sábado, 10 de junio de 2023

Crítica: LO MISMO LO DISTINTO


Insólito experimento escénico-literario

El director Roberto Sánchez-Piérola siempre nos ofrece espectáculos atípicos, riesgosos y especialmente exigentes con sus espectadores, alejándose de cualquier atisbo de convencionalismos. Ya sea con su colectivo Cuer2 o con el grupo El Quipu Enredado desde la Casa de la Literatura Peruana. Es justamente en este espacio en el que viene presentándose el proyecto escénico Lo mismo lo distinto que, en su propósito de fomentar la lectura de autores de diversos estilos y calibres, apunta a crear una curiosa experiencia teatral, en la que confluyen textos de variopintos escritores peruanos de distintas generaciones, recitados por un trío de actores en un mismo contexto espacio-temporal. Los resultados de tamaña empresa escénica pueden discutirse, en función de la sensibilidad de cada espectador, pero es innegable que se trata de una interesante y valiosa exploración, en la que el público es puesto a prueba en todo momento.

¿Será posible interconectar en un mismo espectáculo una clásica novela corta como Las noches hundidas de José Antonio Bravo, un imprescindible poemario de Blanca Varela como Concierto Animal y una necesaria pieza dramática como Qoyllur Ritti de Delfina Paredes? ¿Pueden coexistir en un mismo plano las palabras escritas por autores peruanos tan disímiles como Rodolfo Hinostroza, Pablo Guevara o Hernando Cortés? ¿Existirán puentes que puedan tenderse entre la obra Amor, gran laberinto de Sebastián Salazar Bondy, el poema La mano desasida de Martín Adán y la novela 56 días en la vida de un frik de Morella Petrozzi? ¿Autores contemporáneos como el escritor Carlos García, la poetisa Mary Soto y el dramaturgo Alfredo Bushby tendrán puntos en común que compartir en escena? Pues para Sánchez-Piérola y sus actores Conny Betzabé, Godo Lozano y Francisco Rodríguez, la respuesta es afirmativa en todos los casos. Luego de intensos ensayos, como lo comentó el equipo creativo al final de la función, los intérpretes consiguieron hilar una misma trama, acerca de la identidad inherente del ser humano, utilizando fragmentos escogidos de las obras de los autores mencionados, respetando estrictamente sus palabras. Sin duda, un experimento arriesgado y retador para cualquier espectador.

Para el completo disfrute y entendimiento de la puesta en escena, se hace necesaria la total atención por parte del espectador. Por ejemplo, el salón escogido para la función fue acondicionado para una típica conferencia, con una mesa al centro, pantalla multimedia y pizarra acrílica en ambos frentes, y dos filas de sillas para el público a los lados; la particularidad radica en que los nombres de la obra y su autor aparecen en la pantalla conforme sus respectivos textos van siendo recitados en escena. Queda entonces, en cada espectador, el elegir solo apreciar el trabajo interpretativo de los actores o desviar la mirada continuamente para descubrir qué obra literaria está siendo mencionada. Además, depende de la ubicación de cada asistente el conseguir ver con claridad qué se escribe en la pizarra en determinado momento o qué se lee en algunos papeles escritos por los actores y que son entregados solo a algunos espectadores. En todo caso, resulta muy válida la labor creativa y experimental de Sánchez-Piérola en su afán de proponer nuevas maneras de comunicación escénica; y este mosaico dramático llamado Lo mismo lo distinto cumple con creces su principal objetivo: el de motivar al público a (re)descubrir estas trece obras de literatura nacional y así, en tiempos de intensa virtualidad, devolverle el placer de leer un libro en físico.

Sergio Velarde

10 de junio de 2023

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