jueves, 6 de noviembre de 2025

Crítica: EL CUARTO DE VERÓNICA


Las apariencias sí que engañan

Del mismo autor de clásicas historias de suspenso, como El bebé de Rosemary o Los niños del Brasil, viene presentándose en el Teatro de Lucía la puesta en escena de El cuarto de Verónica (1973), del dramaturgo y novelista estadounidense Ira Levin. Inscrita dentro del género del thriller psicológico, su estreno norteamericano no cosechó críticas muy entusiastas en su momento; sin embargo, el entusiasta director Rodrigo Falla Brousset demuestra el oficio logrado en los últimos años (con las temporadas de La madre, Sylvia o La ratonera, por ejemplo) y consigue un sólido producto teatral con numerosos aciertos.

Teniendo a un autor tan particular como Levin, no es de extrañar que el público asista ya prevenido ante cualquier sorpresa que le depare la trama; no obstante, el juego de apariencias que propone el dramaturgo es más complicado del que se puede intuir desde el inicio: una joven universitaria (Lilian Schiappa-Pietra) es convencida por una curiosa pareja de ancianos (Alexandra Graña y Gustavo Mayer), y con el consentimiento de su novio (el mismo Falla Brousset), para participar en un juego aparentemente inocente, el de hacerse pasar por Verónica, una mujer muerta años atrás, para reconfortar a una anciana enferma. Este es solo el punto de partida para la pesadilla que vivirá la muchacha cuando las fronteras entre la realidad y la ficción comiencen a desdibujarse.

Todo el primer acto (el mejor) brilla por la escalada de suspenso manejada con pulso firme por la dirección: la cantidad de información que se nos ofrece progresivamente (y como verdadera) contrasta con la ingenuidad de la joven, el bigote postizo del novio y lo artificioso del comportamiento de la pareja de ancianos. Manteniendo el contexto original del texto, se construye el ambiente opresivo requerido en donde, literalmente, nada es lo que parece. Una vez revelada la verdad (o las verdades, hasta el último minuto) el ambiente se vuelve tenso y perturbador. Muy buen trabajo del elenco, especialmente Schiappa-Pietra y Graña. 

El cuarto de Verónica, producida de manera impecable por Pedro Iturria y Lima New Stage Group, resulta un verdadero acontecimiento teatral en nuestra cartelera limeña, ya que no es común apreciar una obra con gran capacidad de generar tensión y explorar el miedo como mecanismo de control y sometimiento. Bien por Falla Brousset al ofrecernos una eficiente combinación de intriga, ambigüedad psicológica y ritmo dramático en la forma de thriller escénico.

Sergio Velarde

6 de noviembre de 2025

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