domingo, 31 de enero de 2021

Crítica: MUERTE EN EL AMAZONAS


Teatro en formación

Muerte en el Amazonas es una historia de intrigas y acertijos sobre un crimen. A primera vista, pudiese parecer que estamos hablando de un thriller, pero más bien fue un montaje familiar. La espera para que comience la función fue breve. La banda sonora fue lo que más destacó del montaje, por lo atractivo del sonido. Me gustó el aire de Sherlock Holmes de la acción dramática y la narración, aunque con un contenido cuidadosamente armado para que el espectáculo sea familiar.

La función fue visiblemente producto de un taller montaje, por esa razón y siendo justos, los actores eran aficionados y en formación. A pesar de que las actuaciones no fueron convincentes, el espectáculo sí fue interesante. El teatro que no se ve, que no está dirigido a un público, ¿qué sentido tiene que se llame teatro? En estos días de cuarentena, me ponía a repasar algunas anotaciones dramáticas y encontré una que me llamó la atención: “El teatro está hecho para todo mundo, incluso para los actores”. En estos tiempos donde hay personas que ven al teatro como una secta o un club social, puedo indicar que Muerte en el Amazonas es teatro y cumple un rol principalmente para su público: el familiar. Lo mejor fue precisamente que el montaje mantuvo su narrativa todo el tiempo, sin olvidar lo familiar y no caer en ámbitos criminalísticos. Desde ese punto de vista, fue interesante.

Los vestuarios y la utilería que usaron fueron semejantes a la realidad. Es de felicitar el empeño que hizo la producción en ello. También, durante la función, pedían al público interactuar, dejándonos pistas y pudiendo hacer pequeñas entrevistas a algunos personajes en grupos separados en la plataforma Zoom. Pienso que las felicitaciones principales son para el director David Vilcapoma, por lo original del proyecto y la dirección.

Enrique Pacheco

31 de enero de 2021

viernes, 29 de enero de 2021

Crítica: CUARENTENADOS


Un respiro en medio del confinamiento

Quien no recuerda esos incansables aplausos, todos los días a una hora exacta cuando inició la pandemia, como símbolo de esta crisis. Esos aplausos que dejaban ver que, aun confinados cada uno en su intimidad, estábamos todos en el mismo barco. Esos aplausos como agradecimiento a todas las personas que velaban por nuestra salud y a todos aquellos que seguían trabajando para que el mundo no se paralice. Producto de ello, pudimos reconocer a muchos vecinos de quienes no teníamos idea, debido a que vivíamos a mil el día a día, sumergidos en nuestras propias preocupaciones, ignorando así a quienes vivían a nuestro alrededor y que sin saberlo, podrían significar mucho en este encierro, como sucedió con los personajes de la obra Cuarentenados. Una propuesta virtual, escrita y dirigida por Leticia Narvarte, dramaturga española, precisamente durante el confinamiento y presentada en nuestro país. Demostrando así que el teatro une fronteras.

Bajo la producción general de La Maleta Teatro (España), la producción ejecutiva de Herbert Corimanya (Perú) y el apoyo de BUTACA Arte & Comunicación, Cuarentenados nos cuenta la historia de Emma (Emily Yacarini) y Nico (Luis Cárdenas Natteri), quienes se conocen cuando salen a sus balcones a aplaudir al personal sanitario y quienes poco a poco van acompañándose desde la corta distancia, hasta lograr una amistad que pronto se convertiría en amor.

Las actuaciones estuvieron cargadas de muchas emociones. A Yacarini la vimos en todo momento sumergida en el personaje, interpretando de manera creíble y verdadera a esa mujer que tiene que cambiar de emociones por las situaciones que se le van presentado; de manera clara y con total naturalidad va pasando de la alegría a la tristeza, de la tranquilidad a la incertidumbre u otras emociones que se le van presentando a lo largo de este viaje. Por otro lado, Cárdenas Natteri no se quedó atrás. No solo demostró la gran capacidad actoral que tiene, sino lo multifacético que es, pues cantó, tocó guitarra, además de ser testigos del fácil manejo que tiene para maniobrar de manera original a Zaborrilla, su fiel amigo títere, quien lo acompañó en todo momento y sirvió de intermediario para expresar cosas que a Nico le costaba procesar de manera normal, logrando en todo momento diferenciar a la perfección entre el personaje y el títere debido a la facilidad que tiene para ir cambiando de registro vocal entre la voz del personaje y la voz que le puso a este, logrando así convencer, divertir y conmover al público durante la transmisión.

Desde el inicio de la obra, combinaron de manera clara algunas imágenes que acompañados por una música de fondo complementaron ciertos momentos en los que veíamos a los actores solo hacer gestos y movimientos, o simplemente no se veían a los personajes, pero que ese recurso utilizado dejaba a la imaginación del espectador lo que estaba ocurriendo en ese momento, aportando positivamente al desarrollo de la obra. Otros aspectos que llamaron la atención fueron el escenario que utilizaron, el cual fue bien preparado, logrando dar la sensación que realmente ambos se encontraban cada uno en el balcón de su casa respectivamente, así como momentos en que se pasaban objetos, aparentemente de balcón a balcón y lo recibían de manera espontánea, logrando convencernos que efectivamente era real, notándose así la buena dirección que estuvo presente a lo largo de este trabajo virtual.

Sin duda, una obra interesante, con personajes creíbles, un escenario bien logrado, abordando temas de la coyuntura actual en el que no solo tenemos que lidiar con el encierro, sino con la impotencia de no poder salir y abrazar a nuestros seres queridos en momentos difíciles, momentos en los que probablemente la mayoría de los espectadores nos hemos visto identificados en muchas situaciones presentadas a lo largo de esta hora y media aproximadamente de duración que tuvo la obra. Sin embargo, este tiempo podría jugar en contra, si tomamos en cuenta que a veces la señal es inestable y más aún en hora punta, o que en algunos momentos podría ser un poco redundante, llegando a desconcentrar y por ende, perder la ilación en la trama o inclusive cansar al público.

Milagros Guevara

29 de enero de 2021

jueves, 28 de enero de 2021

Crítica: EL JARDÍN SALVAJE


Abrazo a la teatralidad

La crisis sanitaria, que viene extendiéndose ya casi por un año, no ha detenido la labor de los creadores escénicos. Desde los tempranos intentos por llevar propuestas de teatro a las pantallas de los dispositivos tecnológicos, mucho se ha experimentado, errado y avanzado hasta ahora. Además, las terribles deficiencias de nuestra conectividad, que han afectado a demasiadas propuestas en vivo,  ha animado a la comunidad teatral a adentrarse de lleno en el campo televisivo, con producciones pregrabadas en diversos espacios, pero manteniendo la teatralidad en su ejecución. Ese es el caso de El jardín salvaje, cortometraje escrito por Federico Abrill y dirigido por Omar Del Águila, grabado en el escenario de Agárrate Catalina y que mezcla de manera acertada elementos abiertamente teatrales en un relato de fantasía.

De entrada, Abrill nos propone una fábula que explora la imaginación y la libre creación de los más pequeños: un niño llamado Mí (Brayan Pinto) y su madre Má (Lucia Rua) llegan a la casa de la abuela; allí el muchacho encuentra un misterioso jardín habitado por Bicho (Karina Toscano), un ser incapaz de hablar pero que rápidamente traba amistad con Mí. La madre decide clausurar para siempre el jardín, pero Mí no está dispuesto a permitirlo. Todo atisbo de realismo en la historia es eliminado por Del Águila para abrazar de lleno la teatralidad, una necesaria decisión que le exige al público entrar en la convención acerca de la caracterización de los personajes: Mí luce muy mayor; la madre, demasiado joven; y Bicho es representado por una jovencita que hace piruetas en las telas que cuelgan del jardín. Las sólidas actuaciones y una historia que avanza sin tropiezos permiten el disfrute del espectáculo.

La dirección de arte, a cargo de Joseph Herrera, es atractiva y funcional, con una gran cantidad de cajas cercando el jardín y una iluminación que favorece los colores vivos y alegres. La composición musical de Gerardo Herrera acompaña con soltura las acciones. Escena Cultural y la productora Karen Guiselle Patiño ofrecen una entretenida y vistosa propuesta para toda la familia, que no solo le deja un mensaje muy positivo a los espectadores, especialmente a los más pequeños, sino que a través de su estilo nos hace extrañar la inimitable experiencia del teatro presencial. El jardín salvaje bien merecería una temporada presencial, cuando la crisis sanitaria sea controlada, para sumergirnos en la teatralidad que esta propuesta grabada nos evoca.

Sergio Velarde

28 de enero de 2021

miércoles, 27 de enero de 2021

Entrevista: ELIHU LEYVA


“Nada va a compararse con la magia de estar en el escenario.”

“Qué bonito fue cerrar el año así,” comenta Elihu Leyva, ganador del premio del público como mejor de reparto por la obra Chami y la Ciudad Dorada, durante el evento de Oficio Crítico 2020. “Como le digo a varios colegas, ha sido tan duro para todos los artistas escénicos y bueno, reconforta que alguien siga creyendo en tu trabajo.” Elihu  felicita a todos los compañeros que recibieron este reconocimiento por su arduo trabajo. “Creo que los artistas latinoamericanos luchamos mucho más que otros colegas de otros lados, eso la gente no ve.” Con formación de cantante, Elihu trabaja desde los quince años cantando en orquestas y participando en shows en café teatros, como el recordado Satchmo. “Entre estos ir y venir conocí a gente de teatro, como a Regina Alcóver, quien me habló de teatro y que me veía muy teatral en el escenario cuando cantaba.”

Inicios en la actuación

Un amigo convence a Elihu de asistir a un casting en el 2010, pues se estaba planeando un tributo a la serie norteamericana Glee. “Los actores tienen que cantar obviamente, yo le decía que yo no he estudiado actuación, solamente sé cantar,” recuerda. Sin embargo, pasó el casting e integró el espectáculo musical al lado de otros actores cantantes como Miluska Eskenazi (su futura compañera en Chami y la Ciudad Dorada). “Ese fue el impulso para llevar clases de teatro,” refiere Elihu, quien ya había llevado talleres de teatro muy cortos con Cesar Vargas y Fernando Bacovich. “Es entonces que decido tomar clases en Espacio Teatro Esencia con el maestro Gerardo Fernández para conocer sobre todo, el teatro musical; me empieza a ir mejor en el teatro, hice comerciales, todo comenzó a salir bien sin que lo haya planeado; en el camino pude aprender de grandes maestros, como Mateo Chiarella, y Denisse Dibós en Preludio.” Elihu, a sus 25 años, ya tenía una noción clara de cómo era la movida teatral en la ciudad.


A veces, la familia se encuentra algo renuente cuando uno de los hijos decide seguir el camino artístico. En el caso de Elihu, él se encontraba estudiando Ciencias de la Comunicación y en paralelo Teología, pues entre sus planes estaba ser sacerdote. “Bueno, mi papá siempre me ha apoyado en todo, pero sí me costó explicarle la situación a mi mamá,” recuerda Elihu. “De pronto ella vio interrumpida mi carrera por todo lo que me estaba pasando; obviamente, el arte me atrapó.” Siempre existe el temor, acaso más en Latinoamérica, en ciertos padres que asumen que una carrera artística no podrá sostener económicamente a sus hijos. “Yo le expliqué a mi mamá que me fue mucho mejor de lo que podía haber esperado; por ejemplo, yo trabajaba en Cinemark para Recursos Humanos, ellos sabían lo que yo estaba haciendo y que mi prioridad era el arte, así que el día que ya no pueda controlar ese tiempo, pues iba a renunciar.” Lamentablemente, la crisis sanitaria actual ha golpeado profundamente a toda la comunidad teatral, que ha tenido que reinventarse por completo para salir adelante.

De lleno en las Artes Escénicas

Cada uno de los maestros que ha tenido Elihu ha marcado su carrera; no obstante, menciona con especial cariño al director de Chami y la Ciudad Dorada, Gerardo Fernández. “Creo que por todo lo que he aprendido de él y sobre todo, es el que me ha retado más,” confiesa Elihu, quien conoció a Fernández como asistente de dirección en una puesta dirigida por Henry Gurmendi. “Recuerdo que cuando salíamos de escena, Gerardo siempre nos daba feedbacks muy precisos y me ayudaba para poder corregir las cosas y ser mejor; bueno, a otros no les gusta, pero a mí, sí me gusta exigirme.” Elihu es de los actores que no pueden permanecer mucho tiempo realizando siempre el mismo trabajo interpretativo. “Si hago algo igualito todo el tiempo, me aburro; por eso Gerardo siempre nos exigido mucho, a veces le tenía cólera (risas), no lo soportamos y hasta aparece en mis pesadillas (risas), pero creo que el actor no debe estar cómodo, y gracias a su exigencia he podido sacar cosas que no sabía que podía hacer.”


“Un buen actor de teatro de teatro debe, primero, tener escucha activa,”
afirma Elihu. “También, saber desprenderse de todos los complejos que uno pueda tener, todos podemos tener problemas y haber pasado cosas en la vida, pero creo que para que puedas transmitir algo tienes que interiorizar las experiencias y deshacerte de todas esas cosas que hacen bulla.” Agrega además que es vital la empatía en el intérprete. “Uno debe sentir al público, no es lo mismo que hacer televisión, con el teatro sientes el público que es el medidor; eso nadie te enseña, lo vas adquiriendo.”

Por otro lado, Elihu señala que un buen director de teatro también debe tener empatía y deben saber escuchar. “A veces he tenido directores que se cierran un poco en su idea, lo que es válido también, pero es más rico el trabajo al final cuando están conectados el dramaturgo, el director y el actor, y si es un musical, con el director musical.” Cuando los cuatro artífices del espectáculo tienen comunicación, la obra llega a ser un éxito. “Creo que como en todas las carreras hay gente que nace con talento,” añade. “Pero hay gente autodidacta que también puede lograr muchas cosas buenas, pienso que es un equilibrio de ambos.”

Experiencias y personajes


Uno de los personajes más queridos que Elihu llegó a interpretar fue el de Ángel, del aclamado musical Rent. “Participé en la segunda versión, estuvo Mayra Goñi, Sebastián Abad, entre otros,” cuenta. “Para ese trabajo ensayaba hasta de madrugada, fue muy complejo a nivel vocal y la obra me exigió bastante; pero creo que ese resultado me abrió varias puertas, porque por esa obra me llamaron muchos directores a felicitarme, entre ellos, Mateo Chiarella.”

Otro excelente personaje en la carrera de Elihu fue el que interpretó de manera virtual en Chami y la Ciudad Dorada, pero Elihu lamenta el cierre de los teatros y el pare obligado de las obras presenciales. “Cuando hablábamos con los compañeros del equipo lo que predominaba era la tristeza, porque ¿cómo vamos a interactuar con la gente?, ¿cómo sabemos cómo lo van a tomar?” Elihu no tenía mucha experiencia actuando frente a una pantalla en vivo, pero los resultados de Chami y la Ciudad Dorada fueron muy auspiciosos. “La manera en la que se adaptó fue muy buena, tuvimos funciones incluso en provincias y para otros países; además, el mensaje era tan importante para el público infantil y eso, nos demostró que sí se puede; pero claro, nunca va a compararse con la magia de estar en el escenario.”

Elihu tiene actualmente un proyecto virtual llamado "Showline" en el que propone diferentes tipos de shows artísticos, principalmente enfocados al público infantil, entre ellos Te cuento un cuento, que consiste en cuentos teatralizados e interactivos a través de una plataforma virtual. “Lamentablemente, varios actores que pertenecemos al elenco del musical del Bicentenario de Lima “La Mariscala”, íbamos a estar en temporada en septiembre del año pasado, pero se postergó por la pandemia.” Además, participó en un proyecto piloto dedicado a los niños. “Y estamos a la espera para que salga al aire,” concluye.

Sergio Velarde

27 de enero de 2021

martes, 26 de enero de 2021

Entrevista: LADY GALLOSO


“Una buena actriz de teatro escucha más y se excusa menos.”

“Me dio una alegría muy bonita el haber podido ganar, estando tan lejos,” nos comenta Lady Galloso, ganadora del premio del público por la obra Secuestro, en el evento de Oficio Crítico 2020. “Sobre todo en estas condiciones, te devuelve un poco la esperanza, especialmente porque nosotros nunca pensamos en ser nominados, simplemente lo hicimos porque era lo que queríamos hacer, porque necesitamos crear pese a estar encerrados, como todos los artistas.” Lady se encuentra actualmente en Argentina; ella es peruana, pero se encuentra tramitando su segunda nacionalidad. “Crecí en el Perú, pero recién desde hace dos años me encuentro radicando aquí en Argentina.”

Baile y actuación

Las primeras experiencias artísticas de Lady fueron el colegio, pero en el apartado del baile.  “Lo mío fue creo, pura casualidad,” recuerda. “Lo primero que me llamó fue el baile desde chiquita; el teatro, no, honestamente, no; yo vivía en una burbuja y no sabía que podía ser actriz, nunca lo pensé.” Lady se pregunta por qué nunca entró al taller de teatro de chiquita; sin embargo, no se atormenta de no haberlo hecho, pues en aquel entonces no era el momento indicado para ella. Sí se valora en cambio la presencia de talleres artísticos en su colegio. “Creo que es importante que desde chicos nos den la posibilidad de probar entre diferentes cursos de arte y ya conociéndolos, poder decir sí o no.”

Fue de casualidad que, pensando en estudiar la carrera de Laboratorio Químico, Lady pasa por un taller de impro. “Me invitaron a participar y desde ahí ya no pude salir,” confiesa. Ella empezó en la ENSAD, teniendo ciertos problemas en casa. “Porque mi papá era el primero en decirme que el arte es bonito, ¡peeeero…! Yo quiero mucho mi papá y sé que le preocupaba mi futuro y creo que todo fue una lucha en convencer a mis papás de que yo podía estudiar teatro, sin descuidar la otra carrera.” No obstante, Lady fue interesándose más y más en las Artes Escénicas, ingresando a varios talleres que fueron puliendo su talento.

Estudios y maestros


¿Cuáles son los maestros más importantes que ha tenido Lady en su formación? Lady menciona a Willy Gutiérrez como uno de ellos. “Me acuerdo que me decía que tengo que pensar menos, que estaba bien analizar el texto, construir el personaje, pero una vez que ya tienes todo y ya lo pasas al cuerpo, entonces deja de pensar tanto y trata que tu personaje empiece a sentir.” Esa técnica le costó mucho a Lady, ya que ella considera que siempre piensa demasiado. “Me ayudó bastante para no preocuparme demás, al hacer las cosas.” Otro importante maestro fue Coco Chiarella, de quien aprendió a darle importancia a la palabra. “Él decía que todo es como una partitura, por más que no se esté cantando; es decir, hay una intención para decir las cosas, eso se me quedó mucho en la mente y cada vez que veo, por ejemplo, un texto donde se separaran muchas palabras  con una coma, siento que es una enumeración que debe acompañarse con un cambio de intensidad.”

Lady estuvo formándose dos años en el Aranwa Teatro y recuerda con mucho cariño a uno de los personajes que interpretó en esa casa de estudios. “Era un policía, no tenía nombre, me da mucho cariño y risa a la vez, porque me transformé en un hombrecito.” Muchos de sus compañeros se quedaron sorprendidos y alabaron el trabajo de Lady, además de Mateo Chiarella, quien le enseñaba en ese ciclo. “Me transformé completamente y llegué al punto de perder todo rasgo femenino al caminar y al hablar, no solamente por fuera con ayuda de maquillaje.”

Pisando el escenario

Peter Pan fue la primera experiencia profesional de Lady, estrenada en el Teatro Canout, un musical dirigido por Henry Gurmendi, un artista a quien admira mucho. “Es una de las personas que yo aplaudo de pie, porque le pone mucho corazón a lo que hace y sobre todo,  hace algo que en mi opinión deberían hacer muchos directores en nuestro país, que es hacer castings abiertos,” cuenta Lady. Continuamente se van formando actores y es importante brindarles la oportunidad de demostrar sus habilidades en montajes profesionales. “Es una manera de brindar la posibilidad no solo de conseguir trabajo, sino de demostrar lo que puedo hacer, uno se puede medirse con otros actores; yo puedo pensar que soy muy buena, pero cómo me doy cuenta si estoy lista.” Lady celebra la apertura de Gurmendi para darle la chance de brillar en escena a sus compañeros, sin distinción. “Sería muy bueno que el sol salga para todos.”

Lady recuerda mucho un montaje que le marcó la vida, estrenado en el teatro de La Cabaña. “Fue Salomé de Oscar Wilde,” confiesa. “Sentí que se me nubló la mente, no sé cómo explicarlo, sentía que no era mi cuerpo, no eran mis pestañas, no eran mis manos, que mi cuerpo ya no era mi cuerpo, sé que puede sonar como una locura pero me sentí así.” Fue esa intensa experiencia interpretativa la que le hizo decidir convertirse en actriz profesional.


Para Lady, una buena actriz de teatro debe cumplir ciertos requisitos. “Debe tener disciplina, compromiso y entrega,” menciona. “En la disciplina entra todo, desde llegar temprano, aprenderte tu texto, dejar el ego de lado, de ser más receptivo; escuchar más y excusarte menos.” Es evidente que la carrera del artista no es fácil y se necesita mucha perseverancia y paciencia. “Tienes que entregarte por más que vengan situaciones difíciles, las cosas se pueden solucionar, es importante no perder la fe, si lo piensas mucho te vas a atormentar.”

Por otro lado, para Lady, un buen director de teatro debería “saber cómo se prepara un actor, cómo le comunico lo que quiero ver y que me pueda entender.” Ella asegura que sabiendo cómo se comportan los actores, el trabajo de dirección será mucho más sencillo. “Creo que es un equilibrio entre confianza y no perder el estado de autoridad,” refiere. “Me ha tocado casos en que tengo mucha confianza con el director, yo puedo ser muy amigo de él, pero en el momento del trabajo, a pesar de la confianza y amistad, él es el que dirige el barco.” Resulta vital no perder el grado de jerarquía que existe durante un proceso de creación teatral. “Y la tercera condición, no menos importante, es la pasión; un director con pasión te contagia, es muy importante en todo tipo de profesional, alguien que no está muy motivado, pues al verlo debe contagiarle su pasión.” Lady nunca ha dirigido, pero sí ha asistido algunas veces en dirección y asegura tener muchas ganas de encargarse pronto de algún proyecto.

Proyectos en la virtualidad


En un inicio, el proyecto de Secuestro llegó a manos de Lady solo como lectura. “Marco (Antonio Huachaca, autor y director) es amigo mío de hace muchos años, me dijo lo que estaba haciendo, a mí pareció impresionante,” recuerda. “Entonces me propuso para hacerla, hubo algunos problemas con el tema de los horarios (dos horas de diferencia con Argentina) y conectividad, pero empezamos.” El elenco incluía al mismo Huachaca y al actor Luis Enrique Gastelú. “Las lecturas fueron muy divertidas, inclusive una vez cambiamos de papeles.” El texto planteaba una interacción cercana entre los personajes y eso preocupaba a Lady. “¿Y cómo vamos a hacer con la otra persona? Lo que me encantó de Marco es que me decía: ‘Ya lo vamos a solucionar, sigamos’; entonces era que los problemas nunca terminaron de ser problemas.” Lady tuvo entonces la confianza para seguir adelante, a pesar de querer siempre saber todo de todo. “Incluso la obra estuvo mejor de como la imaginamos.”

Lady disfrutó mucho de su trabajo en Secuestro. “Los dos (Huachaca y Gastelú) son dos profesionales de primera, era como te decía: esa pasión, esa entrega contagia y me dio mucha ilusión.” Ella siempre quiso trabajar juntos, pero en Perú no se daba la oportunidad. “Justamente estando en pandemia y en otro lado, pudimos hacer esto gracias a la tecnología; dentro de todo lo malo, por lo menos se puede continuar y yo estoy muy de agradecida con los dos, porque todos apuntamos hacia un mismo objetivo y eso es lo bonito, nada te puede retrasar, porque todos están jalando hacia delante.” Justamente, Lady viene trabajando con Huachaca en una obra que se llama Padre nuestro, al lado del actor André Moyo, la cual va a estrenarse el viernes 12 de febrero. “Va a estar muy divertida, nosotros nos estamos divirtiendo mucho y esperamos que ustedes se diviertan también con nosotros, a puertas de San Valentin, con esta comedia romantica,” concluye.

Sergio Velarde

24 de enero de 2021

miércoles, 20 de enero de 2021

Entrevista: WENDDY NISHIMAZURUGA


“El teatro es un trabajo vivo que siempre evoluciona.”

“Yo me enteré que tenía familiares relacionados con el arte y con el teatro ya habiendo entrado en facultad,” menciona Wenddy Nishimazuruga, ganadora del premio del público en el evento de Oficio Crítico 2020 por su actuación en El proceso. “Por alguna extraña razón, siempre me ha gustado hacer reír a mi familia, antes de saber qué era un personaje, un sketch, una escena, siempre quería hacerles algo desde muy chiquitita.” Ya cursando Primaria, Wenddy entró en todos los cursos extracurriculares de su colegio, pero no se hallaba en ninguno. “Hasta que entré a Teatro y me dije ¡wow!, ¿qué es esto?, ¿por qué no entré antes?” Eventualmente comenzó a actuar en obras grandes, con venta de entradas al público de fuera, para así recaudar fondos para la obra del año siguiente. “Teníamos actores invitados (mi colegio era solo de mujeres) y cada vez me tocaba un personaje más protagónico y me dije que iba a estudiarlo afuera.”

La importancia del Teatro a temprana edad

Wenddy recuerda con mucho cariño una de las obras que hizo en el colegio: fue la princesa Jazmín en Aladino. “Fue bravazo,” comenta. “Tenía un profesor de teatro, Giovanni Sanoni, él se preocupaba por todo, adaptaba textos de películas o de obras de teatro que había, se metía en toda la producción y trataba de hablar con la APAFA para convencerlos de por qué es importante un elemento en el escenario y no quitarlo del presupuesto.” Wenddy aprendió no solo actuación, sino de todo el montaje detrás. “Creo que recién se está entendiendo la importancia de las artes en el desarrollo de una persona, así como hay diferentes inteligencias, hay diferentes habilidades que uno necesita para la vida,” asegura. “Yo encontré en el teatro que para mí era válido ser diferente, no ser del montón, ser tímido; uno puede ser tímido, pero lo importante es que se haga las propuestas, que hagan tanto en escena como en la vida, con seguridad, con la convicción de que está bien probar, de lanzarte a decir algo nuevo, de pensar algo nuevo y eso me ha dado el teatro.” Para Wenddy, las personas deberían valorar más las Artes Escénicas, porque actualmente nos falta mucho la parte humana para de ahí aportar a la sociedad. “El Teatro te ayuda a trabajar en comunidad, a escuchar, no solo de manera auditiva, sino la atención en general de todo lo que está sucediendo a tu alrededor, tu mirada en 360° y eso lo utilizas en la vida; ¡todos los colegios deberían llevar Teatro!”


En esa época, Wenddy pensaba postular a otra carrera, la de Ingeniería; sin embargo, la oportunidad de participar en la grabación de telenovelas para Astral Televisión no le fue indiferente. “Había un casting, entonces fui y me llamaron; los jefes de casting me preguntaron si no pensaba tomar en serio la carrera de actriz y me recomendaron Artes Escénicas en la Católica.” Wenddy tuvo muchísima suerte al tener un más que competente grupo de profesores a lo largo de sus estudios universitarios. “Me tocó una promoción en la que cada maestro era más genio que el anterior, como Teresa Ralli (a quien amo con todo mi ser), Alberto Isola, Luis Peirano (mi primer profesor de actuación), Alejandra Guerra, Coco Guerra, Alfonso Santistevan, Alonso Alegría y Carlos Mesta; si me preguntan con cuál me quedo, pues con todos en general.” Hasta el día de hoy, Wenddy refiere seguir haciendo mucho trabajo físico, el que le enseñó Ralli. “También sigo haciendo cosas que me enseñó Alberto en Actuación 4, aparte que llevé todas las Historias del Teatro con él ¡imagínate!, eso se te queda grabado en el cerebro.”

Primeras experiencias profesionales en escena

La primera obra profesional en la que Wenddy participó fue La vida es sueño (2007) dirigida por Peirano, el espectacular auto sacramental estrenado en la Catedral de Lima, con un numeroso elenco. “Se me había pasado la fecha para postular para el montaje,” recuerda Wenddy. “Le dije a Lucho: ¡Dame el trabajo que quieras, barro el piso, pero, por favor, déjame entrar! Y entré primero como tramoya (que se le conocía como curoco) y poco a poco, comencé a apoyar más en el equipo de dirección.” Finalmente, ante la lesión de una de las actrices del grupo que lideraba Ralli, Wenddy cumplió su meta de actuar en el espectáculo, reemplazándola en escena. “Me metieron de frente a escena, fue mi primera experiencia y fue enorme.”

Para Wenddy, una buena actriz de teatro tiene que estar dispuesta el juego, siempre proponer cosas nuevas y ser muy creativa. “Aceptar las propuestas, porque estamos en vivo; escuchar la propuesta del equipo y si la mía no funcionó, pues escucho al otro y continúo el juego.” Resulta indispensable el mantener viva la escucha en escena. Por otro lado, Wenddy asegura que un buen director de teatro debe escuchar a su equipo en general, no solo a sus actores, sino las propuestas de todas las áreas, del diseño de iluminación, de producción, de vestuario, etc. “También tiene que ser curioso para el juego y probar cosas nuevas; por ejemplo, a mí no me molesta cuando cambian las cosas a mitad de temporada, porque creo que todo trabajo vivo muta, siempre evoluciona.” Agrega que todo buen director tiene que ver todo lo que hay en el mercado local y también, saber de hechos históricos y conocer el mercado internacional. “Hay que mirar lo que está sucediendo; hay gente que dice: ¡Yo soy un gran director!, ¿y cuáles son las últimas obras que has visto?, bueno… ninguna, ¡¿entonces?!”

La producción en televisión


“Cuando comencé a trabajar en teatro profesional, estuve largo tiempo en Raquel en llamas, la compañía de teatro de Rocío Tovar, mi maestra, mi hermana, mi compañera, mi todo,”
confiesa Wenddy. “De hecho ella me enseñó un montón y ahí conocí a Ricardo Morán, lo asistí en tres obras de teatro, entre ellas, Casi normal (2011), que fue el primer musical que hacíamos en Lima con banda en vivo.” Después de la temporada teatral, Morán le comenta que estaba por aceptar un proyecto en la televisión, pero delante de cámaras y le asignaba a Wenddy un primer trabajo dentro de la producción. Ese fue el primer Yo soy, el conocido programa de imitación. “Dirigí la parte de la puesta en escena, el trabajo de interpretación, durante 25 temporadas en casi 8 años.”

Wenddy trabajaría después en otros programas, como seis temporadas de La Voz Perú (para niños y adultos), Fama Contrafama, Los Reyes del Playback y Los cuatro finalistas. “Hicimos un montón de programas en los que yo enseñaba interpretación y luego me encargaba de todo lo que era la dirección y la puesta en escena puesta en escena,” refiere. “Es como dirigir teatro, pero en tres minutos y desde las bases del teatro, les decía a todos los cantantes, los originales y los imitadores a quienes llamaba cantantes actores, desde la base del análisis del texto, qué dice la canción, cuál es tu acción, tu objetivo, tu obstáculo.” Wenddy siempre introducía elementos de teatro en su trabajo de dirección. “Le metía un poquito de teatro en la vida de cada uno y desde ahí agarramos todos los personajes, ha sido muy bacán, muy divertido y he aprendido un montón, he conocido a gente con la que no esperaba trabajar, fue súper bacán.” En ese sentido, Wenddy recibió el llamado de la gran cantante Eva Ayllón, para hacerse cargo de la dirección artística del concierto de lanzamiento de su disco Un bolero y un vals 2 (2018) “Dirigir a una artista tan consagrada como ella, incluso a nivel internacional, fue una de mis mayores metas alcanzadas, estoy muy orgullosa.”


Acerca del talento, Wenddy cree que se puede nacer con él, pero también se puede cultivar en el camino. “He trabajado varios años y he visto gente súper talentosa en los programas que yo trabajaba y también veía gente con no mucho talento: los talentos que se quedan dormidos se quedan en un nivel y los chancones los sobrepasaban.” Resulta pues importante para Wenddy el tener talento, pero además saber pulirlo. “Probablemente esa sea la mayor chamba de todas: si tú no desarrollas tu talento, pues se va; hay que entrenar siempre.”

Los proyectos en la virtualidad

“A mí no me chocó la virtualidad,” revela Wenddy. “Toda mi vida, desde la época del antiguo Messenger, yo vivía conectada a las videollamadas, porque toda mi familia está fuera del país.” Cuando apareció la pandemia y la comunidad artística se volcó a las plataformas virtuales, Wenddy ya llevaba cerca de 15 años relacionándose con la pantalla. “Sí ha sido difícil en el sentido de la plataforma, que se te cae la red, a veces uno quiere hacer muchas cosas, pero no los puedo hacer desde un encuadre; pero el sentir al otro vivo, la sensación de convivio, eso yo creo que no le falta; además, sentía la relación constante de acción y reacción e incluso puedes sentir los mismos nervios cuando la gente te está viendo al empezar a llenarse la sala, es igualito.”


¿Todos estos proyectos virtuales continuarán una vez superada la crisis sanitaria? Para Wenddy, sí continuarán, y en paralelo con lo presencial, a pesar de la incertidumbre de cómo serán los próximos acontecimientos. “Todo esto es un caos,” asevera. “Todos sabemos que ha sido muy difícil llenar una sala, sobre todo los independientes y llenar una sala con estas condiciones y que además ese porcentaje chiquito de aforo rinda para toda la producción, cuando producir en esta época es mucho más caro, agregándole el añadido de los protocolos de la producción, pues creo que muchos vamos a seguir en la virtualidad.” Obviamente, los proyectos en línea permiten la disminución de costos de producción y el público ya no tiene excusas para no asistir, pues cierran la ventana de su trabajo y abren la otra del espectáculo en segundos. “La gente va a tener la necesidad de salir, de socializar, eso no lo discuto; pero creo que para muchos, la virtualidad va a ser más práctica; pero insisto, sin desestimar que todos extrañamos volver al teatro.”

Wenddy comenta que tiene varios proyectos para este 2021, dentro de la virtualidad, con Daniel Goya, autor y director de El proceso. “Me lo encontré un mes antes de la cuarentena, haciendo un taller de teatro, luego me invitó a otro taller como actriz y él, como director y nos agarró la virtualidad; comenzamos a jugar un montón con los ángulos, con los colores, los filtros y nos divertimos tanto hasta que surgió El proceso.” Actualmente, Wenddy forma parte de El Club de los Aquellos, colectivo que viene preparando varios estrenos virtuales. “Tenemos un calendario muy interesante, estrenamos esta semana Fronteras, una obra escrita y dirigida por Daniel Goya, y luego se vienen proyectos bien bacanes, bien interesantes, para todos los públicos en general,” concluye.

Sergio Velarde

20 de enero de 2021

martes, 19 de enero de 2021

Entrevista: YAMIL SACIN


“Este es un trabajo que es al mismo tiempo creativo, intelectual y de contacto.”

Nacimiento, espectáculo unipersonal en homenaje a Samuel Beckett, fue el vehículo escénico virtual perfecto para el lucimiento del actor Yamil Sacin, quien ganó el premio del público en el evento de Oficio Crítico 2020. “Tenía siempre un interés en la actuación, pero relacionado al cine”, recuerda Yamil. “De pequeño fui a ver algunas obras, la que más recuerdo fue una de Oswaldo Cattone, Annie, era la que estaba más de acuerdo a mi edad.” No solo el cine, sino también programas como los de Biography Channel, con biografías de conocidos actores, o las películas en blanco y negro con artistas clásicos. “Después, bueno, vino la clásica por la que muchos de nosotros pasamos: la familia, que te decían ¡pero qué vas a hacer con tu vida!”

Encontrando el camino

Yamil no tuvo un taller de teatro fijo en su colegio, solo de manera esporádica y a cargo de un profesor de Arte que era mimo, pero que no enseñaba lo que precisamente sabía. “Seguro no estaba en la currícula”, comenta. “En época escolar, me pasaban la voz para hacer obras, pero en otros colegios y así me fui interesando y acercando más al teatro”. No es un secreto que (todavía) muchos colegios sacrifican las contadas horas de taller cuando tienen algún evento en especial. “Creo no entienden nada de la parte creativa del ser humano”, sostiene Yamil. “Se están cerrando otros cursos similares, como el de Filosofía, que son importantes por la crítica, porque el Arte no solamente es hacerlo, es también tener una crítica en relación con la sociedad, con sus roles y para percibir nuestra propia realidad.”


Ya adolescente con 17 años, Yamil empezó a participar como figurante en algunas producciones de Iguana. “Incluso participé en una obra de teatro con Leslie Stewart en el Satchmo.” Sin embargo, en aquellas épocas Yamil estaba más interesado en el tema de los Derechos Humanos, así que estudió Derecho. “Igual participaba en cosas esporádicas y yo mismo me decía hasta dónde voy a llegar con este hobby”. Terminada la carrera de Derecho, en la que estuvo becado prácticamente en toda su duración, estuvo practicando pero ahorrando en paralelo para estudiar teatro. “Y el primer taller que entré fue el de Roberto Ángeles; no pasé el primer nivel, pero estuve rondando por otros hasta regresar para sacarme el clavo.”

La inspiración de los maestros

Yamil tuvo a lo largo de todo su aprendizaje muchos maestros, quienes fueron puliendo su talento, como por ejemplo, David Carrillo. “Él tiene un gran matrimonio entre la teoría y la práctica, sabe cómo encajar perfectamente esa idea que el teatro también es un juego, lo sabe hacer aplicando todas las herramientas que dispone,” señala Yamil. “Y te las enseña para que las puedas comprender mucho mejor; por ejemplo, en su taller había muchas personas que tenían problemas para conectar, pero él buscaba la causa de la desconexión, la trabajaba y emparejaba al más rezagado; y al mismo tiempo, te contagiaba con ese entusiasmo, porque David lee mucho sus obras, hasta que encuentra una en la que dice ¡ya está!, y te llega a enamorar con la obra.”

Otro gran maestro de Yamil fue Alberto Isola, a quien describe como “una persona que tiene bastante experiencia en el teatro, pero cada obra la hace con la ilusión de un niño que recién la descubre, enamorado y admirado por ella.” Yamil recuerda los mensajes que recibía de Isola, a veces de madrugada después del taller, con información o videos de la obra. “Él estaba pensando constantemente en sus alumnos y enamorado de enseñar, porque le encanta enseñar, esa transmisión es muy importante, ese amor por el teatro.” Yamil menciona también al director de EspacioLibre, Diego La Hoz. “Es mi amigo, con una visión del teatro no solamente limeño sino a nivel nacional e internacional y siempre está retando las formas y rompiendo los moldes.” Reconoce en La Hoz una visión más amplia del acontecer teatral y como un amante de las artes escénicas en todas sus formas, especialmente en la de responsabilidad social. “Además, se nota el ritmo interior en los montajes de EspacioLibre.”

Experiencias dentro y fuera del escenario


Yamil ha venido participando en  interesantes puestas en escena de variado calibre, desde dramas como Vigilia de noche (2017) de Lars Norén, hasta comedias como Medias naranjas (2019) de Carlos Ruiz. Sin embargo, el personaje que más le ha costado interpretar, y al que le gustaría darle una segunda oportunidad para redondearlo, es el de Garcin de A puerta cerrada (2017), el clásico de Sartre que se presentó en el Teatro Racional, bajo la dirección de Manuel Trujillo. “Llegué a ese proyecto a solo un mes de estrenar, el texto es enorme, pero me quedé con las ganas de tener un poco más de tiempo para darle vuelta, siento que no llegue a cerrarlo por completo.”

Otra carrera contra el tiempo fue también la de Nacimiento, en la que Yamil tuvo solo dos semanas para preparar su personaje, ante la salida del actor anterior. “El tema técnico fue complicado,” comenta. “Es más, casi muero asfixiado en un ensayo cuando utilicé una lámpara de gas por primera vez, comenzó a llenarse de humo todo el lugar, parecía un incendio.” A pesar de los problemas, el espectáculo unipersonal fue muy atractivo, gracias al talento de la directora Carla Valdivia, quien dirigiera meses después Ofelia no estaba loca, otro interesante monólogo, que fue seleccionado por el premio Luces 2020 de El Comercio. “Carla es una gran amiga que conozco hace muchos años, siempre decíamos que vamos a trabajar juntos, pero nunca se daba la oportunidad,” refiere Yamil. “Tenemos una buena conexión, nos gusta viajar mucho a otras dimensiones, somos medio psicodélicos; a ella le encanta mucho la creación, es decir, los textos que sirvan para crear más, creo que es muy necesario para innovar, para presentar otras opciones también.”


“No voy a decir que un buen actor debe tener mucho talento,”
asegura Yamil. “Uno llega con pocos talentos a veces, pero depende qué tanta disciplina tengas para lograrlo; por eso creo que sí debe tener esfuerzo, disciplina y una correcta visión de a dónde quiere llegar; eso es algo que aprendí mucho con uno de mis maestros, Bruno Odar." Por otro lado, mucha gente llega acaso al arte pensando en qué va a ser famoso, pero Yamil afirma que eso sucede en muy pocos casos. “Debes estar preparado no rendirte, porque a veces económicamente las cosas no van bien; por eso, si yo en algún momento soy famoso o popular, sería por añadidura, porque no es que lo haya buscado; a mí me gusta vivir en el arte, porque es un trabajo que es al mismo tiempo creativo, intelectual y de contacto.”

Yamil ha incursionado en la dirección, tanto presencial como virtual, curiosamente en obras del gran dramaturgo peruano Sebastián Salazar Bondy, con Dos viejas van por la calle (2019) y En el cielo no hay petróleo (2020), esta última como lectura dramatizada. “Un buen director de teatro debe tener empatía, es muy importante ponerse en el lugar del otro,” afirma Yamil. “Es importante elegir el elenco y también saber leer e interpretar, es decir, tener una visión más amplia, de la estética, de la parte técnica, de la música.” Yamil se encuentra preparando algunos proyectos desde la virtualidad e incluso, uno presencial. “He sido convocado para la obra Héroes del Pacífico, por el bicentenario, todos los sábados de febrero y marzo, y la haremos en la locación que más me ha gustado: el cementerio Presbítero Maestro, en donde hice Don Juan Tenorio hace muchos años; me encantó el cementerio, me da bastante paz,” finaliza.

Sergio Velarde

19 de enero de 2021

viernes, 15 de enero de 2021

Entrevista: GIANFRANCO CRUZADO


“Una obra debe ser pensada para tener un impacto social mayor al mero espectáculo”

El proceso de Daniel Goya fue una de las sorpresas virtuales del año pasado, consiguiendo el premio del público como mejor videollamada. Oficio Crítico conversó con uno de sus protagonistas, Gianfranco Cruzado, a raíz del premio. “Tengo algunos tíos y una prima que tienen inclinación a la música, cantan o tocan instrumentos; por ahí creo que siempre estuvo presente el arte desde la infancia, sin embargo no de una manera profesional,” comenta Gianfranco. “Incluso un tío mío siempre quiso que fuera baterista, pero no se le cumplió el sueño.” Fue durante la adolescencia en la que comenzó el gusto de Gianfranco por el arte en general.

Maestros y aprendizajes

Durante los primeros años de Secundaria, Gianfranco no se consideró un estudiante muy suelto o extrovertido y tenía la idea de estudiar Derecho; es por eso que llevó algunos talleres, como el de Desarrollo de la personalidad a través del teatro, dictado por el maestro Reynaldo D’Amore en el Club de Teatro de Lima. “Su taller fue llevado hacia un contexto más teatral,” refiere. “Tuvimos algunas conversaciones después de clases, yo le dije que me gustaban mucho, yo tenía 15 o 16 años y él me dijo que por qué no probaba talleres para teatro, pues me decía que era bueno en lo que estaba haciendo, y yo todavía estaba pensando en estudiar Derecho.” Es así que Gianfranco llevó talleres en el Club de Teatro. “Ese fue el detonante en realidad para que cambie de mentalidad y D’Amore fue una de las bisagras en ese proceso.”

Gianfranco decide estudiar Comunicación Audiovisual, una carrera que le interesaba por su gusto al cine. “Y porque al principio, mis papás estaban un poco reacios de tener un hijo actor, como en muchos casos seguramente.” Es así que decide desarrollarse en el cine, penando más que en la actuación, en la realización de películas. “Entré a la Católica, a la Facultad de Comunicaciones; luego del primer ciclo me cambio a la especialidad de Artes Escénicas, porque por suerte en ese momento estaba todavía dentro de la misma facultad.” Es en aquel tiempo (2013) en el que Gianfranco se entera del taller de Roberto Ángeles, de quien todavía no tenía conocimiento. “Ingresé en el 2014 y terminé el 2015, fue año intenso; a mí Roberto me ha dejado muchísimo aprendizaje, lo considero como mi maestro actoral, uno de los que me marcó el gusto por el teatro y tuvo mucho impacto para que yo decidiera ser actor.”


Dentro de la especialidad de Artes Escénicas, Gianfranco tuvo muy buenos maestros, como la extraordinaria actriz Bertha Pancorvo, el director Malcolm Malca o la joven artista Vera Castaño, su jefa de Prácticas de Actuación. “De hecho fue Vera la que me comentó del taller de Roberto Ángeles,” recuerda. “Mencionaría además a Alfonso Santistevan, con quien llevé Dramaturgia, a quien respeto y admiro mucho.” Las herramientas brindadas por Santistevan le sirvieron a Gianfranco para aplicarlas en su trabajo posterior como actor y confiesa le ayudaron muchísimo. “Muchas de las enseñanzas que me dio para escribir un texto eran técnica e inspiración, como las ideas que tienes que tener en la cabeza para escribir un texto o las que se te cruzan de repente, pues hay que escribirlas y luego ver si funcionan o no.” Gianfranco denomina también a Alberto Isola como un profesor estupendo. “Fue mi maestro en la facultad y ahora en un taller que terminé el año pasado en la virtualidad; me ayudó a complementar todo lo que sabía y a aterrizar un poco el trabajo.” La carrera de Artes Escénicas significó para Gianfranco algo mucho más allá de convertirse en un actor. “Porque te brinda todo un grupo de herramientas, que no necesariamente te sirven para ser solo un actor, sino que permite desarrollarte en el mundo profesional del teatro y de las artes escénicas.”

Puestas en escena

La primera obra profesional que interpretó Gianfranco fue en microteatro y tuvo por título ¿Tanto te puede trastornar la vida un botón? (2016), escrita por Olivia Manrufo, compañera del taller de Ángeles. “Era una obra muy interesante que trataba sobre el aborto, la dirigió su esposo cineasta (Miguel Angel Moulet) y era la primera vez que estaba dirigiendo algo teatral, mientras que Olivia estaba metiéndose más a la dramaturgia.” Quizás el entrenamiento que recibió Gianfranco no era precisamente el de actuar una obra de 15 minutos cinco veces seguidas, incluso de madrugada. “Pero igual la experiencia fue bonita, creo que mucho hace el elenco y el texto; puedes estar en un montaje enorme, en un teatro enorme, pero mucho tiene que ver con el compañerismo que se genera dentro de la producción y el texto qué estás interpretando, si es que no te conectas, pues no funciona.”


¿Cuáles son los requisitos básicos que debe tener un buen actor de teatro? Gianfranco enumera, de manera subjetiva y sin un orden en particular, ciertas características que ha llegado a alcanzar y que le han permitido interpretar personajes. “Primero, la empatía con el personaje,” refiere. “Tiene que  dejar de lado el juicio, así esté o no de acuerdo con lo que hace el personaje.” Añade el compañerismo, pues el actor es una pieza dentro una historia que es como un rompecabezas, un elemento que complementa algo más grande. “Siempre hay que tenerlo presente, saber qué está haciendo tu compañero en el escenario, para complementarlo.” Finalmente, Gianfranco menciona la humildad del actor frente al éxito o al fracaso, a la trascendencia o intrascendencia. “Siempre tienes que tener los pies en la tierra, para no perder lo otro, porque si se te suben los humos, lo pierdes.”

Por otro lado, para Gianfranco, un buen director de teatro “tiene que escuchar a sus actores y actrices; nunca me ha pasado, felizmente, pero he escuchado anécdotas de algunos directores que ya tienen toda la obra concebida en la cabeza y ya saben cómo se va a plantear.” El problema llega con los actores, que cargan su propio bagaje de experiencias. “Si el director deja de escuchar a su elenco, esa obra no va a tener vida; el director debe estar escuchando y saber cuáles son las cosas que están proponiendo los actores en el escenario.” Agrega también la importancia del conocimiento de los hechos mundiales y de actualidad, para enriquecer sus puestas en escena. “Debe estar actualizado de todo lo que está sucediendo en el mundo, porque el texto viene con una carga; y si bien va a tomar vida en el escenario con los actores, el director tiene que saber de qué trata esa obra para poder enfocar de una manera pertinente el tema y para eso tiene que estar actualizado del mundo y de lo que está sucediendo; para mí, ninguna obra es una respuesta a los problemas, pero sí parte de una problemática, y tiene que tener un impacto social, comunitario y mayor al mero espectáculo -que también es parte de la obra- que nos permita cuestionar las cosas.”

“Es importante que un director sea consciente de todo el grupo humano que está manejando,” manifiesta Gianfranco. “Pero también hay que recordar la jerarquía, un director tiene finalmente la última palabra.” Es cierto que el director es la figura externa que ve todo lo que se está planteando en escena y es su deber estar pendiente de su elenco. Gianfranco recuerda que alguna vez dentro de su formación, su compañero y amigo Renato Rueda le tocó dirigirlo. “Estábamos en un ensayo y cuando aparecía una duda sobre si la acción que se estaba llevando a cabo era la correcta o no tenía verdad, Renato nos dijo ‘No se preocupen, muchachos, porque yo los voy a cuidar, no voy a dejar que les pase nada’, él estaba pendiente de nosotros.” Para Gianfranco, el director también puede ser un soporte para sus actores. “Para su trabajo, eso tiene que estar muy presente: tiene que cuidar a sus actores y actrices.”

Procesos virtuales


Si bien Gianfranco ya tenía cierto bagaje en la virtualidad, se vio obligado como todos a mudarse con sus proyectos al medio virtual. “Por ejemplo, mi taller con Alberto (Isola); el primer y segundo nivel fue presencial y en marzo nos cierran y lo terminas de manera virtual.” Gianfranco empezó los ensayos de su muestra con sus compañeros de manera virtual y estrenó antes de El proceso, por lo que ya tenía una experiencia previa, al lado de la actriz Wenddy Nishimazuruga con la dirección del mismo autor, Daniel Goya. “Era una obra que estaba pensada para un escenario, pero la trasladamos a la virtualidad; sin embargo, no queríamos perder esa teatralidad, es decir, en términos no tan naturalistas.” Goya planteó la puesta como una entrevista de trabajo virtual, pero con algunos detalles que escapaban de lo cotidiano. “Sí fue lo primero que hice en un estilo más naturalista, me refiero a sentarme frente a la computadora y recibir una videollamada, pero interpretándola.”

Con respecto a los futuros proyectos de Gianfranco, este confirma que viene trabajando con el colectivo El Club de Los Aquellos. “Tenemos ya un calendario para llevar proyectos  a la pantalla,” menciona. “Si bien es cierto las artes escénicas están por reabrirse, va a ser un poco complicado para la ejecución de esos proyectos, sobre todo para llevar al público, porque los presupuestos son limitados para los grupos independientes.” Gianfranco también está a la espera de un proyecto por concretarse, que podría ser virtual o tal vez presencial. “Todavía no lo sabemos, pero estamos viendo eso y esperando pues que lleguen más proyectos, yo estoy abierto hacia la virtualidad y también a lo presencial, pero con mucho cuidado,” finaliza.

Sergio Velarde

14 de enero de 2021

miércoles, 13 de enero de 2021

Entrevista: GIANCARLO CÓRDOVA


“Creo en el 50% de trabajo y 50% de talento”

Si bien el 2020 no fue un año con un gran número de propuestas escénicas virtuales para toda la familia (en comparación a las dirigidas al público adulto), las que llegaron a presentarse mostraron una gran calidad. Una de ellas fue Las aventuras de mi hermano Carlitos y yo de Sergio Ota, quien actuó en su misma puesta al lado de Giancarlo Córdova. Justamente conversamos con Giancarlo, a raíz del premio del público recibido en el evento de Oficio Crítico 2020. “Tengo tíos que son músicos, de repente por ahí se me pegó la vena artística,” nos comenta Giancarlo. “Yo empecé tarde, como a los 26 o 27 años; a veces, uno tiene las ganas de hacer algo y se dice: ‘Voy a hacerlo’, pero después el tiempo pasa, se pasa tan rápido, siempre estaba en otros trabajos y no lo hacía, hasta que me decidí a estudiar teatro.”

Inicios y experiencias


Giancarlo tuvo su primer acercamiento en el Museo de Arte de Lima MALI, siendo su primer profesor el maestro Ramón García. “Yo estaba buscando dónde empezar con lo del teatro, pero como para principiante total,” recuerda Giancarlo. “Ya en el MALI, Ramón me invita a participar en su propio taller, el TEFA en la Asociación de Artistas Aficionados, y yo acepté.” Un maestro como García siempre brinda buenos consejos y Giancarlo los supo aprovechar. “Él decía que siempre uno está para aprender de los demás, de la gente que ves en la calle, de otros actores; por más que haya muchos actores profesionales, con una gran carrera, igual todos ellos están en aprendizaje.” Y ciertamente, es un consejo que se puede aplicar a cualquier campo.

“También aprendí de Ramón que ese dicho ‘Zapatero a tus zapatos’ no funciona, porque uno puede y debe adaptarse,” añade Giancarlo. “Por ejemplo, uno está yendo por una línea de la actuación y de pronto, aparece la oportunidad del baile, del canto, de la animación, de algo más que tenga que ver con la línea artística, pues hazlo, hay que tomarlo.” Adicionalmente, Giancarlo participó en su primer montaje profesional con la Asociación Cultural La Compañía. “La obra se llamó Comedias, compuesta por tres obras cortas dirigidas por Alberto Herrera Jefferson y nos presentamos por dos fechas en el ICPNA del Centro de Lima.” Las puestas escenificadas fueron El de la valija de Sebastián Salazar Bondy, Pedida de mano de Anton Chejov y Farsa y justicia del Señor Corregidor de Alejandro Casona.  

Aportes, trabajo y talento


¿Cuáles son las características básicas que debe tener un buen actor de teatro? Para Giancarlo, son importantes siempre los aportes que puedan sumar a la obra. “Además, que acepte todo lo que se está armando para una puesta en escena, que tenga humildad.” En segundo lugar, menciona el trabajo y el esfuerzo que debe hacer al interpretar. “Empezando desde la puntualidad, hasta trabajar en ti como persona, eso se refleja en las cosas que haces.” Giancarlo siempre ha escuchado que el actuar es 90% de trabajo y 10% de talento. “Pero en realidad, yo creo que es 50/50,” admite. “Todo depende en cómo te vas formando en la vida, porque hay personas que tienen mucho talento, pero también hay otras que chambeamos (ríe) y que podemos hacer algo.”

Con respecto a los requisitos de un buen director de teatro, Giancarlo refiere “que no sea muy renegón (ríe)… ¡mentira! Creo que si va a dirigir una obra de teatro, tiene que haber actuado, para mí es un requisito indispensable.” Solo habiendo experimentado lo que siente un actor, el director podrá tener las herramientas requeridas para realizar un buen trabajo. “Para que sepa lo que se siente, estar ahí, en el escenario, delante de la gente.” Otro punto involucra a la llegada que pueda tener el director con sus actores. “Que sepa llegar a diferentes personalidades, porque si trabaja en grupo, tiene que saber llegar a todos y a veces, hay algunas personalidades fuertes; finalmente, creo que un director tiene que ser también un amigo más del grupo, así vas a tener un clima muy bueno de trabajo.”


Las aventuras de mi hermano Carlitos y yo
fue un excelente trabajo gracias al carisma de sus intérpretes, que no solo tuvo una generosa dosis de entretenimiento, sino que aporta muchos valores a los más pequeños. “El primer director que tuvimos no pudo seguir, así que la dirección la asumió Sergio (Ota).” Sobre el trabajo de su compañero en escena, Giancarlo solo tiene agradecimiento. “Aunque por momentos se le acababa la paciencia (ríe)… es que estaba haciéndolo todo; pero Sergio tiene mucho conocimiento, sabe cómo trabajar, te muestra videos, imágenes, así vas aprendiendo y creciendo.” Para este 2021, Giancarlo se encuentra distribuyendo su tiempo entre grabaciones de proyectos audiovisuales para diversas empresas, así como preparando un proyecto muy especial con una asociación cultural. “Estamos preparando microvideos con escenas clown para adultos, pero estoy dispuesto a aceptar los proyectos que se presenten,” finaliza.

Sergio Velarde

12 de enero de 2021

Entrevista: LUIS ALZAMORA


“Estoy agradecido de conocer mi cuerpo desde la danza para aplicarlo en el teatro.”

Encerrados fue una obra autodefinida como “teatro cinematográfico”, cuya concepción y dirección general estuvo a cargo de Josema Ruiz Vía. Uno de sus actores, Luis Alzamora, ganó el premio del público por su performance en el evento de fin de año de Oficio Crítico 2020. “Mi primer acercamiento al arte fue a través de la danza,” comenta Luis. “Yo soy bailarín, antes que actor, de hecho toda mi vida me he dedicado a bailar; yo era el que siempre participaba en las actuaciones en el colegio, poco a poco fui descubriendo que realmente esto me gustaba.” Luis no tiene ningún familiar artista, salvo un primo pintor que estudió en Bellas Artes, por lo que nunca tuvo un referente real del arte de pequeño; sin embargo, en su casa siempre se escuchaba música criolla. “Ya más adelante descubrí que existía la Escuela Nacional de Folklore, así que decidí que eso era lo que quería hacer.” Luis es consciente de tener una familia comprensiva que siempre lo apoyó en sus decisiones. “Tengo una familia que tiene la mente 100% abierta y sabía que si eso me iba a hacer feliz, entonces me iba a apoyar; siempre lo digo: me siento muy agradecido con mi familia, soy muy afortunado.”

De la danza a la actuación

Los talleres en los centros educativos son indispensables para desarrollar la creatividad artística en los más jóvenes. “Los talleres de danza, teatro y música en los colegios son importantísimos,” asegura Luis. “Yo estudié Educación en la Escuela de Folklor, es súper importante, porque generas una conciencia en los alumnos, no solamente en el trabajo individual, sino en el colectivo." El arte ha sido muy golpeado durante la pandemia y Luis ha visto a varios colegas quedarse sin trabajo, especialmente en aquellos que se dedicaban a la docencia. “Pero ¿dónde nos refugiamos en la pandemia?, pues en ver películas, escuchar música, leer libros, hacer cerámica; finalmente, el arte ha sido nuestro refugio.”


La llegada de Luis al mundo de la actuación, según nos cuenta él mismo, se debió a una cuestión del destino. “Bailaba, en ese tiempo, en grupos y me presentaba en peñas y restaurantes, nunca había visto una obra de teatro; cuando vi la primera ya era grande, tenía 17 y 18, fue una obra de Preludio en el 2015; el espectáculo era una cosa que no podía creer y me dije: ¿Por qué no he visto esto antes? Yo quiero hacer esto.” Es así que Luis se interesa por el teatro musical y como ya sabía danza, decide estudiar actuación para entender así al teatro musical. “Era mi lógica de chibolo de 17 años,” refiere. “Y por cosas del destino, llegué un taller de teatro musical.”

Es entonces que Luis llega al taller de Preludio, en donde tuvo muy buenos maestros. “Como Trilce Cavero, en Canto, ella es maravillosa, le tengo mucho cariño; también a Karlo Luyo (yo no sabía que era una personalidad del teatro musical en Lima), ya había trabajado con él como compañero, pero lo tuve de profesor de Coreografía y fue lo máximo; y en Actuación tuve a Carlos Garcia-Rosell.” Luis tuvo una muestra coral, con los alumnos distribuidos en grupos que interpretaban a modo de coro griego, diferentes obras musicales resumidas en 15 minutos. “No pude continuar, porque el horario no me acomodaba, pero sí pude ver cómo funciona el montaje de una obra musical: la experiencia fue súper distinta a la del teatro de texto, fue agotadora.” Para Luis, el taller de Preludio fue una experiencia enriquecedora que nutrió la carrera artística que estaba llevando hasta entonces.

Aprendizajes y temporadas


Por recomendación de un amigo, Luis llegó al Teatro Larco a ver el pre-estreno de Love & Chill (2016). Al final de la función, uno de los actores (Pedro Pablo Corpancho) anuncia las inscripciones para un nuevo taller de actuación, a cargo de David Carrillo. “Me dije que la vida me había traído a este ligar," recuerda. “Llegué a mi casa, mandé mi correo, hice la audición sin saber quién era David Carrillo y esa fue la casualidad más linda que me pudo haber dado la vida.” Luis valoró y disfrutó mucho la enseñanza de Carrillo. “Fue un regalo maravilloso de los dioses del teatro, porque es un súper capo, es un amor de persona y sus clases fueron lo mejor; yo vivía muy lejos, en el Callao y David daba sus clases en Barranco, me tomaba dos horas llegar a sus clases, tenía que levantarme 7 de la mañana para llegar a las 10 al taller, y de ahí me tenía que ir a trabajar en el Elenco Nacional.” Luis llevó esta rutina, del Callao a Barranco, luego a San Borja y de regreso al Callao. “Regresaba a mi casa trapo, pero feliz.” Como resultado, se estrenó De pie por la ceremonia (2018) en el Teatro Mocha Graña, con dramaturgia de varios autores internacionales, con la adaptación de Carrillo y Corpancho, y la traducción de Raúl Sánchez McMillan.

“El trabajo físico es muy importante y estoy agradecido de conocer mi cuerpo desde la danza para aplicarlo en el teatro, porque es muy importante manejarlo,” manifiesta Luis. “Se tiene que tener un cuerpo maleable y conocer las diferentes energías con las que aportar a tu personaje, así se logra conectar el cuerpo con el personaje.” Es válido el análisis psicológico del personaje, pero Luis se inclina más por conocer la corporalidad del personaje antes que nada. “Es un gran inicio empezar desde el cuerpo, conocer sus energías de tu cuerpo, eso es primordial y agradezco haber llegado así al teatro.” Agrega además, que en las clases veía “sufrir” a muchos compañeros con las rutinas de ejercicio físico. “No podían hacer un abdominal o saltar, que para mí son cosas tan elementales, pero otros era muy complicado y tuvieron que ajustarse mucho en el trabajo físico.”


El proyecto de Encerrados, acerca del encierro obligatorio decretado por nuestro gobierno, llegó gracias a su amigo, el autor Ruiz Vía. “Me escribió un día, me dijo que tenía su proyecto, que era como una especie de Frankenstein, con la idea de juntar gente en una casa.” Luis acababa de ver un unipersonal de Gisela Ponce de León y le pareció perfecto el momento. “Fue perfecto el momento y me mandé con todo; fue una creación colectiva, éramos seis actores y solo conocía a dos, así que conocer y trabajar con gente que no conoces fue una experiencia muy interesante.” La construcción del espectáculo se generó en base a las ideas de todos los actores, pues cada uno ya tenía la idea clara de lo que quería hablar. “Tuvimos las primeras sesiones, con el feedback de todos y creo que si bien es cierto cada uno peleó por su monólogo, la construcción fue colectiva desde un inicio, porque los aportes de todos ayudaron a que se generen los cimientos para que cada uno haga su trabajo.” Posteriormente, Ruiz Vía conectó las escenas en orden para el resultado que se estrenó finalmente.

Luego de todo el proceso de grabación y edición, uno que demoró bastante en realizarse, Luis y el elenco estuvieron listos para ver el producto final en su pre-estreno. “Fue para todos un descubrimiento, fue muy emocionante ver nuestro trabajo de tanto tiempo, de tantos meses, fue un desahogo.” Toda esta situación ha sido muy complicada para los artistas, y Luis tuvo la chance detener un escape emocional a través de su actuación. “Todos necesitamos contar algo que no nos deja en paz, creo que en eso se mueve el arte, es un desahogo para el artista, porque todo lo absorbemos, no sabemos cómo nos afecta y necesitamos compartirlo.” A Luis le sorprendió mucho la nominación, ya que considera que todos los trabajos de sus compañeros estuvieron excelentes. “Fue un lindo regalo y me sentí muy feliz por todos los conocidos que habían sido nominados; Encerrados fue un proyecto absolutamente independiente, pero que valió la pena.”

Actualmente, Luis prepara temporadas con el Ballet Folklórico Nacional, pero está a la expectativa de la situación sanitaria, tan incierta en estos momentos. “Tengo algunos proyectos personales, pero todavía no los tengo del todo cuajados, pero relacionados igual a lo que nos sucede; además espero terminar mi taller de Ópalo, porque estamos con una obra pendiente, así que esperamos que todo se pueda dar este año,” concluye.

Sergio Velarde

13 de enero de 2021