Cuando lo bueno comienza bailando
Todos los que entendemos
lo que implica la frase “Hasta que choque
el hueso” pertenecemos a las generaciones que vivieron su adolescencia al
ritmo del enérgico ritmo del reggaetón. Es inevitable
soltar una sonrisa al imaginarse cuántas personas se han conocido bailando
dicho género, en las mil y un discotecas repletas de jóvenes e historias
románticas y emocionantes. Una de esas historias es protagonizada por Diego
(Jesús Oro) y Edgar (Mario Cortijo), por el año 2011, en la popular Discoteca
Honey. Hasta que choque el hueso es
una obra que muestra una historia de amor inevitable entre ambos jóvenes de
familias y sesgos distintos, quienes luchan por su libertad y todos los
distintos factores que parecen separarlos. La dramaturgia estuvo a cargo de
Sebastián Eddowes y Mario Zanatta, bajo la dirección de Rosa Victoria Chauca Gutierrez.
La representación
desarrolló su temporada en el Centro Cultural Ricardo Palma, con un elenco
conformado por los ya mencionados Oro y Cortijo, al lado de Yolanda Rojas.
Desde el momento en el que dan sala, el espectador puede ir familiarizándose
con el mundo de la obra, gracias al uso de recursos auditivos reproducidos
durante las tres primeras llamadas. La propuesta de arte de Gabriela Jordán y el diseño de la escenografía de Samuel Valdivia fueron elementos clave dentro de este montaje, pues cumplían precisamente el rol de envolverlo en
un tiempo-espacio concreto. La escenografía y la iluminación-colorización de la obra (a cargo de Valdivia y de la misma Chauca Gutierrez) supieron resolver las necesidades
de la propuesta al facilitar los cambios de vestuario, la elaboración de
estructuras para cambiar de espacios, la movilidad de los elementos en escena,
entre otros aspectos funcionales. Todos
estos atributos fueron potenciados por el hecho de que cada elemento
escenográfico aportaba a la estética de la puesta.
Quiero resaltar el rol de
Rojas dentro de la representación: la actriz tenía la misión de narrar lo que
iba sucediendo, además de encarnar distintas personas que iban interactuando
con Diego y Edgar a lo largo de la obra. La artista lograba
transformarse completamente entre un personaje y otro, demostrando una técnica
actoral impecable y una apropiación profunda de cada papel asignado. Los personajes de Diego y Edgar estuvieron
logrados en todo sentido, además de haber conseguido una conexión en escena
pocas veces vista. Fue agradable ver el alto nivel
artístico de los actores, quienes llevaban al espectador a vivir esta historia
momento a momento.
Hasta que choque el hueso logra mostrar una historia de amor genuina entre
dos adolescentes que, incluso tratándose de un año tan cercano como el 2011,
tuvieron que lidiar con estigmas, prejuicios y señalamientos por formar parte
de la comunidad LGTBQ+. Desde la dramaturgia, han sabido capturar los distintos
estigmas no solo por parte de la sociedad, sino también por parte de los mismos
protagonistas, un hecho que lamentablemente sigue ocurriendo hasta el día de
hoy. La historia de amor de Diego y Edgar está llena de
emociones, referentes culturales y generacionales, costumbres e historia. Es
inevitable generar empatía con el producto escénico completo, debido no solo a
la calidad técnica, sino a lo vigente que es poder hablar del amor en todos sus
modos, sentidos y tiempos de expresión.
Stefany Olivos
12 de agosto de 2023
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