viernes, 24 de noviembre de 2023

Colaboración regional: MUESTRA REGIONAL DE TEATRO DE LA MACRO SUR


Una mirada a la Muestra Regional Sur del Teatro Peruano

La Muestra Regional de Teatro de la Macro Sur posee un espíritu maravilloso, donde el ayni aún está presente, liderado por un carguyoc que, en este 2023, fue el Centro de Investigación Cultural Yachaq Illa, que llevó a Puno, después de más de una década, este evento primordial de nuestro teatro. Esto rompe con la visión miope que limita el teatro solo a Lima, o mejor dicho, a solo cuatro distritos capitalinos.

Cuando hablamos de la Macro Sur, nos referimos al bloque conformado por Cusco, Arequipa, Moquegua, Tacna y Puno, regiones fecundas en el arte con tejidos, cerámicas, danzas, música y, por supuesto, el teatro. Existe la necesidad de expresar lo que está sucediendo, a veces de formas directas y casi panfletarias, otras más solapadas y algunas contradictorias. Este diverso panorama se refleja en los 27 grupos que fueron seleccionados para participar.

Esta se posiciona como una de las Muestras más grandes de nuestro país, reflejando el entusiasmo de las nuevas generaciones que encuentran en ella una ventana para visibilizar sus trabajos, compartir experiencias y confrontar otras realidades y puntos de vista. Pues para muchos de ellos, sus temporadas terminan en el estreno, los pocos circuitos que existen están cerrados y el Estado los invisibiliza con mera indiferencia.

Hablar de este evento, inevitablemente, endulza la boca con sabores románticos de idealización que saben brotar de los labios frases como: “a pesar de todo se hace la Muestra”, “no hay apoyo del Estado y de la empresa privada, pero igual sale adelante”, “no importa la comida, vinimos por el teatro”, “faltan camas para dormir, pero sobra el cariño”, “así es siempre, a veces es peor”. No hay luces, no hay público, no abren el teatro, no comienza a tiempo la función, no hay técnicos, no, no; noes que cada vez encallecen el oficio, la profesionalidad y el respeto que le debemos a nuestro arte que no deberían ser negociables. Si sale adelante es por el espíritu y ganas de los grupos, pero basta con la romantización de la miseria.

Sería fácil atribuir la culpa al carguyoc de turno, que casi siempre termina endeudado o desbordado por la magnitud del evento y las exigencias de los participantes. Como reza el dicho en este tipo de situaciones: "¿Quién nos mandó a organizar esto?" Más allá del entusiasmo y amor con el que se lleva a cabo, la responsabilidad debe recaer en la profesionalidad de la gestión, buscando recursos públicos. No me refiero al préstamo de un teatro municipal mal equipado y mal construido, sino a recursos cuantificables y reales, tanto del Estado como de la empresa privada, que tienden a invisibilizar eventos trascendentales como este.

Una descentralización real y efectiva debería ser una medida prioritaria en nuestro país, y el teatro no se escapa de ello. En nuestras regiones, no existen escuelas, institutos ni universidades de arte dramático, es decir, de teatro. La única opción es ir a Lima o salir del país en busca de herramientas reales para el desarrollo de nuestro oficio. Esta posibilidad está reservada únicamente para privilegiados que pueden mirar más allá de sus ombligos. Sin embargo, al regresar, se produce una disonancia entre quienes vuelven y quienes se quedaron, estos últimos generalmente refugiándose en lo ya conocido y negando o ignorando nuevas visiones.

Lamentablemente, esto se refleja en la mayoría de los trabajos expuestos, que carecen de técnicas básicas de voz, cuerpo, movimiento e iluminación. ¿Y qué decir de la composición y la dramaturgia? Se comprende que existen carencias estructurales, pero esto no exime de responsabilidad a los ejecutantes. Aunque puedan ser hábiles en el uso de nuevas tecnologías y redes sociales, no son capaces de dirigir esas habilidades hacia la investigación. En estos tiempos en los que la información está a un clic de distancia, se opta por la negación de la técnica sin siquiera conocerla. Esto solo porque resulta más fácil buscar el aplauso rápido, el discurso panfletario sin reflexión y la imagen por la imagen.

No malinterpreten mis palabras; todos tenemos la necesidad de crear a nuestra manera, pero como bien dice Luis de Tavira: "Solo el teatro es teatro, porque si todo es teatro, nada es teatro". Por lo tanto, debemos respeto a nuestros públicos, quienes ya están saturados de noticias policiales, políticas de miedo, propaganda y un sistema que no nos quiere pensantes, sino que, por el contrario, desea que la reflexión no exista y teme un pensamiento crítico. Aquí radica la importancia del teatro en estos y en todos los tiempos. Como señala Jorge Dubatti: "El teatro como acontecimiento abarca el convivio, la poeisis y la expectación". No debemos perder de vista esta perspectiva, más allá de buscar únicamente el aplauso de los amigos.

La muestra es "un espacio plural donde todas las expresiones teatrales se reúnen para celebrar el teatro", nos comenta Diego la Hoz. El nombre "Muestra" está acertado, ya que es real, crudo y maravilloso, permitiéndonos vernos en el espejo de la realidad y reflexionar sobre lo que estamos haciendo. En 1974 se inicia la Muestra de Teatro Peruano, un encuentro teatral de gran relevancia creado por la maestra Sara Joffre, con el objetivo de abordar la pregunta fundamental: ¿Existe un teatro peruano? Esta interrogante sigue resonando en nuestras mentes con respuestas de múltiples aristas y una construcción constante.

Este es un espacio maravilloso, diseñado para aprender y compartir, como evidencian las mesas críticas donde los grupos se reúnen para escuchar con paciencia las visiones de los miembros de la mesa y de los compañeros que desean contribuir al oficio. Lamentablemente, en esta ocasión, no se cumplieron los lineamientos básicos exigidos por las bases, tanto en términos de experiencia como de equidad de género. Aunque los miembros de la mesa siempre demostraron entusiasmo y dedicación, lo cual se agradece, sus perspectivas estaban muy alejadas de la crítica teatral, a excepción liminal del director de Decierto Pincate, Tacna, Roberto Palza.

Aquí se pone de manifiesto otra de nuestras carencias: la crítica de teatro, que actúa como puente entre el espectador y el creador. Esta función nos proporciona herramientas para el desarrollo, señalando aspectos que a veces pasamos por alto y tal vez el miedo que nos hace cuidar el detalle, profundizar y seguir mejorando. Se echó de menos la presencia de Mary Soto, quien tiene un compromiso apostólico con todas las Muestras en nuestro país. Incluso está dispuesta a costear de su propio bolsillo los pasajes y el hospedaje cuando sea necesario, siempre que haya una coordinación previa con tiempo y respeto. Mary Soto es una de las pocas críticas que ha seguido con constancia y, sobre todo, con interés de investigadora, las Muestras de teatro peruano (nacionales y regionales) durante décadas, siendo fundamental para la memoria contemporánea de este evento.

La muestra es una plataforma para visibilizar a grupos, colectivos, productoras, etc. La mayoría de estos trabajan en espacios independientes, salas pequeñas con no más de 70 espectadores, como Casa Darte en Cusco, La Negra en Puno, Teatrando en Arequipa, Centro Cultural Cuadra 21 en Tacna, por mencionar algunos ejemplos. Son salas íntimas donde la relación con el espectador abarca todos los sentidos gracias a la cercanía. Por esta razón, deberíamos considerar la posibilidad de establecer alianzas entre los espacios independientes y las Muestras de teatro, en lugar de limitarnos a los teatros municipales, que a menudo se convierten en armatostes dedicados más a ceremonias políticas que al teatro en sí. Fortalecer los espacios independientes es fortalecer el colectivo, ya que son fundamentales para nuestro oficio. Por lo tanto, deberíamos abogar por políticas culturales como las SALAS CONCERTADAS.

Parafraseando a Vallejo: "Señora Ministra de Cultura, ¿qué hacer? ¡Ah! Desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer". El camino en nuestro oficio es largo; los impulsos jóvenes nos renuevan, mientras que los mayores nos fortalecen, y cada día se sigue parcelando, renovados y con muchas ganas de seguir creciendo. La Muestra es un ser vivo que continúa a pesar de todo. Está en nosotros fortalecerla y hacerla crecer.

Miguel Gutti Brugman

Cusco, 22 de noviembre del 2023

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