jueves, 2 de noviembre de 2023

Crítica: EL MAR DE YAKU


Aprendizaje emocional desde las profundidades

Resulta curioso que, últimamente, varias propuestas teatrales hayan abordado, cada una a su estilo, el tema de los procesos de aceptación frente a la pérdida de un ser querido, como en ¿Es aquí la funeraria? de Cayre Alfaro Fonseca o Deseo de cumpleaños de Flor de María Mori, por ejemplo. Pues bien, a esta lista se le debe incluir la puesta en escena de El mar de Yaku, escrita y dirigida con mucha sensibilidad e ingenio por Paloma Carpio, quien asocia el manejo de emociones de los más pequeños frente al duelo, con las capacidades que tienen ellos mismos de salir a flote, apreciando la riqueza de su mundo (mar) interior. La recomendable temporada se viene presentando en el teatro del Centro Cultural de la Universidad del Pacífico.

El niño Yaku (Daniel Cano) pierde a su abuelo Simón (César Golac), con quien había desarrollado una estrecha relación; esta noticia sumerge al pequeño, comprensiblemente, en un estado de negación y tristeza. Aparecerá entonces un mágico personaje llamado Soledad (Soledad Ortiz de Zevallos), quien lo guiará por un viaje al fondo del mar, en el que Yaku aprenderá una valiosa lección acerca del control de sus emociones ante la pérdida de un ser querido, de la mano de simpáticas especies marinas. A destacar los impresionantes diseños de escenografía y vestuario, funcionales y visualmente muy atractivos, que representan a la colorida fauna marina, en personajes muy bien delineados.

El sólido elenco multidisciplinario, que incluye además a Andrea Fernández, Yolanda Rojas y Stephanie Rodríguez, recrea de manera eficiente este divertido y conmovedor viaje, que le permite a toda la familia reconocerse como seres sensibles y que ello no constituye, en lo absoluto, un signo de debilidad. Presentada por el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico y Tránsito - Vías de Comunicación Escénica, El mar de Yaku de Carpio es una valiosa obra para niños, que mezcla de manera efectiva las técnicas circenses con elementos teatrales, para enseñar así a los más pequeños a reconocer su vulnerabilidad, a valorar sus emotividad y a saber expresarse con libertad y confianza.

Sergio Velarde

2 de noviembre de 2023

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