Hay que sostener los momentos
Clandestinos es una comedia ligera que logra tener momentos significativos y de buena comedia, pero que demora en arrancar y causar una conexión con el público con lo que ocurre en la escena. Presenta una introducción musicalizada, donde los personajes se presentan a través de su relación con el espacio y los objetos. Esto ayuda a darnos en cierta medida un contexto, pero falla al mostrar gestos indicativos, que anticipan la acción de los personajes y esclarecen innecesariamente lo que el personaje quiere o va a hacer. Individualmente se ve a los actores comprometidos con su personaje, con lo que quieren dar a entender; faltó, más bien, mayor escucha y atención a lo que hacía el compañero en la escena.
Es importante destacara Katherina Sánchez y Daniel Zarauz; a partir de la entrada de sus personajes, la obra toma un mejor ritmo y eleva la urgencia de lo que se va desarrollando. A partir de allí, los personajes están más activos, y los actores en el momento presente.
Se logra, avanzando en la historia, momentos resaltantes, en los que la tensión es manejada con ingenio y uno empieza a disfrutar de la puesta en escena, y a reír con los secretos que se revelan. Además, es gracias a ciertos elementos que cobran relevancia en la historia, que esta escala con mayor vigor. Valdría la pena sostener más esos momentos de tensión, explorar qué causa físicamente en los personajes y cómo esas reacciones pueden desbaratarlos, llevando las circunstancias a otro nivel.
La escenografía se muestra funcional y al servicio del montaje. Sirve de ayuda para trazar ciertas distancias y proximidades entre los personajes. En ese sentido, cumple con darnos una propuesta visual correcta al espacio de desarrollo de la obra. Clandestinos desarrolla una historia, donde el espectador agradece el espacio de distensión y de una comedia buena, aunque intermitente. Eso sí, el final es otro momento bien logrado, visualmente enternecedor y atractivo.
Omar Peralta
30 de octubre de 2023
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