miércoles, 18 de octubre de 2023

Crítica: UN MONSTRUO VIENE A VERME


Cuando el monstruo está dentro de uno

- Hola de nuevo, Conor. Es hora de contarte la primera historia, ¿estás escuchando?

- ¡No!

- He estado vivo tanto tiempo como esta tierra. Me pagarás el respeto que me he ganado.

- ¿Qué sabes tú? ¿Qué sabes tú de nada?

- Sé de ti. Conor O'Malley.

Hace muchos años leí la novela de Patrick Ness, una lectura que no demoró mucho, no por la longitud de la obra sino por lo cautivante de la forma de narrarlo. La obra de teatro, adaptada por Sally Cockson y Adam Peck y dirigida para esta puesta por Nishme Súmar, no pierde el espíritu de la novela, mostrando esa amplia gama de emociones, desde la tristeza hasta la alegría; especialmente el dolor, el duelo y la pérdida que nos lleva a conectarnos emocionalmente con los personajes y sus luchas y que nos permite reflexionar sobre cómo estamos enfrentando nuestros desafíos personales acerca de la importancia de la verdad y el significado de la vida.

Los que han leído el libro saben que el protagonista Conor no sabe cómo afrontar la enfermedad terminal de su madre y para ello, se vale de la presencia de un monstruo, una manifestación de su propia mente, que a través de una serie de historias le plantea desafíos que lo ayudan a enfrentar sus temores y emociones. Estas historias entremezcladas con lo que vive en el día a día son mostradas con muchos elementos visuales que contribuye a dar suspenso a la trama, pero también agrega espectacularidad a las escenas.

En general, las actuaciones son muy sobrias, el dúo de Conor y el Monstruo, interpretados por Mario Cortijo y Marcello Rivera, se entrelazan de manera armoniosa en el escenario; adicionalmente, hay que resaltar las actuaciones de Eduardo Pinillos y sobre todo, a Brayan Pinto, que le da vida a un carismático matón en una faceta diferente a las comedias que lo había visto antes.

Un tema que me hizo ruido fue el de la movilidad del monstruo: en mi cabeza, en base a lo leído en el libro, pensaba en un monstruo con la capacidad para moverse e interactuar físicamente con los otros personajes y su entorno en una forma muy dinámica, dando la opción a secuencias visuales muy impactantes. El agregar esos "pies mecánicos" al actor, si bien lo hace muy grande, también le resta movilidad haciendo que sus apariciones sean muy estáticas, es cierto que eso supondría un desafío técnico mayor y supongo también un mayor presupuesto.

Otro punto que me llamó la atención fue el coro, sentí que en las escenas imaginativas que se trataban con mayor espectacularidad faltaban más personajes para mover los elementos visuales; esto es una apreciación muy particular, pero que tenía que mencionarla.

En resumen, Un monstruo viene a verme es una obra que busca explorar temas profundos y universales de una manera emotiva y reflexiva.

Ulises Cabanillas

18 de octubre de 2023

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