lunes, 21 de septiembre de 2020

Crítica: OSHTA Y EL DUENDE


Una obra para enseñar

¿Recuerdas la primera vez que te quedaste solo o sola en casa? Tal vez tenías ocho o nueve años. Tu mami, papi o ambos tenían que salir de casa, pero tú no podías ir con ellos. Antes de que salgan, te decían la frase que todos los padres nos dicen: “Ya venimos, avanza con tu tarea y no te entretengas con otras cosas”. Pero, ¿cuántos, en verdad, hacíamos caso a esa frasecita imperativa? Estoy seguro de que a ti también te llegaron esos pensamientos que te dicen “Enciende tu playstation, mira tv o toma algún juguete”. Pues estábamos sujetos a entretenernos con cualquier cosa que nos agradaba. Claro, luego regresar a nuestras tareas, aunque hayamos perdido tanto tiempo ahí. Eso que nos ocurrió a nosotros de niño o niña, es similar a Oshta y el duende, historia escrita por Carlota Carvallo de Nuñez. Esta vez, el Grupo de Teatro Llaqta vuelve a presentar la obra, pero en formato de radioteatro.

Oshta y el duende es trasmitido todos los domingos a través de la página de Facebook del mencionado colectivo. Además, la obra se divide en cuatro capítulos con una duración media de nueve minutos. Sobre esto, cada uno es cortado en un momento clave de la historia. Por ejemplo, el capítulo dos termina cuando el duende observa a Oshta. Eso siembra en el espectador cierto enganche con la obra, pues lo deja expectante al finalizar cada capítulo.

En el formato radioteatral, el espectador completa la historia en su imaginación. En este caso, en cada suceso de la historia se presentaban imágenes que acompañaban a lo que pasaba en la historia. Si Oshta estaba con sus ovejas en el campo, colocaban una imagen de Oshta y sus ovejas. Esto situaba al espectador en la historia y lo guiaba. Sin embargo, dejaban pocos espacios para la imaginación del espectador, aunque el proyecto haya sido dirigido a un público infantil.  

Finalmente, en formatos así, todo lo que se escucha cuenta algo al espectador. La musicalización y la intención de cada palabra son claves para el desarrollo de la historia. Por un lado, la música introductoria dibujaba el ambiente de lo que querían contar, ya que pintaba un lugar alejado de los sonidos chirriantes de la costa. Asimismo, la musicalización que acompañaba al duende evocaba la aparición de algo mágico. Así, esta advertía la llegada de un ser con misticismo. Por otro lado, en términos generales, los intérpretes vocalizaban bien cada palabra del texto. Sin embargo, no se apreciaba alguna urgencia en los personajes. Esto generó que los parlamentos se vuelvan monótonos en la mayoría de las interacciones entre ellos.

En resumen, Oshta y el duende es una obra dirigida al público infantil. Esta presenta algunos percances, aun así es entendible y didáctica para su espectador.

Elio Rodríguez

21 de septiembre de 2020

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