jueves, 30 de agosto de 2018

Crítica: QUIERO SER ACTOR


Ingenuas vicisitudes del intérprete

“Siempre me gusta escribir y llevar a escena historias o temas que la gente no se atreve a hablar, temas que no se escuchen así nomás a la vuelta de la esquina”, comentó el joven actor, dramaturgo, director y productor de sus propios proyectos Gianfranco Mejía, a raíz del estreno de una de sus múltiples obras presentadas en el Teatro Auditorio Miraflores, que llevaba nada menos que el poco sutil título de Eutanasia (2017).

Con ese precepto dramatúrgico, Mejía actuó, escribió, dirigió y produjo, siempre presentadas por Mever Producciones, las siguientes obras: Anorexia (2016), en la que narra la terrible enfermedad que una joven universitaria padece, luego de caer en una dolorosa depresión; Ambiciones (2017), que describe las impensables maneras de un grupo de hombres por salir de la miseria económica; y Después de casados (2017), una historia que  asocia la difícil convivencia en pareja con la violación sexual. Pero Mejía también se atreve a actuar, escribir, dirigir y producir puestas con temáticas algo más “inofensivas”: así, llegaron a escena Fiesta de promoción (2016), comedia en la que explora el universo adolescente acercándose el final de la etapa escolar; La Comedia del Año (2017), sátira en la que un grupo de jóvenes trata de sobrevivir en el mundo del arte; y Hogar dulce hogar (2018), historia familiar en la que la matriarca pasa la Navidad con su nuevo compromiso.

La mayoría de las puestas antes mencionadas contaron con algunos actores de oficio y con dilatada experiencia sobre las tablas dentro de sus elencos y que lograron, en los espectáculos que Oficio Crítico alcanzó a apreciar, sortear los lugares comunes y no caer en personajes y situaciones estereotipadas, que la misma concepción de la obras proporcionaban y que el mismo sesgo del creador permite. Y es que mientras que Mejía no deje que la sutileza, lo subliminal, los silencios, las pausas y la estilización de la realidad alcancen a sus propuestas (actuadas, escritas, dirigidas y producidas, eso sí, con mucho empeño, pero acaso con mucha rapidez), sus estrenos caerán en el mediano estilo televisivo. El teatro no puede ser un set de televisión, es un arte que puede rendir mucho más a nivel estético. El numeroso público que lo viene acompañando se verá también beneficiado, pues es además una responsabilidad del artista la de educar a sus espectadores.

Su última apuesta, Quiero ser actor, por lo menos resulta algo más simpática que las demás. Y es que Mejía actúa, escribe, dirige y produce una obra sobre un tema que conoce muy bien: la difícil carrera de ser actor en el país. Nicolás (cómo no, el propio Mejía), un joven que no sabe qué hacer con su vida, asume múltiples oficios hasta que aparece como extra en un corto universitario. Ese es el punto de partida para el descubrimiento de sus incipientes cualidades histriónicas, que incluye su paso posterior por una temporada teatral, por un taller de teatro y por su propia casa, en donde su estricto padre le recrimina por su decisión. Dentro del elenco, la experiencia y recorrido de Nicolás Fantinato, Fernando Pasco y Jeffrie Fuster les permiten agregar matices a sus personajes y hacer llevaderas sus escenas, en demérito de las otras. Quiero ser actor se mantiene dentro de la medianía de las obras de Mever Producciones, que bien pudo haber profundizado mucho más para revelar todo el tejemaneje del oficio del (aspirante a) actor y así conseguir un espectáculo que escape de la ingenuidad.

“Si a mí me preguntaran si estoy o no a favor de eutanasia, posiblemente diría que sí, pero ya no tendría que haber solución; es decir, que la persona no solo esté extremadamente enferma, sino que ya haya cumplido su ciclo de vida”, agregó Mejía en aquella oportunidad. ¿Qué nueva propuesta asomará en el panorama? Estaremos preparados.

Sergio Velarde
30 de agosto de 2018

Crítica: LA COIMA


Sátira músical sobre la corrupción

El estreno de La coima no pudo ocurrir en “mejor” momento y lugar, paradójicamente escribiendo. No solo asistimos, durante Fiestas Patrias, a un escándalo de proporciones mayúsculas referido a la corrupción en las más altas esferas de poder, servido por la descarada conveniencia de la mayoría de nuestros actores políticos y su absoluta arbitrariedad e injusticia contra los más necesitados; sino que el mismo espacio en el que se presentó, la Asociación de Artistas Aficionados, se encuentra actualmente en un real peligro de un arbitrario desalojo. Basada en la pieza El inspector del subestimado dramaturgo ruso Nikolai Gogol, La coima buscó cuestionar la corrupción e impunidad que hace metástasis desde hace muchos años en nuestros últimos gobiernos, pero en una agradecida clave de humor negro, que la debería convertir en un espectáculo urgente y necesario cada 28 de julio.

Resultó evidente que el mayor acierto del montaje fue la muy inspirada adaptación a nuestra realidad, realizada por el director Martín Velásquez, sobre el original de Gogol que situaba su acción en una pequeña aldea de una Rusia gobernada por el Zar Nicolás I en siglo XIX. Triste comprobar cómo sociedades tan distintas y distantes, espacial y temporalmente, puedan tener tantos puntos en común, cuando de deshonestidad e injusticia se trata. La inminente visita de un fiscal, enviado por la mismísima Corte Internacional Anticorrupción, hace tambalear a la clase política de un país sudamericano, cuyo presidente luce una banda blanquirroja. Como si fuera un baile de máscaras, todos los personajes mienten, traicionan, roban o esconden su verdadera personalidad por conveniencia: desde la familia presidencial, pasando por congresistas y ministros, hasta el mismo fiscal. Las típicas referencias coyunturales, en justa cantidad y adecuada aparición, suman a la sátira presentada en escena, al lado de un correcto acompañamiento musical en vivo con canciones originales.

Excelentes actuaciones de todo el elenco, encabezado por la disparatada pareja presidencial, conformada por David Huamán y Paola Chacaltana. Además, brilló con luz propia Luis Cárdenas-Natteri, como el supuesto fiscal, elaborando un antológico personaje rico en detalles y matices. Acompañaron con precisión Francesca Vargas, Daniel Suárez Lezama, Abel Enríquez, Aníbal Lozano Herrera, Paula Zuzunaga y especialmente, los carismáticos Nadyr Castillo y Miguel Agurto; además de Omar Velásquez y Manuel Antonio Aivar en el apartado musical. Es cierto, acaso la dilatada duración de la puesta pudo perfectamente recortarse, acaso faltó afinar la inclusión de los números musicales a la acción dramática, acaso se percibió cierto acartonamiento de algunos actores al cantar; pero esos fueron detalles menores y además, perfectibles: La coima, con la acertada dirección de Velásquez y el apoyo de Verony Centeno, fue una valiosa apuesta por retratar la podredumbre de la política peruana, y paradójicamente escribiendo, a través de una sólida e hilarante comedia, que mostró sin tapujos, acompañada de las risas de los espectadores, la despreciable corrupción de nuestra clase política.

Sergio Velarde
30 de agosto de 2018

domingo, 26 de agosto de 2018

Crítica: LOS COACH DE TU VIDA


La impro a partir del público

La improvisación teatral no es más que la creación en tiempo real de una serie de secuencias que surgen de manera espontánea, es decir, sin un guion previo. El grupo PANDA TEATRO IMPRO, presenta una simpática propuesta denominada Los Coach de tu Vida, que se materializa en un show de comedia, llevado a cabo en La Tarima Café Concert de Miraflores.

Los actores Renato Pantigozo y Julio Díaz construyen su presentación a través de hilarantes dinámicas; mientras que el público cumple un rol vital dentro de la temática, debido a que su intervención define ciertos parámetros de cada segmento. En esta ocasión, la conexión entre el espectador y los artistas fue casi instantánea. Los temas giraron en torno a los géneros teatrales, el abecedario, frases creadas a partir del público, entre otros.

El planteamiento del espectáculo se basa en una sesión de coaching empresarial, la cual se entrelaza con las historias y chistes propuestos por los actores. El trabajo en equipo y la escucha son ingredientes que no deben faltar en un show de impro; esta vez, la sincronía de los ejecutantes hizo que la simplicidad de los temas se tornara entretenida y digerible.

Los Coach de tu Vida se traduce en una propuesta ligera, honesta y divertida, que podría ser una buena opción para el famoso “after office” o una excusa perfecta para liberarse del estrés. Vuelvo a recalcar que el público es un factor clave en la elaboración de los segmentos; entonces, la invitación está hecha para ser parte de una peculiar sesión de coaching. 

Maria Cristina Mory Cárdenas
26 de agosto de 2018

Entrevista: RODRIGO CHÁVEZ


Director de la obra “Respira”

En la víspera del estreno de la obra Respira, escrita por Eduardo Adrianzén, Oficio Crítico conversó con el director Rodrigo Chávez, quien estuvo a cargo del montaje, ello, como parte del proceso de formación de los alumnos de la Escuela de actuación Ensamble de Barranco.

Chávez comentó acerca de cómo nace la idea de montar esta obra. “Esto es parte del Taller de Montaje de la Escuela Ensamble; con esta puesta los alumnos ya egresan de la carrera, con más de un año y medio de formación”, menciona. “Teníamos que hacer un montaje; entonces trajimos muchas obras, todos los chicos trajeron una obra, yo traje otra incluso, pero estaba Respira, que es una obra hermosa, creo que es una de las mejores del teatro peruano, no solo por lo que dice, sino por el contexto en el que está”. El joven director cree que nos toca a todos, porque nos podemos identificar para solucionar cualquier tipo de problema que podamos tener. “Los chicos se emocionaron mucho con el texto, pudimos hablar con Eduardo (Adrianzén), porque a ellos (los alumnos) lo que les interesaba era esta capacidad de decisión que él podía tener, trataban de descubrir por qué Mario (personaje de la obra) no podía lanzarse a la piscina y, hablando con Eduardo, nos hizo entender que el contexto hacía que este personaje haya sufrido por experiencias traumáticas, que están relacionadas con la historia del Perú”. Asimismo, pueden encontrase paralelos por todos lados de aquella generación, que sale de la época de violencia en nuestro país. “Eso les ayudó a los alumnos a decidirse y hacer la obra”.

Además, explicó su visión para plantear esta obra en escena. “La medida de entrega de los personajes fue por características personales, independientemente al sexo o a la edad, porque también hay personajes muchísimo mayores, distantes de la edad de los alumnos”. Agrega que se estaba tratando de entender más a la persona que está detrás del personaje, independientemente de tratar de que sean hombres o mujeres, o que sea incluso hasta realista. “Nosotros vemos que son chicas con el pelo amarrado, pero al final creo que nosotros hicimos el esfuerzo de tratar de ver a la persona y la convención mágica del teatro nos hace imaginar que puede ser así; ellos te cuentan una historia desde su verdad, desde sus seres, no pasan de los 25 años (los alumnos) y tratan de entenderla y transmitirla”. Chávez afirma que la obra es así, que rompe con la cuarta pared y le habla mucho al público. “De repente, mezcla alguno espacios, a veces uno no sabe dónde está, pero creo que por ese motivo conecta mucho con el público y es bastante sincera, yo sé que estoy haciendo la obra pero también sé que estás ahí y te cuento algo específico para seguir. Entonces, eso me gusta mucho del montaje de la obra, que está planteada así desde la dramaturgia y eso es lo que trataban de transmitir los chicos”, concluyó.

Maria Cristina Mory Cárdenas
26 de agosto de 2018

Crítica: RESPIRA


Un buen texto para comenzar

Respira, obra escrita por Eduardo Adrianzén, ha sido escogida por los egresados de la Escuela de actuación Ensamble para su muestra final. Dirigida por Rodrigo Chávez, la obra se presenta en el Teatro Ensamble de Barranco.

En esta oportunidad, la dramaturgia de Eduardo Adrianzén supone un reto para los nóveles intérpretes, quienes asumen un contexto y realidad distante de su generación; sin embargo, es al mismo tiempo una fortaleza el que actores jóvenes logren sumergirse en la historia de nuestro país, la hagan suya y la interpreten desde su propia perspectiva.

Obra ganadora del Segundo Concurso de Dramaturgia Peruana de la Asociación Cultural Peruano Británica en el 2008, Respira evoca a los años ochenta y narra la historia de la familia Atienza, cuyos miembros se ven marcados por la coyuntura política, económica, social y hasta religiosa de aquellos tiempos. Mario, el hijo menor, se enfrentará con su pasado en su etapa de madurez, descubriendo las huellas que su entorno de aquel entonces han dejado en él.

Un elenco conformado por César Adauto, Steph Pinto, Brenda Cuadros, Adriana Pérez, Nicolás Núñez, Fernando Retamozo, Yolanda Delgado y Franklin Gamonal, quienes mostraron mucha energía e ímpetu en sus ejecuciones. Un detalle destacable fue el hecho de que algunos personajes masculinos fueron interpretados por mujeres, quienes si bien no desentonaron, tampoco arriesgaron tanto al momento de construir aspectos externos de los personajes, como la voz o la fuerza propias de la energía masculina; de todas formas, se valora la caracterización y el dominio escénico, tanto del grupo como de las actuaciones individuales. Además, agregar una dosis de dinamismo en los cambios de escena le hubiera dado mayor notoriedad a la propuesta.  

Sin duda, un texto inmejorable para culminar un proceso de formación actoral, que refleja las similitudes que pueden encontrarse entre la historia de nuestra sociedad y la historia como seres humanos, recordándonos que no siempre seremos lo que fuimos, pero que olvidar de dónde venimos tampoco es una opción.       

Maria Cristina Mory Cárdenas
26 de agosto de 2018

martes, 21 de agosto de 2018

Crítica: TRES VERSIONES DE LA VIDA


El instinto sobre las formas

Cuando se habla sobre Yasmina Reza es inevitable no pregonar la trascendencia de Arte y Un dios salvaje, la primera como comedia notable donde se desbarata la interminable amistad de tres hombres, quienes debaten frente a un lienzo blanco que ha costado una fortuna; y la segunda, como un encuentro de gente bien que se despoja de sus buenas costumbres y exterioriza sus instintos, tantas veces aislados por lo políticamente correcto. En definitiva, el común denominador de la escritora francesa es el ímpetu por trastocar sus personajes hacia un punto de inflexión, donde la fuerza para guardar la compostura se consume y no les queda más que asir el manojo de nervios al que los ha expuesto Reza.

Roberto Ángeles, quien dirigiese Un dios salvaje en el 2013, conoce bien la voluntad de la dramaturga y emprende hoy Tres versiones de la vida, la historia de un investigador y su esposa que reciben en casa a un científico influyente y su esposa, capaces de ayudarlo con su ascenso. Esta situación dramática confronta nuevamente a los personajes con su máscara social, la hipocresía, las buenas formas, un lugar común de la creadora.

Sin embargo, esta potente matriz sobre la que trabajan Reza y Ángeles se ve desprovista de ingenio y de fuerza en la puesta en escena de Tres versiones de la vida, en tanto que el texto que alude a dar al espectador tres soluciones distintas sobre esta noche de máscaras, no provee una sorpresa más grande que una infidelidad, que a su vez no prospera en generar el quiebre interior de cada personaje. Si bien ninguno escapa de la disputa y al final de la velada todos salen heridos, lo que se transmite hacia la butaca es débil, anecdótico, no hay una transformación profunda, ni un momento de conmoción.

Desde lo actoral, Joaquín de Orbegoso, el investigador que organiza la cena, al construir un estereotipo del hombre inseguro, sublevado y temeroso, se le torna inverosímil su ruptura hacia un tipo seguro, despojado de su sumisión, que grita y sentencia. Lizet Chávez, su esposa, elabora en principio un personaje sobrio y natural, capaz de dibujar perfectamente la realidad de una madre moderna; sin embargo, luego intenta enfatizar la hipocresía, a partir de risas forzadas y gestos remarcados, lo que la dispersa de lo anterior.

Por otro lado, la dupla conformada por Alfonso Dibós y Sandra Bernasconi muestra claramente una pareja rota, como una bomba de tiempo camuflada entre bromas de mal gusto y sonrisas amenazantes. Dibós alude a su presencia y naturalidad para generar una performance eficaz de un hombre ganador, inspirado y resuelto; Sandra Bernasconi es quien nos regala el momento de mayor derroche, al vociferar desenfrenada su visión del mundo, como mujer minimizada por su esposo, testigo de su infidelidad.

Tres versiones de la vida es una obra que sugiere la ruptura de nuestras máscaras, el desmoronamiento de nuestras relaciones, la fragilidad de nuestro status quo.

Bryan Urrunaga
21 de agosto de 2018

sábado, 18 de agosto de 2018

Crítica: LOS MALCRIADOS


La grandeza del minimalismo

La imaginación de una escritora da vida a oscuros personajes envueltos en una tragedia: la muerte de Clarita; entonces, un detective es convocado para esclarecer el hecho. El escenario: un zoológico que esconde más de una verdad y ¿el culpable? Podría ser cualquiera o todos. Bajo estos argumentos se construye la puesta de Los Malcriados, escrita y dirigida por Natalia Arteman, la cual se presentó en el Teatro Mocha Graña.

Un trabajo originado a partir de la creación colectiva del  grupo teatral argentino Familia Diciembre, cuyos miembros se presentan en Lima por una corta temporada. Un montaje minimalista y tenebroso (la proyección de luces y elementos básicos, como una máquina de escribir, evocaban la época en la que se desarrollaba), en el cual la fuerza interpretativa y el vestuario cobran relevancia desde el primer momento, generando una atracción visual en el espectador.

El elenco lo conformaron Santiago Maurig, Silvia Diforte, Luciana Murdocca, Giovanni Oviedo (actor peruano), Diego Li, Mercedes Fittipaldi, Natalia Arteman y Natalia Páez (quien destacó en su rol de Clarita); ellos formaron un grupo compacto, mostrando destreza en el manejo escénico y la construcción de los personajes, proyectando la voz, siempre en tono alto (una particularidad muy notoria). Además, la sincronización y coordinación entre todos se logró y se mantuvo durante toda la presentación.

Volviendo a la puesta, se plantea como hilo conductor de la historia el llamado “Teatro dentro del Teatro” o Metateatro, en donde los personajes están a merced de La Escritora (interpretada por Natalia Arteman), quien conduce la trama y rompe las escenas constantemente, reflejando en el Detective una especie de otro yo, que interactúa con el resto de personajes. Precisamente, en esta interacción la teatralidad alcanza sus máximos niveles.   

Otro detalle es la clara alusión al Cine Noir o Cine Negro (género cinematográfico que tuvo su auge entre los años cuarenta y cincuenta), el cual representa a una sociedad corrompida y violenta, llegando al fatalismo en su visión más extrema. Los Malcriados supone una construcción escénica que parte de las analogías y metáforas dentro de su narrativa, las mismas que sirven para desvelar temas tan pesados como la corrupción, el poder y las clases sociales; ello, dentro de un contexto familiar.

Una obra que apuesta por la combinación de elementos propios del séptimo arte y los traduce en tiempo real, jugando con la ambigüedad del mundo de los humanos y los animales, teniendo como resultado personajes llevados por sus instintos y, a su vez, controlados por sus emociones. Definitivamente, la recomiendo a quienes no pudieron verla y a quienes puedan repetir, estarán presentándose en La Casa Recurso de Barranco.

Maria Cristina Mory Cárdenas
18 de agosto de 2018

Entrevista: NATALIA ARTEMAN


Directora de “Los Malcriados”

En esta oportunidad, Oficio Crítico conversó con la directora de la obra Los Malcriados, Natalia Arteman (quien también es parte del reparto), acerca de su propuesta. Cabe señalar que este espectáculo es presentado por Familia Diciembre, compañía teatral argentina que está en Lima por una corta temporada.

¿Cómo se origina el proyecto de Los Malcriados?
N.A.: El proyecto tiene dos años, o sea dos años de construcción entre la dramaturgia y los ensayos. La estrenamos hace dos meses en Buenos Aires y esta es nuestra novena función. Como compañía estamos por primera vez en Perú, pero yo ya he estado en Lima haciendo mi espectáculo anterior, que es un unipersonal y a raíz de haber generado contactos y haberme asociado con Giovanni (actor de la puesta), surgió la posibilidad de venir todos a hacer la función en Lima y en Cusco.

Eres la autora y directora del proyecto, además de ser parte del elenco, cuéntanos un poco acerca de esa experiencia.
N.A.: Sí, dramaturga, directora y estoy en escena como el personaje de la Escritora. Al principio, yo no iba a estar en escena cuando comenzamos a ensayar, yo había escrito dos escenas de la obra y sabía de qué se iba a tratar más o menos, pero no tenía toda la historia completa. Entonces les propuse (al elenco) que experimentáramos, que sea una creación colectiva, donde los actores también opinarán sobre lo que creían de sus personajes y de ahí, con los ensayos fui desarrollando la dramaturgia. En un momento, al estar en esta dicotomía en ser dramaturga, mientras estaba dirigiendo, surgió esta idea que era que esté en escena (como la Escritora) y ahí aparece este juego de la meta ficción, en el que mi personaje rompe todo el tiempo, el espacio y se comunica con este personaje (el Detective) de la historia, que es como un alter ego, como un fragmento de ella misma.

Acerca de la trama, encontramos muchas lecturas, ¿Cómo la percibes tú, como autora de la obra?
N.A.: En principio, la idea surge del zoológico, porque da la casualidad que mis dos hermanos trabajaron y fueron cuidadores en zoológicos, entonces yo tenía como muchas historias tétricas de estos zoológicos y, sí sabía que en esta obra quería tocar el tema de la corrupción humana, de lo humano que se corrompe y esta dicotomía entre la animalidad y la humanidad, entonces el contexto era ideal, porque el zoológico se prestaba para esta ocasión. Y hablar también de la aristocracia y del poder, así surgió esta idea donde el zoológico es justamente un centro de la política y de la corrupción absoluta, hay muchas analogías. Luego, apareció esta idea de decir cómo sitúo la historia, esta es la historia, pero cómo la quiero contar y, estéticamente, surgió el tema policial, porque la incógnita está todo el tiempo. Hay un tema familiar también, entonces ahí decidimos que iba a ser como un homenaje al cine negro, entonces, empezamos a buscar imágenes y el vestuario, yo quería que sea una obra que yo la pudiera montar en cualquier escenario, entonces, el vestuario era muy importante para dar la imagen, porque quizás no íbamos a usar tanta escenografía. Es una escenografía bien minimalista, bien simple, y las luces las manejo yo, entonces, así se pensó la propuesta.

Finalmente, Natalia Arteman invita a los lectores de Oficio Crítico a la función que darán este sábado 18 de agosto en La Casa Recurso de Barranco, e invita al público de Cuzco a estar atentos, pues se presentarán allá la siguiente semana. Además, dictarán un taller intensivo este sábado 18 y domingo 19 de agosto, también en Casa Recurso (pueden seguirlos en su página oficial de Facebook como Familia Diciembre, para mayores detalles).

Maria Cristina Mory Cárdenas
18 de agosto de 2018

martes, 14 de agosto de 2018

Crítica: FREAKSHOW


Freaky love

Un extraño maleficio pesa sobre los miembros de una familia: enamorarse les produce la muerte. Esta maldición pasa de generación en generación y será aprovechada por el dueño de un circo, quien con tal de entretener al público, manipulará a un joven de esta familia, mostrándole los caminos del amor de una particular manera. Este es el argumento de Freakshow, escrita por Martín Giner y dirigida por Gustavo Seclén.

El montaje se recreó en una atmósfera tenebrosa y misteriosa; sin embargo, la introducción a la historia, narrada por el personaje del dueño del circo (interpretado hábilmente por Rodrigo Falla Brousset) fue un tanto confusa y extendida; dicho esto, es verdad que el concepto de Freakshow alude a una construcción rara de la realidad, lo cual intentaba explicarse en esta primera parte.

Por su parte, Alejandra Reyes Freitas y Cristian Covarrubias estuvieron correctos en sus roles, aunque la naturaleza de los personajes (bastante elocuentes) denotaba mucha ingenuidad en el caso de la primera. Volviendo a la puesta en sí, es indudablemente una propuesta que parece recomponer sucesos cotidianos, editándolos y utilizando el humor como herramienta principal para sostener la acción. En este caso, el tema del amor, aun expuesto de manera superficial, no deja de reflejar un trasfondo cierto, sobre todo cuando se trata de los desencuentros de una pareja, sobredimensionados por la exposición burlona de este presentador de circo.

Una mención aparte merece el hecho de que todo espectáculo hecho para un público debe contar con la presencia del mismo, especialmente esta obra, que para agilizar su dinámica necesita y merece muchos más espectadores de los que asistimos a esta función. No se debe olvidar que la energía que aporta el receptor es también un factor importante para el trabajo del elenco, quien supo manejar con profesionalismo este detalle.

Freakshow es un absurdo necesario que encierra a la realidad en una historia estructurada con diálogos repetitivos y chistes livianos. No obstante, esa ligereza es llamativa y permite digerir poco a poco el juego escénico.

Maria Cristina Mory Cárdenas
14 de agosto de 2018

domingo, 12 de agosto de 2018

Crítica: ESTEREOTIPOS


Etiquetas que ya no van

A pesar de vivir en pleno siglo XXI, se continúan remarcando los roles que deben cumplir tanto hombres como mujeres, dentro de nuestra sociedad. Colocar etiquetas a las conductas humanas es algo muy común. Estos son los temas principales del Impro Late Night Show Estereotipos, que vuelve a presentarse bajo la dirección de Mariana Palau, en el Club de Teatro de Lima.

Una propuesta que parte de un trabajo de creación colectiva, identificando a través de la improvisación, los distintos modos en los que muchas veces clasificamos al hombre y a la mujer. Bajo un concepto minimalista, Estereotipos se desarrolla en medio de un programa de televisión, en donde un peculiar presentador –interpretado por Mariana Palau- y cinco improvisadores, Manuel Alache, Anel Bueno, Cristina Renteros Darwin Romero y Vicky Zárate, construyen una historia, contado con el público como un agente activo dentro de la presentación. Por ejemplo, esta vez, el cuento de la “Bella Durmiente” fue el hilo conductor en una parte de la ejecución.

El dinamismo y la rapidez son ingredientes esenciales en un show de improvisación, lo cual se logró de forma natural; además, la elocuencia de los actores permitió engancharse rápidamente, manteniendo al espectador atento a cada detalle. Música, preguntas y secuencias hilarantes redondean este espectáculo no apto para el aburrimiento.
Sin duda, los medios de comunicación como conductores masivos de información y entretenimiento tienen una enorme responsabilidad respecto a los mensajes que emiten a través de sus contenidos; justamente, de allí parte la idea de crear esta puesta que, utilizando el humor y la ironía, pretende desestigmatizar los “roles” que nos han sido impuestos. Un show para no perdérselo y comprobar que las etiquetas ya no van (o por lo menos no deberían).

Maria Cristina Mory Cárdenas
12 de agosto de 2018

Entrevista: MARIANA PALAU


Directora del show de impro “Estereotipos”

Oficio Crítico conversó con la directora del show de impro Estereotipos, Mariana Palau (también es parte del elenco) acerca de los pormenores de esta propuesta. Ello, a propósito de su reestreno en el Club de Teatro de Lima, gracias a la acogida del público.

Coméntanos un poco, ¿qué es lo que el público podrá ver en este Impro Late Night Show?
M.P.: “Lo que van a ver es show, que no solo lo van a ver, sino que hay también una pequeña cuota de participación, desde su lugar, no vamos a subir a nadie al escenario, pero van a venir a ver y a jugar con nosotros sobre el tema de los estereotipos de género en el Perú. Es un espectáculo de humor a partir de improvisación y creación colectiva, trabajamos con ironía y con humor sobre los estereotipos de género para poder evidenciarlos, cuestionarlos y ver qué tanto los normalizamos y los repetimos en nuestros cotidianos”.

¿Cómo nace la idea de realizar este show de Impro?
M.P.: “Nace a partir del proyecto de Victoria Zárate, que es una de las actrices, para el proyecto final de su carrera de Artes Escénicas en la Católica. Ella tenía que presentar un proyecto real, me convoca para dirigir, a partir de ahí se arma el elenco y empezamos a trabajar a partir de la creación colectiva, descubrimos que la herramienta de la improvisación y el humor es la que queríamos utilizar y a partir de ahí empezamos esta búsqueda. Hicimos también una investigación sobre género, sobre estereotipos, sobre feminismo, para tener claro de qué hablamos y luego de eso presentamos el espectáculo. Además, el espectáculo es seleccionado para el Festival Saliendo de la Caja a principios de este año 2018, luego participamos de otro festival que se llama Mujer Palabra y ahora estas cuatro funciones en el Club de Teatro de Lima”.

Dentro del show, ¿algunas situaciones irán cambiando cada función (sabiendo que es un show de improvisación) o también existe una línea establecida?
M.P.: “Tiene una combinación de las dos cosas: todos los bloques son improvisados, entonces hay muchas cosas que cambian, las presentaciones de los bloques sí son textos que se han ido fijando, todo lo que son los monólogos testimoniales van cambiando, porque depende de los actores y las actrices, lo que les da la gana contar en cada función. Entonces siempre es una combinación y, por supuesto, la relación del presentador con el público también tiene muchas partes improvisadas, porque es un juego en tiempo real con las repuestas de la gente, o sea que sí, las funciones cambian, no totalmente, pero sí cambian, tenemos público que ha venido más de una vez y sigue viniendo, o sea que sí cambia lo suficiente como para poder verlo de nuevo y sorprenderse”.

Finalmente, la directora invita al público a ver la obra, los restantes viernes de agosto a las 8:30 p.m. en el Club de Teatro de Lima. Las entradas están a la venta en Atrápalo y en la boletería del mismo teatro.

Maria Cristina Mory Cárdenas
12 de agosto de 2018

miércoles, 8 de agosto de 2018

Crítica: ¡LLEGARON LOS PIRATAS!


El Teatro de Muñeco

¡Llegaron los Piratas! se presenta en el Teatro de la AAA con un argumento esperanzador, que revalora y contagia a los más pequeños de la jarana criolla, que es tan nuestra. Escrita por Héctor Ascorra y Giancarlo Mori y dirigida por este último, destaca las costumbres de antaño, en forma ligera y entretenida.  

Con música criolla en vivo (a cargo de los Hermanos Ascorra), empieza el recibimiento de los niños y sus acompañantes; además, de un escenario ambientado con ilustraciones hechas a mano (un barco y un fortín), siendo el atractivo principal el manejo de los títeres de varilla por parte de los cuatro actores: Daniela Mayurí (Doña María Inés), Roxy Ysidro (Ña Susana), Kenneth Isla (Capitán Barbudillo) y Urías Santillán (Don Pulpín), quienes mostraron dominio y destreza en sus intervenciones.

El llamado teatro familiar debe continuar desarrollándose, y con certeza, esta producción de Fue Frida Teatro ha logrado combinar distintos elementos como el juego escénico, la construcción de una narrativa lúdica y educativa, la cual captó rápidamente la atención del honesto público infantil. Fue pertinente también el hacer que los niños fueran partícipes de la puesta, convirtiéndose en cómplices de los artistas.

Otro punto favorable es la temática de la obra, que gira en torno a un vecindario que se reúne a celebrar una tarde de fiesta, con música criolla y los deliciosos postres peruanos, permitiendo al público identificarse con las celebraciones (se trata de las Fiestas Patrias) y tradiciones más populares, acompañadas de un bonito mensaje. Un show con mucha energía, que propone y promueve valores; vale entonces la pena, que toda la familia lo disfrute.       

Maria Cristina Mory Cárdenas
8 de agosto de 2018

sábado, 4 de agosto de 2018

Crítica: EL ÚLTIMO VARIETÉ


La gracia del Palais Concert

Recordar los años treinta es aludir a una época en la que diversos acontecimientos sociales y políticos marcaron a nuestra sociedad, especialmente, la Lima de entonces. Las manifestaciones artísticas comenzaban a florecer y encontrar su lugar. Es así que los artistas, bohemios e intelectuales se reunían en la ex–Confitería-Bar Palais Concert (lo que hoy conocemos como el cruce entre Jirón de la Unión y Av. Emancipación).

Este necesario preámbulo es el origen de la obra El Último Varieté*, escrito y dirigido por Rafael Sánchez Mena, junto a la dirección musical de Pepe Bárcenas Freyre. El montaje, aunque sencillo, fue suficiente para crear la atmósfera de los lugares de aquella época, siendo además el vestuario un elemento importante que redondeó la creación escénica.

La narrativa gira en torno a la organización de un Varieté Musical en el Palais Concert, el cual está a punto de cerrar sus puertas como consecuencia de la crisis económica y política; tejiéndose una serie de conflictos entre los artistas que se presentarán, el administrador del local y el calculador dueño. El elenco está compuesto por renombrados y talentosos actores, a quienes nada hay que reprochar: Clemen Morales, Pepe Bárcenas, Cecilia Capuñay, Keibi Kreimer, Carla Gozzer, César Padrón, José Medina y Rafael Sánchez derrocharon carisma y naturalidad al interpretar cada escena, siendo los puntos cumbre las partes cantadas, que tuvieron el elegante acompañamiento del piano en sus ejecuciones.

La obra es también un homenaje a una generación valiosa, los adultos mayores, quienes con su sabiduría y vivencias revelan a las nuevas canteras que las brechas generacionales no son impedimento para encontrar puntos de coincidencia si de arte se trata. Una celebración a las buenas épocas, una invitación a recordar la galantería y picardía que ofrecía el entretenimiento de aquellos años, en fin, un pasaje de ida a reencontrarse con la mística del espectáculo teatral llamado “Teatro dentro del teatro”.

Me permito mencionar que es mi primer acercamiento a una puesta hecha por artistas con una experiencia innegable y con un argumento tan sólido como generoso. Definitivamente, una obra significativa, la cual merece traspasar todas las brechas generacionales. La invitación está hecha.

*Espectáculo de variedades, en el que se alternan actuaciones musicales humorísticas y de otra índole. Tomado de la web: https://es.thefreedictionary.com/variet%C3%A9s    

Maria Cristina Mory Cárdenas
4 de agosto de 2018

Crítica: PROMETEO ENCADENADO


Prometeo contemporáneo

Danza, poesía, música y un elenco de actores confabularon para llevar a cabo Prometeo Encadenado, una versión libre que tuvo lugar en el teatro de la Asociación de Artistas aficionados. Prometeo fue un semidiós que, al ver lo mal que lo pasaban los mortales en la Tierra, decidió robar el fuego sagrado durante una celebración en el Olimpo, causando que Zeus lo condene a estar encadenado a una roca de por vida. Esta versión teatral tiene la peculiaridad de basarse en códigos que van desde el uso de poemas de distinto autores hasta coreografías que invitaban al espectador a indagar qué es lo que la historia de Prometeo podría decirnos hoy en día.

La representación tuvo como antesala una breve explicación de la directora del montaje, Fabiola Alcázar, quien se encargó de explicar la historia de Prometeo. Esto sirvió para poder darle protagonismo a las herramientas que el montaje utilizó para contarnos la travesía del semidiós. Aquí no importaba si sabías o no la historia de Prometeo. La obra se encarga de construir imágenes que nos hacen prestar atención a lo importante: lo que una historia como esta tiene que decirnos. Estamos hablando del caso del  primer benefactor de la humanidad, del primer condenado por desobedecer un poder absoluto y ayudar a quien lo requería.

Los actores involucrados interpretaron más de un papel y se dieron abasto para poder sintetizar este mito en escenas donde se lograron entretejer las imágenes, creadas desde la interpretación del texto y desde las secuencias físicas que los actores elaboraron. A lo largo de toda la obra, se sintió un trabajo coral, donde los actores estaban sincronizados con la misma calidad de energía en escena, de modo que se percibía la atención y la concentración de todo el elenco. A esto me refiero con trabajo coral, con el hecho de todos estar llevando la obra en la misma dirección, sin desentonar en ningún momento.

Los cambios de escena, al igual que el manejo de herramientas como luces y música, estuvieron controlados e incluidos en el ritmo que la obra tenía, hubo un buen manejo de estos elementos, de modo que ayudó a mantener el hilo conductor de la representación. Los vestuarios estuvieron diseñados de manera cómoda para los personajes, con lo que complementaban la imagen que cada personaje debía dar, sin necesidad de pomposidad que podría haber saboteado la puesta en escena.

Retomar historias como la de Prometeo exige una relectura cuidadosa de información que sea valiosa y, sobre todo, vigente para el aquí y ahora del lugar donde se representa. Es interesante ver cómo estas relecturas tienen lugar gracias a nuevas tendencias y herramientas teatrales contemporáneas que enriquecen la puesta en escena, de modo que no solo hay protagonismo de un mito, sino que hay todo un corpus escénico que atrapa al espectador. Prometeo fue un personaje que fue castigado por intentar hacer el bien a la humanidad, a costa de desobedecer las autoridades del Olimpo, el poder supremo. La pregunta es ¿qué tan común es eso ahora? ¿Se les hace familiar que exista un poder que termine reprimiendo las buenas intenciones de algunos? Se los dejo a su propia reflexión.

Stefany Olivos
4 de agosto de 2018

jueves, 2 de agosto de 2018

Crítica: TUS AMIGOS NUNCA TE HARÍAN DAÑO


La mascarada

Tus amigos nunca te harían daño de Santiago Roncagliolo, en esta ocasión dirigida por Beto Miranda, se presentó en el Centro Cultural CAFAE- SE con una propuesta ágil que expone la relación de un grupo de amigos en medio de una reunión de despedida.

La situación dramática la encabeza un miembro de este grupo, quien se enrumba hacia una vida dogmática basada en la figura de Dios, debido a que ha entendido la fe como una forma excepcional de amor. Este pensamiento contrasta con el modus vivendi de su mejor amigo, quien planifica una serie de experiencias libertinas (drogas, alcohol y sexo), para asegurarse que el futuro sacerdote toma una buena decisión.

Así, en esta noche destinada al exceso, se desatan en cada participante deseos cruentos, sagaces y egoístas, que ponen en riesgo el deseo de su amigo y pueden generar la ruptura total de este círculo.

Bajo este contexto, la dirección se concentra en generar una atmósfera de cotidianeidad donde los actores no confundan la broma con la farsa, ni la caricatura. Asimismo, la distribución espacial minimalista y las transiciones entre escenas generan sobre el escenario un movimiento fluido que permite transitar por la fiesta cómodamente, expectantes de la próxima revelación.

Las actuaciones permiten identificar rápidamente el perfil de cada personaje, sin entenderlos como cliché sino como aquellas personalidades que uno encuentra en su propio grupo afectivo. Además, desarrollan sutilmente su máscara, escondida detrás del vestuario y el carácter, para finalmente lograr ese embuste que aparece intempestivamente y que es eje fundamental del texto.

Cabe resaltar la performance de Joel Soria como Otto, que es un personaje esencial ya que distribuye los hilos de toda la trama y permite al espectador respirar con su espontaneidad y lucidez. El mérito del actor reside en la dificultad para componer un personaje cómico con total naturalidad.

En definitiva, Tus amigos nunca te harían daño es un espectáculo dinámico que desarrolla con verdad sus circunstancias y retrata la sensación de que somos máscaras, capaces de liberar nuestra esencia en tanto nos obligue la necesidad, así sean los nuestros los que estén en frente.

Bryan Urrunaga
2 de agosto de 2018

Crítica: ZOOCOSIS


La incertidumbre que esconde el futuro

Corre el año 2056 y la sobrepoblación en la Tierra se ha convertido en un problema que la Gran Familia enfrentará desde la clandestinidad, iniciando un proceso de selección para crear una sociedad nueva, libre de ideologías y pasiones. Para ello, elegirán a cuatro candidatos de distintas edades y realidades, poniéndolos a prueba y llevándolos a lo más extremo, con tal de renovar a la raza humana. Es la trama que gira en torno a Zoocosis, escrita y dirigida por Emilie Kesch y Paola Terán.

Una propuesta retadora, que en el plano audiovisual abarca distintos elementos: dos cubos gigantes (que aluden a cuartos), las narraciones en off, el vestuario, los efectos de sonido y luces fueron bastante acordes con la visión futurista de la obra. De otro lado, los personajes estaban cargados de ciertas características particulares: en el caso de Fernando Pasco (que interpretaba al Moderador de Humanidades) y de Carolina Niño de Guzmán (la Moderadora de Producción), sus ejecuciones fueron correctas, ya que estaba claro que tenían la misión de cumplir con el proceso de selección; en tanto que Lilian Nieto (como Reclusa Parda) y José Medina (como Araña Calavera), contrariados por sus ideologías, pugnaban por sobrevivir, logrando acoplarse mucho más que sus compañeros Alessa Esparza (Sarda) y Paris Pesantes (Mukota), quienes tenían la difícil tarea de manejar sus debilidades y emociones.

Zoocosis representa un encuentro entre el pasado y futuro, una sucesión de hechos que han desgastado a la humanidad, que necesita ser salvada y dotada de nuevos integrantes, más fuertes, más racionales y quizá, menos emotivos y empáticos.

Una obra que en su narrativa se tornaba difusa y codificada por momentos, sin dejar la verdad en cuanto a los temas de fondo que se tocaron: los acontecimientos históricos que marcaron un antes y después en la sociedad, el poder desmedido, la supervivencia de los más fuertes y la incertidumbre de un futuro que, en su versión más fatalista, sería lo que esta puesta nos ha mostrado.

Maria Cristina Mory Cárdenas
2 de agosto de 2018

Colaboración regional: TRILOGÍA DE UNA DESPEDIDA


Escrita por Diego La Hoz y presentada por Gallito de Papel

Ante la crisis de espacios teatrales, muchos de los colegas de la ciudad han optado por la brillante idea de la transformación de espacios convencionales, es lugares teatrales.

Esta alternativa está siendo bastante usada por los gestores teatrales arequipeños. Una casona, un auditorio, un galpón, un par de luces, sillas de madera o de plástico, todo sirve y todo ayuda para que el teatro impere y crezca.

Muchos de los grupos y colectivos arequipeños van tomando esta iniciativa, esta vez hablaremos de los amigos de la Asociación Cultural Gallito de Papel, a raíz de la puesta en escena de la obra “Trilogía de una despedida” de Diego La Hoz, a cargo de la dirección de Renato Oviedo y con las actuaciones de Grace Lizárraga, Estefani Bengoa y Pedro Herrera.

Nos recibe una puerta de madera, antigua, como antigua es la casa, pero no hay que confundirse, no es cualquier casa, aquí nació Mariano Melgar. Y es que nada pasa por coincidencia.

El teatro se ha adueñado de esta casona, en el segundo patio se venden las entradas y una sala ha sido acondicionada para recibir al público con unas cuantas filas de asientos. Un espacio para los actores, colmado del calor de los tachos y con la escenografía suficiente, tres bancas, un par de percheros y una pecera con un carpín dorado.

La obra fue realmente una vivencia. Conmovedora desde el texto y la puesta en escena, con recursos necesarios en cuanto a lo técnico, dejando el peso del montaje a los tres actores, quienes nos llevan a través de tres historias donde el adiós es el tema central.

Una niña que dialoga con el padre ausente, una pareja que es obligada a despedirse, y una hermana con un recuerdo presente. Estas tres historias componen trilogía de una despedida.
Un trabajo pulcro que el público supo agradecer con el aplauso.

Esta obra participó en la Muestra Regional del año pasado (2017) en Cusco, y logró quedar entre las seis primeras obras seleccionadas; luego, por temas de distancia, no pudieron presentarse en la Muestra Nacional en Huánuco, pero aprovecharon para hacer una breve temporada aquí en Arequipa.

Esta es la segunda vez que se pone “Trilogía de una despedida” en Arequipa. La primera fue en el 2014, bajo la dirección del mismo Diego La Hoz en teatro Umbral.

Estaremos atentos a las nuevas puestas de los chicos de Gallito de Papel y a cuento trabajo se realice en la ciudad.

Es necesario que busquemos nuevos lugares y formas para hacer teatro, gracias a los chicos de Gallito de Papel, gracias Diego, seguimos adelante.  

Mauricio Rodríguez-Camargo
Arequipa, 2 de agosto de 2018

miércoles, 1 de agosto de 2018

Colaboración regional: FAE CUSCO 2018


Teatro en la Ciudad Imperial

Del 12 al 20 de julio se desarrolló en Cusco el 5to Festival de Artes Escénicas Phanchiriyninchis 2018, teniendo como uno de sus principales objetivos el de difundir las creaciones escénicas locales y nacionales. Este festival tuvo una gran orientación hacia el teatro, poniendo en escena diecisiete obras de teatro  de diferentes estilos, estéticas y trayectoria. Las puestas solo fueron de Cusco y Lima, lamentablemente no hubo presencia de otras regiones, lo cual le  hubiera dado una visión más nacional al festival, tal como lo apuntan en sus objetivos.

Hay momentos en el oficio que se vuelven hitos en la memoria y una referencia cuando uno evoca a los  maestros;  uno de estos instantes se dio en el Teatro Municipal de Cusco, cuando se presentó Edgar Guillén con su unipersonal “Ricardo III”: ver al maestro con más 60 años en el oficio (con 80 años de edad) a 3,300 metros sobre el nivel del mar, con una voz limpia, con un cuerpo claro, con acciones definidas, tomando el espacio haciendo una magna representación del último monarca de la Casa de York, fue una clase maestra sobre el oficio, sobre la vida y un verdadero privilegio para los presentes esa noche. Después de la obra se hizo un merecido homenaje al maestro Guillén. Así también se homenajeó a Hugo Bonet, como acto final del festival.

De  Lima llegaron  a presentarnos su arte diversos grupos; entre ellos, Espacio Libre, con “Ratsodia, oda para curar el insomnio”, sobre dos ratas que actualizan su discurso y nos llaman a la reflexión; el grupo Chaski Q´enti, con la obra “Mujeres de Anta”, bella puesta que nos dio el placer de ver a la maestra Débora Correa en escena; al Colectivo Escénico Angel Demonio, con “Curandero”, que nos da su versión de una “limpia” escénica donde vemos códigos de la cultura chicha representada y transformada; Integro Teatro, con “SPIRALA”, obra multidisciplinaria que puede gustar o no, pero muestra una estética desarrollada a través del tiempo por el grupo.

Entre los representantes de Cusco podemos mencionar a la obra “Cuando suenan los jiwayros”, a cargo de la Asociación cultural Q´ente, escenificación que nos llama a la memoria; Ikaro teatro, con “Frida Kahlo viva la vida”, que nos da un encuentro con Frida; Grupo Darte, con “Los Amarus”, donde nos cuentan historias para volar, para soñar; Teatro del vacío, con “Máquina Hamlet”, una furiosa representación que quiere despertar la memoria; Teatro Laboratorio Cusco, con “5 metros de poesía”, basada en la obra poética de Oquendo de Amat; Intruso teatro, con “Noche Oscura del Cuerpo”, un viaje por la obra de Jorge Eduardo Eielson, entre otros artistas.

Un momento que vale la pena mencionar es la llegada de la actriz cusqueña Anahí Araoz –La viajera del sur- al Centro de Rehabilitación de Menores Marcavalle; después de pasar por los controles de ley, escoltada por los guardias que con la mayor amabilidad que pueden tener unos guardias de este centro de rehabilitación, la llevan al comedor, que en esta ocasión servirá de un teatro improvisado; se ponen dos parantes, cuatro tachos led que no alumbran, pues es de mañana y el sol cusqueño inclemente se filtra por todas las ventanas, se coloca un proyector cuya proyección es lavada por el mismo sol que se filtra por las mismas ventanas. Todo esto no importa para Anahí: hay más de cien adolescentes que con ilusión de niños esperan ver, escuchar, quizás para no marchar en el patio como otros compañeros lo hacen en ese momento, o solo para respirar otro aire: un aire con olor a libertad. Ahí está Anahí, una guerrera del oficio que como dicen los maestros, aprieta el centro y va adelante pues como el colibrí, hay que hacer nuestra parte en este mundo.

Es muy bueno que el Ministerio de Cultura promueva manifestaciones culturales como este festival de artes escénicas y que en este Ministerio existan personas que impulsen, desde dentro, el desarrollo cultural; pero también no podemos quedarnos con ese sinsabor de decir que al menos se hizo, cuando es visible que la organización está entrampada en pasos burocráticos que entorpecen y diluyen los objetivos alcanzados con actividades como esta. No es solo hacerlo, es que este hacer llegue a la perfección y poder ser en algún momento un referente y que todos disfrutemos del oficio y del placer de reunirnos, de vernos.

Miguel Gutti Brugman
Cusco, 1° de agosto 2018