viernes, 29 de septiembre de 2023

Crítica: MUCHO


¿Cuánto es mucho en nuestros vínculos con el otro?

Zygmunt Bauman (sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico) hablaba de los amores y la sociedad líquida, que se caracteriza por la fragilidad de los lazos humanos desarrollados en la postmodernidad. Podría entenderse que, para Bauman, vincularse con otro ser humano es una tragedia y aún más, si bajo un contexto determinado como el que significó la pandemia que de pronto nos empuja al encierro y a la confrontación de nuestras emociones, llevándonos al límite de nuestras relaciones con el otro.

En ese contexto parte Guillermo Amoroso, sociólogo, dramaturgo y magíster en Ciencias Políticas uruguayo, creador de su primera pieza para teatro, Mucho, presentada en nuestra cartelera limeña en la asociación cultural Campo Abierto, producida por Idea Original. Esta obra episódica cuenta con nueve escenas que giran en torno a la ira y su descontrol, bajo la muy acertada dirección de Federico Abrill y Sergio Anchiraico.

La ira es una función adaptativa del ser humano que nos prepara para la acción; la ira nos muestra algo que no nos parece justo y nos empuja a poner límites inmediatos con una intensidad creciente, que sin bien es cierto no necesariamente conduce a la agresión, puede derivar en un acto deliberado de violencia. Este viaje a través del impulso y la reacción está muy bien trabajado por los directores en cada escena, logrando que la tensión sea creciente y bien sostenida, que te identifiques en tus propias reacciones profundamente primitivas y manejando de manera muy precisa los tiempos entre las secuencias y los momentos en que van escalando hacia esa violencia.

Desfilan en cada escena personajes venidos de diferentes clases sociales, oficios y niveles culturales, que están muy bien desarrollados por los actores María del Carmen Sirvas, Daniela Rodríguez León, Renato Medina-Vassallo y Patricio Villavicencio, quienes muestran una sinergia de principio a fin, manejando con precisión los tiempos, y un estudio profundo que se ve en la acción de cada personaje y cómo van evolucionando hacia la fatalidad, hacia aquella condición que Daniel Goleman acuñó como “secuestro amigdalar”. Todos a destacar, no obstante, cada vez que está en escena la pareja conformada por Rodríguez León y Medina-Vassallo, que maneja el texto con mucha naturalidad, seguridad y prolijidad, y te hacen conectar de manera especial con lo que está pasando.

Finalmente, mencionar también el buen desempeño por parte de los directores y actores al aterrizar las escenas con el mínimo de elementos escenográficos apoyados por cambios de luces muy puntuales para ubicar al público en momentos determinados y por sobre todo, el buen trabajo actoral. Muy recomendada para estos tiempos violentos donde podemos observar y autorregular mejor nuestras reacciones a nuestros procesos emocionales para no ser prisioneros de nuestros impulsos y así poder decir basta cuando consideramos que ya es mucho.

Manuel Trujillo

29 de septiembre de 2023

jueves, 28 de septiembre de 2023

Crítica: EL RUIDO DEL HOMBRE AL QUEBRARSE


Migrantes en el laberinto

En 2019, el ciclo de Microteatro estuvo dedicado al drama de miles de inmigrantes en el mundo y llevó por título Por los que tuvieron que partir, una idea original del director y productor Igor Olsen. Las piezas breves exhibidas tuvieron como meta la de sensibilizar a los espectadores sobre la terrible realidad de millones de migrantes y refugiados de todas las nacionalidades, así como la fomentar empatía y solidaridad sobre esta problemática que nos afecta a todos como sociedad. Entre las microobras presentadas figuraron Azul y celeste de Mariana Libertad y El ruido del hombre al quebrarse de Greymar Hernández. Ambas piezas se encuentran actualmente en cartelera (la primera, en formato de cortometraje; la segunda, de manera presencial) en el Teatro Esencia de Barranco, promoviendo la integración entre hermanos latinoamericanos.

Encomiable la labor de Olsen por frenar la actual ola de rechazo hacia los venezolanos, a partir de expresiones artísticas que motiven la reflexión, como este reciente proyecto de Cine Teatro llamado A través del umbral, que antecede la puesta teatral con el del cortometraje mencionado. En Azul y celeste vemos a dos mujeres embarazadas, una peruana y la otra venezolana, que se convierten en amigas a pesar de las diferencias culturales. Y en la versión extendida de El ruido del hombre al quebrarse, propuesta que coquetea con la ciencia-ficción y la fantasía, dos jóvenes se encuentran atrapados en una especie de limbo, sin posibilidad de cruzar al espacio del otro. Sin embargo, a través de sus conversaciones, intentan comprender la razón de su situación. Ambas propuestas, a su manera, exploran las distintas maneras de comunicación y entendimiento que deben esgrimir sus personajes para resolver sus problemas. Y es que el diálogo resulta ser el único camino para buscar soluciones.

Muy buen trabajo actoral de Álvaro Pajares y Karla Rivera en El ruido del hombre al quebrarse, ambos enérgicos y convincentes en sus roles, capaces de hacernos entrar en aquel mundo real-maravilloso y encontrarle poesía a un drama acerca de exilio y migración. Nadie sabe las historias de los que decidieron partir; es por ello que propuestas como la de Olsen, dentro del simbolismo que elige para generar emociones en el público, son muy valiosas para promover el apoyo y la solidaridad hacia toda la enorme población que decidió emigrar. Por los que tuvieron que partir.

Sergio Velarde

28 de setiembre de 2023

Crítica: QUILLA LA ARDILLA EN LA PEÑA PIMPILLA


Significativas lecciones de amor y preservación

La Pontificia Universidad Católica del Perú y la Compañía de Teatro Físico se unen para presentar una entrañable historia, que resalta los valores del respeto a la naturaleza y el amor. Inspirada en las ardillas que pasean por el campus de la universidad, Quilla la Ardilla en la Peña Pimpilla es un espectáculo para toda la familia que tiene como escenario el Teatro CCPUCP, en San Isidro.

Escrita por Alejandro Clavier y dirigida por Fernando Castro, la historia gira en torno a Quilla (Brigitte Jouannet) una vivaz y competitiva ardilla que junto a Balita (Diego Sakuray), un perro noble y juguetón, tendrán la misión de salvar a dos árboles de su vecindario que serán derribados para expandir un negocio; entonces, conservar estos imponentes árboles, que también son el hogar de Quilla y su hermano Yuki (Martín Velásquez), será una tarea de todos los vecinos, pues Ana (Anaí Padilla), dueña de la Peña Pimpilla, se unirá a ellos. Respecto a la puesta en escena, la elección de tener la música en vivo es un acierto, ya que el talento de Andrés Zevallos, Karl Schroth y Mayli Luey se complementa con el juego de luces, los vestuarios en tonos naranjas y tierra, así como las interpretaciones impecables del elenco, que ejecutan los cambios de escena con dinamismo aprovechando cada elemento de utilería como los cubos de madera, que crearon interesantes imágenes en el desarrollo de la obra.

Por otro lado, las canciones y coreografías en perfecta armonía con los diálogos, otorgaban a la propuesta un ritmo constante que no dejaba indiferente al espectador. Los personajes están trabajados con sumo detalle, pues la duplicidad de roles se delimitó con claridad y características específicas por parte de los actores. Una mención especial para Jouannet, quien representó a Quilla con destreza vocal y corporal, contagiando su energía hasta el final.

Quilla la Ardilla en la Peña Pimpilla es un significativo espectáculo para toda la familia que nos recuerda la importancia de conservar nuestro medio ambiente; además de transmitir una valiosa lección acerca de los lazos familiares y el amor. A través de un lenguaje festivo, lleno de música y bailes, el público también tendrá la oportunidad de intervenir en una de las escenas clave de la puesta, y así defender nuestros recursos naturales.

Maria Cristina Mory Cárdenas

28 de setiembre de 2023

Crítica: UN MATRIMONIO CASI PERFECTO


Vecino en aprietos

La X Productora viene presentando, desde inicios de este año, una serie de propuestas teatrales, entre comedias y musicales, en el Centro Cultural CAFAE-SE de San Isidro; siempre con la participación de la pareja integrada por Paco Varela y Caroll Chiara, ya sea desde la dirección, dramaturgia, producción o interpretación. En esta oportunidad, la comedia Un matrimonio casi perfecto, ambos protagonizan la puesta al lado del divertido actor Tito Vega; en ella, debe reconocerse ciertamente la capacidad del trío de intérpretes para sacar adelante un espectáculo de trama bastante sencilla, de estar por encima de cualquier diseño de personaje estereotipado y de encontrar los momentos precisos para el humor.

Dividida en dos actos bien definidos, los espectadores conocemos al inicio a este “matrimonio casi perfecto”, integrado por un inquieto e incrédulo jubilado (Varela), totalmente sometido por su coqueta y vulgar esposa (Chiara), mientras conversan trivialidades de su vida diaria. Es tiempo después que surge el real conflicto, cuando aparece el desprevenido vecino del piso de arriba (Vega), quien al pedir prestadas unas herramientas, se ve atrapado en el departamento de la atípica pareja. La obra muestra sus mayores fortalezas durante los vanos intentos del vecino por escapar y las excéntricas excusas del matrimonio para impedir que lo haga. El carisma de los actores permite seguir con interés el desenlace.

Destacar el diseño de escenografía, con infinidad de cajas regadas y apiladas por todo el escenario, que anticipa las extravagancias de los esposos. Varela y Chiara, pareja en la vida real, se complementan muy bien en el escenario y Vega les da la réplica adecuada. Bien por La X Productora y su capacidad creativa para reinventarse en cada temporada, sin bajar el nivel de calidad de sus propuestas. Un matrimonio casi perfecto es una simpática comedia que no defraudará al público que sigue al colectivo en sus apuestas teatrales en el CAFAE-SE.

Sergio Velarde

28 de setiembre de 2023

martes, 26 de septiembre de 2023

Crítica: METAMORFOSIS


La transformación de un clásico

Siempre es interesante ver obras que cimentan sus bases en grandes textos literarios; ver la forma en que se intenta retratar la realidad creada en el papel y lo desafiante que pueden ser ciertos pasajes de la ficción en el escenario. Todavía más grato es ver cómo estás propuestas son auténticas, pues traen consigo una lectura personal del texto literario, sin dejar de lado lo esencial. En ese sentido, Metamorfosis, montaje dirigido por Francisco Cabrera, plantea un estilo marcado, una visión única de este clásico de la literatura. 

Con una instalación de dos pisos con luminarias y divisiones espaciales en el escenario, vemos una propuesta conceptual: un escenario que se transforma en escaparate o la sala de una galería de arte; y los actores, símbolos de esta pieza, donde las ideas que se expresan de ellos se vuelven más grandes que los personajes mismos. ¿Cuáles son estas ideas? Lo que resalta a nivel de significado es la abrumadora acción de la familia sobre Gregor Samsa y la falsedad que construyen para tapar la vergüenza de lo incomprensible.

Los actores Sebastian Stimman, Diego Lombardi, Vanessa Robbiano, Daniela Stornaiuolo y Edgard Arocena, entran en entereza a esta construcción estética, jugando con la corporalidad, la artificialidad y la carga dramática con la que ha sido tratado el texto. Algo sumamente destacable es la construcción corporal de Stimman, y parte de ella para expresar el dolor, la nostalgia, los miedos y las culpas de su personaje. 

Una mención especial merece también la actuación de Robbiano, que no solo supo llevar el juego performativo que plantea la obra, supo agregar complejidad emocional, un crecimiento que iba de lo expositivo de este juego hacia lo íntimo; una mezcla del artificio y el tratamiento realista en la construcción de su personaje. 

El montaje avanza de manera sostenida. A mi parecer, la obra está hecha para ser vista con detenimiento y toma el riesgo de perder el ritmo por momentos, pero no deja de ser impactante en las formas corporales y sus significados: las sonrisas falsas, los cuerpos en crisis, los bailes desenfrenados. Las intenciones son claras, dejan en evidencia cierta unilateralidad en el carácter de los personajes, y es a raíz de estas formas corporales que se da la complejidad. La música es sin duda un sello muy distintivo, pues aterriza la propuesta en un tiempo disonante con la cadencia con la que ha sido planteado el texto, una sensación de extrañeza, propia además de lo kafkiano. 

Metamorfosis termina siendo un montaje sólido, destacable en su calidad profesional. Un experimento contemporáneo, que se vale de elementos performativos para crear una visión particular del clásico de Kafka. Cabrera se toma ciertas licencias creativas en relación al texto. No hay nada que reclamar, más bien, animar a los amantes de la literatura y el teatro a ver las diferencias, semejanzas, juicios y preguntas que pueden surgir a partir de este planteamiento. 

Omar Peralta

26 de setiembre de 2023



lunes, 25 de septiembre de 2023

Crítica: ADIÓS AL CAMINO AMARILLO


Los últimos días de la humanidad

Escrita por Jaime Nieto hace ya un cuarto de siglo, Adiós al camino amarillo regresó a las tablas en el Teatro Aforo XI de Pueblo Libre, con las variopintas historias de un puñado de jóvenes adultos confundidos y frustrados, no solo por los derroteros que siguen sus vidas, sino además por la incertidumbre de no saber si un meteorito se estrellará o no con nuestro planeta, con una probabilidad de 50/50 de concretarse un verdadero apocalipsis. Y resulta curioso este reestreno, ya que ahora, en tiempos postpandémicos, sí que vivimos aquella incertidumbre de no saber cuál será el destino de la humanidad, así como el miedo a lo desconocido y a lo que no podemos controlar. Este factor temporal puede que le juegue en contra hasta cierto punto a la puesta dirigida por Ernesto Ayala; sin embargo, esta tiene las suficientes fortalezas como para convertirla en un montaje más que interesante.

Los textos de Nieto son conocidos, en general, por el escabroso tratamiento de sus personajes, inmersos en historias plagadas de conflictos acerca de identidad sexual, infidelidades, doble moral, sadismo y muerte. Ayala aprovecha muy bien a su joven elenco, integrado por Victor Lucana, Yasmine Incháustegui, Toto Flores, Luis Castillo, Sebastian Alva y Carla Balvín, quienes defienden muy bien a cada uno de los seis protagonistas, siendo la trama más interesante y lograda la de los dos hermanos (Castillo y Alva) en tensa y enfermiza relación. La propuesta de dirección, que sitúa a los actores todo el tiempo en la parte posterior del escenario a la vista del público, puede resultar distractiva en ciertas ocasiones; y algunos efectos sonoros bien podrían revisarse y pulirse, especialmente aquellos que delatan la inminente catástrofe.

El texto menciona cambios bruscos de temperatura, estado de emergencia y  ansiedad generalizada; la dirección y el elenco deben encontrar una manera más efectiva de evidenciar esta situación, para ser más convincentes. Esta sería la única recomendación para futuras reposiciones de la puesta, pues los personajes y sus historias entrecruzadas por el destino y el azar se encuentran bien conseguidas, con muchos momentos sorpresivos y dramáticos, sin renunciar al sutil humor. Adiós al camino amarillo, presentada por el colectivo teatral Telón Mestizo y la productora Como Palo de Gallinero, es un sólido espectáculo que explora con acierto las complejidades del ser humano, frente a situaciones extremas que escapan de nuestro control.

Sergio Velarde

24 de setiembre de 2023

sábado, 23 de septiembre de 2023

Crítica: MAMÁ ESTÁ MÁS CHIQUITA


Llorar no arregla nada

La pieza Mamá está más chiquita de Ignacio Olivera y Juan Pablo Schapira fue ganadora del premio “Teatro Musical” de la Bienal Arte Joven 2017 en Buenos Aires, y fue considerada en su momento, por la crítica especializada, como una de las obras más lindas del mundo. Y razones no le faltan, ya que no es fácil encontrarle sentido del humor y mucho de poesía a una obra (familiar y musical, además) en la que los personajes viven el infortunio de tener en casa a un familiar con una enfermedad terminal. Muy pocos espectáculos logran encontrar el justo equilibrio y no el desborde de emociones en tramas similares. Es por ello que la temporada del mencionado musical en Lima, producido por la Asociación Cultural Playbill, constituye todo un acontecimiento que bien valdría una merecida reposición.

La familia siempre será una fuente de inspiración para todo tipo de historias. Y en el montaje presentado en el Centro Cultural Ricardo Palma, se aborda una muy particular: una madre soltera y llena de energía, el hijo mayor con un grado de fantasía e inocencia fuera de lo común, y una hija adolescente con ansias de libertad. La enfermedad de uno de ellos le dará un giro radical a la dinámica familiar, en la que lamentablemente, llorar no arregla nada. La novel directora de musicales, la actriz Kathy Serrano, comprende el drama familiar y sabe extraer excelentes actuaciones de todo el elenco, especialmente del trío protagónico, conformado por Tati Alcántara, Gina Yangali y Mario Mendoza, en sólidos y convincentes personajes. También destacar el buen oficio de Sebastián Ramos como el interés amoroso de la hija; y la gratísima presencia de Patricia Frayssinet como la madrina de la familia.

El escenario luce ordenado con los ambientes bien delimitados (dormitorios, cocina y comedor, sala de estar) y pese a no contar con orquesta en vivo, la pista grabada suena sin interferencias y las voces de los actores se escuchan sin tropiezos. Todo el elenco interpreta de manera muy inspirada las canciones. Conmovedora y divertida a la vez, la versión peruana de Mamá está más chiquita se convierte en uno de los musicales más emotivos y logrados de la temporada.

Sergio Velarde

23 de setiembre de 2023 

jueves, 21 de septiembre de 2023

Crítica: LA RAZÓN BLINDADA


Túnel hacia la libertad

"El héroe nunca llevó a cabo lo que dijo que iba a hacer...

Su heroicidad no tiene trascendencia práctica...

Pero cada tarde viene, se sienta ahí

no pide un plato de comida, no,

solo pide que escuche una nueva aventura,

entonces mi alma se llena de alegría,

y el regocijo que me produce escucharlo

colmará mi espíritu hasta el fin de mis días."

Arístides Vargas, uno de los fundadores del Grupo Malayerba (una de las agrupaciones más importantes del teatro latinoamericano), es el autor del texto. Arístides es un actor, director y dramaturgo argentino, que las circunstancias convirtieron en víctima de un exilio forzado, por lo que su obra está marcada por el desarraigo y la recuperación de la memoria. Sus obras más emblemáticas, como Nuestra señora de las nubes y Jardín de pulpos caen dentro de este tipo de teatro.

La razón blindada presentada por el Grupo Malayerba en el 2006 está inspirada en el clásico Quijote de Cervantes, así como en los escritos de Kafka en La verdad sobre Sancho Panza, pero sobre todo en las experiencias de su hermano Chicho Vargas en la prisión de Rawson, donde estuvo recluido durante ocho años por haber dado un curso de teatro callejero en La Rioja. En esa prisión, los presos solo podían juntarse los domingos y cuando lo hacían se reunían de a cuatro. En este lugar, donde se representaban funciones teatrales, unos hacían de actores y los otros de público. La obra muestra ese escape de la realidad a través de un "túnel intangible" a una libertad, que debe estar blindada y protegida, ya que es la única que les queda y no pueden arrebatar.

Bajo estos antecedentes, los alumnos del tercer año del programa de arte dramático del Club de Teatro de Lima tomaron en forma ambiciosa esta obra, para ser parte del montaje final que realizan. La dirección corre a cargo de Josefo Palomino.

En principio, la obra es para dos actores, por lo que al tratarse de un grupo grande se optó por hacer que los actores vayan cambiando a lo largo de las escenas y para darles participación a todos, se agregó un coro que servía para enfatizar las palabras de los personajes. Si bien agregar un coro sirvió para hacer más llamativa la puesta, se pierde el carácter intimista que tienen los diálogos y eso se agranda aún más, ya que al ir cambiando los actores se pierde la empatía que el público siente ante el dolor de los personajes. Entiendo que el objetivo de la puesta es ver el progreso de los actores y en ese sentido, creo que cumple su función, pero se pierde el mensaje de la obra, por lo que la última escena no es tan potente como ameritaba ese texto final.

La escenografía es simple: se opta por dar espacio a los doce actores que participan en el montaje, las luces mantienen ese tono lúgubre y separan con un oscuro total el pase de una escena a otra, pero que al ser muchos los actores sirve también para que encuentren sus posiciones y personajes.

Me gusta ver a elencos grandes en el escenario, y es algo muy común en los montajes de alumnos en formación, pero también la obra seleccionada debe ayudar y no ser una limitante para conseguir un producto final más logrado. Algunas participaciones me parecieron muy interesantes, pero creo que lo mejor a destacar es la cohesión como grupo. Espero ver pronto a varios de ellos en diferentes montajes en la cartelera limeña.

Ulises Cabanillas

21 de septiembre de 2023

Crítica: ÚLTIMO ACTO


El TeAtro ha MuErtOo

El texto gana una presencia inmediata con la interpretación de los actores. Observamos la esencia de una tradición teatral. La gestualidad y expresión me hacen recordar a las primeras obras de teatro que vi, donde el cuerpo construye lenguajes tradicionales desde distintas gamas expresivas o calidades de movimiento. Los cuerpos no necesariamente son espectaculares, pero provocan atmósferas, situaciones concretas, el teatro encierra una pre-expresión desde campos cotidianos.

Es interesante cuando los cuerpos intérpretes no usan movimientos extracotidianos para construir una escena. La corporalidad del realismo es un conjunto de signos corporales que se aproximan a las interacciones sociales. Un cuerpo que no usa los artificios corporales tiene otro reto de composición sígnica.

Observar a los dos mendigos interactuando generaba la posibilidad de acompañarlos en su travesía, los gestos y las palabras eran sutilmente manifestados y acompañábamos a Tadeuz de la Vega (Christian Alden) y Martin Poma (Cesar Marticorena) en sus ensoñaciones y recuerdos, un espacio donde volvían a existir dentro de otras formas.

El texto de Noraya Ccoyure es la conexión entre estos seres y los mundos que habitan; la construcción de la escena evoca momentos naturalistas y de ensueño. El diálogo que se va desarrollando involucra a los espectadores, les resuena algo.

En algún momento pienso que es un último acto, porque da la sensación que el teatro muere; y no es esa agonía del arte que siempre está muriendo, sino la desestructuración de los conceptos y la proliferación de otras poéticas creativas.

Observar un espectáculo que pone énfasis en el texto y despliega corporalidades cotidianas da la posibilidad de presenciar otras antropologías teatrales, que encuentran más cercanía con lo real. La construcción de espacios imaginarios desde signos cotidianos provoca una sensación distinta a la del cuerpo extracotidiano.

La escenografía es una chispa lumínica que le pone fantasía al mundo caído de estos hombres, la que nos recuerda que nunca debemos dejar de soñar, porque el arte sueña y vuela. Así como los personajes de este último acto, que pese a estar cerca al final, sueñan y vuelan. Una especie de reloj descompuesto y una banca componen junto al vestuario una paleta de colores callejeros, que iluminados con las luces permiten dar sentidos dramáticos precisos para la energía de la obra.

Los personajes están cuajados y consiguen adentrarse en la conciencia, cada intérprete devela su sueño a su manera, pero la sensación de estar atrapado en otra vida, en una vida que está existiendo ante tus ojos, es requisito fiable para el gusto de la escena.

Moisés Aurazo

21 de setiembre de 2023

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Crítica: NOCHE DE PERFORMANCE


Piezas cortas: Anatomía de la papaya y Alfarero

¿Cómo nuestro cuerpo expresa todas nuestras emociones y nuestra historia?

La Sociedad de Cabras Descarriadas presenta en el espacio de La Vaca Multicolor dos performances de corta duración; primero, Anatomía de la papaya, dirigida por Natalia Darcourt y con las actuaciones de Alexandra Abadíe, Alexandra Garces y Briana Campos; y luego, la pieza Alfarero, dirigida por Alaín Salinas y con las actuaciones de Edward Palomino y Fabio de la Cotera. Cuán necesario es detenernos en estos tiempos y observar a profundidad qué hay en nuestro interior, observar y atender aquello que dejamos pasar y nos atraviesa, porque la vida nos empuja cada vez más a la productividad y a siempre “ser alguien”; y olvidamos cada vez más el “ser”. Es entonces que como consecuencia, aunque a nuestra mente le exijamos seguir, nuestro cuerpo se detiene y nos muestra posibilidades que quizá solo el arte pueda exteriorizar; y es así que mediante un proceso en donde el cuerpo habla, grita, muestra dolor, impotencia, culpa, liberación, es que surgen en escena experiencias que te explotan en el rostro mediante cuestionamientos acerca de la condición de ser de un género u otro.

Cada pieza muestra cómo ha sido nuestro proceso de aprendizaje, según un contexto condicionado por lo social. En Anatomía de la papaya hay muchos cuestionamientos sobre el hecho de ser mujer en esta sociedad, es un intento de hacer una autopsia a nuestra brújula moral sobre cómo vemos la feminidad; y en Alfarero, vemos cómo dos hombres son llevados a ser eso que creemos que es el “ser hombre” en nuestra cultura de apariencias y de poco vínculo con nuestras emociones por el hecho de ser hombres.

La atmósfera que genera el espacio de La Vaca Multicolor es preciso para estas apuestas: genera la impresión de ser un espacio soterrado, oculto, donde se va a explorar algo profundo, y las luces ayudan mucho a dar este ambiente un poco lúgubre, en donde te llevas más dudas que respuestas, y es como quizá deban ser estas puestas de arte escénico que buscan cuestionarte, situarte en esos claroscuros de los pensamientos; y esto resulta bastante bien en ambas puestas. Anatomía de la papaya, como un túnel oscuro que había que adentrarse cada vez más, que era una incursión en ellas mismas; y Alfarero, que era el proceso del hombre desde el barro y hacia el mismo. Todos los actores para destacar en un trabajo con mucha entrega, sinergia y energía. Muy recomendable.

Manuel Trujillo

20 de setiembre de 2023

martes, 19 de septiembre de 2023

Crítica: CON EL CORAZÓN DETRÁS y MUERTAS: TODAS LA BAJO LA MISMA GALAXIA


Programa doble en Selina

Ya terminada la segunda edición del programa 15 minutos, vemos que se ha programado un ciclo de obras breves poniendo el foco en directoras. Bajo ese paraguas se realizó un programa doble con las obras Con el corazón detrás, escrita por Yurek A. Woytkowski y dirigida por Jen A. Woytkowski; y Muertas: Todas la bajo a misma galaxia, escrita por María Paula del Olmo y dirigida por Alejandra Nuñez.

Con el corazón detrás

La soledad es el silencio de las palabras no dichas por miedo al rechazo.

Dos departamentos vecinos, dos solitarios, uno frente al otro en cada departamento, juntos pero lejanos a la vez. En la realidad refugiados en su propia vida para evitar el dolor y el rechazo, pero en la imaginación entretejen una vida en pareja amorosa y que es a la vez una esperanza de que se pueda convertir en realidad en algún momento. Leyendo entre líneas, la obra también nos interpela sobre nuestros propios miedos y la escena final de los protagonistas encontrándose nos deja a nosotros mismos con la decisión de si avanzar con esa posibilidad o volver al refugio de la soledad.

La escenografía de la obra recurre a los velos transparentes como paredes que enfatiza el aislamiento de los personajes y contribuye al juego de la imaginación que realiza cada uno dentro de su propio y seguro departamento. Valquiria Huerta, con un tono cautivante, y Martín Velásquez, más melancólico, dan vida en forma coherente a los personajes de la obra.

Muertas: Todas bajo la misma galaxia

Y sigue pasando, ¿será que se podrá eliminar la violencia de género algún día?

Nunca es mucho cuando se trata de hablar de violencia de género en cualquier ámbito. Hablemos, denunciemos y apoyemos a la víctimas es un mensaje que debe repetirse constantemente ya que al parecer se olvida muy pronto. La obra, a través de las palabras en contrapunto con escenas de los involucrados directamente o indirectamente, hace hincapié que es un problema no solo añejo sino que parece que no nos interesa buscar una solución.

La escenografía de la obra es muy austera, solo dos sillas en donde Ana Claudia Moca y Eduardo Pinillos muestran destellos de diferentes personajes, víctimas, victimarios o testigos mientras la voz de la directora primero en off y luego en el escenario nos va diciendo una y otra vez a través de la lectura de noticias, con fechas cada vez más cercanas a la fecha del día, que este problema es muy actual y que tiene su cierre cuando la propia directora, ya en escenario, nos interpela para dejar el balón en nuestra cancha y que nos señale nuestro deber en buscar hacer algo para remediarlo.

Una cosa más...

Particularmente, al presentarse como parte de una misma función hubiese preferido que existiese una relación entre ambas, pero eso hubiese significado coordinaciones entre los directores y tal vez modificación de las propias obras, pero soy consciente que ese no fue el objetivo cuando se crearon las obras.

Ulises Cabanillas

19 de setiembre de 2023

 

lunes, 18 de septiembre de 2023

Crítica: EMVRA


Postergada presencia femenina

¿Cómo comprender la injusta situación, en general, de la mujer en el Perú actual? Pues no existe otra manera de entender a cabalidad esta problemática que la de proyectarnos siglos atrás y obtener una perspectiva fidedigna de las diversos acontecimientos históricos que han desembocado en la muy triste realidad de hoy en día, en la que los feminicidios, la violencia sexual y el infame poderío de la cultura machista son nuestro pan de cada día. Es por ello que desde el teatro se puede (y se debe) ofrecer al espectador los tan necesarios ejercicios de memoria para entendernos como nación. Valiosas puestas en escena como Emvra no solo enfrentan la mencionada problemática con valentía y decisión, sino que en el proceso se consolida como uno de los mejores espectáculos artísticos, que fusionan con maestría diversas disciplinas.

El colectivo Kimba Fá, especialistas en espectáculos que combinan danza y percusión, ejecuta en el Teatro Segura un intenso recorrido por aquellas heroínas de nuestra historia, injustamente postergadas en el tiempo, a través de diestras y enérgicas coreografías, acompañadas por música y canto en vivo. El experimentado director Luis Sandoval se vale del talento de veinte mujeres artistas para crear estilizadas secuencias, a favor del empoderamiento femenino. Como la aparición de Mama Huaco, quien tuvo una participación mucho más importante de la que se le concede en la leyenda de los hermanos Ayar; o como la danza de las mujeres desaparecidas, con sus vestuarios blancos manchados de sangre. 

Mención especial para la participación de la virtuosa cantante Rosario Goyoneche (además, directora musical de la puesta), quien nos brinda un agradecido respiro entre las animadas coreografías, sentándose en el escenario al lado de dos músicas y contarnos con su picardía característica, cómo es que las mujeres siempre perdonan a sus parejas, a pesar de todo. Emvra es un magnífico y recomendable espectáculo musical, producido por Gina Beretta, cuya mayor fortaleza radica en haber convertido tantos siglos de sufrimiento y violencia recibida por la mujer peruana, en una celebración artística del poderío femenino.

Sergio Velarde

18 de setiembre de 2023

Crítica: BARRVNTO. BARRIO, FÚTBOL, SALSA Y TRAGEDIA


El dolor convertido en pasión

Barrvnto, bajo la producción de Butaca Arte & Comunicación y la dramaturgia y dirección de Herbert Corimanya, es una adaptación del libro de Juan José Sandoval, novela que se publicó en el 2001.

Una obra claramente hecha para hinchas de la camiseta blanquiazul y que recorre desde la entrada al Teatro Ricardo Roca Rey, de la Asociación de Artistas Aficionados, cada recuerdo de los que alguna vez han pisado las calles de Matute y que han vivido la experiencia del hinchaje en el Estadio Alejandro Villanueva. Cabe resaltar el trabajo minucioso de parte de toda la producción, ya que la investigación para la realización de la obra fue bastante profunda. Cada imagen proyectada detrás de los actores era una foto real, tanto de los alrededores del estadio como de su interior, murales por los que pasan los hinchas desde que bajan del micro o salen de sus casas hasta que llegan a ver a su equipo querido. De la misma manera, la música en vivo es característica del barrio y de las barras que se cantan en todos los partidos, provocando una fiesta con el público y no solo frente a él. Además de ello, debo hacer mención del trabajo de iluminación en cada cambio de escena, elegido de forma precisa, y al trabajo de dirección en cuestión de uso del espacio, debido a que los actores se posicionaban en diferentes partes del teatro según lo que necesitara la escena, un recurso bien pensado y justificado.

Por otro lado, en el aspecto actoral, con la participación de Jorge Gutiérrez, Cecilia Monserrate, Gustavo Borjas, Fiorella Luna, Gabriel Ledesma, Dante del Águila, Luis Acuña, Percy Velarde y Alaín Salinas, veo oportuno recalcar puntos muy buenos como la energía que parecía un elemento adherido o inherente a cada uno de ellos; la calidad de las acciones que perpetraban un objetivo claro en cada personaje; la inmersión en el universo en el que estaban viviendo, sobre todo, cuando expresaban su dolor; el increíble manejo del ritmo de la comedia que nos otorgaba risas en una historia trágica; y la conexión que tenían, la cual permitía esta perspectiva de verdadera camaradería. Como acotación, considero que se intentó contar mucho en muy poco tiempo; probablemente, hubiera sido mejor enfocarse en la historia principal de los chicos, para evitar tantos cambios de escena; de esta manera, los  procesos podrían ser más amables para los actores y, asimismo, para el público.

Sin embargo, no me quedo con esto, me quedo con la reflexión que se hace al darnos cuenta de que estas personas de las barras bravas, que podríamos considerar violentas y erráticas, tienen una historia llena de dolor, algo en común, un dolor que solo encuentra calma en ese momento en el que su corazón y los de más de 30 mil personas se hacen uno mismo: el corazón de Alianza Lima, un corazón que se hizo para ganar, que busca volver a la victoria y a ese tan añorado sueño de verse campeonar.

Viviana Távara

18 de setiembre de 2023

domingo, 17 de septiembre de 2023

Crítica: TERCERA LLAMADA – SEPTIEMBRE


Una amena tríada

El Teatro Barranco está presentando la quinta temporada del formato Tercera Llamada, que ofrece tres obras breves acompañadas de un ambiente festivo, donde los asistentes pueden disfrutar de bebidas y piqueos en la antesala, durante y después de las funciones.

La primera entrega, titulada Locos de remate, es una hilarante historia que nos presenta a un hombre que decide tomar terapia para manejar su ira; sin embargo, la psicóloga que lo atiende utilizará métodos poco ortodoxos, pero eficaces para lograr este fin. Escrita y dirigida por Jorge Bardales, quien también actúa junto a Cecilia Tosso, formando una dupla divertida y ágil. Con una narrativa coherente, que sorprende con giros inesperados, esta comedia producida por Alumbra Producciones se sostiene con elementos sencillos de utilería que ayudan a los personajes a desarrollar sus acciones con precisión, es decir, todos lo que observamos en escena tiene un significado. Además de las notables actuaciones de Tosso y Bardales, quienes manejan el código de humor con soltura, manteniendo la conexión entre ellos y la complicidad con el espectador.   

Después, bajo la producción de Paso de Gato, tenemos Lago en el Cielo, escrita por Ricardo Caffo, quien forma parte del reparto junto a Vania Torres. Nos presenta la historia de María y Miguel, dos jóvenes que planean fugarse del hospital psiquiátrico donde se encuentran, elaborando varias estrategias para lograrlo. Entonces, a través de la poesía, los recuerdos y la música descubrirán emociones y sentimientos que parecían desconocer hasta ese momento. La acertada dirección de Piera del Campo conduce a sus actores en un escenario vacío, aprovechando el uso del cuerpo, los vestuarios neutros y el uso de la tecnología con proyecciones complementarias, logrando potentes imágenes, acorde a una narrativa con toques poéticos, pero que no profundiza en cuanto a los problemas de salud mental de Miguel y María. En ese sentido, me hubiera gustado conocer un poco más a cada personaje; por otro lado, es interesante la metáfora creada con la música de Gustavo Cerati, que alude al título de la obra Lago en el Cielo. Vale señalar que el final podría ser más preciso para no confundir el breve intercambio de palabras entre los personajes y la música.

Por último, La fiestita, con dramaturgia de María Paula del Olmo, bajo la dirección de Jennifer A. Woytkowski y producida por Las Creadoras, nos presenta a una pareja de muñecos, animadores de una fiesta infantil que, en sus breves descansos, conversan acerca de la vida y las relaciones amorosas, surgiendo inesperadas revelaciones. Con las destacadas actuaciones de Airam Galliani y Eduardo Pinillos, Woytkowski se vale del buen manejo del texto por parte de sus actores, creando una atmósfera de juego y diversión con los vestuarios y la música, que nos revela una historia amena, en la que bien podríamos vernos reflejados.

Tercera Llamada es una gran iniciativa para breves formatos teatrales, congregados en un escenario lleno de buena energía y compañerismo entre todos los actores que forman parte de la temporada.

Maria Cristina Mory Cárdenas

17 de setiembre de 2023

Crítica: JOAQUINA Y SU MUNDO FELIZ


Personajes reales en el teatro familiar

El Teatro de Lucía abre sus puertas a la temporada de Joaquina y su mundo feliz, bajo la dramaturgia, dirección y composición musical de Paul Martín. Joaquina encuentra un perro, con cara de llamarse Mozart, en medio de la calle. Es así como busca la ayuda de “El cantor de los mil instrumentos” para conseguirle un hogar. Igor, un hombre de mayor edad y carácter amargado, parece querer impedir esta hazaña. Es así como todos los personajes emprenden juntos un viaje, en el cual descubren la realidad e importancia del cuidado del planeta y sus habitantes.  El elenco de este montaje está conformado por Giuliana Muente, Hugo Salazar, Francisco Luna, Astrid Villavicencio, Jaime Cruz y Rafael Ferrero.

El concepto de la obra se ha encargado de construir una historia de personajes empáticos, con contradicciones y características que crean cercanía con el espectador. Este aspecto es importante, en especial si se trata de una obra familiar. Los espectadores más sinceros, los niños, estuvieron atentos a la historia minuto a minuto, gracias al nivel detallado de construcción de personaje de toda la obra. El elenco tuvo un nivel de precisión sobresaliente del manejo del espacio, de las marcaciones, las coreografías, además de estar concentrados con lo que iba sucediendo en escena. No obstante, debo hacer una mención especial a Villavicencio, quien logró resaltar sobremanera con la construcción del personaje de Mozart, el simpático perrito de la historia. Su precisión corporal momento a momento fue impecable a lo largo de la representación.

 Rescato mucho el que haya personajes reales, porque termina siendo más natural el nivel de conexión obra-público. La representación cuenta con música grabada y original de la obra, un recurso que resulta estimulante para una obra de teatro familiar como esta. Sin embargo, resultaba desordenado que a veces los actores cantaran en vivo sobre la pista de voz grabada. Es más, algunos de los actores hacían playback, algunos no, lo cual era particularmente distractor.

Es interesante cómo escena tras escena se van desarrollando tangencialmente situaciones que ponen en discusión temas como la contaminación, el respeto a todo ser vivo, la responsabilidad de tener una mascota, la importancia de cuidarnos unos a otros, la ayuda desinteresada, entre muchos otros. No podría decir que esta obra habla principalmente de un solo problema, pues eso no haría justicia al gran trasfondo que los personajes lograron incluir en su construcción.

Este montaje logró interiorizar discusiones vigentes sobre problemas reales, actuales y necesarios de visibilizar. La inclusión de elementos de teatro musical fue muy estimulante, especialmente para los niños, quienes lograban seguir momento a momento cada suceso de la historia a través de las canciones. Estas funcionaron como un elemento clave para mantener el ritmo de la obra. No obstante, considero que el público adulto y los infantes tuvieron los mismos estímulos y posibilidades de conectar con este montaje, debido a los elementos tan ordenadamente seleccionados para su composición.

Stefany Olivos

17 de setiembre de 2023

Crítica: FLORES ROTAS


El drama latente

Flores rotas es un conjunto de obras cortas cuyo mensaje es claro: visibilizar la violencia contra la mujer. Los textos cargan con un drama del cual no somos ajenos, aunque a veces indiferentes: situaciones que parecen extremas, pero que lamentablemente son parte de nuestro día a día. En ese sentido, los textos se muestran bastante reales, y algunos otros aprovechan elementos fantásticos para desarrollar sus historias. Algunos de ellos caen por momentos en lo explicativo, pero en su mayoría no pierden esta carga dramática que nos remueve y obliga a mirar de frente a los problemas que tenemos como sociedad.

A partir de estos textos es que se desarrolla una dirección sencilla, generalmente en un solo plano, pero donde la entrega de los jóvenes talentos es innegable. A nivel actoral, la experiencia de Gabriela Billotti, Claudia Solís y Jorge Armas realza y guía el trabajo de estos nuevos artistas, que cumplen con expresar las problemáticas que plantea cada una de las obras. Si bien por momentos se caía en la búsqueda de la emotividad, y en el esfuerzo por resaltar el drama que ya marca el texto, se lograron momentos únicos: la revelación de un hijo a su padre, el tormento de un oficial frente al fantasma de la mujer a la que pudo ayudar, el dolor de una joven a punto de dar a luz. Los cambios de escena fueron dinámicos, aprovechando los recursos escénicos para no cortar con el hilo conductor que une cada una de las historias. 

La escenografía estática de tres paneles para marcar entradas y salidas era funcional en algunas historias, aunque no en todas. La extensión le quitaba profundidad al escenario, alargando y bloqueando la posibilidad de jugar con distintos planos. La iluminación en tonos oscuros permitió focalizar la atención a los actores. Los otros elementos: bancas, sillas, papeles, entre otros, servían de apoyo a los actores para que se centraran en sus acciones, anclarlos a lo que pasaba en la escena cuando las situaciones podrían sobrepasarlos, y les daban mayor claridad en su desenvolvimiento corporal.

El empleo del recurso multimedia fue una sorpresa, dando pie a la obra que cerraba la función. Después de ello, vino el discurso. La puesta en escena terminó con un mensaje cuestionador, de búsqueda de conciencia y de lucha por un cambio en la forma que vemos a las mujeres, la forma en que las tratamos y la manera en que nos relacionamos en nuestra sociedad.

Mostrar una realidad es un primer paso, involucrar a quien la presencia es el siguiente. Hay que seguir apostando por obras que logren evidenciar e involucrar al espectador. Estos jóvenes actores asumen el reto de hablar de temas importantes. Flores rotas se muestra, en este caso, como una alternativa vigente y necesaria.

Omar Peralta

17 de septiembre de 2023

viernes, 15 de septiembre de 2023

Crítica: VELAS DE CUMPLEAÑOS


Las ciclos de la vida

Antecedida por el éxito obtenido en Broadway y por la destacada actuación de la intérprete norteamericana Debra Messing en el rol principal, viene presentándose en el Teatro Ricardo Blume la pieza Velas de cumpleaños (Birthday candles, 2022) de Noah Haidle, a cargo de LA IRA Producciones y con la dirección de Mikhail Page. Sabiamente, el director evita primero cualquier tipo de adaptación al contexto peruano, traduciendo solo los nombres de los personajes y manteniendo la acción dentro de un ambiente claramente estadounidense. De esta manera, el público se hace partícipe sin tropiezos ni distracciones de este honesto drama familiar, con agradecidas pinceladas de comedia, que nos hace reflexionar sobre la urgencia de aprovechar todo nuestro tiempo en vida, ya que solo somos aves de paso en este mundo.

Serán 107 velas las que Ernestina (una notable Erika Villalobos) finalmente soplará en su último cumpleaños, todas ellas insertadas en un pastel que, simbólicamente, ella misma preparará durante cinco generaciones, desde que la vemos por primera vez, como público, a los 17 años. La joven Ernestina declara a viva voz su rebeldía, su deseo de trascender lo cotidiano y de sorprender a Dios con sus acciones; consignas que pareciera a primera vista no alcanzar, pues se convierte rápidamente en una joven esposa y ama de casa, y luego en madre, abuela y bisabuela, ante nuestros ojos. Sin embargo, sí que su vida valió la pena, llena de aprendizajes y experiencias a lo largo de las décadas, siempre dentro de la cocina y preparando aquel eterno pastel, convertido ya en una tradición de la casa, en compañía de sus curiosos familiares (interpretados en sus respectivos momentos por unos magníficos Marisa Minetti, Manuel Gold, Macla Yamada y Eduardo Camino) y por su eterno amigo (un divertidísimo Pold Gastelo).

El espacio circular que ofrece el teatro es el ideal para representar la vida de Ernestina, como un enorme ciclo que se inicia y se cierra, siempre rodeada de vida, muerte, traiciones, desgracias; pero también muchos momentos de dicha plena. Como mudo testigo del drama, un pez dorado que representa a varias de sus generaciones, y que es incapaz de retener información pasados los tres segundos. Los actores deben representar sus personajes en distintas edades y todos cumplen su cometido con acierto, especialmente Villalobos, quien nunca sale de escena y que es perfectamente creíble en todas las edades que le toca interpretar. Page aprovecha muy bien las metáforas y las relaciones familiares que propone el texto de Haidle, convirtiendo así a Velas de cumpleaños en un sentido, conmovedor y poético espectáculo, acerca de lo trascendentales que siempre somos todos nosotros en nuestras propias vidas.

Sergio Velarde

15 de setiembre de 2023

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Crítica: GEOGRAFÍAS


Mundos mundos

Dos personas se encuentran por el azar o quizá por la vida. Uno parece no querer moverse, mientras la otra busca no parar; aparentemente una paradoja que se entrecruza a través de las palabras y las corporalidades. ¿Qué es el autismo que resuena en mi interior?, ¿cómo tratar con una persona autista?, ¿el texto y la interpretación es real ante esta situación?, las preguntas saltan ante mis ojos y no sé cómo moverme dentro de este terreno.

Observo un actor (Martín Martínez) que despliega una energía envolvente en el espacio, como si algo opuesto al otro personaje estuviera sucediendo, desde la mirada y la forma del cuerpo dan señales de la diferente interpretación del mundo. Es llamativo observarlo interactuar y decir sus textos, la docilidad de la expansión de sus acciones me adentra en una especie de ternura que necesita ser comprendida, aparece curiosidad dentro de mí y quiero saber qué es lo que le sucede. El intérprete consigue mostrarnos su energía de acuerdo a un personaje distinto, la empatía se activa automáticamente y hay un gusto por el ser de la ficción, un pequeño interés que va en aumento, ganas de saber quién es, en dónde vive, qué hace, por qué está ahí, tantas preguntas se van desparramando en la memoria, mientras observamos el aura del interprete.

Observo una actriz (Ebelin Ortiz) que parece que ha sido escogida por la calidad de energía que opone al otro personaje, es como si ella saltara en distintas direcciones cargando una pena que la acongoja. Ambas presencias se interponen, la actriz tiene una presencia fuerte que es mesurada por la presencia del actor. Ella tiene claramente otro ritmo, otra intención y otra acción dramática; sin embargo, ambos parecen sacados del mismo mundo, la desconexión aparente de su inconciencia termina en una conexión inevitable de sus existencias, como si fueran de la misma penumbra.

Se entiende que el chico es diferente por la forma en que ejerce sus comentarios respecto a la situación; en cierto punto, llego a pensar sin ser un especialista: ¿esto es totalmente cierto? Las personas autistas presentan esas características o esto es más lúdico instructivo, como una introducción al mundo interactivo de una persona autista. Había cosas que ya daba por sentado como no entender el doble sentido y algunas bromas, ¿pero es en la realidad de esta manera?, o el texto está construido para acompañarnos en la subjetividad de las interrelaciones personales de este tipo de personas. Considero que a modo instructivo está bien trabajado, porque es digerible y los espectadores logran empatizar rápidamente con lo que está sucediendo; no obstante, qué opinaría respecto a ello una persona autista, porque como digo, sin ser especialista, me pareció que el abordaje era un tanto estereotipado. Situación que puede funcionar para introducirnos a la interpretación de estos mundos, y también como una forma de sensibilización para promover la empatía, pero cómo sería visto desde otra perspectiva y me refiero a la óptica de un autista.

Actoralmente el ritmo es moderado, un poco aletargado por momentos, pero los artistas se desenvuelven muy bien en el espacio; existe un equilibrio entre ambos, las energías se acompañan y se dosifican. El uso de algunos símbolos, como el gritar en silencio o el girar sin parar, permite adentrarnos a la sensibilidad de lo que se quiere trasmitir; los diálogos se desarrollan de forma natural y ambos se acompañan para conseguir una propuesta coherente.

Considero que logran trasmitir una sensación concreta al que observa, no hay necesidad de cavilar demasiado o introducirnos en un nivel profundo de metaforización, es simple y claro. La ternura del momento nos invita a reflexionar sobre cómo podría ser nuestro trato si nos encontramos frente a una persona autista, hay una especie de juego de niños que nos muestra una actitud de tolerancia, respeto y empatía.

Sobre la dirección de Javier Valdés, considero que ha sabido escoger a los intérpretes de acuerdo a su naturaleza energética y a la forma en que se desempeñan con el público, para conseguir la atmósfera requerida; por otro lado, se nota el dominio de la acción de la palabra, ambos están preparados para decir textos en apariencia simples, pero que guardan una carga emotiva contundente. La elección de la escenografía es concreta, una silla y un letrero que indica que estamos en un paradero, como acercándonos a los mundos que podemos observar, como si estuviéramos preparándonos para viajar dentro de subjetividades distintas. La actuación es naturalista y ha sido guiada correctamente, ambos actores no han tenido ningún inconveniente con las características básicas, como la voz, la dicción, el sentido de las acciones y las intenciones de las palabras. La dirección hace recordar a un corte televisivo y a un teatro de texto, se ha plasmado concretamente y se ha llegado a un objetivo preciso.

Moisés Aurazo

13 de septiembre de 2023

martes, 12 de septiembre de 2023

Crítica: TERCERA LLAMADA – AGOSTO


Exacerbadamente exprés

Un mes más, el Teatro Barranco ofrece tres obras cortas, cada una con intervalos de 10 a 15 minutos, donde el público puede consumir lo que el establecimiento ofrece, así como también interactuar con los asistentes antes, entre y después de cada obra compartida. En esta experiencia hay de todo un poco: la bienvenida con una bebida, alimentos, anuncios publicitarios, música, aplausos, drama y demás agregados que sobreestimulan al público, lo cual puede convertirse en un arma de doble filo. 

En ese sentido, ¿En qué puedo atenderlo? nos ofrece una trama bastante lúdica como atractiva, con una problemática jocosa que atrapa al público por su sencillez y cotidianeidad que concluye abruptamente; pero dadas las circunstancias sobrenaturales, se percibe verosímil. Destacando así la acción dramática, la cual nos mantiene todo el tiempo en vilo. Gracias a la enérgica interpretación de Devora Merino, quien se desdobla y juega a partir de imágenes vocales y la enigmática presencia de Aníbal Lozano. Además, manejan una oportuna, pulcra y concreta dirección escénica que llega de la mano del anteriormente mencionado. Así pues, la propuesta de espacio y tiempo se captan con claridad mediante la iluminación escénica e interpretación de los actores. No obstante, algunas de las intervenciones de Lozano se desaprovechan por el volumen de voz, en relación a la acústica de la sala teatral. Sin embargo, la trama no se pierde debido al buen manejo de los cuerpos actuantes que se encuentran entregados a la acción correspondiente.  

Por otro lado, la segunda propuesta, Una buena abogada, es insípida, predecible y carece de acción. Los actores manejan un código de actuación totalmente en contraste, si bien hay un intento por acercarnos a dos personajes, estos se encasillan en lo anecdótico, lo discursivo, descuidando así su quehacer escénico con el compañero y para con el público. En cuanto a dirección, la escena se vale inicialmente de material audiovisual, pero solo como decoración. Y la música que el establecimiento comparte en los intervalos entre obra y obra continuaba durante la escena obstruyendo todo el trabajo de la actriz y actor. Los cinco primeros minutos actuaron para ellos mismos, porque el Te felicito, qué bien actúas de Shakira no permitía siquiera adivinar la información que compartían los actores. Este tipo de detalles conllevan a que las propuestas escénicas se perciban descuidadas, faltas de poética y sentido. La cuestión es: ¿Con que finalidad estaría montada esta obra?

El espectáculo salda la experiencia con Corralito, donde Claudio Calmet y Daniella Stornaiuolo interpretan a una pareja de novios en apuros con solvente aplomo y matices que sostienen en constante estado lúdico de inicio a fin. La trama es amena, entretenida, cuestionadora y la dirección escénica ha sabido aprovechar las herramientas espaciales tanto como las cualidades de sus actores. De esta manera, se disfruta de la entrega al juego por parte de Calmet y la perfecta compañía que ha realizado Stornaiuolo quien todo el tiempo está alerta, con una ligera sensación de improvisación y en caso de haber sido aplicada, las felicitaciones por tan alta escucha entre ambos intérpretes, porque por donde se les viera encarnan a una entrañable pareja disfuncional con la que cualquiera se podría identificar.

Conny Betzabé

12 de setiembre de 2023

lunes, 11 de septiembre de 2023

Crítica: FICCIÓN PARA ADULTOS


Sobre el peso de nuestras insatisfacciones

Ficción para adultos es una obra de Brian Richard Mori, dirigida por Diana Moscoso y protagonizada por Leonardo Torres Vilar y Gabriel Poémape. Una obra divertida, pero cargada de sensibilidad y profundidad, donde nos adentramos en la bondad de Don, un hombre lleno de insatisfacciones, que busca darle consejos de vida a Michael, un joven inexperto e inocente que está en pleno camino hacia la madurez.

El trabajo de Torres Vilar, la construcción del personaje y su entendimiento del texto, es excepcional. Parece ser una construcción que parte desde las motivaciones internas: los problemas de su pasado, los errores cometidos y la constante autodestrucción y resignación por trabajar en una tienda pornográfica. El texto da muchísima información sobre el personaje en los diálogos extensos, casi monólogos que tiene. Estamos ante un hombre con una necesidad de amar y ser amado, y por tanto de ayudar a otros -en este caso a Michael- desde la advertencia y el reconocimiento constante de que en la vida hay que saber tomar decisiones. Torres Vilar aprovecha estos textos otorgándoles una intención clara, sin dejar de lado ese conflicto interior que persigue al personaje.

Por el lado de Poémape, vemos que hay un trabajo interesante respecto a la construcción externa del personaje y desde ahí es capaz de darle cierta profundidad a medida que avanza la obra. Esta construcción está llena de detalles; microacciones que aportan particularidad a un personaje sencillo en sus principales motivaciones. Sin embargo, estos constantes movimientos desdibujan un poco su presencia en el escenario y llegan a entorpecer por momentos su acción principal. Cosa muy distinta luego del regreso del personaje a la tienda, y más aún en su última entrada donde, con un Don destruido por la confesión indirecta de su profesión, no le queda más que estar presente, liberado de estos movimientos constantes, dedicándose a estar en escena, escuchando a Don y haciéndose escuchar también. Aquí Poémape logra un momento poderoso: expresar la fragilidad de un Michael que se sabe inexperto y que necesita ayuda para poder entender las implicancias de sus acciones. Es ahí dónde logré ver al personaje y esa conexión que venía desarrollando con Don. Y eso se agradece.

Ambos actores logran mantener una dinámica entretenida y entrañable. Se entienden muy bien en el escenario y es lo que el texto pide de ellos. Logrando mostrar aquello que une a ambos personajes: la búsqueda del amor. En ese sentido, la labor de dirección de Moscoso es intuitiva y de gran potencial; ha sabido guiar a los actores, ayudándolos a aprovechar tanto el texto como los elementos que se disponen en el escenario para acrecentar la relación de ambos personajes.

Con respecto a la escenografía, es un acierto mantener la sex shop como el espacio donde se desarrolla toda la obra. Recordemos que se trata de una comedia o, si se le quiere dar más peso a los discursos de ambos personajes, un drama con tratamiento humorístico. Y poder visualizar a ambos personajes en este negocio, con la intervención constante de personas afines al contenido para adultos, no deja de ser una contradicción amena frente a los ideales morales que manejan. Las intervenciones de los personajes secundarios son claras, precisas y aportan dinamismo y humor al montaje. Así, la puesta termina mostrándose sólida, con momentos de mucho humor pero también respetando los espacios de tensión. Solo queda felicitar al elenco y todo el equipo detrás de la realización de la obra.

Omar Peralta

11 de setiembre de 2023

sábado, 9 de septiembre de 2023

Crítica: SUPER WASH


Cualquier parecido con la realidad…

Dos conocidos superhéroes, Batman y Spiderman, han caído en bancarrota y están viviendo en Lima. Sus caminos se cruzan, el día en que ambos coinciden en la única lavandería abierta de la ciudad, desatándose una lucha por el primer turno para lavar su ropa. Bajo esta hilarante premisa, Kapchiy teatro está presentando la obra SUPER WASH, escrita por el actor y dramaturgo peruano Paris Pesantes, con la dirección de Renato Piaggio.

La obra en formato breve tiene como escenario la acogedora Sala Zurita, la cual, sin mayores elementos de escenografía que un cartel, una mesa, bolsas y algunas prendas, sostiene su narrativa con las buenas interpretaciones de Luis José Ocampo (Batman) y Javier Seminario (Spiderman), quienes construyen a sus personajes con características muy específicas: como la rudeza y la altivez, expresada en la voz y uso del cuerpo, en el caso del primero; versus la ligereza y la modestia, en el segundo. Resultando un contraste bien definido entre ambos, sin caer en el cliché de los típicos personajes de este tipo; ello teniendo en cuenta que utilizan los vestuarios de estos superhéroes.

Piaggio aprovecha de manera eficiente el uso del espacio y las interacciones de los personajes, además, inserta con precisión algunos gags que funcionan, coadyuvando a la dinámica de la propuesta. Sin duda, en esta ingeniosa comedia de Pesantes, hay una metáfora de nuestra sociedad, con los todavía recurrentes prejuicios, la clasificación de los sectores de la población, la “viveza”, entre otros temas que podrían inferirse. Con un final inesperado, en donde el más astuto será el vencedor.   

SUPER WASH ofrece al espectador una breve dosis de humor y también una mirada cercana a lo que aún sucede en nuestra realidad: esa interminable lucha de poderes, traducida en una contienda por la supervivencia, en una sociedad ajena y desigual. Entonces, aparecen las interrogantes: ¿Seremos acaso Batman o Spiderman en el día a día?, o tal vez, ¿seremos ambos de acuerdo a la ocasión?

Maria Cristina Mory Cárdenas

9 de setiembre de 2023

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Crítica: TE PROMETO QUE ESTA VEZ


Tensión

Tres historias, un agotamiento y un padre muerto, una ruptura y un padre invisible, una búsqueda de apoyo y un padre fugitivo. Todas tienen en común unas madres que dan todo lo que tienen, a su manera, y unos hijos que tratan de encontrar una razón para seguir.

A fines de marzo, como parte del Taller de Dirección de Mariana de Althaus, se presentaron en una casona de Barranco una serie de obras cortas producto de ese taller. De ese grupo, hay tres obras breves que giraron en torno a la relación materno-filial; esa relación compleja y dinámica que busca crear la seguridad y confianza de los hijos, pero que a veces no sabe dónde poner los límites para que eso no se convierta en dependencia. Esas tres obras ahora se presentan en el Teatro de Lucía, como tres actos que se hilvanan sin problemas.

La puesta habla de tres momentos difíciles que se viven entre madre e hijo/hija. En el primero, una madre espera a un hijo que ha llegado muy tarde los últimos días para increparlo por su actitud, recibiendo por respuesta la decisión de su hijo de abandonar la casa materna. En la conversación vamos descubriendo la sobreprotección que ejerce ella, la naturaleza especial del hijo, pero también el agotamiento al que ha llegado la madre por esta situación.

En la segunda, una hija ingresa furtivamente al hogar que abandonó hace dos años para recoger algunas cosas y pensar, la madre la descubre y entre reproches y lisonjas reconstruyen la razón de la salida de la hija, del motivo de su regreso para estar en ese punto en el que todavía no sabe qué decisión tomar.

En la última, una hija que está tratando de salir de un trauma recibe el apoyo incondicional de su madre en un momento en que vuelve a vivir esos miedos; conocemos el motivo del trauma y cómo ella, con una ayuda fuera de lo común, busca recuperarse; y cómo la madre se convierte en ese apoyo imaginario para la hija. Durante el trayecto, a través de las obras, pasamos de una situación límite a una que muestra un manto de esperanza.

Tres parejas de actores que se complementan muy bien en sus diálogos y muestran creíblemente los personajes que representan: Briscila Degregori, la angustia ante un Coteto Tovarindefenso; Vannesa Demicheli, la actitud esperanzadora con una María Rubio confusa; Kukuli Morante, amorosa apoyando a una Kiara Quispe con miedo. En el texto solo me hizo un poco de ruido la forma cómo la primera madre se hace referencia a sí misma, pero es un detalle menor y en general, el texto es convincente y logra su propósito, ayudado muy bien por la actuación.

Toda la acción se realiza en una caja vacía y la escenografía se ingresa antes de cada obra y se retira al final; la ingresan los personajes de las madres y las retiran los que hacen de hijos. Una jaula que sirve como prisión y como anhelo de libertad, con unas madres que dan y unos hijos que retiran: una excelente metáfora del mensaje que quieren transmitir.

En resumen, una buena puesta que te deja pensando en lo compleja que son las relaciones humanas con sus conflictos, desacuerdos y malentendidos, pero también con su apoyo, compañía y amor.

Ulises Cabanillas

6 de setiembre de 2023