miércoles, 28 de junio de 2023

Crítica: 3 SON MULTITUD


Bucle amoroso

Romina Viñas nos introduce a una dramaturgia que expone una situación muy particular: el pasado y el presente se juntan y resulta que el pasado siente atracción por el presente. Todo esto desde los ojos de Felipe (Luis Cárdenas-Natteri); pero qué pasa si la que mira es Viñas, que además de ser dramaturga es la actriz de su propia historia. Ella encarna a Lorena, que es el pasado de Felipe (su ex) y por cosas del destino, acude a la casa de su mejor amiga Natalia (Rocío Olivera) para reencontrase después de algún tiempo. Lorena vive en Argentina y guarda un pequeño romance con Natalia, algo que sucedió después de la decepción de Felipe; ambas tuvieron un acercamiento que no pudo concretarse, porque, según Natalia, estaban vulnerables y no pudieron decidir con firmeza lo que sentían. Sin embargo, Lorena aún conserva la pasión del sentimiento y lo vivido en tierras gauchas. Desde sus ojos, su pasado está con lo que podría ser su presente.

El tiempo se altera y las disrupciones interpretativas malean un juicio romántico que se acerca a un bucle amoroso, en donde todo parece quedarse muy cerca a ti; cuántas personas nos conectan entonces con nuestro pasado y cómo llegan a seguir siendo parte de nuestro presente sin la necesidad de estar en él.

Retomamos y damos más detalles: Felipe tiene una novia y se llama Natalia, ambos están muy enamorados y pronto se casarán, aunque Natalia aún no ha dado el sí definitivo. Ella es el presente desde los ojos de Felipe, una nueva oportunidad y un sentimiento muy bello. Natalia tiene una mejor amiga, que es Lorena y la ha invitado a su casa para que cenen juntos y conozca a su novio, pero por obra y arte de la trama, Lorena es la ex de Felipe o sea el pasado. Todo lo contrario, al presente, su relación se dio hace muchos años, cuando Felipe era un drogadicto y vendía drogas, ahora él es un arquitecto exitoso; pero para poner más sal a la sopa, Lorena siente atracción por Natalia, porque durante una breve estadía de esta en Argentina tuvieron una especie de romance. Sin embargo, nada se pudo consolidar y Lorena quedó como en espera para tener alguna oportunidad de conquistar a su gran amiga.

Así comienza una historia divertida, muy bien llevada por la peripecia interpretativa de Cárdenas-Natteri, que realiza una construcción provocadora de risas, y su presencia que es muy llamativa en el escenario termina metiéndonos a todos dentro de sus conflictos. Las dos chicas no se quedan atrás, aunque por momentos los textos de Viñas parecen perder sentido, no obstante, sabe conjugar la energía que brindan sus compañeros de escena; por otro lado, Olivera tiene una construcción apacible y su despliegue escénico es correcto con entradas y salidas bien organizadas y una acción de la palabra bien definida. 

Felipe tiene ante sus ojos a la actual dueña de su amor, pero también a su ex con la que no ha terminado bien; se desarrolla un conjunto de acciones que bordan lo cómico y hacen disfrutar al espectador de la historia. Los tres intérpretes conectan sus ritmos y saben escucharse para apoyar la energía del otro y conseguir sonrisas en el espectador.

Felipe busca que Lorena lo perdone por lo sucedido en el pasado y en el intento de esa hazaña, termina enojándose con Natalia, que los encuentra abrazados y diciéndose cosas comprometedoras. Es el momento tenso de la obra, donde parece que habrá una tragedia después de tanta risa.

Los diálogos son ligeros, fáciles de llevar, la dramaturgia no presenta un mayor conflicto que las peripecias de la vida amorosa de Felipe. El texto es simple, pero tiene un ir y venir en cuanto a las acciones que permite que la atención no se disipe.

Los desplazamientos en el escenario están bien llevados por la dirección de Viviana Pereyra y los tres intérpretes construyen una química que permite mantener activa la situación. Al final, todo parece un bucle, porque se da los indicios de un nuevo personaje, amigo de Felipe que es el ex de Natalia. Lo interesante de la puesta en escena, en cuanto a problemática, es la forma en que las personas terminan conectándose sin querer y cómo estos aprietos pueden desencadenar algunas peripecias; en cuanto a su abordaje escénico, ha sido bien estructurado y los textos tienen bastante naturalidad y los actores dan la sensación de disfrutar lo que están haciendo, lo que permite que el espectador también termine conectando con lo hilarante de la escena.  

La obra ha sido musicalizada y es muy resaltante que tenga una canción propia interpretada por la directora, el ambiente usa una luz cálida porque los momentos pese a las querellas son apacibles y cálidos; las discusiones cobran un buen sentido, porque son textos rápidos con mucha escucha y concentración. Los cuerpos en apariencia son cuerpos cotidianos, pero Cárdenas-Natteri posee una peculiaridad que lo hace resaltar en el espacio, mientras que Olivera es el punto central para equilibrar las energías fuego de sus compañeros, y Viñas se acerca con fuerza a los acontecimientos para poner los pies en la tierra a esta historia que parece que ha nacido volando.

La dramaturgia se encuentra dentro de lo divertido y tiene conflictos que permiten una rapidez textual, de tal manera que las discusiones son explosiones de humor bien dirigidas. Los momentos tensos funcionan como agua fría en el calor, modelan la travesía y los sentidos se distancian del humor para reflexionar un poco sobre lo que pasa. Las cosas que se dicen son divertidas y el contexto parece un día cotidiano, en donde los ojos acuciosos del espectador se introducen para observar la intimidad de este trío entrelazado por la flecha de cupido y el desánimo del amor no correspondido.

Moisés Aurazo

28 de junio de 2023

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