Mundos mundos
Dos personas se encuentran por el azar o
quizá por la vida. Uno parece no querer moverse, mientras la otra busca no
parar; aparentemente una paradoja que se entrecruza a través de las palabras y
las corporalidades. ¿Qué es el autismo que resuena en mi interior?, ¿cómo
tratar con una persona autista?, ¿el texto y la interpretación es real ante
esta situación?, las preguntas saltan ante mis ojos y no sé cómo moverme dentro
de este terreno.
Observo un actor (Martín Martínez) que
despliega una energía envolvente en el espacio, como si algo opuesto al otro
personaje estuviera sucediendo, desde la mirada y la forma del cuerpo dan
señales de la diferente interpretación del mundo. Es llamativo observarlo interactuar
y decir sus textos, la docilidad de la expansión de sus acciones me adentra en
una especie de ternura que necesita ser comprendida, aparece curiosidad dentro
de mí y quiero saber qué es lo que le sucede. El intérprete consigue mostrarnos
su energía de acuerdo a un personaje distinto, la empatía se activa
automáticamente y hay un gusto por el ser de la ficción, un pequeño interés que
va en aumento, ganas de saber quién es, en dónde vive, qué hace, por qué está
ahí, tantas preguntas se van desparramando en la memoria, mientras observamos
el aura del interprete.
Observo una actriz (Ebelin Ortiz) que
parece que ha sido escogida por la calidad de energía que opone al otro
personaje, es como si ella saltara en distintas direcciones cargando una pena
que la acongoja. Ambas presencias se interponen, la actriz tiene una presencia
fuerte que es mesurada por la presencia del actor. Ella tiene claramente otro
ritmo, otra intención y otra acción dramática; sin embargo, ambos parecen
sacados del mismo mundo, la desconexión aparente de su inconciencia termina en
una conexión inevitable de sus existencias, como si fueran de la misma
penumbra.
Se entiende que el chico es diferente por
la forma en que ejerce sus comentarios respecto a la situación; en cierto punto,
llego a pensar sin ser un especialista: ¿esto es totalmente cierto? Las
personas autistas presentan esas características o esto es más lúdico
instructivo, como una introducción al mundo interactivo de una persona autista.
Había cosas que ya daba por sentado como no entender el doble sentido y algunas
bromas, ¿pero es en la realidad de esta manera?, o el texto está construido
para acompañarnos en la subjetividad de las interrelaciones personales de este
tipo de personas. Considero que a modo instructivo está bien trabajado, porque
es digerible y los espectadores logran empatizar rápidamente con lo que está
sucediendo; no obstante, qué opinaría respecto a ello una persona autista,
porque como digo, sin ser especialista, me pareció que el abordaje era un tanto
estereotipado. Situación que puede funcionar para introducirnos a la
interpretación de estos mundos, y también como una forma de sensibilización
para promover la empatía, pero cómo sería visto desde otra perspectiva y me
refiero a la óptica de un autista.
Actoralmente el ritmo es moderado, un poco
aletargado por momentos, pero los artistas se desenvuelven muy bien en el
espacio; existe un equilibrio entre ambos, las energías se acompañan y se
dosifican. El uso de algunos símbolos, como el gritar en silencio o el girar
sin parar, permite adentrarnos a la sensibilidad de lo que se quiere trasmitir;
los diálogos se desarrollan de forma natural y ambos se acompañan para
conseguir una propuesta coherente.
Considero que logran trasmitir una
sensación concreta al que observa, no hay necesidad de cavilar demasiado o
introducirnos en un nivel profundo de metaforización, es simple y claro. La
ternura del momento nos invita a reflexionar sobre cómo podría ser nuestro
trato si nos encontramos frente a una persona autista, hay una especie de juego
de niños que nos muestra una actitud de tolerancia, respeto y empatía.
Sobre la dirección de Javier Valdés,
considero que ha sabido escoger a los intérpretes de acuerdo a su naturaleza
energética y a la forma en que se desempeñan con el público, para conseguir la atmósfera
requerida; por otro lado, se nota el dominio de la acción de la palabra, ambos
están preparados para decir textos en apariencia simples, pero que guardan una
carga emotiva contundente. La elección de la escenografía es concreta, una
silla y un letrero que indica que estamos en un paradero, como acercándonos a
los mundos que podemos observar, como si estuviéramos preparándonos para viajar
dentro de subjetividades distintas. La actuación es naturalista y ha sido
guiada correctamente, ambos actores no han tenido ningún inconveniente con las
características básicas, como la voz, la dicción, el sentido de las acciones y
las intenciones de las palabras. La dirección hace recordar a un corte
televisivo y a un teatro de texto, se ha plasmado concretamente y se ha llegado
a un objetivo preciso.
Moisés
Aurazo
13 de septiembre de 2023
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