Todos los gobiernos mienten
El pasado mes de septiembre, la productora
Derramando Lisura lanzó la obra La guerra
de los pañales fantasmas por una corta temporada. Esta creación colectiva,
que fue seleccionada oficial del FAE LIMA 2018 y que ha sido puesta en escena
en diversos espacios teatrales, es protagonizada por Gretha Bazán, Jesús Oro,
Paulo Cárdenas y Tracy Alcántara. Una obra que expone el absurdo caso de la
compra de millones de pañales que terminaron desapareciendo y que puso en el
ojo de la tormenta a las exministras Ana Jarra y Carmen del Monte, escándalo
del cual lograron deslindarse fácilmente señalando como culpables a los
empleados de la Oficina de Abastecimientos y Servicios. Estos cuatro actores
encarnan a los trabajadores de este establecimiento y a las mismas exministras,
entre los cuales notamos el conflicto y la lucha por salvaguardar sus propios
intereses.
Personalmente, había visto la obra en La
Plazuela de las Artes, el verano del 2020 y me sorprendió el trabajo realizado
en ese entonces; sin embargo, en el Galpón, un espacio ciertamente más cerrado
o íntimo, la experiencia fue totalmente diferente. Como público, tuvimos la
oportunidad de observar de manera más detallada el proceso de los actores en
escena, así como ellos tuvieron la facilidad de interactuar mucho más con el
público. Esta dinámica resultó en una comunicación más clara del mensaje y el
reclamo a la característica corrupta, aparentemente inherente, de todos los
gobiernos, al igual que en el punto de entretenimiento y diversión clave que mantuvo
la atención del público en todo momento.
Ahora bien, debo resaltar el trabajo del
colectivo para la realización de la puesta. Considero que trabajaron la
historia de una manera precisa, la investigación para la realización de esta
fue exhaustiva y esto se ve también en los elementos que exponían fuera del espacio
escénico, noticias impresas y videos. Cada personaje está muy bien construido y
la conexión en escena entre los actores es tan buena que permite que la
ejecución de la técnica, fuera de ser perfecta, conlleve a la verdad en la
actuación, pese a que el código no es esencialmente naturalista, lo cual es
bastante complicado, ya que en estos casos se suele caer en la exageración y
representación burda del personaje y esto no sucedió. El trabajo escenográfico,
de vestuario y el uso de luces ayudó a cerrar la puesta bastante bien. Debo
resaltar el trabajo de Alcántara y Bazán, quienes hicieron los cambios de
personaje para representar a las ministras, momentos en los que se pudo ver un
trabajo corporal y vocal muy bueno por parte de ambas actrices. Una obra que es
digna de seguir en escena y que todo peruano debería ver.
Viviana
Távara
8 de octubre de 2023
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