miércoles, 13 de septiembre de 2023

Crítica: GEOGRAFÍAS


Mundos mundos

Dos personas se encuentran por el azar o quizá por la vida. Uno parece no querer moverse, mientras la otra busca no parar; aparentemente una paradoja que se entrecruza a través de las palabras y las corporalidades. ¿Qué es el autismo que resuena en mi interior?, ¿cómo tratar con una persona autista?, ¿el texto y la interpretación es real ante esta situación?, las preguntas saltan ante mis ojos y no sé cómo moverme dentro de este terreno.

Observo un actor (Martín Martínez) que despliega una energía envolvente en el espacio, como si algo opuesto al otro personaje estuviera sucediendo, desde la mirada y la forma del cuerpo dan señales de la diferente interpretación del mundo. Es llamativo observarlo interactuar y decir sus textos, la docilidad de la expansión de sus acciones me adentra en una especie de ternura que necesita ser comprendida, aparece curiosidad dentro de mí y quiero saber qué es lo que le sucede. El intérprete consigue mostrarnos su energía de acuerdo a un personaje distinto, la empatía se activa automáticamente y hay un gusto por el ser de la ficción, un pequeño interés que va en aumento, ganas de saber quién es, en dónde vive, qué hace, por qué está ahí, tantas preguntas se van desparramando en la memoria, mientras observamos el aura del interprete.

Observo una actriz (Ebelin Ortiz) que parece que ha sido escogida por la calidad de energía que opone al otro personaje, es como si ella saltara en distintas direcciones cargando una pena que la acongoja. Ambas presencias se interponen, la actriz tiene una presencia fuerte que es mesurada por la presencia del actor. Ella tiene claramente otro ritmo, otra intención y otra acción dramática; sin embargo, ambos parecen sacados del mismo mundo, la desconexión aparente de su inconciencia termina en una conexión inevitable de sus existencias, como si fueran de la misma penumbra.

Se entiende que el chico es diferente por la forma en que ejerce sus comentarios respecto a la situación; en cierto punto, llego a pensar sin ser un especialista: ¿esto es totalmente cierto? Las personas autistas presentan esas características o esto es más lúdico instructivo, como una introducción al mundo interactivo de una persona autista. Había cosas que ya daba por sentado como no entender el doble sentido y algunas bromas, ¿pero es en la realidad de esta manera?, o el texto está construido para acompañarnos en la subjetividad de las interrelaciones personales de este tipo de personas. Considero que a modo instructivo está bien trabajado, porque es digerible y los espectadores logran empatizar rápidamente con lo que está sucediendo; no obstante, qué opinaría respecto a ello una persona autista, porque como digo, sin ser especialista, me pareció que el abordaje era un tanto estereotipado. Situación que puede funcionar para introducirnos a la interpretación de estos mundos, y también como una forma de sensibilización para promover la empatía, pero cómo sería visto desde otra perspectiva y me refiero a la óptica de un autista.

Actoralmente el ritmo es moderado, un poco aletargado por momentos, pero los artistas se desenvuelven muy bien en el espacio; existe un equilibrio entre ambos, las energías se acompañan y se dosifican. El uso de algunos símbolos, como el gritar en silencio o el girar sin parar, permite adentrarnos a la sensibilidad de lo que se quiere trasmitir; los diálogos se desarrollan de forma natural y ambos se acompañan para conseguir una propuesta coherente.

Considero que logran trasmitir una sensación concreta al que observa, no hay necesidad de cavilar demasiado o introducirnos en un nivel profundo de metaforización, es simple y claro. La ternura del momento nos invita a reflexionar sobre cómo podría ser nuestro trato si nos encontramos frente a una persona autista, hay una especie de juego de niños que nos muestra una actitud de tolerancia, respeto y empatía.

Sobre la dirección de Javier Valdés, considero que ha sabido escoger a los intérpretes de acuerdo a su naturaleza energética y a la forma en que se desempeñan con el público, para conseguir la atmósfera requerida; por otro lado, se nota el dominio de la acción de la palabra, ambos están preparados para decir textos en apariencia simples, pero que guardan una carga emotiva contundente. La elección de la escenografía es concreta, una silla y un letrero que indica que estamos en un paradero, como acercándonos a los mundos que podemos observar, como si estuviéramos preparándonos para viajar dentro de subjetividades distintas. La actuación es naturalista y ha sido guiada correctamente, ambos actores no han tenido ningún inconveniente con las características básicas, como la voz, la dicción, el sentido de las acciones y las intenciones de las palabras. La dirección hace recordar a un corte televisivo y a un teatro de texto, se ha plasmado concretamente y se ha llegado a un objetivo preciso.

Moisés Aurazo

13 de septiembre de 2023

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