domingo, 19 de noviembre de 2023

Crítica: UN MONSTRUO VIENE A VERME


La experiencia que nos deja Connor

El Teatro Británico está dando lugar a la obra Un monstruo viene a verme, una traducción de la obra de teatro original en idioma inglés A monster calls. Esta pieza está basada en la novela de Patrick Ness, inspirada en una idea original de Siobhan Dowd; con adaptación de Sally Cookson y Adam Peck. Se trata de la historia de Connor, un adolescente de trece años que vive con su madre. El espectador podrá ver distintos sucesos que están afectando y modificando la vida del protagonista: su madre está enferma, su padre vive lejos de él con una nueva familia, su relación con su abuela no es del todo saludable, y en el colegio vive episodios de bullying por parte de sus compañeros. En este contexto, Connor recibe la visita inesperada de alguien que parece ser un aliado, un monstruo, quien le cuenta historias de tiempos pasados. Sin embargo, dicho visitante le advierte al adolescente que él mismo tendrá que contar su propia historia, atravesando así todos los miedos originados por los sucesos recientes. Esta representación es dirigida por Nishme Súmar, y cuenta con la dirección adjunta de Verónica Garrido Lecca. El elenco está conformado por Mario Cortijo, Marcello Rivera, Ana Cecilia Natteri, Fiorella de Ferrari, Sebastián Rubio, Brayan Pinto, Bea Heredia, Daniela Zea y Eduardo Pinillos.

La representación inicia con una pista de elementos importantes para la historia: la relación de Connor con su madre, y aquel árbol que pueden ver desde la ventana de su hogar. Esta escena es una pieza clave que va cobrando sentido a lo largo de la obra. Fue una buena decisión la serie de secuencias corporales que el elenco fue realizando, pues aportaba peso a los momentos más trascendentales de la obra. La precisión técnica de los actores fue impecable, tanto en calidad de movimiento como en el cumplimiento de marcaciones en el espacio. Un detalle que parece haber sido muy cuidado es la entrada inicial de cada personaje, de modo que quedaba claro desde el inicio qué lugar ocupaban en la historia, gracias a la construcción detallada que logró el elenco en su totalidad. El uso del espacio incluyó unas estructuras que permitieron a los actores jugar con los planos del escenario en distintos momentos, de modo que resultaba estimulante observar el dinamismo que ocurría gracias a los desplazamientos. Ello, además, se vio potenciado a los pulcros cambios de escena y escenografía que los propios actores realizaban. En definitiva, la calidad del montaje fue indudablemente alta en todo sentido. 

Un monstruo viene a verme es una experiencia estimulante en muchos sentidos, tiene un sentido del juego bastante llamativo para el espectador, quien estará momento a momento atento a la dinámica que la obra alberga, gracias al uso de recursos sensoriales y estéticamente atractivos. Este trabajo escénico llega a ser conmovedor, pues pone sobre la mesa temas como los vínculos entre padres e hijos, la muerte, la resiliencia, y las actitudes que se pueden tomar frente a los cambios trascendentales en la vida. Un niño de trece años se encarga, desde la ficción, de evidenciar emociones tan universales y vigentes, de modo que el espectador haya cumplido un rol de testigo, acompañante y cómplice del secreto entre Connor y aquel monstruo. Finalmente, Un monstruo viene a verme ha logrado constituirse como una pieza artística pletórica en nuestro tiempo. 

Stefany Olivos

19 de noviembre de 2023

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