lunes, 15 de septiembre de 2025

Crítica: GOTERAS


Cuando el pasado y el futuro se filtran en el presente

El sábado 6 de septiembre en el Teatro de Lucía presencié Goteras, dirigida por Jesús Álvarez e interpretada por Miguel y Franco Iza. La obra nos introduce en la vida de Toni López, un guionista en sus 30s, que de pronto se ve forzado a encontrarse con distintas versiones de sí mismo en sus 60s. Cada gotera que aparece en el techo de su departamento es una grieta en el tiempo que lo acercan a estas diferentes versiones suyas del futuro.

La propuesta escénica parte de un registro realista, pero se abre paso hacia lo simbólico. Lo cotidiano se transforma en metáfora del desgaste, de lo inevitable, pero también de la oportunidad de revisar el propio destino. Las goteras marcan el inicio de un juego absurdo en el que el Toni joven mide su presente con la vara de lo que podría ser su vejez: frustración, cansancio, ironía, resignación.

Lo que sostiene la pieza es el trabajo actoral. Miguel Iza encarna con credibilidad camaleónica a múltiples Tonis mayores, todos diferentes, todos posibles, mientras que Franco Iza aporta el contrapunto enérgico y vulnerable del Toni joven. La complicidad entre ambos es innegable; el hecho de que sean padre e hijo en la vida real potencia la tensión escénica, pues cada cruce de miradas parece contener la experiencia compartida de generaciones.

Goteras conmueve porque habla de lo ingrato de la vida artística, de la soledad del escritor, de la sensación de haber apostado todo por una vocación que pocas veces devuelve certezas. Sin embargo, lo hace con un tinte absurdista, pues defiende que si lo que nos espera es una “vida de mierda”, que al menos sea la mejor vida de mierda posible. Y en ese viaje entre presente y futuros posibles, la obra se permite incluso un homenaje a Volver al Futuro, ese clásico que también imaginó la paradoja de encontrarse con uno mismo en otra edad.

Salí conmovida, sobre todo porque la obra desnuda lo que significa entregarse al arte, un camino donde el futuro nunca está garantizado. Goteras deja una pregunta que resuena mucho después de apagadas las luces: ¿podemos realmente cambiar lo que nos espera, o solo aprender a habitarlo?

Recomendaría verla no solo por su tema, sino por la experiencia de presenciar a este dúo en escena. Es un privilegio ver cómo dos generaciones dialogan en un mismo personaje, confrontándose y sosteniéndose a la vez, mientras nos recuerdan que cada gotera que cae es también un recordatorio del tiempo que se nos escapa.

Daniela Ortega

15 de setiembre de 2025

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