lunes, 28 de noviembre de 2022

Crítica: CACHORRO ESTÁ PEDIDO


Los mares piden justicia

En primer lugar, debo resaltar la gran transformación del Teatro Ensamble, ahora Quilla, pues ha virado claramente a ser un teatro con sello de elegancia. Personalmente quedé sorprendido por la reinvención del local, donde ahora te recibe una persona en la puerta con traje de etiqueta y el lugar parece un hotel con estilo vintage. Estos nuevos detalles son muy amigables, pues daba la impresión de que uno estaba asistiendo a un evento importante, como una exposición de arte contemporáneo o una recepción en una embajada. La espera para entrar a la función fue breve y la asistencia del público abrumadora.

Al principio pensé que Cachorro está pedido se trataba de una secuela ficticia del famoso libro de Mario Vargas Llosa, Los cachorros (1967), donde también se habla de violencia y vidas de escolares, pero en un ambiente socioeconómico totalmente diferente. Ignoro si la dramaturga Gimena Vartu se inspiró en esa obra peruana. Menciono este detalle, porque desde hace unas semanas vengo preparando un montaje virtual sobre una obra de Gustavo Ott y con mi compañera de trabajo siempre reflexionamos acerca de que la magia del teatro es muy diferente a la narrativa. Muchas veces es necesario hasta leer en voz alta dos o tres veces un libreto con otros compañeros para poder entender una obra, como las de Ott, Brecht, Chéjov u otros. Vartu es una artista que tiene libros de narración y poesía muy interesantes y es de felicitar que también escriba teatro. De hecho, es su segunda obra, después de Plebeyo (2021) y ella fue ganadora del Premio Nacional de Nueva Dramaturgia 2016.

Por otro lado, las actuaciones fueron estremecedoras. Lo más resaltante de la noche es que los actores nunca paraban de generar emociones propias de los ambientes de violencia de la historia. Creo que lo más importante es que la obra nunca dejó de ser un drama, a pesar de algunas escenas con actitudes y lenguaje lumpen que se prestaban para el humor, pero se notaba que el elenco se esforzaba para que el público no olvidara que está viendo un problema social muy presente. Felicitaciones a todos por esto.

La escena más potente y donde ninguno de los actores quedó sin demostrar su presencia escénica fue durante el momento del tiroteo. Luis Miguel Yovera y Alexandra Garcés se enfrentan a duelo con lenguaje lumpen y desafiante, con el fin de eliminarse mutuamente por la revelación del crimen. Garcés me hizo recordar al personaje de La Loca que representó muy bien Kelly Estrada en el reestreno de Un misterio, una pasión (2018). Esos minutos fueron tan fuertes y realistas que me dejó anonadado.

Aunque quien resaltó más fue Miguel Dávalos (Cachorro) como el protagonista, debido a que su personaje pasa de ser un inocente y estudioso niño víctima de su destino mortal a desafiar a sus enemigos sin miedo a la muerte. Durante esta última escena fue muy realista la sensación de entereza de carácter del personaje y su voz, con dicción clara en todo momento. Se notó un trabajo profesional de parte de todos, aunque Dávalos destacó. Olga Acosta y Edwin Chino Lam también brillaron en las escenas donde se revela la tragedia de Cachorro.

Adicionalmente, se puede mencionar que la utilería y la escenografía fueron muy realistas. El detalle de poner al centro del escenario un colgador de ropa donde se ponían una serie de elementos asociados a la tragedia de Cachorro fue muy conmovedor. Como crítica negativa, indicaría lo poco necesario del uso del cigarrillo real durante varias escenas, pudo haberse resuelto de otra manera, para no incomodar a los espectadores en la primera fila.

Finalmente, afirmo que Cachorro está pedido, dirigido por Miguel Seminario, es un montaje que destaca por ser realista y dejar una sensación emotiva muy fuerte en el público. Una problemática social y una historia desgarradora abordada de una manera limpia, clara e impactante. Las actuaciones generan una sensación de auxilio y logran empatizar con el púbico. Felicitaciones a la dramaturga, pues aparte de dedicarse a la narrativa y poesía, también lo hace en el teatro. No es muy común el diálogo con esas otras expresiones artísticas en el medio.

Enrique Pacheco

28 de noviembre de 2022

domingo, 27 de noviembre de 2022

Crítica: ACTOR DE TEATRO


Vaivenes del oficio teatral

Qué sinuoso puede ser el camino del artista: cuando la vocación se ve amenazada por las dudas, el miedo, la falta de apoyo, de oportunidades e infinidad de adversidades que se presentan en este sacrificado camino. Actor de Teatro es la última puesta del 2022 que se está presentando en Haute Food & Drinks, en su “Sala Zurita”, todos los sábados hasta el 10 de diciembre.

Adaptada de la dramaturgia original de Jorge Bazalar, la narrativa revela la historia de un joven actor, en el vigésimo aniversario del personaje que marcó su debut en las tablas. A través de divertidas anécdotas como personificar al “niño árbol”, además de los dramas personales y familiares que forman parte de su vida como actor, este personaje comparte con el público su pasión por la interpretación, siendo un homenaje a esta incansable carrera, muchas veces juzgada y poco valorada.

Dirigida por Andrea Valdivia, quien con fino tacto conduce la destacada interpretación de Augusto Alza. El acogedor escenario, acondicionado con elementos sencillos, como símbolos y recuerdos, todos bien aprovechados, se complementan con los toques musicales, las imágenes, y por supuesto, la versatilidad de Alza, quien tiene a cargo varios personajes; nos conmueve, nos alegra, nos hace parte de esos momentos felices y no tan felices que lo han llevado al lugar en donde está.

Actor de Teatro es una conmovedora propuesta escénica que celebra el quehacer teatral y es que se ha contado tanto acerca de la dureza y resistencia en este este oficio, sobre todo en nuestro país, en donde todavía se observa de reojo y se subestima. Sin embargo, este montaje nos renueva la fe y la alegría de apostar por nuestros verdaderos objetivos, de seguir contando historias que remuevan las fibras más íntimas del ser humano, aquellas que le permitan ver más allá de los prejuicios y los obstáculos de la vida. Larga vida al arte vivo que es el teatro.

Maria Cristina Mory Cárdenas

27 de noviembre de 2022

viernes, 25 de noviembre de 2022

Crítica: QUEMAR EL BOSQUE CONTIGO ADENTRO


Fuego y violencia

Luego del notable unipersonal Trucos para ver en la oscuridad, la dramaturga y directora Mariana de Althaus no defrauda con su última propuesta escénica Quemar el bosque contigo adentro en el Teatro de la Alianza Francesa de Lima, un montaje hermoso, hipnótico e intrigante, que se arriesga en tocar múltiples temas, entre terrenales y sobrenaturales, y que consigue no solo abordarlos de manera estilizada, con abundantes metáforas sensoriales, sino que además ofrece un poderoso mensaje de alerta hacia una sociedad violenta, abusiva, ciega, desmemoriada  y profundamente tradicional, en el peor sentido de la palabra.

Recluidas por voluntad propia en un bosque, tres mujeres de una misma familia, pero de diferentes generaciones, deben lidiar con serios problemas mundanos y algunos asuntos ultraterrenales: la abuela (Grapa Paola) ve solo fuego en sus lecturas de cartas, la madre (Alejandra Guerra) es amenazada de muerte por haber denunciado a un profesor violador y la hija (Macla Yamada) solo quiere huir de ese lugar con su padre (Lucho Cáceres), quien aparece de manera sorpresiva. De Althaus acierta en componer un sólido cuadro familiar, para nada atípico, pues los conflictos entre madres e hijas, entre hijas y padres, o entre exparejas son siempre los mismos, aun permaneciendo estos inmersos en el bosque.

Los elementos simbólicos están muy cuidados, con figuras humanas con cabezas de animales apareciendo ocasionalmente, sospechas de familiares muertos por combustión espontánea y algunos fantasmas siendo percibidos por las mujeres. Todo ello sin restarle un ápice de relevancia al drama humano de los cuatro conflictuados personajes, perturbados por una sociedad que parece no estar dispuesta a sanar y además, brillantemente interpretados por el elenco. De Althaus supera incluso su propia incursión escénica con elementos fantásticos, como lo fue El lenguaje de las sirenas (2012). Quemar el bosque contigo adentro es una sólida apuesta por retratar la violencia de una manera tan lírica como perturbadora.

Sergio Velarde

25 de noviembre de 2022

lunes, 21 de noviembre de 2022

Crítica: BIENVENIDO A MI VIDA


Polos opuestos como imanes

Samoa Producciones presentó por una breve temporada la puesta en escena Bienvenido a mi vida, de la autora Susana Mercado y bajo la dirección de Nella “Samoa” Alvarez, en el Teatro Auditorio de Miraflores.

La narrativa nos presenta a Manu –interpretado por Jano Baca- un joven idealista y activista, que llega a la capital a estudiar, buscando con premura un lugar donde vivir; mientras que Álex –a cargo de Rocío Montesinos-, una chica capitalina, más realista y práctica debido a los desencantos que ha vivido, está buscando alquilar una habitación de su departamento para ayudarse con el pago del mismo. Como el agua y el aceite, el encuentro y la convivencia entre estas personalidades distintas reflexiona acerca de la complejidad de construir vínculos trascendentes y honestos, un trabajo de largo aliento que conlleva mucha comunicación y entendimiento.

Respecto a la propuesta visual, Samoa Producciones, desde la virtualidad cuando particularmente conocí su trabajo, nos tiene acostumbrados a cuidadas y logradas escenografías, acompañadas por la iluminación que acompaña los cambios y la buena música escogida, sobre todo, en el caso de este montaje. Desde el inicio se recibió al público con una amena cortina musical en inglés de los años setenta y ochenta; además, se realizó un pequeño ritual inicial (con las luces apagadas y los ojos cerrados) para que los presentes conectemos todos nuestros sentidos al rito teatral, lo cual me pareció un detalle interesante.   

Por otro lado, si bien los actores ejecutaron correctamente sus roles, manejando el humor y la tensión, también se hacían cargo de mover algunos artículos en los cambio de escena, además de manejar sus cambios de vestuario, situación que prolongó un poco el tiempo de espera, por lo que el ritmo de la obra decaía por momentos.

Bienvenido a mi vida es una divertida comedia con toques dramáticos, que presenta esta lucha de opuestos que terminan atrayéndose como imanes, siendo el triunfo de su relación la capacidad para ceder y ver más allá de sus diferencias; una situación tan humana y cotidiana con la cual identificarnos.

Maria Cristina Mory Cárdenas

21 de noviembre de 2022

Crítica: LA CASA DE BERNARDA ALBA


Absurda represión

La casa de Bernarda Alba, un clásico del autor Federico García Lorca, fue el texto escogido y adaptado por Kananqa Producciones, joven productora que presentó su primera puesta teatral en el Teatro Antonio Banderas del Centro Español del Perú.

Bajo la dirección de Estefano Portillo, la narrativa nos revela la feroz represión que Bernarda Alba ejerce sobre sus cinco hijas (Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela) pues habiendo enviudado por segunda vez, las condena a vivir un luto riguroso por ocho años, sin la posibilidad de socializar, ni mucho menos encontrar el amor. La situación se complica cuando llega un pretendiente para una de las hermanas, desatándose el rencor y la envidia que llevan a un inesperado desenlace. Ambientada en Huamanga, Ayacucho de 1996, la puesta de Portillo respeta el trasfondo de la temática de Lorca, que va desde el fanatismo religioso, pasando por el extremismo moral, la violencia familiar y el tradicionalismo que se vivió en la España de aquella época; adaptado a nuestra realidad.        

El nutrido elenco de jóvenes actrices compuesto por Male del Aguila, Daritza Guerovich, Mayte Montalva, Fatima Matheus, Diana Davila, Marcela Alvarez, Claudia Mostorino, Cristhina Catacora, Fabiola Huamán y Xiomara Llontop defendió sus roles con potencia y entusiasmo. De otro lado, cabe precisar que la obra cobró mucho más ritmo y dinámica cuando empezaron a lucirse los efectos, así como la urgencia propia de las escenas finales.  

La casa de Bernarda Alba es, sin duda, un clásico que refleja la complejidad de una sociedad tradicionalista, reflejada en el comportamiento y ‘rol’ femenino de aquel entonces; personajes que son interpretados correctamente por un elenco, que si bien es bastante joven, logra detallar las características y psicología de los mismos. Como sugerencia es importante tener en cuenta que el ingreso a la sala sea seguro para los adultos mayores que estuvieron en la función de estreno, pues las luces se apagaron antes de que todo el público ingresara, lo cual pudo haber causado algún percance que afortunadamente no sucedió. Desde esta tribuna, les deseamos mucho éxito en sus futuras propuestas escénicas.

Maria Cristina Mory Cárdenas

21 de noviembre de 2022

sábado, 19 de noviembre de 2022

Entrevista: LORENA PEÑA y MARCELO BAUTISTA


Encierro: Una obra en torno a la salud mental

El Colectivo Karma, un colectivo de jóvenes artistas escénicos, presentará la pieza Encierro, bajo la dirección de Lorena Peña en una única función el 22 de noviembre a las 7 p. m. en el Centro de la Amistad Peruano China (Av. Horacio Urteaga 535, Jesús María). Oficio Crítico conversó con la directora y con uno de los jóvenes integrantes de elenco, Marcelo Bautista.

Con Encierro se busca generar un espacio de diálogo en torno a la atención, el cuidado y la asistencia en la salud mental de las personas a través no sólo de las artes escénicas. La obra trata sobre Jade Cruz, una artista escénica de 24 años que padece trastorno esquizotípico de la personalidad.

Es internada en un hospital psiquiátrico tras provocar la muerte de su novio, lo cual genera un estado crítico en su condición mental que altera la percepción de su realidad.

¿Podrá convivir con su enfermedad mental, podrá salir de este encierro? Marcelo actuará con Tammy Alfaro, Alejandra King Kee y Rubén Aquije. Este un proyecto del colectivo Karma que busca crear y gestionar proyectos escénicos basados en temas de contexto social para sensibilizar e involucrar al público con los problemas de la comunidad peruana. La agrupación busca elaborar puestas en escena a través de la creación colectiva donde los involucrados en el proceso creativo puedan crear a partir de la investigación y ejecución de diversas metodologías escénicas.

Sergio Velarde

19 de noviembre de 2022

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Crítica: JAURÍA


Para no olvidar

Jauría, obra de teatro documental del escritor español Jordi Casanovas y bajo la dirección de Jennifer Aguirre Woytkowski, llegó al Nuevo Teatro Julieta. Cabe señalar que la obra ha sido ganadora de tres premios Ace, recorriendo varios países como España, Argentina, Uruguay y México.

Protagonizada por Andrea Luna, quien tiene a su cargo el rol de una joven de 18 años que en el 2016 presentaba una denuncia contra cinco hombres, de entre 26 y 28 años, interpretados por Gabriel González, Martín Velásquez, Ítalo Maldonado, Eduardo Pinillos y Sebastián Ramos, por una agresión sexual producida en Pamplona (España) durante las fiestas de San Fermín. La narrativa está basada íntegramente a partir de los fragmentos de las declaraciones realizadas por la denunciante y los acusados, entre el trece y el veintisiete de noviembre de 2017, en el caso denominado “La manada”; es decir, no hay ningún texto ficticio.

Con poderosas imágenes creadas a partir de movimientos, acompañadas por el juego de luces, la música (al principio bastante fuerte) y las sillas que se aprovechan para los cambios de escena; nos convertimos en testigos también de algunos pasajes del juicio contra estos cinco hombres, en un caso que conmocionó y sirvió de precedente, modificando ciertos términos en la legislación española.

Jauría es una potente e inquietante puesta en escena coproducida por La Fecha y Neopolis, que nos confronta con un mal que todavía se mantiene en el sistema judicial: la revictimización de la víctima y las secuelas que se deja un delito de esta naturaleza. Por otro lado, la versatilidad de Luna se destaca, sobre todo, en el segundo rol que ejecuta, bien secundada por las correctas actuaciones de sus compañeros. Es importante que temas tan sensibles sigan resonando en el teatro, para debatir, para incomodar y para no repetir la historia.             

Maria Cristina Mory Cárdenas

16 de noviembre de 2022

sábado, 12 de noviembre de 2022

Crítica: LA CARRERA, NO ES LO MISMO RESPIRAR QUE VIVIR


A veces es necesario una pausa

Que la sociedad impone determinados patrones de conducta es una verdad indiscutible. Especialmente en algunas como la nuestra, (todavía) tan tradicional y conservadora, empeñada en privarnos de una necesaria evolución. Es por ello que el estreno de una obra que explore con ironía dichos “requerimientos” resulta valiosa y pertinente. La carrera, no es lo mismo respirar que vivir de la joven dramaturga y actriz argentina Jowy Sztryk, bajo la dirección de Marco Huachaca, constituye una sólida propuesta escénica para hacernos reflexionar acerca del inútil desgaste al que nos vemos sometidos, por la absurda idea de “encajar” correctamente dentro de la “normalidad” impuesta.

Se encienden las luces y los cuatro jóvenes actores protagonistas se alistan en el escenario para interpretar sus respectivos personajes, quienes no deben (ni pueden) rendirse durante la gran carrera de la vida, plagada de mil y un obstáculos y sacrificios. Majo Calderón se encuentra en una búsqueda desesperada de pareja, no importa a qué costo; André Moyo persigue un esquivo ascenso laboral, aceptando además su orientación sexual; Mellanie Elguera no acepta la responsabilidad de ser madre, enfrentándose a todos los que ejercen presión; y el mismo Huachaca reniega de los que le critican por su falta de “actitud”. Cada uno defiende muy bien su personaje, interpretando también otros para apoyar en las escenas de sus compañeros.

Huachaca propone un montaje de ritmo veloz, muy acorde con la acelerada vida que nos ha tocado experimentar, pero plagada de metas impuestas por un sistema cada vez más arcaico. Aún pueden ajustarse ciertos detalles, como por ejemplo, el control de la energía y la inclusión de facilismos y excesos cómicos. La carrera, no es lo mismo respirar que vivir, presentada por el colectivo Teatro en el Perú en el Teatro Auditorio de Miraflores, es un sólido espectáculo con una duración justa y que hace una oportuna llamada de atención hacia aquellos mandatos sociales que se nos busca imponer. A menudo, es mejor dejar de correr y simplemente, respirar y vivir.

Sergio Velarde

12 de noviembre de 2022

Crítica: TODO ARRAU


Al maestro con cariño

Uno de los pilares del Club de Teatro de Lima, que está cumpliendo escrito sea de paso 69 años de actividad ininterrumpida, aparte del maestro Reynaldo D’Amore, fue sin duda, otro grande de la escena local: Sergio Arrau. Chileno de nacimiento, pero peruano de corazón, desarrolló prácticamente toda su actividad como profesor, dramaturgo y director en nuestro país. Justamente, se viene realizando en el local de Miraflores un más que oportuno homenaje al maestro Arrau, llevando a escena algunas de sus obras, interpretadas íntegramente por alumnos y exalumnos del Club de Teatro de Lima y dirigidas por sus docentes, titulado Todo Arrau.

Son tres obras cortas las que forman parte de la primera temporada de este homenaje, tres piezas que lamentablemente (tal como lo mencionó Pold Gastello al presentar el espectáculo) mantienen una total vigencia, apreciadas ahora, un par de décadas después de haber sido escritas. El viaje a Huacho, El campesino y Nube negra sobre Lima son pequeños dramas contemporáneos, con un corrosivo sentido del humor: una familia rumbo al norte a visitar a una de las hijas, un humilde campesino (entrañable Erick Salazar-Jiménez) que se deja llevar por la notoriedad mediática y los últimos días de una ciudad devastada previamente por la discriminación, la desidia y la violencia.     

Los respectivos directores Paco Caparó, Santiago Giraldo y Gerardo Cárdenas mantienen el tono brechtiano, con los aplicados actores siempre en escena, logrando el efecto del distanciamiento que el mismo Arrau proponía. No es casualidad pues, como lo comentó él mismo en extractos de una entrevista grabada por Gastello y proyectada en el foro, que afirmara que su primer acercamiento al teatro fue cuando vio Seis personajes en busca de autor (1921) de Luigi Pirandello. Todo Arrau no solo es un valioso ciclo de buen teatro, es un justo y merecido reconocimiento a un señor Artista, pieza fundamental del Club de Teatro de Lima, que vivió en nuestro país para y por el Teatro. Desde aquí, sus humildes bodrios y pencas lo recordamos siempre con mucho cariño.

Sergio Velarde

12 de noviembre de 2022

Crítica: MADES MEDUS


Cuando pensamos que soñar no vale nada

Un nuevo montaje del clásico Mades Medus de la dramaturga huancaína María Teresa Zúñiga vuelve a colocar en tela de juicio la falta de interés de la sociedad y las autoridades por tomar al arte como una figura relevante y necesaria, en medio de una coyuntura que vuelve a repetir el patrón de la indiferencia para con sus artistas. Ahora, contextualizado gracias a la dirección de Jorge Robinet, la obra cobra un sentido cercano a la realidad vivida por muchos teatristas durante la pandemia, el final de la cuarentena, el antes y después de las huelgas del 14N y el posicionamiento de la decadente clase política actual.  

La historia trata de Mades (Vanesa Vizcarra) y Medus (Bruno Espejo), dos payasos itinerantes que entretienen a su público a través de diversas improvisaciones y repertorios de situación. Ambos esperan a que lleguen espectadores a su vieja carpa hecha con telas de pancartas para marchas, pero al parecer todo es en vano. Sin embargo, ellos siguen practicando sus números donde satirizan las convenciones sociales y políticas más tradicionales de la urbe. Desde este punto de vista, las intenciones de posicionar la narrativa en la actualidad son obvias, por lo que vemos a través de diversos recursos estéticos el nivel de cercanía con la coyuntura.

En general, el discurso de la propuesta se trata por medio de simbolismos, tanto en el cuerpo de los actores como en el uso de los objetos que ellos manejan. Asimismo, el aspecto visual tiene énfasis en el color rojo y blanco que podría formar parte de muchas lecturas, por ejemplo, viejas banderas que ahora son utilería y trapos; entonces, junto a la corporalidad decadente de los personajes que están desdichados, incluso cerca de la muerte, nos permite envolvernos en una atmósfera de nostalgia que tanto el artista de la calle como gran parte de la población peruana de bajos recursos económicos se ve sumergida muchas veces.

No obstante, los intérpretes, aunque cumplen en términos de naturalidad e histrionismo en sus secuencias a modo de arlequines, en el lado emotivo no logran conmover tal y como el texto lo exige. En cambio, la relación de los personajes se torna fría a lo largo de la función. Nada más parecen concentrados en conseguir palcos llenos, en satisfacer la evidente necesidad de dinero y capital, olvidando el trasfondo de la situación explicada en sus diálogos: el público ya no le interesa ir al circo o al teatro, ya no quieren atreverse a soñar o perderse en inofensivas fantasías por andar preocupados en ambicionar poder, estatus y formar parte de un mundo al ritmo de un desliz de los dedos cuando toca la pantalla del teléfono. Por esa razón, el desenlace se vivencia débil, apagado, corto.

Todavía el texto de María Teresa sigue tocando fibras sensibles y se mantiene presente en el Perú contemporáneo. Ojalá que con el tiempo podamos revertir lo que Medus afirma al mencionar que “los actores mueren de tristeza sobre las tablas de sus sueños”, para luego nunca olvidar lo maravilloso que es acompañar a Moliere o a otros teatreros peruanos en escena realmente entregados a actuar porque no pueden vivir sin hacerlo.

Christopher Cruzado

12 de noviembre de 2022

viernes, 11 de noviembre de 2022

Crítica: LAS VISITAS DE UN ÁNIMA BENDITA


Las inagotables tradiciones de Palma

Desde hace ya un buen tiempo el colectivo Teatro de Cámara, dirigido por Rafael Sánchez, viene desarrollando la importante y valiosa labor de promover la magnífica obra literaria de nuestro Ricardo Palma, pero adaptándola a la escena. Así pudimos asistir a los estrenos de, por ejemplo, Don Dimas de la Tijereta (2014) y Entre ollas y cañones (2016), basados en las tradiciones del Bibliotecario Mendigo, quien aparece sobre el escenario personificado por el mismo Sánchez. Su último estreno, Las visitas de un ánima bendita, es una respetuosa y divertida adaptación de la tradición La Honestidad de una Ánima Bendita, que combina apariciones espectrales, amores no correspondidos y monjas videntes.

El montaje de Sánchez es clásico y tradicional, en el mejor sentido de la palabra. Escenografía, mobiliario y vestuario se encuentran al servicio de la historia en tiempo virreinal y en el desarrollo de los simpáticos personajes: don Antonio Zapata (José Medina) vive atormentado por el ánima de su amigo Diego de Araus (Walter Huallpa), por lo que requiere de la ayuda de la viuda (Mayra Loaiza) y de una religiosa experta en estos asuntos (Zelma Gálvez). En medio de ellos, el mismísimo don Ricardo (Sánchez) aparece para hacer alguna que otra acotación. Los diálogos son muy cuidados e ingeniosos; se percibe el exhaustivo trabajo del director para armar su espectáculo, contando con las inspiradas y por supuesto, pícaras palabras de nuestro tradicionalista.

El elenco es bastante sólido, con actores que ya acompañaron a Sánchez anteriormente, como Medina, Huallpa y Loaiza; mención especial para la participación de Gálvez, alejada por completo de excesos televisivos de antaño, muy divertida y contenida en su papel. Las visitas de un ánima bendita, en temporada actualmente en el Centro Cultural Cafae luego de su breve paso por el Auditorio - Casa del Adulto Mayor Tovar, es una entretenido y respetuoso homenaje a nuestro inigualable escritor y comprueba la inagotable fuente de disfrute que radica en nuestras Tradiciones Peruanas.

Sergio Velarde

11 de noviembre de 2022

jueves, 10 de noviembre de 2022

Crítica: LA CENICIENTA


Inquietante revisión de clásico infantil

Joël Pommerat es un director y dramaturgo francés sumamente particular, pues va creando sus textos luego de todo un íntimo proceso escénico junto a sus actores. Los resultados obtenidos son siempre profundamente conmovedores, adentrándose en la complejidad de la experiencia humana sin tapujos. La reunificación de las dos Coreas (2013) fue uno de sus mejores estrenos en la escena local y ahora le sigue una muy estilizada revisión del clásico infantil La Cenicienta. Con la sensible dirección de su compatriota Gilbert Rouvière, esta puesta que da inicio a las celebraciones por el décimo aniversario del Centro Cultural de la Universidad del Pacífico es, sin duda, un verdadero acontecimiento teatral.

Y es que Pommerat le da profundidad a cada uno de los personajes, dejando de lado los típicos roles de víctimas y villanos; explora con acierta las posibilidades de los hechos ya conocidos, cuestionando las motivaciones de personajes y además, agregando un toque contemporáneo a la historia. Por ejemplo, ya no es el zapato de Cenicienta (una entrañable Tania López Bravo) el que unirá a la pareja protagónica, sino el calzado del Príncipe (un magnífico Manuel Gold, en doble papel), quien a su vez vive en un engaño orquestado por su padre, el Rey (un sólido Sergio Llusera); o el empoderamiento de la Madrastra (una maravillosa Ebelin Ortíz), convertida en una mujer maquiavélica y vanidosa. Esta Cenicienta vive en un luto constante, aferrada a una promesa que ella misma inventó, en una tirante relación afectiva con su padre (un convincente Miguel Iza) y sometida de manera masoquista ante sus despreciables hermanastras (unas efectivas Amaranta Kun y y Lilian Schiappa-Pietra).

La puesta en escena, que deslumbra por su colorido y sencillez, echa mano de la pantalla del foro para crear atmósferas y de una voz en off que guía las acciones en las primeras escenas. Se percibe además, un delicado equilibrio entre el drama y un ácido humor que se sostiene a lo largo del montaje. Esta nueva La Cenicienta de Pommerat y Rouvière mantiene el encanto del clásico original, pero a la vez propone una inteligente vuelta de tuerca a la trama, que no evade sentimientos tan humanos como el duelo, el desprecio y la culpa.

Sergio Velarde

10 de noviembre de 2022 

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Crítica: FRENESÍ


Teatro desde el encierro

Si bien tenemos uno de los peores sistemas penitenciarios en el mundo, no se le puede negar a ningún preso la posibilidad de regenerarse. Una de las opciones con las que cuentan es a través del arte, específicamente, del teatro. Justamente, ese es el punto de partida de Frenesí, tragicomedia escrita y dirigida por Herbert Corimanya, que se ubica no en prisión, pero sí en un teatro en el que se estará presentando un montaje a cargo de un elenco de peligrosos reos, con textos extraídos de La vida es sueño. Ganadora de los Estímulos Económicos para las Artes Escénicas 2022, otorgado por el Ministerio de Cultura para las funciones itinerantes del 2023, la pieza se presentó en el Nuevo Teatro Julieta y sus resultados colmaron con creces las expectativas.

Corimanya urde hábilmente la trama en desorden cronológico mediante el formato metateatral, con un grupo de policías recibiendo al público que ingresaba a la sala. Los protagonistas, Pastor (Beto Benites) y Fugaz (Walter Ramírez), tienen sus propios planes: el primero busca la redención, luego de cometer un par de asesinatos, para reconciliarse así con su hija (Cindy Díaz); y el segundo quiere escapar a como dé lugar, tomando como rehén a una espectadora que se negó a apagar su celular en función (Noelia Flores). Asistimos además, a los ensayos previos, encabezados por un idealista y joven director (Cristian Lévano).  Las historias del pasado y del presente avanzan en paralelo sin tropiezos y se entrecruzan de manera fluida, utilizando la escenografía mínima y jugando con las luces en el escenario vacío.

A destacar a los sólidos actores, como la conmovedora Díaz, la enérgica Flores y el carismático Lévano. Mención aparte para los notables Benites y Ramírez, convincentes e inmejorables en sus roles. Benites además, nos regala una entrañable interpretación de un otoñal Segismundo. La productora BUTACA Arte & Comunicación viene desarrollando un conjunto de interesantes y valiosos trabajos escénicos, que se valen de todas las posibilidades que brindan las artes escénicas para concientizar y hacer reflexionar al espectador. Frenesí acaso alcance uno de sus puntos más altos, pues conmueve al presentar dramas humanos y demuestra que aun en los lugares más oscuros, como lo puede ser un penal de máxima seguridad, todavía existe espacio para el rehabilitación y el perdón.

Sergio Velarde

9 de noviembre de 2022

jueves, 3 de noviembre de 2022

Crítica: LA PELÍCULA QUE NUNCA HICIMOS


De la pantalla grande al escenario

Podría afirmarse que el cine y el teatro se unieron un poco más en tiempos de pandemia. El cierre de salas teatrales produjo una migración masiva hacia los medios audiovisuales. Y cosa curiosa, superadas hoy las restricciones sanitarias, el llamado “teatro virtual” o “teatro tecnomediado” parece haber desaparecido. En todo caso, muchos de los recientes espectáculos teatrales presenciales aprovechan la proyección de videos en escena, tanto grabados como en vivo, para enriquecer sus propuestas. Valen estas apreciaciones para reseñar el último proyecto del interesante dramaturgo y director Leo Cubas en la Asociación de Artistas Aficionados, titulado La película que nunca hicimos, una curiosa puesta en escena que pretende juntar ambos formatos con muchos aciertos por señalar.

Producida por la Asociación Cultural Manada, la obra inicia desde que ingresamos al recinto y vemos “calentando” en el escenario a los cinco actores que nos contarán la historia, una que enfrenta en un bar a dos directores de cine por un hecho terrible ocurrido en el pasado, en su antiguo barrio del Callao. Sugerente el hecho de no saber (al menos al inicio) cuál de los directores está narrando los sucesos, que los involucran a ellos mismos y a un trío de amigos más, todos abrumados por la recesión y los problemas familiares; la única salida viable para ellos (el robo de una casa) será justamente la que ocasione la tragedia. Cubas dibuja personajes bien definidos y los intérpretes Augusto Gutiérrez, Brian Cano, Paulina Bazán, Luis Miguel Yovera e Ivi Cordero lucen todos convincentes y carismáticos.

La historia se sigue con interés, alternando presente y pasado de forma intermitente, y se va generando el suspenso de manera dosificada. Acaso los cortes para volver una y otra vez a la larga conversación en el bar pudieron haberse resuelto grabando dichas escenas, o al menos la mayoría, para no dilatar en exceso la duración de la puesta. Sin embargo, la misma trama y la intensidad de las actuaciones le otorgan mucha fluidez al resultado final. La película que nunca hicimos no solo es un estimable experimento de fusionar el cine y el teatro, es un sólido y conmovedor drama con pinceladas de humor, que retrata la difícil situación que se vive en las zonas marginales y de cómo la amistad se alza como la única arma que se cuenta para salir adelante.

Sergio Velarde

3 de noviembre de 2022

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Crítica: MARY RICHMOND, TÚ Y LOS OTROS


Pionera del trabajo social

Escribir una obra de teatro basada en la vida de un personaje real y público no es tarea sencilla. El referente en dramaturgia peruana más inmediato podría ser Eduardo Adrianzén, quien escribió interesantes textos sobre Javier Heraud (El corazón volador, 2009), Federico García Lorca (Sangre como flores, 2011) o Sebastián Salazar Bondy (Humo en la neblina, 2015). Pues bien, el actor Paul Zevallos es el encargado de escribir el texto dramático basado en la vida de una norteamericana excepcional: Mary Ellen Richmond (1861-1928), pieza clave dentro de la naciente profesión de trabajador social. Dirigida por Luciano Castro, a su vez trabajador social y animador sociocultural, la puesta en escena de Mary Richmond, tú y los otros cumple con visibilizar la vida y la valiosa labor de Mary, así como entregarnos un montaje teatral con numerosos aciertos.

Zevallos arriesga al escribir su texto en dos tiempos en paralelo: la consulta de una mujer a su psicólogo en la actualidad es el punto de partida para que la vida de Mary sea puesta como modelo de conducta; de esta manera, la paciente se nutre de las vivencias de Mary, desde una temprana edad. Este juego temporal nos permite conocer a su abuela, a sus tías y a los variados personajes que animaron su vida, pero también dilata la duración del montaje y convierte las intervenciones en tiempo presente en secuencias muchas veces redundantes. Sin embargo, el ecléctico elenco cumple a cabalidad con sus distintos roles, integrado por Ricardo Combi, Fernando Pasco, Teresa Cabrera, Alberto Vidarte, Silvia Ruiz y especialmente, la primera actriz Haydeé Cáceres, conmovedora como la abuela de Mary.

Las proyecciones utilizadas en el foro, con imágenes de la Norteamérica de hace dos siglos, más que distractivas ayudan a situar la historia temporalmente. Pero la mayor fortaleza que tiene la puesta de Castro es la elección de la actriz encargada de representar a Mary. En ese sentido, Gaby Linares, luego de más de tres décadas sin subir al escenario, es el alma, corazón y vida del montaje: carismática, vital y convincente en todas sus escenas. Mary Richmond, tú y los otros es un espectáculo recomendable, una arriesgada propuesta escénica de Zevallos y Castro, que acierta en resaltar la figura de Mary Richmond como pionera en formular los elementos del diagnóstico social, como base para todos los trabajadores sociales.

Sergio Velarde

2 de noviembre de 2022

martes, 1 de noviembre de 2022

Crítica: LA MALDICIÓN DE LA LÁMPARA


“Un mundo igual”

En estos últimos años ha surgido una controversia (justificada o no) acerca de la manera en la que deberían rehacerse algunos clásicos, por ejemplo, las películas animadas en versiones de carne y hueso. ¿Deben seguirse al pie de la letra los rasgos físicos de los personajes, muy reconocibles por varias generaciones? No necesariamente. ¿Pueden el Hada Azul o la Sirenita ser afrodescendientes? Por supuesto que sí. Porque nada es igual. Pero sin entrar en polémicas y valgan verdades, si los cambios realizados tienen una justificación razonable y además, sirven para encontrar nuevos matices y significados a la historia, pues entonces bienvenidos sean. Y justamente, nadie se rasgará las vestiduras de ver al Genio de Aladdin, en la interesante puesta musical La maldición de la lámpara, ser interpretado por una actriz.

Gerardo Fernández, adaptador, director y actor de la obra, arriesga al presentar la historia que todos conocemos haciéndole algunos cambios, que no solo son oportunos, sino que revitalizan la trama y hasta sorprenden a los espectadores. Uno de los aspectos más logrados son los paralelos con la coyuntura social actual y acaso de toda la vida, con Aladdin (Álvaro Pajares), convertido en un líder del pueblo que lucha contra la tiranía en su nación; el malvado Jafar (Fernández), mareado por el poder; el vanidoso Sultán (Jano Carper), que esconde un historial de abuso y violencia; y la princesa Jazmin (Pilar Rivera), menospreciada por su condición de mujer. Interesante además que la figura del Genio (Cynthia Bravo), a pesar de la maldición que viene sufriendo, luzca empoderada y femenina a la vez, sin importar el género.

El íntimo Teatro Esencia - Sala Ana Loli es el espacio justo para que Fernández ofrezca persecuciones por las calles, cavernas que se abren con sangre, intrigas palaciegas y disparos con armas de fuego, en medio de musicales con coreografías y voz en vivo con pistas grabadas. Muy buen trabajo vocal de todo el elenco, destacando la joven Rivera, toda una revelación. La maldición de la lámpara es una más que satisfactoria revisión de este clásico familiar, con un toque contemporáneo que no luce para nada forzado. Jazmin y Aladdin terminan la puesta cantando sobre la alfombra mágica “Un mundo igual”, con la esperanza de que nuestra sociedad sea más igualitaria y que acepte varios cambios estructurales, tan necesarios para nuestra sana evolución como humanidad.

Sergio Velarde

1º de noviembre de 2022

Crítica: LOS INDIOS ESTABAN CABREROS


El otro “descubrimiento”

El retorno a los escenarios presenciales, luego de levantarse las medidas restrictivas por pandemia, ha sido el gran disparador para una enorme cantidad de espectáculos teatrales que podemos disfrutar el día de hoy; la gran mayoría, de impecable calidad. Esta afirmación viene al caso luego de escuchar las palabras del director y profesor Manuel Calderón, al finalizar la muestra del elenco del Taller de teatro - Nivel 3 de la Asociación de Artistas Aficionados; él explica que el numeroso elenco ya venía ensayando antes de la crisis sanitaria la épica pieza Los indios estaban cabreros (1958) de Agustín Cuzzani y la tan ansiada temporada ha resultado en una encomiable demostración de talento, perseverancia y energía.

Cuzzani reescribe hábilmente parte de nuestra historia, como americanos, pero en sentido opuesto: el “descubrimiento” de Europa por parte de un grupo de indígenas mexicanos, quienes emprenden un viaje en busca del dios Sol para remediar el hambre y el maltrato. La historia, de casi dos horas de duración, repleta de hilarantes personajes y un fino humor, fue la opción indicada para que Calderón y el elenco de la AAA puedan explorar y aprovechar todas sus fortalezas. El andamio en el centro les permite a los actores, vestidos y maquillados de manera vistosa, aprovechar varios niveles en el escenario y no permitir que la energía decaiga, en sus tres actos sin intermedio. Muy oportuna además, la presencia de Pepe Toro con la música en vivo.

Excelente trabajo de todo el elenco: César Puescas, Claudio Alarcón, Helen Domínguez, Ivan Olivares, Maribel Gutiérrez, Miilagros Campos, Roger López, Roberto Paz, Sergio Alanya, Walter Chunga y Yhacer Rasec derrochan vitalidad, carisma y un destacable trabajo vocal y corporal. Los indios estaban cabreros, catalogada como una “farsátira” por su autor, es una excelente muestra final de un grupo de nóveles y talentosos actores; además de contribuir al excelente nivel de calidad de los últimos espectáculos teatrales presenciales.

Sergio Velarde

1º de noviembre de 2022