jueves, 17 de agosto de 2023

Crítica: LA INSOSTENIBLE NECESIDAD DE AGRADAR A LAS PERSONAS


¿Qué tan importante es la relación con nosotros mismos para abordar otras relaciones?

Abordar el tema de las relaciones de pareja en una puesta en escena es siempre desafiante, ya que cada caso es muy particular, partiendo de que cada persona que empieza a relacionarse con otra trae una historia consigo de aprendizaje, de cómo considera que “debería” ser el amor en las relaciones de pareja. Y esto muchas veces no se dialoga al principio, pues nuestra cultura está muy entregada a este enamoramiento inicial, donde todo es color de rosa y al parecer, hay mil compatibilidades entre ambos seres, quizá buscadas para sostener esa atracción física inicial.

La puesta en escena de La insostenible necesidad de agradar a las personas, dirigida por Héctor Ríos-Lamas, escrita por Ronaldo Daniel (también actor de la pieza) y producida por Cielo Abril, nos narra la historia de una pareja joven, David y Diana, que se gustan de muchas maneras; pero como es usual, el gusto no alcanza para sostener una relación. Y quizás, de allí el título de la obra: el intento por tratar de encajar en el mundo del otro, asumiendo lo que el otro piensa. Intentando comprenderlo, pero desde su manera de ver una relación; y el otro, a su vez, intentando ser comprendido, pero sin ser claro, ya que ni él mismo conoce sus propios intereses. En este aspecto, la obra logra llevar adelante la vivencia de este tipo de vínculo y que de alguna manera te identifiques con él. Hay algunos momentos en los que cada uno habla con su terapeuta, que podrían haber ayudado a que se definan más esos cambios en la actuación y quizá, con una luz para esas partes.

Los protagonistas logran ser frescos y se observa también, en buena medida, sus conflictos por sostener y encajar en la relación que se van perdiendo con el transcurrir del tiempo. A destacar el muy buen desempeño de la actriz Alexandra Canicoba, con muy buena energía y muy presente, que era lo que se necesitaba, porque el espacio escénico es reducido, la escenografía minimalista; entonces todo recae en las actuaciones. En algún momento de la obra se usa una guitarra, pero no se llega a cantar y tocar una canción que acompañe a algunos momentos que siento que lo requerían y se hubiese agradecido mucho.

En conclusión, es una interesante propuesta para observar más de cerca y sentirse identificado con lo que pasa cuando nos vinculamos y la importancia de mejorar la relación con nosotros mismos, para saber lo que queremos y nuestros límites sanos dentro de cualquier vínculo. Recomendada.

Manuel Trujillo

17 de agosto de 2023

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