Cuatro rupturas con progresión temática
Dentro de esta temporada de cierre de año para Kortas del Teatro Barranco, en las funciones de los martes sucedió una curiosa progresión temática dentro de las cuatro obras alrededor del romance y sus posibilidades en el metateatro, con distintos pero interesantes resultados.
Con Soy lo Prohibido, la propuesta nos coloca alrededor de una infidelidad que se convierte en una potencial relación no monógama. Lo interesante del asunto proviene de que uno de los participantes es un miembro del público. Aquí, Manuel Baca Solsol genera un ambiente intrigante y seductor, dando precisamente la sensación de algo prohibido. La exploración sobre las relaciones es interesante, así como la disposición que invita al público a ser parte de la experiencia. Quizás una mayor exploración de la premisa con el espectador le daría mayor vida a la situación que presenciamos.
Pasando a Unos Vodkas, el formato se vuelve más tradicional, todavía explorando el ámbito de las dinámicas de parejas pero trasladando lo metateatral a los roles que los personajes asumen. La mayor parte de la obra se puede sentir solo como una experiencia voyeurista entre dos personas coqueteando descaradamente, pero la tensión y química entre los dos actores y un tierno final atan la propuesta de manera satisfactoria.
En Un chiste de M volvemos a lo romántico y lo metateatral, pero a través de la comedia. La rutina de stand-up comedy muy bien interpretada por Vero Rova se siente como su propia obra aparte, pero la construcción hacia esta es divertida y el final reúne ambas mitades de la obra con cierta conexión. Nuevamente la química de los actores, esta vez más explosiva, sostiene la propuesta, y da más color a la situación presentada. La relación preexistente entre los dos comediantes no se siente bien establecida al principio, pero funciona como un buen remate final.
Finalmente, en el estreno de Tu fuego entramos de lleno al metateatro, con el ensayo final-final (ya conocido por quienes hacemos teatro) de un obra pocos minutos antes de su estreno. La carne de la obra, más que en el mismo monólogo sobre el que trata, está en la discusiones sobre el medio teatral entre los personajes de Ale Reyes y Gabriela Velásquez, con la primera dando explosión y la segunda la sequedad necesaria para el balance. Quizás el monólogo pudo haberse variado más para justificar el final de la obra, pero la dinámica de las dos actrices resulta un divertido momento más allá de dicho monólogo.
Estas cuatro obras, en general, presentan propuestas divertidas y que enganchan con el público, y que tienen potencial para desarrollarse de manera más cohesiva.
José Miguel Herrera
12 de diciembre de 2024
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