Una obra para enseñar
¿Recuerdas la primera vez que te quedaste
solo o sola en casa? Tal vez tenías ocho o nueve años. Tu mami, papi o ambos
tenían que salir de casa, pero tú no podías ir con ellos. Antes de que salgan,
te decían la frase que todos los padres nos dicen: “Ya venimos, avanza con tu
tarea y no te entretengas con otras cosas”. Pero, ¿cuántos, en verdad, hacíamos
caso a esa frasecita imperativa? Estoy seguro de que a ti también te llegaron
esos pensamientos que te dicen “Enciende tu playstation, mira tv o toma algún
juguete”. Pues estábamos sujetos a entretenernos con cualquier cosa que nos
agradaba. Claro, luego regresar a nuestras tareas, aunque hayamos perdido tanto
tiempo ahí. Eso que nos ocurrió a nosotros de niño o niña, es similar a Oshta
y el duende, historia escrita por Carlota Carvallo de Nuñez. Esta vez, el
Grupo de Teatro Llaqta vuelve a presentar la obra, pero en formato de
radioteatro.
Oshta y el duende es trasmitido todos los
domingos a través de la página de Facebook del mencionado colectivo. Además,
la obra se divide en cuatro capítulos con una duración media de nueve minutos.
Sobre esto, cada uno es cortado en un momento clave de la historia. Por
ejemplo, el capítulo dos termina cuando el duende observa a Oshta. Eso siembra
en el espectador cierto enganche con la obra, pues lo deja expectante al
finalizar cada capítulo.
En el formato radioteatral, el espectador
completa la historia en su imaginación. En este caso, en cada suceso de la
historia se presentaban imágenes que acompañaban a lo que pasaba en la
historia. Si Oshta estaba con sus ovejas en el campo, colocaban una imagen de
Oshta y sus ovejas. Esto situaba al espectador en la historia y lo guiaba. Sin
embargo, dejaban pocos espacios para la imaginación del espectador, aunque el
proyecto haya sido dirigido a un público infantil.
Finalmente, en formatos así, todo lo que se
escucha cuenta algo al espectador. La musicalización y la intención de cada
palabra son claves para el desarrollo de la historia. Por un lado, la música
introductoria dibujaba el ambiente de lo que querían contar, ya que pintaba un
lugar alejado de los sonidos chirriantes de la costa. Asimismo, la
musicalización que acompañaba al duende evocaba la aparición de algo mágico. Así,
esta advertía la llegada de un ser con misticismo. Por otro lado, en términos
generales, los intérpretes vocalizaban bien cada palabra del texto. Sin
embargo, no se apreciaba alguna urgencia en los personajes. Esto generó que los
parlamentos se vuelvan monótonos en la mayoría de las interacciones entre
ellos.
En resumen, Oshta y el duende es una obra
dirigida al público infantil. Esta presenta algunos percances, aun así es
entendible y didáctica para su espectador.
Elio Rodríguez
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