miércoles, 17 de mayo de 2023

Crítica: MUDANZA LÍQUIDA


Automudanza

Sergio Armasgo construye a Sebastián a partir de la autoficción; el escenario tiene una disposición de objetos y de elementos lumínicos pensados desde la experiencia sensorial. El actor muestra distintas facetas del personaje a través del cuerpo y por medio de su presencia escénica; desde el inicio de la obra está presente en el escenario, cubierto con un montón de ropa, como si la ropa fuera escombros y como si los escombros fueran él mismo.

Comienza interpelando al público, constantemente hay una conversación que enfrenta al espectador, exponiendo formas de pensar existentes dentro de la sociedad; la voz es clara y la presencia envuelve a los observadores. Mientras el personaje se va transformando, empieza una especie de reconocimiento en lo que va diciendo, no necesariamente porque se coincida con las acciones que despliega, pero sí con un sentido cultural, que golpea nuestra racionalidad y nuestro entendimiento.

Sebastián cuenta cómo se siente, pero también acciona en escena; existe una dualidad entre el interior del personaje y su realidad escénica, el cuerpo paulatinamente se va sumergiendo en un cansancio, no solo corporal sino también espiritual. Existen secuencias físicas que incitan el agotamiento del actor; sin embargo, es la docilidad de la presencia lo que nos abstrae en los sentimientos de Sebastián. Hay momentos en donde saltas con su palpitación y otros, en donde de golpe clavas los ojos para entender un sentimiento, fresco, creciente dentro de la sociedad y del dilema vida-muerte, al que siempre se expone el ser humano.

El sudor, la luz y el agua van dando efecto en la mirada del espectador; los símbolos se transforman desde donde se alcanza a mirar. La tormenta es un elemento que exalta las emociones y expone la fragilidad de Sebastián que, pese a todo ello, descubre el cuerpo y el rostro para recibir el mar de nubes como si fuera un momento cumbre para enfrentar su destino, las aguas internas que pueden ser ríos, pero también tormentas. Sensorialmente, es un momento muy bien logrado y simbólicamente muestra la masculinidad frágil y la necesidad del cuidado. Pero al referirnos a fragilidad no hablamos de flaqueza o debilidad, sino de una condición humana que muchas veces es negada por estereotipos. El cuerpo siente, grita, llora y ríe; pero muchas veces el mundo intenta ordenar estas reacciones naturales del ser y las moldea de acuerdo a dogmas emocionales.

Es importante reconocer que el personaje ha sufrido una perdida (la muerte de su madre), que ha fragmentado su familia y la dirección de sus pasiones. De esta manera, lo que el público experimenta es la piel de Sebastián, pero también un juicio crítico respecto a temas generales. La necesidad de la protección familiar, la amistad, el vicio, la depresión, la aceptación salpican como la tormenta en la que nos inunda el intérprete.

Entonces el cuerpo se mueve y se trasforma y esto se manifiesta en la mudanza, en las maletas, en la ropa que hacen como emociones que pueden viajar hacia puertos serenos o que pueden aterrizar en tierras hostiles y sangrantes.

Así llega la purificación del interprete, del personaje, del director y de los observadores. El punto donde el individuo decide asumir lo que le sucede, sin la necesidad de culpar a los demás, solo hay un cuestionamiento inicial y es el punto de partida al que el cuerpo se ancla. La necesidad de reconocer y solucionar un problema desde uno mismo. El asesinato es una imagen potente, un momento cumbre para que Sebastián asuma su situación y tome la iniciativa para remendar los hilos de su destino, los lazos familiares se conectan, se cosen, se unen.

El final es sutil, Sergio interpreta a la amiga de Sebastián y se interpone ante nosotros con un discurso que sigue exponiendo estereotipos comunes dentro del ideario social. Es un momento potente, porque se enuncia un pensamiento, una postura ante lo que sucede en el mundo, algo que decir.

La puesta es creciente, durante toda la trama hay distintos momentos, creados por la atmosfera de las luces y el despliegue actoral, los elementos sonoros también fueron decisivos. Uno muda constantemente dentro de sí mismo, los aprendizajes, las enseñanzas son como mudanzas interminables dentro del ser.

Moisés Aurazo

17 de mayo de 2023

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