domingo, 21 de mayo de 2023

Crítica: MUDANZA


Identidades y secretos

Toda puesta en escena que tenga como objetivo visibilizar las problemáticas de alguna comunidad en específico, que ha sido (y aún lo sigue siendo) discriminada, relegada y violentada durante muchos años, merece de entrada un reconocimiento. Tal es el caso de Mudanza, propuesta de temática LGTB+ creada por el colectivo Producciones Calente, que viene presentándose en el Teatro Barranco 2.0. Ya desde el afiche y material promocional, teniendo como claros protagonistas los cuerpos desnudos de sus actores, podría pensarse que sus creadores simplemente utilizan el morbo para llamar la atención sobre la obra; sin embargo, esto no es así: la puesta escrita y dirigida por Germán Falco tiene otros objetivos, que a pesar de ciertos tropiezos en su ejecución escénica, sí que llegan a cumplirse y de esta manera, enviar un conmovedor mensaje de tolerancia y aceptación, en medio de una sociedad tan conservadora como la nuestra.

Dos jóvenes empleados de una empresa de mudanza se encuentran trabajando, a solas, en un departamento lleno de cajas numeradas. Nick (Daniel Paiba) es un argentino migrante y Axel (Jean Carlos Mendoza), un peruano comprometido a su vez con la hermana de Nick; uno de los muchachos esconde un secreto que muy pronto será revelado. Pero este secreto en cuestión, debido a la temática de la obra (además de haber sido esta información incluida en la nota de prensa), resulta más que evidente, así que el conflicto no debería tardar en aparecer. Sin embargo, la trama demora mucho en arrancar: el prólogo, en el que aparecen los personajes para iniciar la mudanza (en un teatro) y encuentran ropa interior masculina en las cajas, bien podría revisarse o incluso obviarse, pues no tiene mayor relevancia; además, se rompe la cuarta pared, hecho que no vuelve a ocurrir durante el resto de la obra. Después de esta escena, son varios los inexplicables minutos de espera para que inicie la puesta propiamente dicha, ya que no se perciben cambios de vestuario o de utilería en el escenario.

Todo el primer acto, ante la falta de un conflicto claro, se hace eterno, solo sostenido por las dilatadas conversaciones de experiencias pasadas de los jóvenes, matizadas con los recuerdos de índole sexual recreados en el escenario, muy subidos de tono y descritos con procacidad. Pero la espera vale la pena, en última instancia: ya al término de sus labores, uno de los jóvenes va a ducharse y el otro, el del secreto, permanece en silencio y como público, adivinamos sus verdaderos sentimientos. Esta lograda secuencia, desprovista de diálogo y manejada adecuadamente por el actor en sus miradas y silencios, es la que realmente inicia el drama; luego, las conversaciones adquieren nuevos e interesantes matices, los desnudos se justifican por sí solos y las identidades de ambos son reveladas en un emocionante final. Bien por Falco, el elenco y la producción, por arriesgarse a presentar este valiente y valioso espectáculo, que con los ajustes mencionados y una reducción en su duración, le proporcionaría un mayor disfrute al espectador. Mudanza busca la necesaria reflexión sobre la importancia de aceptarse, con orgullo y sin miedos, tal como uno es en realidad.

Sergio Velarde

21 de mayo de 2023

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