultaron más naturales que otras, notándose en ellas de manera orgánica los cambios de emociones dentro de la historia. Por otro lado, a algunos de los actores no se les entendió claramente lo que hablaban. Sin embargo, hay que resaltar que a los que entendimos perfectamente y de manera clara y natural fueron a los actores que prestaron solo sus voces (Martín Velásquez, Maribel Ariza, Kati Chávez, Gonzalo Zevallos y Juan Pablo Bustamante) para combinarlas con las ilustraciones que proyectaron en varios momentos.

Asimismo, se evidenció algunos vacíos durante la transmisión, pero se podría entender al recordar que en esta nueva manera de ver teatro “en vivo”, estamos expuestos a que surjan problemas técnicos producto de la señal de internet de alguno de los actores o de producción, la misma que estuvo a cargo de Machete Studio. En tal sentido, se supo manejar de la mejor forma, retomando la escena desde donde se produjo el inconveniente. Pero no solo los actores nos seguimos acostumbrando a esta manera de contar historias, sino también el público, que muchas veces es el que termina en medio de la escena, ya sea por haber prendido su cámara o el audio, interrumpiendo la transmisión o desconcentrando a los actores, como sucedió en varios momentos durante la obra.

En general, la historia resultó interesante. A pesar de ser un medio limitado, la creatividad siempre está presente y si bien encontramos algunas coincidencias en cuanto a restricciones se trata, como el toque de queda, lugares cerrados a temprana hora o algunas prohibiciones, entendemos que es por precaución a la situación actual que vivimos; pero también nos recuerda la incertidumbre que estamos pasando en el tema político, donde no sabemos qué partido gobernará al Perú por los siguientes cinco años y tal vez, nos veamos en la disyuntiva que nuestros derechos se vean restringidos por el gobierno entrante, tal como sucedió en Lapel Duvide. Un tema que no solo puede pasar acá, sino que pueden enfrentar las sociedades en cualquier país.

Milagros Guevara

11 de mayo de 2021

lunes, 10 de mayo de 2021

Crítica: CL4N_D35T1N0: CAPÍTULO CERO


Necesaria y oportuna denuncia social

El Teatro no solo tiene la misión de entretener, sino que además, constituye en sí mismo una poderosa arma transformadora. Acaso algunos puedan manifestar su incredulidad en referencia a este aspecto específico tachando al resto de ingenuos, pero como todo arte es un importante medio de comunicación, en el que la realidad se ve mostrada en el escenario de manera estilizada. Además, todos los obstáculos que se le han presentado al Teatro a lo largo de los años han sido superados, por lo que esta pandemia no es ni será la excepción. Ahora, el escenario se ha convertido en una pantalla; desde ahí se deben contar historias que motiven a la reflexión y sobre todo, al ejercicio de la memoria. Es así que llegó CL4N_D35T1N0: Capítulo Cero, sólida propuesta audiovisual a cargo de un grupo de artistas escénicos, que combina varios lenguajes y que delata las varias crisis que vienen afectando a nuestra sociedad, y no solo la sanitaria.

Podría afirmarse que la pandemia nos tomó desprevenidos, con un Estado en completa crisis en varios niveles (¿alguna vez estuvimos bien?); y con una sociedad que viene arrastrando enormes lastres que solo provocan atraso, recesión, violencia y pobreza. El equipo liderado por Eduardo Ramos y Herbert Corimanya, quienes también actúan al lado de Renato Rueda, Aníbal Lozano Herrera y la actriz transgénero Marina Kapoor, nos muestra a través de sentidos monólogos una serie de historias urbanas, algunas en formato de video y otras en clave teatral, acerca de problemáticas muy actuales, como el deterioro de nuestro sistema de salud pública, una sociedad enferma de corrupción y las enormes brechas sociales y culturales, a las que lamentablemente nos vamos acostumbrando. He ahí donde radica la mayor fortaleza de CL4N_D35T1N0: Capítulo Cero, en su capacidad de sacudirnos emocionalmente con sus imágenes y contribuir a que no dejemos de sensibilizarnos y empatizar con nuestro entorno.

Este proyecto transmedia cuenta además con secuencias intercaladas de imágenes de nuestra querida Lima actual, pero con filtros de textura antigua que simbolizan inequívocamente lo poco o nada que hemos avanzado. Los intérpretes además, permanecen en el anonimato (salvo Rueda y Kapoor en momentos puntuales) debajo de máscaras prehispánicas y que reflejan no solo lo intercambiable y generalizado de los problemas, sino todo el submundo clandestino e informal con el que convivimos. Presentada con éxito en el Festival de Artes Escénicas - FAE Lima 2021, CL4N_D35T1N0: Capítulo Cero es una de las tantas muestras de la perseverancia y resistencia de nuestra comunidad teatral por mantenerse en vigencia y actividad, presentando proyectos virtuales que entretengan, denuncien, incomoden y generen más preguntas que respuestas en el espectador. A esperar con paciencia los próximos capítulos de esta novedosa serial.

Sergio Velarde

10 de mayo de 2021

domingo, 9 de mayo de 2021

Crítica: KATRINA


Contraste de imágenes y texto

Dentro de todas las obras escénicas virtuales que se vienen presentando desde el año pasado, en el que toda la comunidad teatral se vio impedida de realizar espectáculo presenciales, existe una clase de proyectos que llaman poderosamente la atención, ya sea por el riesgo inyectado en sus propuestas como por sus atípicas ejecuciones estéticas. A este grupo se le podría incluir Katrina, una sugerente puesta virtual dirigida por el actor y director venezolano Johan Escalante, sobre el texto de uno de sus compatriotas que ha preferido mantenerse en el anonimato, y que escapa de lo convencional debido al fuerte contraste entre lo que escuchamos y lo que vemos en pantalla.

Katrina es una historia cargada de erotismo, suspenso y misterio, entre dos personajes salidos de los bajos fondos de la urbe: un errático y desarrapado hombre llamado Ernesto (Roberto Canela) y una sensual prostituta (Daisy Avilán ) que lleva el nombre que le da título a la propuesta. Ambos mantienen, al inicio, una videollamada cargada con un alto contenido sexual en los diálogos; sin embargo, estos sorpresivamente no caen en la vulgaridad, ya que presentan además un fuerte componente lírico, que ambos actores logran aprovechar para hacer creíble su estrecha y enfermiza relación, y que la elevan por encima del simple morbo.

Escalante dirige bien a sus actores y sostiene el suspenso de la historia hasta un giro dramático inesperado, que cambia la situación inicial por completo. La decoración de los espacios sí podría precisarse aún más para lograr un mayor impacto, con los personajes en medio de la suciedad y el deterioro. Es mejor además, que los micrófonos inalámbricos se vean, a tener deficiencias en el audio. A destacar la desinhibición de Avilán para interpretar a su personaje, dejando muy poco a la imaginación, y que contrasta con la bella poesía que recita en sus parlamentos. Katrina es un atípico espectáculo lleno de contrastes, que nos envuelve en una tóxica relación entre dos decadentes personajes, pero que contiene una generosa cuota de estilización gracias a su inspirada dramaturgia.

Sergio Velarde

9 de mayo de 2021

Crítica: OLÍMPICO, UN REALITY DEPORTIVAMENTE PAYASO CON LOS DALIO


Olimpiadas del Humor

El clown es un género en el que lo absurdo se vuelve bello y al mismo tiempo, divertido. He visto montajes memorables como Clownfóbicos (2019) y Wolf y Lud, expertos campamentistas (2020), en donde la energía que ponen los actores es lo más importante y que hace única a la obra. En ese sentido, Olímpico, un reality deportivamente payaso con Los Dalio fue un montaje entretenido y simpático, con algunas secuencias muy logradas.

Lo más destacable fue el esfuerzo físico de los actores Julio Vargas y Daniela Ayaipoma. El montaje giraba en torno a una serie de competencias que hacían una obvia parodia de una olimpiada o mundial de fútbol. Cada uno de los juegos fue muy divertido, pues eran visiblemente excéntricos. En ese sentido, un punto positivo fue el talento que los actores demostraron para la pantomima. Por otro lado, estéticamente, el vestuario y la utilería fueron de materiales convencionales y además, la ambientación se hizo en un jardín grande. Este último detalle es entendible, debido a las restricciones a las que estamos sometidos, pero no podemos dejar de mencionar que otro lugar más adecuado (como una cancha o loza deportiva) hubiera generado una mayor cuota de realismo al espacio.

Otro punto a mencionar, como crítica constructiva, es que a la puesta se le podría agregar algún conflicto central, para así enriquecer la acción dramática. Aun tratándose de un montaje virtual y clown, es importante este detalle para que el producto final no luzca solo como una serie consecutiva de acciones. Sin embargo, muchas de estas secuencias, como la del ping-pong o de la piscina, fueron muy divertidas, y además, celebradas por el público mediante sus comentarios en chat. Esto último fue, finalmente, el objetivo que persiguió el proyecto y en ese sentido, los Dalio acertaron de nuevo, esta vez, con sus Olimpiadas Payasas 2021. Felicitaciones a Fiorella Gambini, la directora, por este espectáculo.

Enrique Pacheco

9 de mayo de 2021

Crítica: ¿A QUÉ LE TIENES MIEDO?


La divertida voz interior

Así como lo anotábamos en nuestra reseña a Fenómenos, siempre vale la pena ver una historia de amor con oportunas pinceladas de humor, para disiparnos sanamente al menos por un rato en medio de estos tiempos pandémicos. Si bien es cierto las relaciones sentimentales son a veces sumamente complejas, estas historias fácilmente nos pueden arrancar una sonrisa. ¿A qué le tienes miedo? de los dramaturgos Jussara Sifuentes y Carlos Arata pertenece a este rubro. No solo es una sencilla videollamada entre dos enamorados, pues se inmiscuye una tercera ventana virtual durante la conversación en línea: la conciencia de ella. Es esta voz interior la que desencadena la comedia y alivia en parte la carga emocional de la trama.

¿A qué le tienes miedo? reflexiona sobre dos temas bastante serios: la falta de compromiso y la desconfianza generalizada entre las personas. Gabriela (Anaité Caycho) y Luis (Waldo Neves) tienen ya tiempo saliendo y la formalización de la relación se hace ya inevitable; sin embargo, una oportunidad laboral que se le presenta a ella la llevará a poner en duda sus expectativas en el futuro. Es ahí donde aparece la voz interior de muchacha (Tracy Alcántara), que de manera jocosa la pondrá en aprietos durante la conversación con el joven. La dramaturgia acierta en mostrarnos un conflicto posible y real, que de seguro muchas parejas habrán experimentado; mientras que la inclusión de la sarcástica conciencia de ella resulta todo un acierto para mostrarnos el absurdo en el que podemos caer, solamente por la duda y el temor al riesgo.

La directora Valeria Hurtado Vassallo consigue buenas actuaciones de su elenco. Caycho y Neves están impecables como la pareja de enamorados, convincentes en sus decisiones. Muy bien trabajado el papel de la conciencia, en el que Alcántara consigue un sano equilibrio en sus intervenciones para no caer en una trillada sobreactuación. ¿A qué le tienes miedo? del colectivo Taripay Pacha es una oportuna reflexión en clave de comedia en estas épocas en las que necesitamos ser cada vez más sensibles y empáticos con los demás para lograr salir adelante. La risa es sanadora y esta obra consigue entretener y hacernos reflexionar.

Sergio Velarde

9 de mayo de 2021

Crítica: CERCADAS


Colegas

Como soy creyente de que no se puede hacer una crítica sobre un montaje que no se ha leído, me tomé el tiempo de leer la versión original de Cercados (1971) de Grégor Díaz, dramaturgo peruano. Cercadas es una versión literal y breve del mencionado montaje, pero lo que más llamó la atención fue el lenguaje audiovisual que explotó. La cámara enfocando a la actriz y el uso del monólogo fueron las herramientas más resaltantes. La manera cómo las imágenes pasaban una tras otra fueron intrigantes. Los colores de la escenografía también fueron un elemento interesante. Por otro lado, tanto Ángela Solis como Paola Carbo desarrollaron personajes con complejidades psicológicas, que creo no se vieron del todo reflejadas.

Luego de leer la obra original y mirar el montaje, creo que pudo haberse tratado de darle un contenido más profundo y no tan literal. Pienso que el principal problema con la obra original es que no funciona en la virtualidad, pues es claramente un montaje que exige mucha interacción física y presencialidad. Sin embargo, el mensaje sobre la violencia contra la mujer es muy fuerte y, en ese sentido, sí fue entendible. Creo que una versión libre y con un lenguaje menos abstracto que el que hizo Grégor en 1971 habría funcionado mejor. Cercadas fue demasiado breve y me dejó muchas expectativas que no se llenaron.

Colectivo Incertidumbre se describe como un grupo formado por jóvenes actores deseosos de investigar y crear desde el quehacer teatral en los tiempos actuales de la realidad peruana y mundial. En ese sentido, es destacable el trabajo que hace el colectivo por rescatar a dramaturgos peruanos más allá de los clásicos y ojalá en el futuro, nos sorprendan con más proyectos de estos autores. Anteriormente presentaron la obra Mariquita sin ala obra escrita y producida por el mismo colectivo. También quiero felicitar a Daniela Ortega, la dramaturga, y a Jacqueline Arce, la directora, por el trabajo tan difícil que es hacer montajes como este en tiempos de forzada virtualidad.

Enrique Pacheco

9 de mayo de 2021

sábado, 8 de mayo de 2021

Crítica: VIRUS


Lograda metáfora de ciencia-ficción

Retratar el futuro no es tarea fácil. Muchas obras han tratado de materializarlo en escena, cada una en su particular estilo, aunque con disímiles resultados. Sin embargo, siempre resulta curioso valorar y reflexionar cómo los dramaturgos imaginan la sociedad humana en unos cuantos años, especialmente con la acelerada escalada tecnológica a la que nos encontramos expuestos. Desde ¿Qué Tierra heredarán los mansos? (2011) de Estela Luna, con su contundente mensaje ecologista; hasta Intimidad atómica (2019) y la desesperada lucha por el rating a como dé lugar. Desde Zoocosis (2018), con su concepto de renovación de la raza humana; hasta La Gris (2019) y el total control femenino sobre la sociedad. Pues bien, el director y dramaturgo Alejandro Alva y la producción de PlotBox nos ofrecen actualmente Virus, un sólido retrato futurista de nuestro país, asolado por un virus tecno-orgánico; se trata de un reestreno a la virtualidad del montaje presencial realizado en el 2015 y que resulta no solo pertinente en estos tiempos pandémicos, sino que está ejecutado de manera sobresaliente para la pantalla.

Virus nos sitúa en el Perú del año 2094, dentro de la organización Oxivida, responsable del diseño y control del clima. Vemos aparecer en ventanas a tres de sus trabajadores (Mayella Lloclla, Giselle Collao y Claudio Calmet), agentes de Control Ambiental, que se disponen a empezar un nuevo día laboral, mientras que en el exterior se desarrolla una enorme marcha en contra del sistema. No obstante, un inusual comportamiento en el funcionamiento del programa resulta ser el inicio de una terrible crisis que desatará terribles consecuencias, involucrando además al vendedor de café (Emilram Cossío) y a un estricto oficial (Aldo Miyashiro). Alva maneja diestramente una historia que mezcla la ciencia-ficción y el terror con absoluta convicción y un manejo certero del suspenso. Sin mostrar los horrores en demasía, la historia cautiva y la sensación de claustrofobia se percibe a lo largo de toda su duración.

La puesta se ofrece pregrabada y eso constituye todo un acierto; la frenética edición no da tregua al espectador y difícilmente se hubiera podido conseguir con los actores en vivo. Las interpretaciones lucen sólidas, destacando Collao en un personaje que va evolucionando hasta su heroico final. La trama no deja de tocar temas relevantes, como por ejemplo, los peligros que envuelven ciertos sistemas políticos que atentan contra las libertades primarias del ser humano, así como la defensa de la vida por encima de cualquier decisión de seguir las órdenes de un superior, sean cuales sean sus consecuencias. Virus es mucho más que una muy entretenida pieza virtual sobre infecciones apocalípticas; se trata de una coherente metáfora, de cara al futuro, sobre aquellas necias sociedades que no aprenden de los errores del pasado.

Sergio Velarde

8 de mayo de 2021

viernes, 7 de mayo de 2021

Entrevista: CARLA VALDIVIA Y GINA GUERRERO


“Es una obra que los hará sonreír y reflexionar acerca del amor entre dos hermanas.”  

Presentada por La Lucha Producciones, Milagros es el título de un nuevo proyecto que reúne a dos destacadas artistas: Gina Guerrero en la dramaturgia y Carla Valdivia en la dirección. Oficio Crítico conversó ellas acerca de esta obra virtual, que protagonizarán las actrices Lizet Chávez y Katerina D'Onofrio.

Milagros nos invita a reflexionar sobre dos puntos de vista totalmente distintos frente a una decisión vital, a través de la historia de dos hermanas. Serán cuatro únicas funciones, los días 14, 15, 21 y 22 de mayo a las 9.00 p. m., vía la plataforma Joinnus Live. Las entradas están a la venta en: https://live.joinnus.com/lima-milagros-42571

Para mayor información visita el Instagram de Las Luchas Producciones: https://www.instagram.com/lasluchasproducciones/

Sergio Velarde

7 de mayo de 2021


jueves, 6 de mayo de 2021

Crítica: TELEAVENTURAS


Una entretenida y segura opción para los ‘peques’

No cabe duda que la virtualidad continúa siendo el medio de mayor afluencia para los proyectos de arte escénico; pues bien, los creadores de NTN Network, tu programación al instante, lanzaron una interesante opción para los más pequeños de la casa: se trata de Teleaventuras, una creación colectiva que busca estimular la imaginación y creatividad de los niños y niñas, de forma interactiva.

La propuesta del show que se transmite por Zoom está diseñada para que toda la familia participe junto a los más pequeños del hogar; la idea central gira en torno a Trixi y Fredy, dos niños que buscan entretenerse en medio de la pandemia, para ello reciben la ayuda de Billy, quien los convence de crear un canal de televisión imaginario, así como participar en una película y finalmente, ser parte de un emocionante videojuego. Uno de los puntos más importantes del show es la participación activa de los niños y niñas a través del chat, quienes ayudados por sus padres o adultos a su cargo, colaboran con las ideas que van dando forma a cada historia. Por otra parte, el buen uso y manejo del tema audiovisual, aprovechando los filtros y aplicaciones que enriquecen las escenas, se complementan bien con el uso de las marionetas y muñecos, haciendo que la gama de colores sea más vistosa, lo cual capta mejor la atención de los espectadores.

El afianzado elenco está conformado por Julio Díaz, Isabel Falcón y Francisco Salvador, quienes hacen gala de sinergia y manejo de escena (virtual), siendo coherentes y precisos  en sus intervenciones e improvisaciones. Teleaventuras es un show familiar que busca incentivar la imaginación de los más chicos de la casa, a través del juego, el teatro, la música y la improvisación, motivándolos a seguir nutriendo su capacidad de creación; además de brindarles un momento de merecido relajo y diversión en medio de las tareas virtuales y el encierro.

Maria Cristina Mory Cárdenas

6 de mayo de 2021

martes, 4 de mayo de 2021

Crítica: EL LLANTO DE AFRODITA Y LOS HIJOS DE AFRODITA


Actualizando los mitos

La mitología griega es y será una riquísima fuente de inspiración para artistas de todos los ámbitos, con una variada gama de personajes, entre mortales, semidioses, dioses y criaturas fantásticas, así como de eventos épicos y actos heroicos que nos han cautivado y permitido hacer volar nuestra imaginación durante generaciones. Si bien las muchas adaptaciones de estos hechos y personajes a nuestra era actual han tenido resultados de diverso calibre, estas finalmente nunca han dejado de tener cierto grado de interés. Dentro de nuestra comunidad teatral, y en plenas épocas pandémicas, el que se ha encargado de actualizar incansablemente estos inmortales mitos a la virtualidad es el dramaturgo y director Jorge Pecho, quien viene de cerrar una trilogía en línea alrededor de la diosa griega Afrodita, interpretada por Liz Roggero.

Iniciada con El beso de Afrodita (2020), en la que un pintor se debatía entre besar o no a la mismísima diosa del amor debido a las consecuencias que le ocurriría si lo hiciere, la trilogía continuó este año con El llanto de Afrodita y Los hijos de Afrodita. En la primera, la diosa se enfrenta a Tánatos (Cynthia Bravo), la personificación de la muerte no violenta; y en la segunda, deberá salvar la vida de su confundido hijo Eros (Jose Miguel Argüelles), con la ayuda de su menor hija Tania (Stephany Moreno). La dramaturgia mantiene un tono épico-literario en los diálogos, que los actores interpretan de manera adecuada, contrastando con la ambientación urbana de ambas puestas.

El recurso que emplea Pecho de insertar secuencias grabadas previamente, ya sea con imágenes digitales o escenas con los mismo actores, enriquecen la propuesta por lo bien editadas que lucen; en todo caso, las transmisiones en vivo deberían mantener la misma calidad de audio e imagen, que sería una buena iniciativa para mejorar futuras presentaciones. A destacar, cómo no, el trabajo en conjunto de Roggero, quien logra transmitir toda una gama de emociones con su entrañable personaje. La trilogía de Afrodita confirma la total vigencia de la mitología griega, que Pecho aprovecha muy bien para contarnos historias aleccionadoras y reflexivas, pues estos seres fantásticos no son más que el fiel reflejo de nuestra propia humanidad.

Sergio Velarde

4 de mayo de 2021

lunes, 3 de mayo de 2021

Crítica: SPA TRASCENDENCIA


Un spa para el alma

En los tiempos que corren, el culto a la belleza física ha evolucionado rápidamente, tal es así que los innumerables tratamientos estéticos y cirugías vienen compitiendo con las aplicaciones de edición, que con un solo click pueden mejorar tu apariencia en las redes sociales. Sin embargo, la propuesta que nos plantea Spa Trascendencia, obra transmedia escrita y dirigida por Carlos Casella, se ocupa de la belleza del interior.

Con las contundentes interpretaciones de Elsa Olivero y Gabriela Navarro, la historia nos revela a una jovencita que busca ayudar como voluntaria en algún proyecto social, encontrándose en internet con el anuncio del Spa Trascendencia. Al llegar a su cita online, se sorprende al enterarse del tipo de servicios que ofrece dicho establecimiento, pues los paquetes son obras sociales que el cliente puede adquirir para que una vez culminada la ayuda, este pueda tomarse una fotografía para subirla a sus redes sociales, siendo el objetivo principal que el cliente se sienta renovado (emocionalmente) luego de realizar esta altruista actividad. Sin duda, la interesante narrativa se sostiene con las actuaciones que nos hacen creer en la convención propuesta desde el inicio, así como el manejo sencillo y preciso del tema audiovisual.

Por otro lado, algunos participantes del público tuvieron dificultades para entender las instrucciones en el grupo de WhatsApp (que dicho sea de paso, quien escribe no tuvo ningún inconveniente), lo cierto es que abarcar distintos medios como Zoom, YouTube, WhatsApp e Instagram (este último no se mencionó en el día de la función) pudo haber jugado en contra, si tomamos en cuenta que quienes no pudieron atender y entender las indicaciones de la producción, llegaron un poco tarde, lo cual puede generar una comprensible incomodidad.

Spa Trascendencia es una original propuesta que se estrenó de manera presencial en el 2017 y hoy, trasladada a la virtualidad, nos acerca a una realidad vista de forma constante en las redes sociales y los medios de comunicación, que no es otra que la exposición pública de acciones sociales que, en algunos casos, pueden servir para incentivar a los demás a hacer lo mismo, pero que sabemos la mayoría de las veces sirve como vitrina para ensalzar la imagen de quien realiza estas actividades. Habría entonces que reflexionar más respecto a las razones por cuales ayudamos y decidir, como la joven de la historia, prescindir de las fotografías para las redes sociales, total: “Todo siempre es para uno, ¿qué importa quién lo ve?”*

*Frase promocional de la obra Spa Trascendencia.

Maria Cristina Mory Cárdenas

3 de mayo de 2021

domingo, 2 de mayo de 2021

Crítica: HAPPY HOUR


Feliz refugio en el celuloide

Acaso una de las contadas ventajas que nos ha traído esta interminable pandemia sea la de poder conectarnos con propuestas escénicas de todo el mundo, algunas de ellas ejecutadas por compatriotas que continúan desarrollando su carrera artística, a pesar del cierre de los espectáculos presenciales. Tal es el caso de Happy Hour, una producción canadiense ideada y dirigida por la artista peruana Ana Pfeiffer Quiroz, que tuvo una breve temporada presencial a inicios del año pasado y que ahora se presenta adaptada a la pantalla como “creación fílmica”. Dicho sea de paso, es esta una definición bastante ajustada al producto final, ya que no se trata de una simple grabación de la obra teatral, sino de una real incursión audiovisual, utilizando con sapiencia el lenguaje cinematográfico para introducir al espectador en una historia con fuerte carga teatral.

Escrita por Pfeiffer Quiroz, en colaboración con los actores Anna Beaupré Moulounda y Thomas Leblanc, Happy Hour inicia con una contundente declaración de intenciones: vemos imágenes del interior de un hermoso teatro vacío, para luego detenernos en la figura de Beaupré Moulounda, sentada en una de las solitarias butacas. La actriz, que vendría a representar a toda la comunidad artística, se encuentra en medio de la desolación y la pesadilla de todo creador: la ausencia del calor del público y de sus aplausos. Sin embargo, “la función debe continuar”, ahora más que nunca. No importa si el público se encuentra del otro lado de la pantalla. Las reflexivas palabras comienzan a aflorar, en inglés y francés, en monólogos recitados en turnos por los actores, así como también en algunos diálogos. El escenario, acondicionado para una fiesta “disco”, espera a los actores para celebrar esta “hora feliz”.

La dramaturgia, cargada de situaciones incómodas y desgarradoras pero con un marcado componente lírico y performático, es interpretada de manera fluida y enérgica por parte de los actores, quienes se valen de sus voces, gestos y cuerpos para compartir sus recuerdos sobre sus orígenes, su infancia, su relación con la maternidad y su despertar sexual. El clímax se alcanza en la pista baile, al ritmo de Hung up de Madonna; ambos actores, en vistosos vestuarios, se mueven libremente y sin prejuicios. El espectáculo, finamente fotografiado y editado por Alejandro De León, se sostiene en el lenguaje fílmico sin ocultar su evidente teatralidad. Happy Hour es la celebración del artista creador, aquel que no se rinde ante las adversidades y que se vale de múltiples lenguajes y herramientas para seguir contando historias. Hipnótico, desgarrador, visualmente atractivo y sobre todo, muy humano, este experimento en línea de Pfeiffer Quiroz y De León es la clara demostración del feliz refugio que puede encontrar el teatro en el celuloide.

Sergio Velarde

2 de mayo de 2021