lunes, 3 de abril de 2023

Crítica: MI PRIMER MONTAGE


Sólido entretenimiento metateatral

El mundo del Teatro siempre ha sido una atractiva fuente de inspiración para crear curiosos espectáculos escénicos a partir de este mismo. Los primeros acercamientos a este arte, el descubrimiento del talento, el sacrificio que conlleva esta profesión, las frustraciones varias, los ensayos y los estrenos posteriores aportan los suficientes ingredientes como para cocinar atractivas propuestas para los espectadores. Pues bien, producida por Teatro Caleta, tuvo una brevísima temporada el mes pasado la obra Mi primer montage, de dramaturgia colectiva y dirigida por el actor Julio Navarro en su primer trabajo como director, el cual se valió de este recurso metateatral para componer una muy simpática propuesta escénica.

Al íntimo espacio del Cine Teatro Caleta de Barranco llegan la Chata (Briana Campos) y Chimbote (Edward Palomino), dos jóvenes estudiantes de actuación, dispuestos a realizar su ensayo general, con todo el ánimo y energía característicos de los todavía novatos en estas lides. Son dos microobras, dentro de la “obra” oficial, las que se son interpretadas sin tacha por los actores. Sin embargo, ambas tramas (que involucran a una vendedora ambulante maltratada en una unidad de transporte y a una joven y “sociable” señorita en compañía de su perro) no parecen querer señalar las actitudes poco humanas de la sociedad, sino que sirven de pretexto para mostrar el carisma y versatilidad interpretativa de la pareja. Sus conversaciones como actores, en medio de las micropuestas, contienen quizás los mejores momentos del espectáculo, pues evidenciamos la obstinada pasión de la juventud por mantenerse vigentes en uno de los medios artísticos más difíciles y sacrificados.

Navarro consigue un limpio trabajo con los escasos elementos que dispone (una sillas, unas telas de colores para los actores que visten de negro), para crear las entrañables y fluidas secuencias; y tal como los dicen los mismos intérpretes, de manera minimalista. Sin duda, la mayor fortaleza del montaje es el trabajo en conjunto de Campos y Palomino, quienes tienen química en escena y se complementan de manera adecuada y lúdica. Acaso el único cabo suelto sea el de no descubrir el porqué de la palabra “montage” con “g” en el título. Sin contar ese detalle, Mi primer montage es un discreto pero muy digno trabajo escénico de “Teatro desde el Teatro”, que bien merecería una pronta reposición.

Sergio Velarde

3 de abril de 2023

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