domingo, 17 de septiembre de 2023

Crítica: FLORES ROTAS


El drama latente

Flores rotas es un conjunto de obras cortas cuyo mensaje es claro: visibilizar la violencia contra la mujer. Los textos cargan con un drama del cual no somos ajenos, aunque a veces indiferentes: situaciones que parecen extremas, pero que lamentablemente son parte de nuestro día a día. En ese sentido, los textos se muestran bastante reales, y algunos otros aprovechan elementos fantásticos para desarrollar sus historias. Algunos de ellos caen por momentos en lo explicativo, pero en su mayoría no pierden esta carga dramática que nos remueve y obliga a mirar de frente a los problemas que tenemos como sociedad.

A partir de estos textos es que se desarrolla una dirección sencilla, generalmente en un solo plano, pero donde la entrega de los jóvenes talentos es innegable. A nivel actoral, la experiencia de Gabriela Billotti, Claudia Solís y Jorge Armas realza y guía el trabajo de estos nuevos artistas, que cumplen con expresar las problemáticas que plantea cada una de las obras. Si bien por momentos se caía en la búsqueda de la emotividad, y en el esfuerzo por resaltar el drama que ya marca el texto, se lograron momentos únicos: la revelación de un hijo a su padre, el tormento de un oficial frente al fantasma de la mujer a la que pudo ayudar, el dolor de una joven a punto de dar a luz. Los cambios de escena fueron dinámicos, aprovechando los recursos escénicos para no cortar con el hilo conductor que une cada una de las historias. 

La escenografía estática de tres paneles para marcar entradas y salidas era funcional en algunas historias, aunque no en todas. La extensión le quitaba profundidad al escenario, alargando y bloqueando la posibilidad de jugar con distintos planos. La iluminación en tonos oscuros permitió focalizar la atención a los actores. Los otros elementos: bancas, sillas, papeles, entre otros, servían de apoyo a los actores para que se centraran en sus acciones, anclarlos a lo que pasaba en la escena cuando las situaciones podrían sobrepasarlos, y les daban mayor claridad en su desenvolvimiento corporal.

El empleo del recurso multimedia fue una sorpresa, dando pie a la obra que cerraba la función. Después de ello, vino el discurso. La puesta en escena terminó con un mensaje cuestionador, de búsqueda de conciencia y de lucha por un cambio en la forma que vemos a las mujeres, la forma en que las tratamos y la manera en que nos relacionamos en nuestra sociedad.

Mostrar una realidad es un primer paso, involucrar a quien la presencia es el siguiente. Hay que seguir apostando por obras que logren evidenciar e involucrar al espectador. Estos jóvenes actores asumen el reto de hablar de temas importantes. Flores rotas se muestra, en este caso, como una alternativa vigente y necesaria.

Omar Peralta

17 de septiembre de 2023

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