jueves, 13 de mayo de 2021

Crítica: NO VOY SALIR


Conmovedora historia de encierro teatral

Quizás una de las temáticas más recurrentes que vienen abordando los distintos proyectos virtuales de nuestra comunidad teatral, una vez iniciada la pandemia, haya sido las gravísimas consecuencias que ha traído todo este año de encierro en nuestra sociedad. Y uno de los sectores más golpeados ha sido, sin duda, el gremio artístico. Por eso resulta admirable cómo esta situación tan caótica y terrible pueda haber generado una de las propuestas virtuales más sólidas y conmovedoras en lo que va del año. Y con componente metateatral incluido. Mérito de los experimentados Chela De Ferrari y Luis Alberto León, quienes escriben y dirigen la historia de un actor que se niega a abandonar un teatro ante el inminente cierre de los espectáculos presenciales en No voy a salir, presentado por el Teatro La Plaza.

Pero esta puesta orquestada por De Ferrari y León no se limita a describir el desmoronamiento psicológico del actor en cuestión, sino que explora con éxito las relaciones familiares, nuestra triste necesidad de aparentar estabilidad ante los demás cuando no la hay y además, las labores de producción de una puesta teatral; todo conjugado de manera fluida y clara. No voy a salir inicia con la llegada de la productora del mismo Teatro La Plaza (Roxana Rodriguez) al espacio en Miraflores cerrado desde hace más de un año y el sorprendente descubrimiento en su interior. Difícilmente otro actor pueda ser tan convincente al interpretarse a sí mismo en esta situación límite como lo es Claret Quea, quien se vale de su físico, sus gestos y su voz para transmitir el dolor y la desesperación de haberlo perdido (casi) todo, y por supuesto, su insensatez, sin dejar de lado el humor que asoma en los momentos justos, como cuando es descubierto al inicio con su vestuario de su inolvidable papel en Mucho ruido por nada (2016).

Pero los elementos de ficción inherentes al teatro aparecen pronto, ya que no se trata este de un proyecto testimonial. Se advierte antes de empezar que lo único que verá el público realmente en vivo es todo lo que sucede dentro del teatro, siendo el resto de escenas previamente grabadas. Además, convencer a Quea le toma unos cuantos días a la productora y en ese lapso nos enteramos de muchos detalles, a través de videollamadas, como la próxima puesta de La Plaza protagonizada por Emilram Cossío y Cindy Diaz; las tirantes relaciones de Quea con su madre (Ana Cecilia Natteri) y con su expareja (Daniela Feijoo); y toda la fachada que inventó para sus conversaciones en línea con sus colegas Aníbal Lozano y Roy Zevallos. Detalles como cierta artificialidad en algunos diálogos, como cuando aparece todo el equipo en pleno del teatro, son fácilmente disculpables, ya que estamos ante un verdadero juego metateatral, ingenioso y entretenido. Muy emotiva la participación de la misma De Ferrari dedicándole unas palabras por videollamada a Quea. No voy a salir es un feliz regreso virtual del Teatro La Plaza, con una historia conmovedora y divertida a la vez, y que nos recuerda que ninguna pandemia podrá detener la fuerza creadora de nuestra comunidad artística.

Sergio Velarde

13 de mayo de 2021

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