viernes, 30 de junio de 2023

Crítica: PRISIONERO 9


Descendiendo a los infiernos

No cabe duda que los enormes clásicos literarios, como La Divina Comedia de Dante Alighieri, han cautivado a incontables generaciones e incentivado la creatividad de muchos artistas, todos ellos fascinados por este poema épico de relevancia capital para la humanidad. Las grandes interrogantes que plantea el escritor florentino parecieran tener múltiples interpretaciones, pero que siguen siendo vigentes hoy en día. Justamente, el siempre ocupado director y dramaturgo Jorge Pecho logró sacar adelante un proyecto personal de largo aliento, titulado Prisionero 9, actualmente en cartelera, en el que aprovecha el íntimo espacio del Teatro Esencia para sumergirnos como espectadores en su propia versión del Infierno de Dante, un vibrante juego de espejos adaptado a tiempos contemporáneos, en el que los siete pecados humanizados (Soberbia, Avaricia, Lujuria, Ira, Gula, Envidia y Pereza) estarán frente a frente a un sorprendido guardia de seguridad llamado Etnad, pero que esconde un oscuro e inquietante secreto.

Una de las mejores secuencias del espectáculo de Pecho es, sin duda, el inicio, con la presentación de los personajes principales, dentro de la celda en el que espera la muerte un peligroso reo comatoso (un irreconocible Gerardo Fernández), dentro de una cárcel de máxima seguridad llamada apropiadamente El embudo. Muy lograda además, la atmósfera de encierro y claustrofobia, apoyada en el inspirado diseño escenográfico y en el preciso manejo de luces y sonido. La primera conversación entre Etnad (un enérgico Álvaro Pajares) y la directora del presidio (una versátil Andrea Aguirre) es lo suficientemente misteriosa y atrapante, como para mantener el suspenso y la tensión luego de que una inesperada tormenta provoque la pérdida de energía eléctrica, la que ocasionará que los peligrosos reos comiencen a hacer de las suyas, incluido el comatoso, mientras el asustado guardia lucha por escapar. Los pecados, en forma de delirantes prisioneros femeninos y andróginos, aparecen en orden y por separado sin caer nunca en la redundancia, gracias al excelente trabajo de caracterización de Aguirre, quien los interpreta sin tacha a todos.

Como un embudo simbólico, entre más profundo se encuentra, peor será el pecado y el castigo. El viaje emocional de Etnad es muy bien representado por Pajares, en el que inequívocamente se convierte en su trabajo más exigente y conmovedor hasta la fecha; bien secundado por Fernández, convincente como el personaje inspirado en Virgilio. La puesta en escena, producida por el colectivo Actores Sin Chamba, bien podría parecer, para aquel espectador que se encuentre en el peor estado emocional posible, algo repetitiva, extravagante o excesiva; sin embargo, es innegable que esta derrocha creatividad y estilización por todos lados. Prisionero 9 es la inequívoca carta de amor hacia aquella literatura clásica que nos removió el espíritu desde siempre, la que guio los pasos de artistas en el mundo del arte, y traducida de la única manera en la que Pecho podría hacerlo sobre el escenario: con respeto, mucho riesgo y el férreo compromiso de confrontar al público con historias que le remuevan el espíritu. El perdón, finalmente, sí conduce a la redención, y es la que convierte a esta frenética e ingeniosa representación de La Divina Comedia en una “comedia”, no por provocar la risa, sino porque ofrece, pese a todo, un verdadero final feliz.

Sergio Velarde

1º de julio de 2023

miércoles, 28 de junio de 2023

Crítica: AFUERA


Horror, ciencia-ficción y comedia

Estrenado en formato de cortometraje, Afuera (2020) de Jorge Bardales fue un proyecto nacido en pandemia, inspirado por los reportajes de nuestras calles desoladas y el confinamiento obligatorio que, de no acatarlo, acarrearía sin duda trágicas consecuencias. La recepción positiva de esta sencilla y efectiva propuesta audiovisual de corte apocalíptico y la trama en sí (una videollamada entre dos sobrevivientes en nuestra Lima infestada por monstruos carnívoros) motivó a Bardales a llevar su historia a las tablas este año. Para ello tuvo que desarrollar más a fondo la historia de la pareja protagónica e incluir más personajes que interactúen con esta. Los resultados, a pesar de ciertas irregularidades en su ejecución, son muy disfrutables y bien valen su visionado en la Sala Quilla de Barranco, ya que no es común encontrar en cartelera una puesta en escena que mezcle con bastante acierto la ciencia-ficción y el humor negro.

Acaso la mayor fortaleza de esta transición de la pantalla al teatro, orquestada por Bardales, sea la de haber mantenido ese agradecido toque de comedia del proyecto original, en una historia por demás deprimente y violenta. Es así que sobre el escenario, los personajes de Afuera deben enfrentar situaciones insólitas y aberrantes, pero bien matizadas por pinceladas de humor que aligeran el drama. Canibalismo, sangre, cabezas rodando, extremidades amputadas, locura, dolor, desesperación y muerte se entremezclan en historias en donde todo vale con tal de sobrevivir. Acertado también el hecho de no mostrar nunca al monstruo durante el montaje, materializándose solo en nuestra mente, cuando las luces y los efectos sonoros así lo anticipan. Quizás por ello, su aparición al final del espectáculo bien podría revisarse. Destacar, por otro lado, la dirección de arte de Nella Samoa Alvarez, bastante efectiva para entrar en la convención de estar presenciando el fin de los tiempos.

El espacio de la Sala Quilla, enorme y espacioso con un portón al frente, está bien aprovechado; aunque un teatro más íntimo hubiera convenido más para crear la sensación de claustrofobia. El uso del proyector multimedia permite dividir las secuencias por títulos y también ver en vivo el cortometraje original al inicio. Las actuaciones son bastante sólidas, con el protagonista original Dante del Águila, repitiendo su papel; al lado de Fernando Pasco; Marcos García-Tizón; la siempre competente Pilar Núñez, en un complicado papel; y la nueva heroína Yamile Caparó, enérgica y convincente. Afuera es un muy interesante y atípico proyecto escénico de Bardales, que conjuga con habilidad el humor y la ciencia-ficción, teniendo como fondo a una Lima apocalíptica.

Sergio Velarde

28 de junio de 2023

Crítica: 3 SON MULTITUD


Bucle amoroso

Romina Viñas nos introduce a una dramaturgia que expone una situación muy particular: el pasado y el presente se juntan y resulta que el pasado siente atracción por el presente. Todo esto desde los ojos de Felipe (Luis Cárdenas-Natteri); pero qué pasa si la que mira es Viñas, que además de ser dramaturga es la actriz de su propia historia. Ella encarna a Lorena, que es el pasado de Felipe (su ex) y por cosas del destino, acude a la casa de su mejor amiga Natalia (Rocío Olivera) para reencontrase después de algún tiempo. Lorena vive en Argentina y guarda un pequeño romance con Natalia, algo que sucedió después de la decepción de Felipe; ambas tuvieron un acercamiento que no pudo concretarse, porque, según Natalia, estaban vulnerables y no pudieron decidir con firmeza lo que sentían. Sin embargo, Lorena aún conserva la pasión del sentimiento y lo vivido en tierras gauchas. Desde sus ojos, su pasado está con lo que podría ser su presente.

El tiempo se altera y las disrupciones interpretativas malean un juicio romántico que se acerca a un bucle amoroso, en donde todo parece quedarse muy cerca a ti; cuántas personas nos conectan entonces con nuestro pasado y cómo llegan a seguir siendo parte de nuestro presente sin la necesidad de estar en él.

Retomamos y damos más detalles: Felipe tiene una novia y se llama Natalia, ambos están muy enamorados y pronto se casarán, aunque Natalia aún no ha dado el sí definitivo. Ella es el presente desde los ojos de Felipe, una nueva oportunidad y un sentimiento muy bello. Natalia tiene una mejor amiga, que es Lorena y la ha invitado a su casa para que cenen juntos y conozca a su novio, pero por obra y arte de la trama, Lorena es la ex de Felipe o sea el pasado. Todo lo contrario, al presente, su relación se dio hace muchos años, cuando Felipe era un drogadicto y vendía drogas, ahora él es un arquitecto exitoso; pero para poner más sal a la sopa, Lorena siente atracción por Natalia, porque durante una breve estadía de esta en Argentina tuvieron una especie de romance. Sin embargo, nada se pudo consolidar y Lorena quedó como en espera para tener alguna oportunidad de conquistar a su gran amiga.

Así comienza una historia divertida, muy bien llevada por la peripecia interpretativa de Cárdenas-Natteri, que realiza una construcción provocadora de risas, y su presencia que es muy llamativa en el escenario termina metiéndonos a todos dentro de sus conflictos. Las dos chicas no se quedan atrás, aunque por momentos los textos de Viñas parecen perder sentido, no obstante, sabe conjugar la energía que brindan sus compañeros de escena; por otro lado, Olivera tiene una construcción apacible y su despliegue escénico es correcto con entradas y salidas bien organizadas y una acción de la palabra bien definida. 

Felipe tiene ante sus ojos a la actual dueña de su amor, pero también a su ex con la que no ha terminado bien; se desarrolla un conjunto de acciones que bordan lo cómico y hacen disfrutar al espectador de la historia. Los tres intérpretes conectan sus ritmos y saben escucharse para apoyar la energía del otro y conseguir sonrisas en el espectador.

Felipe busca que Lorena lo perdone por lo sucedido en el pasado y en el intento de esa hazaña, termina enojándose con Natalia, que los encuentra abrazados y diciéndose cosas comprometedoras. Es el momento tenso de la obra, donde parece que habrá una tragedia después de tanta risa.

Los diálogos son ligeros, fáciles de llevar, la dramaturgia no presenta un mayor conflicto que las peripecias de la vida amorosa de Felipe. El texto es simple, pero tiene un ir y venir en cuanto a las acciones que permite que la atención no se disipe.

Los desplazamientos en el escenario están bien llevados por la dirección de Viviana Pereyra y los tres intérpretes construyen una química que permite mantener activa la situación. Al final, todo parece un bucle, porque se da los indicios de un nuevo personaje, amigo de Felipe que es el ex de Natalia. Lo interesante de la puesta en escena, en cuanto a problemática, es la forma en que las personas terminan conectándose sin querer y cómo estos aprietos pueden desencadenar algunas peripecias; en cuanto a su abordaje escénico, ha sido bien estructurado y los textos tienen bastante naturalidad y los actores dan la sensación de disfrutar lo que están haciendo, lo que permite que el espectador también termine conectando con lo hilarante de la escena.  

La obra ha sido musicalizada y es muy resaltante que tenga una canción propia interpretada por la directora, el ambiente usa una luz cálida porque los momentos pese a las querellas son apacibles y cálidos; las discusiones cobran un buen sentido, porque son textos rápidos con mucha escucha y concentración. Los cuerpos en apariencia son cuerpos cotidianos, pero Cárdenas-Natteri posee una peculiaridad que lo hace resaltar en el espacio, mientras que Olivera es el punto central para equilibrar las energías fuego de sus compañeros, y Viñas se acerca con fuerza a los acontecimientos para poner los pies en la tierra a esta historia que parece que ha nacido volando.

La dramaturgia se encuentra dentro de lo divertido y tiene conflictos que permiten una rapidez textual, de tal manera que las discusiones son explosiones de humor bien dirigidas. Los momentos tensos funcionan como agua fría en el calor, modelan la travesía y los sentidos se distancian del humor para reflexionar un poco sobre lo que pasa. Las cosas que se dicen son divertidas y el contexto parece un día cotidiano, en donde los ojos acuciosos del espectador se introducen para observar la intimidad de este trío entrelazado por la flecha de cupido y el desánimo del amor no correspondido.

Moisés Aurazo

28 de junio de 2023

lunes, 26 de junio de 2023

Crítica: SE BUSCA: TENG SIAO PING


Viaje de recuerdos

Hay imágenes que nos marcan para el resto de nuestras vidas. Sin embargo, muchas de ellas pueden involucrar un mal recuerdo o una mala experiencia de una época que no quisiéramos que se repita. De esa misma forma se vivieron terribles hechos entre los 80’s hasta los 2000’s en el Perú. Por lo tanto, el teatro tiene la difícil tarea de retratar el pasado para resignificar una enorme variedad de simbolismos que casi automáticamente nos remiten al terror y a la muerte. Pues no vale solo mostrar la frenética violencia de aquellos años de terrorismo, sino de poetizar los elementos simbólicos en pro de sensibilizar al espectador desde un punto de vista metafórico en lugar uno tan frío y concreto. Dicha propuesta nos ofrece Augusto Montero con la obra Se busca: Teng Siao Ping. Aquí el artista se compromete con el reto de ser dramaturgo, director e intérprete de este trabajo en el cual no puedes quedar indiferente o poco impresionado. Tanto por su alto nivel de rigor artístico como de creación de consciencia. 

La premisa del relato es aparentemente sencilla y, sin embargo, guarda una complejidad mayúscula con respecto a la coyuntura. Se trata del monólogo de un joven, quien cuenta cómo es que perdió a su mascota llamada Teng Siao Ping. Sin embargo, también nos introduce al contexto del conflicto armado. Específicamente, a un evento histórico: “Los perros de Den Xiaoping”, una brutal matanza de perros que eran colgados en postes por miembros de la cúpula terrorista Sendero Luminoso, como símbolo de repudio al presidente chino Den Xiaoping, a causa de su reforma económica que iba en contra de los lineamientos de la doctrina maoísta. Entonces la historia pareciera un relato de memoria política, aunque a la vez son recuerdos difusos sin mucho orden. Por lo que permite al público sacar sus propias conclusiones al ver imágenes complejas, escuchar rock subterráneo y presenciar al cuerpo del actor jugando con nuestra atención. 

Sin duda, Augusto Montero sorprende una vez más con su brillante despeño corporal y su capacidad para crear figuras tan llenas de fuerza e impacto. Sumado esto a su buen manejo de los elementos que no son gratuitos al tenerlos en el espacio. Así nos da diversas lecturas de lo que está pasando con su personaje. Podría ser tan solo el hijo de un policía que busca a su perro posiblemente asesinado. No obstante, inquieta saber el porqué nos cuenta todo esto y por qué vive en un aparente estado de abandono; cuál es la razón de su dolor y su relación con la actualidad. Así crea intriga, pero de igual forma se presiente cierta ternura en su travesía de recuerdos sombríos. Aunque claro está que Montero no consigue por completo conmover con la palabra, pues sus textos todavía se perciben poco interiorizados. No obstante, cuando focaliza toda su energía en las secuencias físicas y en dinamizar el ritmo recién entendemos el drama de su obra. Un ejemplo evidente es su subida y caída del mástil chino como el símil de su viaje emocional. 

Gratamente, Se busca: Teng Siao Ping se siente refrescante en medio de la cartelera teatral actual, donde la predominancia del actor con poco dominio corporal o la falta de una estética clara de parte del equipo tras bambalinas ya demuestra una cierta decadencia en el llamado teatro de texto.  

Christopher Cruzado

26 de junio de 2023

Crítica: MEDIOAMOR/MEDIOMIEDO


El poder de la palabra

Proyecto gestado en el Programa de creadores 2021, que este año forma parte de Contracciones: prólogo del festival Sala de Parto 2023 en la Universidad de Lima, Medioamor/Mediomiedo es una construcción escénica del cantautor EME, quien nos revela su proceso de autoconocimiento a través del amor y el miedo. Las funciones se presentaron en el Teatro del Centro Cultural de la Universidad de Lima. 

Tal como se explica en la sinopsis del evento, esta suerte de obra-concierto responde a las nuevas creaciones que el teatro contemporáneo nos ofrece. Esta coproducción del Centro Cultural ULima y Sala de Parto desarrolla el trabajo de creadores/artistas que interpretan y dirigen sus propias creaciones. En este caso, la exploración tiene como eje principal la palabra, ya sea dicha, escrita o cantada, resaltando el juego e improvisación efectivos por parte de EME, quien integra con coherencia el uso del cuerpo (movimientos de manos, desplazamientos, etc.), las proyecciones de la escritura de preguntas o pensamientos y por supuesto, su voz, cuya potencia innegable, particularmente, me pareció el corazón de la propuesta. De otro lado, el juego de luces y la música de guitarra ejecutada también por el intérprete sumaron para lograr imágenes potentes.

El momento más poderoso –para quien escribe- fue la escena en la que se explora el sonido, es decir, cuando el artista con gran destreza vocal ejecuta un solo de sonidos mientras se proyectan en pantalla preguntas, ideas, pensamientos, lo cual otorgaba a esos sonidos un significado particular, lográndose una composición casi poética en escena.    

Medioamor/Mediomiedo fue una significativa propuesta, que tal vez no necesite etiquetas, pues la integración de diversos lenguajes y el uso de la tecnología han dado  resultado un espectáculo honesto, que toca temas como el amor propio, el género, los vínculos y las emociones más profundas. Todo esto guiado por la fuerza de la palabra, que siempre nos queda para expresar lo que llevamos en nuestro interior. 

Maria Cristina Mory Cárdenas 

26 de junio de 2023

domingo, 25 de junio de 2023

Crítica: LA VIDA ES SUEÑO


Feliz adaptación de clásico inmortal

Versionar un texto clásico para niños no debe ser una tarea sencilla, pues siempre se corre el riesgo de desdibujar u omitir no solo la belleza de la pieza original, sino también las genuinas intenciones de los autores. Sin embargo, cuando este peligro es sorteado por el adaptador con habilidad, los resultados son altamente disfrutables. Tal es el caso de esta sorprendente versión familiar del clásico de Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño, gracias a la experimentada pluma de Els Vandell y la creativa dirección de Fito Valles, estrenada en el Teatro La Plaza. En ella, los enormes temas que aborda Calderón de la Barca, como lo son el destino y la libertad del individuo, son respetados y traducidos a escena de una manera práctica, sencilla y amena.

La historia ya es conocida: el joven Segismundo (un conmovedor Johan Escalante) es desterrado a una solitaria torre por su padre, el rey Basilio (un convincente Gustavo Mayer), pues el oráculo le manifestó que el futuro príncipe se pondría en su contra al crecer. Hasta ese lugar llegan Rosaura (una magnífica Carolina Cano) y Clarín (un desternillante Diego Pérez), quienes buscarán su liberación. Dos personajes adicionales destacan nítidamente en esta nueva versión: la inclusión de Fabian Alva como un pequeño narrador y la personificación escénica de Marco Flozu como el caballo de Clarín; ambos suman a la fluidez y dinamismo de las escenas, sin que la puesta pierde la brújula en ningún momento.

A las inspiradas dramaturgia y dirección del presente montaje, habría que destacar además la muy sencilla y funcional propuesta escenográfica, compuesta de varios bloques movibles confeccionados de material reciclable, al igual que los vestuarios. Buen trabajo del elenco en general, mencionando también el carisma de Mayra Najar, la energía de Joaquín Escobar y el oficio del experimentado Ramón García. La vida es sueño, en su traducción sobre la escena para el público familiar, es un muy recomendable y entretenido espectáculo que acerca de manera acertada la maestría de los clásicos a los espectadores más pequeños.

Sergio Velarde

25 de junio de 2023

sábado, 24 de junio de 2023

Crítica: CUÍDATE DE MÍ


Adrianzén, el historiador

La historia es apasionante, pero cuando se combina historia con ironía el resultado es genial. Cuídate de mí se compone de cuatro microobras en diferentes momentos históricos del Perú. Lo que más me gusta del estilo de Adrianzén es que aborda episodios históricos dándole a sus personajes características humanas con defectos y virtudes; de esta manera, deja de lado la traducción de ver la historia como inmutable o como una reproducción de Edipo Rey. Además, me gustó la innovación de anunciar la fecha al inicio de cada montaje. Una vez un dramaturgo en un taller me criticó duramente por siquiera proponer esa idea. ¿Quién dice que no se pueden hacer exclusiones rompiendo brevemente la cuarta pared? Lo importante es el mensaje al público.

Lima, el virreinato decadente

Estuvo ambientada en un tribunal del Santo Oficio de Lima en el siglo XVII. A pesar de que hubo detalles de la Inquisición que no eran precisos, no importó, pues el mensaje fue fortísimo. Me gustó que dejaran en el público que es poco conocido que el principal objetivo de la Inquisición no era regular la moral, sino apropiarse de inmuebles. La sorpresa final fue verosímil y creíble: la bruja, supuesta víctima en realidad era una partera dedicada a los abortos clandestinos y el juicio fue una farsa para hacer caer a una muchacha inocente. Refleja lo miserable que era la justicia en ese entonces. Pold Gastelo destacó por sobre todo en el papel de torturador. Me gustó que su técnica vocal la adaptara con voz grave, propia de un juez. Adicionalmente, me pareció importante que no emplearan el español antiguo, pues es evidentemente imposible de entenderlo. Yo no entiendo por qué algunas compañías teatrales en Lima emplean el español antiguo cuando se representan clásicos como La vida es sueño de Calderón de la Barca. Ni siquiera en España actual se hace eso y me consta.   

1882: Lima la miserable

Esta es la mejor pieza que ha escrito Adrianzén en años y creo que es tan potente y revelador que muchas compañías teatrales deberían tomarlo para que represente a Perú en festivales internacionales. Más allá del doloroso episodio que fue la ocupación de Lima por el ejército de Baquedano entre 1882 y 1884, me impresionó que se pueda sacar una comedia tan bien escrita, inteligente y objetiva. Al inicio no era claro cuál era conflicto, pero con el paso de la acción dramática uno se ríe de la cantidad de conjeturas que traería la visita de un oficial invasor. Por otro lado, me gusta el estilo narrativo que tiene Adrianzén para que sea el público el que se dé cuenta, a través de diálogos irónicos, del mensaje. Creo que esto es una muestra de humildad y respeto por el público que se debe resaltar, pues no es muy común en montajes en Lima o de otros dramaturgos. La actuación más brillante y realista fue la de Luis Miguel Yovera, debido a que su acento chileno fue realista y no impostado. También Gastelo hizo muchos gestos faciales simpáticos con su personaje. Históricamente corresponde a la realidad y deja un mensaje brutal. ¿Cómo una familia puede ser capaz de entregar a su hija para complacer al ejército invasor? Lo más fuerte es como la mezquindad lleva a la traición en los personajes de Gastelo y de Ximena Arroyo. 

Noqa kani (Yo soy en quechua)

Tengo que confesar que en este montaje los diálogos fueron demasiado densos y con un conflicto poco claro. Esto último implicaba del espectador un esfuerzo adicional y, de hecho, fue el único momento de la noche que el público estuvo más inquieto. Sin embargo, el personaje de Gastelo salvó la noche, sobre todo, con un breve monólogo en quechua. Personalmente sé un poco, pero logré entender que se refería a que el Perú lo hacen los campesinos que trabajan. Me gustó la construcción del personaje que hizo Arroyo, pues su papel de malvada, racista y frívola fue creíble. Finalmente, no entendí el porqué de situar la historia en 1964. ¿No habría sido más realista que se ambientara el 26 de junio del 1969 cuando se concretó la Reforma Agraria? La escena final fue realmente irónica y única. 

La pandemia del miedo

Este montaje fue más contemporáneo y abordó la crisis peruana por el covid-19. Al inicio y hacia el final, los personajes del Gastelo y Gabriela Billotti se sientan en unas butacas de la primera fila del público, actuando como pacientes en una posta médica. Este detalle puede revisarse, pues el teatro de la AAA tiene forma horizontal y varios espectadores no pudieron ver bien estas breves escenas. La historia fue desgarradora, aunque poco verosímil. Intentar asesinar a alguien, en este caso al personaje de Arroyo, es un acto muy violento como para creer que un asesino potencial (Yovera) se eche para atrás. Fue el único montaje que no fue una comedia, pero igualmente creo que dejó un mensaje sutil. 

Cuídate de mí es una serie de secuencias teatrales de ironía histórica  y que deja en el público una sonrisa. Me gusta el estilo de Adrianzén de dejar las sorpresas hacia el final de sus montajes. Muy recomendable para estos fines de semana.

Enrique Pacheco

24 de junio de 2023

viernes, 23 de junio de 2023

Crítica: ¿QUÉ PASÓ EN LA 204?


Amistades femeninas puestas a prueba

El universo femenino, tan misterioso como fascinante, sigue y seguirá siendo una fuente inagotable de historias para llevar a escena. Y esto sucede debido a que pueden crearse tramas de todo tipo y calibre, incluidas las contradictorias, incomprensibles y absurdas; es decir, aquellas que no pueden fácilmente encasillarse como comedias o dramas, sino que dependerá mucho del talante de los espectadores y además, el de los intérpretes en escena, para poder descifrar cuál es el objetivo principal de los creadores. Finalmente, todo es subjetivo al apreciar una obra de teatro. Este atípico caso bien puede ser el de la puesta en escena de ¿Qué pasó en la 204?, una libre adaptación del texto teatral Le bisbetiche stremate de Giulia Ricciardi, realizada por una de sus actrices, Raffaela Anselmi, a cargo  de la novel directora Viviana Andrade y estrenada en el Teatro Mocha Graña. Se trata de una pieza muy curiosa, acaso destinada a dividir a su público, debido a su retrato tan convulso y descarnado (y sospechamos, tan real) de la amistad entre mujeres.

Y es que el conflicto no pareciera ser del todo relevante (tres amigas, de vacaciones en el extranjero, se encuentran con un camarero “muerto” en el baño), sino más bien el disparador para brindar una cruda mirada a un trío de féminas portadoras de altas dosis de hipocresía, llevadas al límite de la cordura debido a la singular situación y de cómo su supuesta amistad no es más que una pantalla que esconde sus propias conveniencias, egoísmos y envidias. A veces, como espectadores, cuesta mucho reírse de tal situación. Y otras veces, provoca mucha compasión también. Andrade dirige sin tacha a sus actrices, con un mobiliario sencillo en escena y una adecuada utilización de luces y sonido para crear las atmósferas de misterio e intriga requeridas. Las llamadas antes de empezar la función podrían ser pregrabadas o recitadas con micrófono.

Por su lado, las actrices tienen roles extremos y salen airosas al interpretar sus respectivos personajes de mujeres histéricas: Anselmi, la cínica superficial; Tabata Fernandez Concha, la insufrible embarazada; y Rocío Olivera, la tosca gruñona. Todas ellas arteras y chismosas, aprovechando la ausencia momentánea de una para hablar mal de ella a sus espaldas. ¿Qué pasó en la 204?, coproducida por Belle Arti Producciones y Fátima Producciones, es una arriesgada apuesta teatral bien interpretada, en la que la discriminación, la traición y la hipocresía son las grandes protagonistas, en este insólito acontecimiento que revelará el grado de amistad entre estas tres problemáticas pero cautivantes mujeres.

Sergio Velarde

23 de junio de 2023

jueves, 22 de junio de 2023

Entrevista: TANIA LÓPEZ


“Con el arte aprendemos a convivir de la mejor manera con el otro.”

Oficio Crítico conversó con la joven actriz Tania López, quien viene de participar en importantes proyectos escénicos, como La cenicienta y Cómo crecen los árboles. Actualmente, integra el elenco del reestreno de Cuídate de mí, pieza escrita por Eduardo Adrianzén y dirigida por Leo Cubas.

Luego de una exitosa temporada en el 2022, y en el marco del 85 Aniversario de la Asociación de Artistas Aficionados, se reestrena Cuídate de mí. La obra nos presenta cuatro atractivos cuadros, ambientados en épocas distintas de Lima. Acompañan a Tania los destacados intérpretes Ximena Arroyo, Gabriela Billotti, Pold Gastelo y Luis Yovera.

Las funciones se llevarán a cabo hasta el 2 de julio, los viernes y sábados a las 8 p. m. y los domingos a las 7 p. m. en la Asociación de Artistas Aficionados Aficionados (Jr. Ica 323, Centro de Lima).

Las entradas están a la venta en Joinnus (https://www.joinnus.com/events/art-culture/lima-cuidate-de-mi-55002) y en la boletería del teatro. Para más información visita el Instagram @cuidatedemi2023.

Sergio Velarde

23 de junio de 2023

martes, 20 de junio de 2023

Crítica: APÁTRIDAS, CICLOS DE PERFORMANCE, CONFLICTO Y PODER


Poder sin capacidad

Hechos y verdades y Prometheia: la odisea del ser apuntan a ser dos experiencias escénicas performáticas que componen un diálogo estético y físico, a través de las performers en relación a cómo es que maquina lo social y cultural en su entorno.

El primer espectáculo consta de una revisión a la memoria política a través de la herramienta audiovisual para evidenciar una crisis por inestabilidad constante desde la canción del “chino”, pasando por otros tantos ex presidentes, así como también alianzas que se formaron en el transcurso del tiempo para alcanzar la banda presidencial. Además, se utiliza la entrevista como ficción y de manera superpuesta para narrar, señalar e incentivar el cuestionamiento, sobre todo, aquello que consumimos gracias a los medios de comunicación. Aparecería de este modo la representación de un presidente y una periodista que mediante su interacción van compartiendo ciertos acontecimientos no muy alejados de la realidad de algunos ex presidentes. Asimismo, se mencionan temas como los derechos LGTBIQ+, educación sexual, entre otros, pero quedan muy pasajeros. Siendo así que el material audiovisual, en relación al hacer de los performers de forma paralela, se agota y quedaría como opcional. 

Por otro lado, las acciones que realizan los performers complementa la narrativa audiovisual hasta cierto punto, puesto que las acciones que realizan podrían desde cierta perspectiva y sensorialidad componer aquello que comunican tal presidente y periodista. Sin embargo, el inadecuado manejo de los elementos y del cuerpo con el otro, como embalar, “hacer como que” con la manipulación del cuchillo o las “pitas” con las que dirige la performer al otro y la representación del acto de felación, entre otros, como supuesto “postporno”, ¿autoficción?, dejan la pregunta abierta de cuán capaces son realmente los “artistas” de entrar y hacer en performance y que, sobre todo, se sostenga todo aquello que apuntan a ofrecer en dichos espectáculos.

De igual manera ocurriría con el segundo, donde se encuentran tres performers entrando y saliendo del escenario, aparentemente movilizadas por el audio. El manejo físico es de inicio a fin al igual que los sonidos. No obstante, la calidad de movimiento entre las tres performers no se logra diferenciar del todo. El recurso de la iluminación como cambio de acción también se agota, especialmente porque no se percibe una mínima transformación en las performers, sino hasta casi el final del espectáculo donde interactúan con el público a través de un mecanismo de juego tan sencillo como el “piedra, papel o tijera”. Tan sencillo, pero que tiene un objetivo claro y establecido: involucrar al público en la acción, generando un cambio de rol. Así pues, la atención pasa al interlocutor, presentándose esto como tarea para las performers que se han de modificar realmente a partir de lo que cada, ahora participante, decida. 

Destacando de esta manera, la mirada activa de cada una de las performers, de igual modo la escucha; se logra apreciar cuerpos dispuestos, porque ya existe un vínculo creado. Volviéndose interesante, atractivo y se pasa de un público pasivo a, de veras, un hacer activo donde todas y todos llevan o están bajo “micro” poderes. Para finalizar otorgándonos, al público, la toma de un poder mayor, y con ello, evaluar cuán capaces somos de coger la luz. 

Conny Betzabé

20 de junio de 2023

lunes, 19 de junio de 2023

Crítica: RECREO


Sí, sí, Sí, sí, Sí, sí

El teatro es un juego; los cuerpos se divierten, imaginan, vuelan o quizás se caen; un cúmulo de emociones y movimientos desfilan bajo las luces y se arrullan entre los aplausos. Recreo del colectivo Teatro del juego es una muestra de ello -alguien alguna vez dijo que la revolución también se puede hacer con la risa- pues así es. En esta ocasión ingresé a un espacio en donde llovía risas y los espectadores destemplaban el cuerpo, dejándolo laxo y sublime para permitirse ser arrastrado por esa tormenta.

Muchas veces lo denso se apodera de la escena y los espectáculos están cargados de locura y de dramatismo; pero este fin de semana vi algo diferente: un espectáculo que sin bien es cierto estaba cargado de locura, tenía otra calidad, pues la risa era el tempo para que los cuerpos suenen al compás de un teclado que también reía.

Había un músico que estaba ubicado frente a su teclado e improvisaba junto al elenco con distintas atmósferas sonoras, el espectáculo empezó con una improvisación de rap; al parecer esta canción si estaba previamente compuesta y no se regía a los lineamientos del juego; sin embargo, consideraba un epicentro en común, una naturaleza de la carcajada.

Un grupo de improvisadores pone los acuerdos en la mesa; por ejemplo, todo lo que observarán tiene la calidad de ser único, porque será construido bajo la improvisación. El director Dusan Fung siempre estará presente y podrá intervenir, validando o invalidando algunas creaciones, también pueden pausar el tiempo escénico y sacar a algún compañero con una palmada en el hombro o hacer acotaciones como diez días antes o quince días después.

Así empieza una vorágine de sucesos que no necesariamente deben tener una secuencia lógica o ser coherentes en su estructura; es en este momento en donde sabes que estás ahí para divertirte, no para juzgar desde la lógica tan hostigante del día a día. Todos parecen conocerse muy bien y han desarrollado una relación creativa que permite que su interior explore sin miedo la explosión del escenario; es muy interesante observar espectáculos así, porque recuerdas la naturaleza del teatro y esa condición de juego que permite que nuestra creatividad no se aísle dentro de los cementos de la lógica, porque para crear no hay que reflexionar -una vez escuché… ¡el que la piensa la caga!-  pues definitivamente así sucedía en Recreo, porque todos debían estar presentes, concentrados y entregados a cualquier estímulo.

En ocasiones sucedían cosas muy increíbles que hacían que los abdominales del público se ejerciten, las historias se conectaban de formas insólitas y desencadenaban en carcajadas desenfrenadas. Todo se pausaba por un momento, el razonamiento se quedaba a un lado y propiciaba el instinto, esa otra forma de comunicación que apela a cuestiones naturales del cuerpo, que muchas veces son dejadas de lado por creer que la lógica es la única forma de entendernos o de generar una comunidad.

Había otros momentos donde los improvisadores parecían quedarse absortos, eran mini partículas de segundos en donde los ojos acuciosos del director intervenían para decir “¡limpiamos la escena!” y todo volvía a rearmarse, era notorio que algunos tenían un ritmo de improvisación más agudo, proponían sucesos propicios, que sacaban de foco las expectativas de la razón; otros estaban algo lentos, pero el espíritu grupal conseguía levantar las energías y armar un equipo que no le temía a nada y que se venía con todo un arsenal de juegos para desinflar tu mal humor.

Todo parecía un recreo y era un buen ambiente para disfrutar, pero también había espacio para decir cosas, entre algunas sutilezas o cuestiones aparentemente incoherentes o vacías se soltaba algún discurso, alguna intención que tenía una postura clara. La risa es un factor decisivo para entretener, pero también para generar juicio crítico, es el mejor momento para dejar de pensar y permitirse sentir, explorar.

Recreo del colectivo Teatro del juego es una invitación para asumir la improvisación como un método de creación que utiliza el juego como principal referente; es ese momento en donde decides retornar a tu niño interior y disfrutas de las cosas que los demás te dan y también te permites ofrecer tus cosas, para decir pensamientos, aclarar posturas y manifiestos del ser. Una oportunidad para dejarse llevar por el momento y crear sin ataduras, soltar el cuerpo y reír profundamente. Es otra manera de presentarse ante la sociedad y fijar el rol del arte, con una postura ante lo que sucede y una actitud decisiva ante las circunstancias de la existencia.

Es en la improvisación donde el alma se descarga y se vuelve a llenar de lo que el ambiente le da, en Recreo todos son música, todos son un rap, todo es un juego constante. Sí, sí, Sí, sí, Sí, sí, la afirmación a la vida, la actitud ante los problemas, la carcajada de la creación, la música espontánea y el juego de un niño.

Moisés Aurazo

19 de junio de 2023

domingo, 18 de junio de 2023

Crítica: EL RÍO


Cuando el cuerpo habla

La Compañía de Teatro Físico está presentando con mucho éxito el espectáculo El Río, creación colectiva preparada por los alumnxs del Estudio de Formación 2022. Basada en los textos del libro Teatro migrante de Percy Encinas, Julia Thays y Carlos Gonzales Villanueva, la puesta es dirigida por Fernando Castro, con la asistencia de Gabriel Gil.  

Una historia que se cuenta a través del movimiento. El cuerpo es el protagonista y principal herramienta de comunicación. La creación de imágenes, a cargo del nutrido y eficiente elenco, nos transporta al universo de un hombre y una mujer perdidos en medio del bosque; entonces, deciden seguir el curso del río con el objetivo de encontrarse. Diversos personajes salen a relucir, algunos desarraigados, buscando nuevos rumbos; otros, queriendo volver. Sin embargo, varios temas se desprenden del principal, que es la migración; por ejemplo, la relación madre-hijo, la libertad, la masculinidad, los sueños por cumplir, la violencia, entre otros. En este punto, vale resaltar la manera coherente en que se engranan todas estas cuestiones, que invitan al debate y a la reflexión. Además, nos revelan esta búsqueda constante del ser humano por transformarse y evolucionar, no solo a nivel emocional o mental, sino también a nivel físico.

Respecto a la parte escénica, el acogedor espacio es bien aprovechado, pues todo ocurre sobre la marcha, tanto los cambios de vestuario, donde el uso de la maleta es símbolo del camino en el cual se encuentran y desencuentran los personajes. Las luces, las proyecciones en la pared y la música se complementan con la destreza del trabajo físico, que habla por sí solo, ya que el uso de la palabra queda reservado para momentos claves de la propuesta. No obstante, en algunas escenas pasaban muchas cosas al mismo tiempo, lo cual podía distraer o confundir, situación que no opaca el resultado final: un trabajo bien articulado.   

El Río es una interesante composición escénica, que nos recuerda la importancia del cuerpo en el trabajo actoral. La prevalencia de la corporalidad, para estructurar en forma orgánica una historia que también podría haberse contado con diálogos y monólogos, se agradece y felicita.

Maria Cristina Mory Cárdenas

18 de junio de 2023

Crítica: LA SIRENITA, UNA PECULIAR VERSIÓN


¿Cuánto nos ayuda el poder de la imaginación?

La sirenita es una historia que apareció originalmente como un cuento de hadas, de la pluma del escritor danés Christian Andersen y que fue originalmente publicada el 7 de abril de 1837. Este cuento es el octavo de la colección de Andersen. Escrito originalmente como un ballet, ha sido adaptado varias veces; estas incluyen musicales, una película animada japonesa, varias cintas animadas de Walt Disney y la más reciente, la polémica adaptación para el cine en formato live action del director de teatro, cine, y coreógrafo estadounidense Rob Marshall.

En esta ocasión, en el Teatro Barranco 2.0 se presenta una versión muy particular de dicho cuento, ya que los intrépidos pescadores Titi, Tai y Toto son los personajes de esta propuesta, en la que van recorriendo de puerto en puerto contando historias entre sus aventuras, y es así como eligen contar La sirenita.

En cuanto a la propuesta de dirección, esta es bastante ágil, amena y divertida, con cambios rápidos y precisos que fluyen de manera ligera entre los tres actores que se reparten los varios personajes que tiene la historia. Se percibe también un uso eficiente del espacio escénico para el público infantil, porque se rompe adecuadamente la cuarta pared y se hace muy partícipes a los niños. Incluso en una parte de la puesta, los niños también son los personajes de la historia sobre el escenario y ese detalle me pareció un recurso bien empleado.

Sobre las actuaciones, destacar el trabajo de los intérpretes Gia Rosalino y Manchi Ramírez, bastante espontáneos, quienes juegan mucho con el público y disfrutan haciendo cada pequeño personaje al colocarse un indumento o una máscara; y por el lado de quien hace el personaje de la Sirenita, Alexa Montoya, denota un manejo de cuerpo, voz y presencia muy destacables, irradia también ese mundo interior de aventurera, apasionada, con cierta ingenuidad y curiosidad por el mundo de los seres humanos. Mencionar asimismo el uso funcional del espacio, con un cubo que se desliza y entrega la sensación de estar en el mar; además, muy bien complementado con los cambios de personajes. con indumentos y máscaras fáciles de identificar.

La Sirenita, una peculiar versión es un recomendable espectáculo, con una adaptación y dirección muy particular y dinámica por parte de Ramírez para toda la familia, actualmente en temporada en el Teatro Barranco 2.0.

Manuel Trujillo

18 de junio de 2023

Crítica: EL TINGLADO DE ANTÓN PERULERO


¿Cada cual atiende su juego?

Carente de maquinaria y escenografía, como bien lo apunta el texto, Clownarte nos ofrece una obra escrita por Sergio Arrau. Obra de teatro que recopila lo “más” significativo de dramaturgia en el Perú, desde el siglo XVI hasta inicios del siglo XX, pasando así por la representación de Ollantay, Décimas de Fray Francisco del Castillo, Constitución política de Felipe Pardo y Aliaga, Ña Catita de Manuel Ascencio Segura y finalmente, La de 4 mil de Leonidas Yerovi, entre otras.

El elenco propone una recreación didáctica como mecanismo escénico. A través del discurso se entiende bastante bien; nos indican de esta manera que existirán momentos de representación puntualmente y a la vez, está implícita la metateatralidad de ficcionar ser un elenco de actores que se encuentran en plena labor de creación. Sin embargo, las acciones que se realizan son bastante desordenadas y desorientadas, dificultando así diferenciar los momentos de escenificación dentro de la representación. Entonces, ¿cuál es el objetivo de poner en escena dicho espectáculo? ¿Hacía qué público está dirigido? ¿Sacia alguna necesidad?

Inicialmente, las entradas y salidas de las actrices y actores denotan una gran falta de composición escénica, las transiciones son abruptas, se amparan por los cambios de “vestuario” que dejan mucho que desear. Ya sea por estar mal acomodados, por el material del cual están hechos, los colores y accesorios remiten a estar presenciando un trabajo realizado para otro tipo de espacios y público. Sin desmerecer, pero deja mucho que reflexionar.

Si bien existe cierto grado de compromiso por parte de los actores y actrices de componer rasgos, imágenes vocales, posturas y comportamientos para representar las pequeñas escenas de las distintas obras mencionadas, estas pierden valor estético, físico y rigurosidad por la casi nula acción. Sucede que, gran parte de los textos se perciben recitados, independientemente de su estructura en verso, la labor estaría en comunicar eso al público y componer en relación a la comprensión de ser estos diálogos los que conllevan la acción y modificación para con el otro en escena, pero sobre todo con el público al denominarse didáctico. Lamentablemente, esto no sucede.

No obstante, no todo es tan amargo, el espectáculo contiene ciertos momentos entretenidos a partir de las Décimas, con una entrada singular por parte de Félix Balvín, quien gracias a las características corporales de su personaje invidente, logra detenernos para apreciar la labor del fraile a quien está jugando a representar. De igual modo, destacar la potencia de Rocío Castañeda quien, como Ña Catita, nos ofrece una vehemencia con la cual se tendría que iniciar y sostener todo el elenco durante todo el espectáculo. A ello, sumarle el carisma de Cristina Barreno y el riesgo en las propuestas de los personajes abordados por parte de Rodrigo Núñez. Y, finalmente, invitarles a revisar el para qué de ofrecer este espectáculo, hoy, y de esa manera.

Conny Betzabé

18 de junio de 2023

sábado, 17 de junio de 2023

Crítica: TERCERA LLAMADA - JUNIO


Trío de entretenidas microhistorias

Luego de los auspiciosos resultados obtenidos en su temporada de mayo, vuelve al Teatro Barranco el ciclo Tercera Llamada, en el que el público puede disfrutar de tres microobras de manera continuada, con quince minutos de intermedio entre cada una, para así consumir libremente en la barra. A estas alturas, ya no caben inútiles purismos o prejuicios con respecto a este formato teatral, que fue el ideal compañero virtual durante el encierro por pandemia. Además, desmitificar la solemnidad y la ceremonia con las que se realizan ciertos espectáculos escénicos acaso sea una de las tantas maneras de acercar el teatro al público. En el caso de la presente entrega mensual, este proyecto a cargo de Manchi Ramirez, Marcos Garcia Tizón y Daniel Flores ofrece tres espectáculos muy distintos entre sí, pero que tiene cada uno sus respectivas fortalezas que saben explotar muy bien.

La propuesta de junio comienza con el espacio del teatro convertido en un velatorio, en el que La viuda (Andrea Luna) nos recibe desde la entrada, agradece nuestra presencia en el funeral de su esposo (Gaizka Pasalodos), muerto en misteriosas circunstancias, e invita luego a algunos de los asistentes a acercarse al féretro en donde descansa el difunto. Los problemas inician con el insólito “despertar” del muerto, en medio del discurso de la sorprendida mujer. Con algunos tropiezos en su ejecución, como el acompañamiento musical o los testimonios de los amigos del difunto que bien podrían revisarse, el misterio se sigue con interés hasta el sorprendente final, gracias al desempeño de Luna, quien siempre mantiene dignidad y compromiso con su personaje, bien secundada por el también dramaturgo y director Pasalodos. 

“Las apariencias siempre engañan” sería el mejor subtítulo para El bulto de Greymar Hernández, bajo la dirección de Walter Alonso Espinoza, en el que un agente secreto en actividad encuentra un enorme obstáculo para sus planes, con la aparición de una joven e ingenua muchacha. Con el esquema de “nadie sabe para quién trabaja”, la puesta en escena de ingeniosa dramaturgia se sostiene principalmente en las convincentes e intensas actuaciones de Johan Escalante y Jade Durán. Finalmente, luego de su recordado pase por la virtualidad, llega a escena El lado oscuro, hilarante pieza escrita y dirigida por Jano Baca, con el siempre divertido Nicolas Fantinato como el padre obsesionado con las películas de Star Wars, junto a la muy solvente Liz Roggero como la hija a punto de confesar un gran secreto, y quien le da la justa réplica a su compañero. Tercera Llamada viene consolidándose como un interesante ciclo de microteatro, que ofrece al público una muestra variopinta de propuestas escénicas agradables y entretenidas.

Sergio Velarde

17 de junio de 2023

Crítica: TEMPORADA DE CAZA


Persecución de “brujas”

La quinta edición del Festival de creación escénica contemporánea Sótano 2 viene presentando interesantes proyectos experimentales, que buscan escapar de ciertos convencionalismos teatrales para conseguir un discurso propio. La obra presentada, dentro del mencionado festival, por la artista Patricia Biffi se tituló Temporada de caza, con la dirección de Ares Escudero y la misma Biffi, una pieza que fuera gestada en el Programa de creación para Artistas Emergentes Sala de Parto. Se trata de un logrado unipersonal, que asocia la histórica caza de brujas, en la que miles de supuestas “hechiceras” fueron ejecutadas (casi siempre quemadas vivas) por practicar conductas “inadecuadas”, con el violento trato que reciben miles de mujeres en la actualidad.

Biffi, con el apoyo de dos actrices asistentes, construye su efectiva propuesta a través de la libertad que le ofrece el formato de conferencia performática, en la que se fusionan con ingenio la información autobiográfica, la acumulación de hechos históricos, los números musicales acordes al tema y un corrosivo sentido del humor, la mayoría de las veces muy conseguido. La actriz creadora, que cumple con una muy sólida ejecución en escena, acierta en representar el paralelismo entre la absurda persecución de la que fueron víctimas miles de mujeres, que cometieron enormes “pecados” como elaborar medicinas naturales o mantener prácticas sexuales socialmente rechazadas, y las atroces conductas del sistema contra las que lucha el movimiento feminista a nivel mundial.

El apoyo multimedia, la sorpresiva aparición de gigantescas cabezas de “personalidades” expertas en el tema del feminismo y el uso de mobiliario como mesas y escaleras le permite a BIffi crear poderosas imágenes y discursos que refuerzan la postura de la creadora. Todas las secuencias que componen el espectáculo están resueltas con fluidez. Muy atinada además, la mención de la pieza de Shakespeare, La fierecilla domada, y la conveniencia de su montaje en la actualidad. Temporada de caza es un muy recomendable unipersonal experimental, que resalta inequívocamente la atinada metáfora de referirse la “caza de brujas” a cualquier persecución masiva de una porción de nuestra población que no permanece indiferente o conforme frente a las evidentes injusticias.

Sergio Velarde

17 de junio de 2023

jueves, 15 de junio de 2023

Crítica: EN ESTA OBRA NADIE LLORA


Sororidad

El término sororidad se refiere a la empatía entre las mujeres y fue el que llamó mi atención en la presentación del presente montaje, titulado En esta obra nadie llora. Mariana de Althaus, la dramaturga, nos presenta una comedia fresca y simpática; se trata de una puesta breve que logra el objetivo del teatro: arrancar una sonrisa.

Los montajes que abordan otros montajes siempre son un reto y confieso que me encantan, pues es ahí donde los actores tienen que hacer un esfuerzo doble por superarse. Escénicamente, me gustó que el montaje economizara en todo, menos en los vestuarios, todos muy acorde a los complejos caracteres de los personajes. Lo heterogéneo de las psicologías y dicciones hacían que uno quedara atrapado por una historia tan interesante. ¿Qué hacen mujeres teatreras ante una crisis de la producción, justo antes de salir al escenario? La idea es divertida, estrambótica y sucinta.

Me pareció interesante que los personajes tuvieran los nombres reales de las actrices y no usaran los del texto de De Althaus. Quien destacó fue definitivamente Muriel García (la directora), debido a la fuerza y a los cambios de carácter representados de manera tan limpia y sobre todo, verosímil. Adicionalmente, Priscila Espinoza (la actriz protagonista) inspiraba miedo, altanería y elegancia; fue un papel antagónico muy verídico. También merece una mención la actriz de reparto Briscila Degregori, pues su papel fue el más cuestionador y el humor negro en sus diálogos hizo que En esta obra nadie llora sea lo que es. Gracias a las representaciones de estas dos profesionales escénicas (director, actor) es que se logró comprender el mensaje de la obra: la amistad entre las mujeres; a pesar de todo, es la amistad más fuerte.

Me hubiese gustado escuchar música, como la canción Las mujeres no lloran de la cantante popular Arelys Henao, que se menciona en el texto original, pues proporcionaría un mejor contexto para que el público entendiera el valioso mensaje de la puesta. Felicitaciones a Neopolis Producciones y a la directora Jimena Del Sante por una obra simpática y entretenida, que promueve la tan necesaria empatía entre todos y en la que definitivamente nadie llora, pues todos ríen.

Enrique Pacheco

15 de junio de 2023

miércoles, 14 de junio de 2023

Crítica: ESAS TÍAS


Amistad a los ochenta

La tercera edad, aquel tiempo que todos atravesaremos inexorablemente en nuestras últimas décadas de vida, estará marcada, entre otros aspectos, por un progresivo deterioro de muchas de nuestras funciones tanto físicas como cognitivas. Es la ley de la vida. Sin embargo, el teatro se ha encargado de regalarnos un puñado de notables personajes longevos; entre los femeninos destacan la Nona, la madre de Bernarda o Celestina, por citar algunos. Ya sean figuras trágicas o cómicas, el mundo y las circunstancias que rodean a las ancianas pueden generar interesantes conflictos en escena y acaso muchos más, si estas son representadas por varones. Este sería el objetivo que intenta conseguir la nueva apuesta teatral del colectivo La X Productora, titulada Esas tías, escrita por Paco Varela y dirigida por Caroll Chiara en el Centro Cultural CAFAE-SE.

En esta oportunidad, destacar que el escenario cuenta con una escenografía mucho más teatral y llamativa que en los otros montajes del colectivo en el mismo espacio. Briseida (Carlos Victoria) y Bonifacia (Varela) son amigas de toda la vida y comparten un mismo hogar; como era de esperarse, ambas octogenarias no podrían ser más diferentes: mientras que la primera es liberal y moderna, la segunda es modosa y conservadora. Este choque de personalidades debería ser el detonador de divertidas situaciones; sin embargo, se hace extrañar un conflicto más evidente y sólido. Ambas se dedican en dos terceras partes de la obra solo a conversar sobre hechos triviales, ver televisión y luego hablar mal de este medio de comunicación, preparar bocaditos la una y comérselos todos la otra, beber vino, cantar en vivo, ensayar algunos pasos de baile y soltar algunas frases divertidas de vez en cuando. Entretienen, sí; pero podría haberse logrado mucho más.

No obstante, sí que existen fortalezas en la puesta en escena y esas radican, sin duda, en las actuaciones de los primeros actores Varela y Victoria, quienes se encuentran por encima de cualquier vacío o tropiezo en la trama. Es casi al final del montaje en la que una dolorosa revelación permite apreciar la versatilidad y el rango actoral del dúo, que con maestría consigue conmovernos luego de habernos hecho sonreír. Por un lado, Esas tías es un homenaje para aquellas amistades eternas que ponen a prueba su paciencia y tolerancia, para apoyarse mutuamente entrando ya en la séptima u octava década de vida; pero por el otro, también es una muy buena oportunidad para ver en escena a dos consumados intérpretes divirtiéndose a sus anchas sobre las tablas. 

Sergio Velarde

14 de junio de 2023

Crítica: PARRICIDIO


¡Matar al colonizador!

La puesta en escena irrumpe ante nuestros ojos, dos actores se manifiestan en el espacio, no se hace uso de los tradicionales llamados, la obra empieza de manera intempestiva. Cristina Colón (Tracy Alcántara) debe sustentar su tesis para graduarse como psicóloga y ha decidido que Chiqui (Raúl Castagneto), su novio, la acompañe. Hay una gran naturalidad en ambos intérpretes, tienen su acción dramática muy clara y dosifican su energía adecuadamente, posibilitando la acción de la palabra.

Los intérpretes dominan el texto y el ritmo es constante, mantienen al espectador atento ante lo que sucede. La voz de ambos es clara y potente, nos trasportan al universo construido por Alejandra Núñez. La figura del colonizador (Cristóbal Colón) es importante para el desarrollo de la trama, pues Cristina ha descubierto que tiene una conexión con él: es su padre. Entonces empieza la metáfora de cómo podemos deconstruir el patriarcado si no asesinamos al padre y cómo podemos descolonizar sin matar al padre.

Al referirme a asesinar o matar trasciendo el mero hecho de quitarle la vida a alguien, pese a que la obra se llama Parricidio. Considero que está cargada de metáforas que aparecen desde la figura de dominación. El hecho sería cómo acechar algo que se ha normalizado y que parece una estructura dura de corroer. El pensamiento colonial está presente en todos nosotros de manera implícita, al igual que la normalización de la violencia, el machismo, entre otros. Tenemos un dominador invisible que se corporiza en hábitos y pensamientos que se inmiscuyen dentro de nuestro comportamiento, el hecho está en cómo asesinamos esa trasparencia que coacta nuestro comportamiento. En la obra aparece la metáfora de asesinar al padre, reflejado en distintas esferas de la interacción personal y colectiva, como puede ser el novio, Cristóbal Colón, historias que no se han contado, la violencia silenciada, el romanticismo que todo lo tapa, una sustentación de tesis para demostrar que mereces un grado académico, etc.

Todos estos mecanismos encierran la metaforización de la violencia, el colonialismo y el patriarcado. Todo desplegado a una simbolización del control y la manipulación en la que estamos inmersos y la lucha constante que se poetiza en el asesinato y la liberación de pasiones.

Durante el trascurso de la obra se utiliza un proyector para concentrarnos dentro de la exposición de Cristina y constantemente los actores se dirigen hacia el público para hacerlos cómplices de lo que está pasando, como si se le hablara a la conciencia o a ese voyeur que siempre está mirando y se deleita con lo que no puede hacer o se regocija en su doble moral que le permite encajar en la sociedad. En un momento, el proyector se malogró, no alcancé a discernir si era una artimaña de la producción o si en verdad se había malogrado; sin embargo, fue una situación bien manejada, porque iba acorde con los pequeños cortes que realizaban los actores, dando a entender una desconexión con la ficción que permitía que la historia traspase la barrera de lo irreal y se introduzca dentro del cotidiano de los espectadores, del mundo real absorbido por la ficción como ejercicio de razonamiento, para descubrir que no se habla de cosas distantes al cuerpo presente.

Tracy Alcántara manejó muy bien la tensión del personaje, una actriz con un buen performance para mantenernos al tanto de los hechos; el momento del asesinato es muy bueno, porque hay un tiempo creciente que lleva a la consecución de ese acto. Constantemente la actriz va aumentando su histeria, la mirada se le desencaja, el cuerpo pasivo encierra conflictos internos muy fuertes, gran trabajo en este sentido para demostrar la despersonalización del personaje y llegar al momento del crimen. La puerta suena y Cristina va a ver quién es, podría ser Chiqui que se fue hace unos minutos por haber sido despreciado en su intento romántico de conciliar las cosas, dejando de lado las preocupaciones de Cristina. Pero al salir, se escucha un grito y la sala se pausa por un momento, ingresa Cristina arrastrada como un animal y bañada en sangre. El momento se ha consumado, ha asesinado al colonizador, al machista, al patriarca, algo sucede en su cuerpo, quiere gritar, quiere seguir, retomar su sustentación, decir lo que tiene planeado decir, un momento de escisión repercute en el espacio, un asesinato metafórico de todo lo que aprisiona.

Raúl Castagneto se desenvuelve adecuadamente junto a Tracy, tiene presencia y el ritmo de sus textos son propicios para ir generando la intriga, es un actor despierto y con muchas capacidades. La forma en que acompasa los textos y la acción de Tracy permite que todo cuaje y se vuelva un contenido compacto. El manejo de los momentos incidentales es bastante interesante, porque cierto o falso en ningún instante se pierde el foco de interés. Se construyen metáforas muy potentes mediante la relación de ambos, por ejemplo, el uso de canciones para tranquilizar a su novia, o el hecho de que en plena sustentación realice una propuesta de matrimonio justo cuando las cosas no marchaban bien, justo en el momento en que Cristina quiere decir algo importante. El romántico y paciente novio puede representar muchos aspectos de este espectro manipulador y controlador que se encierra dentro de los mecanismos de interacción que se han mencionado. La sombra que está ahí, que suaviza en apariencia las cosas, pero ese suavizar envuelve un monstro aterrador que encadena la conciencia en una plegaria de inercia constante.

En fin, Alejandra Núñez presenta una pieza interesante, divertida de ver y con momentos inesperados muy peculiares. La obra se construye dentro de un plano creciente de emociones y sensaciones. La elección de los actores ha sido adecuada y con una estética coherente se consigue un buen trabajo, que no se mantiene en una sola dirección, asume quiebres, subidas y bajadas que logran tener una potencia visual y sensitiva.

Moisés Aurazo

14 de junio de 2023

Crítica: ÍNTIMAS


Voces al aire

Experiencia escénica que se adapta a lo que funciona regularmente como bar, para compartir tres voces femeninas que exploran un tanto su sexualidad como sensualidad, energías y lo que implica su ser/sentirse mujer.

La primera consiste en una secuencia física donde se aplica el pole dance, mediado por una playlist de canciones que de cierta manera generan una atmósfera de intimidad entre bailarina y público; además, sirve de guía para el baile, ya que los movimientos van de acuerdo a cada una de estas. Asimismo, la iluminación tenue en la sala puede ser un indicativo, sobre todo porque estamos mediadas por una “dinámica”: cada que la bailarina se acerca al público, tenemos la libertad de tirarle billetes –falsos- (los cuales nos facilitaron en el ingreso). De cierta manera, se estaría representando la acción del consumidor en lugares donde se ofrecen este tipo de servicios: baile en barra, clubes nocturnos, discotecas.

El accionar de la bailarina denota destreza física, comodidad e ímpetu, tanto que cuando habla, no percibe que el público no está siendo parte de, porque no se escucha casi nada de lo que dice. Probablemente por algo técnico, como el volumen de la música, la proyección, el espacio jugó en contra o no era necesario ser escuchada. Finaliza entonces escribiendo algo en los billetes que encuentra en el suelo, donde se alcanza a leer la palabra “serpiente”. Posiblemente haciendo referencia a toda la calidad de movimiento que había realizado previamente en la secuencia física.

Así pues, se continúa con un recorrido por el bar hacia lo que pareciera ser una confesión o algo incluso más íntimo. La segunda voz es distinta, parece sí importarle ser escuchada. Espera a que cada persona esté bien ubicada para continuar desde su posición inicial otra secuencia física realizada a la par de un discurso. Esta transita entre desplazamientos por el espacio, silencios, movimientos que grafican su discurso, multimedia y un canto que representa la exploración de su ser, dándole referencia y voz a aquellas que la sociedad no permite hablar, gritar, respirar.

Y de tal modo, sucede la tercera voz. Un unipersonal sostenido por las estrategias del stand up sin llegar a serlo, la creación y representación de más de un personaje, el uso de material didáctico, de archivo y el enmascaramiento propio de la autoficción. Donde a través del personaje de Barbie o lo que este ícono representa para la actriz-autora, decide salir de la caja, respirar y así presentarse ante el público e interactuar con este para cuestionar, reflexionar, denunciar, visibilizar cómo es que ha vivido una mujer, siendo niña, adolescente y joven en una sociedad como la limeña: conservadora y católica.

La experiencia acaba con un sincero poema donde convergen las tres voces y sus sentires en relación a la apropiación de su ser mujer, con la invitación a explorar por qué no un tránsito como alguno de los compartidos o uno nuevo, muy propio de cada quién.

Conny Betzabé

14 de junio de 2023