En búsqueda de espacios
Hace unos días fue clausurado el local Titanium Club de Miraflores, un espacio alternativo que funcionaba como restaurante-discoteca y en el que el colectivo Paso de Gato se encontraba presentando una temporada de teatro en formato breve en el horario nocturno. Situación que debería llevar a la reflexión sobre si, efectivamente, todo lugar vale para presentar un espectáculo escénico. Acaso la respuesta no sea tan sencilla de abordar: lo cierto es que cualquier espacio que se escoja para realizar alguna representación teatral no solo debería cumplir con las exigencias mínimas de seguridad y especialmente, de comodidad tanto para los artistas como para el público, sino que además la estética de la puesta en escena debería también adecuarse a las condiciones espaciales en las que esta será representada.
En ese sentido, el amplio espacio del local mencionado, sumado a la oscuridad de las paredes, las luces de discoteca, con los asientos y las mesas repartidas para el consumo de alimentos y bebidas, pudiera haberse aprovechado mejor para espectáculos de otra índole, más corales o experimentales, y quizás no tanto para puestas más convencionales y de salón. Sin embargo, a pesar de las limitaciones técnicas y espaciales, el colectivo logró presentar una temporada completa el mes pasado, con dos simpáticas puestas breves que mantuvieron el interés y supieron sacarle provecho a las interesantes historias que abordaron.
En Mayor que yo de Elliot Marcos, dos veteranas amigas, interpretadas por Susan León y Janet Medina, se reencuentran en la casa de esta última, quien vive con su hijo engreído (Nicolás Bazán) y que será seducido por la primera. Con la dirección de Yamil Sacin y la producción de Grito de Calma, el estilo exagerado de las actuaciones en clave de comedia permite disfrutar de la anécdota, así como del carisma de los intérpretes. Por otro lado, en Amnesia de Chiara Roggero, una joven (Daniella Stornaiuolo) despierta en un lugar desconocido, habitado por un campechano señor (un sorprendente Fernando Pasco), sin saber cómo llegó a aquel lugar. La dirección de Ricardo Caffo maneja el suspenso con buen ritmo, mientras la muchacha desesperada intenta averiguar lo sucedido y la verdadera personalidad de aquel hombre permanece en el terreno de lo ambiguo. Bien por Paso de Gato en su afán de continuar en actividad, buscando espacios alternativos para seguir creando arte.
Sergio Velarde
19 de setiembre
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