Tensión
Tres historias,
un agotamiento y un padre muerto, una ruptura y un padre invisible, una búsqueda
de apoyo y un padre fugitivo. Todas tienen en común unas madres que dan todo lo
que tienen, a su manera, y unos hijos que tratan de encontrar una razón para seguir.
A fines de
marzo, como parte del Taller de Dirección de Mariana de Althaus, se presentaron
en una casona de Barranco una serie de obras cortas producto de ese taller. De
ese grupo, hay tres obras breves que giraron en torno a la relación materno-filial;
esa relación compleja y dinámica que busca crear la seguridad y confianza de
los hijos, pero que a veces no sabe dónde poner los límites para que eso no se
convierta en dependencia. Esas tres obras ahora se presentan en el Teatro de
Lucía, como tres actos que se hilvanan sin problemas.
La puesta habla
de tres momentos difíciles que se viven entre madre e hijo/hija. En el primero,
una madre espera a un hijo que ha llegado muy tarde los últimos días para
increparlo por su actitud, recibiendo por respuesta la decisión de su hijo de
abandonar la casa materna. En la conversación vamos descubriendo la
sobreprotección que ejerce ella, la naturaleza especial del hijo, pero también
el agotamiento al que ha llegado la madre por esta situación.
En la segunda,
una hija ingresa furtivamente al hogar que abandonó hace dos años para recoger
algunas cosas y pensar, la madre la descubre y entre reproches y lisonjas
reconstruyen la razón de la salida de la hija, del motivo de su regreso para
estar en ese punto en el que todavía no sabe qué decisión tomar.
En la última,
una hija que está tratando de salir de un trauma recibe el apoyo incondicional
de su madre en un momento en que vuelve a vivir esos miedos; conocemos el
motivo del trauma y cómo ella, con una ayuda fuera de lo común, busca
recuperarse; y cómo la madre se convierte en ese apoyo imaginario para la hija.
Durante el trayecto, a través de las obras, pasamos de una situación límite a
una que muestra un manto de esperanza.
Tres parejas de
actores que se complementan muy bien en sus diálogos y muestran creíblemente
los personajes que representan: Briscila Degregori, la angustia ante un Coteto Tovarindefenso;
Vannesa Demicheli, la actitud esperanzadora con una María Rubio confusa; Kukuli
Morante, amorosa apoyando a una Kiara Quispe con miedo. En el texto solo me
hizo un poco de ruido la forma cómo la primera madre se hace referencia a sí
misma, pero es un detalle menor y en general, el texto es convincente y logra
su propósito, ayudado muy bien por la actuación.
Toda la acción
se realiza en una caja vacía y la escenografía se ingresa antes de cada obra y
se retira al final; la ingresan los personajes de las madres y las retiran los que
hacen de hijos. Una jaula que sirve como prisión y como anhelo de libertad, con
unas madres que dan y unos hijos que retiran: una excelente metáfora del
mensaje que quieren transmitir.
En resumen, una
buena puesta que te deja pensando en lo compleja que son las relaciones humanas
con sus conflictos, desacuerdos y malentendidos, pero también con su apoyo,
compañía y amor.
Ulises Cabanillas
6 de setiembre
de 2023
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