martes, 22 de septiembre de 2020

Crítica: JUSTICIAS LÍQUIDAS


Teatro Podcast

Es imposible olvidar un montaje de Desly Angulo. Siempre sus propuestas están cargadas de elementos de emotividad, creatividad y mucha música. Fue el último montaje en vivo que vi, La Coleccionista y la Buscadora Perdida, antes del inicio de esta lamentable pandemia. Puede que suene exagerado mi comentario, pero no es muy común dentro de la dramaturgia joven, ver esa vocación y compromiso por la creación y experimentación que muestra Desly. Creo que es una potencial Cesar de María del teatro peruano en una década.

Teatra, Globos al Viento trae en esta oportunidad el montaje Justicias Líquidas, con las actuaciones de Draco Santos como Ulises y Rocío Olivera como Sofía. Lo primero resaltante e intrigante es la diagramación de la publicidad, donde se puede ver un torso desnudo en una escena de placer: felicidades al diseñador. Por otro lado, todo el montaje es innovador, está presentado enteramente de manera auditiva al mismo estilo de un podcast o una radionovela, en este caso de 45 minutos de duración. En ese sentido, la musicalización de los momentos de intermedio y mayor tensión fue atractiva e intrigante. Hacia el final de la presentación, Desly confesó que era música funk de una banda muy antigua de los 70’s llamada Chakachas.

Tocando el tema de presentación, es de destacar que su teatro es auditivo con muchos elementos de percusión y uso del tambor. En ningún momento de la historia bajó el ritmo. Sin embargo, por momentos uno quedaba confundido, pues el montaje empezaba con un encuentro entre la hermana y su amigo, y luego una fantasía de este chico dentro de la historia sobre poemas con el color rojo, es decir, una historia dentro de otra historia. Esto quedaba claro, pero a veces la dicción de los actores no era muy cambiante entre estos “episodios” y uno quedaba como confundido si había terminado esa segunda historia o si seguíamos en la primera.

Por otro lado, hablando de aspectos vocales, la interpretación de Santos es de resaltar con el volumen de su voz y la intensidad. Luego confesaría que mientras estaba en la carrera de actuación, una de las materias con la que se llevaba muy bien era la relacionada con la locución, he ahí los resultados. Tengo que confesar que la voz de Olivera, especialmente en los momentos de mayor erotismo, no fue del todo convincente, le faltaba emoción y actitud; sin embargo, sí se le notó entrenamiento. Hacia el final, durante la conversación con el público, confesó que ella entrena mucho su cuerpo y lo prepara para la concentración en su personaje. También, los actores manifestaron que entrenaron muchas horas en técnicas “Foley” (efectos de sala) y no salirse del eje del micro.

Sinceramente, es un montaje original, fresco y muy recomendable. Desly tiene mucho talento, pues sus montajes demuestran un profesionalismo in crescendo. Felicidades.

Enrique Pacheco

22 de setiembre de 2020

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