domingo, 8 de octubre de 2023

Crítica: LA GUERRA DE LOS PAÑALES FANTASMAS


Todos los gobiernos mienten

El pasado mes de septiembre, la productora Derramando Lisura lanzó la obra La guerra de los pañales fantasmas por una corta temporada. Esta creación colectiva, que fue seleccionada oficial del FAE LIMA 2018 y que ha sido puesta en escena en diversos espacios teatrales, es protagonizada por Gretha Bazán, Jesús Oro, Paulo Cárdenas y Tracy Alcántara. Una obra que expone el absurdo caso de la compra de millones de pañales que terminaron desapareciendo y que puso en el ojo de la tormenta a las exministras Ana Jarra y Carmen del Monte, escándalo del cual lograron deslindarse fácilmente señalando como culpables a los empleados de la Oficina de Abastecimientos y Servicios. Estos cuatro actores encarnan a los trabajadores de este establecimiento y a las mismas exministras, entre los cuales notamos el conflicto y la lucha por salvaguardar sus propios intereses.

Personalmente, había visto la obra en La Plazuela de las Artes, el verano del 2020 y me sorprendió el trabajo realizado en ese entonces; sin embargo, en el Galpón, un espacio ciertamente más cerrado o íntimo, la experiencia fue totalmente diferente. Como público, tuvimos la oportunidad de observar de manera más detallada el proceso de los actores en escena, así como ellos tuvieron la facilidad de interactuar mucho más con el público. Esta dinámica resultó en una comunicación más clara del mensaje y el reclamo a la característica corrupta, aparentemente inherente, de todos los gobiernos, al igual que en el punto de entretenimiento y diversión clave que mantuvo la atención del público en todo momento.

Ahora bien, debo resaltar el trabajo del colectivo para la realización de la puesta. Considero que trabajaron la historia de una manera precisa, la investigación para la realización de esta fue exhaustiva y esto se ve también en los elementos que exponían fuera del espacio escénico, noticias impresas y videos. Cada personaje está muy bien construido y la conexión en escena entre los actores es tan buena que permite que la ejecución de la técnica, fuera de ser perfecta, conlleve a la verdad en la actuación, pese a que el código no es esencialmente naturalista, lo cual es bastante complicado, ya que en estos casos se suele caer en la exageración y representación burda del personaje y esto no sucedió. El trabajo escenográfico, de vestuario y el uso de luces ayudó a cerrar la puesta bastante bien. Debo resaltar el trabajo de Alcántara y Bazán, quienes hicieron los cambios de personaje para representar a las ministras, momentos en los que se pudo ver un trabajo corporal y vocal muy bueno por parte de ambas actrices. Una obra que es digna de seguir en escena y que todo peruano debería ver.

Viviana Távara

8 de octubre de 2023

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