viernes, 7 de julio de 2023

Crítica: UN VANO INTENTO DE IR TRAS EL SOL


Sobre el arte en la vergüenza o la vergüenza en el arte

El auditorio Julio Ramón Ribeyro dio lugar durante el mes de junio a la obra Un vano intento de ir tras el sol, ganadora de los estímulos económicos del Ministerio de Cultura del 2022, producida por el colectivo Tubo de Ensayo. Este montaje cuenta con la dramaturgia de Nae Hanashiro, bajo la dirección de Micaela Valdés. La obra presenta los siguientes personajes: una actriz que no puede actuar (Gabriela Gallegos), una bailarina que no puede bailar (Macarena Carrillo), una dramaturga que no puede escribir (Daniela Zea), una niña (Karina Toscano) y Juana, "la Loca" (Daniela Trucíos); dichos personajes tienen en común, aunque no lo sepan, el descifrar el papel de la vergüenza en sus vidas en este preciso momento.

Es difícil explicar de manera lineal lo que esta historia nos cuenta. Sin embargo, todos los personajes parecen ser aspectos de una sola persona, en un viaje de autoconocimiento de cómo la vergüenza interviene en su desempeño creativo, como artistas y como mujeres. Es interesante el recurso multidisciplinario utilizado en la representación, pues ayuda a escenificar los vaivenes mentales y emocionales de los personajes al no poder ejerce su arte, por razones que poco a poco se van evidenciando. Si bien la danza, el teatro y el circo son herramientas muy eficientes dentro del montaje, llega un momento en el que el resultado termina siendo redundante en cuanto a los cuestionamientos en común de los personajes, lo cual provocó que el ritmo de la obra no se sostenga del todo.

El texto es un poema y las actrices lograron apropiarse de él de manera prolija. Destaco el trabajo corporal del personaje de la niña, quien llevaba la obra a un plano de ensueño. En cuento al trabajo de texto, el personaje de la dramaturga destacó notablemente, siendo ella quien recuperaba el ritmo de la obra cuanto este se caía. En términos generales, el elenco correspondió prolijamente a las exigencias técnicas de acuerdo a la complejidad que esta obra requería.

Es conmovedor ver en escena la búsqueda constante por respuestas por parte de estos personajes, que eran como uno solo, al verse conectadas por un aspecto: la vergüenza y cómo esta condiciona su proceso creativo. Aplaudo el hecho de que este montaje visibilice este tipo de cuestionamientos, especialmente cuando se es mujer y se es artista al mismo tiempo, aquí y ahora. El elenco logró crear imágenes que invitaban a la empatía y reflexión por parte de los espectadores, ya que, finalmente, ¿quién no ha sentido vergüenza al querer empezar algo nuevo?

Stefany Olivos

7 de julio de 2023

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