miércoles, 25 de octubre de 2023

Crítica: CRISÁLIDA


Transformar, salir de ahí

Romina Viñas nos ofrece una historia sobre el trastorno bipolar y el diálogo constante con el pasado y el presente. Bajo la dirección de Jonathan Chumpitaz Zeta.

Digo historia, porque contada, narrada y expuesta como ha sido realizada se digiere bien; como novela corta o suceso ocurrido en la vida de alguien, similar a esas que nos encontramos rápidamente en cualquier red social y que con la misma rapidez es olvidada. Por ello, en escena queda solo eso: una historia, sin acción, sin conflicto, sin drama.

Es decir, el trabajo hecho por Viñas es un trazo muy grueso de lo que sería componer una obra a partir de su inquietud e interés por la palabra “crisálida” y su significancia, puesto que no solo basta con dar a conocer que este es un estado por el que pasan ciertos insectos. De ser así, mejor leo un libro, ¿no? El teatro, el espacio escénico tendría que ofrecer más que eso.

Por otro lado, tratar de construir un discurso sobre salud mental en relación a un personaje con trastorno bipolar queda también en lo superficial, en lo que fugazmente se sabe de estas personas con trastornos de ánimo o lo que tópicamente se percibe de estas.

Es una puesta en escena que solo cuenta con un momento dramático y es en efecto, porque el cuerpo lo genera, porque hay acción, una necesidad o urgencia de conseguir algo. Vemos a Emma (niña) en aprietos, rodeando y envolviendo realmente con papel higiénico a la adulta, hay una necesidad física, un accionar y eso es lo que conmueve. Es un breve momento, llamémosle “poético” en relación a lo que se cuenta en la historia, desde el personaje y el discurso que se intenta sostener. Sirve de imagen, genera sensaciones y compone, en parte, lo que se ha dicho hasta el momento.

Sin embargo, cuando aparece la palabra, llega de la mano la emoción forzada por ambas actrices, sobre todo por Romina. Por tanto, pierde todo trabajo estético que casi logra.

Finalmente, no está de más señalar que no se percibe ningún tratado de utilería, escenografía, iluminación o sonido. Mucho menos en los demás personajes que acompañan a Emma, que, al no existir conflicto alguno con estos, más allá del querer su compañía, son incluso innecesarios pues no generan nada en relación a la acción dramática, la cual, de hecho, no existe.

Conny Betzabé

25 de octubre de 2023 

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