sábado, 29 de octubre de 2022

Crítica: EL ÚLTIMO ESTRENO


Gajes del oficio 

Mever Producciones ha estrenado este último jueves su vigésima obra, El último estreno, escrita y dirigida por Gianfranco Mejía, quien también forma parte del elenco, la cual se presenta en el Teatro Auditorio de Miraflores.

Bajo una interesante narrativa, se nos revela que Matías, un destacado director y productor de teatro, decide realizar una última puesta en escena para finalizar su carrera; para ello, contrata a cuatro actores que pondrán a prueba su paciencia, haciendo que el espectador sea testigo de las mil y un peripecias que hay detrás del trabajo artístico en nuestro medio, sobre todo, en el rubro teatral.

Sin duda, el resultado que logra Mejía en esta producción refleja la constancia y el esfuerzo a la lo largo de estos siete años haciendo teatro. Acompañado además, por un elenco encabezado por Nicolás Fantinato y Amparo Brambilla, quienes hacen gala de su trayectoria en el oficio, junto a la versatilidad de Jeffrie Fuster y Martina Alvarado, quien fue una grata revelación.

Con elementos sencillos, el juego de luces, la música y una escenografía funcional se lleva a cabo la propuesta, cuyo ritmo y dinamismo es preciso, pese a que algunos diálogos propios de la comedia resultan predecibles, funcionan y cumplen el objetivo de divertir al público. Quizá el único elemento que podría resultar muy evidente sea el timón que se utiliza en una escena que quiere demostrarnos que los personajes están dentro de un auto.  

El último estreno es una simpática comedia con toques de drama, que nos muestran este recurso llamado “teatro dentro del teatro”, donde los personajes se convierten en actores y existe un intercambio de roles con el público, pues se rompe la cuarta pared, generándose una sinergia muy peculiar, bien lograda en este caso. Además, se tocan temas reales como los gajes del oficio teatral, las distintas personalidades con las que se lidia, los problemas económicos, los de salud, entre otros; sin embargo, nos deja una gran lección acerca de la vocación y persistencia que se requiere para este maravilloso oficio que es el teatro. Cabe resaltar la madurez y evolución que Mejía muestra en esta producción; por eso desde esta tribuna, se agradece y reconoce la coherencia en su trabajo como escritor, director y actor. Enhorabuena.

Maria Cristina Mory Cárdenas

29 de octubre de 2022

Crítica: EL PLAN DE PAULA


La mala semilla

Asistir a cualquier obra teatral presentada los domingos a las 4:00 p. m. le haría suponer al espectador promedio que su contenido estaría dirigido a un público estrictamente infantil y que además, este debería ser no solo entretenido, sino también aleccionador y didáctico. Es por eso que el estreno de El plan de Paula, escrito por Abel Enriquez y dirigido por Gerardo Cárdenas en el Club de Teatro de Lima, resulta a todas luces una verdadera sorpresa, para bien o para mal, en función de las expectativas de los asistentes. Se trata de una historia familiar sencilla en apariencia, pero que no elude la dura realidad que viven los adultos y también explora ciertas conductas adolescentes, verdaderamente perturbadoras.

Y es que el plan de Paula (Sofía Blanco), una avispada adolescente, es realmente inquietante y hasta retorcido: para conseguir una supuesta conveniencia decide poner en jaque la estabilidad emocional de sus propios padres (Katherina Sánchez y José Gómez Ferguson), sin importarle chantajear en el camino a su tutora (Gina Quezada), quien le dicta clases particulares, y a su prima (Camila Arce), quien se recupera del divorcio de sus padres. Conforme avanza la historia, la insólita estrategia de la muchacha destapa muchas incómodas realidades, como las dudas sobre la maternidad en la madre, la violencia descontrolada en el padre, las necesidades económicas de la maestra y el sentimiento de culpa en la prima. Enriquez propone una plausible historia en un mundo contemporáneo en el que los adolescentes no solo tienen más derechos, sino que muchas veces saben sacar perfectamente partido para sus propios intereses; las risas nerviosas de los adultos y las miradas atentas y curiosas de los niños y adolescentes presentes en sala parecieran comprobarlo.  

La propuesta escenográfica de Cárdenas, con las paredes y mobiliario de color blanco, funciona para contrastarla con la falsa inocencia de la protagonista. Coherente además, la mención en la puesta de Paullu Inca, un controvertido personaje de nuestra historia, de carácter acomodaticio. El elenco, todos ellos egresados del mismo Club, resulta muy convincente, destacando Sánchez en un atípico papel que revela su enorme potencial dramático. El final, con El plan de Paula ya consumado, abruma por su contundencia y por aquella mirada de la muchacha, antes del apagón final, que acaso anticipe varios “planes” futuros. Sin duda, Enriquez y Cárdenas han urdido una singular y sólida propuesta teatral, con la producción de La Magnolia, sorprendiendo al público promedio en ese horario, pero brindando una provocadora historia que bien merece una reflexión.

Sergio Velarde

29 de octubre de 2022

jueves, 27 de octubre de 2022

Crítica: TRILOGÍA DE UNA DESPEDIDA


Redención en el adiós

Las despedidas siempre serán tristes, pero no necesariamente deben ser consideradas como tropiezos o fracasos. Muchas veces debe optarse por decir adiós para así alcanzar un fin superior. Esta aseveración es explorada en uno de los textos más sensibles e intensos del director y dramaturgo Diego la Hoz, Trilogía de una despedida. Estrenada de manera intermitente a lo largo de los años por distintos colectivos, la pieza sorprende por su capacidad de conmover incluso a quienes hemos visto varias de sus versiones. Mérito además del colectivo Actores sin chamba y sus directores Carlos Cabrera y Belén Suárez, quienes consiguen un íntimo espectáculo, conmovedor y estilizado.

Este tríptico teatral abarca historias independientes, solo conectadas por la dramática pero imperiosa necesidad de despedirse: dos mujeres que son obligadas a separarse por la terrible enfermedad que afecta a una de ellas; una imaginativa niña que dialoga con su padre ausente; y una joven que tiene a su hermano como un recuerdo demasiado presente luego de la tragedia. Muy interesante el diseño de producción, en el que se optó por el minimalismo con funcionales estructuras de cartón como elementos para cada secuencia.

A destacar además, el sólido trabajo del elenco, conformado por Franco Ocaña, Pepi Pai y Lezu Merino, convincentes y conmovedores en el par de personajes que cada uno debió interpretar. Todavía en cartelera en el Club de Teatro de Lima, Trilogía de una despedida es un íntimo y entrañable montaje que reflexiona sobre la necesidad de decirle adiós a ciertos recuerdos que podrían ocasionarnos algún daño posterior, pero también de aceptar que sí existen relaciones que funcionan mejor a la distancia. Cabrera y Suárez han sabido aprovechar las virtudes de este clásico temprano de La Hoz para concebir un conmovedor espectáculo con personalidad propia.

Sergio Velarde

27 de octubre de 2022

miércoles, 26 de octubre de 2022

Crítica: NUESTRA SEÑORA DE LAS NUBES


Nueva revisión del clásico de Arístides

No es frecuente que un mismo texto teatral tenga dos temporadas en paralelo, pero eso es exactamente lo que ocurrió hace algunas semanas: Nuestra Señora de las Nubes, pieza clave dentro de la producción dramática del reconocido autor argentino Arístides Vargas, estuvo los fines de semana en el Club de Teatro de Lima, como parte de la graduación de los nuevos egresados de la mencionada institución; y los días jueves en la Asociación de Artistas Aficionados, a cargo del grupo Llaqta. Ambas espectáculos no pudieron ser más diferentes entre sí, a pesar de compartir los mismos diálogos; sin embargo, los dos supieron sacar partido de las fortalezas con las que contaba cada colectivo.

Mientras que la propuesta escénica del Club de Teatro de Lima ofrecía un escenario circular y el esmerado desempeño de nóveles actores iniciando su carrera actoral, la de los “llaqtas” privilegiaba el trabajo de texto en el tradicional auditorio de la AAA. Dirigidos de manera remota por Noraya Ccoyure Tito (actriz en el primer montaje del colectivo en el 2017), los actores Delia Canales, Fernando López, Cesar Marticorena, Florencia Guzmán y Abigail Salvador supieron aprovechar la riqueza de las palabras de Arístides, cargadas de lirismo, humor y melancolía, que nos introducían en la historia de este utópico país real-maravilloso, con tantas semejanzas con cualquier nación latinoamericana.  

Cada uno de los ya emblemáticos personajes estuvo muy bien delineado por los actores, quienes interpretaron más de uno con credibilidad. Desde los confundidos Bruna y Oscar, con sendas maletas y en el exilio; pasando por hilarantes gobernadores, pescadores y maestros de orquesta; hasta los curiosos lazos que unen a los miembros de una aparente misma familia. Esta nueva revisión de Nuestra Señora de las Nubes del colectivo Llaqta cumple a cabalidad su cometido de entretener y también de aportar una generosa cuota de reflexión acerca de la necesidad de valorar nuestra propia identidad.

Sergio Velarde

26 de octubre de 2022

Crítica: LOS PINGÜINOS DEL AMOR


Cómo duele el amor

Como resultado de un taller de creación y montaje dictado en el Club de Teatro de Lima por Paco Caparó y Josefo Palomino, se estrenó Los pingüinos del amor, una interesante creación colectiva realizada por los mismos actores participantes con la asesoría de Caparó. Debe mencionarse de entrada la sostenida calidad que viene caracterizando a todos los últimos estrenos presentados en la señera institución fundada por el maestro Reynado D’Amore, que es, ante todo, un espacio seguro y responsable para la exploración escénica y el riesgo creativo. La pieza en mención no es la excepción, no solo por su estructura y desarrollo, sino también por el oportuno mensaje en contra de la violencia y la impunidad.

Narrada en dos planos de realidad, la acción se centra en la tortuosa y tóxica relación entre Joaquín (Javi Montoya) y Sandra (Katia Torres), que observamos como público en medio del escenario, ambos encerrados en una especie de jaula confeccionada con vendas; pero también en las observaciones que hacen el Psicólogo (Dyllan Rosales) y el Periodista (Eduardo Fernández), quienes se encuentran a ambos lados del espacio, cada uno con un punto de vista diferente. Si bien los primeros minutos pueden pecar de ser discursivos y explicativos, la acción va tomando forma cuando se inicia la interacción entre los personajes; al aparecer otros, como la gruesa caricatura del Policía; o se aprecia la previsible conveniencia por sobre la ética profesional.

El humor se encuentra esta vez bastante contenido, dándole prioridad al drama de la pareja y el triste desenlace que le esperaba de seguir juntos. Acertada además la analogía con la “fidelidad” de los pingüinos, para nada una virtud si la trasladamos al complejo comportamiento humano. Los pingüinos del amor retrata con acierto una problemática muy actual, como lo es la violencia de pareja; y revela además, las oscuras intenciones de ciertas autoridades, a las que solo les interesa el beneficio propio. Bien por los talleres del Club de Teatro de Lima, que les permite a los jóvenes actores crear espectáculos con el tan necesario contenido social.

Sergio Velarde

26 de octubre de 2022

martes, 25 de octubre de 2022

Crítica: MIÉNTEME


Secretos a voces

Sin lugar a dudas hay que denunciar que el tema de los derechos humanos de la comunidad LGBT es una agenda bastante invisibilizada o no suficientemente abordada, no solo desde el mundo de las artes escénicas, sino también desde muchas expresiones artísticas en una ciudad tan conservadora como Lima. Diego La Hoz nos propone un teatro que va más allá de la denuncia, combina de manera inteligente lo audiovisual y la reflexión introspectiva del personaje. La semana pasada estaba escuchando un seminario sobre la importancia de García Lorca dictada por el gestor cultural Alberto Bejarano: él mencionaba que el teatro no puede competir con otros formatos de comunicación, como por ejemplo el periodismo, al momento de denunciar abusos de los derechos humanos. Por esta razón es importante que el dramaturgo sea astuto en el lenguaje. Personalmente coincido con ese comentario y considero que los montajes de La Hoz logran alcanzar el areté griego de sorprender al público, elemento fundamental de todo montaje teatral.

Después de mirar Miénteme, uno queda anonadado y es agradable la sensación de la pérdida de la noción del tiempo en un breve periodo. Las actuaciones fueron tan coordinadas, que a veces daba la impresión de que la obra duró más de una hora. Los personajes de Carlos Cabrera y Luis Chávez tenían un alto contenido dramático y presencia escénica; sin embargo, creo que destacó Cabrera, pues era el más reacio a aceptar su sexualidad y la vacilación de su carácter durante muchas escenas hacía que el montaje sea muy interesante. Precisamente esta diversidad de acontecimientos e información hacían de Miénteme algo muy intrigante. Algunas escenas jugaban con el tiempo y exigían del espectador un nivel de concentración muy grande.

Por otro lado, es importante resaltar lo audiovisual del montaje y lo ideal que se presta el auditorio del Club de Teatro, para que este lenguaje se desenvuelva. Muchas veces algunos dramaturgos del teatro independiente rehúyen o no le dan mucha prioridad a la idea de trabajar de la mano del lenguaje audiovisual, el sonido, el color y el escenario. Posiblemente esto se deba al hecho de que es altamente probable que un montaje sea realizado en lugares poco adecuados para el teatro, sobre todo en Lima. Fue muy inteligente el uso de una tela blanca sobre todo el escenario. De la mano con la luz amarillenta tenue y el mobiliario sucinto generaron una atmósfera interesante e intrigante. El espectador se sentía como estar en una película tipo Casablanca (1942) o en una escena final de un film de Woody Allen. Ese ambiente, en mi opinión, marcó un papel muy importante en las diferentes escenas y el tiempo. Finalmente, quiero mencionar qué Miénteme es un montaje muy interesante que no se presta para la propaganda sencilla y que alcanza a hacer reflexionar al espectador sobre la importancia de los derechos humanos de la comunidad LGBT de una manera inteligente y absorbente. Creo que el montaje se resume en la palabra: absorber. Felicitaciones al elenco y la producción Actores Sin Chamba. Muchos éxitos.

Enrique Pacheco

25 de octubre de 2022

Colaboración regional: EN LA MITAD DE TODOS LOS CAMINOS


Intruso Teatro

La agrupación “Intruso Teatro” tiene sus orígenes en el 2004, cuando un conjunto de estudiantes de antropología dan inicio a este ser idílico llamado grupo, como todo ser vivo tiene cambios en su vida, también referentes que lo ayudan a crecer, como son los directores y actores cusqueños  Oswaldo Povea, Rodo Rodríguez, Oscar Espinoza y otros nacionales, como Lucho Ramírez, Ana Correa, Alberto Isola, entre otros; maestros y compañeros que nos alimentan en el camino,  y entre idas y venidas, recién en el 2012, llega a consolidarse siendo este un punto de inflexión para  “Intruso Teatro”, pues con la convicción de su director Eduardo Flores, quien persiste en el tiempo para que el oficio dé frutos. Ahora, en el 2022, y con el recuentro escénico con una de las fundadoras del grupo Almendra Vivanco, nace esta nueva flor en el oficio: En la mitad de todos mis caminos, obra inspirada en los poemas de María Emilia Cornejo.

Es tiempo de poesía, en estos tiempos de supervivencia, de demencia política, de automatismos, de capitalismo darwiniano, de guerras, intolerancia, racismo, convulsión social, apatía y encallecimiento de nuestra amígdala más primitiva, esa que nos hace humanos. Digo es tiempo de poesía, no en vano en Cusco diversos colectivos y grupos secuestran en las tablas a Vallejo, Varela, Oquendo, Eielson entre otros, pues como diría nuestra poetisa Magda Portal (1) "Usad palabras como antorchas/ para alumbrar la noche de los pueblos/ como picas y palas o martillos/ o llamas desatadas para incendiar los campos enemigos." Las palabras son instrumentos para actuar que se convierten en la transformación misma. Y en esta ocasión, “Intruso Teatro” nos trae a María Emilia Cornejo para cuestionarnos, a través de un cuerpo en acción y en reflexión, que nos comparte su búsqueda .

Hablar de Maria Emilia Cornejo es hablar de sensualidad, de transgresión, de lucha social,  quizás también de (2) “convertir lo interior en exterior sin usar el cuchillo sobrevolar el tiempo memoria arriba y regresar al punto de partida”, pero también es hablar de la doble moral limeña quien no dudó en juzgar la libertad de sus escritos en crear mitos sobre su autoría, en secuestrar su pensamiento, en abanderarla y encarcelarla en un estereotipo. Qué sarcástica puede ser la historia con quien más que nada buscaba la libertad. He aquí uno de los primeros retos para poder llevar a escena a esta poetisa.

El inicio del proceso creativo se encuentra con la realidad del artista, estas “resistencias para la creación”; en esta ocasión, es el recuentro con el cuerpo quien ha sido encerrado por meses, casi años, por una pandemia que nos obligó a replegarnos en nuestros cuarteles de invierno, que si a veces pequeños espacios fungían de salas de entrenamiento, estas no eran suficientes pues no existía este encuentro con el otro pues (3) “¿qué es el laboratorio? Son los días para compartir investigaciones, para descubrir las cosas que no sabemos, en última instancia, para descubrirnos a nosotros mismos, que no sabemos, porque la verdad humana se revela y se revela solo en la presencia de otros seres humanos”. Es por ello que cuando la actriz y el director se encuentran en el espacio de entrenamiento, el recuentro con el cuerpo es intenso, buscando nuevas posibilidades o quizás antiguas disfrazadas o rejuvenecidas con el juego de acciones y encuentro con los elementos, pero también respetando los límites de un cuerpo que sale del yeso del encierro, trabajando las propias posibilidades y retos.

Los detonadores son diversos; mientras que para la actriz estos transitan por el sonido de un frasco de pastillas, que como un segundero de reloj a cuerda es constante y reiterativo mientras se inserta en nuestra mente, para el director transcurren en la búsqueda constante de situaciones corporales que cuenten poesía, imágenes que navegan en una azotea de un barrio emergente de Lima, con fierros de construcción que desnudos miran al sol, mientras un cuerda es atada de extremo a extremo del espacio escénico, línea roja de vida que se tiempla y destiempla transformándose en el uso de vestir, desvestir, acariciar, acorralar, estrangular, abrazar mientras la actriz se transfigura dejando la sensualidad de lado, se dobla en dos distorsionando su voz, volviéndola autentica, no imitando la posible musicalidad de Maria Emilia, sino de la armonía de la entraña del músculo en tensión que lucha con la columna de aire para hilvanar el cuerpo, la voz y el sentir. Es una lucha difícil, teniendo altos y bajos, quizás una tarea pendiente para profundizar en la constante evolución del proceso de creación que se expande más allá de una obra que sigue su tejido en el oficio.

Si bien (4) “en su sentido clásico, la dramaturgia se refiere al arte de la composición de las obras escritas de teatro. Desde la perspectiva contemporánea, el concepto de dramaturgia abarca además del texto escrito, la manera en la que se suceden y se plasman las diferentes secuencias de acción que constituyen la puesta en escena. Tal es el punto de Eugenio Barba que se refiere a la dramaturgia como la forma en que, por medio de todos los elementos que conforman la puesta en escena, las acciones se elaboran se conectan  y se interrelacionan en el espectáculo.” Tomando en cuenta esto, podríamos hablar de una dramaturgia escénica compartida por un lado la elección de textos, su orden, desorden, mezcla entre ellos y elección de fragmentos queda en manos de Almendra Vivanco y por otro lado las imágenes, acciones, música, luz y composición escénica en manos de Eduardo Flores en un tácito acuerdo simbiótico entre el director y la actriz, que llevan a escena la poesía de María Emilia Cornejo.

Conclusiones

En el Cusco hay muchas obras que llegan a estar en escena, la gran mayoría a simple vista, sin mayor investigación aunque llenas de entusiasmo, de grupos jóvenes, pero solo llegan a ser estrenadas y su muerte es rápida y silenciosa sin mayor trascendencia. Faltándoles uno de los pilares fundamentales del oficio: la persistencia en el tiempo, pues este es el que nos ayuda a aprender, mejorando nuestras herramientas de entrenamiento de investigación y composición, etc. Al otro extremo, hay grupos que persisten en el tiempo, con la terquedad de seguir aprendiendo, investigando, componiendo, buscando descubrir sus propias estéticas e identidad más allá de un sistema hegemónico que nos quiere arrastrar a lo superficial, tratando al oficio como mercancía barata que se quiere instrumentalizar para hacer la labor de un estado ausente, que lanza migajas disfrazadas de estímulos nacionales, que poco les importa el arte, en vez de buscar consolidar políticas culturales, como una red de salas nacionales (quizás salas concertadas con apoyo estatal), para que obras como esta no sucumban a la falta de público y espacios donde mostrarla.

La persistencia en el tiempo se hace a pulso, casi siempre con la autogestión, más en el caso del interior del país, donde los grupos no piden para la creación, pero sí la presencia de un estado que ayude en la creación de públicos y apoye a los espacios independientes a seguir en pie . Estamos “a la mitad de todos los caminos”, no retrocedamos sigamos, (5) vamos a llegar, si seguimos vamos a llegar... hay un punto, carajo, que está aquí mismito, carajo... que lo hemos pasado mil veces y es de nosotros... de los padres y los hijos. ¡A un nacimiento vamos!

Referencias

(1) Mujeres y movimientos sociales en América Latina: Ángela Ramos y Magda Portal, escritoras políticas de pie en la Historia del Perú. Lady Rojas-Trempe*

(2) Fragmento de Ejercicio materiales. Blanca Varela

(3) Ewa Bennez

(4) EL ARTE DEL ACTOR EN EL SIGLO XX. Un recorrido teórico y practico por las vanguardias. Borja Ruiz Pg. 426

(5) Cuarto Hermano Ayar “La Nave de la memoria” Ricardo Ore.

Miguel Gutti Brugman.

Cusco, 21 de octubre de 2022

Crítica: SIN MOTOR NI MOTIVO, TONERAS CALIENTES 2023


Las nuevas generaciones de comedia que no le temen al poder

Sin motor ni motivo, toneras calientes 2023, una creación colectiva de La Maldita Compañía escrita por Augusto Gutiérrez, bajo las actuaciones de Diego Pérez, Daniela Zea, Andrea Brissolese, Brayan Pinto y Sebastián Ramos, producida por Claudia Castro y Daniela Palma, y codirigida por Vanessa Zeuner y Micaela Vadés en El Galpón Espacio.

Durante los últimos años vienen aconteciendo situaciones particulares sobre la comedia en nuestra sociedad que han llamado mi atención; una de ellas, la polémica del “humor negro” en el Perú. Nos encontramos en tiempos en los cuales hemos agudizado nuestro sentido crítico sobre aquello de lo que nos reímos, y el humor juega un papel importante en las revoluciones epistémicas que vienen impulsando hoy nuestros sectores populares, pueblos originarios, movimientos feministas, diversidades sexuales y comunidades de personas con discapacidad en nuestra sociedad; luchas que nos recuerdan la importancia de reconocernos y empatizar con el dolor de le otre, pues aquellos “negros”, “serranos” ,“charapas”, “coneros”, “provincianos”, “flakitas”, “maricones” e “inválidos”, venimos hoy visibilizando con más frecuencia nuestra opinión dentro de las narrativas escénicas en el Perú, debido a que, en muchos casos, nuestro espectáculo aún insiste en recurrir al racismo, el centralismo, el clasismo, el machismo o el capacitismo como motor creativo de nuestros repertorios. “Los cómicos ambulantes”, “La paisana Jacinta” o “Hablando Huevadas” son algunos ejemplos de puestas en escena o personajes que se han visto envueltos en situaciones, en las cuales nuestras mismas comunidades se han manifestado diciendo: “¡No nos gusta que se burlen de nosotros!”. En este orden, no es suficiente hablar de una comedia “buena” o “mala”, pero sí de una comedia “funcional”: si la risa nos empodera, ¿para qué nos está empoderando la risa hoy? ¿Para reírnos de los débiles o de los poderosos? ¿Para atravesar las adversidades en comunidad o para terminar de humillar a quienes ya vienen siendo golpeados fuera de la ficción? ¿Para acercar o terminar de dividir a nuestro ya fragmentado país? Hacer reír en el Perú debería aspirar siempre a ser un arte en la humilde mirada de nuestro maestro Ernesto Ráez (2015): “(…) el arte es el espacio del desafío de uno mismo para entregar ese algo distinto a los demás, para hacerse comunes, para caminar en conjunto, para convivir.”

En este contexto, Vanessa Zeuner y Micaela Valdés, junto al equipo de La Maldita Compañía, se arriesgan en cuestionar esta “institución de la risa” en donde la humillación y la burla del más débil parecen ser la norma y la regla bajo la que se escribe todavía gran parte de nuestra comedia popular; me parece admirable la sensibilidad de Zeuner como mujer y directora de teatro afroperuana, quien afirma: “Para nosotras fue muy importante tener un texto fijo para cuidar estos detalles, que realmente se note que es una crítica y que no nos estamos burlando”, a quien secundo con el discurso de la poeta y cantante travesti argentina, Susy Shock: “Cuando no nos matan, cuando no nos persiguen, hacemos cosas maravillosas…”

La obra nos sumerge en un divertido juego de casi dos horas que, través de sketchs que hablan sobre la muerte, el amor y la familia, nos cuentan historias sobre peruanos del día a día, que nos llevan de manera amable y divertida a reflexionar sobre “lo chistoso” en el Perú haciendo uso de recursos escenográficos, audiovisuales, coreográficos y actorales inspirados en la convivencia del ciudadano de clase media en la urbe limeña, la fiesta popular y la cultura digital: ¿Somos realmente dueños de nuestra risa? ¿Reímos de lo que queremos o de lo que nos han enseñado a reír? ¿Podemos ser capaces hacer un “humor negro” que no destruya en el camino, la dignidad de quienes ya vienen siendo destruidos históricamente? A propósito, la codirectora Valdez reflexiona: “Creo, que con todo el equipo intentamos ser muy conscientes de que no queremos ser parte del problema, sino más bien, mostrar distintas realidades y desde nuestra posición que también es privilegiada, preguntarnos: ¿cómo podemos mostrar estas historias sin dejar de hablar de lo otro?”

Sin motor ni motivo, toneras calientes 2023 finaliza su temporada este sábado 29 de octubre, desde este humilde espacio del espectador, esperamos su reposición en el año 2023 y aplaudimos con alegría y esperanza esa comedia peruana que, sin perder su frescura y el espíritu poético de la creación, se arriesga a generar un discurso político valiente capaz de empatizar con la reconquista de nuestros derechos y no agachar la mirada ante quienes pretenden arrebatárnoslos.

Referencias:

Ráez, E. (20 de octubre de 2015). Intervención en la XXVI Muestra Nacional de Teatro Peruano. (L. Ramirez, Entrevistador)

Shock, S. (21 de julio de 2018). "Ramita Seca" con Andrea Bazán en Festival SAL. Santo Antonio do Leite, Brasil.

Zeuner, V., & Valdéz, M. (22 de Octubre de 2022). Entrevista a Vanessa Zeuner y Micaela Valdés - Función de la obra de teatro "Sin motor, ni motivo - Toneras talientes 2023". (L. Ramirez, Entrevistador)

Lucho Ramirez

25 de octubre de 2022

domingo, 23 de octubre de 2022

Crítica: INESPERADO


La gracia de lo cotidiano

El arte de hacer reír, para muchos, es de lo más difícil de trabajar. Incluso la tarea se complica al buscar un humor fino, libre de facilismos o chabacanerías que nos tienen acostumbrados múltiples plataformas de entretenimiento, del cual el teatro no es la excepción. No obstante, también surgen propuestas concienzudas, capaces de ofrecer una creación con las suficientes neuronas para complacer al exigente espectador de hoy en día. Sucede esto con la obra de teatro clown Inesperado, dirigido por Caroline Dream.

Aquí vemos el arribo de Dalia (Daniela Ayaipoma) a su nuevo departamento que heredó de su abuelita, donde también se encontrará a una vecina muy peculiar (interpretada por Fiorella Gambini) y a la vez, juntas, vivirán una serie de situaciones particulares y paranormales. La trama es sencilla, sin embargo, desde esa premisa construyen una convención interesante: lo cotidiano puede llegar a ser gracioso.

Entonces apreciamos cómo el conocer tu nuevo hogar o convivir con alguien más tiene sus momentos ingenuos, torpes y dulces. Desde lo técnico, esto se resuelve de forma brillante a través del humor físico, el correcto manejo de los objetos y plasticidad del espacio. Pero para el espectador, no es más que un poco de mala suerte entre dos vecinas en un día común. Es así que pensamos que algunos explotarían de la ira; mientras aquí, la obra nos permite observar lo cómico que resulta guardar tanta ropa en un mueble o mudarse con tantas maletas. Las actrices clown apelan a la interacción con el espectador, y a la vez, nos colocan a nosotros en ellas.

Por otro lado, la dirección entiende perfectamente que el público observa un escenario, entonces múltiples veces aprovecha ello. Así nos da un poco de cátedra en esta cuestión que otros artistas caerían sobre respetar en exceso una convención con sus límites o sus fronteras. Romper las reglas de la física es válido en una comedia, y a veces, también en la vida misma.

Sencillo, práctico, efectivo y sincero, sin más ni menos, serían las palabras para resumir un espectáculo que notoriamente ha sido pensado y ensayado con rigurosidad. No solo con el fin de hacer reír, sino a tomar de buena manera el evento inesperado del día a día.

Christopher Cruzado

23 de octubre de 2022 

miércoles, 19 de octubre de 2022

Crítica: LOS REYES


Valiente y auspiciosa puesta mitológica

El Teatro siempre debería ser aquel espacio en el que se le reserve el factor sorpresa al espectador. Muchos montajes lo persiguen, pero no todos lo consiguen. Pero cuando se logra este efecto en una propuesta escénica alternativa, en un espacio no convencional e interpretado por jóvenes actores en formación, pues entonces el Teatro se convierte en verdadero motivo de entusiasmo y celebración. Es lo que logra el actor y director Francisco Cabrera, en el Centro Cultural Los Álamos de Surco, con la temporada de Los Reyes, adaptación libre del original escrito por el genial escritor argentino Julio Cortázar. Y es que las condiciones y limitaciones propias del lugar se traducen justamente en creatividad y riesgo, para atreverse a contar una historia de corte mitológico y salir airoso del reto.

Con la producción de Los Asombrosos Sombreros, Cabrera transforma el patio trasero del local en el lugar ideal para conjurar a personajes y criaturas mitológicas, valiéndose de una improvisada pileta, la iluminación adecuada y extensas cuerdas entre columnas para crear el laberinto del Minotauro en el que se desarrollará la trama. A destacar el arrojo y valentía de los jóvenes intérpretes, de quienes se percibe un dedicado y riguroso entrenamiento corporal y vocal. Elvis Vásquez, Fiorella García, Edgard Arocena, Adriana Escobedo y Lisset Gregorio, todos bien caracterizados, no le temen al frío, al viento y al agua para introducirnos en el drama y mantenernos en suspenso hasta el final.

Se aprecia además un muy buen manejo del texto, en el que las emociones e intenciones de los personajes lucen convincentes. Más allá de los evidentes aciertos del montaje de Cabrera, debe saludarse la apertura de un nuevo espacio teatral: el Centro Cultural Los Álamos de Surco no solo ofrece talleres artísticos diversos, sino que le permite a jóvenes actores entrenarse en la carrera de actuación, en la que el sacrificio y el compromiso son indispensables para destacar y mantenerse. Los Reyes es un auspicioso espectáculo que promete más sorpresas en los espectadores que se animen a presenciar sus futuros proyectos escénicos.

Sergio Velarde

19 de octubre de 2022

domingo, 16 de octubre de 2022

Crítica: LA VIDA ES SUEÑO


Y los sueños, sueños son

Luego de la brillante adaptación de El misántropo de Moliere en la Alianza Francesa, las expectativas por apreciar lo nuevo de la compañía Éxodo Teatro, del director Jean Pierre Gamarra y del actor Fernando Luque se encontraban bastante altas. El respeto hacia la fuente original y el riesgo asumido para ensayar nuevas miradas a los clásicos universales fueron las principales fortalezas del citado montaje. Pues bien, los resultados obtenidos en producción, dirección e interpretación en la reciente temporada de La vida es sueño, clásico imperecedero de Pedro Calderón De la Barca en el Teatro Municipal de Lima, lucen impecables; en ellos se percibe un trabajo creativo exigente, novedoso y muy cuidado estéticamente.  

Escrita en 1635, la notable pieza barroca aborda ideas filosóficas acerca de la libertad, el miedo al destino, la civilización versus la barbarie y la vida misma. El príncipe Segismundo (Luque) es encerrado en una torre por su padre, el rey Basilio (Leonardo Torres Vilar), pues teme que este lo derrote y humille, de acuerdo a una predicción realizada por un oráculo consultado; el prisionero solo es visitado y atendido por Clotaldo (Roberto Ruiz). Por otro lado, Rosaura (Maria Grazia Gamarra) y su escudero Clarín (Alonso Cano) son los que descubren a Segismundo y los que dan inicio a su liberación, en la que también están involucrados los sobrinos del rey, Astolfo y Estrella (Oscar Yepez y Andrea Alvarado). Las actuaciones son excelentes, en general, con una mención especial para Luque, quien viene madurando su talento histriónico en proyectos exigentes como este.

A destacar los valores de producción, como la escenografía y el vestuario a cargo de Lorenzo Albani, muy funcionales, contemporáneos y llamativos. Curiosa la elección de salvavidas rojos para Clarín, el contrapunto cómico. Se incluye además, en escena, un jeep en el aire con la primera aparición de Rosaura. La imagen de Segismundo, con la corona en la cabeza, el arnés aún puesto tras elevarse con sus propias alas en el segundo monólogo y una radio portátil en la mano, es poderosa y sugerente. Acaso el único reparo que se le puede hacer al espectáculo sea el de permitir ingresar al público ya iniciada la obra, pues realmente genera una molesta distracción. La vida es sueño, excepcional trabajo de Éxodo Teatro en colaboración con la Municipalidad Metropolitana de Lima, es una sobresaliente adaptación de un clásico más que vigente, ejecutado desde el conocimiento y la sana reverencia hacia el material original.

Sergio Velarde

16 de octubre de 2022

viernes, 14 de octubre de 2022

Crítica: UN MALDITO SECRETO


Trágicas revelaciones

Nadie que acuda al Nuevo Teatro Julieta de Miraflores a ver la última obra escrita y dirigida por Aldo Miyashiro puede permanecer indiferente al espectáculo. Imposible no hacerlo con esta tragicomedia, parcialmente en rima, que no solo esconde un secreto, sino “demasiados” malditos secretos. Estos van apareciendo progresivamente, conforme avanza la trama, en medio de conflictos llenos de discriminación, prejuicios, infidelidades y violencia. Y acaso varios de estos “secretos” los hemos visto ya mil veces, pero toda la puesta en escena está ejecutada con brillo e interpretada, en general, de manera sobresaliente. Además, Miyashiro se reserva algunas sorpresas que funcionan muy bien, pues mantienen en vilo al espectador y suman al producto final.

Sin entrar en detalles para no arruinar la primera y efectiva sorpresa, el público entra en el juego desde el frontis del teatro, en el que cuelga el afiche de la obra. La organización de una cena para anunciar la prematura boda de un jovencito de clase acomodada (Mikael Miyashiro, grata revelación) pone en jaque a sus estirados padres (enormes Ximena Arroyo y David Carrillo), pues acuden al evento, invitados por el muchacho, la cocinera (impecable Sylvia Majo) y el chofer (Reynaldo Arenas), ambos en su día libre. Pero nada es lo que parece, pues el “maldito” secreto que inicia el drama involucra a los hijos de estos últimos (Cindy Díaz y Erick Martínez). La historia avanza de manera fluida, de revelación en revelación, con sentidos monólogos en prosa de los personajes, incluidos los sirvientes (convincentes Gilberto Nué y Marcos Vicuña), quienes guardan también sus “malditos” secretos como todos.

Miyashiro utiliza el apoyo multimedia en los momentos justos y aprovecha también todo el espacio del teatro por donde transitan los actores cuando se requiere. Pero ¿por qué escribir una obra ambientada en nuestros tiempos con una generosa cantidad de diálogos en verso, como se hacía antaño? Acaso no solo para que el propio Miyashiro se luzca como el interesante dramaturgo que efectivamente es, sino para demostrar que, así pasen muchas décadas, nuestra sociedad aún vive atrapada en el oscurantismo más recalcitrante de siglos pasados, imposible de aceptar la necesaria evolución que toda la humanidad debería experimentar. Un maldito secreto muestra lo más bajo de nuestra conservadora idiosincrasia, pero cede espacio para la esperanza, representada en aquella pareja de jóvenes con una gran responsabilidad sobre los hombros.

Sergio Velarde

14 de octubre de 2022

Crítica: BESO DE ALACRANES


Un cómplice y casual encuentro  

Bajo la producción de A Toda Costa Asociación Cultural, se estrenó esta semana por una breve temporada Beso de Alacranes, obra teatral escrita por la autora uruguaya Sandra Massera y dirigida por Augusto Mazzarelli. La puesta se está presentando en el Teatro de Lucía, en Miraflores.

Con las intensas y sólidas interpretaciones de Giovanni Arce y Verónica Miranda, la narrativa nos presenta a un hombre y a una mujer que se encuentran casualmente en un paradero de autobús, dos desconocidos que aparentemente solo tienen algo en común: la espera. Dos seres humanos que contra todo pronóstico deciden hablar y sin querer, descubren una conexión a través de sus confesiones. ¿Será que en estos tiempos es más fácil confiar en un desconocido? ¿La comunicación entre los humanos se facilita cuando se revela ese lado más instintivo? Son algunas interrogantes que surgen de este fascinante texto, que nos moviliza y nos invita a la reflexión sobre distintos temas como el amor, la felicidad, la vida y la muerte.

La sencillez de la escenografía, coherentemente acoplada con los efectos sonoros, las luces y la musicalización, permite al espectador centrar su atención en este diálogo honesto y surrealista, que supera las premuras del tiempo y el miedo a lo desconocido. En esta conversación de dos se apertura la confianza -cuestión que considero se ha perdido en la actualidad-, se permite que la fragilidad humana y el instinto animal convivan, se mezclen y den como resultado el desahogo que estos personajes requerían.

Beso de Alacranes es una valiosa y cuidada puesta en escena, cuyo texto franco y metafórico nos reta como público a observar más allá del hecho escénico, a trascender el significado de un encuentro inesperado que pone en la palestra el lado más vulnerable del ser humano, fundiéndolo con ese innegable lado salvaje y animal del que estamos hechos.

Maria Cristina Mory Cárdenas

14 de octubre de 2022

jueves, 13 de octubre de 2022

Crítica: LA RAZA DE LOS SUBHOMBRES


Corrupción y subdesarrollo

Solly Wolodarsky fue un veterano autor y cineasta argentino, que tuvo un interés particular en la cultura judía, siendo fundador de Radio Sefarad y de Israel Televisión, la emisora oficial del Estado de Israel. Este detalle es ciertamente relevante, pues ganó su primer premio como dramaturgo con La raza de los subhombres (1957) en el VI Festival por la Paz y la Amistad, de la Federación Mundial de la Juventud Democrática (Moscú). La pieza, dirigida por el experimentado Omar Del Águila, entra de lleno en la ciencia-ficción, con la insólita creación de unos seres de jerarquía intermedia entre animales y hombres, pero sí que contiene un oportuno y coherente mensaje hacia las altas esferas de poder, que solo verán su conveniencia con el destino de estas criaturas.

Interpretada de manera solvente por el elenco de la Asociación de Artistas Aficionados, la puesta acierta en crear todo un universo distópico con el apoyo de las proyecciones multimedia en el foro y en el diseño de vestuario que ayuda a representar con precisión a cada uno de los personajes. El conflicto moral de la científica es bastante creíble, así como en el descarado aprovechamiento por parte de todas las autoridades que controlan el poder de la nación en cuestión. Sin derechos que los amparen, estos seres llamados “subhombres” serán objeto de una delirante discusión, en la que su existencia solo será condicionada por los oscuros intereses de estos (miserables) representantes políticos, sociales y hasta religiosos.       

Cada personaje se encuentra bien delineado y los paralelismos con cualquier nación actual, incluida especialmente la nuestra, resultan evidentes. Es por ello que quizás las imágenes proyectadas de nuestra coyuntura peruana en determinados momentos salgan sobrando, pues afectan la credibilidad de esta ficticia sociedad. Salvo ese detalle, La raza de los subhombres es un espectáculo sólido y entretenido, que no solo revela la gran capacidad del novel elenco teatral, sino que le hace justicia al texto de Wolodarsky, que buscó la necesaria reflexión acerca de la corrupción de las autoridades de turno y de cómo su vil accionar nos mantiene, justamente, en el subdesarrollo.

Sergio Velarde

13 de octubre de 2022

Crítica: SIMPLEMENTE YO


¿El amor todo lo puede?

En una relación de pareja, ¿el amor todo lo puede?, ¿hasta dónde se puede llegar por mantener una aparente estabilidad?

Dividiré esta crítica en dos aspectos: el primero, dedicado a lo que significó la obra para mí y lo que me produjo; y el segundo, dedicado a la puesta en escena y el grupo.

En cuanto al primero, debo confesar que la obra hizo un muy buen viaje, llevándome a puntos de reflexión sobre las relaciones de pareja, con giros que de alguna manera te los esperas, pero al mismo tiempo te sorprendes de cómo suceden, por cómo está contada. Relatar la historia de una pareja puede ser algo muy común por todos los temas que vivenciamos a diario o que personas en confianza nos cuentan; luego, al verlo escenificado, uno podría pensar exactamente qué es aquello que no hemos visto o sabido ya en relaciones de pareja. Pero esta puesta en escena, tan inteligentemente planteada, nos lleva a reconocernos con ambos personajes, cuando nos volvemos irracionales y simplemente ya no escuchamos al otro por estar tan imbuidos en nuestra razón, en asumir que todo siempre va bien y que una vez que se está en una relación de pareja, ya no hay que hacer nada más, cuando lo que más se necesita es ser honesto con uno mismo, para ser honesto con el otro y así no dejar de construir. Acaso la pareja no es aquello, algo precisamente en construcción constante, pero damos las cosas por sentado.

El trabajo, la rutina, el dejar que se acumulen esas emociones no expresadas llevan a una especie de relación en donde ambas partes dan por hecho la dinámica y ya no construyen más y dejan de hablar de sus propias necesidades. Estas ausencias de ambas partes dan paso a la culpabilización, a la victimización, por consiguiente a la parálisis total, donde todo en la relación se vuelve artificial y te acomodas a lo que hay así no te guste. Luego, todo explota, no se aguanta más y llega a un punto de no retorno, donde eres brutalmente honesto contigo mismo o hieres al que alguna vez elegiste amar y proteger de la manera más descarnada, producto claro de que no sabes gestionar tu propio dolor.

Todo esto y más te muestra está muy buena pieza teatral escrita y dirigida por el Edwin “Chino” Lam, y actuada a mi parecer de la manera más solvente y entregada por Alexandra Garcés y Manuel Guerrero.

Como segundo punto, a destacar muchísimo la puesta en escena, en un espacio reducido que ofrece el Teatro Barranco. Es de elogiar cómo el director tiene clarísima la idea de cómo se va a ver la sala, la entrada, la habitación, haciendo que tu imaginación vuele y veas una casa con cada espacio vivo. Junto a eso, el diseño de las luces ayuda muchísimo a los tiempos y espacios, así te conectas de manera adecuada y ordenada en medio del caos emocional que se va incrementando propio de lo que pasa.

Finalmente, aplaudir el trabajo del “El Patio”, que es el grupo de teatro que lleva adelante esta obra, y en especial a su director (que también es el escritor), aunque finalmente, en el teatro todo siempre es un trabajo en conjunto.

Lo complejo de las relaciones de pareja, escenificado en algo en apariencia muy simple: ese es el mayor logro de esta puesta en escena.

Manuel Trujillo

13 de octubre de 2022

martes, 11 de octubre de 2022

Crítica: LA EMPRESA PERDONA UN MOMENTO DE LOCURA


Capitalismo perverso

Escrita en 1974, La empresa perdona un momento de locura del dramaturgo venezolano Rodolfo Santana (autor también de aquella pieza tan subestimada como lo es Baño de damas, 1986) es un texto que no ha perdido un ápice de trascendencia. El diálogo entre aquel golpeado obrero y la psicóloga de la fábrica para la que trabaja es solo el pretexto para mostrar las profundas heridas, desigualdades y atropellos laborales que vienen ocurriendo sistemáticamente a lo largo de los años y que tomará varias generaciones en sanar y corregir, siempre y cuando exista la verdadera voluntad de hacerlo. Es justamente la actual vigencia de esta propuesta de Santana, a casi medio siglo de su estreno, la que provoca verdadera desazón y que debería impulsar en nosotros una real vocación por el cambio.

Con más de veinte años de trabajo ininterrumpido en una fábrica metalúrgica, Orlando (Willy Gutiérrez) es testigo de un terrible accidente laboral, que lo hace enloquecer, realizar algunos destrozos en las máquinas y despotricar contra sus empleadores. Este hecho, evidentemente, no pasará desapercibido y es enviado al Departamento de Psicología para una evaluación. Es en esta entrevista realizada por la psicóloga (Airam Galliani) que nos enteramos de la triste historia de este hombre, golpeado por las circunstancias. Excelente el trabajo de Gutiérrez, un actor de trayectoria que sabe abordar complejos personajes como este; y muy bien Galliani, quien a pesar de su juventud le da la réplica precisa. Ambos consiguen hacer creíble esta confesión forzada acerca de los motivos de la desmedida reacción.

El director Johan Escalante se vale de una escenografía sencilla y funcional, así como del talento de sus intérpretes, para ir generando tensión: mientras conocemos el penoso pasado de Orlando, van apareciendo al mismo tiempo los oscuros intereses empresariales en las palabras de la psicóloga. La empresa perdona un momento de locura, que todavía podemos apreciar en la Asociación Cultural Campo Abierto de Miraflores, sigue siendo una crítica frontal hacia el capitalismo más extremo y la injusta relación que (varias veces) es aplicada entre trabajadores y empleadores. La mezquindad humana en el mundo laboral debe llevarnos obligatoriamente al debate y a la reflexión.

Sergio Velarde

11 de octubre de 2022 

domingo, 9 de octubre de 2022

Crítica: LIMPIAR LA SANGRE


Un íntimo encuentro con los orígenes

Limpiar la sangre, proyecto ganador del Fondo de Ayudas para las Artes Escénicas Iberoamericanas IBERESCENA, llegó al escenario del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Escrita y protagonizada por Nishme Súmar, esta obra testimonial y documentada nos acerca a la historia de Nishme, una mujer peruana de ascendencia palestina por el lado paterno, quien en un viaje a Palestina, buscando la casa heredada por su abuelo en un territorio ocupado por las tropas de Israel y minado por las guerras, se encontrará con sus orígenes y la herencia de un pasado que navega entre la añoranza, el miedo, el rencor, y la profunda necesidad de encontrar respuestas.

Bajo la dirección de la propia Súmar y Steven Buendía, la puesta en escena se visualiza como una suerte de ritual, con música y elementos que simbolizan la distancia y fragmentos de un país azotado por la incomprensible violencia; acompañados por el soporte audiovisual, que recorre algunos pasajes del viaje a Palestina como los reencuentros, los caminos, las vistas en inquietante calma, etc. Además, la participación especial del pequeño Vicente, el hijo de Nishme, supone un cierre en el círculo de una historia cargada de dolor, pero al mismo tiempo de esperanza, amor y reencuentro.

Limpiar la sangre, contada con honestidad y sencillez por Nishme Súmar, es un íntimo encuentro con el pasado, con las raíces, teniendo a parte del público en el escenario, detalle que simboliza la complicidad y cercanía de la narrativa, que acopla con certeza, la compleja historia del conflicto interno palestino y la singular historia familiar de la protagonista.

Maria Cristina Mory Cárdenas

9 de octubre de 2022

Crítica: MARY RICHMOND, TÚ Y LOS OTROS


Recordando a Mary

Qué grato es ir a ver una obra de teatro y encontrarse con la historia real de una persona extraordinaria, que ha ayudado a moldear la sociedad. Mary Richmond (1861-1928) fue una de las pioneras en el trabajo social estadounidense. El trabajo de Mary fue inmenso: creó técnicas, sistemas, contenidos y teorías del trabajo social inclinados hacia la formación de una disciplina.

Si bien la obra Mary Richmond, tú y los otros, escrita por Paul Zevallos y dirigida por Luciano Castro, nos permite conocer a un personaje tan grande como Mary, llega a pecar de algunos excesos, como el jugar con diferentes planos de realidad, saturarla de personajes pintorescos, hacer uso de proyecciones audiovisuales que aportan poco a la trama y algunos diálogos que eran más información cruda que una acción específica a otro personaje. Esto hizo que la obra sea más extensa y más confusa de lo necesaria.

Las actuaciones estuvieron a cargo de Haydee Cáceres, Gaby Linares, Ricardo Combi, Fernando Pasco, Teresa Cabrera, Alberto Vidarte y Silvia Ruiz. A lo largo de la puesta en escena, se notó el trabajo de algunos actores en códigos distintos, lo que lamentablemente formó una sensación de desconexión en la obra. Sin embargo, cabe resaltar el manejo impecable de Cáceres, Combi y Linares. Esta última que, a su regreso a las tablas, supo ponerse en hombros una obra extensa, jugando en escena con las diferentes edades del personaje principal y representando a uno adicional.

La obra se pudo haber abarcado de manera más concisa. Sin embargo, se agradece el riesgo que han corrido tanto el dramaturgo, el director y los actores para esta puesta en escena. Una vez más, es una alegría inmensa encontrarse con una obra donde la magia del teatro nos permite conocer a una mujer maravillosa que dedicó su vida a instruirse de manera autodidacta y a luchar por los más necesitados creando una labor social más pensada.

Milagros Guevara

9 de octubre de 2022

sábado, 8 de octubre de 2022

Crítica: LOS MONSTRUOS


Inquietante universo parental

Los tiempos vienen cambiando a pasos agigantados, qué duda cabe. Y todas las ideas y realidades que considerábamos ciertas e intocables vienen siendo sistemáticamente revisadas y muchas están siendo reguladas, para bien o para mal según el cristal por el que se mire. Uno de los aspectos más controvertidos acaso sea el de la crianza de los hijos, pues los padres, lejos de ser perfectos y de nunca equivocarse, pueden llegar a ser los peores enemigos de sus hijos, por una idea de paternidad mal entendida. Por eso, cuando el Teatro se encarga de mostrarnos esta inquietante realidad, a través de un espectáculo tan entretenido como desgarrador, solo resta aplaudir y celebrar que existan valientes artistas que se animen a tocar esta verdad indiscutible, que tanto daño le provoca a aquellas personas en plena formación. Los monstruos, musical argentino escrito por Emiliano Dionisi, con música y letra de Martín Rodríguez, es una propuesta de visión obligatoria, próxima a su tan necesario reestreno.

Producida por la Asociación Playbill, el espectáculo estrenado en el Teatro Julieta es mucho más que un musical sólidamente ejecutado, es una llamada de atención sobre el concepto mismo de la paternidad, en el que madres, padres e hijos pierden ante las diversas circunstancias de los nuevos tiempos. Atrás quedaron las historias de familias disfuncionales con finales esperanzadores. Dividida en monólogos, conversaciones y canciones acerca de la cotidianidad contemporánea de una madre y un padre con sus respectivos hijos “especiales”, la puesta dirigida con buen pulso por Fito Valles no decae en ritmo, intensidad y espectacularidad, en una combinación de contagiantes melodías, punzante humor y monstruosas revelaciones.

El talento de Miguel Álvarez y Erika Villalobos es indiscutible, pero en esta oportunidad ambos brillan en escena como nunca antes. Ellos interpretan sus personajes a la perfección, incluso cuando hacen las veces de sus propios hijos; además, su calidad vocal se luce en canciones con un potente mensaje: la necesaria responsabilidad, preparación y conciencia que implica traer niños a este mundo. La escenografía es sencilla y funcional, con la estructura de un inexistente hogar convencional. Los monstruos es una experiencia escénica necesaria de ver (se viene el reestreno en El Británico); no se trata de encontrar culpables, es entender que la sociedad debe continuar evaluando roles y costumbres que deben cambiar para el bienestar social en general.

Sergio Velarde

8 de octubre de 2022

* Los monstruos se reestrenará en el Británico desde el 18 de octubre, entradas en Joinnus.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Crítica: AQUELLOS DOS


Tiernas masculinidades

Alejandro Clavier es un artista multidisciplinario comprometido con sus ideales y además, coherente en su producción teatral. En San Bartolo (2018), al lado de Claudia Tangoa, denunció los abusos perpetrados por el Sodalicio; y en Electra (2019), adaptó la clásica tragedia a la difícil realidad venezolana. En ambos montajes, la contundencia de las propuestas vino acompañada por un cuidado aspecto estético. Su último estreno, Aquellos dos, que todavía podemos disfrutar en el Teatro La Plaza, mantiene los mismos estándares de calidad, a través de una sencilla historia, pero con una muy pertinente reflexión, mostrada de una manera cuidada e ingeniosa.

Basada en el cuento del mismo nombre del brasileño Caio Fernández Abreu y con dramaturgia de la Cia. Luna Lunera, grupo de teatro de Belo Horizonte, la puesta en escena se centra en la relación de dos oficinistas limeños de los años ochenta y la estrecha amistad que nace entre ellos. A pesar de la rutina diaria y de sus dolorosos pasados, ambos comparten “sospechosamente” demasiado tiempo juntos, entre canciones, música y películas de antaño; es entonces que el resto de empleados se queja por la incomodidad que le provoca esta “atípica” amistad dentro del ambiente laboral. Clavier consigue no solo crear una verdadera atmósfera de agitada burocracia vintage en el escenario, sino que además le confiere humanidad y ternura a este par de amigos que simplemente disfruta uno de la compañía del otro.

La propuesta original de la pieza, con los dos personajes principales siendo representados por cuatro actores, funciona para conseguir dinamismo y fluidez, aportando cada uno de los sólidos intérpretes su propia energía característica. En ese sentido, Marcello Rivera, Sebastián Rubio, Renato Bonifaz y Fernando Castro se complementan muy bien entre ellos, con mesura y contención, componiendo algunas secuencias estéticamente impactantes. Una oportuna reflexión acerca de lo absurdo de la discriminación, el conservadurismo y la censura, tan atemporales, es la que nos propone con brillo, nuevamente, Clavier. Aquellos dos es un sobrio, valiente y magnífico espectáculo, en favor de la empatía, el amor y el respeto hacia los demás.

Sergio Velarde

5 de setiembre de 2022

martes, 4 de octubre de 2022

Entrevista: JANO CARPER


“Me gusta interpretar personajes con dualidad.”

La maldición de la lámpara, con dirección y adaptación de Gerardo Fernández, está próxima a estrenarse en el Teatro Esencia. Oficio Crítico conversó con uno de sus actores, Jano Carper, quien comparte sus experiencias dentro de las artes escénicas.

Las funciones de La maldición de la lámpara serán los sábados y domingos (funciones dobles) del 08 al 30 de octubre; los sábados a las 8:00 p. m. y los domingos a las 5:00 y 7:30 p. m. en Teatro Esencia - Sala Ana Loli (Av. Almirante Miguel Grau 069-A, Barranco). Las entradas están a la venta en Joinnus y en la boletería del teatro.

Sergio Velarde

4 de setiembre de 2022

Crítica: PROPUESTA PERFECTA


Poliamor versus monogamia

La maestría del multipremiado dramaturgo argentino Eduardo Rovner pudo ser disfrutada durante la breve temporada de Propuesta perfecta, una adaptación de su texto original Compañía, dirigida por Antonella Gallart y estrenada en el Teatro de Lucía. Una pieza que esconde, dentro de su insólito desarrollo, una profunda reflexión sobre las relaciones humanas, específicamente, las relaciones de pareja. Esta nueva apuesta de Fátima Producciones, luego de la muy divertida Historias de Tinder, mantiene el mismo nivel de calidad tanto en los valores de producción como en el producto final, con una sólida dirección y creíbles actuaciones.

La institución matrimonial es puesta en el tapete, representada por la pareja formada por Tabata Fernandez-Concha y Mario Soldevilla, quienes demuestran mucha química en escena. La monotonía provocada por los largos años de matrimonio, aquella unión voluntaria que promete un amor “eterno”, es la que lleva al esposo a involucrarse con otra mujer, que suple las necesidades afectivas que no encuentra en su hogar. La idea de llevar a la amante a casa y presentarla a la esposa para compartir una velada, por más absurda e hilarante que parezca, es interpretada con absoluta convicción. Buen trabajo, además, el de Alejandra Saba como la tercera en discordia, fresca y divertida.

¿Es acaso el matrimonio una institución en plena decadencia? ¿Existe el amor eterno? ¿Habrá caducidad para el compromiso con el paso del tiempo? ¿La fidelidad y la monogamia no cuentan con tal de alcanzar una supuesta felicidad? ¿Puede ser el poliamor una verdadera opción a barajar? Muchas interrogantes que no dejan de tener trascendencia, pues Rovner las maneja hábilmente en una comedia del absurdo, pero con mucha lógica en sus fundamentos. Propuesta perfecta entretiene de buena gana y nos hace reflexionar sobre los demasiados sacrificios que deben hacerse para alcanzar el amor, la felicidad y la compañía perfecta. Si acaso todo eso sea posible en la vida real.

Sergio Velarde

4 de setiembre de 2022

domingo, 2 de octubre de 2022

Crítica: EN UN MUNDO DE HOMBRES


El machismo de nunca acabar

Continuando con la exploración de problemáticas sociales, el actor y director Sergio Muñoa, como ya lo hiciera con las consecuencias del alcoholismo en Del inferno al cielo, enfila ahora sus baterías hacia el machismo más recalcitrante en nuestra sociedad. En un mundo de hombres, catalogada sorprendentemente como una comedia, nos cuenta las vicisitudes de una joven y guapa mujer que debe enfrentarse no solo con su familia más cercana, sino también con su nuevo círculo laboral, que se le presenta hostil solo por ser mujer. Muñoa no consigue igualar ni superar los resultados de su anterior propuesta escénica, pero sí acierta en algunos aspectos puntuales que suman a los esfuerzos por conseguir la tan ansiada igualdad de oportunidades sin importar el género de la persona.

Milena (Norma Cabrera), luego de una tragedia familiar, vive rodeada por un machismo extremo: debe hacerse cargo de su manipulador hermano (Jesus Romero), someterse a los requerimientos de su novio (Alberto Cortez) y además, soportar las insinuaciones de su nuevo jefe (Luis Antonio Pighi); solo tendrá de aliados a su superada amiga (Ana Moloche) y a uno de sus colegas (Juan Yance) para hacerle frente a una dura situación, que lamentablemente muchas mujeres padecen en la vida real. Los principales problemas que enfrenta Muñoa en esta nueva aventura teatral incluyen el no haber profundizado lo suficiente en las relaciones entre los personajes, que pudieron haber dado mucho juego, así como caer (nuevamente) en el dilatado tiempo para los cambios de escena, que se pudieron haber remediado con el apoyo de sus actores o con la delimitación de espacios con las luces, como sí ocurrió en la última secuencia.

A favor, Muñoa cuenta con un competente y carismático grupo de actores (destacando el trabajo de una sobria Cabrera), quienes logran en gran medida superar el estereotipo de sus personajes. La dramaturgia, con ciertas convenientes coincidencias en su desarrollo, es lo suficientemente sólida para interesarnos en una historia acaso contada ya mil veces, pero que no deja de sensibilizarnos frente a una meta todavía no alcanzada: el total empoderamiento femenino en los ámbitos familiar y laboral. En un mundo de hombres, presentada por MB Audiovisuales, aporta desde su tribuna una importante cuota en la lucha por la igualdad de género, tan urgente en nuestra conservadora y tradicional sociedad.

Sergio Velarde

2 de setiembre de 2022