Ahora tiene tres
Francisco Cabrera nos presenta una versión libre de Rosa de dos aromas de Emilio Carballido, en la Sala Tovar, con las actuaciones de Olga Kozitskaya y Liz Roggero. La diferencia consiste en la inclusión del tercer personaje, al que solo se alude en la versión original y que aparece en esta puesta, interpretado por Feffo Neyra. Además, aparecen fugazmente otros personajes, para contribuir a la hilaridad de las situaciones.
Desde el comienzo sabemos que se trata de una comedia, por lo que no extraña cierta exageración en la representación de dos mujeres de mundos opuestos que descubren, en la antesala de visita de una prisión, algo que tienen en común. Los detalles de cada una se marcan con acertado énfasis, como corresponde a la comedia, para que cada incongruencia motive la risa del público. Las buenas actuaciones de Kozitskaya (que ya trabajó con Cabrera en Dr. Jekyll y Mr. Hide) y de Roggero (a quien hemos visto en El llanto de Afrodita o El divorcio de Hera) guardan un debido equilibrio al retarse mutuamente en cada escena hasta conseguir un clima distinto, de distensión total, hacia el sorpresivo final (inesperado para quien no conozca la obra).
La puesta en escena aprovecha los espacios para concentrar las diversas situaciones por las que pasan los personajes. Sin embargo, algo de la comedia se pierde por la extensión de algunos diálogos y la prolongación de algunos silencios. Es evidente que los años transcurridos desde su estreno (1985) exigen que el ritmo se acelere y el lenguaje incorpore nuevas expresiones. Ya la obra original adoptaba un estilo de comedia anterior a su estreno. Tratándose de una versión libre se desaprovecha la oportunidad de imprimirle aceleración y hacerla más contemporánea. Los traslados y cambios de escenario, en cambio, se manejan con agilidad.
La introducción del tercer personaje modifica sustancialmente la estructura de la obra, que originalmente concentra la atención en la doble mirada femenina del conflicto. Al agregar al hombre en disputa como un bufón, su conducta deplorable ya no se intuye, sino que se materializa, reforzando el tema central. Pero además agrega elementos, como las canciones, lo que otorga un sello propio a la puesta. Del mismo modo, la fugaz aparición de otros personajes, como la tía Flora y el teniente al cuidado del esposo preso, buscan la explosión hilarante, pero no justifican plenamente su presencia, salvo para darle un tono más farsesco a la puesta general.
Vi la obra en viernes de Halloween, por lo que merece comentario aparte la valentía del elenco y dirección de llevar adelante la función con todo en contra. La responsabilidad y el consabido “la función debe continuar” hicieron posible la representación. Siendo una comedia, una actriz o actor espera la reacción del público, pero si este es escaso, la sala se siente fría. No es extraña la escasez de público en las puestas independientes, pero esa fecha fue especialmente complicada y asumieron el reto. El resultado fue positivo para los pocos que allí estuvimos y que tuvimos que aplaudir ese coraje – además de la calidad actoral - por los ausentes.
David Cárdenas
2 de noviembre de 2025

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