domingo, 29 de junio de 2008

Crítica: CRISTO LIGHT


La pasión mediática de un Cristo ¿light?  

Yogurt "light", mayonesa "light", dietas "light". El término "light"acompañando al nombre de cualquier producto alimenticio significa que no te hará aumentar un gramo de peso, te cuidará de la caries y te hará vivir de manera mucho más saludable. Pero esta palabrita prestada del inglés también trae consigo una connotación desfavorable, que es la de ser "ligera", "inofensiva" y "sin vuelo". Si éste fuera el caso, una obra de teatro llamada "Cristo Light"aparentaría ser una anodina versión de "La Pasión" con conflictos sencillos resueltos con poca densidad dramática. O simplemente un "Jesucristo Superstar" sin canciones y bailes. O cualquier otra cosa, pero "light".

Pues a pesar del adjetivo calificativo del título, este "Cristo" que nos devuelven el autor Eduardo Adrianzén y el grupo Espacio Libre no tiene nada de "light", en el sentido en que aborda temas espinosos y polémicos que podrían subirle el azúcar en sangre a los más cucufatos, como la brutal globalización que se cierne sobre la humanidad, el cada vez mayor poder de los medios de comunicación, la eterna lucha social y hasta el incesto. Adrianzén urde una trama muy atractiva: un Jesús de barriada (un correcto Oscar López Arias) se dispone como todos los años a interpretar la Pasión durante Semana Santa. Es descubierto por un lucrativo medio televisivo y termina siendo absorbido por una vorágine mediática que lo convierte en un involuntario líder de masas, a expensas de su familia y de su propia identidad.

Toda la parafernalia televisiva es presentada en el escenario con trazo grueso y grosero. Los periodistas y empresarios televisivos son seres hambrientos de dinero, poder, fama y rating, sin ningún atisbo de escrúpulos o humanidad. Sin embargo, este estereotipo es muy bien aprovechado por Yanina Ugarte y sobre todo, por Pold Gastello (dueño de un envidiable registro para la comedia) para dar vida a personajes antagónicos sumamente simpáticos. Más interesante aún resulta el conflicto de Jesús con su madre María (excelente Sandra Bernasconi), una mujer inestable y convenida, pero con un afecto muy peculiar hacia su hijo. Desde su aparición narrando el "milagroso" origen de su vástago, somos testigos de una relación madre-hijo con punzantes toques edípicos. Notable la escena de la ducha. Si bien la llegada del revolucionario primo Juan (Franklin Dávalos) aporta interés a la historia, el personaje de Andrea (Daniela Sarfati), una chica que termina viviendo abruptamente en casa del protagonista, nunca termina de cuajar. Su relación sentimental (y sexual) con Jesús resulta tosca y forzada y la escena del descubrimiento de este prohibido affaire por parte de María, aparece muy desdibujada.

Por otro lado, el logrado diseño escenográfico, compuesto por estructuras metálicas movibles y un sugerente vestuario de vanguardia le otorgan atractivo a la puesta en escena, muy limpia y correcta, a cargo del director Diego La Hoz. Impecable producción de Marisol López. La guitarra eléctrica de Gabriel Anselmi es efectiva sólo cuando no suena por encima de las voces de los actores, que felizmente sucede en la mayoría de las veces. Sin duda estamos ante una tardía reposición, pero muy recomendable y nada "light", a cargo del grupo Espacio Libre.

Sergio Velarde
11 de abril del 2005

"Cristo Light" se presenta de jueves a sábado a las 8:00 p.m. en la AAA.

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