Un viaje a Tanabata
Dirigida y escrita por Giovanni Vidori, producida por el colectivo Cuerpos del Abismo y con un amplio elenco conformado por Flavia Goya, Duilio Dall’Orto, Santiago Montoya, Gabriela Artieda, Giuseppe De Stefano, Wedner Velásquez, Estefany Mozombite, Lucero Calderón, Francisco Solís, Marcelo Prado, Pedro Sessarego, Olga Kozitskaya, Nely Sáenz y Lua Rodríguez, Tanabata nos planea una propuesta escénica con elementos de fantasía, ritual, misterio y un arduo trabajo físico del equipo actoral.
La propuesta dramatúrgica es interesante, inspirado en la festividad japonesa de Tanabata. La obra trata sobre el viaje de una mujer a través de la naturaleza para reencontrarse con sus seres amados que ya no están. Para lograrlo, deberá descender al inframundo y enfrentar a seres de la naturaleza, como el río, el puma y hasta la propia muerte, quienes la retan a superarse para seguir su camino. Así, la obra nos sumerge en un mundo fantástico donde nos invita a reflexionar sobre el rol de la naturaleza en nuestras vidas, el papel del ser humano en la destrucción del mundo, el individualismo y los vínculos que creamos.
La propuesta de dirección tiene escenas potentes, sobre todo por el uso del recurso coral donde se crea una atmosfera de ritual que pone en tensión al espectador. El rol de la figura del coro destaca como un personaje colectivo de la naturaleza, resaltando por la intensidad del trabajo físico de los intérpretes, la proyección vocal y la sincronicidad de los movimientos. Sin embargo, estos picos de emoción bien logrados decaen en algunos momentos, con diálogos sin contexto y escenas extendidas que hacen que la obra pierda el ritmo. Por otro lado, los monólogos finales son potentes, el discurso de la mujer demuestra una transformación del personaje principal, dejando claro el viaje del héroe en la historia. Asimismo, el monólogo del espíritu de la naturaleza, que rompe la cuarta pared para encarar al público, es uno de los momentos más poderosos de la obra que incita al público a la reflexión y autocrítica en relación a nuestro papel en la destrucción del mundo que habitamos.
A nivel de recursos, el escenario no necesita de más elementos que biombos negros y luces, con los que se crean sombras que juegan y aparecen como seres extraños, logrando una vez más crear una atmósfera de misterio. Respecto a la música, la instrumentalización logra crear un ambiente que nos sumerge en la naturaleza y a la vez nos pone en estado de alerta, transmitiendo las emociones que experimenta la viajera, sin embargo, aún hay que cuidar las transiciones entre escenas que descoloca al espectador y no deja fluir la propuesta.
Para finalizar, si bien la extensión y el timing de la primera función aún puede mejorar, Tanabata es una propuesta escénica con elementos poderosos e intereses, que sí llegan a crear una experiencia envolvente para el espectador.
Alexandra
Valdivieso Chudán
27 de abril de 2024
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