¿Quién tiene la razón?
El día 4 de agosto se
estrenó la obra Dos familias, del
dramaturgo español José Pascual Abellán, presentada esta vez por la Compañía
Proyecto 88 en la Sala Tovar. La dirección está a cargo de Draco Santos, quien
contó con un elenco conformado por Fiorella Díaz, Mario Cortijo y Henry
Sotomayor. La obra muestra la problemática que existe alrededor de las familias
de acogida, especialmente el impacto emocional por el que pasa cada parte
involucrada dentro de este proceso.
La representación
condensa momentos desarrollados en las últimas 24 horas. Este factor se
sostiene por la urgencia del inicio de la obra: la noticia de que Marcos y
Cristina, una pareja de esposos, luego de haber sido la familia de acogida de
un pequeño, deben entrégalo al padre biológico, Miguel. Las contradicciones de
cada personaje se presentan claramente, pues Marcos y Cristina parecen tener la
vida perfecta, controlada, cuesta arriba, con la mejor voluntad hacia el niño;
por otro lado, Miguel, un joven que está superando poco a poco su adicción a
las drogas y al alcohol, con la ilusión plena de ser un buen padre. Este
elenco, bajo la visión de Santos, logró mantener el factor sorpresa momento a
momento, evidenciando una apropiación eficiente del texto y del mundo interno
de cada personaje. Una obra que empieza con un evento tan fuerte, exige de los
actores una concentración especial, para así mantener el sentido de urgencia.
Este aspecto fue logrado de manera impecable.
El texto ha tenido muchos
retos que resolver, como es el hecho de tener escenas paralelas diferentes, el
representar lugares distintos, y la ya mencionada urgencia de las 24 horas
anteriores a la entrega del niño al padre biológico. Un elemento destacable y
clave de la representación fue la decisión por la escenografía: estructuras
cuadrangulares, de color neutro, que permitían distintas entradas, salidas y
dimensiones de los distintos espacios representados. Los actores supieron
manejarse en un mismo espacio y, a la vez, dejar claro que se encontraban en
lugares diferentes, acompañados de algunas sillas versátiles complementarias.
Esta decisión tan apropiada permitió darle frescura y fluidez a la obra de
inicio a fin, además de darle un toque contemporáneo preciso para este tipo de
propuesta.
Ante la situación
representada en la obra, el espectador logrará empatizar con las dos familias y
sus argumentos, entendiendo que, finalmente, ninguno tiene la razón absoluta. Dos familias resulta ser, en ese
sentido, una invitación a repensar el rol de la familia actualmente, tan
heterogéneas entre sí, unas más numerosas que otras, con condiciones
diferentes, biológicas o de acogida, pero con una misma misión: la de cuidar de
sus miembros y prepararlos para lidiar con todos los retos que el entorno nos
exige.
Stefany Olivos
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