sábado, 24 de agosto de 2013

Crítica: EL NIDO DE LAS PALOMAS

¿Nos quedamos o nos vamos?

Definitivamente este es el año de Eduardo Adrianzén: no sólo alcanzó niveles de brillantez dramatúrgica con su última obra llevada a escena, La eternidad en sus ojos (2013), como un sentido homenaje a la veterana actriz Sonia Seminario, sino que también varias de sus piezas anteriores han sido revisitadas, incluidas Cristo Light (1997), a cargo de los alumnos del Club de Teatro de Lima; la magnífica Azul resplandor (2008), auspiciosamente estrenada en Brasil; y El día de la luna (1996), que será repuesta en breve en Teatro Racional. Se trata sin duda, de un interesantísimo autor que refleja, como ninguno, la dura época que le tocó vivir. En El nido de las palomas (2000), que viene presentándose actualmente en el Teatro Mocha Graña, Adrianzén nos transporta nuevamente a una etapa crítica que le tocó atravesar a nuestro país; la obra mantiene una total vigencia, gracias al director Renato Fernández y al trabajo en conjunto del elenco.

Adrianzén planteaba en aquella época la pregunta: ¿me voy o me quedo? Y si bien su postura en escena luce relativa, la pieza El nido de las palomas sí explora con acierto la desazón con el entorno que nos toca vivir y la idea de empezar de cero en tierras extrañas. Aprovechando en aquel entonces el embarazo real de las actrices Gabriela Billoti y Natalia Torres, el autor comenzaba a generar espectáculos más íntimos, ante la crisis existente a finales de los años noventa. Así como la Nina de los ochentas de La eternidad en sus ojos, la imperiosa necesidad de “evacuar” el país en medio de la crisis hace mella en la relación de Raúl (Patricio Villavicencio, protagonista de Demonios en la piel, también de Adrianzén) y Mónica (Yasmín Londoño); él está decidido a alejarse de un Perú cada vez más enfermo; y ella, embarazada de siete meses, no sabe si le darán la visa en su estado y además, no sabe realmente lo que quiere, especialmente con la llegada de Patricia (Isabel Chappell, de Bolognesi en Arica), también embarazada, pero desencantada de haber emigrado.

La preocupación de Mónica, por el nido que unas palomas han creado en el alero del departamento, resulta coherente con las consecuencias que traería el inminente viaje. El director Renato Fernández consigue un montaje entretenido, con una escenografía que remite (como menciona Gabriel Javier Caballero) a la misma confección de este “nido” a punto de ser abandonado. El elenco es bastante inspirado: Villavicencio logra trasmitir la preocupación que produce la responsabilidad de tener en sus manos una nueva vida; mientras Londoño y Chappell salen airosas del reto que significa el hacernos creer su falso embarazo y además, las motivaciones de sus acciones. El nido de las palomas, con poemas de Juan Carlos de la Fuente y presentada por La Tribu Escena, confirma a Adrianzén como uno de nuestros mejores y más sentidos dramaturgos; y esta tardía reposición, 13 años después, sigue conmoviendo y haciendo de nuestro duro recuerdo, la principal arma para enfrentar nuestro futuro.

Sergio Velarde
24 de agosto de 2013

domingo, 18 de agosto de 2013

Crítica: TU TERNURA MOLOTOV

La espera valió la pena

Luego de la intempestiva cancelación de la obra Tu ternura Molotov, programada para agosto del año pasado en el Teatro Luigi Pirandello, por fin asistimos a su reciente estreno en el Teatro El Olivar de San Isidro. Haysen Percovich se mantiene como director; y Pietro Sibille, como actor. Por su parte, Monica Rossi asume el protagónico femenino de esta ácida comedia del dramaturgo venezolano Gustavo Ott, que trastoca la vida de una pareja de esposos con la aparición de oscuros secretos de su pasado. Este autor es uno de los más populares en Latinoamérica, con un sentido del humor bastante peculiar que salpica todas sus obras, como Divorciadas, Evangélicas y Vegetarianas, Chat o Pony.

Un matrimonio común y silvestre conformado por Daniel y Victoria (él, abogado; y ella, presentadora de televisión) se prepara para pasar una romántica noche, pero la llegada por correo de la mochila extraviada hace 12 años por ella, provoca una álgida y justificada discusión: la aparición dentro del equipaje de fotografías y recuerdos de la turbulenta vida pasada de Victoria, que formó parte de un grupo terrorista y que además, se casó con uno de ellos, pone en jaque a un atónito Daniel, que no puede creer lo que está pasando. El resto es un explosivo diálogo, en el que descubrimos la verdadera vida de los esposos, llena de apariencias, falsas verdades, prejuicios, discriminación y racismo.

Con una introducción algo subida de tono y una, por ratos, impostada presentación de los personajes, el verdadero drama comienza con la aparición de la maleta perdida. A partir de entonces, cada acción que toman los esposos resulta totalmente creíble, gracias a las enérgicas actuaciones de Rossi y Sibille, bien orquestadas por Percovich. Tu ternura Molotov, ganadora del Premio Internacional Ricardo López Aranda en el 2003, se convierte en un sólido espectáculo (ahora sí, felizmente estrenado) que le propina una sonora cachetada a una nuestra idiosincrasia y que hace honor a su definición concebida inicialmente: una comedia implacable sobre la corrección política y la doble moral.

Sergio Velarde
18 de agosto de 2013

domingo, 11 de agosto de 2013

Crítica: LAS MUJERES Y WALLACE

Aprendizaje hacia la madurez

Desde agosto del 2003, y sorteando múltiples dificultades, el comprometido director David Carrillo viene desarrollando con éxito el Taller de Formación Actoral Plan 9. Y es efectivamente exitoso, pues se viene presentando en el Teatro Larco, en el horario alternativo de los martes y miércoles, una ingeniosa pieza integrada solo por egresados de dicho taller: Las mujeres y Wallace, escrita por el dramaturgo norteamericano Jonathan Marc Sherman en 1988. La mano firme y precisa del director se deja sentir en cada momento de la puesta en escena, logrando un montaje muy efectivo y entretenido, siempre permitiéndonos conocer a dramaturgos foráneos contemporáneos.

Presentada en continua ruptura temporal, Las mujeres y Wallace muestra la historia de un muchacho de 18 años incapaz de mantener una relación estable con ninguna mujer, debido al suicidio de su madre cuando él tenía 6 años. Los fantasmas, no solo de su madre, sino de todas las chicas con las que tiene contacto, lo persiguen a través de toda su visa, impidiendo su realización emocional. Las escenas se suceden de manera dinámica y cada personaje vuelve más complejo el temperamento de Wallace, dando como resultado momentos divertidísimos, así como también dolorosos y dramáticos.

Utilizando contados elementos y aprovechando la escenografía de la obra en horario estelar, el montaje fluye sin tropiezos, dejando ver el talento de sus intérpretes. El carismático protagonista Wallace Kirkman que compone Bruno Espejo, es el impecable hilo conductor de esta tragicómica historia, por la que desfilan algunas interesantes actrices egresadas del Taller de Formación Actoral Plan 9; entre ellas, Valquiria Huerta (de Bolognesi en Arica) y Mayra Olivera (de Opción múltiple), ambas vistas este año en las tablas. Las mujeres y Wallace comprueba no solo la sólida dirección de Carrillo, sino también la prometedora e importante labor que hace la Asociación Cultural Plan 9 en la formación de nuevos talentos de la escena nacional.

Sergio Velarde
11 de agosto de 2013

sábado, 3 de agosto de 2013

Crítica: HAMLET

Auténtica celebración del teatro

Paul Vega lo interpretó en 1995 y Bruno Odar, en el 2001: el regreso del Hamlet de Shakespeare a los escenarios limeños, siempre será bienvenido. En esta oportunidad, viene a cargo de Aranwa Teatro y ha traído varios aspectos por los cuales celebrar:

La apertura de un nuevo espacio, el flamante Teatro Ricardo Blume, ubicado en Jesús María frente a la Cámara de Comercio, sea acaso nuestra mayor alegría, especialmente en estos tiempos en los que los teatros son cerrados sin miramientos para inaugurar oficinas burocráticas. Acogedor, bien equipado, muy cómodo y con una interesante sala circular, que es por supuesto, bien aprovechada para el montaje en cuestión. La buena acústica permite también escuchar la música del compositor polaco Zbigniew Preisner, y la voz del mismo Ricardo Blume como el Espectro.

La adaptación del texto y la sobria dirección de Jorge Chiarella resultan impecables, logrando un montaje entretenido y fluido, lleno de impactantes secuencias e imágenes, como las exequias de Ofelia o el enfrentamiento final entre Laertes y Hamlet. La ágil presencia de los cómicos saltimbanquis le permite al director delimitar con claridad los diferentes espacios, utilizando estrados y cubos de manera muy funcional, sin perder nunca el ritmo necesario que una obra de dilatada duración exige.

El elenco está conformado por consumados actores, que comparten escena con intérpretes salidos de las canteras de Aranwa. A destacar el gran trabajo de Víctor Prada como Polonio, muy preciso, aprovechando al máximo sus líneas; así como el de Oscar Douglas, como el cómico narrador de la tragedia. Entre los jóvenes, Janncarlo Torrese compone a un sólido Hamlet, que va logrando momentos de gran emoción conforme avanza la puesta en escena. Destacable también Armando Machuca en su doble papel como Rosencrantz y el sepulturero.

Finalmente, el Hamlet de Aranwa es la quintaesencia de la celebración del teatro mismo: ya en el epílogo, la máscara del príncipe muerto es recibida por el cómico, para que la historia de poder y corrupción continúe y no se pierda en el tiempo. Chiarella sabe la importancia que tienen los actores y las artes escénicas, para retratar la podredumbre que rodea al ser humano, frente a nuestras narices. Aranwa Teatro nos propone con su emotivo y trágico Hamlet una auténtica fiesta teatral. ¡Felicitaciones por la reposición de este vigente clásico de la literatura universal y por supuesto, por su nuevo teatro!

Sergio Velarde
03 de agosto de 2013

viernes, 2 de agosto de 2013

Crítica: DÍA DE CAMPO O CÓMO SOBREVIVIR AL MUNDO

Los riesgos del teatro del absurdo

Trabajar una pieza de teatro del absurdo representa un gran riesgo, y desde el inicio, resulta un gran mérito para cualquier joven agrupación que decida llevarla a escena. Pues el grupo Sobrescena Teatro y Danza, con la dirección de Sofía Rebata, presentó en Teatro Racional su quinto montaje de teatro: Día de campo o cómo sobrevivir al mundo, pieza escrita por el dramaturgo argentino Cristian Palacios basado a su vez, en Picnic de Fernando Arrabal. Una obra que, haciendo gala de totales disparates, explora con acierto lo absurdo que resulta la guerra; sin embargo, la directora no se zambulló del todo en el género teatral que eligió, aunque sí logró un muy destacable acierto en la producción de su espectáculo.

El mundo está en guerra. Ya no existen fronteras ni países, y todos parecen haber olvidado el origen del conflicto. En medio de este panorama aparece un soldado (Fito Bustamante), quien debe resguardar su trinchera. Luego aparecen sus padres (Analía Laos, a quien vimos en El sargento Canuto junto a la directora Rebata; y Pepe Tejada), totalmente ajenos al caótico problema que enfrenta la humanidad, pero sí muy dispuestos a pasar un relajado día de campo con su hijo. Luego aparece otro soldado (Gabriel de la Cruz), tan confundido como el primero, que es capturado por el primero. Los nombres de los personajes nunca son mencionados y eso poco importa. La disparatada situación y los diálogos pudieron haberse lucido más, siempre y cuando el grupo revise algunos importantes aspectos.

Si bien el Teatro del Absurdo permite que cualquier hecho teatral sea válido, existen ciertos preceptos mínimos que deben seguirse. La construcción de los personajes de los soldados es adecuada, reflejando especialmente su confusión y humanidad; pero yerra en la de los padres, a menos que la directora haya intentado adrede presentarlos como un par de antipáticos sin remedio. La evidente diferencia de edades entre Laos y Tejada resulta inverosímil; especialmente la primera, como la imposible madre del primer soldado. Grave error también el de presentar diálogos pregrabados con un solo interlocutor; así se ensaye mil veces, nunca se logrará fluidez ni veracidad. La música también aparece y desaparece sin motivo aparente, a pesar de haber una escena en la que un personaje enciende y apaga una radio.

Una gran idea, como la de hacer participar a un invitado al azar dentro del montaje, sin motivo aparente, logrará su objetivo cuando toda la puesta en escena se ajuste a la propia naturaleza del absurdo. Por otro lado, el mayor acierto del montaje es el notable diseño escenográfico, que convierte el íntimo escenario de Teatro Racional en un verdadero campo de batalla dentro de un mundo apocalíptico. Día de campo o cómo sobrevivir al mundo arrastra los mismos problemas que otros montajes de temática similar, como Te odio y te quiero (2012), y no alcanza a otros, como a Fando y Lis (2009). Sin embargo, la obra del grupo Sobrescena es una puesta que puede alzar vuelo en futuras temporadas, replanteando los aspectos anteriormente indicados, para así obtener mejores resultados.

Sergio Velarde
02 de agosto de 2013