sábado, 15 de abril de 2023

Crítica: CÓMO CRECEN LOS ÁRBOLES


Empatía postergada

Originada en el programa Sala de Parto 2013 y estrenada formalmente un año después, Cómo crecen los árboles fue una de las piezas escritas por Eduardo Adrianzén que provocara en su momento una gran controversia y división durante su pase por nuestra cartelera teatral. Explorando el texto las consecuencias de la guerra interna en un hogar de clase alta, algunos señalaron líneas argumentales dispersas y no del todo resueltas, así como personajes rayando en el estereotipo; otros, como quien escribe, percibimos una propuesta bastante coherente con la producción dramática del autor, que brilla cuando se propone retratar nuestra dura realidad política y social en contextos determinados. Reestrenada casi una década después, la mayor fortaleza del nuevo montaje a cargo del hábil director Rodrigo Falla Brousset sea acaso la de conseguir restregarnos como sociedad nuestra nula capacidad para cerrar heridas generacionales y además, para mostrar empatía hacia compatriotas víctimas de una violencia que preferimos ignorar por conveniencia.

Solo bastaron unas cuantas palabras pronunciadas en el primer acto por la empleada del hogar ayacuchana Paulina (una maravillosa Flor Castillo), acerca del triste final de sus parientes durante el conflicto armado interno, para hacer explotar, aunque sea por algunos momentos, aquella burbuja de comodidad que se vive en el hogar de la esforzada activista Maritza (una intensa Giselle Collao, en reemplazo temporal de Ebelin Ortiz), junto a su hijo estudiante de gastronomía Dante (un solvente Renato Piaggio) y la novia de este, la superficial aprendiz de cineasta Vania (una convincente Tania López). Por otro lado, la inesperada aparición del padre de Dante, el militar prófugo Tomás (un inquietante Gustavo Mayer), desenmascarará a su vez al profesor de Kung Fu del joven, el extremista Cristóbal (un sólido Luis Baca). Todas las secuencias se suceden de manera fluida; y los diálogos, muy al estilo Adrianzén, repletos de ácidas referencias hacia nuestra idiosincrasia nacional tan fracturada, son aprovechados con mucha efectividad por todo el elenco. A destacar el escalofriante monólogo en el auto, a cargo de Mayer; y la tensa escena entre Castillo y López, ya antológica, en la que comprobamos lo tristemente complicado que puede ser lograr la tan necesaria unidad nacional.

Con contados elementos en escena, Falla Brousset delimita bien los espacios y corrige además, el punto débil del montaje original: las secuencias oníricas. La pesadilla de Dante es ahora ejecutada con mayor precisión y orden, con el elenco portando vistosas máscaras y servido por las punzantes y siempre vigentes líneas del autor. Varias referencias y todas interconectadas ingeniosamente: desde los “árboles” de Casona hasta nuestra gastronomía, que sirve de simbólico parche provisional para un país dividido. Cómo crecen los árboles, gran texto recuperado para la escena por la productora Kapchiy y repotenciado desde la dirección por Falla Brousset, es un muy recomendable y necesario espectáculo, que si bien omite el detalle original de la lluvia capaz de curar las heridas en el epílogo, este nos regala una contundente imagen final, con todos los bandos heridos de muerte en el corazón. Y que solo la empatía logrará que estos vuelvan a latir.

Sergio Velarde

15 de abril de 2023

No hay comentarios: