Un proceso y una comedia increíbles
Tenemos en temporada, a puertas de su
última fecha, la obra Don Dimas y el
diablo, una pieza de creación colectiva que ha sorprendido a todos. Esta
puesta es el resultado de un taller intensivo de tres meses dirigido por Johan
Escalante, una propuesta promovida por Alumbra Producciones con el objetivo de
lograr que sus estudiantes pasen de la teoría a la práctica o, mejor dicho, a
la realidad. Este tipo de taller de creación o adaptación colectiva con un
final de muestra para el público ha sido ya ejecutado por el director en
Venezuela; no obstante, eran talleres que tenían una duración bastante breve.
En este caso, Escalante propuso un taller de mayor extensión para darles la
oportunidad a los estudiantes de desarrollar una creación totalmente de cero y
perfeccionar la historia y los personajes a su modo. Debo decir que es una
pieza excepcional y no parece ser, en ningún momento, amateur. Muchos de estos
chicos tienen entre uno y tres talleres de actuación en su haber, lo cual me
lleva a recordar algo que a veces olvido con la inmediatez y la exigencia de mi
día a día como actriz, no es más importante la técnica que el juego, porque la
sinceridad del juego en escena es lo que le da vida a la obra y a la historia y
no hay nadie más sincero que el que hace algo nuevo y en su vulnerabilidad aflora
su interior.
Nathaly Rodriguez, Yvonne Villaflor,
Jessica Limonchi, Carolina Andrade, Eduard Zapata, Freddy Castillo, Marisol
Urbina, Melissa Arroyo, Jheny Huamaní, Medalith Rondan y Yaimir Castro son los actores
que están despegando su carrera con esta puesta a la que cada uno le aportó su
creatividad y su cultura. Tomando como referencia el cuento Don Dimas de la Tijereta de Ricardo
Palma, la leyenda venezolana Florentino y
el Diablo y el cuento En la Diestra
de Dios Padre de Tomás Carrasquilla, así como la yunza, una gran tradición parte
del folklore peruano, lograron construir una concisa y divertida historia en la
cual un campesino de buen corazón es dotado de poderes, gracias a Jesucristo y
nuestra querida Santa Rosa de Lima, poniéndose el gran desafío de derrotar al
Diablo, pero, sobre todo, de encontrarse entre sucumbir ante el poder o
priorizar su bondad y a su gente. Mis sinceras felicitaciones a un grupo de teatreros
que, pese a su poca experiencia, han logrado trascender y resaltar en mis
recuerdos y, seguramente, los de todos aquellos que pudieron apreciar el gran cariño
que le ponen a su arte. Espero no dejen de lado esa emoción y calidez con la
que todo artista inicia este viaje. Y, por último, un reconocimiento a su
director, profesor y guía, quien ha sabido despertar en sus alumnos ese amor por
el teatro, plasmado en el escenario y transmitido a su audiencia.
Viviana
Távara
12 de noviembre de 2023
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